Sobre Felipe González, la amnistía y los "motivos personales"
[Tue Oct 17 19:13:50 CDT 2023]

Entiendo que Felipe González no es santo de la devoción de mucha gente en la izquierda, sobre todo ahora que la tantos en la derecha parecen sentir un renovado aprecio por su figura (aprecio que se debe, por supuesto, a las críticas que lanza contra Pedro Sánchez desde posiciones más bien centristas, algo bien distinto a lo que suele hacer Aznar, por cierto). Yo mismo pasé una etapa en mi juventud en la que me posicioné en contra de Felipe por su traición a la tradición "auténticamente" socialista (o, mejor dicho, lo que me parecía a mí entonces dicha posición "auténtica"). Pero solamente duró unos pocos años y rápidamente, antes incluso de salir de la universidad, comencé a apreciar mucho mejor su figura justo cuando se acercaba ya el final de su periodo de gobierno. En todo caso, ahora mismo, en la vorágine del debate sobre las negociaciones para investir a un nuevo Presidente y la posible amnistía a los independentistas catalanes, no cabe duda de que está levantando ampollas dentro del PSOE. Hoy, por ejemplo, leemos en Europa Press que Felipe González sostiene que no habría amnistía si Sánchez no necesitase votos de Junts y habla de "interés personal".

El expresidente del Gobierno Felipe González ha cargado este martes contra la posible aprobación de una ley de amnistía a los implicados en el 'procés' y se ha mostrado convencido de que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, no la aprobaría de no necesitar los votos de Junts para seguir en La Moncloa, al tiempo que habló de "interés personal".

En una entrevista en Antena 3, recogida por Europa Press, ha señalado que no ve razonable que lo que ahora se intente no es que se perdone a los líderes catalanes que cometieron delitos, sino que sea el Estado el que tenga que pedir perdón.

González ha querido así recordar que estuvo de acuerdo con los indultos a los independentistas condenados por el 'procés' y con el motivo "jurídicamente impecable" que se dio para concederlos, pero que no es partidario del "olvido" que supone una amnistía.

Por tanto, se niega a comprar que el Estado fue quien actuó de modo represivo y que lo correcto eran las leyes de desconexión y la convocatoria del referéndum del 1 de octubre de 2017.

"¿Estaríamos hablando de amnistía si esos siete votos no fueran imprescindibles para una investidura de un gobierno de progreso?", se ha preguntado González, dejando entrever que a su juicio no la habría.

En fin, entiendo que las palabras de Felipe escuezan en el PSOE, pero creo que lleva razón. ¿Acaso alguien se atreve a afirmar que estaríamos ahora hablando del tema de la amnistía si el PSOE hubiera vencido en las elecciones por mayoría absoluta? ¡Seamos honestos! Luego encontes, ¿por qué se está siquiera considerando la amnistía (que no el perdón, que es una cosa bien distinta, con explica el propio Felipe González, aunque no me cabe duda alguna de que la derecha haría el mismo ruido si se estuviera hablando de eso otro)? Sencillamente, porque hacen falta los votos de Junts para la investidura. Ni más, ni menos. Quienes le critican por explicar estas cosas en público recurren a los argumentos de siempre: que hay que respetar la "disciplina de partido", que "los trapos sucios hay que lavarlos en casa", que de esta forma se le hace el juego a la derecha... Pues lo siento mucho, pero es que todos esos argumentos no hacen sino darle la razón. Ninguno de ellos entra en la materia de discusión, que es la amnistía como tal. En su lugar, lo que se hace es advertir del riesgo de que, si no hacemos lo que sea para investir a Pedro Sánchez, va a gobernar la derecha. O, lo que es lo mismo, no se usan argumentos políticos, sino partidistas. Se justifica la medida no con razones políticas de largo plazo (ni mucho menos basándolo en convicciones profundas o valores), sino por el mero cortoplacismo de gobernar otra vez, esto es, por el afán de agarrarse al poder. No sé qué pensarán otros, pero a mí me cuesta pensar que eso sea realmente transformador. {enlace a esta entrada}

Crisis de la democracia estadounidense
[Sat Oct 14 16:57:52 CDT 2023]

Hace ya más de una semana que leí en la web del New York Times un artículo firmado por Peter Baker sobre la crisis de la democracia estadounidense sobre el que merece la pena reflexionar un poco. Baker comienza con la siguiente introducción:

There was a time, not that long ago, when the United States presumed to teach the world how it was done. When it held itself up as a model of a stable, predictable democracy. When it sent idealistic young avatars to distant parts of the globe to impart the American way.

These days, to many watching at home and abroad, the American way no longer seems to offer a case study in effective representative democracy. Instead, it has become an example of disarray and discord, one that rewards extremism, challenges norms and threatens to divide a polarized country even further.

Lleva razón Baker que hubo un momento en el que la democracia estadounidense se presentaba como modelo para el resto del mundo. Habría que hacer varias aclaraciones, sin embargo. Primero, como he explicado a mis amigos estadounidenses en alguna otra ocasión, son varios los países latinoamericanos que se inspiraron hasta tal punto en su democracia que adoptaron el sistema presidencialista e incluso, en algunos casos, llegaron a copiar elementos de su ritual (por ejemplo, las referencias en Argentina a la Casa Rosada). Pero en ningún momento llegaron a alcanzar los mismos niveles de estabilidad política, económica y social que se lograron en los EEUU. Luego entonces, me parece, convendría aprender de los resultados empíricos y poner un poco en duda la afirmación de que la mera aplicación de unas determinadas reglas políticas va a venir a solucionar las cosas. Pero hay algo que me parece mucho más importante. Si bien es cierto que cuando mis padres eran jóvenes la democracia estadounidense (y, de hecho, la cultura y la sociedad estadounidenses) se veían como el modelo a seguir, algo había cambiado cuando yo llegué a mi juventud en los años ochenta. Para entonces, el modelo ya no eran los EEUU sino, si acaso, los países más avanzados del Norte de Europa (Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Holanda...). Yo no recuerdo haber oído jamás a nadie en mis años mozos explicar que la solución estaba en el modelo estadounidense. Quizá para entonces se habían hecho evidentes ya los problemas que no han hecho sino empeorar desde entonces.

El problema es tan grave que son las mismas instituciones las que no funcionan. Como describe Baker:

The institutions that were already strained during Donald J. Trump’s presidency now face a series of profound stress tests. Can the courts maintain public faith and deal credibly with a former president running for his old job who has been accused of so many crimes it is hard to keep track? Can Congress get its act together enough to simply pick a leader, much less address vexing issues like immigration, spending, climate change and gun violence? Can the presidency in the hands of an aging traditional politician like President Biden be a tool to heal the wounds of society?

El descontrol es absoluto. La falta de confianza profunda. El sistema, sencillamente, no funciona. Hace aguas por todos lados. Y, como era de esperar, eso se refleja entre los ciudadanos:

The American public has been sour on the country for a remarkably long stretch. The last time a majority of Americans reported being satisfied “with the way things are going in the United States” in Gallup surveys was January 2004, nearly two decades ago.

That has taken a toll on American institutions. Fewer than half of Americans express confidence in the police, the medical system, organized religion, the Supreme Court, banks, public schools, the presidency, large technology companies, organized labor, the media, the criminal justice system, big business or Congress, according to Gallup, which last year recorded significant declines in 11 of the 16 institutions it tracks. Only small business and the military drew more than 50 percent support.

O sea, que la falta de confianza en las instituciones se extiende mucho más allá del sistema político. Lo impregna todo. Se extiende prácticamente a todas las esferas de la vida. Yo me atrevería a decir que lo que estamos viendo no es solamente una crisis del sistema político, sino una auténtica crisis de civilización. Hay una conciencia generalizada, me parece a mí, de que la civilización moderna no da más de sí. El problema, además, no se limita únicamente a los EEUU. Sin ir más lejos, ayer mismo me encontraba en la web satírica El Mundo Today una historia titulada Logra aprobar un examen de filosofía convenciendo al profesor de que el suspenso es una estrategia de dominación de los poderes fácticos que ahoga al individuo coartando su horizonte de posibilidades desde el dogmatismo de la razón instrumental que viene a reflejar de manera cómica la falta de confianza (como consecuencia de una profunda crisis de valores) en el sistema educativo. La web es española, así que no podemos culpar a los políticos estadounidenses. {enlace a esta entrada}

Problemas con la esperanza de vida en los EEUU
[Wed Oct 4 18:58:49 CDT 2023]

El diario estadounidense The Washington Post ha estado publicando una serie de artículos sobre las malas noticias en torno a la esperanza de vida en los EEUU que merece la pena tener en cuenta por aquello de "aviso a navegadores". Las razones que explican las malas estadísticas (el país se encuentra por debajo de la mayor parte de naciones desarrolladas en este apartado y, peor aún, en lugar de mejorar ha ido empeorando) son varias: mayor número de enfermedades crónicas, la creciente disparidad entre las clases sociales, problemas serios de obesidad infantil, etc. El caso es que no cuesta mucho imaginar a un buen número de observadores culpando al desigual (e injusto) sistema de sanidad estadounidense por tan malos resultados. Y es posible que esto desempeñe algún papel. No cabe descartarlo. Pero creo que nos haríamos un flaco favor a nosotros mismos si no tuviésemos en cuenta otro aspecto que, me parece, es mucho más importante y debiera servirnos de aviso: la cultura estadounidense nos lleva décadas de adelanto en lo que respecta al sedentarismo, el consumo hipertrofiado, el aislamiento social, la nutrición deficiente, la comodidad como valor supremo y la consumición de productos superprocesados. Y observen que digo que nos lleva décadas de adelanto porque, me temo, nosotros estamos avanzando por la misma senda. Llegaremos algo más tarde, pero también llegaremos, creo, a ese punto, por desgracia. {enlace a esta entrada}

Opiniones basadas en el instinto
[Wed Oct 4 14:37:07 CDT 2023]

A decir verdad, nunca he sido muy partidario de las filosofías románticas de ningún tipo. Supongo que, quizá debido a esto, tampoco he sentido jamás atracción alguna por las opiniones basadas en el instinto. Cuidado, no es que me parezca que el instinto no tiene su lugar. Sin duda que lo tiene. Pero no quizá en lo que respecta a las opiniones en determinados ámbitos, como pueden ser la política o la filosofía. De lo contrario, abrimos las puertas de par en par para que entre cualquier ventorral incontrolado (y potencialmente devastador). Viene todo esto a cuento de una noticia que leo en Infosalus sobre cómo el instinto contribuye a las teorías conspirativas. Lo siguiente me parece interesante:

A partir del material, los investigadores descubrieron dos tipos de relativismo de la verdad. Uno que comprende a quienes están convencidos de que es verdad lo que uno siente personalmente, es decir, que la verdad es subjetiva. Y otro que incluye a quienes creen que la verdad depende de la cultura o grupo al que se pertenezca, el llamado relativismo cultural.

Los resultados muestran que quienes creen que la verdad es subjetiva son más propensos a creer en teorías conspirativas y a aferrarse a sus creencias incluso cuando se enfrentan a hechos que las contradicen. También tienen una mayor tendencia a encontrar mensajes profundos en frases sin sentido.

Incluso cuando los investigadores indagaron otras posibles explicaciones, como la capacidad de pensamiento analítico o la orientación política, el subjetivismo siguió siendo un factor explicativo independiente. Las conexiones no fueron tan claras para quienes creen que la verdad está ligada a la cultura y los resultados apuntan en parte en direcciones diferentes.

Las conclusiones no me sorprenden. Como venía diciendo, nunca he sido muy partidario de este tipo de filosofías. Sin embargo, lo que mete algo de miedo en el cuerpo es el hecho de que, creo, vivimos una época en la que el subjetivismo reina por todos sitios. {enlace a esta entrada}