Se veía venir que, tarde o temprano, los excesos verbales que se han visto en otros países iban a llegar a España también. Es lo que hay por todos sitios, por desgracia. El imparable crecimiento del populismo en esta era de incertidumbre y miedos de todo tipo no tenía más remedio que conducir a esto. Ayer leíamos en las noticias que Abascal había arremetido contra el PP llamándoles "derechita cobarde" después de amenazar a Pedro Sánchez afirmando que "habrá un momento en el que el pueblo querrá colgar de los pies" al Presidente del Gobierno rememorando aquella famosa foto de los cuerpos sin vida de Mussolini y su amante, Clara Petacci, colgando de los pies es una gasolinera italiana. Por si fuera poco, horas después, durante una rueda de prensa, otro portavoz de Vox se negó a criticar las palabras de Abascal usando el argumento de que históricamente ese siempre ha sido el final de los dictadores. Aparte del hecho de que el portavoz de Vox no parece saber mucho de historia, sorprende que equipare a Pedro Sánchez con un dictador. No sabe uno en qué planeta vive esta gente, la verdad. Pero a mí lo que más me preocupa es el lento, o quizá no tan lento, descenso hacia los infiernos de la amenaza abierta entre los líderes políticos. Hace ya tiempo que dejamos atrás el insulto y pasamos directamente a la amenaza. No son buenos tiempos éstos que corren. {enlace a esta entrada}