Trump y la política de seguridad europea
[Mon Feb 17 13:40:04 CST 2025]

Si algo debiera quedar bien claro en estos primeros compases de la nueva Administración Trump en Washington es precisamente que al nuevo Presidente le trae al pairo lo que pueda suceder en el territorio de sus aliados europeos con la salvedad, eso esí, de los posibles efectos negativos directos (pues mucho me temo que es completamente incapaz de ver más allá del más corto plazo) que pueda tener en los EEUU. Lo curioso del caso es que no está sino poniendo en práctica lo que prometió durante la campaña electoral. En otras palabras, sus votantes se han encontrado ni más ni menos que con la aplicación inmediata de las políticas que apoyaron en las urnas. Trump prometió que iba poner los intereses de EEUU por encima de todo y, guste o no, estemos de acuerdo o no con sus medidas (y, obviamente, yo no lo estoy), la verdad es que, de momento, está cumpliendo con su palabra. En eso sí que se diferencia de tantos otros políticos, tanto demócratas como republicanos, que le precedieron en el cargo. En cualquier caso, las primeras decisiones de la Administración en política exterior han sembrado las dudas dentro de la mismísima OTAN. Por mi parte, he de reconocer que las exigencias de Trump de que los países europeos deben incrementar su gasto en defensa no solamente me parecen correctas, sino que además me parece obvio que hay llegado el momento de federalizar nuestra política de defensa y seguridad. Sencillamente, en el mundo en que vivimos no es sostenible pretender que cada país europeo se va a encargar de su propia defensa, ni siquiera si multiplicamos el presupuesto militar por diez. Si queremos evitar vernos en situaciones como ésta en la que no pintamos absolutamente nada mientras otros líderes políticos deciden nuestro futuro no queda otro remedio que construir un ejército europeo común con una política de defensa común. Ya sé que no van por ahí los tiros últimamente. Al contrario, vivimos un época de resurgir del nacionalismo. Algo que, por cierto, nuestros dos rivales principales, Putin y Trump, han ido alimentando esta última década bien conscientes de que el triunfo de la derecha populista no hace sino debilitarnos. Ahí nos jugamos nuestro futuro. {enlace a esta entrada}

Los peligros del populismo carismático
[Mon Feb 17 13:00:45 CST 2025]

Hace ya poco más de un mes que llegó Donald Trump a la Casa Blanca. Esta vez, al contrario que la primera vez que gobernó, parece que se ha lanzado a una vorágine de actividad aprobando un buen número de decretos en un cortísimo periodo de tiempo. No me queda más remedio que reconocer que, aunque no esté de acuerdo con sus políticas no su estilo, lo que ha hecho de momento está en consonancia con lo que prometió durante la campaña. Así pues, guste más o menos, como digo, he de reconocer que las decisiones políticas que ha ido aplicando, al menos de momento, se ajustan a lo que sus votantes desean (o, cuando menos, a lo que apoyaron en las urnas, consciente o inconscientemente). Dicho esto, no cabe duda de que hay algunos elementos de esta ola de populismo carismático que se expande por el mundo que me parecen extremadamente preocupantes. Para ser claros, uso el término populismo carismático no solo porque Putin, Orbán, Milei o Trump no me parecen comparables a Hitler, Mussolini, Salazar o Franco tanto en la brutalidad empleada por éstos como en la construcción de un Estado con tintes totalitarios que, creo, todavía no está presente en las políticas de aquéllos, sino porque además creo que gobernantes como Hugo Chávez, Nicolás Maduro o Daniel Ortega, aunque se encuentren en las antípodas ideológicas, aplican métodos bien similares. En otras palabras, que creo identificar suficientes elementos comunes en esta nueva hornada de populismo autoritario, tanto en la derecha como la izquierda. ¿Y por qué no acepto simplemente que se trata de gobernantes originales, creativos, radicales incluso, esto es, de una forma de hacer política más conectada con el pueblo? ¿Por qué digo que hay elementos que me parecen preocupantes? No hay más que observar, por ejemplo, a Trump afirmando bien a las claras que "quien salva a su país no viola ley alguna" como si se creyera poseído de una verdad divina que solamente puede ponerse en cuestión por parte de fuerzas malintencionadas obviamente influidas por intereses extranjeros, es decir, traidores a la nación. O Javier Milei promocionando una criptomoneda altamente especulativa desde su sillón presidencial como si se tratara de apuestas en un casino de Las Vegas.

El caso es que la oleada de populismo que nos invade contribuye bien poco, creo, a la solución de los gravísimos problemas que tenemos planteados. Si acaso, me temo que va a contribuir a empeorarlos. Sencillamente, en este contexto se hace bien difícil evitar simplificaciones, sortear bulos y afirmaciones demagógicas, y dedicar el tiempo suficiente a estudiar las causas de los problemas. Por ejemplo, recientemente leíamos acerca de una encuesta de AP-NORC en EEUU reflejando que la mayoría de estadounidenses piensa que hay que recortar el gasto público, pero exigiendo al mismo tiempo un incremento del gasto prácticamente en todas las áreas y sobreestimando el monto total dedicado a ayuda al exterior:

About two-thirds of Americans say the U.S. government is spending “too little” on Social Security and education, according to a January AP-NORC poll. Another 6 in 10, roughly, say too little money is going to assistance to the poor. A similar share say spending is too low for Medicare, the national health care insurance program for seniors, and most also say Medicaid is under-funded by the federal government. About half say border security is not receiving enough funding.

The perpetual challenge for lawmakers is that although U.S. adults mostly think the government isn’t spending enough on key issues and programs, they are broadly in favor of cuts to the federal budget. AP-NORC polling from March 2023 found that 6 in 10 U.S. adults said the U.S. government was spending “too much” overall.

Foreign aid is one area where there is broad consensus that the U.S. is overspending. The 2023 AP-NORC polling suggests that Americans tend to believe too much money is going to other countries.

Roughly 7 in 10 U.S. adults said the government was putting too much money toward “assistance to other countries.” About 9 in 10 Republicans and just over half of Democrats agreed that the country was overspending on foreign aid at the time.

(...)

At the same time, polling has shown that U.S. adults tend to overestimate the share of the federal budget that is spent on foreign aid. Surveys from KFF have found that, on average, Americans say spending on foreign aid makes up 31% of the federal budget rather than the actual answer: closer to 1% or less.

Teniendo en cuenta el ruido mediático protagonizado por ciertos líderes políticos exigiendo (y prometiendo) un recorte drástico de la ayuda al exterior para ajustar las cuentas del Estado, no debiera sorprendernos que los ciudadanos tengan una percepción tan deformada de la realidad. Ese es, precisamente, uno de los problemas principales del populismo, ya sea de izquierdas o de derechas. Sustituye el legítimo debate político por el griterío mediático cuyo único propósito es conseguir la aclamación de la masa de espectadores en las gradas. {enlace a esta entrada}