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[Wed Mar 27 19:00:08 CDT 2019]De cuando en cuando, me gusta dedicarle un par de días a leer números atrasados de Tricycle, la revista budista estadounidense. A menudo, incluye artículos y reflexiones que me parecen interesantes y sugerentes. Por ejemplo, leyendo el artículo titulado The Gift of Fear, escrito por el escritor Dharmavidya David Brazier, me encuentro con el siguiente párrafo sobre
El artículo Walking Backward Toward the Future, de Jonathan Bricklin, comienza con la siguiente cita del filósofo Soren Kierkegaard:
Por su lado, leyendo Is the Dharma Democratic?, de Kurt Spellmeyer, nos encontramos con la siguiente reflexión sobre la exclusión y la identidad colectiva:
En Circling Lhasa, de Judith Hertog, leemos sobre la idealización del Tibet que hemos ido creando en Occidente desde hace ya muchísimo tiempo ("Westerners still see Tibet as either a reflection of themselves or as a symbol of their yearnings"). El siguiente breve diálogo entre la autora, visitante del país como profesora de inglés, y su anfitrión es de antología:
Finalmente, Bhutan on the Brink, de Matthieu Ricard, incluye una extensa entrevista con Karma Phuntsho, educado en Bután y en Oxford, y que, de regreso a su país, lamenta en parte la acelerada modernización por la que está atravesando su sociedad y sus secuelas. Quizá la parte más interesante sea la siguiente: Se trata, sin duda, de una mirada algo diferente sobre el que algunos consideran "el país más feliz del mundo" y que en parte puede recordarnos al acelerado proceso de modernización que vivimos en España en su momento. {enlace a esta entrada} [Fri Mar 8 09:07:55 CST 2019]Ya sé que el movimiento éste de las identidades minoritarias y lo políticamente correcto se supone que es muy de izquierdas. Y también sé que cualquier crítica que se les haga suele interpretarse como cercana a la ultraderecha de Vox y compañía. Sin embargo, son demasiados los elementos que considero preocupantes como para permanecer callado, aunque yo siempre me haya identificado con la tradición de izquierdas. Hace unos días, por ejemplo, leíamos en la web de El País que los alumnos de Harvard pedían que se expulsara como profesor a uno de los abogados de Weinstein. Al parecer, su imperdonable delito es pertenecer al equipo de defensa del conocido productor de Hollywood, acusado de acoso sexual por múltiples mujeres. Lo siento mucho, pero no puedo condonar este tipo de amenazas inquisitoriales, por más que se me presenten como progresistas. El comportamiento de los estudiantes me parece dogmático, intolerante, impositivo e inquisitorial. Me parece más digno de la Joven Guardia Roja china durante los temibles años de la Revolución Cultural maoísta que de unos estudiantes universitarios en un país occidental. Cualquier persona (repito: cualquiera, incluso un acusado de terrorismo o cualquier otro crimen atroz) tiene derecho en nuestro sistema legal a un juicio digno con una defensa. Se trata de una conquista que costó mucho esfuerzo conseguir como para que un grupo de niños mimados incapaces de aceptar opiniones contrarias a la suya lo tiren ahora por la borda. {enlace a esta entrada} |