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[Thu Sep 5 14:34:46 CDT 2019]La web de El País publica hoy en su sección Retina un artículo sobre el futuro del trabajo que me parece bien interesante. En principio, me temo que el panorama que dibuja no es nada halagüeño, pero tampoco es que sorprenda, la verdad. Asuntos como la crisis del llamado contrato social que nació tras la Segunda Guerra Mundial (y limitado más bien a los países desarrollados, todo hay que decirlo), la crisis de la idea de progreso entendida como un continuo aumento del bienestar de manera lineal, la creciente desigualdad social, el avance imparable de la precariedad o la robotización son, desde luego, temas bien conocidos a estas alturas. Pero a mí lo que más me ha llamado la atención es el parágrafo dedicado a los cambios en el concepto de carrera profesional: Todo ello se acompaña de la siguiente imagen ilustrativa: {enlace a esta entrada} [Tue Sep 3 11:52:08 CDT 2019]El País publica hoy una noticia sobre The Basque Contention, libro del catedrático de Historia de la Universidad del País Vasco, Ludger Mees, en el que se reflexiona sobre el final de ETA. Como suele ocurrir, tiene que venir alguien de fuera para señalar unos cuantos hechos que debieran parecer bien claros a cualquier observador medianamente objetivo. Así, con respecto a la violencia terrorista de ETA, tiene lo siguiente que decir: Pero, con respecto al otro bando (esto es, el mío), también dice esto otro que no conviene echar en saco roto: Y tampoco conviene olvidar esta otra afirmación: {enlace a esta entrada} [Tue Sep 3 11:39:44 CDT 2019]El País publicaba ayer una noticia sobre los tipos de interés negativos que están empezando a verse en algunas economías desarrolladas que, como bien explica el periodista, no es necesariamente tan buena noticia como pudiera parecer. En cualquier caso, a mí lo que me llamó la atención fue el siguiente párrafo: No recuerdo si ya escribí sobre este asunto en algún otro momento, pero algo que encuentro fascinante (y, me temo, no suficientemente trataso, al menos en las clases introductorias sobre la materia a las que asistí durante mis años universitatios y, por lo que oigo de mis hijos, la cosa no ha cambiado mucho) del funcionamiento de la economía capitalista es la necesidad de inflación. De hecho, la necesidad de una inflación moderada. Tanto la inflación desbocada como la deflación suponen un problema fundamental para el capitalismo. Algo que hace temblar sus cimientos. Pero, al menos de momento, no he encontrado una respuesta clara a la pregunta de por qué es así. Supongo que debe tener algo que ver con la necesidad, por un lado, de sostener un consumo eterno y constante (algo que, en un contexto de inflación, quizá no se diera, pues los consumidores tal vez prefieran esperar a que los precios bajen aún más antes de lanzarse a comprar) y, por otro, con la excesiva dependencia (sobre todo en el capitalismo de nuestros días) con respecto a la deuda para generar un tirón de la demanda (en este otro caso, la inflación hace más fácil, relativamente hablando, devolver una deuda, pues el monto total que se pidió prestado vale menos hoy que ayer). Sea como fuere, esta necesidad vital que tiene el capitalismo de una inflación moderada no suele mencionarse en las clases de economía y uno no puede sino preguntarse el porqué, pues este tipo de cosas casi siempre apuntan a las grandes verdades ocultas en cualquier sistema, esto es, a aquellos elementos que, aunque asumidos y raramente mencionados, son centrales. {enlace a esta entrada} [Sun Sep 1 14:13:42 CDT 2019]El País publica hoy un artículo firmado for Fernando Vallespín sobre los intelectuales que merece la pena leer. Tampoco es que descubra nada del otro mundo, pero sí que nos regala una buena síntesis de lo que se ha venido en llamar la crisis de los intelectuales que, como el propio Vallespín nos recuerda, se remonta hasta la década de los cincuenta o los sesenta del siglo XX, cuando ya se publicaron algunos artíuclos (e incluso libros) sobre el asunto. De todos modos, el artículo de Vallespín tiene la ventaja de que conecta el fenómeno directamente con otros aspectos más de actualidad, como son la llamada crisis de representación, las redes sociales y el resurgir de los populismos (aunque, todo hay que decirlo, esto lo trata de pasada únicamente en los últimos párrafos, lo cual es una pena). La verdad es que uno se pregunta si acaso alguna vez la masa de la sociedad realmente prestó más atención a los Bruno Latours que a las Greta Thunbergs. No obstante, sí que parece cierto que lo que digan los intelectuales importa cada vez menos en un mundo que solo presta atención al espectáculo. Lo mediático vende. Así que Greta Thunber, Michel Houellebecq, los tertulianos, Donald Trump y cualquiera que haga mucho ruido y llame la atención va a ser escuchado más que gente como el ya fallecido José Luis Sampedro. Por más que digan, no vivimos en la época dorada del conocimiento (ni, mucho menos, de la sabiduría), sino en la época del espectáculo puro y duro, como ya advirtiera Guy Debord hace muchísimo tiempo. {enlace a esta entrada} |