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[Fri Oct 25 13:52:09 CDT 2019]¡Menuda se ha liado en España con el traslado del cuerpo de Franco! Y, sin embargo, me temo que unos y otros (pues me temo que en esto parece que hayamos recreado aquellas infames "dos Españas") no llegan a acertar del todo en el análisis. Veamos. Por un lado, parece evidente que el Gobierno lleva razón al afirmar que no hay otro país de nuestro entorno que cuente con un monumento funerario dedicado a la memoria de un dictador y sufragado con dinero público. Sencillamente, no parece de recibo en un país medianamente democrático, y mucho menos cuando el monumento en cuestión es claramente una herramienta propagandística de uno de los dos bandos que combatieron en una sangrienta guerra civil. Pero es que, por otro lado, se entienden perfectamente también las críticas provenientes de la oposición de derechas afirmando que se trata sobre todo de una maniobra electoralista del Gobierno... porque eso es precisamente lo que es. Ni es una auténtica prioridad, ni tampoco podemos decir que una amplia mayoría de ciudadanos estuvieran exigiendo al Gobierno que tomase una decisión precisamente ahora. En cualquier caso, yo lo que no entiendo es que a estas alturas todavía no hayamos sido capaces de llegar a un amplio consenso en torno al asunto de nuestra Guerra Civil. Y no, no me vale, como a menudo se oye desde la derecha de manera bastante gratuita, afirmar que todo esto queda en el pasado y hace ya tiempo que los españoles pasamos página. Lo siento, pero no. De hecho, la polémica que ha surgido estos días no hace sino demostrar de manera palpable que no es así. Por supuesto, la España del año 2019 poco tiene que ver, afortunadamente, con la de 1936. Pero no hemos pasdo página. No hemos superado aquella tragedia. Y aún no lo hemos hecho porque, sencillamente, todavía no hemos sido capaces de dialogar unos con otros sin pegar dos gritos, tres puñetazos en la mesa y abandonar la habitación. Cuando se trata de este asunto, en lugar de discutir razonablemente, preferimos arroparnos con una u otra bandera, rodearnos de quienes piensan como nosotros, reafirmar nuestra identidad ideológica colectiva y rechazar al contrario. Parece mentira, pero es así. Y esto se aplica, me temo, a unos y a otros. El caso es que, por un motivo y otro, todavía espero el día que sea posible ver a los portavoces de los cuatro o cinco partidos principales hacer un discurso parecido al siguiente: Sencillamente, me da la impresión de que una propuesta así lograría el apoyo masivo de mis conciudadanos. Y, sin embargo, ya estamos en el año 2019 y todavía no he oído nada así. Por el contrario, todo lo que oigo son declaraciones altisonantes que recuerdan más a la España de los años treinta que ésta otra del siglo XXI en que, creo, vivimos todos. {enlace a esta entrada} [Fri Oct 25 13:47:58 CDT 2019]Ahí va un video para todos aquellos que piensen que el sistema político español está irremediablemente roto debido a la corrupción (el video está en inglés con subtítulos también en inglés): {enlace a esta entrada} [Wed Oct 16 14:05:42 CDT 2019]El País publica hoy un artículo titulado No me toques la gasolina, firmado por Eliane Brum, que me parece interesante porque viene a subrayar uno de los problemas fundamentales que tenemos para afrontar el cambio climático (y, por extensión, la sostenibilidad en su conjunto) dentro del marco social, político y económico en que vivimos. He ahí el asunto fundamental. En un entorno de creciente desigualdad social se me antoja bien difícil poder apostar por políticas sostenibles. No veo cómo pueda ser posible hacer eso sin recurrir, al mismo tiempo, a políticas sociales profundas que lo mismo pueden no ser del todo compatibles con el sistema económico capitalista. Ahí está, a fin de cuentas, el problema principal, por más que no queramos verlo. {enlace a esta entrada} [Wed Oct 16 13:44:35 CDT 2019]Como suele suceder, estoy completamente de acuerdo con las reflexiones del periodista Iñaki Gabilondo sobre la sentencia del Tribunal Supremo que se hizo pública esta semana. Para mí, las siguientes palabras que aparecen en el encabezado del artículo vienen a resumir magníficamente su punto de vista: "La actual Cataluña política no cabe en la actual España política. Si queremos que se ajusten, tienen que cambiar ambas": Apunta Gabilondo, además, algunos de los temas que debieran estar debatiéndose, pero de los que ni siquiera se está hablando. ¿Es necesario reformar nuestro Estado de las Autonomías? ¿Qué hacer con el actual Estatuto catalán? ¿Sigue siendo una herramienta válida o hay que reformarlo? ¿Habría que considerar la posibilidad de introducir elementos de asimetría en nuestro entramado institucional? Y, si fuera así, ¿cómo y hasta dónde? Por más esfuerzos que hago, no alcanzo a entender la obsesión de PP y Ciudadanos con el dichoso artículo 155 y el constante recurrir al poder judicial para solucionar un problema de naturaleza política que solo puede tener una solución política trabajada, si tenemos suerte, por nuestros políticos. Aunque no parece que estén por la labor. No me queda más remedio, pues, que estar de acuerdo con Pablo Iglesias cuando afirma: "El Código Penal y el 155 no pueden resolver el problema en Cataluña". O sea, que viene a decir lo mismo que Gabilondo, aunque seguramente, como son palabras que salen de la boca de Iglesias, habrá mucha gente que ni siquiera le prestará atención porque es un "radical" y un "antisistema". Y, sin embargo, se mire como se mire, ambos, Gabilondo e Iglesias, están apuntando a lo mismo: los políticos no están haciendo política desde hace ya unos cuantos años, al menos en lo que respecta a este asunto. Han preferido dejarlo todo en manos de los tribunales y las fuerzas del orden público. En otras palabras, que están haciendo dejadez de sus funcionaes de una manera clarísima. A ver cuánto dura. Porque dudo mucho que la situación mejore en absoluto hasta que no se arremanguen y comiencen a trabajar. {enlace a esta entrada}[Mon Oct 14 15:11:14 CDT 2019]Hace ya unos días que me topé en la web de El País con un artículo del filósofo Harmut Rosa sobre la razón porque nos ponemos música todo el rato en las sociedades desarrolladas. En su opinión, los seres humanos tenemos una necesidad profunda de "resonancia", es decir, "una relación receptiva con las otras personas, pero también con la naturaleza, con nuestro trabajo y, como diría Charles Taylor, mi otro puntal filosófico, con un cosmos que tenga sentido o, quizás, que sea afirmativo". A partir de ahí, Rosa reflexiona: Algo de eso tal vez haya. Cierto, oímos música para aislarnos un poco de un entorno ruidoso que interfiere con nuestra propia actividad mental. Pero también lo hacemos por otra multitud de razones: para identificarnos con una "tribu urbana", con un grupo social en un entorno en el que las comunidades de afinidad de primera instancia (esto es, las que quedan más cerca, aquellas con las que tenemos un contacto más físico y real, desaparecen cada vez más en un mundo mediatizado, acelerado y "virtual"); para darle algo de teatralidad y emoción a unas vidas monótonas y rutinarias, creyéndonos por unos momentos los protagonistas de un video musical de éxito en las redes; o, como dice Rosa, quizá resumiéndolo todo, porque preferimos desconectar de un entorno desnaturalizado, desencantado. Sea como fuere, da la impresión de que el fenómeno social sobre el que reflexiona Rosa se encuadra dentro de la crisis de la Modernidad o, para extender el diagnóstico un poco más, dentro de la crisis de civilización en la que nos encontramos inmersos. {enlace a esta entrada} [Sat Oct 5 14:51:19 CDT 2019]Otro asunto que uno no acierta a entender (y son ya...): según leemos hoy en la prensa diaria, Albert Rivera levanta el veto al PSOE y se abre a pactar con Sánchez. Sí, efectivamente, éste es el mismo Rivera que hace tan solo unos cuantos meses hizo campaña dejando bien claro que no se sentaría a dialogar con Pedro Sánchez y que ni siquiera estuvo dispuesto a abstenerse en la votación de investidura para que gobernara. Ahora, sin embargo, sin que haya cambiado nada, que yo sepa, se abre al diálogo y hasta a la posibilidad de alcanzar un acuerdo (aunque no, al menos de momento, a entrar en un Gobierno de coalición). Imagino que millones de españoles estarán pensando exactamente lo mismo que yo: ¿y por qué no hizo precisamente esto hace nada más que un mes, y así nos habríamos ahorrado unas nuevas elecciones? Pero la cosa no queda ahí. Aún hay más. Resulta que Rivera propone un pacto de Estado para llevar a cabo diez reformas que considera fundamentales (aunque aclara que está abierto a negociar los detalles), entre las que incluye, según se nos cuenta en la noticia, "un pacto educativo con el inglés como lengua vehicular de la enseñanza". Se me ocurren unas cuantas cosas sobre este punto. En primer lugar, no me parece que la fluidez en el inglés deba ser precisamente la prioridad en un sistema educativo que, según parece, está haciendo aguas por muchos otros sitios. De hecho, podría mencionar al menos veinte aspectos de nuestro sistema educativo que convendría afrontar antes que el uso del inglés en las clases. Segundo, uno no acierta a entender cómo diantres seremos capaces de encontar tantos profesores capaces de educar en inglés con un nivel mínimamente aceptable. Y, por último, no me queda más remedio que mostrar mi confusión al leer que, precisamente quien defiende el castellano como lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña como un derecho fundamental, ahora defiende el inglés como lengua vehicular en todo el país (?!). {enlace a esta entrada} [Thu Oct 3 15:20:06 CDT 2019]El País publica hoy una entrevista con Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda en el Gobierno de Rajoy, en la que leemos unos interesantes comentarios sobre el contexto político español. Por ejemplo, con respecto a la clase política en general: Sin duda, se trata de una tendencia que se observa también en otros países. En nuestro caso, creo que la diferencia se notó sobre todo con el paso de los políticos que llevaron a cabo la transición a la democracia y siguieron en activo durante los años ochenta y buena parte de los noventa comparados con la nueva generación que llegó después. En líneas generales, tiene uno la impresión de que quienes se dedicaron a la política durante las dos primeras décadas llegaron a dicha actividad, como quien dice, "rebotados". Es decir, que en ningún momento habían planeado dedicarse a ello profesionalmente, sino que lo hicieron puramente por vocación y de manera casi accidental. Aquí, obviamente, no entran figuras como la de Adolfo Suárez o Manuel Fraga, pero sí que entran las de Felipe González, Alfonso Guerra, Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Jordi Pujol, Miguel Roca, Rubalcaba, Borrell y un largo etcétera. Sin embargo, la siguiente hornada nos dio ya gente que, por decirlo de manera algo castiza, había mamado la actividad política (y, por tanto, la vida de partido) desde muy tierna edad. Aquí se incluye a gente como Pedro Sánchez, Susana Díaz, Pablo Casado... pero también a Zapatero o Aznar. Rajoy quizá fuera, en este sentido, una excepción. En cualquier caso, me da la impresión de que ese cambio no ha sido precisamente para bien. Pero añade Montoro algo más. Por ejemplo, sobre la vida interna de los partidos explica esto otro: En fin, no sé si esto fue alguna vez diferente. Yo milité en las Juventudes Socialistas a mediados de los ochenta y ya podía observar claramente este tipo de tendencias. Eso sí, es cierto que cuando volví a militar en el PSOE entre 2007 y 2011 lo vi incluso más acentuadamente. {enlace a esta entrada} [Wed Oct 2 13:48:18 CDT 2019]Hay veces que uno ya no sabe si está leyendo las noticias "serias" o El Mundo Today: Bofill: "Calatrava es un buen arquitecto aunque se le caigan cosas". Sobran los comentarios. {enlace a esta entrada} |