[Sat Feb 28 09:30:26 CST 2015]

Hace ya un par de días que el diario ABC publicó una entrevista con Pablo Simón, miembro del grupo Politikón y profesor de la Universidad Carlos III, en la que se hace un magnífico análisis de la realidad política española. La verdad es que no sabe uno ni por dónde empezar. Estoy completamente de acuerdo con Simón cuando afirma que los problemas actuales del PSOE vienen de una clara incapacidad para renovarse tras la derrota electoral del 2011. En lugar de corregir sus errores y hacer limpieza, los socialistas prefirieron no dar su brazo a torcer y apostar por el continuismo de Rubalcaba. Craso error que les puede llegar a costar pero que muy caro a medio plazo pues, como bien explican los analistas de Politikón, mientras que el PCE e IU jamás supusieron un peligro grave para el PSOE (sí, ni siquiera cuando Anguita hablaba del sorpasso y llegó a sentar a poco más de dos decenas de parlamentarios en el Congreso) la situación es bien distinta con Podemos. Ahora sí que hay un riesgo claro de sorpasso con posibilidades reales. ¿Por qué no hicieron nada los socialistas para recuperarse de la debacle del 2011, pues? Como explica Simón, a mi parecer acertadamente, "los partidos tienen costes orgánicos, tienen lealtades y muchas veces ni anticipan bien el futuro ni disponen de todo el margen de maniobra que un observador externo pensaría". Al fin y al cabo, los políticos no toman las decisiones en el vacío. Se mueven en un entorno que sin duda limita los movimientos más de la cuenta. No es extraño, desde luego, que muchos definan la política como "el arte de lo posible". En cualquier caso, el PSOE puede verse bien pronto en unas circunstancias nada envidiables en las que, como tercer partido en discordia, tenga que decidir entre dar su apoyo a un Gobierno del PP en una "gran coalición" que no pocos representantes de las élites económicas han venido sugiriendo últimamente, pero que sin duda equivaldría a cometer el harakiri, o, por el contrario, entrar en un Gobierno de coalición con Podemos donde la voz cantante la lleven éstos, lo cual acabaría teniendo el mismo efecto negativo en las expectativas de los socialistas, aunque quizá con una erosión del voto algo más lenta que en el caso de la primera opción. En otras palabras, Málaga o Malagón. Esto, por supuesto, asumiendo que queden en tercer lugar en las elecciones generales, algo a estas alturas bien probable, pero no definitivo.

Pero más interesantes me parecen las reflexiones de Simón con respecto a las primarias, por ejemplo:

El tema de las primarias tiene pros y contras. Pero no son una varita mágica que te vaya a seleccionar candidatos ganadores, lo que sí permiten es que haya mayor rendición de cuentas. Cuando un candidato ha perdido es más complicado que se eternice en el poder. El problema de las primarias está en la letra pequeña. ¿Quiénes se pueden presentar? ¿Hay avales o no? ¿Y cuántos? Porque por ejemplo en el caso de Tomás Gómez si yo pongo los avales muy altos son primarias sin competencia. ¿Están los reglamentos claros? ¿Tiene todo el mundo acceso a los censos? ¿Se controla que la distribución de recursos sea equitativa? Muchos procesos de primarias no están siendo suficientemente cuidadosos. El PSOE se ha descapitalizado mucho y muy rápido. Si tú tienes agrupaciones cada vez más pequeñas y controlas a los gatekeepers de cada una, al final las primarias cerradas se convierten en un mecanismo que te legitima plebiscitariamente y deja de servir como un sistema de rendición de cuentas.

Parece que hay algo de confusión con respecto a la naturaleza misma de la institución de las primarias. Las primarias no están ahí para descubrir candidatos que garanticen mejores resultados electorales, como piensan muchos (algo que, por cierto, ya da a entender lo distorsionada que es la perspectiva de quienes debaten sobre estos temas dede dentro de los partidos: la única prioridad es incrementar los votos, de la misma forma que la prioridad de los ejecutivos de una empresa es incrementar los beneficios), sino para favorecer la regeneración de las élites.

Peor aún, el problema de fondo en la política española no es sino la progresiva funcionarización de la política:

Entrar en política tiene un coste muy grande en España. Un coste que no es solo personal y emocional porque está mal visto, al menos hasta ahora. Pero también profesionalmente. Tú tienes un coste de oportunidad por entrar a trabajar cuatro años en un partido aunque tengas la mejor de las voluntades. Tan solo se te puede tentar o con mucho dinero o con un ego muy grande. Esto hace que en términos de competencia los que están dentro de los partidos solo pueden ser dos perfiles. De un lado los funcionarios de partido, gente que siempre ha hecho vida orgánica y que viven por y para el partido. Y muchos del partido, es decir recibe algún ingreso. Esto hace que el tipo de habilidades que se requieren tengan más que ver con ser leales a los jefes o manejarte bien dentro de las luchas orgánicas pero sin pasar el test de pasar por unas elecciones. De otro lado, quién se puede dedicar a la política dado que tenemos uno de los mercados de trabajo más voraces del mundo, quién se puede dedicar a la política es un funcionario. Porque tiene su plaza asegurada. Además hay una ligazón muy estrecha entre el funcionamiento de los partidos y de la Administración, especialmente en cargos de libre designación, por lo que te puede llegar a ser ventajoso en términos profesionales. Eres un funcionario que está ligado a tal partido, y si los tuyos llegan al poder vas a ser promocionado.

No hace falta ser un lince para observar que es precisamente esto lo que explica en buena parte el politizado sectarismo de nuestra Administración de Justicia, sobre todo en las instancias más altas.

En definitiva, que merece la pena leer la entrevista. Es de lo mejorcito que he leído en mucho tiempo sobre el tema. {enlace a esta entrada}

[Sat Feb 28 09:12:30 CST 2015]

La verdad es que el arrogante egocentrismo que se manifiesta en el mito americano da algo de grima. En este caso, se da uno cuenta cuando escarba un poco tras las palabras de Obama exhibiendo el modelo de integración estadounidense como ejemplo a seguir en todo el mundo. Ni que decir tiene que Obama, convenientemente, olvida cualquier hecho que no encaje en la embellecida historia del "crisol de culturas". Es lo que tienen los mitos. No se trata ya únicamente de que el pasado más reciente de su país en lo que respecta al trato dado a la minoría de raza negra sirva más bien como contraejemplo (¿hemos olvidado ya la tardía prohibición de la esclavitud, el uso de prácticas segregacionistas hasta quien dice antes de ayer, así como los linchamientos públicos o las cruces de fuego plantadas en los jardines de las casas para amedrentar a las familias negras?), sino que además, como la propia noticia explica, a pesar de la distancia geográfica, también hay musulmanes estadounidenses que se apuntan a la yihad. O sea, que si la existencia de musulmanes europeos luchando con los criminales del Estado Islámico en Siria debe tomarse como prueba irrefutable del fracaso de las políticas de integración europeas, ¿por qué no habríamos de hacer lo mismo con la presencia de musulmanes estadounidenses en el mismo Estado Islámico, en Somalía o en Yemen? Después de todo, no dio el propio Obama el visto bueno no hace mucho para matar a un ciudadano estadounidense que se había convertido en alto cargo de Al Qaeda con un dron? O, por otro lado, si la prueba irrefutable es la comisión de atentados terroristas en nombre de Alá, ¿qué decir de los que han tenido lugar en tierras estadounidenses? ¿O es que la memoria es tan corta que se nos olvidan las noticias de un día para otro? Pero quizá lo más sangrante de las gratuitas afirmaciones de Obama es que no lleva mucho esfuerzo hacer una búsqueda en la Red y descubrir que mientras que el número de musulmanes en EEUU no llega al 1%, en el caso de muchos países europeos se eleva a entre el 6% y el 8%. O sea, que las magnitudes no son fácilmente equiparables. Y, por supuesto, la amplia mayoría de musulmanes, en un sitio y en otro, no son terroristas, ni tampoco apoyan el terrorismo. Me limito a exponer que, prestando atención únicamente a los números, la premisa principal de Obama se cae por los suelos. Es algo así como la arrogancia con que a menudo se critica desde Europa el racismo estadounidense sin tener en cuenta que en realidad hasta hace bien poco no hemos tenido minorías étnicas claramente diferenciadas en nuestro seno en tierras europeas. Después de todo, no hay más que recordar lo que era nuestra experiencia hasta hace poco (de hecho, algunos dirían que incluso hoy día) para observar que nosotros hemos caído a menudo en el racismo de considerar al "negrito" como "gracioso" y "simpático". Sencillamente, no se le veía como amenaza porque estadísticamente era tan minoritario que ni siquiera preocupaba. En cuanto suben las cifras cambian las cosas, tanto en EEUU como en Europa. {enlace a esta entrada}

[Thu Feb 5 12:49:06 CST 2015]

La viñeta de Peridis que publica hoy El País expresa bastante bien, me parece, uno de los principales problemas que habrá de afrontar Podemos conforme se va acercando al poder:

No hay mas que recordar lo que ya sucedió con los socialistas allá por 1982. A medida que parecía evidente que iban a ganar abrumadoramente en las elecciones del 28-O (y también en los meses después de la victoria electoral) se le sumaron afiliados que provenían tanto de otros partidos de la izquierda y la extrema izquierda como gente sin militancia previa. Hubo un poco de todo. Desde gente válida y honesta con ganas de trabajar por el futuro de su país a aprovechados que vieron una oportunidad de oro para vivir de la política. Pues bien, da la impresión de que Podemos puede vivir algo similar. Veremos cómo lo afronta su dirección. Pero, de todos modos, por si acaso, más vale que vayamos advirtiendo la posibilidad para no caer en doloridas desilusiones dentro de unos años. {enlace a esta entrada}