[Tue May 31 13:55:34 CDT 2005]

Leo en El País que el poeta peruano José Watanabe, hijo de un inmigrante japonés, ha realizado un taller sobre el haiku durante su estancia como Poeta en residencia en la madrileña Residencia de Estudiantes. Entre otras cosas, Watanabe reflexiona sobre la particular forma que la estrofa japonesa ha tomado en Occidente:

Al traducir el haiku a otra lengua, como el español, estamos pensando demasiado metafóricamente, no podemos evitar la metáfora. Hay hermosos poemas, pero no son haikus. Borges, por ejemplo, escribió haikus pero no los confundió con metáforas.

Así que me dio por buscar en la Internet por algunos ejemplos de los famosos haikus de Borges, y me encontré con algunos de ellos que son bastante buenos, la verdad. Ahí van algunos ejemplos:

La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.

¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.

La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.

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[Tue May 31 12:38:41 CDT 2005]

Hace ya un par de semanas que El Cultural publicó una entrevista con Mario Vargas Llosa, y la verdad es que el gran escritor peruano siempre tiene algo interesante que decir. En esta ocasión, y aunque tampoco pudo evitar pronunciarse sobre temas políticos (habla de "dictaduras putrefactas como las de Cuba y Venezuela", lo cual me parece excesivo en el último caso, que yo no dudaría en calificar de "populismo putrefacto", pero no de dictadura, la verdad sea dicha), creo que hace unos muy buenos comentarios sobre poesía:

— ¿Influye la poesía en su obra?
— Mucho. Hay poetas como neruda, Cernuda, Baudelaire y Eliot a quienes he leído y releído cientos de veces y que me han influido en determinados períodos y novelas de una manera profunda que no puedo precisar, no sólo en mi manera de escribir sino también en la manera de inventar, como fuente de inspiración estética en ocasiones inconsciente.

(...)

— Hablemos entonces de sus poetas más queridos, como Baudelaire...
— Lo descubrí antes de venir a Europa, gracias a Rafael Deusto, que lo estaba traduciendo y trabajamos juntos en sus versos. Los leía con dificultad, pero aún recuerdo el deslumbramiento. Desde entonces he leído a menudo, y también la prosa. Es un poeta de inmensa lucidez, y un crítico de arte brillantísimo, un creador luciferino con una inmensa capacidad de cuestionar lo establecido, lo convencional y con una fuerza irracional deslumbrante. Siempre ofrece dimensiones desconocidas.
— Neruda fue su "amor de juventud"... ¿Resiste una lectura madura?
— Desde luego. Para mí Neruda es como Víctor Hugo, un autor tan inmenso que en él cabe todo, la excelencia, lo genial, la facilidad, lo convencional y la basura, pero en conjunto es de una riqueza sorprendente. Cuando acierta, es incomparable.
— ¿Y Rubén Darío, su poeta favorito? ¿Su influjo sigue presente en la literatura hispanoamericana?
— Y no sólo latinoamericana. Darío es el creador de la lengua moderna en español. Como en sus versos hay tanta música y tanta princesa, hoy lo desprecian, pero fue quien instauró la modernidad. A veces es decorativo, suntuoso, pero también es intenso, misterioso. Le tengo muchísima admiración, me gustan hasta sus princesas.

{enlace a esta historia}

[Tue May 31 10:22:20 CDT 2005]

El director de la RAE, Víctor García de la Concha hizo ayer una encendida defensa de la lectura durante su discurso de apertura de la Feria del Libro de Madrid, afirmando que:

La lectura es un centro de actividad total del espíritu, en cuya práctica se movilizan y adiestran la inteligencia, la sensibilidad, los valores morales y los estéticos.

(...)

En la base del déficit general de competencia lingüística de nuestra juventud está un déficit de la capacidad de comprensión, una enorme pobreza léxica y de recursos de estructuras de expresión. Del mismo modo que la atrofia muscular sólo se remedia con ejercicio, el círculo vicioso al que acabo de aludir sólo se romper´ con el ejercicio de la lectura.

Pero más importante aún me parece la posición tolerante que García de la Concha ha tomado respecto al mejor método para que nuestros jóvenes se inicien en la lectura:

No hay que partir del canon: sería un disparate enfrentar a los niños con el Quijote entero, no digamos con los dramas ideológicos de Calderón o la soberbia poesía de Góngora. Al canon se llega a partir de aquello que como punto de partida resulte atractivo: de la muestra práctica de que leer (mis hijas se entusiasmaban con Celia y Los cinco) es un placer. Y de ahí, paso a paso, movilizando estímulos latentes, ha de irse avanzando, en una conversación sobre la conversación, que eso ha de ser cada lectura.

Es decir, el canon es necesario si realmente queremos educar en lugar de limitarnos a transmitir un batiburrillo de ideas y obras inspirados por la ética del todo vale, introduciendo si cabe aún más desorientación en los lectores del futuro. Sencillamente, la mera información no equivale a educación, por más que cada vez nos sea más difícil distinguir entre ellas en esta era tecnológica. No obstante, no se puede forzar el amor o el aprecio por el canon. Se trata de algo a lo que cada cual llega en el momento oportuno y una vez que haya madurado la semilla del amor por la lectura. Como yo mismo afirmé en estas notas en otras ocasiones, en mi caso fueron los tebeos de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape y El botones Sacarino los que me animaron a aficionarme a la lectura. No veo por qué hayamos de andar por el mundo imponiendo lecturas a nuestros semejantes cuando, en líneas generales, se consigue mucho más con la persuasión o simplemente dejando hacer al tiempo. La gente siempre madura mucho mejor por sí misma, y siempre y cuando hayamos plantado la semilla del amor por la lectura a edad temprana podemos confiar en que las cosas irán bien en último término. {enlace a esta historia}

[Mon May 30 09:10:01 CDT 2005]

Como muchos se temían, los franceses han rechazado la nueva Constitución de la Unión Europea de forma inapelable. No se trata de un referéndum perdido por la mínima, sino que los partidarios del no se han impuesto con un clarísimo 54,87% de los votos, lo que ni siquiera deja mucho margen para que se pueda repetir una consulta sobre el mismo documento en el futuro cercano como ya sucediera en el caso danés con el Tratado de Maastricht. Por tanto, las circunstancias son bastante preocupantes, pero la crisis desatada por el no francés no puede llevarnos a la parálisis precisamente ahora que el mundo está cambiando a marchas forzadas.

¿Cuás son, pues, las causas últimas del voto de castigo que ha tenido lugar en Francia, uno de los países tradicionalmente más europeístas? Serge July, director de Libération ha escrito un buen análisis en las páginas de El Mundo, apuntando los motivos que se encuentran tras la campaña de quienes promovieron el voto negativo: oposición a la ampliación para incluir los países de la Europa del Este por miedo a que se produzca una masiva fuga de puestos de trabajo hacia los estados miembros con menor coste laboral y menor protección social; el espectro turco y la amenaza de lo musulmán; el mensaje populista contra las elites de Bruselas; la antiglobalización y los sentimientos anticapitalistas, por más que se enmascaren con el lenguaje antiliberal hoy en día; el famoso chauvinismo francés y la idea de que un voto negativo obligaría a toda Europa a sentarse a la mesa de negociaciones, demostrando así una vez más el poderío galo; y, finalmente, la preocupación sobre el bienestar social y los discursos que venían a acusar a la UE de modelo ultraliberal cuyas intenciones últimas no serían sino imponer el modelo americano en nuestro continente. En otras palabras, el voto del "no" francés es un batiburrillo de posiciones definidas más por su oposición a algo que por su apoyo a cualquier cosa. Es un voto contrario, de protesta, y como tal hemos de tenerlo en cuenta, sin olvidar que se trata de un serio aviso de algo que anda estropeado. No obstante, es precisamente su carácter contrario el que imposibilita (o, al menos, hace mucho más difícil) el que podamos tomar medidas a partir de aquí. El voto del "no" mezcla a la ultraderecha lepenista, con su discurso xenófobo de odio y miedo hacia el inmigrante de la Europa del Este y los turcos, con el discurso inmovilista y nostálgico de una extrema izquierda que habla de solidaridad pero cuando llega la hora de la verdad apuesta por el viejo socialismo en un solo país. Todo ello se ha visto agravado aún más por una clase política enmarañada en sus propios juegos de poder, con un Presidente como Chirac que vive de la ambición de grandeza (¿qué está averiado en el sistema político francés para que se pase de un megalómano a otro (De Gaulle, Mitterrand, Chirac...)?), con demasiados aprovechados que vieron la ocasión de tomar ventaja de las circunstancias para subir puntos (el socialista Fabius es un buen ejemplo de ello: moderado en lo económico, responsable incluso del giro de Mitterrand hacia el neoliberalismo en los años ochenta, y ahora convertido en adalid del bienestar social por un puñado de lentejas).

En cualquier caso, ahora no queda más remedio que continuar con el proceso de ratificación, como se ha señado ya desde Bruselas y desde diversas cancillerías europeas. Han sido ya varios los países que lo han ratificado de una forma u otra (Alemania, Austria, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Grecia, Lituania, Italia y España), y no veo por qué Francia deba tener el derecho a paralizar todo el proceso, por más importancia que haya tenido durante décadas en el proceso de integración europeo. Poco podemos hacer si los franceses han preferido rechazar la Constitución para darle un guantazo Chirac, pero lo que no puede ser es que ahora la UE entera entre en un periodo de crisis dilatada como consecuencia de la pataleta francesa. Ya, de entrada, y como era predecible, el euro ha descendido a su nivel más bajo en siete meses como consecuencia del "no" francés, y poco tendría de extrañar que también afectara negativamente a la renqueante recuperación económica europea. Sin Francia no podemos continuar, eso está claro, pero no queda más remedio que esperar a ver lo que los otros estados miembros deciden con respecto a la ratificación antes de que podamos tomar un decisión definitiva. Duele, sin embargo, ver consultas populares sobre temas que afectan a la Unión usadas y manipuladas desvergonzadamente para tal o cual causa de política interna, y esto no es incompatible con el reconocimiento de que el debate que se ha dado en Francia ha sido, al menos hasta el momento, el más extenso. No olvidemos que hasta las listas de libros más vendidos en su categoría de ensayo estaban copados con títulos sobre el tema de la Constitución, pero ello no quita para que a lo mejor buena parte de los libros presentaran una imagen tergiversada del documento en clave interna. Imagino que se trata de algo comprensible cuando hablamos de un ente como la UE, a medio camino entre algo supranacional y algo con una identidad propia. Por cierto, que Mariano Rajoy y el PP no se libra de las críticas que estoy haciendo aquí al oportunismo político. Hoy mismo, Rajoy ha afirmado que el triunfo del "no" en Francia viene a demostrar "el gravísimo error" del cambio de la política exterior española bajo el nuevo Gobierno hacia lo que é denomina el "seguidismo del Eje Perdedor", así como su oposición a que la Constitución se apruebe "por partes" teniendo en cuenta que lo que quiere ratificarse "es perjudicial para España". Cuesta trabajo creer que este mismo señor defendió el voto afirmativo durante el reciente referéndum español. Y es que, como he afirmado con anterioridad, el PP anda sin rumbo. Hay buenas razones, es cierto, para oponerse a la Constitución, pero ni Rajoy las esgrimió en su momento durante el debate español ni el movimiento francés del "no" las ha mencionado para nada. Por el contrario, si los franceses pensaban que con el voto negativo a la Constitución europea apuntalaban las políticas sociales andan bastante engañados. En primer lugar, el proceso globalizador va mucho más allá de la UE, y ni siquiera está relacionado con ella. Un "no" a la UE soluciona, pues, bien poco. Pero, aún más importante, el traspiés del proceso de ratificación seguramente favorecerá a los conservadores anti-europeístas en el Reino Unido y a los democristianos alemanes, probables vencedores en unas próximas elecciones generales. De ahí surgirá, probablemente, un eje anglo-alemán si cabe más liberal y pro-atlántico. Algo me dice que a los franceses del "no" les ha salido el tiro por la culata.

De una u otra forma, ahora no nos queda sino mirar al futuro con esperanza e ilusión, por difícil que parezca. El proceso europeo de integración es imparabla, se diga lo que se diga, pues la única alternativa posible a él es recaer en la Europa de los reinos de taifas, la Europa dividida y débil de antaño. No tenemos más remedio que continuar construyendo una Europa unida, un ente político nuevo y original que venga a presentar un modelo para tantos otros estados que están explorando ya cómo lanzarse a proyectos similares. La era de los estados nacionales, mal que les pese a los nostálgicos, está por el camino de salida, y el futuro pertenece a unos entes supranacionales que vengan a combinar fuerzas sin por ello destruir totalmente las diferentes identidades culturales. Lo sé, es un buen reto, y precisamente por eso tengo esperanzas en el futuro. Los europeos nos hemos embarcado en un proyecto ambicioso e innovador, y no vamos a abandonarlo ahora porque nos hayamos encontrado con el escollo francés. Ya hemos estado aquí otras veces, y siempre hemos sido capaces de salir del atolladero. No veo por qué haya de ser distinto esta vez. {enlace a esta historia}

[Thu May 26 21:13:26 CDT 2005]

A vueltas con la memez nacionalista. Leo en El Mundo que el Parlamento acaba de aprobar que sólo los autores que escriban en catalán acudan a la Feria del Libro de Frankfurt:

El Parlamento de Cataluña ha aprobado una moción propuesta por CiU y modificada por las enmiendas del tripartito para que la representación oficial de la literatura catalana en la Feria del Libro de Fráncfort de 2007, en la que es invitada de honor, se limite a los libros escritos en catalán, ya que éste es el "identificador único" de la literatura catalana.

La moción ha sido aprobada por unanimidad en dos de sus cuatro puntos y con la oposición del PP en el punto que define el libro en catalán como "identificador único" de la literatura catalana y en el que limitaba la presencia en Fráncfort a los "escritores en lengua catalana", a lo que los populares se opusieron alegando que "la lengua y la cultura catalana es la que se hace en cualquier de las tres lenguas del país: el catalán, el castellano y el aranés".

Estoy totalmente de acuerdo con la posición del PP en este caso. Los nacionalistas están siendo más papistas que el Papa. De hecho, con su afirmación acerca de lo que supone y no supone el "identificador único" del ser catalán estos individuos nos retrotraen a otros tiempos no tan lejanos en los que los dogmáticos del otro lado querían imponernos las esencias nacionalcatólicas a todos los españoles. Deberíamos huir de cualquier intento de definir la esencial nacional (¡cuidado, cualquier esencia nacional!) como de la peste. Al parecer, escritores de la talla de Eduardo Mendoza, Terenci Moix, Maruja Torres o Juan Marsé no son suficientemente catalanes para estos mequetrefes. ¿Pero es que nadie se acuerda ya de las aspiraciones universalistas de la cultura humanista e ilustrada? Vamos hacia atrás, como los cangrejos. {enlace a esta historia}

[Thu May 26 20:14:38 CDT 2005]

Ahí van unas cuantas citas interesantes que me he encontrado leyendo algunos documentos hoy:

I could readily see in Emerson, notwithstanding his merit, a gaping flaw. It was the insinuation, that had he lived in those days when the world was made, he might have offered some valuable suggestions.
(Herman Melville)

The idea that conflict in life is rooted in a failure to communicate is one of the most fatuous notions to grow out of the sixties... I think people fight each other because they communicate their dislike and hated of each other only too well.
(Arnold Wesker)

I am not at all —absolutely not at all— interested in the pursuit of happiness. I am not interested in the pursuit of positivity... I feel it's my duty to make everyone a little less happy. You know that line in the Declaration of Independence, "the pursuit of happiness"? I've come to think that it has no meaning at all. You cannot pursue happiness. And to think that this bad little sentence has determined our lives.
(Jamaica Kincaid)

Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Olía mal. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer, me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.
(Gonzalo Suárez, Un cuento casi sufí)

Dios no existe, pero nos sueña. El diablo tampoco existe, pero lo soñamos nosotros. El otro día me lo encontré en el Metro y me lo dijo. Me cayó simpático, se parecía a mi de mayor. Era un pobre diablo.
(Gonzalo Suárez, Yo y el Diablo)

La luna, harta de mirarse en los charcos, se asomó a una cacerola. Le halagó descubrir su imagen reflejada en plena ebullición y se sintió viva por primera vez en su triste existencia de estrella apagada, como si sus cráteres, a falta de lava, exhalaran burbujas de jabón. Entonces, alguien cerró la tapa.
El niño que atrapó la luna en la cacerola corrió a enseñársela a su madre, pero cuando retiró la tapa, la luna ya no estaba allí.
Ese niño fui yo.
(Gonzalo Suárez, La Luna y la cacerola)

Cuando se le alzaron las faldas a Marilyn, yo pasaba por allí y pude comprobar, lo juro, que la silla del director estaba vacía. Billy Wilder se mantenía astutamente agazapado bajo la rejilla del Metro para mejor y más impunemente escrutar, con sus ojillos libidinosos, los más recónditos entresijos de la actriz. Tamaño privilegio y tan adecuada perspectiva fueron las razones por las que decidí llegar, de mayor, a hacer cine.
Lamentablemente para todos, hace ya muchos años que la tentación vive arriba.
(Gonzalo Suárez, Marilyn Monroe: La tentación vive arriba)

(ANTE UN LAGO HELADO EN LA NOCHE DE UN PALACIO DE VARSOVIA, A CUARENTA KILÓMETROS DE LA CIUDAD, DURANTE EL RODAJE DE EL DETECTIVE Y LA MUERTE)
No hay nada como no estar enamorado. Es el mejor estado al que un hombre puede aspirar. Eso me sucedió una vez, junto a un lago. Y comprendí que nunca había contemplado el agua helada con tanta serenidad. El hielo compacto no permite espejismos. La noche tampoco. Ni cielo, ni nube, ni árbol, ni montaña, ni rostro propio, ni rostro de la amada reflejado. En sí mismo ensimismado, sólo lago. Agua, por fin, desligada del paisaje. Idea liberada de toda reflexión. Imagen sin mirada. Un palmo más acá de la nada. Veinte pies más allá del yo.
(Gonzalo Suárez, Ante un lago helado)

Sí, ya sé, me ha salido bastante desequilibrado en favor de Gonzalo Suárez, pero es que hoy mismo me encontre con la página oficial del director Gonzalo Suárez en ClubCultura, y me he pasado un par de horas leyendo aquí y allá. ¡Cómo me gustaría volver a ver Remando al viento! ¡Lástima que no haya forma de encontrar la película por acá por los EEUU! {enlace a esta historia}

[Mon May 23 12:28:06 CDT 2005]

El diario El Mundo anuncia hoy en la sección cultural que "U2 sacude a Nueva York con su música y su deseo de otro mundo". Podríamos pensar que se trata de revueltas callejeras o incluso un movimiento subversivo a punto de instaurar un nuevo poder revolucionario, pero leyendo la noticia se da uno cuenta de que no pasa sino lo que ya nos podemos imaginar: un concierto de la banda irlandesa de rock acompañado de sus ya habituales eslóganes a favor de los derechos humanos, la paz y la justicia en el mundo. Como objetivos, me parecen de lo más encomiable, por supuesto, pero lo cierto es que no creo que se arregle mucho con gritar eslóganes durante un concierto de rock, si bien hay que reconocerle a Bono y compañía que al menos se han esforzado durante años en organizar campañas para defender los principios en los que creen. Así pues, dejemos bien claro de entrada que no estoy tanto criticando la actitud de U2 como lo que considero una preocupante tendencia de la sociedad contemporánea a confundir la pose con la sustancia, tendencia que por cierto casi seguramente comenzara con las campañas de Bob Geldof para recaudar fondos contra el hambre en Etiopía allá por los años ochenta pero que se ha extendido como la pólvora entre los países desarrollados desde entonces.

Ni acuso a los integrantes de la banda irlandesa de hipocresía, ni tampoco afirmo a secas que su discurso no valga absolutamente para nada. No obstante, me preocupa la tendencia de la izquierda en los países desarrollados a mercantilizar su discurso hasta convertirlo en mero embalaje sin trasfondo alguno. En nombre del pragmatismo hemos abandonado cualquier aspiración a transformar la realidad que nos circunda, sustituyéndolo todo con una mera pose radical y unos cuantos eslóganes bienintencionados. La izquireda activa y militante de ayer ha sido reemplazada por la de los anuncios, el mercadeo y la imagen modelna. Cuidado, porque quien me conoce bien sabe que no propongo el regreso al progresismo acartonado del pasado ni tampoco la reivindicación del catecismo marxista, pero me da la impresión de que tanto pensamiento débil ha acabado por fundirnos las neuronas y corroer nuestras entrañas. Y en esto entronco directamente con las tesis de Joseph Heath y Andrew Potter en Rebelarse vende. El negocio de la contracultura, donde combaten la idea de que la revolución cultural de los sesenta fuera tal revolución en absoluto, sino más bien la máxima expresión del consumismo que caracteriza a las sociedades de capitalismo avanzado. Se trata de algo que, sin lugar a dudas, tiene su explicación en el contexto del mundo occidenal de la postguerra, pero que difícilmente puede concebirse como auténticamente reolucionario:

La tesis de Heath y Potter es que el Holocausto tuvo como consecuencia un profundo rechazo a las nociones de orden y conformismo. Vistos los campos de concentración y de exterminio como la expresión de una gigantesca tecnocracia represora e igualadora, la reacción de la izquierda circularía sobre los raíles de una obsesión por ser distintos. El ansia generalizada de distinción estaría en la base del movimiento antiglobalización, un proceso de homogeneización derivado del comercio mundial.

No se trata aquí de despreciar los indudables avances que nos trajeron los movimientos sociales en campos como la igualdad de sexos, los derechos civiles de las minorías raciales, la liberalización de las costumbres y la expansión del concepto de tolerancia. Sin embargo, tampoco es menos cierto que la revolución se quedó bien corta y fue asimilada como mero consumismo escapista, como puro discurso limitado a unas formas aparentemente subversivas pero realmente de lo más inofensivas (¿es que alguien piensa de verdad que el punk representó alguna vez una auténtica alternativa al sistema?). Perdidos el marxismo y el ansia igualitaria del socialismo clásico, la izquierda optó por concentrarse en el mundo de la superestructura cultural, desgastándose en batalla tras batalla contra unas fuerzas tradicionalistas que, al fin y al cabo, tampoco tenían por qué interpretarse como única opción vital posible en un sistema capitalista decidido ya a ofrecer una vasta multitud de marcas y variaciones del mismo discurso, en lugar de haberle hecho frente al capitalismo en el corazón mismo de su estrategia de dominación: las relaciones de clases. A estas alturas hemos abandonado hasta el ambicioso programa socialdemócrata, centrado en el concepto de la igualdad de oportunidades, en nombre del más atractivo progresismo cultural. Mientras tanto, el sistema capitalisa no hace sino extender sus tentáculos a más y más esferas de la vida, incrementando la concentración de riquezas y destruyendo las pocas esperanzas que nos quedaban de construir una sociedad más justa. La izquierda ha de recuperar su discurso racional y consistente de raíces ilustradas, frente al modelo postmoderno que se ha apoderado de nosotros desde principios de los ochenta. {enlace a esta historia}

[Mon May 23 10:16:12 CDT 2005]

Navegando por el sitio web de El País me he encontrado con un maravilloso artículo titulado Las manos de Hitler, de Javier Cercas, donde el novelista reflexiona sobre la conversación entre Martin Heidegger y Karl Jaspers que tuviera lugar en mayo de 1933, justo la misma noche en que Heidegger pronunciara su discurso de admiración hacia los nazis en la Universidad de Heidelberg.

Al acto asistió Karl Jaspers, amigo y admirador deslumbrado de Heidegger, quien, sentado en primera fila, con la mirada oscurecida por la contrariedad y las manos enterradas en los bolsillos, sin salir de su incredulidad comprobó cómo el filósofo incomparable, con la insignia nazi en la solapa, convertía su parlamento en una arenga incandescente a favor del proyecto de Hitler para la Universidad. Tras la ceremonia, los dos amigos cenaron juntos. Conversaron. Jaspers le expresó su disgusto a Heidegger, le confesó que no podía creer que estuviera de acuerdo con la política de los nazis respecto a los judíos. Heidegger, que para aquella época ya había cortado toda relación con sus colegas judíos, incluido su maestro Edmund Husserl, y que incluso había denunciado a algunos de ellos ante las autoridades por motivos políticos, le contestó, impávido, que por supuesto existía una peligrosa trama internacional judía, y que era preciso desarticularla. En otro momento de la conversación Jaspers reconoció que no entendía que é aceptara que un hombre tan inculto como Hitler pudiera gobernar Alemania. En aquel momento Heidegger, que sonreía poco, debió de sonreír, y fue entonces cuando sentenció: "La cultura no importa, Karl. Mira sus maravillosas manos".

La anécdota se ha usado a menudo para ilustrar cómo los intelectuales, tan endiosados en su mundo de proezas intelecturales, también pueden caer en la imbecilidad. Pero Cercas lleva la anécdota mucho más allá, contándonos cómo a menudo ha ido buscando precisamente las manos de Hitler en las fotos del dictador, prestando seria atención a las diferencias entre las manos del joven cabo de la Primera Guerra Mundial, el líder incontestable que lanzaba proclamas apocalípticas allá por los años treinta y el viejo derrotado de los últimos días del búnker, y a pesar de ello jamás ha sido capaz de encontrar nada especial acerca de las dichosas manos. No fue hasta poco después de ver El hundimiento cuando de pronto se dio cuenta de la clave de la historia:

Y entonces, al salir del cine, en un movimiento instintivo me miré las manos: no vi unas manos maravillosas, monstruosas tampoco, sólo unas manos vulgares, anodinas, sin ninguna gracia especial, sin ningún especial defecto. Exactamente igual que las de cualquiera de ustedes. Exactamente igual que las manos de Hitler. Y entonces lo comprendí todo.

Hay quien acusa a Oliver Hirschbiegel de "humanizar" a Hitler en su reciente película, El hundimiento. Pero, ¿es que acaso Hitler no fue precisamente eso, un ser humano como cualquiera de nosotros? ¿Qué conseguimos con demonizarle, con convertirle en un ser sobrenatural, personificación misma de Satán, sino precisamente lo contrario de lo que nos proponemos, evitando la responsabilidad individual de todos y cada uno de nosotros en las masacres que de cuando en cuando tienen lugar? La horrible verdad es que Hitler era humano, demasiado humano, como todos nosotros. {enlace a esta historia}

[Fri May 20 21:30:10 CDT 2005]

Si ayer creí conveniente criticar al ex-Presidente Aznar por su excesivo intervencionismo en la vida política española aun después de abandonar la Moncloa, hoy no me queda más remedio que defenderle de la retórica demagógica, izquierdista y descerebrada del Presidente venezolano. A Hugo Chávez no se le ha ocurrido otra cosa que comparar a Aznar con Hitler, a quien acusa con cuidada diplomacia de ser "un imbécil, un fascista que se cree parte de una raza superior, algo peor que Hitler". He de reconocer que el retrato que pinta Chávez de José María Aznar me parece preocupante y, por desgracia, incluso rayano en lo posible, pero de ahí a los insultos y la comparación con el dictador nazi media un abismo. No obstante, si Chávez estuviera diciendo la verdad respecto a sus primeros encuentros con Aznar, el cuadro que se nos presenta de un individuo engreído y rayano en el iluminismo neoliberal es bastante preocupante:

Chávez relató que nada más conocerse, Aznar lo invitó a montar a Veneuzlea en el tren del futuro. Le aseguró que el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton y otros mandatarios importantes querían que Venezuela formase parte del grupo de desarrollo. "Te daremos apoyo del Fondo Monetario Internacional, la prensa mundial y lo que tú pidas, pero tienes que alejarte de Fidel, tienes que cambiar ese discurso. ¡Qué revolución ni que revolución!", dijo Aznar, según el relato.

Chávez le preguntó a Aznar qué pasaría con otros pueblos subdesarrollados que no cuentan con los recursos naturales que posee Venezuela, tales como Haití y los de África. Ante esa inquietud, contó Hugo Chávez, "aquel hombre vomitó lo que tiene por dentro de fascismo y de desprecio, cuando me dijo que me olvidara de ellos, que esos pueblos perdieron el tren de la victoria y están condenados a desaparecer".

Hay algo en la historia que suena hasta creíble respecto a la actitud de desprecio de Aznar, si bien uno ha de rechazar por completo las comparaciones fáciles en las que cae el Presidente venezolano. Nunca me ha parecido correcto el uso y abuso del nazismo durante el debate político cotidiano, pues corremos el peligro de trivializarlo. Bien está el mostrar desacuerdo con el oponente político, pero no creo necesario caer en el desagravio, la ofensa, las comparaciones odiosas, el populismo barato y la demagogia. Hugo Chávez, sin embargo, parece un maestro de todos esos comportamientos. {enlace a esta historia}

[Thu May 19 20:25:39 CDT 2005]

José María Aznar ha de ser, que yo recuerde, el primer ex-Presidente desde que se reinstauró la democracia en 1977 que se niega a abandonar el escenario de la vida política española . Hoy, por ejemplo, ha lanzado unas cuantas duras acusaciones contra el Gobierno de Zapatero con motivo de la reciente resolución parlamentaria apoyándole en su propuesta de una salida dialogada al conflicto vasco si ETA abandona las armas, comentando, entre otras cosas, que el Gobierno "ha decidido desistir y renunciar a acabar con la banda terrorista". Cuidado, a Aznar ni siquiera se le ocurre pensar que tal vez los socialistas tengan una idea bien distinta de cómo se puede poner fin a la violencia etarra, idea con la que por supuesto se puede estar en desacuerdo todo lo que se quiera, sino que se cree con la autoridad suficiente como para afirmar que éstos sencillamente no quieren acabar con la banda terrorista. En otras palabras, se queda a unos pocos milímetros de afirmar que los socialistas son aliados objetivos de ETA, pues de lo contrario no sé bien qué otra interpretación podemos hacer de sus declaraciones. Duras palabras, sin lugar a dudas, pero muy en la línea del iluminismo cruzado que tanto gusta a Aznar desde que su buen amigo Bush se lanzara a su lucha global contra el Mal. De hecho, tanto viene interviniendo Aznar en el debate político que aquellas acusaciones que lanzaran los populares contra Felipe González como supuesto maestro de ceremonias del PSOE a pesar de que oficialmente hubiera dejado la Secretaría General del Partido suenan ahora a broma. {enlace a esta historia}

[Thu May 19 16:48:48 CDT 2005]

Una vez más, el nacionalismo vuelve a mostrar su cara más cerril e irresponsable. El Mundo publica hoy que Carod-Rovira ha rechazado participar en un acto de homenaje al asesinado Isaac Rabin porque la senyera no ondeaba junto a las banderas israelí y española. Solamente un individuo de un egocentrismo colosal puede convertir el homenaje a un estadista extranjero asesinado en un enconado debate sobre la necesidad de predicar a los cuatro vientos el orgullo patrio, especialmente teniendo en cuenta que acudía a las ceremonias como invitado de las autoridades locales de Tel Aviv. {enlace a esta historia}

[Wed May 18 12:56:52 CDT 2005]

La verdad es que se veía venir, pero por si quedaba alguna duda al respecto el barómetro del CIS ha publicado hoy los resultados tras el debate sobre el estado de la nación, y Rajoy y el PP han salido bastante malparados. No podía ser de otra forma. Hace ya mucho tiempo que los ciudadanos españoles afortunadamente le dieron la espalda al extremismo retórico, y la agresividad parlamentaria del PP en los últimos años sólo parece estar restándole votos a los populares. Veremos qué sucede en las elecciones autonómicas gallegas, pero parece evidente que el PP ha de cambiar de estrategia si no quiere perder las próximas generales por mayoría aplastante. Hay quien dice que Rajoy simplemente subió los decibelios porque se espera un mal resultado en las gallegas, y al menos así nadie podrá acusarle de hacer una oposición blanda al Gobierno de Zapatero. La esperanza, por supuesto, es que después de perder allá sea capaz de convencer a la dirección del PP de que es necesario moderar el discurso un tanto. Por esperanza que no quede, pero lo cierto es que lo contrario es igual de probable: que el ala dura del PP pretenda hincar las uñas aún más para desgastar al PSOE a cualquier precio. Después de todo, no son pocos los populares que recuerdan cómo fue precisamente esa misma estrategia de acoso y derribo al Gobierno la que les llevó al triunfo en 1996 tras tan prolongada travesía del desierto. Yo, por mi parte, simplemente les recordaría que las circunstancias no son las mismas, ni muchísimo menos. Ni este Gobierno está manchado por los escándalos de corrupción que afectaron al Felipe González de la última etapa, ni tampoco se trata de un Gobierno que lleve tanto tiempo instalado. No parece que se haya dado aún un hartazgo entre la ciudadanía como el que se dio a mediados de los noventa, ni tampoco es cierto que Zapatero y sus ministros hayan perdido su capacidad de iniciativa como sucedió por aquel entonces. Las circunstancias son muy diferentes, y los populares se engañan si pretenden transportar las mismas estrategias al año 2005. Desde luego, si hacen eso yo no les pronostico sino un descenso aún más acentuado en las encuestas. {enlace a esta historia}

[Sun May 15 20:26:03 CDT 2005]

Ayer se puso el colofón final al desbarajuste organizado por Mariano Rajoy durante el debate sobre el estado de la nación cuando Coalición Canaria anunció el final de la coalición de gobierno con el PP en su comunidad autónoma como consecuencia de la actitud tomada por los populares frente al Gobierno de la nación. No han faltado, como era de esperar, comentarios por parte de dirigentes del PP acerca del supuesto "chantaje de Zapatero" y advirtiendo a los regionalistas canarios de que se están "dejando engañar". Todo menos atreverse a ver la viga en el ojo propio, es decir, la tremenda muestra de irresponsabilidad de la que han dejado constancia durante las jornadas parlamentarias de la semana pasada. Se mire como se mire, lo cierto es que los populares se han quedado completamente solos en su estrategia agresiva de enfrentamiento a muerte con el Gobierno Zapatero, y hasta sus socios moderados les han retirado el apoyo que les quedaba. Pareciera lógico esperar ahora una corrección de la estrategia del PP, sobre todo si tenemos en cuenta que la política de tierra quemada que están llevando a cabo desde hace casi un año no cuerda bien ni con el pasado ni con el carácter de Mariano Rajoy. O mucho me equivoco, o esto tiene bastante que ver con el estilo dogmático y profético que el ex-Presidente Aznar tomó a raíz de su alianza con Bush para erradicar el mal de la faz de la Tierra. Todo fue regresar de la capital del Imperio, reunirse con la plana mayor del PP, sacar al famoso video sobre el 11-M a la luz y cambiar la estrategia del Partido de un día a otro. A lo mejor el señor Aznar le ha cogido gusto a la claridad moral tan cacareada por sus correligionarios estadounidenses y se le han subido los humos a la cabeza. Ahora, lo que parece mentira es que no sea capaz de distinguir entre el puritanismo evangélico estadounidense y el secularismo tan fuertemente arraigado en la sociedad española. Bien poco parece conocer a su pueblo el señor Aznar, o a lo peor es que le gustaría rehacerlo a su imagen y semejanza como buen condottiero. {enlace a esta historia}

[Sat May 14 18:45:21 CDT 2005]

Hoy mismo Claude Lévi-Strauss ha recibido el Premio Cataluña en París, y durante su discurso reflexionó sobre los orígenes del estructuralismo, del que habitualmente se le considera como fundador:

"El estructuralismo, en contra de lo que se cree, no es un movimiento moderno. A lo largo de los siglos XIII y XIV, al menos en sus grandes trazos, aparece en los textos del gran pensador catalán Ramon Llull", estableció. Según Lévi-Strauss los predecesores de Llull veían el mundo como un caos y analizaban la realidad a partir de su mayor o menor semejanza respecto a un modelo. "Llull, por el contrario, partió de la diferencia, ideando así un sistema lógico que introducía la noción de relación como base del mecanismo del pensamiento".

Ahí se encuentran, por supuesto, las bases mismas del pensamiento postmoderno contemporáneo. {enlace a esta historia}

[Sat May 14 09:46:34 CDT 2005]

The New York Times publica hoy un artículo de Arthur Hertzberg, profesor de Humanidades en la New York University, sobre el silencio de la Iglesia ante el Holocausto que debería hacernos reflexionar. Fundamentalmente, Hertzberg critica la posición adoptada por la Iglesia desde el final de la guerra (y nunca modificada) de acuerdo a la cual se trató de un crimen cometido por católicos en el que la Iglesia como tal no tiene responsabilidad alguna:

This position obscures the fact that in 1930's and 1940's Europe, the Roman Catholic Church was the only institution that possessed the moral stature and strength to denounce and forbid the murder of the Jews. It did not do so. And in all the years since, rather than acknowledging this failure to provide moral leadership in the critical hour, the Vatican has repeatedly claimed that while individual Catholics behaved sinfully or misunderstood what the church taught, the sin of letting the Holocaust happen at its doorstep need not haunt the church as an institution.

This remained the Vatican's view throughout the 1990's, even though both the German and the French bishops' national conferences issued ringing confessions of their wartime sins. In 1995 the German bishops pointed out that the "church community" had "looked too fixedly at the threat to their own institutions" and "remained silent about the crimes committed against Jews and Judaism."

The French bishops, for their part, stirringly concluded their September 1997 statement with the following words: "In the face of so great and utter a tragedy, too many of the church's pastors committed an offense, by their silence, against the church itself and its mission," and added: "This failing of the church of France and of her responsibility toward the Jewish people are part of our history. We confess this sin. We beg God's pardon, and we call upon the Jewish people to hear our words of repentance."

Not only did the Vatican fail to adopt a similar attitude of contrition, but Pope John Paul II and Cardinal Edward Cassidy, who was then in charge of Jewish-Catholic relations, devalued the French and German bishops' statements.

Merece la pena recordar todo esto precisamente ahora que tantos conservadores se desviven por lisonjar al nuevo Papa como el adalid de una claridad moral necesaria en unos tiempos de desorientación general. A lo que parece, la tan afamada claridad solamente se aplica a aquellos aspectos la sociedad moderna que los conservadores consideran aberrantes por su naturaleza progresista, pero todo crimen cometido en nombre de la tradición o la cobardía moral de la Iglesia cuando hubo de oponerse a las dictaduras fascistas en los años treinta puede interpretarse como un simple traspié por el que no es necesario siquiera pedir perdón. Me preocupa esta nueva ola de moralina exacerbada que nos inunda, o inunca al menos estas tierras estadounidenses que redescubrieron su espíritu cruzado cn tanto vigor en tiempos recientes. {enlace a esta historia}

[Fri May 13 19:13:07 CDT 2005]

Hace unos días me encontré con una transcripción del ingenioso prefacio que precedió a Las extraordinarias aventuras del Barón de Munchausen cuando se publicó por primera vez en 1792:

We, the undersigned, as true believers in the profit, do most solemnly affirm, that all the adventures of our friend Baron Munchausen, in whatever country they may lie, are positive and simple facts. And, as we have been believed, whose adventures are tenfold more wonderful, so do we hope all true believers will give him their full faith and credence.

GULLIVER X SINBAD X ALADDIN X

Sworn at the Mansion House 9th Nov. last, in the absence of the Lord Mayor.

{enlace a esta historia}

[Fri May 13 17:53:00 CDT 2005]

Apenas llegado al trono de Santo Pontífice (¿se denomina trono aun cuando quien se sienta en él no sea un monarca propiamente hablando?), Benedicto XVI ya ha iniciado el proceso de beatificación de Juan Pablo II por la vía rápida mientras el mundo no creyente atiende atónito a las muestras de júbilo de los fieles reunidos en la plaza de San Pedro portando pancartas en las que puede leerse: Santo Subito. Pues sí, ¡y tan súbito! Llama la atención que los mismos jerarcas de la Iglesia que critican la legalización del matrimonio homosexual como una medida forzada y tomada a la ligera ni siquiera se inmuten cuando el nuevo Papa inicia procesos de beatificación como si se tratara de nominaciones para el puesto de concejal de cualquier pueblo. Uno pensaba que Benedicto XVI había hecho llamamientos una y otra vez a ser respetuosos con la tradición y pensárselo mucho antes de reformar nada, pero al parecer eso sólo afecta a los progresistas. Cuando se trata de beatificar conservadores, el campo está abierto para cualquier tipo de medida precipitada por más que vaya contra la milenaria tradición de la Iglesia. {enlace a esta historia}

[Fri May 13 11:34:42 CDT 2005]

Ayer tuvo lugar la segunda jornada del debate sobre el estado de la nación, y quedó bien claro que la trifulca protagonizada por Zapatero y Rajoy el día anterior ha llevado al Pacto Antiterrorista a un callejón sin salida. La verdad es que no podía ser para menos. La acusación lanzada por Rajoy contra el Presidente del Gobierno de que ha traicionado a las víctimas del terrorismo es irresponsable y demagógica, y no debería hacer sino dejar bien claro en la mente de los ciudadanos que el PP no está preparado para volver al Gobierno. Afortunadamente, todas las encuestas parecen apuntar precisamente a esto, indicando que los ciudadanos consideran a Zapatero como el triunfador del debate al tiempo que critican con contundencia la agresividad mostrada por Rajoy, quien parecía más convencido en romper moldes y sacar provecho político que en otra cosa. En este contexto, el anuncio de que el PP va a presentar una moción para reafirmar el Pacto Antiterrorista no puede tomarse sino como una muestra más de la falta de seriedad que han demostrado los populares desde que perdieran las elecciones hace un año. Sencillamente, no es de recibo lanzar las acusaciones que han lanzado contra los socialistas, explicando ante toda España que el Presidente del Gobierno "habla en batasuno" y ha traicionado a las víctimas del terrorismo para, a continuación, tan sólo dos días después, hacer una propuesta de reafirmación del mismísimo pacto que ellos han roto con su actitud demagógica. El PP está empeñado en comportarse como si las elecciones del 14-M no hubieran sucedido y aún se encontraran en La Moncloa, pero no es así. Las cosas han cambiado, y ahora se encuentran en minoría en el Parlamento, es decir, en unas circunstancias en las que no pueden tratar de imponer sus políticas como hicieron durante el segundo mandato de Aznar. Es esto, precisamente, lo que no parecen entender los dirigentes populares, y me atrevería a pronosticar que hasta que no se den cuenta de ello no van a ser capaces de recuperar la confianza ciudadana y presentar una auténtica alternativa de gobierno al PSOE.

Por cierto, que no voy a ser yo quien se apene por ver el Pacto Antiterrorista firmado por el PP y el PSOE llegar a su fin, el cual será muy del gusto de Aznar y otros dirigentes populares pero yo siempre he visto como un tremendo error. Lo que hace falta es una reedición de algo similar a los Pactos de Ajuria Enea, un amplio consenso que venga a sentar a la mesa a todos los partidos democráticos para proponer finalmente una salida negociada al terrorismo etarra. Todo lo demás son pantomimas y machadas que no conducen a ningún sitio. El PP nos metió en un callejón sin salida con su postura abiertamente anti-nacionalista, y alguien ha de sacarnos de este atolladero, pero lo que no es de recibo es que se simplifiquen las cosas hasta tal punto que caigamos en la criminalización del nacionalismo, por más que uno esté en desacuerdo con él. {enlace a esta historia}

[Fri May 13 09:36:04 CDT 2005]

Me parece irresponsable la actitud que la Iglesia española ha tomado respecto a la ley que permite contraer matrimonio a las parejas homosexuales. Y no me estoy refiriendo aquí a su oposición a la ley, la cual por supuesto es muy respetable, sino más bien a la estrategia de enfrentamiento y desobediencia civil que parecen estar fomentando. El colmo de los despropósitos de la jerarquía eclesiástica han sido las palabras del secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, José Antonio Martínez Camino, aclarando que su llamamiento a la desobediencia "afecta a todos los católicos", incluido el propio Rey. Aunque el mismo don Juan Carlos haya afirmado después que él es "el Rey de España y no el de Bélgica", me parece increíble que la Iglesia esté arriesgándonos a todos a caer en una crisis de Estado por un tema como éste. La ley en cuestión, aprobada por la mayoría de los grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados, no impone nada a los individuos heterosexuales, ni les oprime, ni les reprime, así que cuesta trabajo entender cómo la Iglesia puede defender la desobediencia civil sobre el asunto a no ser que tengan una concepción patrimonialista del Estado, lo cual yo ya creía superado hacía tiempo. Hay que congratularse, no obstante, por el hecho de que nuestro Rey, una vez más, parece estar dando un buen ejemplo de madurez y responsabilidad. {enlace a esta historia}

[Thu May 12 17:26:31 CDT 2005]

El País publica una entrevista con el filósofo alemán Rüdiger Safranski, experto en el pensamiento de Schopenhauer, Heidegger, NIetzsche y Heidegger. Algunas de sus reflexiones me parecen bastante interesantes. Por ejemplo, respecto al período nazi de Heidegger, explica:

Cuando el nacionalsocialismo llega al poder en 1933, Heidegger entiende que se va a producir un a gran revolución. No fue mero oportunismo, como se ha dicho, fue entusiasmo, auténtico entusiasmo. ¿Cuál fue la imagen que se hizo del nacionalsocialismo para celebrar su triunfo? En mi biografía he intentado comprender qué fue lo que le sedujo, y creo que se sintió fascinado por el proyecto de comunidad nacional. La propuesta de una sociedad anónima terminaría siendo una comunidad nacional que camina unida para conquistar sus objetivos. Ésa es otra de las lecciones que Heidegger nos ha dado, que también los filósofos pueden quedar deslumbrados por el brillo del poder. Aun cuando defendía su distancia frente a las cuestiones de su tiempo, fue devorado por su vértigo, y defendió posturas totalitarias.

Sobre Nietzsche, subraya:

Lo fascinante de Nietzsche es que detrás de ese nombre hay una legión de pensadores. No es tanto un filósofo como un gran proceso en el que están envueltas propuestas muy distintas. De ahí su riqueza, de ahí su peligro. Por ejemplo, la voluntad de poder. Cuando Nietzsche piensa en este concepto en términos del individuo lo convierte en el principio más rotundo de soberanía de la persona. La voluntad de poder es, en este sentido, el poder de cada uno sobre sí mismo. La posibilidad de manejar tus fantasías y tus necesidades y tus miedos, de poder jugar con cuanto eres sin depender de influencias extrañas. Más adelante, cuando convierte la voluntad de poder en un concepto político, de lo que habla es del dominio de una aristocracia de elegidos. Unas cuantas personalidades eminentes que se imponen sobre todos aquellos que no lo son. Contra esta idea totalitaria de la voluntad de poder hay que reivindicar la otra: la que defendía la soberanía de cada individuo.

La interpretación de Safranski sobre el concepto de nietzcheano de voluntad de poder me parece sugerente, si bien estoy en desacuerdo con el uso que él hace del término totalitario para referirse a lo que no pasa de ser mero pensamiento aristocratizante o, a lo sumo, autoritario. Y, sin embargo, esto también pone en evidencia algo interesante acerca de nuestra sociedad contemporánea, en la cual todo lo que no sea una propuesta de democracia igualitaria de corte radical es automáticamente interpretado como totalitario. A lo que parece, el concepto de totalitarismo como tal ha sido vaciado de su contenido originario (aquél que hacía referencia al sometimiento absoluto de los individuos a una colectividad de cualquier tipo) y convertido casi en un sinónimo de despotismo o autoritarismo. Creo que esta tendencia es preocupante no sólo por lo que tiene de tergiversadora, sino también porque empobrece el léxico que usamos para describir la realidad que nos rodea, contribuyendo así a fomentar los análisis de brocha gorda.

En todo caso, resulta educativo comparar la grandiosa ambición de pensadores como Nietzche o Heidegger con la humildad tan humana de un Schopenahuer o un Schiller. Del primer, dice Safranski:

Me apasiona la époac en la que vivió, la de la irrupción del idealismo alemán y del romanticismo. Schopenhauer fue su contrafigura. Cuando los idealistas defendían la fuerza arrolladora de la razón, él se fijaba en las oscuridades del hombre. Entendía que a las fuerzas biológicas no había razón que las frenara, y entendía que la forma de conservar la libertad pasaba por la negación de la voluntad. Teóricamente cuestionó la posibilidad de ser libres, pero en su vida supo buscar espacios para ejercer la libertad. Lo que se piensa siempre es distinto de lo que se vive. Afortundamante, la vida siempre se las arregla para ser imprevisible.

Y, por su parte, nos cuenta lo siguiente sobre Schiller:

Nietzsche, en una de sus perversidades, lo definía como el trompetista de la moral de Sächingen, un pequeño pueblo. Creo que es injusto. Schiller fue un gran maestro del autodiseño: ya no basta con escribir una pieza maestra, tienes que convertir tu propia vida en una obra de arte. Supo hacerlo. Estaba profundamente enfermo, pero no dejó que el dolor le estropeara su trabajo creativo.

En definitiva, aunque ni Schopenhauer ni Schiller alcanzaran jamás las cimas del pensamiento a las que llegaron Nietzsche y Heidegger, lo cierto es que quizás tengamos más que aprender de la frágil humanidad de aquéllos que de los grandes esquemas de éstos. Estamos necesitados de una filosofía de la fragilidad, humana y cálida, humilde y decente. Ya tenemos demasiados profetas del apocalipsis y cantamañanas iluminados haciéndonos la pascua. {enlace a esta historia}

[Wed May 11 12:58:44 CDT 2005]

El debate sobre el estado de la nación de este año parece haber alcanzado unos niveles de acritud que no se veían desde el famoso "¡Váyase usted, señor González!" que Aznar repitiera hasta la saciedad durante el debate de 1993. Todo comenzó, como de costumbre, con el discurso, tradicional y comprensiblemente positivo, del Presidente del Gobierno. En este caso, Zapatero habló del cumplimiento de las principales promesas que hiciera durante la campaña electoral, incluyendo la polémica retirada de las tropas de Irak, así como las reformas que han tenido lugar en diversos campos: ley de la violencia de género para proteger a las mujeres maltratadas, legalización del matrimonio homosexual, modificación de la ley del divorcio, reforma de la educación, mejora de la protección social... El discurso del líder de la oposición, Mariano Rajoy, por su lado, ha sido bastante agresivo, muy en la línea que ha venido marcando el PP desde que perdiera las elecciones hace poco menos de un año. Así, Rajoy ha acusado a Zapatero de "saltarse la Constitución y traicionar el Pacto Antiterrorista y a las víctimas", además de "volver al cantonalismo", reabrir viejas heridas "distinguiendo entre buenos y malos", dejar a España "hipotecada en manos de radicales" y "hablar en batasuno" para promover un pacto igual al de Lizarra "pero con usted dentro y disfrazado de Ley del Parlamento Vasco". Como decía, son palabras mayores. No estoy seguro de que la estrategia de tierra quemada del PP vaya a dar los resultados que ellos se imaginan, aunque para comprobarlo no nos queda más remedio que esperar a las próximas elecciones. Cuesta trabajo pensar, no obstante, que la mayoría de los ciudadanos vayan a aprobar esta actitud en las encuestas. En lugar de promover el diálogo y el consenso, Rajoy parece empeñado en marcar distancias con el Gobierno socialista y desgastarlo a cualquier precio. Supongo que la única forma de entender la estrategia del PP es partiendo de la asunción de que los socialistas se encontraron con el poder debido más a las circunstancias excepcionales que precedieron los últimos comicios que a sus propios aciertos. Si esto fuera así, es posible que una estrategia pura de desgaste que venga a subrayar cómo el PSOE está dispuesto a pasar medidas sin contar con el consenso de los populares (entre otras cosas, por supuesto, porque éstos se lo niegan como parte de su propia estrategia) contribuya a erosionar el voto socialista. Ahora bien, si esto redunda o no en el interés de España y los españoles es otro asunto bien distinto. Para mí, Rajoy se está comportando de una forma extremadamente irresponsable siguiendo esta estrategia de la división y el enfrentamiento permanente con el Gobierno Zapatero.

Pese a todo, he de mostrar mi acuerdo con Rajoy cuando le echa en cara a Zapatero el reabrir el debate sobre el modelo de Estado sin ni tan siquiera atreverse a proponer una solución propia. Aun cuando uno esté dispuesto a entender el concepto de un debate completamente abierto donde el Presidente no haga propuesta alguna sino que se limite a conversar con los distintos agentes en busca de una nueva solución, lo mínimo que se puede pedir es un poco de organización y un claro liderazgo del debate como tal para que las cosas no se salgan de madre, y eso no parece ser lo que ha sucedido aquí. Como afirmara Rajoy esta tarde:

Usted ha abierto un debate sobre todo: la Constitución, los Estatutos, la financiación autonómica. Aquí se discute la nación, se discute la soberanía nacional, todo lo que acordaron los españoles en 1978. (...) Yo le digo a usted que reabrir viejas heridas es jugar a romper el consenso constitucional. Usted nos ha llevado a todos a debatir lo que es España. Eso estaba superado y por este caimino usted va a ser responsable del mayor fracaso, la ruptura material de la Constitución española.

Estoy de acuerdo con la crítica que Rajoy hace al Gobierno en cuanto a las formas, pues se ha reabierto el debate sobre el model de Estado sin ofrecer ni propuesta ni liderazgo al respecto. Pero no estoy de acuerdo con él en el fondo: el debate sobre lo que es España no estaba ya superado, sino meramente aparcado. La Constitución de 1978 vino a establecer unas reglas del juego temporales sobre las que al menos comenzar a construir un Estado democrático con el que todos, nacionalistas y no nacionalistas, estábamos de acuerdo. Sin embargo, se venía venir ya desde entonces (por no hablar de los esporádicos problemas que surgieron aquí y allá durante los años ochenta y noventa) que tarde o temprano no cabría otro remedio sino sentarnos a debatir el tema nuevamente. En otras palabras, los nacionalismos periféricos aceptaron el marco constitucional de 1978 tan sólo como un mal menor para así contribuir a la consolidación del Estado democrático al tiempo que se producía una descentralización hasta ese momento inexistente, pero se engaña quien viera en aquel acuerdo algo definitivo. Todo esto puede o no gustarle a uno, pero se trata de una realidad con la que hay que contar, y ni Rajoy ni los populares parecen estar dispuestos a aceptar nada sino el status quo. Por esa senda, mucho me temo que nos queda terrorismo etarra y conflicto territorial para rato. {enlace a esta historia}

[Sun May 8 15:22:27 CDT 2005]

Sesenta años después de la capitulación, Günter Grass ha escrito un pesimista artículo sobre la Alemania contemporánea. Recuerda, en primer lugar, cómo la resistencia alemana fue realmente casi inexistente durante los negros años del nazismo, pero los "antifascistas" proliferaron como setas ya desde los primeros años de la postguerra. Tampoco hay que sorprenderse demasiado. El arribismo es uno de los defectos más frecuentes de la naturaleza humana, y que siempre ha estado presente durante siglos de Historia. Pero también habla de otros fenómenos que vendrían a marcar la historia alemana durante las siguientes décadas: la política, aplicada ya desde los primeros días de la postguerra, de evitar los asentamientos y campamentos de refugiados para así evitar las suspicacias de una población rural que no sentía necesariamente solidaridad alguna hacia las víctimas de los bombardeos aliados; la denazificación y los certificados de blanqueo, puramente formales y que permitieron a buena parte de los cuadros del Tercer Reich continuar sus actividades en el cuerpo diplomático, el mundo empresarialo las instituciones educativas; el uso de eufemismos como "crímenes cometidos en nombre del pueblo alemán" para referirse a lo que de hecho fueron crímenes cometidos por los alemanes mismos; la propaganda de los liberadores tanto en la zona oriental como en la occidental, pues mientras que en una sólo se mencionaba al Ejército Rojo como liberador, en la otra tampoco se mencionaba nada más allá de las tropas estadounidenses, británicas y francesas; el seguidismo hacia los EEUU en materia de política exterior que no sería abandonado hasta el reciente rechazo del Gobierno rojiverde de unirse a las tropas estadounidenses para invadir Irak, etc. Grass se hace muchas preguntas sobre la Alemania actual:

Libertad regalada se llamó un discurso que, el 8 de mayo de 1985, pronuncié en la Academia Berlinesa de las Artes. (...) Veinte años más tarde y en vista de la situación de la República Federal, más grande ahora por la anexión, hay que preguntarse por el uso hecho de ese regalo. ¿Hemos manejado con cuidado la libertad que se nos regalón sin que la conquistáramos? ¿Nos hemos ocupado los ciudadanos de la Alemania occidental de compensar debidamente a los de la antigua RDA, que tuvieron que soportar la carga principal de la guerra iniciada y perdida por todos los alemanes? Y luego: ¿es aún nuestra democracia parlamentaria, como garante de una actuación liberal, suficientemente soberana para poder actuar frente a los problemas pendientes del siglo XXI?

Quince años después de la firma del tratado de la unidad hay que reconocer, o no se puede ya silenciar ni disimular, que la unidad de Alemania, a pesar de los logros financieros obtenidos, ha fracasado en sus aspectos fundamentales. Desde el principio. Un cálculo pusilánime impidió al Gobierno de entonces atender una exigencia previsoramente establecida en la Constitución, es decir, presentar a los ciudadanos de ambos Estados una nueva Constitución, elaborada con el esfuerzo de todos los alemanes. Por eso no es de extrañar que la gente, en los länder simplemente anexionados, se sintiera como alemanes de segunda. En lo que se refiere a la propiedad de los medios de producción, abastecimiento de energía, periódicos y editoriales, la sustancia en otro tiempo "propiedad del pueblo" del desaparecido Estado fue liquidada y en definitiva expropiada, con la colaboració, ocasionalmente delictiva, de la Treuhandanstalt. El porcentaje de desempleados es allí dos veces mayor que en los länder occidentales. (...) Ante esa situación difícil, sólo puede ayudar, si es que puede alguien, el legislador, el Parlamento, con lo que se plantea otra vez la cuestión de la capacidad de la democracia parlamentaria para actuar.

Y, a partir de ahí, Grass se adentra en lo que podríamos considerar un clásico análisis izquierdista de la relación entre política y economía, donde la primera forma parte de la superestructura y no hace sino depender de la segunda. Cierto, Grass parece dejar hueco a cierta autonomía en el mundo de la política, pues de lo contrario sería incomprensible que hiciera un llamamiento, como hace, a fortalecer el poder soberano de los ciudadanos frente a los intereses del capital. El problema, en mi opinión, es mucho más complejo de lo que nos quieren hacer los críticos de la izquierda, y me temo que hablar de conspiraciones capitalistas contra la auténtica democracia y la autonomía de lo político no va a venir a solucionar nada. Se trata, en definitiva, del hecho incontestable de que tras la caída del comunismo soviético nadie acierta a ver una alternativa al capitalismo, lo cual nos sume en una situación en la, como mucho, podemos aspirar a retocar el sistema con algunas reformas aquí o allá que en realidad no transforman la esencia desigual y explotadora del sistema capitalista como tal. En otras palabras, el votante hoy en día ve su elección limitada a aquellos que proponen un capitalismo sin límites y quienes, por el otro lado, no tienen el coraje de defender sino un capitalismo con rostro humano, para parafrasear una etiqueta que tanta fama cobrara en los sesenta del otro lado del muro. Cierto, quienes se encuentran a la izquierda de socialdemócratas y laboristas protestan y patalean de cuando en cuando, pero la verdad es que son incapaces de ofrecer una alternativa creíble al estatus quo más allá de unos cuantos eslóganes y una lista incompleta de lo que les disgusta. Eso sí, mientras tanto, Alemania sigue enferma, y con ella el proyecto de integración europea entero, lo cual no hace sino subrayar aún más el papel hegemónico desempeñado por los EEUU en el mundo actual. Desde mi punto de vista, y a no ser que la Unión Europea sea capaz de levantar el vuelo y presentar una alternativa, las únicas opciones viables a medio plazo serán el modelo americano con su capitalismo salvaje y una conciencia social cada vez más regresiva o el naciente modelo chino, tiránico y centralizador. Pintan bastos. {enlace a esta historia}

[Sat May 7 15:10:58 CDT 2005]

Eduardo Haro Tecglen escribe en su columna de El País sobre la crisis de las humanidades en la universidad española. No se trata de algo específico de nuestras universidades ni muchísimo menos. Por el contrario, ya hace bastantes años, incluso décadas, que venimos asistiendo a la progresiva especialización de las carreras, cada una limpia y claramente delimitada en su propio campo y con pocas posbilidades de mirar mucho más allá de sus bien marcadas fronteras. Sencillamente, nuestras instituciones educativas se han ido convirtiendo poco a poco en meras fábricas de trabajadores para la industria capitalista. Es cierto, Europa logró resistirse durante un buen tiempo, pero en esta era de globalización, liberalización del comercio internacional y exportación de puestos de trabajo al mejor postor (es decir, a quien pueda ofrecer la mano de obra más barata), quedan bien pocas esperanzas de que el viejo continente sea capaz de evitar lo que se nos viene encima. ¿Y qué importa?, preguntarán algunos. ¿Acaso no interesa que nuestros jóvenes sean capaces de salir del instituto o la universidad y encontrar un buen puesto de trabajo, en lugar de malvivir con trabajos a tiempo parcial o en la cola del paro? Pues sí y no, la verdad. Todo depende del concepto que uno tenga de la educación. Como nos advierte Haro Tecglen:

Todos conocemos las tragedias que se plantearon entre los sabios de la bomba atómica cuando se vieron a sí mismos como asesinos; unos sabios que habían nutrido su ciencia con el humanismo de la época, que era mucho más libre que la nuestra en aspectos de pensamiento.

El siglo XX tuvo un gran arranque de pensamiento y de nuevo humanismo, a base de reducir los dogmas de la religión, y ahora, en el XXI, los dogmas han desaparecido o están en vías de desaparición, pero se extiende una beatería sin fin desde la Casa Blanca de Estados Unidos, que impregna a todo el gran país. Esa beatería clásca entiende las guerras como una obra de Dios; y la fijación en los infieles como está sucediendo es una base. Temo que los humanistas de EEUU, y del mundo occidental para ser más reales, estén en extinción. Creo que los Oppenheimer o los Einstein de EEUU que renegaron de la bomba nuclear que habían ayudado a construir no existirían hoy.

Mucho me temo que Haro Tecglen esté en lo cierto. El pensamiento crítico no se lleva, y en su lugar se está instaurando poco a poco el imperio de la fe disfrazado de claridad moral o convicciones profundas. Le estamos haciendo un flaco favor a las instituciones mismas de la democracia representativa tal y como las hemos conocido en los últimos dos siglos y pico. {enlace a esta historia}

[Tue May 3 16:14:52 CDT 2005]

La reciente aprobación en el Parlamento de la legislación que autoriza el matrimonio entre individuos del mismo sexo ha originado una tremenda polémica, como era de esperar. La verdad sea dicha, me parece que algunos de los argumentos esgrimidos por quienes se oponen a la ley son razonables, o al menos algo que hemos de tener bien en cuenta, pese a que yo personalmente esté a favor de la misma. En todo caso, ello no quita para que también me parezca que se están diciendo demasiadas tonterías al respecto. Sin ir más lejos, hoy mismo el bueno de Manuel Fraga se ha desmelenado asegurando que el matrimonio gay contribuirá a que España "pronto sea el país más envejecido del mundo", como si los homosexuales y lesbianas, a falta de la ley que les permite contraer matrimonio, fueran a lanzarse a procrear como conejos. Y es que la dichosa frasecita de don Manuel no tiene ni pies ni cabeza, al igual que llama la atención que se muestre tan favorable a la objeción de conciencia de los empleados municipales cuando se trata de poner en práctica esta ley con el argumento de que se trata, pura y llanamente, de ejercer la libertad de conciencia. La verdad, no creo recordar que el señor Fraga defendiera con la misma firmeza el derecho de los objectores de conciencia que se oponían al servicio militar obligatorio cuando él lideraba el PP. Habrá que perdonárselo porque ya es mayor. {enlace a esta historia}