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[Fri May 27 21:12:34 CEST 2011]Parece que los dirigentes socialistas han aprendido bien poco de la derrota en las urnas el 22-M. Ahora le hacen una jugarreta a Carme Chacón y dejan el camino libre para que Rubalcaba sea el candidato del PSOE en las próximas elecciones generales. Las insidias, conspiraciones y maniobras varias para evitar que sean las bases del partido las que decidan, prefiriendo dejarlo todo en manos de la aparentemente infalible dirección no harán sino desilusionar aún más si cabe a militantes, simpatizantes y votantes socialistas. Si hasta ahora podían enorgullecerse con razón recordando cómo llegó Zapatero a la direción del PSOE por contraposición al modo en que Rajoy se convirtió en líder del PP, ahora han echado todo eso por la borda. Queda claro que los socialistas, como los populares prefieren la seguridad del dedazo, que siempre es más fiable. Las decisiones, por desgracia, se toman en torno a la mesa camilla y se invita solamente a la gente que es de fiar. Mientras tanto, la gente clama en la calle contra una democracia cada vez más desfigurada y desvirtuada, afirmando sin duda alguna que "lo llaman democracia y no lo es". Pues bien, comportamientos como éste no hacen sino confirmar la indignación de quienes se han sumado al movimiento del 15-M. Entiendo perfectamente que los socialistas, sabiendo que van a perder las elecciones de todos modos, prefieran presentar a un viejo elefante de la política que ya está de vuelta de todo, antes que quemar a un valor en alza, como es Carme Chacón. Sin embargo, en democracia la decisión no les corresponde a ellos, sino a los militantes, simpatizantes y, en última instancia, a los votantes. Por esa regla de tres, Felipe González no debiera haber sido jamás el candidato del PSOE en 1977 y 1979. {enlace a esta entrada} [Tue May 24 19:21:48 CEST 2011]He andado demasiado ocupado estos últimos días como para escribir nada, pero bastantes cosas (quizá demasiadas) han pasado entretanto. Tenemos, en primer lugar, las protestas del llamado Movimiento 15-M, que se han ido extendiendo poco a poco por todas las grandes ciudades españolas precisamente cuando menos se esperaba una cosa así. Tanto habíamos repetido eso de que las protestas se dan en Francia o Islandia, pero nunca en España, tanto nos repetíamos unos a otros que los jóvenes españoles estaban entregados al pasotismo más absoluto que no vimos venir estas protestas. Suele suceder, la verdad. Poco antes de las protestas del Mayo del 68 francés hubo analistas y sociólogos que hablaban de la actitud pasiva y conformista de la juventud de la época. Estas cosas son así. Cuando menos lo espera uno, aparecen protestas, revueltas y revoluciones que lo mismo acaban por darle la vuelta a la realidad política y social como a un calcetín... o a lo mejor no, porque de eso se trata, de ver si estamos ante los primeros signos de un cambio social profundo o, por el contrario, se trata solamente de una mera espita que salta debido al cabreo generalizado, pero sin mayores consecuencias para el establishment. Sea como fuere, las protestas se han ido extendiendo por todo el país como un reguero de pólvora, lo cual tiene poco de extrañar si tenemos en cuenta el desafortunado estado en que se encuentra nuestra sociedad prácticamente a todos los niveles. Lo que ya no está tan claro es qué pueda ser que reivindican quienes organizan las protestas. El malestar general es obvio, pero la cosa se complica a la hora de concretar. Así, por ejemplo, parece evidente que muestran su desacuerdo con una Ley Electoral claramente favorable a PP y PSOE que, además, entrega todo el poder a los aparatos de los partidos y deja al votante sin capacidad de decidir con respecto a quienes conforman unas listas que le vienen dadas. De ahí que se exija una mayor proporcionalidad en el sistema para dar entrada a otras fuerzas políticas que vengan a garantizar un mayor pluralismo en las instituciones y, por supuesto, se pide también que se regulen las listas abiertas u otro sistema similar. Nada que objetar a estas reivindicaciones, pues yo mismo he escrito a menudo en estas páginas sobre estos mismos temas. Por otro lado, se hace también una reivindicación de la política y lo público al tiempo que se demanda una mayor participación del ciudadano medio y se defienden las conquistas sociales de generaciones anteriores (sanidad y educación pública y gratuita, pensiones, etc.). Tampoco hay nada que objetar aquí, aunque cabe preguntarse qué forma ha de tomar esa mayor participación ciudadana. Habrá que definirla de alguna manera teniendo siempre bien presente que no es posible convocar a 46 millones de personas a una asamblea popular. Sencillamente, se mire como se mire, por más simpatía que se sienta hacia la gente que se ha manifestado, no conviene olvidar que quienes acuden a esas asambleas y aprueban tal o cual comunicado, no se representan sino a sí mismos. En otras palabras, que no podemos caer en el error de pensar que representan a la ciudadanía en general, poniendo así en cuarentena a las instituciones representativas definidas en la Constitución. No tengo nada que objetar tampoco a las críticas que han vertido contra la profesionalización de la política. Como he indicado en otras ocasiones, el problema no es que haya políticos profesionales que cobren por desempeñar su cargo, sino que haya políticos de carrera que no hayan hecho otra cosa en su vida. En otras palabras, que el problema surje cuando quienes nos representan no han tenido jamás en su vida adulta la experiencia de una vida fuera de la campana insonorizada de la política. Y tenemos, por último, las reivindicaciones sobre asuntos económicos (que paguen los banqueros por la crisis, apoyo a las políticas sociales, oposición a los recortes...) y de derechos sociales (vivienda, empleo...), que me parecen, para ser honestos, difícilmente compatibles con la economía de libre mercado tal y como se ha concebido en las últimas dos o tres décadas. No estoy diciendo que me parezca mal poner fin a esa era neoliberal, pero sí que el asunto es mucho más peliagudo de lo que parece. Habría que empezar por analizar si existe un sistema económico alternativo que ofrezca ciertas garantías de buen funcionamiento. En cualquier caso, lo que me ha parecido más interesante de todo ha sido el modo en que nuestros políticos han reaccionado ante el fenómeno: mientras Blanco (PSOE) lo aprovechaba para lanzar ataques contra la derecha, Soraya Sáenz de Santamaría (PP) decía que todo esto se debe a la situación de desesperanza a que nos han abocado las políticas del Gobierno de Zapatero. Si alguien necesitaba prueba alguna de que los políticos viven en otro planeta, ahí lo tienen. Miles de personas manifestándose porque están hartas de las invectivas estériles de los políticos y... éstos responden aprovechando las circunstancias para tirarse dardos unos a los otros tratando de sacar rédito electoral. Una vez visto esto, no hace falta añadir nada más. En cuanto abren el pico, representantes de PP y PSOE, PSOE y PP, no hacen sino confirmar con sus palabras y sus actitudes lo que se afirma en las plazas de media España: necesitamos otros políticos. Esto hay que limpiarlo. Conectamos así con el otro asunto que quería discutir aquí, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas. De entrada, parece bien claro que no queda más remedio que asumir el severo varapalo de los socialistas. El mapa electoral nacional se ha cubierto de azul por todos sitios. El PP ha vencido allí donde ya gobernaba y conquista el poder en otros lugares, como Aragón, Asturias, o incluso gobiernos autonómicos tan emblemáticos para los socialistas como Castilla-La Mancha o Extremadura. Es más, hasta en Andalucía, donde no se celebraban elecciones autonómicas, el PP ha conseguido más votos que el PSOE por primera vez desde la Transición. El correctivo es inapelable. Tras perder Barcelona y Sevilla, los socialistas no conservan ninguna de las grandes capitales. Si logran conservar Zaragoza, lo cual aún está por ver, dicha ciudad será la capital de provincia más importante que gobiernen. En total, los socialistas han perdido más de siete puntos porcentuales en estos comicios. Harían bien, por consiguiente, en preguntarse cuáales puedan haber sido las razones, y conviene que lo hagan sin engaños ni medias tintas, tomando el toro por los cuernos y haciendo autocrítica. Ya veremos hasta qu´ punto se atreven, pero a uno le da la impresión de que continuarán renqueando hasta las elecciones generales y andaluzas de 2012, donde seguramente un nuevo varapalo tendrá finalmente como consecuencia que de verdad se muevan las cosas dentro del PSOE. La naturaleza humana es así. La inercia puede mucho. Pero veamos algunos de los detalles, pues merece la pena. De entrada, la participación ha crecido del 63,97% en 2007 al 66,23 % en estas elecciones. O lo que es lo mismo, que los socialistas no tienen ni siquiera la excusa de que su voto se ha abstenido. A decir verdad, yo predecía un incremento de la abstención. Imaginaba que se acercaría al 50% incluso. ¿Por qué? Principalmente debido a la evidencia de que las decisiones en última instancia no las toman los políticos, sino los "mercados". Si a eso sumamos la desilusión con Zapatero, el enfado por los casos de corrupción y, por último, la indignación que se ha encarnado en el movimiento 15-M, yo pensaba, como digo, que todo estaba dispuesto para un alto índice de abstención. No ha sido así. Tenemos, en segundo lugar, que aunque el PSOE ha perdido nada menos que siete puntos porcentuales (casi millón y medio de votantes), lo cierto es que el PP tampoco sube tanto (poco más de medio millón de votos, es decir, dos puntos porcentuales). Todo parece indicar que se ha dado una cierta transferencia de votos del PSOE al PP, pero tampoco puede ser demasiado alta, la verdad. Echamos en falta un millón de votos, aproximadamente. En definitiva, que lo que llama la atención de la victoria del PP no es tanto el que haya crecido mucho como que se haya hecho con tantos gobiernos autonómicos y municipales debido, sobre todo, al hundimiento socialista. Igualmente, tampoco da la impresión de que IU se haya beneficiado demasiado del retroceso socialista (apenas suben 220.000 votos). UPyD, por su parte, que no participó en los comicios de 2007, ha obtenido un total de 465.125 votos. Así pues, si el PSOE ha perdido de millón y medio de votos, solamente 1.243.209 pueden haberse marchado a PP, IU y UPyD. Aún nos faltan casi trescientos mil votos que, imagino, se habrán marchado a otros partidos minoritarios y al voto en blanco, en buena parte. Hay un par de tendencias que me parecen sin duda preocupantes: en primer lugar, el clarísimo incremento del voto a propuestas de la derecha xenófoba, algo que se ha observado con los buenos resultados de la plataforma de Anglada en Cataluña, así como los votos obtenidos por España 2000 en Alcalá de Henares y algunos pueblos valencianos; y, segundo, la entrada de Rafael Gómez, alias Sandokán, en el Consistorio cordobés, a pesar de estar procesado debido a delitos urbanísticos. En otras palabras, que vuelve a repetirse el fenómeno Gil. El populismo tiene réditos electorales entre ciertos sectores de nuestros votantes, pero se hace difícil ver si se trata de un voto de confianza a los candidatos o, por el contrario, un intento de abofetear a unos políticos en horas bajas. Cabe pensar que pueda tratarse de un populismo anti-sistema, con todos los problemas que ello pueda acarrear a medio y largo plazo. Por último, si pasamos a hacer una lectura andaluza de los resultados, lo cierto es que la situación se ve muy oscura. Se han perdido todas las capitales de provincia sin excepción, el PP ha obtenido una mayoría absoluta clarísima en Sevilla, buena parte de las Diputaciones Provinciales se han perdido, el voto urbano parece estar firmemente en el barco liberal-conservador... en fin, que pintan bastos para las elecciones autonómicas del año que viene. {enlace a esta entrada} [Tue May 3 14:37:11 CEST 2011]Aunque por cosas de la edad uno ya está curado de espantos, no por ello deja de sorprenderme hasta cierto punto la demagogia populista (y, hasta cierto punto, claramente antiamericana) en la que están cayendo algunos elementos de la izquierda estos días con respecto al tema de la operación de las fuerzas especiales estadounidenses que asesinaron a Osama Bin Laden. Podemos tomar como ejemplo el artículo titulado Bin Laden ya no vive aquí, escrito por Juan Carlos Monedero y publicado por el web de izquierdas Rebelión: En fin, ¿para qué seguir citando? El resto del artículo continúa en la misma línea de horrorizado escándalo por el asesinato de Bin Laden e insinuaciones (todas ellas sin ofrecer evidencia alguna, por supuesto) de conspiraciones varias. Para la izquierda recalcitrante, los malos de la película son siempre los EEUU, aunque en el otro lado se sitúe un lunático criminal como Bin Laden. Basta con lanzar proclamas contra el "imperialismo yanqui" para granjearse, cuando menos, la simpatía de la "izquierda transformadora" europea. Es una auténtica pena. Parece, además, más que probable que la profunda crisis que atraviesa la izquierda, a pesar de la enorme crisis del capitalismo, se deba precisamente a este tipo de actitudes. En lugar de ofrecer coherencia, seriedad y realismo, la izquierda se esfuerza en ofrecer proclamas y consignas propagandísticas, siempre dirigidas contra la misma diana (los EEUU y la gran banca), a quienes se culpa de absolutamente todo. El infantilismo es tal que tiene poco de extraño que tantos ciudadanos prefieran apostar entonces por el neopopulismo de derechas, como se está viendo por todos sitios. Veamos. ¿Es que alguien piensa seriamente que hubiera sido posible "proceder de acuerdo a las reglas del Estado de Derecho" en un asunto como éste? ¿Alguien puede imaginar que la fuerza policial paquistaní hubiera podido aparecer en el lugar donde se escondía Bin Laden con una orden de arresto, llamar a la puerta educamente, entrar y llevarse al líder de Al Qaeda a la comisaría de policía más cercana para "responder a unas preguntas"? ¿Cuántas películas han visto estos individuos? Teniendo en cuenta la imposibilidad de proceder de esta forma (es decir, de acuerdo a las normas establecidas en cualquier Estado de Derecho), ¿cómo piensan ellos que debiera haber actuado el Presidente de los EEUU? ¿Ignorando el tema? ¿Dejando hacer? ¿Permitiendo que Bin Laden continuara con sus actividades? Tampoco es que el elemento en cuestión se dedicara al activismo político mediante la organización de candidaturas para presentarse a las elecciones, ¿no? Entendiendo, pues, que no queda otro remedio que lanzar una operación de las fuerzas especiales para apresarle o matarle, ¿tiene algo de extraño que Bin Laden acabara siendo asesinado? Lo dudo mucho. ¿O es que alguien piensa seriamente que es muy probable que se hubiera entregado a los agentes estadounidenses sin resistencia alguna? Se dirá lo que se quiera y, desde luego, se especulará hasta el final de los días sobre tal o cual teoría de la conspiración, tal o cual comportamiento de quienes se vieron involucrados en la operación, las órdenes que se les dieron, etc. Pero convendría que quienes tanto están criticando en estos momentos se pregunten sobre lo que ocurrió hace ya varios años cuando las fuerzas del orden españolas cercaron a los sospechosos de haber organizado el atentado del 11-M. ¿Acaso se entregaron pacíficamente para que pudiéramos ponerles a disposición judicial? Me da la impresión de que estamos, una vez más, ante uno de esos casos en los que es más fácil ver la paja en el (americano) ojo ajeno, que la viga en el propio. Uno tiene siempre esta incómoda sensación de que, hagan lo que hagan, los americanos van a recibir siempre las críticas de buena parte de la izquierda europea... porque sí, por mera definición. Como decía antes, son los malos de la película y sanseacabó, aunque en la otra esquina del ring tengamos a un criminal tan sanguinario como Bin Laden. El mero hecho de que las autoridades estadounidenses decreten su búsqueda y captura es ya motivo suficiente para que se le vea con buenos ojos, parece. {enlace a esta entrada} |