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[Wed Mar 23 17:14:17 CET 2011]The New York Times publica hoy un artículo de Nicholas Kristof titulado On the Line With Libya que merece la pena leer. Lo más interesante de todo es, creo, el listado de pasos que, según cree, debieran tomarse para favorecer la transición a un régimen democrático en Libia: El caso es que ninguna de las medidas parece demasiado complicada de llevar a cabo, ni tampoco difícil de aceptar por los agentes de la comunidad internacional que asisten al conflicto desde lejos. Son medidas que, de hecho, obligan al régimen de Gaddafi a mantener las formas, desistir del uso de una fuerza aérea que pueda bombardear y despedazar al enemigo sin oposición alguna y, por consiguiente, establece unas condiciones más o menos equitativas en las que pueda desarrollarse un conflicto armado entre los dos bandos contendientes. O, lo que es lo mismo, no interfiere de forma abusiva desde fuera en favor de uno de los bandos implicados, sino que se limita a señalar unas cuantas normas para la guerra civil en que todo esto parece estar desembocando. Ello no quiere decir, por supuesto, que se oculten las simpatías por quienes se han alzado contra Gaddafi, ni tampoco que se pretenda permitirle irse de rositas sin dar cuentas por los crímenes cometidos. En fin, que me parece una propuesta seria y equilibrada, aunque estoy seguro que no faltarán quienes la critiquen por ser poco más que una "interferencia imperialista" desde Washington. El problema con esta posición, por supuesto, es que aparte de criticar todo lo que se mueve, nunca es capaz de proponer nada en positivo. {enlace a esta historia} [Mon Feb 21 17:05:56 CET 2011]De verdad que no acabo de entender a muchos de nuestros políticos. Con la que está cayendo, con el creciente sentimiento de disgusto y aversión hacia la "clase política" que se está extendiendo entre los ciudadanos, y no se les ocurre nada mejor que echar balones fuera y andarse con remilgos a la hora de dejar fuera de las listas a quienes son sospechosos de haberse visto implicados en casos de corrupción. Hoy, por ejemplo, El País publica una noticia con el titular PSOE y PP evitan excluir de sus listas a todos los imputados por corrupción que, evidentemente, no hace sino ahondar aún más en la herida. La conclusión no puede ser otra sino que tanto unos como otros mantienen una ambigüedad demasiado calculada sobre este tema, salpicados como están ambos por escándalos de un tipo o de otro. Seamos claros. Muchos de los implicados pueden ser inocentes. Cierto. Sólo la Justicia (ni los medios de comunicación, ni las direcciones de los partidos políticos, y ni tan siquiera los votantes) tiene potestad para decidir sobre ello. Esto no lo niega nadie. Es más, forma parte del concepto básico de Estado de Derecho. Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Y esto se aplica a los políticos de la misma forma que a los delincuentes comunes y hasta a los terroristas (aunque, curiosamente, sobran los ejemplos en los que dirigentes del PP se olvidan convenientemente de la presunción de inocencia cuando se trata de destacados militantes de la izquierda abertzale). Sin embargo, tampoco descubro nada nuevo si digo que, en líneas generales, hay un amplio consenso social sobre la conveniencia de aplicar a nuestros representantes aquel dicho de que la esposa del César, además de honrada, debiera parecerlo. O, lo que es lo mismo, que incluso aunque no se haya llegado a demostrar la culpabilidad de quienes desempeñan determinados cargos, no podemos ignorar las sospechas y seguir comportándonos como si no hubiera sucedido nada. Por el contrario, prácticamente todos estamos de acuerdo que, cuando menos, conviene suspender en sus funciones a quienes, desempeñando determinados cargos que consideramos de importancia social o quizá que acarrean riesgos para sectores de la población que consideramos especialmente indefensos, son sospechosos de haber incurrido en determinados comportamientos punibles. De hecho, se suspende en sus funciones a oficiales del Ejército, agentes de Policía o incluso profesores o doctores si son sospechosos de determinados delitos y un juez considera oportuno imputarles, aunque no se haya demostrado aún que son culpables y, por consiguiente, la presunción de inocencia todavía sea plenamente aplicable. ¿Por qué debieran ser nuestros políticos una excepción? ¿No estaríamos entonces discriminando claramente contra quienes desempeñan estas otras funciones y a quienes exijimos no solamente que sean honestos, sino que además lo parezcan? Téngase en cuenta que nuestro sistema electoral se basa en listas cerradas y bloqueadas, por lo que no cabe argumentar (como quizá podría hacerse en otros lugares) que el ciudadano tiene la última palabra en estos asuntos. {enlace a esta historia} [Sun Feb 20 13:08:41 CET 2011]¿Recuerdan el famoso refrán que asegura que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra? ¡Pues ahítenemos a Ruiz Mateos para probarlo! Ernesto Ekáizer publica hoy un artículo titulado Rumasa, repetición de la jugada en el diario Público en el que se explaya sobre lo que el mismo diario anuncia en primera página como La segunda caída del Madoff español. Y es que la llamada Nueva Rumasa parece calcada de la primera, incluyendo el tufo a la tristemente conocida estafa de la inversión en pirámide. Más que un imperio empresarial, esto comenzaba a parecerse a una tupida organización de entidades más o menos autónomas en las que, no obstante, las empresas que en principio parecían más atractivas o tenían aunque tan sólo fuera un mínimo beneficio se endeudaban para financiar las pérdidas de las demás... mientras que el "cerebro" de la operación, como de costumbre, poní a su capital a salvo en paraísos fiscales (¡olé el patriotismo del que siempre hace gala la familia Ruiz Mateos!). En definitiva, como bien afirma Ekáizer, una repetición de la primera Rumasa que el Gobierno socialista expropiase allá por 1983. Recientemente, una amiga tuvo que hacer un trabajo para clase y eligió precisamente el tema de aquella expropiación de 1983. Me llamó para ver si yo tenía algo de información, le pasé unos cuantos libros que tenía en los que se hablaba de Rumasa aunque fuera de pasada, y le comenté que, pese a todo, seguía convencido de que aquel primer Gobierno socialista tomó la decisión acertada y no tenía uno más que ver en qué se estaba convirtiendo la nueva Rumasa para hacerse una idea. Pues bien, todo esto no hace sino confirmar que las historietas de conspiraciones que es inventó el bueno de Ruiz Mateos durante tantos años no son más que excusas para justificar lo injustificable: una estrategia empresaria irresponsable e ineficiente, francamente desastrosa, de quien realmente no puede considerarse como un auténtico empresario, sino más bien como un mero especulador. La diferencia entre 1983 y ahora es que, afortunadamente, Nueva Rumasa no es el imperio que fuera la primera Rumasa. Además, tampoco cuenta en su haber con el amplio número de bancos que tenía aquella otra Rumasa, lo cual en su momento amenazaba con desestabilizar el sistema financiero español en su conjunto. Pero, por desgracia, sí que hay más de cuatro mil empleados que han quedado atrapados en la red. Cierto, también hay cinco mil inversores que han perdido su dinero, pero eso ya no me preocupa tanto. En primer lugar, no hace falta ser demasiado inteligente para darse cuenta de que obtener un interés del 10% por un préstamo en la situación económica en que nos encontramos es más bien increíble y motivo suficiente para sospechar de quien nos hace la promesa. Segundo, las autoridades habían advertido repetidamente del riesgo asociado a las inversiones en Nueva Rumasa. Pero es que, tercero, tenemos el bien conocido antecedente de lo que sucedión en su momento con la primera Rumasa. Si, a pesar de todo eso, esos cinco mil inversores decidieron que merecía la pena poner su dinero en manos del señor Ruiz Mateos, allá ellos con su decisión. El Estado ya hizo lo que tenía que hacer en su momento (advertir de los riesgos) y no tiene porqué sacarles ahora las castañas del fuego. Que cada palo aguante su vela y, si alguien quiso creerse las historias que contaba Ruiz Mateos sobre conspiraciones socialistas contra su persona, que apeche con las consecuencias ahora. No veo porqué el resto de ciudadanos tengamos que echarles una mano ahora. {enlace a esta historia} [Wed Feb 16 12:02:17 CET 2011]Ya tiene su miga el hecho de que, tantos años después de finalizada la Guerra Civil española, todavía sigamos debatiendo sobre el asunto y siga considerándose, de hecho, como un tema "caliente" para tanta gente. Uno ya casi ha perdido la esperanza de que algún día antes de que nos llegue la hora final seamos capaces de ver una sociedad española que pueda hablar sobre el tema de forma madura y pausada. Viene esto a cuenta del artículo del historiador Josep Fontana titulado El día que comenzó la Guerra Civil que hoy podemos leer en el diario Público. El párrafo final viene a sintetizar bastante bien el contenido del artículo en su conjunto: En fin, el artículo de Josep Fontana expone el tradicional punto de vista de la izquierda española: la Segunda República fue un sistema político democrático de corte más o menos progresista que las clases privilegiadas españolas se empeñaron en cercenar ya desde sus inicios. Parte de razón no les falta, la verdad. Después de todo, la sanjurjada se remonta a 1932. Sin embargo, también conviene recordar que, para entonces, ya se habían producido varias quemas de iglesias y conventos, así como diversos levantamientos anarquistas en pro de la revolución, a menudo vistos con simpatía por muchos socialistas. En definitiva que, como he señalado en otras ocasiones, el problema real de aquél régimen, más allá de interpretaciones partidistas, fue que solamente un grupo minoritario de republicanos moderados creyeron en él. Ni socialistas, ni anarquistas, ni comunistas, ni las derechas veían a la República como algo más que un mero régimen de transición hacia un nuevo sistema en el que ellos podrían imponer sus políticas a los demás. O, lo que es lo mismo, a la República la mataron entre (casi) todos. Pero si hasta el propio Fontana se contradice en parte al hablar del vacío de poder que se produjo en el momento de las elecciones en las que triunfó el Frente Popular y reproducir las palabras de preocupación del mismísimo Azaña en persona: Ni que decir tiene que Azaña no pone en duda que se trate en realidad de seguidores del Frente Popular quienes llevan a cabo este tipo de fechorías. Se limita a afirmar que "parecen pagados por nuestros enemigos" porque (él sí) ve claramente que dichas acciones no ayudan sino a los enemigos de la República, obviamente. Asimismo, merece destacarse que el propio Azaña compare la situación a la de 1931 y llegue a afirmar bien a las claras que "el Gobierno republicano nace, como el 31, con chamusquinas". Resulta que mientras otros (incluyendo a Fontana) niegan la mayor hasta setenta y cinco años después, Azaña ya entonces tenía la claridad mental de ver que la situación era realmente insostenible. Repito, no se trata de ser de izquierdas ni de derechas, sino de reconocer un hecho histórico que hasta observadores del calibre de Azaña ya veían claramente en ese momento. Y por si todo esto fuera poco, habría que añadir que lo que Azaña denomina "presos políticos" no son en realidad sino quienes apoyaron en 1934 el alzamiento de izquierdas contra la República, es decir, tan golpistas como Franco y compañía, aunque por el lado contrario del arco político. Parece mentira que tantos años después todavía nos andemos con medias tintas y mitificaciones de medio pelo. Quede dicho todo lo anterior, por supuesto, sin que deba interpretarse como justificación de las acciones criminales que llevaron a cabo Franco y quienes le apoyaron. Pero de ahí a negar que en el seno de la izquierda se cometieron errores garrafales y se hizo gala de una intolerancia igualmente obcecada y criminal media un abismo. Por desgracia, a la República la mataron izquierdas y derechas. Como decía algo más arriba, contó únicamente con el apoyo de una minoría de republicanos moderados que jamás fueron capaces de imponer su sentido común al resto de españoles, desbocados por el sectarismo ideológico. Todo lo demás no es sino andar rizando el rizo y haciendo propaganda después de tantos años. A lo mejor algún día aceptamos esto, pero mucho me temo que yo no viviré para verlo. {enlace a esta historia} [Sun Feb 13 20:14:58 CET 2011]Seguimos a vueltas con la desvergüenza e ineptitud de los políticos. Me acerco al ordenador a echarle un vistazo a las noticias y me encuentro con dos "joyas de la Corona" de ésas que le sacan a uno los colores y le hacen sentir bochorno de tener a ciertos personajes como representantes políticos. Tenemos, en primer lugar, al impresentable de Esteban González Pons comparando sin pudor alguno la situación en Egipto con la de España, ni más, ni menos. ¿Para qué preocuparse por el sentido de la mesura? ¿Para qué andarse con rodeos, medias tintas, ni diplomacia? Se suelta la primera estupidez que a uno le venga a la cabeza y ya está. El caso es lanzar dardos contra el oponente, por supuesto. Pero es que, en la otra esquina de este esperpéntico cuadrilátero tenemos, como no podía ser menos, al ínclito José Blanco afirmando que "la democracia es incompatible con Rajoy y Arenas", como si los dos estuvieran conspirando para montar un golpe de Estado o algo similar. Supongo que se trata del famoso "que vienen los dóberman" de Alfonso Guerra. Resulta que después llegaron y no se acabó el mundo. Hicieron unas cosas bien, otras mal y otras regular, pero ni implantaron una dictadura ni persiguieron a la oposición. En fin, que visto lo visto, le entran a uno ganas de absternerse o votar en blanco en todas las elecciones por venir hasta que nuestros políticos dejen de tomarnos el pelo y, cuando menos, se dirijan a nosotros como seres medianamente inteligentes, en vez de tratarnos como fanáticos descerebrados que aplauden la gracia de turno. Lo dicho: después se quejarán de los bajos índices de participación. Ya veremos. {enlace a esta historia} [Tue Feb 8 12:43:26 CET 2011]Echándole un vistazo al correo electrónico atrasado me encuentro con el anuncio de un artículo de Vicenç Navarro sobre el sesgo de los medios de comunicación en el llamado debate sobre las pensiones: No voy a entrar a discutir aquí la propuesta como tal. Sencillamente, para escribir sobre el tema con un mínimo de seriedad se requiere dedicarle un tiempo a investigar y estudiar las cifras, algo para lo que no tengo tiempo (de hecho, me temo que muchos de quienes tan alegremente escriben sobre el tema tampoco le han dedicado el tiempo necesario, pero ese es otro asunto). Ahora bien, lo que sí me parece digno de mención es la crítica que hace Navarro sobre el sesgo de los medios de comunicación. Tampoco es que haya descubierto la pólvora, la verdad. Los medios de comunicación proporcionan una información sesgada. Eso ya lo sabíamos hace tiempo. Dudo mucho que nadie se lleve las manos a la cabeza. Lo hacen, además, casi siempre a favor de los intereses de quienes detentan el poder económico y financiero. Pues otro tanto. También sabíamos eso. Y no es que peque de cínico, no. Me limito a constatar algo que, estoy convencido, todos aceptamos como un hecho incontrovertible de esta vida que nos ha tocado vivir. Como digo, no creo que haya polémica alguna respecto a esto. Sin embargo, no quiero dejar pasar la queja de Navarro así, sin más. Sobre todo porque no se trata de una queja nueva, ni tampoco una que sólo oigamos del flanco izquierdo del arco político, por así decirlo. Seamos honestos. Seamos objetivos. ¿No es ésta, acaso, la misma crítica que oímos de labios de quienes ponen en duda que el cambio climático esté causado por la actividad humana, por poner tan sólo un ejemplo? ¿O, por poner otro ejemplo, de quienes se quejan por la falta de información de temática religiosa en nuestros medios de comunicación, sobre todo los públicos? ¿Por qué ha de parecernos lógica y normal la queja de Vicenç Navarro y no la de quienes se oponen a los esfuerzos por reducir las emisiones de dióxido de carbono? Me parece que es justo plantearlo en estos términos, aunque sea tirar piedras sobre mi propio tejado más o menos de izquierdas. La honestidad intelectual debiera llevarnos a plantear este tipo de preguntas constantemente. ¿En qué consistiría, entonces, una exposición objetiva del debate? ¿En dividir el tiempo y el número de participantes al 50% entre quienes apoyan una medida y quienes se oponen a ella? ¿Por qué no aplicarlo, entonces, a temas como las políticas de control de la inmigración, el terrorismo etarra, la guerra de Irak o los posicionamientos de la Iglesia? Seamos honestos. Y, sobre todo, seamos coherentes. En este tema en particular, me temo que de hecho la amplia mayoría de expertos en verdad favorecen la reforma para retrasar la edad de jubilación, por lo que a lo mejor habría que entender el sesgo informativo de que se queja Navarro como mero reflejo de la realidad en ese campo, aunque nos duela. {enlace a esta historia} [Mon Feb 7 19:43:08 CET 2011]Creo que ya he expresado mi opinión sobre este tema en particular anteriormente, pero nunca está de más el repetir ciertas cosas. Hoy leemos en El País que el PP exige que el Gobierno no acepte a la nueva Batasuna y se hace uno tantas preguntas que no sabe por dónde empezar, la verdad. En primer lugar, parece mentira que todo un partido que aspira a desempeñar las tareas de gobierno en poco más de un año no acierte a diferenciar entre las funciones que corresponden a los distintos poderes en un Estado de Derecho. Sencillamente, no le corresponde al Gobierno tomar esa decisión, sino al poder judicial. Es más, el principal partido de la oposición debiera mantener las formas y respetar la independencia de los jueces o, cuando menos, permitir que se manifiesten a favor o en contra de la legalización del nuevo partido de la izquierda abertzale antes de hacer declaraciones públicas de este tipo. De lo contrario, no hacen sino poner en evidencia que, en lo que respecta al funcionamiento del Estado de Derecho, todo parece importarles bien poco siempre y cuando las cosas salgan como ellos pretenden, lo cual no es precisamente un buen ejemplo de democracia. Pero es que, en segundo lugar (y esto es lo que me parece que ya he dejado escrito en estas páginas en otras ocasiones), me asusta la facilidad con la que los dirigentes del PP colocan un objetivo político (la ilegalización de la izquierda abertzale) por encima de las leyes, pues queda bien claro a estas alturas que no se trata de que estén a favor de aplicar estrictamente la Ley de Partidos, sino que les importa bien poco obviarla siempre y cuando se consigan el mencionado objetivo. O, lo que es lo mismo, que supeditan la ley al objetivo que se han marcado, y no a la inversa. Todo esto tiene bien poco que ver con el concepto de un Estado de Derecho en el cual se cuenta con un marco legislativo claramente definido que el poder judicial se encarga de esclarecer en caso de disputa y que imposibilita que el Ejecutivo tome decisiones arbitrariamente. Como digo, más bien al contrario, los dirigentes del PP proponen que el Gobierno se salte la legislación a la torera y que ignore al poder judicial para conseguir lo que se considera objetivo innegociable (esto es, que la izquierda abertzale) siga ilegalizada y no pueda presentarse a las elecciones, independientemente de que condene o no la violencia, se desmarque o no de ETA. Todo esto suena más a autoritarismo, iluminismo y arbitrariedad que a Estado de Derecho, independientemente de lo que uno piense de los individuos que componen la izquierda independentista vasca. Por último, uno se pregunta qué leches proponen los portavoces del PP que hagan quienes, siendo vascos, están a favor de la independencia de Euskadi. Lo digo porque no hace falta detenerse a pensar por mucho tiempo para darse cuenta de que, según los posicionamientos públicos que ha ido tomando el PP durante las últimas d´cadas, resulta que: alcanzar la independencia del País Vasco por métodos democráticos es imposible, incluso con el apoyo de la amplia mayoría de los ciudadanos vascos; la celebración de un referéndum donde puedan expresar bien a las claras su opinión respecto al tema de la independencia o su relación con el resto del Estado sería inconstitucional; no pueden contar con representación en las instituciones, ni siquiera si el partido político que les representa condena la violencia y se desmarca de ETA; pero tampoco es moral hacer uso de la violencia. ¿Qué recurso proponen los populares para los independentistas, entonces? ¿Simplemente que abandonen y den la razón a la derecha? Algún punto medio ha de haber, cree uno. {enlace a esta historia} [Sat Feb 5 19:42:53 CET 2011]El problema con la forma de hacer política hoy día es que, en su mayor parte, todo parece que se hace de cara a la galería. Todo son discursos, eslóganes, fotos, encuestas... mera imagen y más bien poco contenido. Por ejemplo, El País acaba de publicar esta misma tarde en su web que David Cameron da por fracasado el multiculturalismo en el Reino Unido. En principio, todo parece indicar que se tratan de palabras mayores. Sin embargo, en cuanto se adentra uno en la noticia como tal, ya no está tan claro qué es lo que defiende el Primer Ministro británico: ¿Ven a lo que me refería? Lo del "liberalismo muscular activo" queda bien, ¿a que sí? Lo que ya no está tan claro es qué diantres significa, sobre todo a la hora de llevarlo a la práctica o legislar al respecto. No es sino un concepto hueco, un eslogan obviamente concebido en un laboratorio sociológico y añadido al discurso de Cameron por su equipo de asesores. Poco más. Por supuesto, la frase da a entender un cierto cambio de actitud en el Gobierno de Cameron con respecto al que le precedió pero, como digo, eso no aclara para nada en qué consistirán los cambios normativos. ¿Es que acaso se va a perseguir a partir de ahora a quienes, en el ejercicio de su libertad de expresión, hagan manifestaciones que podamos considerar sexistas? ¿Se procederá a encarcerlar a quienes obligan a sus esposas a quedarse en casa, no acudir a la Universidad y tapar por completo su cuerpo? Uno asume que eso ya es ilegal en el Reino Unido, como en muchos otros países. ¿En qué consiste, pues, el cambio? Cameron no nos lo dice. El problema no es tanto que uno esté necesariamente en desacuerdo con sus palabras, sino que ni siquiera las ha concretado. Se ha limitado a lanzar una idea genérica que oscurece más que clarifica cuáles puedan ser sus intenciones. Sería algo así como dar un discurso alabando la idea de democracia. Está muy bien, por supuesto, pero habría que concretar la idea un poco más para ver si estamos, o no, de acuedo. A eso me refiero cuando comento que la política contemporánea parece cada vez más centrada en meros conceptos vacíos y campañas de imagen. Falta contenido. Falta sustancia. {enlace a esta historia} [Sat Feb 5 14:09:47 CET 2011]Quien me conoce sabe que no soy nada partidario de dogmatismos, sectarismos, ni tampoco fanatismos partidistas. Entiendo que quien están en la oposición tiene que hacer oposición, y quien está en el Gobierno se ve obligado a defender su gestión. Me parece lógico y estoy dispuesto a aceptarlo. Ahora bien, lo que no me parece aceptable es que nuestros políticos nos tomen el pelo y hagan afirmaciones puramente propagandísticas que solamente convencen a los ya convencidos. Sencillamente, me parece una falta de respeto a los ciudadanos, a quienes al parecer se considera tan sectarios como lo son ellos mismos. Viene esto a cuento de las orgullosas declaraciones de Rajoy en Barcelona afirmando que a los Gobiernos del PP nadie les puso "deberes", por contraposición a las políticas que Alemania le ha impuesto a Zapatero estos dos últimos años. Según narra el periodista de El País: O el señor Rajoy se piensa que somos imbéciles (malo) o realmente se cree las sandeces partidistas que suelta (peor aún). No hace falta ser ninguna luminaria para darse cuenta de que durante los años en que gobernó el PP aquí en España no le "pusieron deberes" a nadie en ningún sitio porque la economía mundial funcionaba bien. Ahora, en cambio, hasta la propia Merkel ha tenido que adoptar medidas económicas que seguramente no hubiera adoptado si no hubiera sido por la presión de los inversores. No hablemos ya de la situación de Cameron en Gran Bretaña u Obama en los Estados Unidos. ¿O es que Rajoy se cree que nos chupamos el dedo? A los gobiernos conservadores de Irlanda y Grecia nadie les tuvo que poner "deberes" en el 2000, pero ahora, en cambio, ¡vaya si se los han tenido que poner! La única diferencia es que tanto en uno como en otro país fueron los mismos gobiernos conservadores que vivieron los años de "vacas gordas" los que también tuvieron que afrontar la crisis financiera internacional (en Grecia, ello condujo a la caída del Gobierno conservador y la llegada al poder de los socialistas; en Irlanda, ya hay convocadas elecciones para dentro de unos meses y veremos lo que pasa). De todos modos, lo que me parece preocupante es que todo un líder de la oposición que aspira a gobernar el país sienta tan poco respeto por la inteligencia del ciudadano medio que caiga en este tipo de demagogia barata. Pero aún peor me parece el hecho de que aquí ni dios haga un poco de autocrítica. Resulta que a lo mejor Rajoy debiera preguntarse si el modelo económico que su partido puso en pie cuando estuvo en el Gobierno (centrado en la construcción, liberalizando el suelo, privatizando las "joyas de la corona" para ingresar la recaudación del Estado sin necesidad de subir los impuestos y fomentando la "cultura del pelotazo" sin preocuparse por el medio ni el largo plazo) fue la acertada, visto lo visto. Lo digo porque otros países que aplicaron la misma política (Irlanda, sin ir más lejos) se han visto en una situación similar a la nuestra, en tanto que otros países con un modelo económico mucho más sólido (Suecia, Finlandida, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, la propia Alemania...) se han visto relativamente poco afectados por la crisis, al menos en comparación con el resto. Pero claro, para preguntarse eso haría falta algo de lo que nuestros políticos parecen carecer por completo: honestidad intelectual y, sobre todo, respeto por la inteligencia media de los ciudadanos. De lo contrario, no acierto a entender cómo todo un señor líder de la oposición puede hacer estas declaraciones sin ruborirzarse. Por cierto, que, para que nadie me acuse de sectarismo, quede claro que también Zapatero y los socialistas harían bien en practicar un poco de autocrítica. En su caso, no estaría nada mal que aceptaran de una vez por todas que reaccionaron tarde y mal a la presente crisis. En un primer momento, hicieron gala de un claro exceso de confianza que, en ocasiones, ralló en la arrogancia, como si la crisis financiera iniciada en EEUU se fuera a limitar a aquel país y, si acaso, el Reino Unido y otros países como por arte de magia, quizá porque allí se habían aplicado "políticas neoliberales" durante dos o tres décadas mientras que por aquí nos mantuvimos al margen (craso error, además de ser incierto). Pero es que, después, cuando quedó bien claro que la crisis también llegaría a nuestras costas, el Gobierno parecía más preocupado en asegurar que pasaría sin mucho problema gracias a la supuesta solidez de nuestros bancos que en tomar medidas que contribuyeran a aligerar la tormenta que se nos venía encima. Por último, no se decidieron a echar toda la carne en el asador y apostar por un programa de reformas en profundidad y llegar a un pacto social hasta bastante tiempo después de que nos cogiera el toro. En fin, que si por un lado (el del PP) se niegan a aceptar responsabilidad alguna en la crisis, como si no hubieran gobernado durante ocho años (cuatro de ellos con mayoría absoluta) y su modelo de crecimiento no fuera precisamente el que nos ha conducido a este callejón sin salida, por el otro lado (el del PSOE) estuvieron demasiado ocupados dándose palmaditas en la espalda a sí mismos y repitiéndose que éramos la octava potencia económica del mundo, en lugar de aplicar medidas de contención de la crisis antes de que se extendiera por nuestro país. O, lo que es lo mismo, no me queda más remedio que dar un suspenso a ambos. Y, para ser sinceros, me temo que la mayoría de ciudadanos sienten lo mismo. {enlace a esta historia} [Fri Feb 4 18:59:54 CET 2011]El País publica hoy un artículo de Felipe González titulado Davos y la política en el que, muy en la línea de lo que ha venido expresando últimamente, el ex-presidente viene a reivindicar la necesidad de la política como expresión democrática del interés ciudadano frente a lo que se ha venido en denominar lógica del mercado. En concreto, como tantos otros políticos y comentaristas, González nos advierte: Se me ocurren tantas cosas al leer esas palabras de González... No es que me parezca que le falte razón, no. Pero uno se pregunta si acaso este puede ser el mismo Felipe González que presidió nuestro país precisamente en la época en que su Ministro de Economía hacía llamamientos públicos a enriquecerse y afirmaba sin sonrojo alguno que España era el país donde más fácilmente podía uno hacerse rico... y no precisamente invirtiendo en la alta tecnología ni ningún sector de futuro, como ahora podemos apreciar todos. En fin, yo entiendo que González no tiene ahora responsabilidad alguna de gobierno y, precisamente por ello, puede permitirse el lujo de ver las cosas con cierta distancia. Eso es bueno. De hecho, sus comentarios me parecen mucho más sensatos que la rabia incontenida del señor Aznar, que parece que aún vaya por ahí haciendo campaña en lugar de compartir reflexiones desde el Olimpo de los ex-presidentes. Sin embargo, un poco de autocrítica no le vendría nada mal, creo yo. Es más, a lo mejor podíamos beneficiarnos todos, en el sentido de aprender cuáles son los límites de la política y porqué los gobernantes socialistas, una vez llegados al poder, no aciertan a aplicar una política económica que les diferencie gran cosa de la de los presidentes liberales o conservadores. Pero es que, además, me da la impresión de que González no está siendo del todo sincero con nosotros. Él debe ser perfectamente consciente, como todos nosotros, de los límites que tiene un Presidente del Gobierno a la hora de llevar a cabo una política económica en el contexto del sistema capitalista (o, si él lo prefiere, de una economíla de mercado). A nadie con un mediano conocimiento de economía se le esconde que en un mundo globalizado como en el que vivimos en estos momentos el capital goza de una libertad enorme para moverse de un lugar a otro, y casi otro tanto puede decirse de las mercancías. Sin embargo, ni es esto cierto con respecto a la mano de obra, ni tampoco existe un marco regulador global que venga a poner puertas al campo. O, lo que es lo mismo, si un determinado Gobierno nacional decide llevar a cabo políticas que no son del agrado de quienes detentan el dinero (y, con él, el poder), no tienen más que transferirlo a otro sitio. Es así de fácil, y González lo sabe. De ahí que a uno le parezca una inocentada oír a sindicalistas y líderes de la izquierda pedir a Zapatero que evite la política de ajustes que le exigen desde Bruselas y se decante por una política de inversiones públicas que relance la demanda agregada y, con ella, a toda la economía. ¿Y de dónde diantres piensan que Zapatero puede sacar el dinero para hacer esto? ¿De los mercados, acaso? ¿O es que debiera ponerle una pistola en la sien al Presidente del Banco Central Europeo y pedirle que imprima más moneda para pagar las deudas? No sé. Me gustaría oír qué es lo que proponen exactamente, porque yo no lo tengo nada claro. Si están apostando por la revolución y la transformación del sistema, me parece muy bien, pero que aclaren entonces con qué vamos a sustituir al capitalismo. Yo, desde luego, no tengo la respuesta. Y que nadie me venga, por favor, con la consabida respuesta: "con el socialismo". Para que pudiéramos aceptar esa respuesta habría que comenzar por definirla bien a las claras, algo que nadie ha echo, salvo aquellos países que ya dieron marcha atrás en su momento al observar que su "alternativa socialista" era, si cabe, peor que el capitalismo. Por consiguiente, esa última frase de González en el texto que cito sobre estas líneas me parece un auténtico despropósito. Los ciudadanos culpan, sobre todo, a los políticos, sí. ¿A quién van a culpar, si no? ¿Acaso no tiene sentido culpar a quienes pusieron en pie unas políticas económicas que favorecieron la desregulación de los mercados, la liberalización de todo lo que se movía, la globalización imparable, la reducción de costos laborales a través de la deslocalización y la supeditación del Estado a los intereses del capital y, ahora, antes de ayer como quien dice, nos endeudaron a todos para sacar a bancos y grandes empresas del atolladero en que se metieron para, ahora, pedirnos que nos apretemos el cinturón para poder pagar esas deudas? A mí me parece que tiene todo el sentido del mundo. Claro que González es precisamente uno de esos políticos responsables por los errores del pasado que tanto critica ahora... y, cuidado, quienes en su momento teníamos edad suficiente para votar, debatir y participar en políica somos igualmente, cuando menos, corresponsables. {enlace a esta historia} [Fri Feb 3 17:49:34 CET 2011]Leo hoy en El País que la ciudad de Nueva York ha prohibido fumar en parques y playas (algo que, por cierto, me parece excesivo) y no tengo más remedio que escribir unas cuantas líneas sobre el alto grado de civismo y respeto por la legalidad democrática con el que la vasta mayoría de ciudadanos han aceptado y cumplido la nueva legislación anti-tabaco en nuestro país. Aunque siempre haya las consabidas excepciones a la regla, la verdad es que, en líneas generales, se está cumpliendo a rajatabla, algo que no va mucho con nuestra tradicional actitud hacia este tipo de asuntos. En fin, que he quedado gratamente sorprendido. He de reconocer que, si alguien me hubiera preguntado unos días antes de que la ley entrara en vigor, no hubiera predicho el elevado grado de cumplimiento que estoy viendo. Se trata, sin duda, de un cambio a mejor. {enlace a esta historia} [Tue Feb 1 12:39:43 CET 2011]Hoy leemos en El País que Bruselas censura los recortes del gasto educativo en España. Habría que recordarle a Bruselas que, al parecer, también censura el exceso de gasto público en España y ha hecho repetidos llamamientos para que el Gobierno aplique una severa política de austeridad que reduzca el déficit público a unos niveles que los expertos de la UE consideran aceptables. En fin, que da la impresión de que la mano derecha no acaba de encontrar a la izquierda allá en Bruselas. Cada uno va su bola y recuerda a los estados-miembros lo que buenamente le parece. De todos modos, no iba por ahí la cosa, sino por el tema de la educación. Según nos cuenta el periodista de El País: Cierto, las razones por las que en España hemos tenido un índice de fracaso escolar tan alto son complejas. Desde luego, el boom inmobiliario que vivimos durante esta última década favorecía el que los chavales abandonaran la escuela y optaran por el dinero fácil y el consumo trabajando en el sector de la construcción, pero esto no explica porqué nuestra tasa haya de ser mayor a la de Irlanda, por poner otro ejemplo de un país que también ha vivido un boom inmobiliario recientemente. Me da la impresión de que hay otros elementos que habitualmente no se tienen en cuenta al hablar de este tema. Debemos empezar por reconocer que, en líneas generales, el nivel educativo y cultural de nuestra población se ha encontrado casi siempre muy por debajo del de otros países europeos, aunque evidentemente algo se ha avanzado de un tiempo a esta parte. Más importante será, creo, el hecho de que la cultura (no hablemos ya de la ciencia) tiene más bien poco espacio en los medios de comunicación y la sociedad en general. Por estos lares confundimos cultura con bailar sevillanas y escuchar nuestra música favorita en la radio. El concepto heredado de la Ilustración de una cultura universal es más bien inexistente o, cuando menos, anémico. Nos va más el folklore, al menos aquí en el sur, donde siempre nos hemos esforzado en hacer buenos los estereotipos que sobre nosotros se fueron extendiendo en el resto de Europa y Norteamérica a partir del Romanticismo. Y, para redondearlo todo, tenemos unas escuelas y un profesorado que aún aplican los mismos métodos pedagógicos que hace cuarenta años. Cierto, la pizarra se ha sustituido en ocasiones por los medios digitales, pero de bien poco vale eso si se utilizan de la misma manera. Para el profesor medio, educación equivale a clase magistral y libro de texto. La experimentación es inexistente (y, con ella, la aplicación del método científico), la informática se ve reducida a aprender cómo usar tal o cual aplicación, los exámenes siguen siendo el elemento central a la hora de decidir la nota del alumno, se sigue premiando la memorización, el trabajo en equipo casi no se ve, ni la investigación... En definitiva, se le hace difícil a uno mismo argumentar contra un chaval que ve la escuela como el lugar a donde uno acude para que el profesor de turno "le largue el rollo". Por desgracia, sigue siendo así cuando ya nos encontramos en la segunda década del siglo XXI. Y, por si todo esto fuera poco, tenemos a los del PP haciendo llamamientos a que retomemos los métodos del pasado. ¿Pero es que se abandonaron alguna vez? {enlace a esta historia} |