Aniversario de la victorial electoral del PSOE el 28 de octubre de 1982
[Mon Oct 31 14:14:50 CDT 2022]

El País ha publicado una buena serie de artículos y videos con motivo del cuadragésimo aniversario de la victoria electoral del PSOE el 28 de octubre de 1982. En particular, me gustó el artículo firmado por varios periodistas sobre el primer Gobierno de Felipe González porque viene a resumir bastante bien lo que supuso aquella labor de gobierno para el país. Ahí van algunos párrafos que me gustaría destacar:

El PSOE logró en octubre de 1982 un total de 10.127.392 votos, el 48% de las papeletas válidas, y casi dobló en escaños a la siguiente fuerza política, Alianza Popular. Los ocho exministros coinciden, 40 años después, en que una victoria como aquella es impensable hoy en día. Ni para el PSOE ni seguramente para nadie. Casi todos confiaban en ganar esos comicios, pero ninguno vislumbró unos números tan abultados —”Alfonso Guerra dirá que él sí lo sabía antes, pero ni siquiera él”, bromea Almunia—. ¿Cómo explicar aquel triunfo? Barón, con 38 años entonces, apunta incluso al factor “irracional, de sentimiento”, en un momento único y en un clima peculiar, entre los coletazos de acontecimientos tan distintos como un intento de golpe de Estado y el Mundial de Fútbol, y a pocos días de recibir al Papa Juan Pablo II con una misa por todo lo alto en el madrileño paseo de la Castellana. Pero señala también el elemento político. “Hubo dos corrimientos de tierra: nosotros ganamos muchos votos y UCD y el PCE se hundieron. Las fundaciones, los institutos de estudio europeos nos decían: ‘Aquí la salida será como en Francia e Italia, será una derecha y el Partido Comunista’. Y no fue así. Ese es el momento en el que históricamente el pueblo español decide dar un paso adelante”.

Javier Moscoso interpreta que la gente “quería votar una opción distinta de las anteriores, porque daba la impresión de que todo lo que había pasado desde la muerte de Franco era como provisional, que la democracia vendría cuando hubiese un gobierno de izquierdas”. Y añade: “Y hubo otro factor que impulsó a mucha gente a votar, que era Europa. Estábamos los españoles un poco cansados de ser distintos, queríamos ser europeos y sabíamos que con un Gobierno de Felipe González iríamos pronto a Europa”. A ese factor europeo apunta también Tomás de la Quadra-Salcedo, primer ministro de Administración Territorial, que señala igualmente —todos los hacen— cuánto ayudó al PSOE la “descomposición de UCD”, su desgaste, en medio de luchas intestinas, después de gestionar una dificilísima Transición.

(...)

En aquel primer Gabinete de 1982 estaba Guerra y estaba Boyer. Aparentemente, dos polos, si no opuestos, sí difíciles de conciliar. ¿Eran reales esas dos supuestas almas, o el PSOE en el Gobierno siempre fue esa mezcla? “Sí, sí, se veían, digamos, los recelos”, dice Solchaga. De la Quadra, que en 1982, con 36 años, era de los más jóvenes del grupo, relata: “Yo llevaba en el PSOE solo desde el año 76 y percibía que había distintas posiciones. Pero no, no vi lo que luego pareció que era como más radical. Felipe González demostraba claramente el apoyo a la línea económica. Boyer podía dar tranquilidad a los mercados, pero era un hombre inequívocamente socialdemócrata. Podía parecer más liberal, pero tenía el apoyo del presidente, lo que no quita que se vivieran algunos momentos... no diría yo de tensión sino de discrepancia, especialmente con Guerra. Pero no percibí que hubiese en ningún momento una ruptura”.

“Los partidos socialistas europeos importantes en Francia, en Alemania, en los países nórdicos, habían evolucionado hacia posiciones socialdemócratas. Y esa fue la evolución que tuvo el PSOE en España”, resume Moscoso. “Seguimos llamándonos Partido Socialista Obrero Español, pero yo creo que es un partido socialdemócrata. La democracia era incompatible con un socialismo marxista. Y nosotros éramos demócratas”.

“Felipe ha dicho que no se sentía asustado, aunque sí abrumado. Bueno, quizá él no pero una parte importante de los que componían su primer Consejo de Ministros sí estábamos bastante asustados. Y teníamos razones”, cuenta Solchaga. “Esta era la situación: había que devaluar mucho la peseta, teníamos que subir los precios de los carburantes, los dos grupos industriales privados más importantes estaban quebrados: Rumasa y Explosivos Riotinto. Menos de dos años antes hubo un golpe de Estado y unos días antes de formar el Gobierno tuvimos otra intentona, finalmente frustrada. ETA seguía asesinando de manera constante. Nada era fácil. Y había recelos. Teníamos que convencer a todos, dentro y fuera, de que los socialistas éramos capaces de gobernar ese momento. Ponerse a gobernar ahí era realmente un ejercicio de voluntad política. Y así, así empezamos...”.

(...)

Pronto, admiten varios exministros, se dieron cuenta de que tenían que aparcar algunos ideales de su no tan lejano pasado juvenil; “gestionar las contradicciones” y bajar a lo concreto, dice De la Quadra-Salcedo: “La economía, el orden público, la compra de aviones de combate cuando veníamos del pacifismo de la guerra de Vietnam...”. “El reto importante”, en todo caso, “era que había que entrar en Europa”. Sin descuidar asuntos como la reforma militar, que tenía que hacerla Narcís Serra, “un catalán que no había hecho la mili”, subraya Moscoso. “Serra tuvo una mano izquierda con el Ejército... Fue prodigioso”. A Barrionuevo, en la reunión en la que le ofreció el cargo, González le pidió garantizar la seguridad ciudadana. “La Segunda República fracasó en parte porque perdió la calle, por la inseguridad. Nos comprometimos ambos a que eso no volvería a pasar, que esta segunda experiencia democrática tenía que ser definitiva”, explica el extitular del Interior, que contaba entonces con 40 años.

En fin, como suele suceder, la gestión de los gobiernos de Felipe González incluye aciertos y errores. Pero, en líneas generales, creo, la cuenta de resultados es claramente positiva. La democracia se consolidó, el Ejército se modernizó, el país se incorporó a Europa, tanto la economía como la sociedad se modernizaron y abrieron al mundo, se sentaron las bases del Estado de Bienestar con la universalización de la sanidad y la educación, se pusieron las bases que después llevarían a la derrota definitiva del terrorismo etarra, se descentralizó el Estado y se desarrollaron las autonomías, etc. Sin duda, la corrupción supuso un jarro de agua fría, en lo que respecta a la OTAN se pasó de una posición a la opuesta y, por lo que hace a la política antiterrorista, la mancha de los GAL extendió la sospecha. Pero, como decía, en líneas generales, me parece evidente que el balance fue claramente positivo. Los años de gobierno socialista bajo el liderazgo de Felipe González pasarán a la Historia, creo yo, como los más positivos del siglo XX. {enlace a esta entrada}

Sobre ciencia, política y sacrificios
[Thu Oct 13 09:43:53 CDT 2022]

Hace unos días leí en la web de El País, un artículo de opinión firmado por Olivia Muñoz-Rojas y titulado La era del sacrificio en el que se nos advierte sobre el peligro de usar la ciencia como aval para justificar sacrificios entre la población sin el necesario debate político:

En su primer Consejo de Ministros tras las vacaciones estivales, el presidente francés Emmanuel Macron evocaba un cambio histórico, esencialmente “el fin de la abundancia”. Sus mediatizadas declaraciones no serían una ocurrencia aislada, sino la expresión de un discurso más amplio que poco a poco se afianza en la sociedad. Más allá de que, como le recordaron algunos líderes de la oposición, hace tiempo que amplios sectores de la sociedad francesa —y, huelga decir, de muchas otras sociedades— no conocen la abundancia material, la fórmula refleja la progresiva institucionalización de una moral pública del sacrifico, vestida de solidaridad, y auspiciada por el modo en que los gobiernos han gestionado la pandemia y cómo, en el caso de los europeos, están gestionando la crisis energética. En términos estrictamente discursivos, si durante la pandemia se conminó a los ciudadanos a renunciar a su vida en sociedad para salvar vidas, ahora se les exige renunciar a una parte de su calidad de vida —ajustando la temperatura de sus hogares y realizando menos desplazamientos motorizados— para salvar a Ucrania de la invasión rusa e, implícitamente, en una fortuita confluencia de razones geopolíticas y ecológicas, adaptarse a la escasez de recursos que, en cualquier caso, impondrá la transición energética.

Algo más adelante, la autora se pregunta:

(...) Si en un momento dado, el llamamiento de Greta Thunberg a “seguir a la ciencia” parecía pertinente y necesario, hoy conviene preguntarse si es deseable sustraer el debate científico, incluso en temas cuya premisa parece irrefutable como el cambio climático inducido por el ser humano, del debate político y dejar en manos de determinados expertos la toma de decisiones políticas que trastocan radicalmente a las sociedades. Pues lo que hemos podido observar en los últimos años es que los Estados, con el aval de la ciencia —en realidad, una parte de ella—, eludiendo cualquier debate político democrático y excusados en la emergencia, han exigido sacrificios formidables a la ciudadanía que son además presentados como inevitables. Nada impide que los Estados y los gobiernos sigan actuando del mismo modo frente al desafío climático y ecológico.

Que conste: creo que Muñoz-Rojas lleva razón al advertir sobre el peligro de usar a la ciencia como excusa para evitar el debate político. Se trata, me parece, de una tentación en la que la izquierda ha estado cayendo claramento estos últimos tiempos. Y, sin embargo, mucho me temo que Macron estaba en lo cierto al hablar de sacrificios. Sencillamente, no queremos verlo, pero no acierto a ver cómo podemos solucionar los problemas que tenemos planteados (sobre todo en el ámbito ecológico, pero también en otros) sin reducir nuestro nivel de consumo material, al menos en los países más ricos. No obstante, estoy de acuerdo con la afirmación de que eso debe hacerse tras un debate político honesto y abierto, y no por la puerta de atrás. Entre otras cosas porque, en el marco de dicho debate, convendría plantear cuestiones tan importantes como la forma más equitativa de llevar a cabo dicho sacrificio, algo que no es posible si se nos presentan las medidas continuamente como indiscutibles y recomendas por sabios expertos. {enlace a esta entrada}