[Thu Aug 28 09:54:22 CDT 2008]

Leo hoy en El País que el nivel de vida determina la salud de las personas y se me ocurre que una noticia así sólo puede sorprender a aquellas sociedades que han sido expuestas por demasiado tiempo al dogma neoliberal. Entre otras cosas, se nos hace saber que:

No existe ninguna razón biológica para que la esperanza de vida varíe hasta más de 40 años de un país a otro, o para que varíe varias decenas de años en una misma ciudad dependiendo del barrio en el que uno viva. Las condiciones sociales en las que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen determinan su buena o mala salud. Esta es la principal conclusión de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), presentado hoy en Ginebra tras tres años de trabajo.

La verdad es que uno entiende la necesidad de realizar un estudio sobre un tema como éste —no iba a ser la primera vez que una verdad ampliamente asumida por todo el mundo acaba siendo equivocada—, pero sí que se sorprende de que conclusiones tan lógicas sean noticia. Aunque la justicia social no ha sido un tema precisamente popular en las últimas décadas, lo cierto es que sin contribuir a la disminución de la desigualdad social no hay forma de solucionar los problemas que tenemos planteados en dos áreas que casi todo el mundo considera fundamentales hoy en día: sanidad y educación. Asuntos como la innovación empresarial y la creación de nuevos puestos de trabajo son sin lugar a duda importantes, pero ello no quita para que desarrollemos al mismo tiempo una política social seria y consistente, algo que nos ha venido faltando de un tiempo a esta parte. Sencillamente, no me parece cierta la afirmación que oímos tan a menudo de que la innovación y las políticas de igualdad son fundamentalmente incompatibles. Más bien al contrario, si uno observa cuáles son los países que han sabido adaptarse con mayor éxito a los cambios sociales y tecnológicos de los últimos años, parece claro que son precisamente aquellos que han venido desarrollando un claro esfuerzo en pos de políticas sociales y de igualdad durante décadas (Finlandia, Noruega, Dinamarca...). Para mí, siguen siendo el modelo a seguir, por más que en su momento se extendiera la idea de que el llamado modelo escandinavo había entrado en una crisis absoluta. Con algunos retoques aquí y allá, siguen marcando la vía hacia el futuro, al menos para los países del Sur de Europa. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 25 08:54:30 CDT 2008]

Regreso a St. Paul de un corto viaje a la zona rural de Minnesota, le echo un breve vistazo a los medios de comunicación españoles y sólo me encuentro con despropósitos lingüísticos, desvaríos lógicos y burradas de diverso pelaje. En otras palabras, "noticias de verano", que solemos llamarlas. Ahí van unos cuantos ejemplos. Público nos hace saber el rumor de la convocatoria de elecciones anticipadas en Galicia y, entre los cuatro parrafitos escasos que el periodista dedica al tema, se nos cuela una auténtica perla en boca de un diputado del PP, a quien no se le ocurre otra cosa que afirmar que, de confirmarse, la decisión respondería "sólo a razones políticas". ¡Qué escándalo, por Dios! ¡Una convocatoria de elecciones que responde a razones políticas! ¿Pero a dónde vamos a llegar? Sí, por supuesto, ya entiendo que el diputado de marras no se queja de las motivaciones políticas de la citada decisión, sino que en realidad protesta contra lo que considera una convocatoria (si llegara a confirmarse, que ésa es otra) motivada por razones claramente sectarias o partidistas (por cierto, como si ésa no fuera precisamente la norma en el sistema parlamentario), pero es que uno espera algo más de los "próceres de la Patria", como algunos les llaman.

Por otro lado, el mismo diario pregunta a Santiago Auserón sobre sus lecturas de verano (a lo mejor debieran preguntar a Eduardo Mendoza sobre el deporte que va a practicar durante las vacaciones y a Ronaldinho sobre su compositor favorito, por preguntar sin ton ni son que no quede) y se nos hace saber con cierto guiño comprensivo que el cantante "huye como de la peste de los libros de autoayuda", que el autor del articulito pasa a definir como "devocionarios actuales" y "bricolaje espiritual para sentirse reconciliado con uno mismo y por encima de los demás". Hombre, la verdad es que en materia de libros cada uno tiene sus preferencias, que casi siempre son personales e intranferibles, y precisamente por ello difícilmente objetivas y universalizables. En cualquier caso, no veo nada malo en el hecho de que haya individuos que intenten superarse a sí mismos o mejorar su comportamiento en tal o cual aspecto. Me pregunto desde cuándo hemos convertido el afán de autosuperación en motivo de sorna. A lo peor explica muchos de los problemas sociales con los que nos topamos a diario. ¿Que a Santiagio Auserón (y, aparentemente, al periodista encargado de publicar el articulito) no les interesan los libros de autoayuda? Pues nada, hombre, nada. No los lean. Que yo sepa nadie les obliga a comprarlos ni leerlos. Lo que sí me parece verdaderamente ridículo es el hecho de que alguien convierta estos libros en una especie de bandera para afirmar su identidad cultural, casi siempre con el sobreentendido de que se trata de una opinión que denota cierta superioridad intelectual. Se trata, al fin y al cabo, de algo que vemos también a menudo en el tratamiento que se hace en ciertos ámbitos de los libros que disfrutan de un éxito de ventas, como puede ser la serie de novelas sobre Harry Potter, por ejemplo. ¡Oigan, lean lo que quieran! ¡Disfruten leyendo! ¡Pásenlo bien y compártanlo con amigos y familiares! Pero, por favor, abandonen este esnobismo literario, tan pedante y elitista. ¿Qué leches les importa a ustedes lo que puedan leer los demás, siempre y cuando haya una variada oferta disponible para todos los gustos?

Y, finalmente, tenemos al buenazo de Fidel Castro despotricando contra los Juegos Olímpicos y justificando que un deportista cubano le diera una patada en la cabeza a un árbitro al tiempo que se queja... de la falta de espíritu deportivo en unos juegos demasiado dominados por espúreos intereses comerciales. En fin, que parece que Fidel ya está chocheando, lo cual explica por qué no tuvo más remedio que abandonar la Presidencia de la República hace poco. Eso sí, uno no puede sino preguntarse cuántos progres de bien alentarán las palabras del líder cubano, sintiéndose profundamente revolucionarios desde sus hamacas veraniegas mientras dan otro sorbito a la capirinha. ¡Que viva la revolusión, camarada! {enlace a esta historia}

[Tue Aug 19 12:35:23 CDT 2008]

ABC publicaba ayer un artículo sobre la cadena perpetua del que no acierto a ver la firma, pero que me parece de lo más interesante. Se trata éste de un tema contovertido, sobre el que es bien difícil debatir con la tranquilidad y objetividad que este tipo de temas requiere y es precisamente por ello que me parece importante tener en cuenta las aclaraciones que hace el autor:

El error en el que se incurre habitualmente es descartar ciertas reformas legales alegando que no es bueno legislar en caliente. El problema es que "en frío" tampoco se legisla porque no hay demanda social, por lo que parece que ciertas medidas nunca tienen su momento. El de la cadena perpetua es uno de estos temas en los que los discursos oficiales se arman de argumentos teóricos no siempre acertados y que no descienden al fondo del problema. Constitucionalmente sólo sería inadmisible una prisión de por vida que no contemplara la posibilidad de revisar la situación del reo. Este planteamiento extremo de la cadena perpetua no es compartido por ningún jurista responsable y no es el que habría de proponerse para el derecho español. Por el contrario, la cadena perpetua sometida a revisiones periódicas que analicen la evolución del reo no presenta incompatibilidades con el artículo 25 de la Constitución, como han manifestado, entre otros, tanto el presidente como el portavoz del Consejo General del Poder Judicial. Incluso el Tribunal Constitucional lo ha declarado en varias ocasiones, cada vez que ha autorizado la extradición de delincuentes extranjeros condenados a esta pena en sus países de origen. Además, España ratificó el Estatuto de la guerra y contra la humanidad. El óbice de que se hace imposible la rehabilitación del condenado no es tal, porque, precisamente, la cadena perpetua revisable hace descansar en la recuperación social del delincuente su excarcelación, lo que da pleno sentido a esta finalidad resocializadora de la pena. Esto no sucede en la actualidad, como se demuestra, por ejemplo, en cada excarcelación de violador con pronóstico de reincidencia.

Aunque el autor del artículo no parece siquiera concebir la posibilidad, creo que la reimplantación de la cadena perpetua sí que podría tener algunos efectos negativos hacia el concepto mismo de rehabililtación del condenado, fundamentalmente porque existe el evidente peligro de ver dicha medida como la oportunidad de encerrar el preso y tira la llave al río, por así decirlo. Cierto, en teoría no tendría por qué ser así, pero me temo que en la realidad es bien probable que sucediera demasiado a menudo. De todos modos, ello no quita para que me parezca que se trata de un tema que debiera debatirse seriamente en nuestros medios de comunicación e instituciones de representación política, algo que, me temo, no tendrá lugar. Somos demasiado dados a, por un lado, abandonar este tipo de asuntos en manos de los políticos profesionales, haciendo obvia dejación de los deberes de una ciudadanía madura y responsables; y, por otro lado, el debate político y social suele destacar en nuestro entorno por los prejuicios y las ideas preconcebidas siempre ajustadas al guión ideológico. Cuidado, porque no niego que en otros países se abuse asimismo del insulto y la mera retórica incendiaria. De lo que sí me quejo es del hecho de que en España no parece que tengamos comentaristas dispuestos a ofrecer propuestas e ideas originales, soluciones de compromiso, respuestas que se atrevan a salirse de los caminos trillados. Por el contrario, casi siempre solemos interpretar todos estos asuntos en clave ideológica, preguntándonos siquiera antes de empezar qué es lo que podemos considerar "progresista". Me parece una actitud equivocada para afrontar estos problemas. El artículo que aquí comentamos, por más que se publique en un diario conservador como ABC, ofrece razones de peso y merece la pena ser considerado independientemente de prejuicios partidistas. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 18 12:45:14 CDT 2008]

Los últimos días hemos venido leyendo y escuchando todo tipo de opiniones sobre el escándalo de la niña que cantó en playback durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. Desgraciadamente, no han sido pocos los comentaristas que, en mi opinión, han demostrado una cierta confusión moral a la hora de escribir sobre el tema. En muchos casos (desde luego, aquí en los EEUU ha sido así), las críticas a las autoridades chinas subrayaban el hecho de que los espectadores habían sido engañados vilmente, lo que no es aceptable en el marco de unas Olimpiadas, supuestamente basadas en el espíritu deportivo, la honestidad y la convivencia de todas las naciones participantes. Sin embargo, no estoy de acuerdo con esta posición. Empecemos reconociendo que tanto la inauguración como la clausura de los Juegos Olímpicos no son a estas alturas sino meros espectáculos artísticos que guardan poca relación con el llamado espíritu olímpico. La prioridad no es hacer pedagogía, sino tan sólo entretener. Esto me parece bien evidente, sobre todo en los últimos tiempos. Y, una vez asumido que no se trata sino de entretenimiento, no nos queda más remedio que reconocer que, en primer lugar, el espectador medio acude a estos espectáculos sabiendo perfectamente que en algún u otro momento va a ser "engañado". Se trata, de hecho, de una premisa fundamental: el espectador consiente el "engaño" en nombre de la calidad artística del espectáculo. Lo mismo podemos decir del cine, por ejemplo (con la excepción de los documentales, por supuesto, donde la veracidad aún se considera importante). Pero es que, en segundo lugar, este tipo de "engaños" son moneda común hoy en día en casi todos los países, incluyendo el nuestro. El playback se ha convertido en el nuevo rey del mambo en lo que hace a espectáculos musicales. Hasta tal punto es así que lo usan hasta cantantes profesionales cuando aparecen en los platós televisivos, y nadie se rasga las vestiduras (por cierto, que en este otro caso habría muchos más motivos para sentirse engañado que en la inauguración de los Juegos Olímpicos, pues mientras en éste último caso la niña cantante no era ni mucho menos la atracción principal, no podemos decir lo mismo de la actuación de un cantante pop en un programa musical en la televisión). En definitiva, que buena parte de las críticas que he leído y oído a sobre este tema me parecen claramente equivocadas. El problema no es el uso del playback sin hacerlo saber a los espectadores previamente. Como decía, esto es algo plenamente aceptado y muy común hoy día.

Ahora bien, dicho todo esto, he de reconocer que desde el primer momento que un amigo me planteó el problema como un dilema ético había algo en la noticia que me molestaba. Desde el principio me pareció que algo fallaba, aunque no fuera capaz de reconocer a primera vista qué es lo que me repugnaba del comportamiento de las autoridades chinas. Finalmente, tras un par de horas de reflexión me pareció bien claro en qué sentido el comportamiento era inaceptable, y tenía bien poco que ver con los espectadores o los televidentes de todo el mundo, como nos advertían una y otra vez los comentaristas. El principal problema ético que veo en el comportamiento de las autoridades chinas en este asunto es su falta de honestidad hacia la niña en cuestión, así como su familia. En ningún caso se les dejó claro que usarían la voz de una niña mientras mostraban la cara de otra que les parecía en principio más atractiva o angelical. Eso sí que me parece falto de ética, pues tanto la niña que cantaba como la que se limitaba a poner su cara desconocían (según leo en los medios de comunicación) lo que se estaba cociendo y actuaban bajo la asunción de que se las había aceptado como candidata ideal para representar el papel. Por supuesto, a ello habría que añadir el mensaje que la decisión final de las autoridades chinas envía a estas chicas, en el sentido de que se les hace ver que la imagen importa más que el mérito o el trabajo. Pero ese es otro asunto completamente distinto en el que, además, me temo que todos somos copartícipes. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 11 15:24:56 CDT 2008]

Hace unos días leí un artículo de Slavoj Zizek titulado El complejo poético-militar publicado por El País que, como de costumbre, me hundió en una confusión casi absoluta sobre las intenciones del autor. Si a uno le da por buscar información sobre Zizek en la Red se encontrará con numerosos artículos que se refieren a él como pensador, sociólogo y hasta filósofo. Y, sin embargo, no puedo evitar la incómoda sensación de que Zizek no es otra cosa sino uno más de los muchos tertulianos que nos encontramos en los medios de comunicación estos días, un comentarista de la realidad social, un periodista o cronista que se limita a describir la superficie de las cosas pero, eso sí, asociándolas con esto o aquello (cuanto más extraño y aparentemente falto de relación con el tema en cuestión, mejor que mejor), dándole así a sus escritos un cierto aire de profundidad y seriedad de la que en realidad carecen. Uno no tiene más que hacer un análisis algo más detenido de sus palabras y escritos para darse cuenta de que falta algo, algo que uno no aciert abien a describir pero que deja un sabor de boca algo rarillo. Pues bien, me parece que ese algo que falta en Zizek no es sino el armazón, el cogollo del asunto, lo que realmente importa. Por el contrario, da la sensación de que Zizek siempre trata cualquier tema como quien pudiera estar discutiendo sobre el último partido del Madrid, la maravillosa cena de la que disfrutó anoche en un restaurante tailandés o la conveniencia de apostar por el púrpura durante esta temporada otoño-invierno. En fin, que suena como si Zizek estuviera ya de vuelta de todo... lo que inevitablemente me lleva a pensar que le importa todo una puñeta, que se limita a escribir porque vive de eso y sanseacabó. Se trata de una actitud (la de estar de vuelta de todo, la de escribir sobre las cosas como si nos importaran un rábano, con el descreimiento de quien no cree en nada) muy postmoderna, que engarza perfectamente con estos tiempos light. Y, sin embargo, a lo mejor precisamente porque dice las cosas sin siquiera afanarse en buscar la consistencia, el caso es que también nos encontramos con algún que otro sugerente análisis de la realidad de nuestro tiempo. Tomemos el artículo en cuestión como ejemplo.

Zizek comienza compartiendo con nosotros que Radovan Karadzic, el líder serbo-bosnio responsable de la limpieza étnica que se desencadenó en su país a principios de los noventa, era también un poeta. Y si nos atrevemos a leer su obra nos encontraremos con algunos versos (que, por supuesto, Zizek pasa a citar) donde se nos muestra como lo que era: un ególatra entregado por completo a la ambición de poder en nombre del nacionalismo y la pureza racial. A partir de ahí, Zizek se adentra por unos recovecos que se me antojan escasamente lógicos: resulta que "el sueño de la limpieza étnica lo formularon, hace muchos años, los poetas", de donde Zizek entresaca su idea de un supuesto completo poético-militar que se usa como justificación de la violencia.

El predominio de la violencia de justificación religiosa (o étnica) puede explicarse por el hecho de que vivimos en una era que se considera a sí misma post-ideológica. Como ya no es posible movilizar grandes causas públicas en defensa de la violencia de masas, es decir, la guerra, como nuestra ideología hegemónica nos invita a disfrutar de la vida y realizarnos, a la mayoría le resulta difícil superar su repugnancia a torturar y matar a otro ser humano. Las personas, en general se atienen de forma espontánea a unos principios morales y matar a otra persona les resulta profundamente traumático. Por eso, para lograr que lo hagan, es necesario hacer referencia a una Causa superior que haga que las pequeñas preocupaciones por el heho de matar parezcan una nimiedad. La religión y la pertenencia étnica desempeñan ese papel a la perfección. Por supuesto, hay casos de ateos patológicos que son capaces de cometer asesinatos de masas por placer, simplemente porque sí, pero son excepciones. La mayoría necesita que anestesien su sensibilidad elemental ante el sufrimiento de otros. Y para eso hace falta una causa sagrada.

Vamos, que Zizek no ha descubierto la póolvora. Esto lo venimos leyendo, cuando menos, desde que cayó el Muro de Berlín y comenzó a extenderse el fundamentalismo religioso. Eso sí, a nadie le había dado por hablar de un suspuesto complejo poético-militar para hacerlo todo más digerible y fácil de recordar. Y eso es precisamente lo que me sucede siempre con Zizek. Me da la impresión de que se se trata de un alumno aventajado de los últimos pensadores franceses, más entregados a la mercadotecnia que a la reflexión seria y consistente. Y, sin embargo, como decía, se encuentra uno también con algún que otro comentario aquí o allá (raramente como elemento central de ninguno de sus artículos, pero presente no obstante, escondido entre sus líneas) sobre el que merece la pena reflexionar. Por ejemplo, en el caso de este artículo, me llamó la atención leer las siguientes líneas:

La sociedad posmoderna y reflexiva actual, aparentemente hedonista y permisiva, es paradójicamente la que está cada vez más saturada de normas y reglas que supuestamente están orientadas a nuestro bienestar (restricciones a la hora de fumar y comer, normas contra el acoso sexual...), de modo que la referencia a una identificación étnica apasionada, en vez de contenernos, sirve de llamamiento liberador: "¡Podéis!". Podéis infringir las estrictas normas de la convivencia pacífica en una sociedad tolerante y liberal, podéis beber y comer lo que queráis, asumir costumbres patriarcales que la corrección política liberal prohíbe, incluso odiar, luchar, matar y violar... Sin reconocer plenamente este efecto pseudoliberador del nacionalismo actual, estamos condenados a no poder comprender su verdadera dinámica.

Una vez más, lo que llama la atención no es la explicación de los horrores a los que puede conducir el nacionalismo exacerbado, ni tampoco la sugerencia de que millones de invididuos se entreguen a ello para superar una vida llena de hastío y reglamentaciones. Todo eso está demasiado trillado. Lo han dicho (y escrito) ya miles de comentaristas. A mí lo que me pareció más interesante en el párrafo de arriba es la primera frase, la que hace referencia a la paradoja de que sea precisamente en las sociedades más hedonistas y permisivas en las que se estemos asistiendo al mismo tiempo a una especie de hiertrofia de la reglamentación. Paradójicamente, mientras más permisivos nos hacemos, más legislación necesitamos para que las cosas funcionen normalmente. A lo mejor no debiera soreprendernos tanto. Después de todo, si nos negamos a establecer límites al comportamiento con el argumento de que se trata de algo "autoritario", trasnochado o "carca", no nos quedará más remedio que legislar el comportamiento que en otra época se consideraba como requisito previo para la vida en sociedad. En otras palabras, la sociedad hiper-permisiva es la que nos ha llevado a regular explícitamente desde la autoridad política hasta lo que antes se consideraba como mera norma de urbanidad. De ahí que haya tantos gobiernos municipales empeñados en aprobar normativas contra actos vandálicos. Eso sí, todavía queda por ver si seremos capaces de extraer las conclusiones pertinentes de todo esto.

Como venía diciendo, Zizek me parece, en líneas generales, demasiado similar a un farsante. Y, sin embargo, no ceso de encontrar pequeñas perlas en sus artículos, aunque siempre suelan estar tímidamente sugeridas y raramente formen parte del meollo de su argumentación. Será por eso que le sigo leyendo, supongo, en lugar de limitarme a pasar la hoja del periódico sin más. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 6 11:25:01 CDT 2008]

A vueltas con los excesos de retórica de la prensa. El País publica una noticia hoy bajo el titular España bate su récord en venta de armamento y supera los 900 millones que merece la pena detenerse a leer. La parte que más me interesa se encuentra abajo del todo:

Con todo, los clientes de la UE y la OTAN siguen absorbiendo casi el 69% de las exportaciones y ello gracias a que los programas multinacionales en los que participan las Fuerzas Armadas españolas (el caza Eurofighter, el carro de combate Leopard o el avión de transporte A400M) sumaron 164,68 millones, el 17% del total. Además, la compra de una fragata por parte de Noruega supuso 266,4 millones, mientras que Finlandia compró dos aviones militares de transporte y Polonia, uno.

Al margen de Europa y Norteamérica, los restantes 289,4 millones (31,02% del total) se reparten entre 36 países. Los principales compradores fueron Malaisia, Brasil, Colombia y Marruecos, por citar sólo los que superan los 10 millones.

Malaisia compró la popa de un submarino —construido conjuntamente por el astillero español Navantia y el francés DCN—; Brasil, cinco aviones de transporte de tropas; Marruecos, 20 vehículos todoterreno; Colombia, 13 obuses de artillería de 155 milímetros; Venezuela, ocho blindados; Rumania, cuatro todoterreno; Omán, 388 lanzagranadas y El Salvador, 152, por citas sólo algunos ejemplos. Respecto al material de doble uso (civil y militar), las exportaciones sumaron 114,26 millones, lo que supone un aumento superior al 40% sobre 2006. Estados Unidos fue el mejor cliente, seguido paradójicamente de algunos de sus adversarios: Irán, Venezuela, China o Cuba.

En fin, que leyendo el titular uno se piensa lo peor, pero después, leyendo el contenido de la noticia, se da cuenta de que la amplia mayoría de las exportaciones se producen dentro del área de la UE y la OTAN (lo que relativiza el propio término "exportación", por cierto, pues se trata más bien de producción para uso propio y de nuestros aliados), la lista de materiales de defensa que se venden no parece incluir ninguno de los productos internacionalmente considerados cruentos o inhumanos por sus efectos sobre la población civil, los países compradores son en su mayoría de los que podemos considerar miembros productivos y honorables de la comunidad internacional y, para colmo, parece tratarse principalmente de aviones de transporte, vehículos todoterreno y similares. En otras palabras, que estamos ante un caso evidente de manipulación de titulares para sembrar el disgusto entre los lectores, amarillismo puro y simple. Si bien es cierto que el titular pudiera parecer, en principio, meramente objetivo, es ese "bate su propio récord" que parece dar a entender que nuestra industria de defensa está aprovechándose del sufrimiento ajeno para ganar dinero, cuando la verdad es que el contenido de la noticia no respalda esta idea.

En todo caso, como ya podíamos imaginar, la noticia da lugar a que multitud de lectores añan comentarios demagógicos en la versión digital del diario. Y aquí es donde uno tiene a la fuerza que entrar en otro tipo de reflexión: ¿cuándo fue, exactamente, que comenzamos a asumir el pacifismo radical como valor máximo e indiscutido de nuestra sociedad? Lo digo porque, poco a poco, pareciera que el ciudadano de a pie no acierta a comprender siquiera la función que desempeñan las Fuerzas Armadas. Iniciamos el proceso con la objeción de conciencia y el mili KK allá por los años ochenta y llegamos a desaprobar todo lo que tenga que ver con la milicia y la defensa. Sin embargo, el caso es que no es posible sostener la democracia ni nuestro sistema de valores (de hecho, no es posible mantener ninguna sociedad) sin defensa alguna. Esto debiera ser bien evidente para cualquier individuo más o menos razonable. Se mire como se mire, de hecho existen otras sociedades y otros colectivos ahí fuera que se esfuerzan por destruir nuestras sociedades y nuestro modo de vida. Esa es la realidad, aunque algunos se nieguen a aceptarlo y piensen que no hay más que "hacer el amor" para que los fundamentalistas de todo pelo (que los hay, tanto religiosos como políticos) abandonen sus criminales ideas y se sienten a degustar una caipirinha con nosotros. El hecho de que la realidad nos guste menos que el mundo con que soñamos no significa que debamos obviarla. Si de verdad queremos construir un mundo mejor, solamente podemos hacerlo desde el mundo realmente existente, y no partiendo de nuestras preferencias oníricas. Me temo que todo esto se enmarca en un contexto social y filosófico en el que lo queremos todo, y lo queremos ya, sin sacrificio alguno, sin trabajo, sin esfuerzo, como consumidores empedernidos que somos. La verdad es que tanto las Fuerzas Armadas como las Fuerzas del Orden Público son necesarias para la convivencia pacífica, la una a nivel internacional y la otra a nivel nacional, regional o local. Y para que éstas desempeñen su labor es necesario contar también con una industria de defensa. No lo olvidemos. Precisamente porque se trata de algo tan fundamental, tan lógico, parece que lo olvidamos demasiado a menudo, prefiriendo entregarnos en cuerpo y alma a nuestras ensoñaciones pacifistas de película. Dudo mucho que ningún miliciano de la República propusiera a sus compañeros hacer frente al golpe de Estado fascista de Franco con un "haz el amor, no la guerra". Lo mismo puede aplicarse, afortunadamente, a quienes hicieron frente a las tropas de Hitler por toda Europa. Sacrificaron sus vidas por defender la democracia y la decencia, y les debemos un respeto. {enlace a esta historia}