[Fri Nov 26 19:42:37 CST 2004]

Me vuelvo a encontrar con más análisis sobre un tema del que todavía no me he podido hacer una idea clara: la naturaleza, opresora o no, de la religión musulmana, e incluso de las religiones en general. Ya he dejado escrito en estas mismas páginas con anterioridad que no puedo evitar cierta posición ambivalente hacia el Islam en este sentido. Por un lado, no veo por qué ha de ser más opresor o violento que otras religiones en cuyo nombre también se cometieron numerosos crímenes en el pasado, comenzando por la propia religión cristiana. Por el otro lado, hay elementos de la fe musulmana que me hacen sentirme bastante incómodo. De momento, no me queda sino esperar hasta el momento en que finalmente pueda dedicarle al tema el tiempo que se merece, y mientras tanto tomar notas de los puntos de vista que otros publican aquí y allá.

As one expert noted, "In the Muslim community, the holy war is a religious duty, because of the universalism of the Muslim mission and (the obligation to) convert everybody to Islam either by persuasion or by force" —which, if true, would make peaceful coexistence an impossibility from the start. As much as one would like to dismiss such sentiments as typical of the bigoted Orientalism that Said denounced so vigorously, the expert in question happens to be the fourteenth-century Arab thinker Ibn Khaldun, whose opinions on this topic, needless to say, are not so easily dismissed.
Por otro lado, sin embargo, se encuentra uno con What's Right With Islam, escrito por Feisal Abdul Rauf, imán de la mezquita Masjid al-Farah de Nueva York:
Although non-Muslims see Islam as a comparatively new religion, Muslims see it as an old one, a return to the plain desert faith of the patriarch Abraham and his followers. Where Christianity created a new and complicated theological edifice, Islam's aim has been to strip away such accretions and "reestablish the Abrahamic ethic" that is, according to Abdul Rauf, at the core of Western monotheism. (...) Hence Islam is, at bottom, a restorationist ideology, a back-to-basics movement whose attitude to Judaism and Christianity is fundamentally benign.
Claro que el mismo autor también puede manifestar su defensa de ciertas posiciones que podríamos (y deberíamos) considerar claramente reaccionarias, opresoras y fundamentalmente contrarias al modo de vida occidental, como cuando Abdul Rauf sugiere...
[that Muslims be permitted] to establish their own Shariah courts in such areas as family law, a notion that would no doubt cause feminists and others to blanach with horror. (Do we really want mullahs determining child custody and property division in divorce cases?) While arguing that Islam respects the rights of Christians and Jews, he acknowledges that it makes no allowance for those who reject the idea of a supreme being altogether. Even if mullahs do not go about issuing fatwas against atheists and freethinkers, the implication is that, even at its most liberal, Islam will remain deeply uneasy in a society in which many people regard skepticism and free expression as the highest virtues. Abdul Rauf also defends the veil, on the grounds "that covering up... can actually empower women by allowing them to rise above fashion, appearance and figure", provided, of course, that such covering up is "purely voluntary". But such words are extremely problematic in this context. While the hijab has served as a symbol of resistance to Western colonialism in Algeria, Palestine and elsewhere, it is simultaneously a sign of submission to an alternate form of authority in the shape of religion and patriarchy. It is a sign that the wearer has surrendered her free will. Yet volition is the one thing that a free individual cannot voluntarily relinquish.
Y he ahí, precisamente, la raíz del problema: por muy moderado o liberal que el imán Abdul Rauf sea, peca de lo mismo que tantos y tantos otros musulmanes... de hecho, peca de lo mismo que tantos y tantos otros creyentes, empeñados en someter y forzar al resto de los mortales a que vivamos de acuerdo a sus propios preceptos religiosos. Al tiempo que recalca la tolerancia del Islam hacia el Judaísmo y el Cristianismo, el imán no parece tener problema alguno reconociendo que agnósticos y ateos se verían claramente marginados en una auténtica sociedad islámica. Y aquí es precisamente donde entra en escena Shadi Drury con su libro Terror and Civilization: Christianity, Politics and the Western Psyche:

The standard line concerning the burning of witches and heretics, the killing of gynecologists, the persecution of gays and the slaughter at the World Trade Center is that such horrors are not the fault of the Bible or the Koran but of crazed individuals who twist their message of love into the opposite. But Drury, a political scientist at the University of Regina in Saskatchewan, is having none of it. It is time to ask if these sacred texts do not lend themselves to the political extremism, violence, and intolerance perpretrated in their name", she declares. (...) Although everyone remembers Christ's line about the meek inheriting the earth, she points out that the Gospels are in fact studded with apocalyptic warnings of the terrible fate awaiting those whose only sin is to question whether he is the messiah. "Ye serpents, ye generation of vipers, how can ye escape the damnation of hell?" a decidedly ungentle Jesus tells such doubters at one point (Matthew 23:33); "if ye believe not that I am he, ye shall die in your sins", he declares at another (John 8:24). For Drury, such words go to the heart of what is most troubling about Christianity. Telling people how to behave is one thing, but telling them what to believe means invading every intellectual nook and cranny in order to root out contrary ideas. It means robbing the individual of his last shred of privacy. From Christ's demand for complete psychological surrender, Drury contends that it was only a step to the great heresy hunts, book burnings and religious massacred of the Middle Ages. As late as the early twentieth century, she notes, pope Pius X required every Catholic diocese to appoint a "vigilance committee... to find out and report on writings and persons tainted with the heresy of Modernism" —to seek out not only those advocating Modernism but those who had allowed it to color their thinking. "The totalitarian regimes of the twentieth century were equally preoccupied with the control of thought", Drury writes. "But in comparison to their more successful antecedent (i.e., the Church), they were mere amateurs".

Por eso considero intrínsecamente erróneo el punto de vista tan en boga en los EEUU estos días de que la religión (o, como muchos prefieren denominarlo, la espiritualidad) es una fuerza positiva y liberadora a la que únicamente cabe oponerse desde posiciones comunistoides o ateas. La realidad es que el fenómeno religioso puede ser tan destructivo como liberador, tan negativo como positivo, dependiendo de la actitud general de quienes postulan un determinado credo y, por tanto, no podemos decir que se trate por naturaleza de algo ni pernicioso ni beneficioso para la sociedad, aunque basándonos en nuestra propia experiencia histórica sí que podemos decir que se trata de algo muy peligroso que debemos tratar con sumo cuidado. Creo que otro autor, de forma accidental, se tropieza con la respuesta al problema que aquí se nos plantea, aunque ni él mismo se dé cuenta (se trata de Richard Bulliet, autor de The Case for Islamo-Christian Civilization). Cuando habla de lo que une a ambas fes, menciona de pasada a las madrasas y las compara con las universidades de la Baja Edad Media, pero en realidad comete un craso error pues mientras que las primeras sirven tan sólo de caja de resonancia para transmitir el dogma religioso de los imanes y juristas musulmanes, las universidades fueron siempre un centro de cultivo para la libertad de expresión, el humanismo y el disenso, todos ellos elementos característicos de un individualismo imposible de conciliar con el dogmatismo religioso. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 26 18:19:01 CST 2004]

En esta era de fascinación con lo comercial y obsesión por la imagen, tiene poco de extraño que las dietas alimenticias se hayan convertido en un gran negocio, puro y duro. Al igual que sucede con los estilos musicales y tantas otras cosas, las dietas se suceden ante nuestros ojos con una rapidez vertiginosa, escalando a la cima de productos preferidos por las masas en cuestión de semanas y desapareciendo en el oscuro cajón del olvido casi con la misma facilidad, eso sí, creando en el proceso alguna que otra fortuna mediática y lubricando a la perfección la maquinaria de toda una industria. Mientras tanto, no nos planteamos con tanta frecuencia cuáles puedan ser las auténticas causas de la epidemia de obesidad a la que asistimos en algunas naciones avanzadas. Perdidos como estamos entre tanto griterío prometiendo la pérdida de decenas de kilos en cuestión de días siempre a cambio de un módico precio, raramente nos paramos a pensar si quizás sea más bien nuestro modo de vida el que nos esté conduciendo directamente hacia el purgatorio del sobrepeso. No obstante, de cuando en cuando uno se encuentra con algún que otro esporádico artículo planteándose cómo es posible que las mujeres francesas ingieran muchas más calorías (por no hablar de mejores comidas) y sean capaces de mantener una mejor figura. Imagino que la respuesta no debería sorprender a nadie que haya tenido la ocasión de conocer de primera mano las sustanciales diferencias que separan la actitud anglosajona y la francesa (o italiana, o portuguesa, o española, o griega...) con respecto a los alimentos: la comida como acto de engullir combustible para continuar haciendo lo que quiera que sea que uno estaba haciendo frente a la comida como rito de convivencia y excusa para disfrutar una buena conversación; la comida como mero acto nutritivo frente a la comida como acto cultural, como un elemento más de la identidad nacional; la comida en cantidad frente a la comida como medio de expresión, como calidad; el acto de cocinar como mera combinación de platos e ingredientes preparados frente al acto de cocinar como arte, como actividad colectiva, familiar, que reúne a todos los individuos interesados alrededor del fuego. Como mencionaba, tiene poco de extraño que la obesidad se haya convertido en una auténtica pesadilla para las autoridades sanitarias de países como EEUU o el Reino Unido, como desafortunadamente tampoco nos debería sorprender el hecho de que la paulatina adopción de las actitudes hacia la cocina que han causado el problema en primera lugar se esté extendiendo hacia otras naciones desarrolladas. Atrás quedan los días en que uno podía concebir su actividad profesional o incluso el tiempo de ocio como una oportunidad para autorrealizarse y hacer un trabajo bien hecho. El hombre contemporáneo ya no conoce el espíritu del artesano, sino tan sólo el del industrial, y parece de lo más normal hoy día encontrarse con individuos que conciben incluso el tiempo de ocio como actividad laboral productiva. Asistimos a la era de la mercantilización absoluta, donde el imperativo económico se extiende a casi todas las esferas de la existencia humana. El comer, por supuesto, no podía ser excepción. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 26 18:07:12 CST 2004]

Hace ya un mes que me encontré con una auténtica joya mientras leía una entrevista con Paco de Lucía en El Cultural:

Los artistas más comerciales han sido Bach y Beethoven.
Se trata de una de esas grandes verdades que no lo parecen a simple vista. Sin embargo, una vez superada la primera reacción de sorpresa y escepticismo, uno cae en la cuenta de que, por poco natural que parezca, es cierto. Incluso me atrevería a añadir un par de nombres a la lista: Mozart y Vivaldi. Entre los cuatro compositores, es bien probable que tengamos buena parte de la lista de Los Diez Principales de la historia de la música, si existiera tal cosa. ¿Y qué valor puede tener la reflexión de Paco de Lucía?, pueden preguntarse algunos. Pues, como suele suceder con este tipo de verdades de perogrullo a las que nadie suele tener en cuenta durante el transcurso de nuestras vidas cotidianas, se trata de una de esas observaciones que, si acertáramos a internalizar, podría ayudarnos a tomar decisiones y pensar la realidad con mucho más acierto. En este caso, quizás nos atreviéramos a sacar a la música clásica del cajón de denostadas artes pasadas de moda. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 25 12:23:42 CST 2004]

Héctor Feliciano ha pasado varios años investigando el expolio nazi del arte europeo, documentando el origen y destino de miles de obras que fueron robadas por las tropas de ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Muchas de ellas acabaron en Suiza, los EEUU... y, por supuesto, también España. En cualquier caso, lo que me llama la atención son algunas frases que leo en la reseña sobre un diplomático español:

Entre las investigaciones llevadas a cabo por Feliciano figura la actuación del diplomático español Eduardo Propper de Callejón, primer secretario de la Emabajada de España en París, quien, casado con una judía francesa, proporcionó miles de visados a refugiados, entre ellos el actor Jean Gabin, y situó algunas colecciones en territorio oficial de la Delegación española. Un tiempo más tarde fue destituido, degradado de categoría y trasladado a Larache, por considerar el ministro español Serrano-Súñer que había servido a la judería francesa, sin que hasta su muerte fuera revisada su situación.
Saco esto a colación porque no sería la primera vez que oímos con orgullo la afirmación de que distintos oficiales del régimen de Franco se las arreglaron para conceder visados a numerosos judíos europeos y salvarles de una muerte segura, como si de alguna forma el Generalísimo tuviera algo que ver con ello y se tratase de la política del Gobierno español de la época. Pues bien, a la vista de estas palabras de Héctor Feliciano, no queda tan claro que España se comportara durante los negros días del Holocausto con la dignidad moral que algunos quieren hacernos creer. En fin, habría que investigar el tema más a fondo para poder asegurar lo uno o lo otro. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 25 11:59:13 CST 2004]

Se acaba de publicar España en tiempo del Quijote , volumen colectivo donde varios historiadores de renombre (John H. Elliot, Fernando Bouza, Roger Chartier, I.A.A. Thompson...) recrean la España de los tiempos del Quijote, y de paso rompen algunos esquemas y echan abajo algunos de los prejuicios comúnmente aceptados durante mucho tiempo. Así, por ejemplo:

Respecto a la inmunidad fiscal de la que gozaban clases sociales españolas como los nobles y los clérigos, el profesor [Juan] Gelabert considera que no fue representativa como para haber influido en la crisis económica española. De hecho, precisó, muchos de los nobles que colaboraron con la Corona, agregó, lo hiciern "sin ajustar una nómina" y pasando penurias...
Evidentemente, esto tampoco puede tomarse como razón justificadora de la falta de productividad de hidalgos y clérigos, pero sí que parece probable que, como señala Gelabert, la influencia negativa de éstos en el Tesoro de la Corona haya sido exagerada durante siglos. Más sentido parece tener la idea de que un excesivo aventurismo en nuestra política exterior, unido quizás a un sustrato ideológico reacio a aceptar el cambio de los tiempos en sus aspectos social y económico, son precisamente los que condujeron a la crisis final del Imperio, en lugar de tomar a nobles y curia como la cabeza de turco.

Por otro lado, los historiadores también aprovechan para resaltar el hecho de que Cervantes representara en el Quijote un reflejo más o menos fiel de la sociedad de su tiempo, incluyendo retratos de aquellos personajes pertenecientes a los estratos sociales más humildes junto a los de nobles y clérigos. En este sentido, casi puede decirse que la novela picaresca española pone los cimientos de la literatura moderna al representar no sólo las historias de los más afortunados, sino también las de las clases bajas. Lejos quedan las idealizaciones de la literatura anterior, mientras que una descripción más realista de la sociedad se arroga ahora el papel central en las obras de la época. Cervantes escribió una novela de caballería en la que las andanzas del personaje central no han sido retocadas ni exageradas para incrementar el heroísmo, ni tampoco un libro en el que se refleje una corte en bendita armonía, sino más bien las desdichas e ilusiones de un hidalgo de poca monta, así como los quehaceres diarios de una enorme multitud de individuos sacados de entre las clases populares. Y, con ello, el Quijote acerca no ya el arte sino el propio motivo principal del arte al lector medio, algo que obviamente no podría haber existido sin la invención de la imprenta y la democratización del libro. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 25 11:08:28 CST 2004]

El escritor libanés Amin Maalouf acaba de publicar un volumen titulado Orígenes donde nos narra la interesante historia de su familia. Proveniente de una familia cristiana residente en un país de mayoría musulmana, no le faltan curiosas anécdotas que compartir con el lector: la conversación entre dos antepasados suyos, hermanos de sangre, sobre qué hacer con su futuro, emigrar y buscar una vida mejor, o bien seguir en el país y trabajar en pos de un futuro mejor; la conversión al protestantismo de la rama familiar que emigró a los EEUU; el caso de otro que quiso realizar estudios superiores en el Líbano pero no pudo debido a la oposición de sus padres, quienes pensaban que "con ellos jamás se ganaría el pan (por cierto, que el hijo nunca más volvió a comer pan" en señal de protesta)... Más interesante aún me parece el motivo que llevó al escritor a hablar de orígenes, en lugar de raíces:

... porque no quería hablar de "raíces", una palabra que no le gusta porque éstas "se entierran en el suelo, se retuercen en el barro, prosperan en las tinieblas; tienen al árbol cautivo desde que nace y lo nutren a cambio de un chantaje: "si te liberas, te mueres".
De ahí, precisamente, el escepticismo de Maalouf hacia la cultura de la identidad tan en boga estos días. Por cierto, que también llaman la atención sus palabras acerca de los conflictos contemporáneos:
Hace quince años había una esperanza de democracia y libertad en el mundo. Ahora ya no. Antes las confrontaciones eran ideológicas y en ellas tenía cabida el debate. Ahora los conflictos son de identidad, no hay lugar para la discusión y son cada vez más incontrolables y con mayor carga de odio.
¿Quién hubiera dicho, hace tan sólo poco más de una década, que el fin de la Guerra Fría podría ser visto algún día como un paso atrás? Y, sin embargo, mucho me temo que Maalouf tenga razón. El conflicto que enfrentó a los EEUU y la Unión Soviética era de naturaleza ideológica y, aún más importante, ambos bandos partían de un sustrato filosófico común: la tradición secular y racionalista del Occidente moderno. Hoy día, por el contrario, asistimos impasibles al uso y abuso del concepto de identidad, la vuelta al terruño, lo dado, el dogma de fe, las incuestionables raíces... en fin, el regreso al mundo premoderno, a los días que precedieron la Edad de las Luces a la que tanto debemos. Y, si algo me preocupa de todo esto, es el hecho de que no solamente podemos ver esta tendencia en el mundo islámico, sino que también estamos viviendo un poderoso resurgir del fundamentalismo (o, cuando menos, el dogmatismo, el nacionalismo, el tradicionalismo, y muchas otras formas de reivindicación de la identidad) en nuestras sociedades. Esta evolución se está dando no sólo en la derecha ultraconservadora que se ha hecho oír bien fuerte en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses, sino también en el seno de la izquierda postmoderna que decidió vender su alma al diablo de los nacionalismos periféricos y el falso ídolo de un multiculturalismo basado en lo irracional, la tradición, el dogma y el terruño. El Occidente emancipador, con todos sus errores y contradicciones, debe su vigor a los conceptos de razón y progreso, y volviendo la espalda a estos valores no hacemos sino adentrarnos más y más en el oscuro pasado que precedió a la Edad Moderna. La izquierda no debe ser cómplice en este crimen. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 23 16:07:55 CST 2004]

¡Menudo alboroto que se ha montado en España con la visita del Presidente venezolano! Claro que Hugo Chávez parece tener facilidad para generar polémica. En cualquier caso, la última se ha montado cuando el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos hizo unas declaraciones en las que afirmaba que al anterior Gobierno apoyó el golpe de Estado contra Chávez que fracasó hace un par de años. Ni que decir tiene que la oposición popular ha puesto el grito en el cielo, pero mucho me temo que Moratinos tiene razón aquí, y de hecho el mismo Chávez ha venido a ratificar las afirmaciones del ministro español. La verdad, no me parece un asunto de extremada importancia, pero que cada palo aguante su vela. Yo, por mi parte, he de reconocer con cierta vergüenza que reaccioné con alegría hace un par de años cuando me enteré del golpe contra Chávez. Pensaba entonces, como pienso ahora, que se trata de un populista y demagogo peligroso e irresponsable, y que llevó a cabo una reforma constitucional en su país sin siquiera contar con aquellos que estaban en desacuerdo con sus posiciones. No obstante, eso no es razón suficiente para justificar un golpe de Estado contra la legalidad vigente, y por tanto he de reconocer ahora mi error. Un golpe es algo muy serio, y a menudo no conlleva sino las calamidades del autoritarismo y el asesinato en masa. Siento pues, vergüenza propia por haber caído en el error de alegrarme cuando oí acerca del golpe contra Chávez, y siento ahora también vergüenza ajena por el espectáculo que están dando los líderes del PP cuando todo el mundo sabe que hace un par de años efectivamente apoyaron las maniobras contra el Presidente electo venezolano. Y digo todo esto sin cambiar ni un ápice mi posición con respecto a las irresponsables políticas de Chávez, que están conduciendo al país a la miseria y a una división social próxima al punto donde puede desencadenarse una guerra civil abierta. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 18 13:04:18 CST 2004]

Hoy se inauguró el III Congreso Internacional de la Lengua española, donde el escritor mejicano Carlos Fuentes pronunció unas bellas palabras sobre nuestro idioma:

Posiblemente el inglés sea más práctico que el castellano, el alemán más profundo, el francés más elegante, el italiano más gracioso y el ruso más angustioso, pero yo creo profundamente que es la lengua española la que con mayor elocuencia y belleza nos da el repertorio más amplio del alma humana, de la personalidad individual y de su proyección social. No hay lengua más constante y más vocal: escribimos como decimos y decimos como escribimos.
Como venía diciendo, se trata de bellas palabras, si bien hay que reconocer que algo entusiastas y abiertamente subjetivas. He de reconocer, no obstante, que a mí también me parece la lengua inglesa evidentemente práctica, pero le falta mucho para que la pueda considerar no ya ideal sino ni tan siquiera aceptable para expresar los lugares más recónditos del alma humana. Le falta algo, si bien no sé exactamente el qué. Quizás sea la ausencia de tantos registros como existen en otros idiomas, o la falta de fluidez, o la escasez de sinónimos en demasiadas ocasiones, o la rigidez estructural que nos impide jugar más con las palabras y oraciones, o... en fin, son tantas cosas. Ya digo, el inglés me parece adecuado como lingua franca, pero no como vehículo literario. Para eso, me parece demasiado limitado. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 16 20:50:34 CST 2004]

Otro libro que añadir a mi lista de compras. El prestigioso historiador Santos Juliá acaba de publicar Historias de las dos Españas, donde recorre los grandes relatos sobre la esencia de nuestra nación que enfrentó a intelectuales durante algo más de un siglo (el libro se centra en las interpretaciones que sobre el significado de ser español se han sucedido desde la Guerra de la Independencia hasta 1956, cuando pensadores de ambos bandos comienzan a concebir el diálogo como posible solución). Mientras tanto, por las páginas del libro desfilan personajes del calibre de Joaquín Costa, Donoso Cortés, Balmes, Prat de la Riba, Ortega, Unamuno, Azaña, Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo o Ruiz-Giménez. Como se señala en la resseña publicada por El Mundo:

El primer relato es el de los intelectuales de 1808 que miran al pasado y se remontan a la monarquía goda para inventar una tradición y justificar su revolución como forma de llenar el vacío de poder provocado por la Guerra de la Independencia y la Constitución de Cádiz.

A partir de ese momento y durante siglo y medio se mantendría la misma estructura de relato, es decir, la proyección hacia el pasado de un momento de grandeza y la promesa del futuro como regeneración, ya lo formulen liberales o reaccionarios, ateos o católicos.

Los liberales remontan la grandeza al tiempo de las repúblicas medievales y atribuyen el principio de la decadencia a los Austrias, que suprimieron libertades castellanas y derrocharon energías en aventuras imperiales.

Frente a esta postura, los católicos vivieron la revolución como amenaza y establecieron el momento de gloria en los Austrias, achacando la ruina a la llegada de los Borbones, caso de los tres intelectuales católicos del siglo XIX, es decir, Balmes, Donoso Cortés y Menéndez Pelayo.

A finales del siglo XIX, los intelectuales asumieron el papel de conciencia crítica de una mayoría amorfa y la Generación del 98 construyó los relatos de la muerte y resurrección de España tras el desastre colonial.

Para el intelectual católico, la meta fue reconquistar España para Cristo, caso de la Asociación de Propagandistas y de Acción Española y, tras la Guerra Civil, los intelectuales fascistas se empeñaron en derrumbar el liberalismo y hacer su revolución.

Como cabría esperar, veo simplificaciones a un lado y otro de las trincheras (pues de eso se trató al final, de auténticas trincheras que se extendieron por toda la península entre 1936 y 1939): bien está que los liberales acusen a los Austrias de suprimir las antiguas libertades castellanas, pero ¿qué hubiera sido de la tremenda fuerza del español hoy en día sin aquellas tan denostadas aventuras imperiales?; y, por otro lado, los católicos no andan tan perdidos cuando apuntan su dedo acusador a los Borbones, pero también ellos son culpables de haber visto la siniestra mano de la revolución tras cualquier mínimo intento de reformar la sociedad española para ponerla al día. Por cierto, que no entiendo del todo la afirmación del autor de la reseña cuando afirma que los liberales "remontan la grandeza al tiempo de las repúblicas medievales". No estoy seguro de a qué "repúblicas medievales" se refiere.

En todo caso, cabe alegrarse que, como afirma Santos Juliá en su tesis principal, ambas corrientes intelectuales convergieran allá a mediados de los años cincuenta para formar las sólidas bases de un movimiento intelectual dialogante, plural y tolerante que apenas unas décadas después daría a luz a la transición política y la sociedad que hoy conocemos. No me cabe duda alguna de que ni Suárez ni el Rey hubieran sido capaces de instaurar la nueva democracia sin poder apoyarse en los cimientos que nuestros intelectuales pusieron entre 1956 y principios de los setenta. Quizás cueste trabajo creer, pero estoy convencido de que en nuestro caso cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino que estamos asistiendo precisamente ahora a la etapa más creativa, progresista y esperanzadora que hayamos vivido en España en varios siglos, y debemos nuestra convivencia pacífica no sólo a los intelectuales que estudia Santos Juliá sino también a la tan denostada clase política que nos guió con maestría madurez y respeto durante los difíciles años de la transición. Hoy, como muy pocas veces en los últimos dos siglos, podemos sentirnos orgullosos de ser españoles, y esto incluye a derechas e izquierdas, socialistas y populares, nacionalistas y no nacionalistas. Tenemos el futuro por delante y sólo nos pertenece a nosotros mismos. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 16 19:07:13 CST 2004]

Aparte de la opinión que a uno le puedan merecer su obra teatral o sus declaraciones públicas sobre tal o cual tema, hay que reconocerle a Albert Boadella la coherencia intelectual de rechazar la Cruz de Sant Jordi. Como él mismo ha explicado, ha hecho numerosos comentarios sarcásticos e irónicos sobre la condecoración a lo largo de su carrera. Así, por ejemplo, en La increíble historia del Dr. Floit & Mr. Pla, muestra a uno de los protagonistas recogiendo una Cruz de Sant Jordi del suelo y comenta que:

... desde la implantación generalizada de los automóviles se puede encontrar cualquier porquería en estos lugares.
Saco esto a colación porque la actitud opuesta se ve quizás demasiado a menudo. Así, la austriaca Elfriede Jelinek, recientemente premiada con el Nobel de Literatura, ha anunciado que no acudirá a la ceremonia de recogida de premios y en su lugar se limitará a enviar un discurso grabado en vídeo donde al parecer critica al Vaticano por vaya usted a saber qué pecados capitales. La verdad, si el premio le parece tan incordiante lo mejor que podría hacer es rechazarlo, como ya hiciera Jean-Paul Sartre en su momento; pero eso sí, renunciando también al monto que le corresponda como parte del premio. Me temo que sería exigirle demasiada coherencia intelectual, y así nos va en este mundo de Dios con tanta moralina y rebeldía del tres al cuarto. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 16 07:13:08 CST 2004]

José Ramón Recalde, víctima de la dictadura y también de ETA, acaba de publicar un volumen de memorias bajo el título de Fe de vida donde narra cómo pasó del compromiso religioso al político durante los años de la dictadura, la evolución del Felipe (Frente de Liberación Popular), las experiencias de su generación y, cómo no, la ambigüedad calculada con la que prefirieron hablar de la violencia etarra. Reconoce en este sentido Recalde el error, pero lo hace con una frase que me parece estremecedora en su sinceridad:

... me resulta difícil tener que hacer perdonarme mis fallos democráticos por los que no han luchado contra la dictadura en el momento en que deberían haberlo hecho.
Me recuerda los insultos que oí en el pasado no muy lejano hacia individuos como Fernando Savater o José Mari Bandrés provenientes de personas que habían trabajado directamente para el aparato represivo del régimen de Franco. Hacen falta bolas para lanzar proclamas morales en esas circunstancias, y sin embargo todavía pueden escucharse. Individuos que durante años se limitaron a sentarse cómodamente a verlas pasar (o que, como digo, incluso trabajaron directamente para las fuerzas de seguridad del Estado bajo la dictadura franquista) ahora se permiten el lujo de lanzar acusaciones contra aquellos que cometieron el error de concebir a grupos como ETA, los GRAPO o el FRAP como auténticas guerrillas urbanas o grupos de liberación que se habían decidido a tomar las armas. Entiendo perfectamente las circunstancias personales que puede haberles llevado a trabajar para el régimen, pero lo menos que pueden hacer ahora es recapacitar sobre su propio comportamiento de la misma manera que hace Recalde en lugar de lanzar proclamas morales. Y que quede todo esto escrito sin dejar de reconocer el tremendo error cometido por la generación que luchó contra Franco al apoyar incondicionalmente a los desalmados que comenzaron a asesinar en nombre de unos ideales. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 15 22:05:01 CST 2004]

La editorial Belacqva acaba de editar Memoria de la guerra civil española, un compendio de todos los partes de guerra nacionales y republicanos. Llama la atención el último y lacónico parte republicano, publicado el 27 de marzo de 1939:

Sin noticias de interés.
Tan sólo cinco días después los nacionales harían público su afamado parte:
Cautivo y desarmado el Ejército Rojo...
{enlace a esta historia}

[Mon Nov 15 21:30:50 CST 2004]

El próximo miércoles comienza en Rosario (Argentina) el III Congreso Internacional de la Lengua Española, y El Cultural ha invitado a varios filólogos y escritores a que propongan sus ideas y sugerencias para el encuentro. Un par de comentarios me parecen interesante. Por ejemplo, Álex Grijelmo explica:

Creerse superior a alguien no le hace a uno superior a él; pero sentirse inferior a otro sí le convierte automáticamente en inferior. Ése, y no otro, es el auténtico problema de nuestra adoración al becerro de los anglicismos innecesarios y de considerarlos más prestigiosos que nuestras propias palabras.
Amén. Espero que se me perdone de antemano por lo que voy a decir, pero he de estar de acuerdo con Grijelmo en que el nivel medio de la prosa periodística española (lo siento, pero es la única que puedo leer a diario desde el otro lado del Atlántico) ha bajado muchos enteros en los últimos veinte años. Hay incluso ocasiones en las que se me hace doloroso leer algunos artículos publicados en las secciones culturales de la prensa diaria española, y eso a pesar de llevar casi una década viviendo en un país extranjero y usar una lengua extranjera para comunicarme con el mundo que me rodea. ¿Y qué decir acerca del complejo de inferioridad, esa dolencia que se adueñara del cuerpo social español allá a finales del siglo XIX y que se niega a abandonar nuestro organismo? ¿Cuándo nos atreveremos de una vez por todas a afirmar nuestras virtudes sin titubeos?

Claudio Guillén, por otro lado, aprovecha para hacer una magnífica reflexión sobre el concepto de identidad:

Espero que podamos disipar los equívocos de la identidad cultural. La identidad, como la verdad, no es una cosa, sino un enunciado verbal, o un sentimiento acerca de las cosas. La cultura es una cualidad de la persona, o un conjunto de prácticas y obras artísticas o intelectuales, o en la acepción antropológica los usos, costumbres y creencias que comparten los miembros de una sociedad. En ninguno de estos sentidos cabe decir que los hispanohablantes compartimos una cultura única o una sola identidad cultural. Sí vivimos a través de la lengua una profundísima experiencia de comunidad, más espontánea y feliz que institucional.
¡Qué lejos del determinismo cultural tan en boga nuestros días! Hacía tiempo que no oía una defensa tan enérgica del individuo, una reivindicación tan poderosa del humanismo clásico. Guillén tiene, por supuesto, toda la razón del mundo. Los hispanohablantes no compartimos una cultura única y homogénea, sino lo que él llama una "experiencia de comunidad" que debería ser suficiente para garantizar nuestra supervivencia cultural en el inmediato futuro a pesar de todos los pesares y sin importar la pazguata imposición de los valores anglosajones. {enlace a esta historia}

[Sun Nov 14 20:29:05 CST 2004]

La izquierda abertzale continúa sin enterarse de la misa la media. Batasuna presentó hoy en San Sebastián su nueva propuesta política tras anunciarla con gran algarabía de medios. Como suele suceder en el caso de estos tipos, hubo mucho ruido y pocas nueces. En otras palabras, que Arnaldo Otegi ha vuesto a hablar de lo de siempre: reivindicación del derecho a la autodeterminación, exigencia de un referéndum para promover la independencia del País Vasco, retórica a favor de la paz, y ni una sola petición a ETA para que abandone las armas. ¿Pero es que tan difícil es comprender que no hay forma de organizar consulta popular alguna mientras los etarras continúen plantando bombas y dando tiros en la nuca? Quizás el único rayo de luz en la nueva propuesta sea el compromiso de respetar la voluntad de los ciudadanos en el mencionado referéndum, sea cual sea el resultado, así como la promesa de "tomar las medidas necesarias" para que la consulta se realice "en condiciones pacíficas y democráticas". Claro que todo depende de la credibilidad que uno le dé a la palabra de los batasunos. En fin, que esto huele a oportunidad perdida. Ya veremos lo que sucede. {enlace a esta historia}

[Sun Nov 14 17:05:15 CST 2004]

Hace ya varios días que murió Yasir Arafat y fue enterrado en olor de multitudes en su tierra palestina. La verdad sea dicha, no queda más remedio que apenarse por las oportunidades perdidas que dejó tras de sí el líder de la OLP, por no hablar del reguero de sangre vertida tanto por israelíes como palestinos como consecuencia de su defensa a ultranza de la lucha armada como único camino hacia el triunfo de la causa palestina. Hay ocasiones en las que me tienta la idea de hacer un poco de política ficción e imaginar qué hubiera sucedido si en lugar de un Arafat, los palestinos hubieran tenido a un Gandhi o un Martin Luther King al frente de sus huestes. Es un ejercicio inútil, por supuesto. La realidad es lo que es, y nada podemos hacer para cambiar la Historia. En cualquier caso, me parece evidente que, cegados por la defensa del más débil, empeñados en defender a David frente a Goliat, los europeos hemos ignorado con demasiada frecuencia las características más negativas de un Arafat autoritario, corrupto y sanguinario, más preocupado en mantenerse en el poder de una u otra manera que en alcanzar la tan deseada independencia para el Estado palestino, por no hablar de mejorar el bienestar de su propio pueblo. En fin, que Arafat pertenecía a aquella generación de líderes izquierdistas con una clara vena romántica y cierta facilidad por apretar el gatillo que acabó confundiendo a menudo grandiosos ideales en pos de un mundo mejor con el enriquecimiento personal, la imposición de dogmas políticos y el asesinato a bocajarro. Sencillamente, Arafat, como Castro y tantos otros, se había quedado anclado en los años sesenta y setenta y, por consiguiente, representaba ya más un obstáculo que un elemento positivo en el arduo camino hacia la paz en el Medio Oriente.

Dicho todo esto, aún queda por ver si la muerte de Arafat puede contribuit a aclarar el panorama en el conflicto palestino-israelí o vendrá, por el contrario, a empeorar las perspectivas de una resolución a corto o medio plazo. En primer lugar, parece evidente que el fallecimiento de quien ha liderado la OLP durante tantas décadas debería favorecer un clima mucho más propicio al debate y la competencia abierta por las posiciones de poder. No obstante, mayor competencia por el apoyo de los ciudadanos no tiene por qué significar mayores cotas de democracia. Todo depende ahora de cómo se comporten todos y cada uno de los líderes que aspiran a suceder a Arafat con sus oponentes. Como no me canso de repetir, democracia no es simplemente el triunfo de la mayoría, sino también el respeto a la minoría y la aplicación de límites y cortapisas al poder establecido. De nada sirve que a Arafat le suceda alguien con su misma actitud mesiánica y violenta, limitando todo el cambio a un mero repuesto de caras que deje intactas las mismas bases del corrupto sistema político palestino. Pero aún más preocupante me parece la posibilidad de que todo acabe en caos y conflicto interno entre las distintas facciones palestinas enfrentadas soterradamente desde hace ya bastante tiempo. Por poco que guste la figura de Arafat y sus contribuciones históricas lo cierto es que, precisamente debido al hecho de que se le reconocía casi unánimemente como el Padre de la causa palestina, pudo evitar un conflicto armado entre moderados, izquierdistas seculares y fundamentalistas islámicos. Pues bien, ese obstáculo ha desaparecido ahora. Sea como fuere, más vale que el Presidente estadounidense se tome el conflicto palestino-israelí en serio y ponga las bases para un entendimiento a largo plazo, pues de lo contrario creo que el problema del terrorismo islámico internacional no hará sino empeorar. {enlace a esta historia}

[Sat Nov 13 08:31:48 CST 2004]

El profesor Jesús Cantera Ortiz de Urbina publica un Diccionario del refranero sefardí acompañado de un prólogo donde explica las diferencias entre sefardíes y asquenazíes. Son muchos, por desgracia, los españoles que jamás han oído hablar del pueblo sefardí, los judíos espa˜oles expulsados por los Reyes Católicos cuando finalizaron la Reconquista en 1492 y creyeron llegado el momento de proceder a la limpieza de la raza. A pesar de haber sido expulsados de su tierra, muchos de ellos aún conservaron la lengua (eso sí, anclada hasta cierto punto en la Castilla medieval) y muchas de las tradiciones. Cantera recopiló estos refranes de países como Marruecos (Tetuán y Tánger, principalmente), Turquía y hasta la Argentina, y nos advierte que la lengua, las coplas y los romances del sefardí se están perdiendo irremisiblemente como consecuencia de los cambios sociales y políticos que tuvieron lugar a partir de la Segunda Guerra Mundial y la integración de los sefardíes en la vida diaria de Israel, Norteamérica o países latinoamericanos. Ahí va una muestra de algunos de estos deliciosos refranes:

Quien asembra a la mansevés, acozhe a la vezhés.
Quien siembra en su juventud, recoge en su vejez.

Madrastra, el nombre le abasta.
A la madrastra, el nombre le basta.

Marido selozo, no tiene repozo.
Marido celoso, no tiene reposo.

Jajam y mercader: alegría de la mujer.
Intelectual y negociante, alegría para la mujer.

Jhidió en casa; ombre en la plasa.
Judío en casa, hombre en la vida social.

La asnedá se pasa, para que quiero el séjel.
Si la estupidez se pasa, ¿para qué quiero la inteligencia?

La labor de la jhudía, afanar de noshe y folgar de día.
La labor de la judía, trabajar de noche y holgar de día.

Purim lanu, Pesaj en la mano.
Estamos en la fiesta del Purim, pronto llegará la de Pascua.

Se fueron los anillicos, quedaron los dedicos.
Se fueron los anillicos, quedaron los dedicos.

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[Sat Nov 13 08:25:08 CST 2004]

Leo en la prensa que un joven andaluz de catorce años acaba de publicar su primera novela. El granadino Rafael Martín Masot, escribió Abulagos, una novela ambientada en el mundo rural andaluz de la postguerra, a altas horas de la noche, pues era el único tiempo libre que le quedaba después de dedicarse a jugar con los amigos. Por lo que cuenta, desde primero de educación básica lee unos cincuenta o sesenta libros al año. Me pareció una historia interesante. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 12 09:24:14 CST 2004]

La editorial Taurus celebra su medio siglo de existencia con una edición conmemorativa de su historia. Desde la perspectiva de un español expatriado en los EEUU da cierta pena ver cómo la fe cristiana está siendo usada en este país para generar divisiones y lanzar proclamas dogmáticas contra el infiel, mientras que hace cincuenta años este grupo de intelectuales cristianos progresistas tuvo el coraje de lanzarse a una aventura editorial basada en la tolerancia y la curiosidad por el conocimiento. A Taurus le debemos la traducción y publicación de autores centrales del siglo XX, así como el descubrimiento de importantes escritores españoles: Teilhard de Chardin, Karl Rahner, Karl Marx, Walter Benjamin, Adorno, Bataille, Ciorán, Savater, Lledó, Eugenio Trías, Francisco Calvo Serraller, José Antonio Millán, Juan Cruz... La lista es impresionante. Le deseo un muy feliz cumpleaños a la editorial Taurus, y que continúe por mucho años mostrando la cara dialogante y racional del cristianismo, que buena falta nos hace. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 12 08:18:34 CST 2004]

Por si quedaba alguna duda sobre las horas bajas que vive la democracia estadounidense, ahora leo que varias estaciones de televisión afiliadas a la cadena ABC han decidido que no van a mostrar la película de Steven Spielberg, Saving Private Ryan, por temor a represalias del organismo regulador, el FCC. Desde que hace unos meses otra cadena de televisión se viera en problemas por el famoso incidente del pezón descubierto de Janet Jackson (sí, lo siento, pero es que las cosas son así de ridículas), los medios de comunicación se lo piensan dos veces antes de emitir nada que pueda causar polémica. Ni que decir tiene que los resultados de las recientes elecciones, con su mandato moral, no hacen sino empeorar la situación en este sentido. En cualquier caso, lo que aún me preocupa más es el ambiente de arbitrariedad en el que tienen que actuar estas cadenas. Por lo que leo, el FCC se niega a manifestar con anticipación si tomarán medidas disciplinarias cuando un cierto programa o película sea emitido en pantalla, pero se reservan la potestad de hacerlo si lo consideran necesario. O, para expresarlo más claramente, los funcionarios del organismo regulador no quieren implicarse directamente y aceptar la responsabilidad de aprobar un programa determinado, pero sí que se reservan el derecho a tomar medidas punitivas a posteriori si se genera un clamor ciudadano de indignación moral. Es decir, precisamente lo contrario de lo que supone un Estado de Derecho. Como venía diciendo, me preocupan los bajos niveles que está alcanzando la democracia estadounidense, y con esto no quiero decir ni mucho menos que tenga nada que ver con el triunfo electoral de Bush y los republicanos hace un par de semanas. Los problemas vienen de mucho más lejos. {enlace a esta historia}

[Wed Nov 3 20:33:26 CST 2004]

La noticia del triunfo de George W. Bush en las elecciones presidenciales estadounidenses ha caído como un auténtico mazazo entre los simpatizantes demócratas, quienes tenían puestas todas sus esperanzas en John Kerry, no tanto porque les convenciera como candidato alternativo como quizás por representar un mal menor. O, lo que es lo mismo, los demócratas no han pedido tanto un voto a favor de su proyecto como un voto contra Bush y cuatro años de lo que ha sido, en verdad, una gestión nefasta de los recursos públicos y el enorme caudal de apoyo moral que se granjearon los estadounidenses en el mundo tras los ataques del 11 de septiembre. Aún peor ha sido, por tanto, el hecho de que esta vez Bush haya logrado un apoyo popular incontestable (ha superado a Kerry en más de tres millones de votos), los republicanos se hayan alzado con una sólida mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado y, para ahondar en la herida, casi todo el mundo tenga presente que durante los próximos cuatro años al menos dos miembros del Tribunal Supremo serán reemplazados por candidatos casi seguramente ultraconservadores. Todo ello contribuye a dibujar un paisaje bastante sombrío para los demócratas, sobre todo cuando los índices de popularidad del Presidente habían llegado a ser tan bajos, soldados estadounidenses mueren en Irak casi a diario, la economía continúa en horas bajas, todavía tenemos noticias de despidos masivos de cuando en cuando y el déficit público se ha disparado tanto que nadie sabe muy bien cómo evitar el desastre financiero.

¿Qué puede explicar el inapelable triunfo republicano en estas elecciones? El Mundo publica un interesante artículo sobre algunas de las claves del éxito electoral de Bush. A mí me parece, no obstante, que no analiza a fondo la realidad norteamericana de nuestros días. Sí, es cierto que Bush y los republicanos se han beneficiado de la movilización del voto en favor de una vuelta a los fundamentos morales y cuya influencia en el escenario político estadounidense no ha hecho sino crecer durante las últimas dos décadas, pero eso no explica a qué se debe tamaña influencia. No acierto a ver por ningún sitio dicho análisis, y me parece realmente necesario en estos momentos. Lo cierto es que la sociedad norteamericana está aterrada ante lo que parecen ser problemas insolubles planteados por la compleja sociedad postindustrial en la que vivimos. Atrás quedan los días de claridad en todos los aspectos, de papeles tradicionales y bien definidos adjudicados a cada uno de los individuos casi en el momento del nacimiento, de buenos y malos, fronteras bien definidas y mercados puramente nacionales. Hoy en día, cualquier ciudadano medio tiene que hacer frente a la inseguridad en el trabajo, dudas con respecto a la posibilidad de jubilarse a los 65 años como pudieran hacer anteriores generaciones, falta de recursos económicos para poder comprar una casa medio decente y pagarle los estudios universitarios a los hijos, protección médica, estilos de vida alternativos, inmigración, inseguridad ciudadana, la amenaza terrorista internacional, problemas ecológicos, una creciente globalización que limita las parcelas de soberanía nacional... y nadie parece estar dispuesto a coger el toro por los cuernos y ofrecer siquiera soluciones parciales a estos problemas. Nadie, especialmente desde las filas demócratas, tiene la valentía de explicar a los ciudadanos que nos encontramos ante una transición de un tipo de sociedad a otra y debemos esforzarnos por afrontar los problemas y adaptarnos a las nuevas realidades. Tiene poco de extraño, pues, que millones y millones de estadounidenses, intimidados por la magnitud de tanto cambio, atemorizados, convencidos casi de que asistimos al final de la civilización tal y como la conocemos, se entreguen en cuerpo y alma a quienes prometen que todo se arreglaría si tan sólo estuviéramos dispuestos a volver al pasado, a los gloriosos días en que la vida era más fácil, el bien era el bien, el mal era el mal, cada uno tenía un papel asignado en el conjunto de la sociedad, y nadie ponía en duda la autoridad establecida. Los conservadores están empeñados, inútilmente, en parar el reloj del avance social, y millones de ciudadanos les siguen a pies juntillas porque nadie les ofrece otra alternativa mejor. El temor siempre ha sido tremendamente poderoso, pero jamás ha logrado crear, innovar, solucionar problema alguno. Mucho me temo que si la sociedad estadounidense no vuelve a ser lo que era, paragón de dinamismo, de creatividad, de seguridad en sí misma, de fe en el futuro, convencida de que todos los cambios sociales habidos y por haber no serían capaces de destruir los sólidos cimientos de su edificio colectivo, siempre dispuesta a aceptar el reto del progreso, no tardará en hundirse irremisiblemente en la futil nostalgia por un tiempo pasado que siempre fue mejor. Y si los demócratas no tienen la valentía de salir de su letargo y tomar el liderazgo en búsqueda de esa auténtica renovación del espíritu estadounidense, quizás sea mejor que desaparezcan por completo del panorama político y dejen paso a otra cosa. Ha llegado el momento de que tanto demócrata de fin de semana se ponga a trabajar en serio y demuestre que de verdad tiene convicciones y está dispuesto a defenderlas, en lugar de recurrir al cálculo electoral constante. Los ciudadanos estadounidenses aguardan ahí fuera, ahítos de liderazgo y respuestas, esperanzados en que algún día un político auténtico les diga que no hay que temer al futuro, sino abrazarlo con todas sus consecuencias. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 1 14:14:28 CST 2004]

Hagamos un somero repaso a la actualidad cultural en España, al menos en lo que respecta al mundo editorial. Para empezar, acaba de aparecer en Salamanca un incunable sobre la misa impreso aproximadamente en 1495. Resulta que se está llevando a cabo la digitalización y catalogación de los fondos bibliográficos de la Biblioteca General Universitaria de Salamanca, y en el proceso se están descubriendo auténtica joyas que datan entre los siglos XVI y XIX y que vienen a confirmar la riqueza bibliográfica que mora en nuestros archivos. Por cierto, que hablando de clásicos, el hispanista francés Jean Canavaggio acaba de dar una conferencia en Oviedo donde subrayó el espíritu abierto y humanista de Cervantes durante el transcurso de unas conferencias dedicadas al autor de El Quijote. Fundamentalmente, el hispanista destaca en el escritor manchego:

... la elección de un espíritu abierto, enemigo de prejuicios, con lo que se convierte en un humanista en el sentido amplio de la palabra.
En este sentido, cabría concebir el Quijote no ya sólo como la primera novela moderna, sino también como el antecedente de la literatura humanista que le seguiría durante los próximos siglos.

Por otro lado, y como cabía esperar, la presencia de tropas españolas en Irak ya nos ha dado la primera novela, Invasor, escrita por Fernando Marías, y en la que se nos presenta la historia de un médico militar español enviado a Irak en 2003 que sufrirá una misteriosa y cruel pesadilla como consecuencia de sus experiencias allá. Todo tiene un aire bastante progre y anti-aznarista, así que la verdad es que no sé qué pensar al respecto. Suelo huir de este tipo de novelas, pues casi siempre se encuentran repletas de lugares comunes y posiciones tajantes de un lado o de otro. Ahora bien, lo mismo el libro de Fernando Marías es una excepción. Siguiendo con el tema de Irak, Siruela pubica El lector de Bagdad, de Jabbar Yassin Hussin, poeta y novelista iraquí exiliado desde hace ya más de veintisiete años. Se trata de un compendio de relatos con la capital iraquí como transfondo, donde:

Los hechos del pasado y del presente de la vieja Mesopotamia se confunden en sus páginas, la realidad reciente servida vía satélite por las cadenas Al Yazira y CNN se ve reflejada de manera sorprendente en las crónicas del siglo XIII. Así, la destrucción actual se solapa con aquella que en 1258 devastó la capital del Imperio islámico, extendido desde Marruecos hasta el subcontinente indio, y que tiñó el río Tigris primero de rojo y luego de negro, según las crónicas de aquellos días.

Rojo, por la sangre de casi un millón de habitantes degollados por los mongoles al mando de Hulagu Khan —hijo de Gengis Khan—. Negro, por los miles y miles de libros que fueron arrojados a sus plácidas aguas tras ser utilizados como tristes ladrillos en la construcción de dos puentes sobre el Tigris por parte de las tropas mongolas.

Como puede verse, tampoco es que la sufrida tierra iraquí no esté acostumbrada a expolios culturales como el que tuviera lugar con los recientes saqueos tras la invasión estadounidense. Los relatos de Jabbar Yassin Hussin continúan con
... historias de vulgares piedras gemelas, de vidas que sólo viven cuando rememoran el pasado, de hombres que hallan su propia lápida fúnebre, de nuevas y misteriosas interpretaciones para el final de Jesús el Nazareno, e incluso de aprendices de poetas que sólo llegan a buen puerto cuando olvidan los miles de versos aprendidos de memoria.
Suena todo, hasta cierto punto, como el Oriente exótico y misterioso que solemos imaginarnos en Europa.

El dramatugo José Sanchís Sinisterra, de bastante fama gracias a ¡Ay, Carmela!, acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura con su nueva obra, Terror y miseria en el primer franquismo. Comprendo que la decisión del jurado pueda sonar a manido revanchismo socialista, pero lo cierto es que no se ha escrito mucho sobre los grises años de la posguerra. Como afirma el autor, casi pareciera que nos hubiéramos empeñado en olvidar las dos décadas no ya de represión pura y dura, sino también de mediocridad, pobreza, hambre y podedumbre moral que siguieron a la Guerra Civil. Bien está que no queramos reabrir las heridas del pasado, pero tampoco hemos de olvidar de dónde venimos. Por cierto, que me llenan de esperanza las circunstancias que condujeron a Sanchís Sinisterra a retomar esta obra que comenzara durante los años de la transición, sobre todo por lo que deja entrever respecto al estado actual de la escuela pública española:

Cuando lo estaba reescribiendo y añadiendo escenas de un modo relajado y sin prisas, me llegó la propuesta de un grupo de profesores de enseñanza media de que hiciera con ellos un taller de actuación y al acabar me dijeron que querían seguir trabajando conmigo y tener la experiencia de actores preguntándome si yo les querría dirigir una obra. Entonces pensé que este texto podía servir y me entusiasmó la posibilidad de que incidiera sobre el medio docente y se hiciera un trabajo con los alumnos sobre el tema del franquismo. Fue así cómo terminé la obra y ellos conectaron con institutos y elaboraron un proyecto pedagógico.
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[Mon Nov 1 12:46:51 CST 2004]

Yo no sé otros, pero en mi caso hay ocasiones en las que me pregunto qué habrá sido de tal o cual estrella de la televisión que tan popular fuera hace veinte años y de quien nunca hemos oído hablar más. Pues bien, Miguel Ángel Prieto acaba de publicar Desaparecidos en combate. ¿Dónde están las estrellas del nuevo Hollywood? donde satisface nuestra curiosidad. Así, aprendemos que Jennifer Grey, de Dirty Dancing, arruinó su carrera cuando se operó la nariz, su rasgo tal vez más prominente; Victoria Principal, de Dallas, acabó dedicándose a los libros de autoayuda; Bo Dereck, la otrora mujer diez vende una l´nea de cosméticos para mascotas; Kelly LeBrock, auténtico mito erótico de usar y tirar, protagonista de La mujer de rojo, aparece en programas televisivos como evangelista de la medicina alternativa; y Mike Hamill, el famoso Luke Skywalker de La guerra de las galaxias, nunca supo deshacerse del encasillamiento profesional y acabó poniendo la voz a juegos de ordenador con transfondo galáctico. En fin, que lo que de verdad aprendemos de estas historias es que la fama no lo es todo, y quien hoy se encuentra en la cima mañana puede encontrarse fácilmente anunciando perritos calientes. Tiene poco de extraño en una cultura como la nuestra, tan entregada a la moda pasajera y la tiranía de lo intranscendente. {enlace a esta historia}