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[Mon Aug 30 13:45:06 CDT 2004]El veterano actor Rafael Álvarez El Brujo ha arremetido en unas declaraciones contra la actual Ministra de Cultura y la "falta de cultura teatral" de los empresarios españoles. Junto a un buen número de críticas sobre las que no tengo información suficiente para juzgar, El Brujo menciona un par de cosas que me parecen sensatas y ajustadas a la realidad: la necesidad de promover el género teatral en la televisión pública, y el hecho de que ciertas comunidades autónomas (entre las que citó a Cataluña, Andalucía y el País Vasco) sólo se preocupen de promover a compañías propias. Me parece demasiado temprano para criticar al nuevo Gobierno por la ausencia de representaciones teatrales en la televisión pública, pero sí que me parece necesario que suceda a corto plazo, junto a una profunda reforma de TVE que de verdad la convierta en herramienta para promover la cultura y el conocimiento, en lugar del entretenimiento descerebrado que ha venido acogiendo durante tantos años. Por lo que hace al otro comentario, mucho me temo que El Brujo debe tener razón también. La cultura debería ser universal, tolerante, excusa para conocer otras naciones y pueblos, ideas y sentimientos, forma de promover el diálogo y el conocimiento, pero a menudo se utiliza como arma arrojadiza para demostrat la pureza nacional de tal o cual comunidad autónoma o país. Se trata, me parece, de una de las asignaturas pendientes de nuestra joven democracia. Tengo bien claro que otras cosas (la estabilidad democrática, el desarrollo económico, las infraestructuras educativa, transportes y comunicaciones, el Estado de las Autonomías...) tenían prioridad, pero quizás haya llegado el momento de comenzar a poner en pie una política cultural seria. {enlace a esta historia} [Sun Aug 29 15:38:52 CDT 2004]Mi buen amigo Thomas incluye una cita del comentarista Dennis Prager en su bitácora que viene a sintetizar bastante bien la actitud general de la derecha estadounidense desde los años ochenta: If I lived 200 years ago in Europe, I would have been tempted by the argument that reason alone, without God, religion and sacred texts, can lead us to goodness. After the depredations of the French Revolution; the horrors of two secular doctrines, Nazism and Communism; the low moral state of American and European universities; and the moral cowardice and appeasement of evil in contemporary secular Europe, one has to be —ironically— a true believer to believe that reason alone will lead us to a more moral world. Of course, we need reason. But we also need God and moral religion.De hecho, para ser más precisos, Dennis Prager todavía reconoce un lugar para la razón, mientras que buena parte de la derecha estadounidense estos días tiene un punto de vista mucho más escolástico que casi me recuerda al nacionalcatolicismo franquista. En cualquier caso, la cita me parece interesante por cuanto uno puede observar varios temas claves del neofundamentalismo evangélico tan poderoso por estas tierras. En primer lugar, y teniendo en cuenta las continuas quejas provenientes de la derecha estadounidense acerca del anti-americanismo europeo y el odio acerbo hacia los EEUU en el resto del mundo, el señor Prager viene a ejemplificar algo que he visto repetido miles de veces durante los años que he vivido aquí: el odio cerril hacia todo lo que tenga que ver con el humanismo secularista, a menudo identificado con la vieja Europa. Ni que decir tiene que no se trata de una opinión compartida por todos los estadounidenses, pero sí que se trata de un tema clave en el discurso de la derecha norteamericana. Es más, el anti-europeísmo y la profunda convicción de que el secularismo del otro lado del Atlántico no es sino una muestra de decadencia cultural son tan centrales a la identidad conservadora en los EEUU como lo es el anti-americanismo montaraz para la izquierda europea. En ambos casos, también, sus proponentes suelen ver el mundo con el particular tinte ideológico de sus lentes, empeñándose en simplificar cualquier suceso histórico, deformándolo lo suficiente como para que encaje en esta dogmática visión en la que el otro siempre representa el Mal. En segundo lugar, Prager cae en el mismo error en el que suelen caer todos aquellos que mantienen una posición anticlerical o atea, si bien él lo hace por el otro extremo. De la misma forma que el anticlericalismo más ingenuo no se cansa de sacar a colación los crímenes de la Inquisición, aquí el señor Prager cae en el error de achacar todos los males del siglo XX al racionalismo o, incluso peor, al humanismo secular. Ni que decir tiene que ni el comunismo, ni el nazismo, ni la Revolución Francesa tienen nada que ver con el humanismo, pero me temo que eso le importa bien poco a Prager y a sus lectores. Hace ya tiempo que el término humanismo secular se usa como moneda de cambio en la refriega política aquí en los EEUU, y la mayor parte de las veces se usa sin saber siquiera en qué consiste. Algunas lecciones en Historia de la Filosofía no les vendría mal a estos individuos, y quizás entonces aprenderían que tanto los nazis como los comunistas despreciaban el humanismo, considerándolo demasiado "aburguesado" para sus gustos. El nazismo tiene sus raíces, de hecho, en el irracionalismo de finales del siglo XX, y no en ningún tipo de racionalismo. El comunismo, por su parte, si bien está basado en una filosofía de corte racionalista como es el marxismo, tampoco tiene nada de humanista, y de esto dejó constancia el propio Marx en varios escritos. Para colmo, hay que recordar que el comunismo no es sino la interpretación leninista del socialismo, y que como tal carece en absoluto de elementos humanistas y, al contrario de lo que nos quiere hacer entender Prager, está imbuido de bastantes elementos milenaristas. En cualquier caso, al igual que debe aplicarse a las religiones, el hecho de que algunos individuos hayan cometido crímenes en nombre de la razón tampoco vendría a demostrar sino algo que ya sabemos, que el ser humano es proclive a asesinar en nombre de cualquier ideal. La solución no me parece tanto el abandonar un ideal u otro, pues todos ellos han sido usados en algún momento para cometer crímenes, sino más bien el transmitir a nuestros hijos el profundo respeto por la vida humana por encima de cualquier idea abstracta, así como promover una actitud pragmática y moderada en lugar del iluminismo mesiánico que tanto vemos a nuestro alrededor. Lo demás no es sino uso y abuso de la filosofía para fines partidistas, de lo cual, por desgracia, vemos mucho en los EEUU estos días. Pero, finalmente, críticas como las de Prager me parecen enormemente peligrosas, abstractas y maximalistas. Para empezar, su intención parece ser imponer una moral (la "moral correcta", por supuesto) desde arriba, desde el poder. Tal y como siempre han defendido los extremistas de un lado y otro del espectro político, el señor Prager cree estar en posesión de la Verdad absoluta, la llave del conocimiento, y se cree también con el derecho de imponérnosla a los demás, pobres ingenuos, estúpidos ignorantes que no hemos alcanzado tal grado de perfección aún. Se trata, en definitiva, de ese mesianismo que tantos crímenes cometiera en el siglo XX (y en siglos pasados también, que todo hay que decirlo) nada más alcanzar el poder. Si, como dice Prager, necesitamos ambos razón y fe, ¿qué hacer con todos aquellos que no tienen fe? ¿Qué hacer con ateos y agnósticos? ¿Les negamos el derecho a desempeñar cargos públicos? ¿Nos aseguramos de que no estén demasiado cerca de nuestros hijos en las escuelas, no vaya a ser que difundan sus pensamientos "inmorales"? La fe, después de todo, es algo que se tiene o no se tiene. Es algo que nos llega, no algo que elegimos. La razón, por el contrario, es algo con lo que nacemos, independientemente de nuestra nacionalidad, raza, sexo o religión. La cosa se complica aún más cuando preguntamos: ¿qué fe?, ¿qué dios? ¿Cómo y quién va a decidir cuá de las múltiples creencias es la que vamos a considerar "moral"? No me caben dudas de que es imposible construir una sociedad democrática, abierta, moderna y tolerante sobre las bases que postulan Prager y la derecha estadounidense contemporánea. Posiciones como las mantenidas en la cita que aquí comentamos me parecen de lo más loables siempre y cuando se restrinjan a la esfera de lo privado, pero en cuanto alguien hace el intento de aplicarlas a la sociedad en general ya comienzan los inevitables conflictos. Hemos cometido el mismo error demasiadas veces en nuestra historia más cercana. Esperemos no dejarnos llevar por los cantos de sirena del milenarismo conservador, o me temo que volveremos a conocer una cuantas décadas de conflicto abierto como los que ya conocimos en el pasado. La razón y el diálogo son, hoy por hoy, las únicas bases decentes sobre las que basar nuestras sociedades, y la naturaleza multiétnica del mundo globalizado en que vivimos no hace sino exacerbar esa necesidad. Algunos prefieren darle marcha atrás al reloj de la globalización en un vano intento de volver al pasado, pero sus propuestas no responden a las necesidades de hoy, sino a las del pasado. Reaccionemos ahora que aún estamos a tiempo. {enlace a esta historia} [Sun Aug 29 12:21:45 CDT 2004]Acá en los EEUU la denominada novela gráfica o novela ilustrada (graphic novel en el original inglés) ha cobrado más y más crédito durante los últimos quince años o veinte años. No hace mucho que los padres se sentían algo preocupados cuando sus hijos se aficionaban a la lectura de los cómics o, como se les llamaba en España, los tebeos, y no me cabe duda alguna de que aún quedan padres que se llevan las manos a la cabeza cuando descubren los volúmenes ilustrados en los cuartos de sus hijos. Sin embargo, y sobre todo debido a autores como Art Spiegelman, cada día son más los adultos que prefieren ver en el cómic una forma distinta de literatura que combina historias con dibujos. Los medios de comunicación, por su parte, ya no se lo piensan tanto antes de publicar reseñas sobre las últimas creaciones de ciertos artistas. Así, hoy mismo el diario local Star Tribune ha publicado un artículo en su sección de libros sobre lo que uno de sus críticos considera las novelas gráficas más destacadas de este otoño. Hacía ya años que Art Spiegelman no sacaba a la luz una nueva obra, pero ahora se publica In the Shadow of No Towers, que ya fue publicada por entregas en un diario alemán y un semanario judío. Merece la pena resaltar que otros grandes del mundo periodístico, como The New Yorker o el mismísimo The New York Times, se negaron a publicar las viñetas en su momento, al considerar su contenido demasiado comprometido o polémico. Y es que Spiegelman no se lo piensa dos veces antes de arremeter contra las políticas del Presidente Bush, y eso tiene un coste en un ambiente de patriotismo descerebrado en el que las críticas a la autoridad establecida se interpretan como descarada traición por demasiada gente. Así, una de las imágenes muestra a Bush y Cheney montando el águila calva que sirve como símbolo nacional y mientras el Presidente grita "Let's roll!" el segundo de a bordo usa un cortador de cajas para degollar el águila. Demasiado arriesgado en una atmósfera en la que los grandes medios de masas prefieren seguir la línea y no perder incluso más apoyo entre los ciudadanos (no olvidemos que son bastantes los televidentes que han abandonado a las grandes cadenas para seguir las noticias por Fox News, que ni siquiera se molesta en ocultar sus intenciones abiertamente propagandísticas y pro-Bush). Pero aparte de la nueva obra de Spiegelman, también merece la pena destacar Persepolis 2, la segunda parte de la historia escrita y dibujada por Marjane Satrapi en la que nos cuenta su vida como una adolescente en el Irán de la revolución islámica. En esta segunda entrega, Satrapi narra el exilio en Austria, a donde la enviaron sus padres para evadirse de la tiranía fundamentalista, y su regreso a Irán como consecuencia del vacío cultural y sentimental que experimentara en Europa. Una obra, en este caso, que puede enseñarnos bastante a los europeos acerca del lado oscuro de nuestras sociedades, pues Satrapi no ve sino vacío, vanidad y racismo. Finalmente, el crítico termina recomendando otras obras que también le parecen interesantes, si bien menos conocidas: End Times —Tiempos Finales, del autor local Sam Hiti; Orbiter, de Warren Ellis; y Cities of the Fantastic: The Invisible Frontier, del dibujante belga François Schuiten y el escritor francés Benoit Peeters. Como decía, que el mundo del cómic parece haber cobrado nuevo vigor en la última década, y se ha ganado el respeto que no hace mucho se le negaba como un medio de expresión artística serio y maduro. Hay que reconocer, no obstante, que el descrédito del cómic en muchos de nuestros países se debió en buena parte al mismo contenido de las obras. Mientras en países como Japón los cómics para adultos eran bastante normales, en Europa su mercado se reducía a niños y adolescentes, ya fuera en su vertiente humorística o la tradición de los superhéroes. Hasta fechas muy recientes, nadie se había atrevido a contar historias complejas dirigidas a un público lector adulto. En cuanto hubo artistas dispuestos a tomar una actitud más literaria y menos simplista, el mercado respondió sin pensárselo dos veces. {enlace a esta historia} [Fri Aug 27 11:12:01 CDT 2004]Hay ocasiones en las que uno no sabe si echarse a reír o a llorar. Hoy leo en la prensa que una limpiadora de la Tate Gallery londinense tiró por equivocación una bolsa de basura que acabó siendo una obra de arte. Un incidente similar sucedió hace unos años con un cenicero lleno de colillas, botellas y paquetes de tabaco vacíos que formaban parte de otra obra de arte, en este caso del polémico Damien Hirst. Como decía, es que no sabe uno si reír o llorar, y que conste que cuando se trata de arte yo no soy un tradicionalista para nada, pero es que me da la sensación de que estamos llegando demasiado lejos con esto de la vanguardia creativa. {enlace a esta historia} [Tue Aug 24 18:22:23 CDT 2004]Las jóvenes generaciones de escritores continúan escribiendo, por más que uno no viva en el país y ni siquiera oiga hablar de ellos. Un escritor del que jamás había oído anteriormente, Miguel Albero, ha publicado su primera, original e interesantísima novela, Principiantes. En ella, cuenta la historia de un jubilado, Fermín Maroto, que entretiene sus días buscando a los mejores "principiantes" del mundo y entrevistándolos. Su definición de "principiante" es, sin embargo, bastante sui generis: todos aquellos que en distintas circunstancias lo dieron todo por conservar los principios. Así, investiga los motivos por los cuales Dante Patricio Torrisi, profesor de matemáticas residente en Inglaterra, decidió participar en las Olimpiadas de Roma representando a su país en la competición de 600 metros, y abandonó la prueba nada más empezar, esfumándose entre el público. Otros personajes son un torero incapaz de entrar a matar, pilotos de competición paralizados en la parrilla de salida, y Junichiro Soseki, saltador japonés que inventó un traje de plomo con la intención de ganar velocidad en los descensos y que terminó clavado en la nieve. En fin, que el libro está repleto, por lo que leo, de historias surrealistas sobre auténticos "principiantes", pues jamás lograron terminar nada de nada. Suena interesante, o al menos mucho más original que la enorme cantidad de lugares comunes con los que nos inunda la industria del entretenimiento todas las semanas. {enlace a esta historia} [Mon Aug 23 21:04:39 CDT 2004]Leyendo la transcripción de una conversación con Nicholas Capaldi, autor de John Stuart Mill: A Biography me encuentro con unas interesantes reflexiones acerca del género literario de la autobiografía: Se trata de uno de esos temas a los que generalmente no se le presta mucha atención, pero que sin lugar a dudas tiene sus consecuencias. ¿A qué puede deberse el hecho de que el género autobiográfico no naciera hasta principios del siglo XIX? Bien pudiera equivocarme, pero me da la impresión de que jamás hubiera existido el concepto de autobiografía sin la idea de mejoramiento personal, que a su vez no hubiera existido sin la progresiva individualización de la sociedad occidental, la liberación de costumbres, el abandono de las rígidas estructuras clasistas antiguas y medievales, la secularización y, en definitiva, el proyecto ilustrado de sociedad. La autobiografía es hija directa de la filosofía ilustrada del siglo XVIII y sus consecuencias. {enlace a esta historia} [Mon Aug 23 20:50:22 CDT 2004]Para sorpresa de muchos, el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar un estudio demográfico que refleja un serio crecimiento de la población española por primera vez en mucho tiempo. Así, se espera que la población española alcance 53,14 millones de personas en 20 años y 45,6 millones para el año 2010. Tampoco debería sorprender a nadie que este crecimiento se deba fundamentalmente a la inmigración neta de otros países del Mediterráneo, Sudamérica y África fundamentalmente, lo cual no hace sino reflejar las mismas tendencias que ya se observan en otras naciones avanzadas como el Reino Unido, Alemania o los propios Estados Unidos. Lo que sí me parece irónico es que tanto ultraconservador acá en los EEUU haya usado el argumento del estancamiento demográfico europeo para ilustrar la supuesta decadencia europea y ahora se descubra que allá también se está experimentando un crecimiento demográfico con las mismas causas que el estadounidense: la influencia de las corrientes migratorias y el mayor índice de natalidad de los recién llegados. Claro que tampoco es que estos individuos nunca hayan prestado atención alguna a las estadísticas o los argumentos racionales. En su caso, prefieren trabajar con el método opuesto: comenzar con asunciones y dogmas, y aplicarlos a la realidad de una u otra forma. {enlace a esta historia} [Sun Aug 22 09:12:42 CDT 2004]Echándole un vistazo a algunos sitios web relacionados con el mundillo ciberpunk español me encuentro con un artículo sobre las consecuencias de la inmigración árabe en Europa repleto de clichés izquierdistas, pero que no obstante destaca un punto que me parece importante. El multiculturalismo ha tenido en España un gran éxito como discurso: es tranquilizador y relativamente fácil de gestionar pues articula la sociedad "desde arriba" de cada comunidad y, a fin de cuentas, no es sino un acuerdo de convivencia entre élites. En nuestro país además se basaba en el mito de "la convivencia entre las tres culturas", relato dulcificado del sistema español de castas medievales con el que cada "comunidad" evitaba la "fuga" de miembros hacia otras y aseguraba, independientemente de cuál fuese la comunidad preponderante en cada lugar y momento, el mando interno de las élites grupales. La alternativa al multiculturalismo es el mestizaje que coloca la diversidad en el individuo y no en las comunidades y cambia por tanto el signo de la pertenencia. Mientras el espacio multicultural es un espacio social definido por varias comunidades internamente homogéneas a las cuales pertenece con exclusividad el individuo, en el mestizaje la diversidad está en el individuo, no es él el que pertenece a una cultura, sino distintas culturas las que le pertenecen a él en grado diverso y en la forma que finalmente, él y no la norma o la élite intracomunitaria, decide. Para que exista mestizaje es preciso la generación de espacios y redes en los que la soberanía recae en los individuos y no en los gestores, religiosos o étnicos, de identidades.Exacto. Éste ha sido, precisamente, el problema de la izquierda estadounidense en las dos últimas décadas. En su empeño por construir identidades comunitarias que no logran nunca salir del horizonte tribal, no hace sino fortalecer la opresión del individuo, indefenso frente a una élite que le dice cúmo debe sentirse, qué debe pensar y cuá el su "verdadera" identidad. El multiculturalismo como tribalismo, como retorno a la primitiva identidad colectivista que suprime al individuo y le dicta su modo de vida. No acierto a ver progresismo alguno en esta tendencia. El mestizaje que propone Dabid de Ugarte es bastante distinto, siempre y cuando lo entendamos como elección del individuo y no como algo que se nos impone en el momento del nacimiento. ¿Por qué no ha de ser posible que un japonés viva el flamenco, que un estadounidense de raza negra se convierta en experto en budismo y un senegalés acierte a sistematizar un nuevo paradigma filosófico? El problema no es sólo el rechazo de otras culturas, sino también la imposición de identidades rígidas en nombre de una supuesta esencia colectiva que tan sólo algunos (los de siempre) conocen. {enlace a esta historia} [Sat Aug 21 21:43:20 CDT 2004]En los últimos tiempos, se han alzado algunas voces críticas aquí en los EEUU contra el concepto de democracia islámica que ciertos miembros de la Administración Bush han estado aplicando a Turquía. Las críticas no han venido solamente de las filas demócratas, sino que también algún que otro conservador ha alzado la voz contra lo que consideran una distorsión de la realidad. A decir verdad, he de reconocer que, como se viene diciendo, la democracia turca es simplemente eso, democracia, sin adjetivos. No hace mucho, con la caída del muro de Berlín, nos congratulábamos en haber puesto fin a los discursos que, añadiendo adjetivos al concepto de democracia (durante la Guerra Fría muchos contraponían la democracia popular socialista a la democracia liberal capitalista), no hacían sino ocultar la sangrienta realidad de los regímenes totalitarios del bloque soviético. La democracia es simplemente eso, democracia, pensábamos entonces. Sí, qué duda cabe que se trata de una democracia imperfecta, representativa, supeditada a menudo a los grupos de presión y el secretismo oficial, pero pese a todo se trataba del sistema político menos malo, como acertadamente lo definiera Churchill allá a mediados de siglo. Después de todo, la caída en masa de los regímenes comunistas y el aprecio con que tantos millones de individuos abrazaron la democracia liberal representativa nos daba la razón tras tantas décadas de lucha. Así pues, se nos hace un poco extraño el ver ahora ni más ni menos que a una Administración conservadora recuperar el concepto de democracia con adjetivos. Sin embargo, me parece que no se trata sino de una confusión. Creo entender que Colin Powell y Condoleezza Rice no se están refiriendo en realidad a una democracia islámica sino más bien a la democracia en un país de mayoría musulmana. En otras palabras, lo que quieren subrayar no es tanto el hecho de que el régimen democrático turco tenga un origen islámico, que no lo tiene ni mucho menos (más bien al contrario), sino el hecho de que se dé en el contexto de un país donde la mayoría de la población es de religión musulmana y la practica regularmente. En este sentido, sí que puede hablarse sin duda del ejemplo turco, algo que merecería la pena ver extenderse por el mundo árabe. Claro que lo que los prebostes de la Casa Blanca parecen ignorar es que ni Turquía es étnica ni culturalmente árabe, ni tampoco parece probable que pueda darse en los países árabes una revolución secularista como la de Kemal Ataturk. Es más, yo me atrevería a llevar esto mucho más lejos, y preguntar al Presidente Bush cómo es posible que presente la república secular turca como un ejemplo al mundo árabe al tiempo que se empeña en fomentar un dogmatismo religioso de lo más acartonado puertas adentro. Los republicanos estadounidenses están en lo cierto cuando explican que la democracia solamente puede desarrollarse con independencia de los dogmas religiosos, manteniendo una estricta separación entre Iglesia y Estado, y evitando usar los dogmas religiosos como arma para la lucha política. El problema es que no parecen aplicarse la doctrina a sí mismos en casa. Y eso es precisamente lo que me preocupa. A pesar de todos los pesares, digan lo que digan, me queda la sospecha de que ven al Islam como algo antitético con las libertades, pero no aciertan a ver la misma amenaza en el cristianismo. Tanto han demonizado lo que llaman el humanismo secularista que no aciertan a ver cómo sin él jamás se hubiera dado el proceso de democratización que las naciones occidentales vivieron durante los siglox XIX y XX. En definitiva, que ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. {enlace a esta historia} [Fri Aug 20 18:40:02 CDT 2004]Uno de los problemas con vivir tan lejos de la patria de uno es que no hay forma de mantenerse al tanto de lo que sucede. Afortunadamente, el acceso a los medios de comunicación se ha facilitado enormemente durante la última década, sobre todo gracias a la Internet, que nos permite leer la prensa diaria, comprobar cómo se sienten nuestros compatriotas e incluso escuchar la radio española por medio del ordenador. Pese a todo, evidentemente no es lo mismo que vivir allá y ver pasar los días uno tras otro, cada uno con sus acontecimientos, sus recuerdos, sus desencantos, esperanzas, resquemores y experiencias. En fin, que por más que se diga los medios de comunicación pueden ayudarnos a no perder el contacto con la patria, pero no tanto a saber qué se mueve allá al otro lado del Atlántico, qué es lo que preocupa a nuestros amigos y familiares, qué les llena de ilusión en el futuro y qué les preocupa o induce a la resignación. Digo esto porque, al parecer, en los últimos años hay un individuo que parece haber cobrado cierta fama de enfant terrible del teatro español y que me había pasado completamente desapercibido hasta hace poco. Se trata de Calixto Bieito, el director que acaba de estrenar una versión muy sui generis de La Celestina en el Festival de Edimburgo. La verdad es que después de mis veleidades adolescentes jamás he vuelto a sentir aprecio alguno por la vieja actitud vanguardista de épater le bourgeois, así que la fama de polémico que acompaña a Bieito no ayuda en nada a que sienta simpatía alguna por su obra. No obstante, tampoco puedo evitar la sensación de que muchos se obstinan en criticarle más que nada por inmovilismo tradicionalista. Tal vez haya demasiada gente ahí fuera para la que sólo puede haber una forma de representar a Shakespeare, Calderón de la Barca, Lope de Vega o cualquier otra obra considerada clásica: como siempre se ha hecho o, como seguramente afirmarían, "como debe ser". Claro que así casi no habría arte. De hecho, casi podemos asegurar que así no habría habido siquiera Historia. Es algo que siempre me ha parecido interesante en la actitud conservadora inmovilista (cuidado, que también hay una actitud conservadora que me parece mucho más sensata y racional, pese a que en general no esté de acuerdo con ella). En definitiva, que al igual que puedo ver sin lugar a dudas el peligro de caer en el sensacionalismo más ramplón con el único propósito de llamar la atención, causar polémica y alcanzar cierta fama, eso no quiere decir que me tenga que oponer de entrada a las reinterpretaciones de obras clásicas para adaptarlas a nuestros tiempos, pues también eso tiene su lugar. Después de todo, no hay más que recordar cómo fueron acogidos musicales como West Side Story o Hair en ciertos ambientes, aunque con el paso del tiempo se hayan convertido a su vez en auténticos clásicos. ¿Pero acaso no es excesivo representar La Celestina en un tugurio de carretera? ¿Y por qué? ¿Es que puede siquiera ocurrírsenos que la obra original fuera menos que polémica en su momento? ¿Alguien piensa seriamente que Fernando de Rojas no escandalizó a toda alma bienpensante en su momento con una obra tan explícita? ¿Tan extraño parece imaginarse a la vieja alcahueta como encargada de un destartalado burdel de carretera hoy en día? Pues lo mismo resulta que reinterpretaciones como las de Bieito acercan a algún que otro joven al mundo de la literatura clásica. Bienvenido sea. {enlace a esta historia} [Fri Aug 20 17:45:06 CDT 2004]Ha muerto el poeta Czeslaw Milosz. Como tantos otros hombres de su época, Milosz tuvo que navegar como pudo por entre las procelosas aguas de los dos totalitarismos más criminales del siglo XX: el nazismo y el comunismo. Y, también como en el caso de tantos otros hombres de su época, hubo quien no le perdonó las equivocaciones que pudiera haber cometido en aquellos borrascosos años. Así, unos no le perdonaron su colaboración con el recién instaurado régimen comunista durante su etapa como diplomático en Nueva York (1945-1949), en tanto otros le echarían en cara su supuesta traición al anticomunismo polaco cuando se decidió a pedir asilo político en Occidente en 1951. Los juicios a posteriori son, como de costumbre, bien fáciles, y suelen provenir de quienes no se vieron obligados por las circunstancias a tomar decisiones tan difíciles como las que tuvo que afrontar Milosz. En cualquier caso, su descripción de la literatura de su país ocupará aunque sea un pequeño espacio en la historia de las letras: Formo parte de la literatura polaca, desconocida en el mundo por las dificultades que genera su traducción a otras lenguas y de ahí que los escritores de mi idioma constituyamos una especie de congregación secreta que convive, ante todo, con los muertos y en la que, las lágrimas y la risa, lo patético y lo ridículo, coexisten con derechos iguales.{enlace a esta historia} [Tue Aug 17 12:35:32 CDT 2004]Qué duda cabe que nos gusta pensar que nuestras modernas democracias se han deshecho finalmente de los dogmáticos prejuicios de antaño y sustituido la propaganda en nuestras escuelas por una educación objetiva, progresista, avanzada y científica. Imagino que todas las generaciones prefieren verse a sí mismas como portadoras de un imparable avance hacia una mayor prosperidad y un mayor conocimiento, o al menos ése ha sido el caso desde la Ilustración para acá. Sin embargo, de cuando en cuando, alguien nos desmarca con un análisis serio de la profunda carga ideológica con que todavía contamos, y con la que sin lugar a dudas nos pertrechamos para analizar la realidad que nos circunda. Digo esto a colación de una reseña que acabo de leer sobre How Textbooks from Around the World Portray US History, donde se nos muestra bien a las claras los prejuicios anti-americanos aún imperantes en los sistemas educativos de Canadá, Francia y otros países. De la misma forma, uno acierta a darse cuenta cómo muchos acontecimientos históricos (la Guerra de la Independencia de los EEUU, la Guerra de Secesión, la Crisis de los Misiles en 1962, la voladura del Maine, el golpe de Estado del 18 de juliode 1936 en España...) pueden ser legítimamente vistos e interpretados desde múltiples puntos de vista, si bien los libros de texto que usamos en nuestras escuelas suelen empeñarse siempre en propagar un sólo punto de vista: invariablemente, el que mejor parada deja nuestra propia imagen. Me parece curioso en este sentido que los mismos autores que se escandalizan acerca de la tergiversación sobre la historia estadounidense contenida en muchos libros de texto extranjeros ni siquiera se plantean si quizás hay una interpretación alternative a la que tienen sus propios libros de texto en los EEUU. En definitiva, que éste parece ser uno de esos temas en los que el parroquialismo se impone y cada cual barre para su casa como buenamente puede. Lo dicho, es una pena, pero mucho me temo que se trata de la naturaleza humana. Por cierto, que hablando de tergiversaciones e historia, también me he encontrado hoy con una reseña sobre Napoleon's Fatal March, de Adam Zamoyski en la que el historiador británico de origen polaco se propone acabar con muchos de los mitos de aquella fracasada marcha sobre Moscú. Entre otras cosas, Anne Applebaum escribe en su crítica: For all the purple prose written about Alexander's tactics, Zamoyski concludes that the Russian troops kept retreating —and avoiding open battles— mostly because their commanders didn't know what else to do. As so often happens in war, it was incompetence, not careful planning, that was crucial, bringing Napoleon practically to the gates of Moscow without a fight. And it was panic, not cunning, that led Alexander to keep totally silent after Napoleon marched into Moscow following the battle of Borodino. The French emperor found the Russian czar's refusal to surrender deeply unnerving. How was he to know the the St. Petersburg court was in fact wracked by indecision?Como sucede en tantas otras ocasiones, la verdad suele ser mucho menos heroica de lo que nuestras historias nacionales nos dan a entender. Todavía a principios de este nuestro siglo XXI, tan tecnológico y avanzado él, preferimos los ornamentos míticos a la cruda realidad. Como venía diciendo, mucho me temo que se trate simple y llanamente de la naturaleza humana. {enlace a esta historia} [Mon Aug 16 08:39:21 CDT 2004]Los venezolanos celebraron un referéndum ayer para decidir sobre la continuidad de Chávez en la Presidencia. Al parecer, con casi el 95% de los votos escrutados, la mayoría de los ciudadanos han decidido votar en contra de la propuesta para revocar al Presidente. La oposición ya ha hecho varias manifestaciones públicas en las que acusa a los partidarios de Chávez de manipular los resultados y llevar a cabo un "gigantesco fraude", pero aún no se ha oído nada de los numerosos observadores internacionales que han seguido los comicios. Vaya por delante mi oposición a las políticas del Presidente Chávez. Su retórica anti-americana, el castrismo descerebrado y el populismo demagógico que le caracterizan representan buena parte de los valores contra los que trabajé cuando estuve implicado en política en mi país. Al echar abajo el sistema político que le precedió y montar uno nuevo sobre las bases de una Constitución escrita a su medida, estoy convencido de que Chávez no ha hecho sino inaugurar una era de divisiones, odios y resquemores que ya ha conducido a la discordia civil y puede acabar causando un conflicto abierto entre sus partidarios y detractores. La Constitución de un país debe ser consensuada entre el mayor número posible de fuerzas políticas y ha de dejar siempre el margen de maniobra suficiente para que el Gobierno de la nación puede llevar a cabo políticas que respondan a distintas sensibilidades ideológicas. Chávez, por su parte, no hizo sino aprovechar la nueva Carta Magna como excusa para imponer su particular visión mesiánica sobre todos aquellos que se le oponían. Las primeras palabras que pronunció esta noche tras conocer los resultados del referéndum ya dan una idea del individuo: "¡Hemos derrotado al diablo!" La política como extensión de la guerra por otros medios, como campo de batalla donde imponer las propias verdades a traidores e infieles. Pese a todo, espero que la oposición no se entregue al no menos peligroso populismo anti-chavista. Mal que nos pese, es mejor dejar que Chávez gobierne hasta el 2007 que provocar un golpe de Estado o, peor aún, una guerra civil abierta en las calles venezolanas. Ha llegado el momento de pasar página y permitir que la vida se normalice. De lo contrario, todos los venezolanos terminarán perdiendo. {enlace a esta historia} [Wed Aug 11 10:55:03 CDT 2004]La proyección de de El nacimiento de una nación ha vuelto a ser cancelada en un cine de los EEUU. Qué duda cabe que el filme mantiene una actitud racista al glorificar al Ku Klux Klan y mostrar a los negros como los malos de la película. Sin embargo, una vez más se nos plantea la cuestión de dónde se encuentran los límites entre expresión artística y valores morales. Hace ya bastante tiempo que escribí unas palabras sobre este tema a raíz de la muerte de Leni Riefenstahl, y lo que decía entonces aplica igualmente a este caso. Solamente un espíritu bastante dogmático o simplista es capaz de ver en una obra de arte (cualquier obra de arte) la expersión de una única idea. Prácticamente todas las obras pueden ser interpretadas y analizadas desde diversos puntos de vista, pelando cada una de las finas capas que protegen el meollo de la obra como si se tratase de una cebolla. Así pues, El nacimiento de una nación es, sí, un largometraje con un mensaje racista subyacente, pero también uno de los clásicos del cine mudo, una extraodinaria obra de arte y una excelente pieza de documentación del racismo sureño en los EEUU. Si algo hemos de aprender de los críticos postmodernos es que las obras no son sólo propiedad de sus autores, sino también de sus espectadores y consumidores. Hay mil formas de ver una película, como también hay mil formas de entender la idea de Dios, y todo empeño en homogeneizar las interpretaciones en uno u otro ámbito me pone los pelos de punta. {enlace a esta historia} [Wed Aug 11 10:08:03 CDT 2004]Me acabo de encontrar con una entrevista a Santiago Carrillo que se publicó allá por abril del 2003, y sus comentarios acerca de la campaña neoconservadora estadounidense para implantar la democracia en Irak me parecen interesantes. Yo creo que la democracia no se exporta. La democracia existe en países suficientemente desarrollados para asegurar incluso a los sectores menos favorecidos un mínimo de bienestar, y eso es lo que hace que todos aceptemos las reglas del juego democrático. Pero, en los países pobres en donde hay masas que viven en condiciones infrahumanas, bajo una opresión y una expotación ilimitadas, no hay manera de establecer unas reglas que acepten todos y, por eso, en los países pobres, cualquiera que sea su estructura, lo que existen son dictaduras. La mayor parte de los casos de derechas, y en una mínima parte de izquierdas. Así son las cosas y cada país tiene que construir su propio futuro. Los países ricos debiéramos ayudar a los países pobres para que sus habitantes no tengan que emigrar para poder vivir.Aun estando de acuerdo con lo que dice Carrillo, me parece ver una clara contradicción en el seno de la izquierda cuando se trata de este tema. Por un lado, se critica a los EEUU su colaboración con regímenes autoritarios en los países en vías de desarrollo, pero por el otro también se les critica cuando intentan extender la democracia a esos mismos países, calificándolo de imperialista o, cuando menos, bienintencioando pero problemático. ¿Qué deben hacer los EEUU, pues? Si uno acepta la tesis de Carrillo (que, como digo, me parece correcta), la existencia de regímenes autoritarios o corruptos en ciertos países es inevitable. Una vez aceptado esto, es lógico que el mundo no se puede parar debido a ello, lo que quiere decir que actividades como las relaciones diplomáticas y el intercambio comercial continuarán su curso normal. No parece justo entonces criticar a los EEUU (o cualquier otro país occidental) por establecer relaciones con estos regímenes. Por supuesto, es posible mantener la tesis maximalista que Carrillo también parece insinuar de que a largo plazo podemos cambiar las circunstancias gracias a las políticas de ayuda. Uno puede incluso manifestar su fe en un futuro donde la justicia social se haya extendido a nivel global, e incluso se puede argumentar que el modo de producción capitalista es el causante principal de que esto no pueda darse hoy día. Todo esto está muy bien, pero no cambia el hecho de que un buen número de países no tienen, como Carrillo afirma, las condiciones objetivas para que se dé una democracia consolidada y el comercio internacional y el diálogo entre naciones no puede paralizarse a pesar de la existencia de estos regímenes autoritarios. Me parece mucho más lógico y realista, si bien no tan idealista y grandilocuente seguir la política mantenida durante bastante tiempo de ser inflexibles con políticas totalitarias extremas al tiempo que no se evitan los contactos con países donde las instituciones democráticas aún no se han consolidado. Eso sí, intercediendo siempre que se pueda por los perseguidos y oprimidos e intentando promover el desarrollo económico y la progresiva democratizaci&ocute;n de las instituciones. En otras palabras, la política llevada a cabo durante tanto tiempo por socialdemócratas y cristianodemócratas. Si a alguien se le ocurre algo mejor, por favor que me lo haga saber, pero hablemos de políticas que se pueden aplicar a la realidad, y no sólo de principios morales o filosóficos. Por cierto, que también me pareció interesante su respuesta al lector que le preguntó cómo es capaz de conciliar su militancia comunista con el hecho de que se hayan cometido tantos crímenes en nombre del comunismo: En la historia de la humanidad se han cometido crímenes en nombre de la Iglesia, en nombre del islamismo y en nombre de cada ideología. No podemos juzgar con ese rasero. Yo creo que yo puedo seguir siendo comunista, igual que un católico puede seguir siendo católico aunque haya existido la Inquisición.{enlace a esta historia} [Wed Aug 11 09:21:19 CDT 2004]El escritor chileno Luis Sepúlveda rinde homenaje a las libretas de notas en su libro más reciente, Moleskine, apuntes y reflexiones. Reflexionando sobre el uso que él mismo hace de estas "míticas" libretas, señala que se tratan de auténticos "cuadernos de bitácora de la vida" donde uno va anotando ideas que luego se ven reflejadas en sus obras. Se trata, precisamente, de lo que me gustaría ver en este Cuaderno de bitácora mío. La Moleskine es una libreta de tapas negras que me acompaña siempre y en sus páginas vierto mis dudas, mis asombros y mis broncas de cada día, junto a pequeños artículos, capítulos de novela, cuentos, recetas de cocina, declaraciones de intenciones y recordatorios de compromisos que generalmente olvido.Al parecer, estas libretas Moleskine son auténticamente legendarias. Se trata de los mismos cuadernos de notas usados por artistas e intelectuales como Van Gogh, Matisse o Hemingway, siempre presente en sus mochilas mientras viajaban por medio mundo, siempre prestas a recopilar notas y bocetos que a menudo verían la luz más tarde en algunas de las obras más estimadas de la cultura contemporánea. Tras décadas de olvido, su buen amigo Bruce Chatwin le contagió su admiración por estos cuadernos de notas que tan importantes se han convertido en su vida desde entonces. En fin, que se trata de lo mismo que pretendo conseguir con esta mi libreta de nota digital. Bien poco importa quién lea estas palabras o la influencia que puedan tener, pero me permiten clarificar algunas ideas, tomar notas de reflexiones y tendencias, y sobre todo, como explica Sepúlveda, "rebobinar la vida" de cuando en cuando. {enlace a esta historia} [Tue Aug 3 10:58:05 CDT 2004]La buena de Mafalda cumple medio siglo esta semana. Hace ya cincuenta años que la criatura viera la luz de la mano del dibujante Quino en la revista argentina Esto es, y desde entonces ha sido traducida a veinte lenguas y se ha convertido en una estrella internacional. Y, sin embargo, me parece que Mafalda es un buen ejemplo de lo erróneo de ese argumento tan conocido de que los productos culturales se imponen por sus propios méritos en el mercado y no es necesario recurrir ningún tipo de proteccionismo cultural. La realidad es que Mafalda, como muchos otros, es un producto magnífico que de hecho se ha exportado con cierto éxito, pero ello no quita para que acá en los EEUU poca gente la conozca. En cambio, ¿cuántos niños italianos, japoneses o chinos no saben quién es el pato Donald, Spiderman o Garfield? En lo que respecta a la calidad del producto, Mafalda tiene poco que envidiarles, pero evidentemente no cuenta con el aparato financiero y de mercadeo que esos otros productos tienen tras de sí, por no hablar de la ventaja lingüística o el hecho de que los ciudadanos de esos países no están tan ensimismados en su propia cultura como los estadounidenses. Si no ponemos en práctica las políticas culturales necesarias para defender nuestra identidad, tarde o temprano la industria cultural impondrá sus propios intereses a través del globo aunque sea a costa de empobrecer nuestra experiencia. {enlace a esta historia} |