[Mon May 31 20:19:20 CDT 2004]

Ayer estuve escuchando Speaking Of Faith, un programa de la radio pública sobre espiritualidad que en esta ocasión estaba dedicado a los conceptos de sacrificio y reconciliación en el contexto de los conflictos bélicos. Bruce Weigl, un veterano de la guerra del Vietnam que acabó convirtiéndose en académico y escritor, estuvo leyendo algunos de sus poemas, y tuve uno de esos momentos de inspiración que de cuando en cuando nos permiten ver ciertas cosas con toda la claridad del mundo. En este caso, mientras Weigl leía sus versos, me di cuenta de cómo la experiencia poética se ha transformado tanto en las últimas décadas que lo que hoy en día consideramos poesía realmente no pasa de ser sino prosa con estilo, o a lo sumo lo que eufemísticamente llamamos prosa poética en un vano intento de ocultar que algo no encaja. Entiéndaseme bien, no quiero ni mucho menos decir que el estilo (¿género, tal vez?) sea cualitativamente inferior a cualquier otro. No obstante, me parece que la evolución a la que me estoy refiriendo no es accidental. ¿A qué puede deberse entonces? Oyendo a Weigl, se me ocurrió que el nivel medio del discurso ha disminuido tanto, en parte por la la apabullante hegemonía de los intereses puramente comerciales pero también en parte por la asunción del estilo minimalista que hiciera famoso Hemingway, que una simple descripción en prosa que haga uso de metáforas, comparaciones y un lenguaje sensual ya pasa por algo poético. Ignoro si recuperaremos alguna vez el amor por el lenguaje, pero cuesta trabajo entender que eso sea siquiera posible en un mundo cada vez más acelerado y donde el número de obras que quisiéramos leer crece casi día a día a un ritmo sin duda mayor que el de nuestro tiempo libre. En definitiva, que también en este aspecto la progresiva comercialización de nuestras vidas ha conducido al fáustico intercambio de calidad por cantidad. Hace falta tiempo para saborear la poesía, y de eso nos queda bien poco en nuestras ajetreadas vidas. Dudo que esto cambie en nuestro inmediato futuro. {enlace a esta historia}

[Mon May 31 08:37:09 CDT 2004]

No me gusta nada la actitud que han tomado los populares desde que perdieron las elecciones en marzo. No se trata ya de que me disguste su arrogancia, o el hecho de que ni siquiera le hayan concedido al nuevo Gobierno los tradicionales cien días antes de lanzar acusaciones a troche y moche, sino que además tienen la desvergüenza de proponer reformas al reglamento del Congreso con la única y clarísima intención de facilitar su tarea, aunque sea a costa de todos los demás partidos políticos y vaya contra las propias bases de nuestro sistema multipartidista y proporcional. Para ser justos, algunos de los cambios que proponen me parecen necesarios, como el hecho de que el turno de preguntas y respuestas se amplíe a quince minutos en lugar de los cinco minutos compartidos de ahora, e incluso es posible que tenga sentido el hecho de hacer preguntas al Gobierno sin necesidad de registrarlas con antelación, siempre y cuando no se trate de preguntas sobre detalles concretos que requieren previa investigación (y, por cierto, mucho me temo que precisamente por ello es muy posible que dichas preguntas se usaran de forma malintencionada para "demostrar" que el Gobierno no quiere responder a ciertas preguntas). Sin embargo, el que el PP proponga que la fuerza mayoritaria de la oposición sea la única que pueda interpelar al Gobierno todas las semanas me parece de lo más escandaloso, por lo que ello supone de desconocimiento o falta de respeto al sistema electoral por el que nos regimos. Queda también por preguntarse cómo es que estos mismos señores no hicieron las reformas hace tan sólo unos meses cuando contaban con la mayoría absoluta en la Cámara. Como venía diciendo, lo que me parece más indignante es el claro uso partidista que el PP está haciendo de nuestras instituciones, así como el hecho de que no parezcan dispuestos a proponer medidas y políticas alternativas tanto como a hacer uso de triquiñuelas que les facilite el regreso al poder. Parecen no haberse dado cuenta aún de que perdieron las elecciones del 14 de marzo democráticamente, y que sólo podrán regresar cuando logren convencer a los ciudadanos de que tienen unas políticas más atractivas que las de los socialistas. Por el contrario, los líderes del PP parecen haber adoptado la actitud de que el Gobierno les pertenece y se les arrebató de forma ilegítima en marzo, de ahí el odio y la arrogancia del que están haciendo gala últimamente. {enlace a esta historia}

[Sat May 29 14:17:14 CDT 2004]

Régis Debray acaba de publicar un libro que pretende contruir una teografía, es decir, dibujar el mapa de la idea de Dios. Se trata, al parecer, de una obra muy en la tradición jacobina y anticlerical francesa, así que no me extraña ni siquiera haber oído hablar del libro acá en los EEUU, donde tanto miedo parece haber a cualquier discurso ateo, agnóstico o anticlerical. Supongo que no hará sino incrementar la impresión que ciertos americanos tienen de que los franceses le han dado la espalda a Dios y carecen de brújula moral. En fin, sea como fuere, el caso es que por lo que leo en la reseña publicada por el diario británico The Guardian, Debray reflexiona sobre unos cuantos temas bastante interesantes:

What he is trying to do is to produce what he calls a theography: a map of the idea of God. He's quite clear that this is not a natural or very ancient belief. Almost all human societies have something we call religion, and there's a lot of evidence that humans are naturally superstitious, seeing agency and purpose in inanimate objects. We do this at some deep level quite inaccessible to reason, as anyone who has ever played a computer game knows, and children seem to do it from a very early age. But the idea of God is entirely different to our natural apprehension of spirits. Of all the things that people might believe about the world, the idea that it, and we, are the products of one directing deity, is one of the most absurd and unnatural. Our inner life is deeply polytheistic, as even St Paul understood.

Así pues, ¿de dónde nació esta idea? ¿Cómo surgió el monoteísmo? Debray piensa que no es posible entender el monoteísmo sin la existencia de la rueda y, por consiguiente, el nacimiento del viaje.

... the omnipresence and uniqueness of God are inconceivable before the wheel has been invented, and nomads can see that the world has similarities wherever they go. Before then, it was surely self-evident that each place and each tribe had its own god, and that yours stopped working when you were in enemy territory...

If the wheel detached God from one particular locality, then writing detached him from any locality. (...) So God turns out to grow only in the soil that can nourish agricultural civilisations, which built the first bureaucracies. Curiously, He demands particular forms of agriculture. Wheat and barley suit Him, but He never emerged from rice paddies, perhaps because they have no nomadic neighbours. Nor does writing on its own lead to monotheism. It is only when writing fell into the hands of non-bureaucrats, and was appropriated by the nomads for their own ends, that a book could become the only home of God.

Se trata, sin lugar a dudas, de una visión racionalista, crítica, y escéptica del fenómeno religioso, sobre todo en su vertiente monoteísta. De ahí, precisamente, que dude sobre la posibilidad de que Debray logre siquiera hacerse oir en EEUU, donde hace ya tiempo que parece haberse impuesto un amplio consenso para acallar todo lo que tenga que ver con una actitud crítica hacia la religión y sus instituciones. Los ultraconservadores se quejan una y otra vez del ambiente supuestamente hostil al que tienen que hacer frente aquellos individuos con fuertes creencias religiosas, pero en más de ocho años que llevo viviendo aquí aún he de ver manifestaciones públicas de ateísmo, agnosticismo o anticlericalismo como las que llevaran a cabo Els Comediants o Els Joglars en España, por poner tan sólo dos ejemplos. Por el contrario, los medios de comunicación estadounidenses se encuentran bien sometidos al pensamiento hegemónico, ya sea debido a la imposición del mercado o a sucias maniobras de los grandes conglomerados mediáticos. Cuesta trabajo creer que tal y como están las cosas ahora mismo seamos capaces de leer opiniones como las que Debray expresa sobre la Biblia:
It is the record, or product, of a people asking how the catastrophe of exile had overwhelmed them, and how to recover from it. As such, it has no more truth value than the account of the past presented in a divorce court. The Bible, he says, fabricates an origin in order to invent a destination.
Duras palabras para una sociedad tan dada a los remilgos puritanos y la aceptación acrítica de la ortodoxia imperante como la estadounidense. Hay disidencia, sí, pero nadie diría siquiera que existe a juzgar por su ausencia total de las pantallas de televisión y los centros mediáticos. Y, sin embargo, Debray plantea una serie de cuestiones que me parecen completamente pertinentes. Se trata de cuestiones que cualquier creyente honesto debería plantearse. La idea del Dios monoteísta, por natural que nos pueda parecer hoy día, no existía en las sociedades primitivas, pero se da la paradoja de que como tal idea no puede sustentarse sin recurrir a pretensiones universalistas que obviamente se ven contradecidas por los estudios historiográficos y antropológicos. {enlace a esta historia}

[Tue May 25 20:11:30 CDT 2004]

Leo en la prensa española que Alfonso Guerra acaba de publicar el primer volumen de sus memorias. La verdad, el Guerra populista y mitinero nunca fue santo de mi devoción y durante los años en los que milité en el PSOE le asocié siempre con el aparato oficialista tan empeñado en mantener una férrea disciplina interna que las voces críticas no pudieron hacerse oír ni siquiera cuando más se las necesitaba, en la época de los desmanes nepotistas y la guerra sucia. Aún recuerdo cómo cuando me atrevía a lanzar algún aviso sobre las corruptas prácticas en las que estaban cayendo tantos cargos públicos del Partido se me acusaba automáticamente de marxista, como si el hecho de oponerse al enchufismo tuviera algo que ver con el viejo Karl Marx. Se trataba, al fin y al cabo, de la antigua estrategia de calumniar al crítico para acallar su voz con una marea de falsedades y acusaciones. Y, sin embargo, también soy bien consciente de que el Guerra humano dista mucho de ser el ogro demagógico y autoritario que yo imaginaba por aquel entonces. Suele suceder que los políticos tienen una cara pública y otra más privada, pero por lo que siempre oí entre los compañeros del Partido, esto es aún más cierto en el caso de Alfonso Guerra. No se trata ya de que sea una persona con una enorme capacidad intelectual, sino que además tuvo el acierto de saber organizar a la izquierda española y proporcionarle la disciplina necesaria para llevar a cabo el mayor programa de reformas que conoció el país en todo el siglo XX. El nombre de Felipe González está en la mente de todos, y qué duda cabe que también desempeñó un papel esencial en el proyecto socialista de 1982, pero el bueno de Alfonso casi siempre queda ahí atrás, algo oscurecido por el hecho de que habitualmente trabajaba en un segundo plano y, sobre todo, por el escándalo de su hermano Juan que le obligó a salir del Gobierno de forma ignominiosa. Es una pena, porque deberíamos esforzarnos en recordar no el Alfonso Guerra mitinero sino el que negociara tantos y tantos pactos que fueron vitales para el desarrollo de nuestro moderno Estado democrático, comenzando por la propia Constitución. Tendré que leer lo que nos cuenta en las páginas de este libro. {enlace a esta historia}

[Sun May 16 17:29:36 CDT 2004]

No puede decirse, desde luego, que el siglo XX escaseara en momentos negros, pero lo cierto es que casi podemos atrevernos a escoger el período de entreguerras como uno de los más nefastos de la Historia. Después de todo, los años entre el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914) y el final de la Segunda (1945) vieron, entre otras cosas, la mayor crisis económica que podamos recordar, el surgimiento de los totalitarismos de derechas e izquierdas, el Holocausto nazi y la guerra total. Tiene poco de extraño, pues, que también este mismo período diera lugar al desestructurado, anárquico, caótico y nihilista arte de vanguardia, o que apenas enterrada el hacha de guerra sobre las aún humeantes cenizas se irguiera el existencialismo más agónico. Pues bien, me encuentro en un artículo sobre la obra de Louis-Ferdinand Céline una cita de su Viaje al fin de la noche (1932) que viene a resumir este espíritu nihilista del que vengo hablando:

The worst part is wondering how you'll find the strength tomorrow to go on doing what you did today and have been doing for much too long, where you'll find the strength for all that stupid running around, those projects that come to nothing, those attempts to escape from crushing necessity, which always founder and serve only to convince you one more time that destiny is implacable, that every night will find you down and out, crushed by the dread of more and more sordid and insecure tomorrows.
Y, sin embargo, ¿acaso no podemos afirmar que esta trágica lucidez expresa igualmente nuestra propia experiencia, y no tan sólo la de aquellos testigos de los horrores del siglo XX?. Supongo que eso es precisamente lo que caracteriza a una obra universal, y quizás la de Céline y tantos otros artistas del período sea precisamente eso, mal que nos pese. {enlace a esta historia}

[Sun May 16 16:35:10 CDT 2004]

Aunque lo imprimí hace casi un mes, no tuve ocasión hasta hoy mismo de leer el artículo que Antonio Skármeta publicara en las páginas de El Cultural rememorando la influencia de la poesía de Pablo Neruda en su vida, y he de reconocer que hacía mucho que no leía una celebración tan llena de ternura y admiración por un poeta. Remontándose a su adolescencia, Skármeta nos describe los primeros y fallidos flirteos amorosos de un joven tímido, demasiado inseguro para protagonizar avance alguno hacia las chicas que le atraían, invariablemente mayores que él. En fin, se trata de algo que, supongo, todo hombre vivió cuando fue niño, pero que Skármeta describe con deliciosas imágenes, como también consigue describir el hasta cierto punto autoinflingido mal de amores juvenil, casi siempre derivado de un romanticismo desmedido y rayano en lo utópico.

Y así iban pasando mis días, yo cocinándome en mi silencio mientras todos los otros se mojaban los labios en las frescas bocas de las muchachas del mundo, cuando cayó en mis manos un libro de Neruda: Todo el amor. (...) Todo el amor de Neruda estaba ilustrado con ninfas larguísimas, como las modelos de una revista, y yo comencé a elucubrar que ellas eran las figuras reales a quienes el poeta asestaba sus versos. De los dibujos me detuve en las palabras y en pocos días proclamé que Neruda era el ventrílocuo de mi alma.

¡Ah, los vasos del pecho! ¡Ah, los ojos de ausencia!
¡Ah, las rosas del pubis! ¡Ah, tu voz lenta y triste!

Como los niños se enamoran de un trapo o de un objeto y lo acarician día y noche, yo designé al libro de Neruda mi lazarillo. Caminé con él en la más amarga doble soledad: sin una chica al lado y con esos poemazos que me refregaban su ausencia en las narices.

Hermosas palabras para rememorar el desencanto amoril de la adolescencia así como la admiración por un poeta de los grandes, de los inolvidables, de los que aún continúan con nosotros sin importat mucho cuándo haya vivido o cuándo haya escrito sus versos. En este artículo, Skármeta nos descubre a Pablo Neruda como un poeta inmortal, que ya es algo para un simple artículo. {enlace a esta historia}

[Tue May 11 12:26:59 CDT 2004]

Apena bastante ver la actitud con la que los políticos del PP parecen haber afrontado su paso a los bancos de la oposición tras las recientes elecciones generales. Casi se diría que han asumido tener algo así como un derecho natural al poder. No sólo han esperado bien poco para lanzar los ataques más duros contra el recién constituido Gobierno socialista, sino que adem&aacuite;s están haciendo gala de muy malas maneras en su forma de hacer oposición. Hoy, por ejemplo, Zapatero ha comparecido ante el pleno del Senado y ha sido recibido con abucheos por los senadores populares. Que conste, para más inri, que se trata tan sólo de la tercera comparecencia de un Presidente del Gobierno ante Senado, lo cual únicamente sucedió con anterioridad en un par de ocasiones, ambas cuando Felipe González estaba en La Moncloa (1982 y 1986). Asimismo, la última vez que se produjo un debate sobre el estado de las autonomías en la Cámara Alta fue en 1997, a pesar de que el Reglamento del Senado asume que se realizaráa anualmente. En otra palabras, que los mismos señores que abucheaban al Presidente del Gobierno esta tarde parecen creerse libres de la necesidad de comparecer ante el Parlamento para dar cuentas cuando ellos se encuentran en el poder. Bienvenido sea el cambio de actitud que está protagonizando Zapatero, aunque sea a pesar de los abucheos del PP.

En cualquier caso, el discurso de Zapatero al Senado esta tarde sigue en la línea de propuestas reformistas de profundo calado que ha venido haciendo desde que tomó posesión de su cargo. Entre otras cosas, ha propuesto una reforma consensuada de la Constitución para que el Senado se convierta en una auténtica cámara de representación territorial, un diálogo bilateral con las comunidades autónomas para reformar el modelo de financiación, promover la normalización del diálogo institucional entre las comunidades autónomas y el Gobierno central, la promesa de celebrar el debate sobre el estado de las autonomías anualmente como establece el Reglamento del Senado, expresó su posición abierta hacia las propuestas de reforma de los Estatutos siempre y cuando respeten lo establecido por la Constitución y se apoyen en un amplio consenso político y social, el apoyo total al impulso de todas y cada una de las lenguas oficiales del Estado y su intención de institucionalizar las relaciones con la Federación Española de Municipios y Provincias. Se trata, como venía diciendo, de un programa serio, amplio y ambicioso de reforma que debería haber sido recibido por parte de la oposición con algo más que abucheos y arrogancia. {enlace a esta historia}

[Mon May 10 11:48:32 CDT 2004]

La editorial Sopena acaba de anunciar la quiebra. Supongo que no seré el único que recuerda con cierta nostalgia los famosos diccionarios Sopena de la lengua española, latín o griego clásico que casi todos usábamos en la escuela. De hecho, por lo que leo en la noticia, no sólo se usaban en España, sino que también alcanzaron cierto prestigio en algunos países latinoamericanos. En fin, supongo que uno sabe que está alcanzando la madurez cuando echa de menos las cosas que parecían sólidas como la roca mismo cuando uno era niño y se entera que han desaparecido. Sólo queda esperar que al menos alguna otra editorial mayor se atreva a comprarles y reeditar tan magníficos diccionarios. {enlace a esta historia}

[Sun May 9 20:28:59 CDT 2004]

Las cosas se han complicado un poco más si cabe para la Administración Bush hoy cuando el Washington Post publicó que el Pentágono y el Departamento de Justicia recomendaron alterar el sueño y desnudar a los prisioneros de Guantánamo como técnicas perfectamente aceptables para interrogarles. Vista así, aisladamente, la noticia no tiene tanta importancia como en el contexto por todos conocido de los escándalos de maltratos a prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Ghraib. No parece, pues, que se tratara de incidentes aislados, sino más bien de una política asumida por altas instancias de la Administración, lo cual debería tener mayores consecuencias políticas que un mero tirón de orejas y un par de entrevistas a medios de comunicación árabes. Reconozcamos de entrada que hay diferencias claras entre un sistema autoritario y uno democrático, y de nada valen las odiosas y demagógicas comparaciones que algunos hacen en el mundo árabe entre George W. Bush y Sadam Hussein. Aquellos que torturaron, gasearon y asesinaron a cientos de miles de víctimas durante décadas de dictadura baathista no le tenían miedo alguno al sistema de justicia, en tanto que los soldados implicados en los escándalos de Abu Ghraib seguramente tienen problemas para dormir últimamente y tarde o temprano pagarán por sus desmanes. No obstante, y sobre todo una vez salidos a la luz los documentos hecho públicos hoy por el Washinton Post, esto no puede quedarse tan sólo en un puro asunto legal. Aquí tiene que haber responsabilidades políticas, y al menos Donald Rumsfeld ha de pagar los errores con su dimisión o cese fulminante. Si la Administración estadounidense aún quiere conservar algo de credibilidad internacional, no le queda más remedio que actuar ahora con decisión. Ha llegado el momento de que el Presidente Bush abandone su liderazgo de boquilla y ponga orden en su casa.

Por cierto, que esta misma semana oí con algo de preocupación que las últimas encuestas de opinión muestran un interesante cambio de opinión entre los estadounidenses con respecto al uso de lo que eufemísticamente podríamos denominar técnicas duras de interrogación (o, por el contrario, dependiendo del punto de vista, técnicas de tortura limitada) aplicables a los sospechosos de terrorismo. No hace mucho oíamos lecciones morales sobre la guerra sucia de los GAL en España, y no estaría de mal recordar que hace unos seis o siete años eran bastantes los republicanos que pedían a la Administración Clinton una posición más dura frente a Yeltsin y sus métodos para luchar contra los luchadores de la libertad en Chechenia (sí, parece mentira cúmo cambian los tiempos, pero así es como se referían a ellos en aquél entonces). Pues bien, parece que las cosas cambian algo cuando le toca el turno a uno, y ya no es tan fácil mantener la pureza moral en la que se regodeaban hace unos años. Por supuesto que todo esto no debería servir para lanzar ataques contra los estadounidenses, sino únicamente para reflexionar sobre la inherente debilidad humana, y lo enormemente fácil que es dejarse llevar por la ira y la sed de venganza, aunque ello suponga romper con las propias convicciones filosóficas y morales y, a fin de cuentas, conceder la victoria al enemigo. Como digo, la lección que debemos extraer de todo esto no es que los estadounidenses no tienen la capacidad de estar a las duras y a las maduras, sino más bien que nadie, absolutamente nadie, está libre de estas tentaciones. {enlace a esta historia}

[Sat May 8 10:58:39 CDT 2004]

Sören Kierkegaard tiene una bien ganada fama de pesimista. Si hay alguien capaz de ver consistentemente el proverbial vaso medio vacío siempre, es él. Me acabo de encontrar con la siguiente cita suya, no apta para tipos propensos a la depresión:

Listen to the cry of a woman in labor at the hour of giving birth, look at the dying man's struggle at his last extremity, and then tell me whether something that begins and ends thus could be intended for enjoyment.
{enlace a esta historia}

[Thu May 6 19:52:22 CDT 2004]

Mal que le pese a Mariano Rajoy, quien le critica insistentemente por supuestamente incumplir su promesa de diálogo y consenso, lo cierto es que Rodríguez Zapatero parece de momento pero que muy bien encaminado en su esfuerzo por protagonizar un cambio tranquilo. Hoy mismo ha anunciado que los presidentes autonómicos participarán en las cumbres bilaterales con los países vecinos. No suena, desde luego, nada revolucionario, hasta que uno se da cuenta de que por lógico que parezca es algo que nunca ha sucedido anteriormente. El presidente extremeño, Rodríguez Ibarra, sin ir más lejos contaba hoy la anécdota de cómo en otras ocasiones se tuvo que enterar por la prensa de que su Gobierno debería colaborar en la financiación de un puente entre España y Portugal, por poner un ejemplo. En fin, que Zapatero verdaderamente está llevando a cabo lo que prometió durante la campaña electoral: una política reformista sin aspavientos. Pienso que hay que congratularse por ello. {enlace a este artículo}

[Tue May 4 20:32:45 CDT 2004]

Parece mentira que tras miles de años de historia todavía no hayamos aprendido nada en lo que respecta a la naturaleza humana. Aún hay quien se sorprende de las noticias de soldados británicos y estadounidenses humillando y torturando a prisioneros iraquíes, como si se tratase de una traición de algún tipo. De hecho, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha manifestado que se trata de un comportamiento "nada americano" (un-American), como si el sadismo, la falta de respeto por el prójimo y los excesos del poder fueran característicos de tal o cual nacionalidad. Y eso es precisamente lo que me preocupa. Si no hemos aprendido eso tras tantos siglos de guerra, sufrimiento y crímenes, la verdad es que no hemos aprendido nada. {enlace a esta historia}

[Sun May 2 16:56:47 CDT 2004]

Si hace unas horas hablaba del mito del optimismo estadounidense ahora me encuentro con otro mito no menos poderoso: el de ciertos pensadores que han pasado a la Historia como geniales analistas capaces de predecir las tendencias del futuro con décadas de antelación. En concreto, me estoy refiriendo a Alexis de Tocqueville, cuyo mito se atreve a desmontar Daniel Lazare en las páginas de The Nation:

Along with the Bible and Moby-Dick, Alexis de Tocqueville's Democracy in America has got to be one of the world's least-read classics. Sure, a lot of people dip into it in college, and the more assiduous among us learn that there is no better way to spice up a poli-sci term paper than with a Tocquevillism or two. But life is short, and 900-plus pages on the glories of Jacksonian democracy are long, which is why almost everyone reads a chapter here or there and leaves it at that.

This is unfortunate, because reading Democracy in America the way it was meant to be read, i.e., from cover to cover, can be a valuable exercise in demythologizing. Tocqueville's book is not all bad. It is interesting on the subject of slavery and the plight of the Indians, and its discussion of the contrasts between the Virginia and Massachusetts Bay colonies is downright insightful. But its shortcomings are impossible for all but the most ideologically blinkered to ignore.

(...)

Politically, Tocqueville gets a few things right about the country he toured for nine months in 1831-32, but considerably more wrong. He reported that slavery was in retreat at a time when it was undergoing its most furious expansion, that democratic sentiment would prevent a weak federal government from interfering with individual states wishing to go their own way and that slavery in the South would likely end in some sort of racial Armageddon (in contrast to the Civil War, in which whites and blacks fought jointly against the Southern slavocracy). Because he saw democracy as arising out of the middle class, for whom he felt the aristocrat's characteristic disdain, he believed that the society it gave rise to would never be more than mediocre. Democratic nations, he wrote, would never produce great leaders or great writers or develop a taste for martial glory. During the cold war, pundits loved to cite Tocqueville's prediction that the emerging mega-states of America and Russia would one day "sway the destinies of half the globe." Now that the world has gone from two superpowers to one, that forecast no longer seems so impressive.

Por supuesto que esto no quiere decir que dejemos de prestar atención a Tocqueville. Como Lazare mismo advierte, junto a todos estos errores Tocqueville también acertó en algunos análisis y supo ver con anticipo algunas de las tendencias que marcarían el futuro de la Humanidad. El problema no es ése, sino el culto al santurrón que hemos visto durante poco más de un siglo. Hay ocasiones en las que convertimos a simples mortales como nosotros en luz que nos ilumina, en santos laicos, en figuras que elevamos a un altar sacrosanto de cultos académicos y mediáticos. Pues bien, Tocqueville es un de estos individuos. Una cosa es el respeto por una inteligencia maravillosamente dotada, y otra bien distinta el promover un culto acrítico a nuestro pensador favorito de turno. Lo cierto es que Tocqueville, como tantos otros, tuvo sus errores al igual que sus aciertos, y solamente podemos aprender de él si estudiamos ambos; es decir, si le tratamos como un individuo completo, con sus luces y sus sombras. Todo lo demás no son sino cultos a la personalidad. {enlace a esta historia}

[Sun May 2 11:14:58 CDT 2004]

Guste o no, los estereotipos están ahí, son tan antiguos como la Humanidad misma, y dudo mucho que algún día dejemos de hacer uso de ellos. Se trata, al fin y al cabo, de una herramienta útil, siempre y cuando seamos bien conscientes de sus limitaciones y no nos dejemos llevar hacia generalizaciones excesivas. Digo esto porque uno de los estereotipos más extendidos aquí en los EEUU es precisamente autoinflingido. Se trata del supuesto optimismo innato a los estadounidenses, del que tan buen uso hacen los políticos durante las campañas electorales. Según el mito, los estadounidenses son el último pueblo optimista de la Tierra, y de ahí su poderío, su confianza en el futuro y, en última instancia, su éxito en todas las esferas. Aquéllos que se empeñan en ver en el Presidente Bush un cowboy arrogante y pendenciero simplemente ignoran este mito constitutivo del espíritu americano. Bush es ciertamente eso, pero también mucho más. El hecho de que se comporte con tanta desconsideración hacia otras culturas, o incluso hacia los defectos de la naturaleza humana misma, tiene una explicación que va mucho más allá de su propia personalidad, pues se trata de una característica compartida por millones de conciudadanos. Sin embargo, como Jonathan Chait ha explicado recientemente en las páginas de The Atlantic Monthly, este optimismo supuestamente innato al americano no es sino un mito que, en ocasiones, se convierte incluso en simple engañabobos. ¿A quién no le gusta, después de todo, deleitarse en lisonjas? Pero, como advierte Chait partiendo de unas declaraciones del candidato demócrata a las primarias, John Edwards:

Edwards offered the most explicit moral rationale for optimism when he argued, "Cynics didn't build this country. Optimists built this country." As a matter of fact, the Founding Fathers had a deeply pessimistic view of both the public and its prospective leaders, which is why they constructed an elaborate system to prevent not only traditional tyranny but popular tyranny as well. If the people could be trusted to elect saints, we wouldn't need checks and balances, judicial review, bicameral legislatures, and so on.

True, some of our most revered leaders have been optimists. But optimism has also brought us many of history's monsters. The Crusades, Mao's ruinous Great Leap Forward, Napoleon's disastrous invasion of Russia —these could have been prevented by a bit less optimism.

Y así volvemos a aquéllas acusaciones de Daniel Cohn-Bendit contra la Administración estadounidense de estar comportándose como los antiguos bolcheviques. El optimismo de George W. Bush es el peligroso idealismo de quien se cree con el poder suficiente para deshacer siglos de Historia y la propia naturaleza humana en nombre de una fe, y en este sentido se diferencia bien poco de los peligrosos experimentos políticos que tanta desgracia y sufrimiento crearon durante el silog XX. Las intenciones pueden ser buenas, pero el intento de imponer nuestra voluntad sobre la naturaleza suele conducir más a menudo a desgracias y horrores que a la implantación de la utopía en la Tierra. A George W. Bush, para ser un conservador, le falta pragmatismo y, sobre todo, humildad y conciencia de sus limitaciones. Eso es precisamente lo que da miedo. {enlace a esta historia}

[Sat May 1 10:01:04 CDT 2004]

El tema de debate político en España durante toda esta semana han sido las declaraciones del ministro del Interior, José Antonio Alonso, criticando la "imprevisión política" del anterior Gobierno en los atentados del 11 de marzo. Las cosas como son: se trata de otra metedura de pata del nuevo Gobierno, guste o no guste. Si bin es cierto que la oposición está sacando los pies del tiesto por mor de desgastar a un Ejecutivo que acaba de ser elegido en las urnas hace tan sólo unas semanas, tampoco hay que negar que las declaraciones del ministro suponen realmente un insulto al PP. La lucha antiterrorista ha de llevarse a cabo con diálogo y consenso entre las fuerzas democráticas, y si algo debe quedar claro ya de partida es que no debe usarse para lanzar acusaciones políticas contra el oponente buscando el beneficio propio. Las vidas de nuestros congéneres no pueden convertirse en moneda de cambio para el toma y daca político, y el ministro Alonso ha cometido un error que debería rectificar en público. {enlace a esta historia}