Cuaderno de Bitácora |
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[Wed Oct 29 19:59:21 CST 2003]Alianza Editorial acaba de publicar un libro sobre la cultura urbana madrileña. Madrid: de Fortunata a la M-40 nos ofrece una colección de ensayos escritos en su mayor parte por profesores de universidades estadounidenses sobre las novelas, la arquitectura, la música y las películas que han sido inspiradas por la ciudad. Ya era hora que alguien escribiera sobre el Madrid post-movida, por así decirlo, aunque este libro en concreto se remonta mucho antes de aquellos locos años para mostrarnos que la cultura urbana de la capital comenzó realmente mucho antes. Como toda gran ciudad, Madrid también acierta a repeler con sus excesos y atraer con su variopinta mezcla de individuos. Se trata, al fin y al cabo, del melting pot español, por poco que guste a los barceloneses. Sí, es cierto, al parecer Barcelona también tiene sus encantos (desgraciadamente, jamás puse un pie en esa ciudad), pero son de un tipo bien distinto. Barcelona llama más la atención por ser una ciudad costera, por su progreso material, su tradición mediterránea e incluso provenzal, pero no puede decirse que se trate, como en el caso de Madrid, de una ciudad donde se encuentren una enorme multiplicidad de culturas, tanto peninsulares como foráneas. Por supuesto, todo esto es relativo, pues uno también puede encontrar bastante inmigración en la capital catalana, pero no con tanta variedad y, quizá más importante, uno no acierta a encontrar la misma combinación de individuos de todo el Estado español que puede encontrarse en Madrid. Por algo es la capital, al fin y al cabo, y mientras que la comunidad catalana en Madrid es bien conocida e incluso influyente, lo mismo no puede decirse de la comunidad castellana en Barcelona. ¿Puede tratarse de una diferencia de actitudes? ¿Habría que considerar si tal vez el nacionalismo catalán no haya tenido una influencia negativa en este sentido? Puede ser. Sea como fuere, Madrid es una de esas ciudades a las que uno emigra por necesidad y en las que uno termina sintiéndose como en casa. [Tue Oct 28 09:43:36 CST 2003]La Casa de América de Madrid ha rendido homenaje a La ciudad y los perros en el cuadragésimo aniversario de su publicación. Al parecer, Alfaguara también ha vuelto a editar el libro con motivo de este aniversario. Entre otras cosas, Mario Vargas Llosa explicó cómo comenzó la obra allá por 1958 en una tasca madrileña que miraba al Parque del Retiro, y la terminó en París en 1961. La audiencia, repleta de individuos algo maduros que probablemente leyeron el libro cuando se publicó por primera vez allá por los años sesenta y representaba una auténtica revolución literaria sobre todo en su tratamiento de la violencia, tuvo ocasión de oír algunas simpáticas anécdotas acerca de la censura franquista. Al parecer, entre otras cosas, le obligaron a modificar una frase en la que afirmaba que "el coronel tiene un vientre cetáceo". Vargas Llosa la cambió por "el coronel tiene un vientre de ballena", y el censor se quedó tan a gusto. [Tue Oct 28 08:39:14 CST 2003]El Mundo reporta un estudio de Greenpeace sobre el polvo doméstico cuyas conclusiones son bastante preocupantes. Para ser honestos, el estudio dista mucho de ser científico. No obstante, el hecho de que la organización ecologista haya encontrado una multitud de sustancia químicas peligrosas en muestras de polvo doméstico extraído de algunos hogares españoles escogidos al azar debería causar la alarma de nuestras autoridades. Durante años hemos estado oyendo cómo la presencia de cantidades pequeñas de ciertas sustancias tóxicas en el aire realmente no deberían ser causa de preocupación debido al hecho de que los individuos no están expuestos constantemente a ellas. Sin embargo, este estudio de Greenpeace sugiere que la posibilidad de que de hecho haya una exposición casi continua a sustancia tóxicas es mucho más real de lo que pensábamos. El tema es lo suficientemente serio, creo yo, como para que se invierta algo de dinero en un estudio más amplio. [Mon Oct 27 12:48:00 CST 2003]Ayer se volvieron a celebrar las elecciones a la Comunidad de Madrid tras el escádalo de los tránsfugas, y esta vez el PP obtuvo una clara mayoría absoluta. PSOE e IU, sin embargo, están lanzando acusaciones contra el PP por manipular la difusión de los resultados del recuento. Cuidado, que no se trata de sospechas de que el PP haya manipulado los resultados de las elecciones, sino tan sólo el anuncio de los mismos y, en particular, el hecho de que hubiera un cierto retraso en la difusión de los resultados en aquellos distritos donde el PP obtuvo una amplia mayoría. Así pues, la izquierda ya está hablando de un proceso que "genera desconfianza entre los ciudadanos" o que supone "el uso partidista de las instituciones públicas". Dejemos algo bien claro, no se trata ya de que no haya prueba alguna para sustanciar las acusaciones que se están haciendo, sino que además, para más inri, los resultados finales de la votación no hubieran cambiado para nada. Sencillamente, no acierto a entender a qué se debe la pataleta de la izquierda, sobre todo teniendo en cuenta que al fin y al cabo aún tienen que dar los primeros pasos (sobre todo el PSOE) para tomarse en serio lo que sucedió en mayo pasado. Aparte de lanzar calumnias y acusaciones contra el PP, la verdad es que he visto bien poca madurez entre los líderes del PSOE madrile;ntilde;o, por lo que tiene poco de extraño que los ciudadanos mismos no los vean como suficientemente preparados para la responsabilidad de gobierno. Por lo que hace a los resultados electorales, una vez más se viene a consolidar la tendencia ya existente en buena parte de las comunidades autónomas a dar representación parlamentaria únicamente a los tres partidos con implantaci&oacuet;n nacional: PP, PSOE e IU. La consecuencia inmediata viene a ser una cierta parálisis de la vida política, pues por un lado el PP solamente puede gobernar cuando consigue adueñarse del espacio político de centro, mientras que el PSOE tampoco tiene más remedio que o bien llegar a acuerdos con IU o convencer al electorado de centro que tiene una alternativa de gobierno seria. La situación dista mucho de ser ideal para el PP, pero quizá sea aún peor para el PSOE pues el mero hecho de que haya al menos en pura lógica dos posibles estrategias para alcanzar el poder no hace sino aumentar las divisiones internas. De momento, y desde que fuera apeado del poder, el PSOE parece haberse decantado por una estrategia de acuerdos con la coalición izquierdista que no parece estar dando muchos frutos. Echo de menos la existencia de un partido centrista como el CDS de antaño que puediera servir de bisagra. [Sat Oct 25 21:11:57 CDT 2003]Leo una reseña de La memoria recuperada, que ya mencionara en unas notas hace un par de semanas (ver algo más abajo). María Antonia Iglesias y Amalia Sánchez Sampedro reflexionan sobre los cerca de tres lustros de Gobierno socialista en España. Como afirma Rogelio López-Blanco en su artículo, Los logros de la etapa socialista se cifran en el cumplimiento del programa regeneracionista: la culminación de la europeización de España. Este concepto resume la consolidación democrática (no su instalación, llevada a cabo por la derecha reformista), mediante la erradicación del intervencionismo militar, la creación de un Estado de bienestar, la modernización de las estructuras económicas, la descentralización territorial del poder y el ingreso en la Comunidad Europea. Una labor ingente y, en general, bien desarrollada, con prudencia pero con decisión. Por supuesto, los años de gestión socialista también tuvieron sus puntos negros: Frente a su innegable bagaje en la modernización de España, los gobiernos de González dejaron tras de sí un legado de terrorismo de Estado y corrupción sistemática, que fue lo que les hizo perder las elecciones y cuya falta de crítica, además del éxito de la gestión del PP, les mantiene en la oposición. No me queda más remedio que estar de acuerdo con el análisis de López-Blanco, con todo lo que tiene de paradoja que un partido que llegara al poder ondeando la bandera de la ética lo perdiera precisamente debido a su desastrosa gestión en ese campo. También estoy de acuerdo, igualmente, con este otro párrafo que me parece sintetizar la actitud tan altanera como suicida que caracterizó a la respuesta socialista a tanto escándalo durante los años noventa: El problema de los socialistas con la autocrítica tiene que ver con esa deficiencia que algunos autores atribuyen a la izquierda: la concepción de hiperlegitimidad. De ahí procede la prepotencia, el triunfalismo y el menosprecio a la dificilísima gestión de la UCD. La idea de continuidad no aparece y la omisión del esfuerzo individual de los españoles es una constante. Este párrafo de Almunia lo dice todo: "Yo siempre he dicho de que a mí me enorgullece que nos exijan más que a la derecha, desde un punto de vista ético [...] ¡Sólo faltaba que se considere que somos iguales que la derecha!". Al contrario de lo que sugiere Almunia, la sociedad española no ha "exigido más" a la izquierda que a la derecha desde un punto de vista ético, salvo que uno convierta a la derecha en sinónimo de las huestes franquistas pero éso no haría sino subrayar aún más lo alejado que puede estar Almunia de la realidad social. El comportamiento ético no es ni de derechas ni de izquierdas, sino simplemente humano. La integridad moral no entiende de afiliaciones políticas, una vez que nos encontramos dentro de los límites de un marco tolerante y democrático (por supuesto que las cosas son bien distintas cuando se trata de ideologías totalitarias, pero incluso en ese caso el pillaje guarda más relación con las convicciones éticas personales que con tal o cual ideología). He aquí precisamente la clave que condujo a la derrota del PSOE en las urnas, y que aún les mantiene en los bancos de la oposición: a pesar del hecho de que en España hay una mayoría natural de centro progresista, los socialistas no serán capaces de recobrar el poder hasta que acepten su responsabilidad en los escándalos de los años noventa, y me parece bien que así sea. No se le puede confiar la labor de gobierno a un partido completamente incapaz de aprender de sus propios errores y rectificar su comportamiento. Guste o no al señor Almunia, cuando se trata de asuntos éticos, la izquierda es igual que la derecha y no será hasta que los socialistas acepten esto que uno tenga confianza absoluta de que han entendido el mensaje: la derecha moderada del PP tiene tanta legitimidad democrática como la izquierda reformista del PSOE. [Sat Oct 25 17:03:49 CDT 2003]La aprobación por el Gobierno vasco de un nuevo Estatuto casi me obliga a plantearme una vez más el tema que mencioné ayer mismo. Ya dejé bien claro que no me gustan nada las equiparaciones que se hacen demasiado a la ligera entre el PNV y ETA. Sí, es cierto que ambas formaciones se encuentran al otro lado de la división entre constitucionalistas e independentistas, tendencia que se ha radicalizado desde el Pacto de Lizarra hace ya algunos años. Sin embargo, tampoco es menos cierto que la izquierda abertzale lleva ya décadas apoyando una estrategia terrorista que no es compartida desde el seno del nacionalismo vasco democrático que, por cierto, también ha visto algunos individuos entre sus filas asesinados por la sinrazón etarra. Una vez dejado claro todo esto, me parece evidente que el PNV se ha embarcado en una estrategia de radicalización nacionalista que no puede conllevar sino un grado aún mayor de división social entre los vascos, una sociedad ya de por sí tremendamente sacudida por el extremismo político. Sencillamente, el plantear un nuevo Estatuto vasco unilateralmente, sin el consenso de las fuerzas políticas no nacionalistas que representan al menos a la mitad de la sociedad vasca, y con un contenido que rompe claramente con la legalidad vigente en el resto del Estado no puede sino conducir a una severa crisis institucional. No acierto a ver cómo ningún político o intelectual vasco puede excusar estas medidas y convencer a nadie de que van a traer más prosperidad y paz al País Vasco. Basta un simple repaso a los puntos fundamentales del proyecto para dejar bien claro su carácter divisivo y unilateral: la creación de "una Comunidad Vasca libremente asociada al Estado español bajo la denominación de Comunidad de Euskadi"; la creación de una entidad política que "ejercerá el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial" independientemente de lo establecido en la Constitución Española; se hace cargo de la administración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y manifiesta que "corresponden a la Comunidad de Euskadi, dentro de su territorio, las potestades de ejecución de todas las políticas públicas". En otras palabras, el proyecto presentado al Parlamento vasco establece un territorio independiente y, si acaso, vagamente asociado al Estado español en lo que parece ser una forma peculiar de confederación, todo ello sin ni siquiera contar con el respaldo y el consenso de la amplia mayoría de la sociedad vasca. Esperemos que todo esto no acabe provocando una crisis al estilo balcánico. [Fri Oct 24 11:20:01 CDT 2003]La revista The New Criterion publica un interesante artículo sobre el estilo y el contenido de George Orwell. Al parecer, el escritor británico era un gran admirador de Somerset Maugham, quien en su día sentenciara: ... good prose should be like the clothes of a well-dressed man, appropriate but unobtrusive Siempre he admirado la prosa de Orwell, evidentemente forjada durante sus años de aprendizaje de la labor periodística que jamás abandonó por completo. Se trata, pues, de un lenguaje claro y conciso, cuyo objetivo evidente es comunicar unas ideas profundas, cargadas de una integridad moral intachable (lo que el autor hiciera en su vidad personal es otra cosa, y nos interesa bien poco aquí, donde me estoy refiriendo a la catadura moral de sus ideas, y no de su persona). Las florituras brillan por su ausencia, lo que me recuerda los comentarios de un buen amigo mío en Madrid que solía dividir la literatura en dos grupos fundamentales: primero, la que él denominaba literatura negra o periodística, basada en un lenguaje sencillo y neutro; y, por el otro lado, la prosa poética, más florida, metafórica, más plástica. Yo siempre me he identificado con la prosa sencilla de Orwell, quizás debido al hecho de que mis primeras lecturas fueron ensayísticas. [Fri Oct 24 10:43:23 CDT 2003]A vueltas con el Plan Ibarretxte. Ahora, el Gobierno del PP ha reclamado el apoyo de la sociedad para plantarle cara al lehendakari, alegando que la remisión del plan al Parlamento vasco amenaza con "destruir el marco de convivencia entre los vascos que representa el Estatuto", romper con 25 años de consenso y conducir a la sociedad vasca al abismo. La verdad sea dicha, aparte de que uno pueda estar de acuerdo con el análisis que hace el Gobierno acerca de la propuesta, tampoco es menos cierto que las acusaciones de que su propósito sea "dar la razón y legitimar" a ETA son inaceptables. La consecuencia última de la apuesta soberanisa que está haciendo el PNV será con toda probabilidad la división aún más drástica de la sociedad vasca, y caben pocas dudas de que la dirección de los nacionalistas vascos deberá apechar con sus responsabilidades tarde o temprano. Sin embargo, tampoco puede sostenerse desde Madrid, como se ha venido haciendo ya durante más de dos décadas, que ETA debería entregar las armas incondicionalmente y aceptar las reglas del juego democrático al mismo tiempo que se explica bien a las claras que el simple hecho de remitir una propuesta soberanista al Parlamento es inaceptable y los vascos jamás alcanzarán la independencia por las urnas. Vamos, me parece a mí que aquí hay una contradicción evidente y ya va siendo hora de que pongamos la casa en orden. [Tue Oct 21 08:06:56 CDT 2003]El IRA ha anunciado la destrucción parcial de su arsenal como respuesta a la reciente convocatoria de elecciones en Irlanda del Norte que pondrá fin a la suspensión de la autonomía declarada hace un año. Siempre he pensado que la solución última al conflicto vasco no tiene más remedio que pasar por algún tipo de negociación similar a la que republicanos y unionistas protagonizaron en Irlanda del Norte. Entiendo que esta posición no es muy popular en estos momentos de triunfalismo donde la derrota final del terrorismo etarra parece al alcance de la mano. Sin embargo, guste o no, lo cierto es que ETA tiene un sólido aunque minoritario apoyo en la sociedad vasca, por no hablar ya de las simpatías hacia el independentismo como tal, y contra eso no se puede luchar simplemente en el frente policial. A pesar de todos los pesares, tienen razón los nacionalistas vascos cuando afirman que el terrorismo etarra no es sólo un problema de orden público, sino también un fenómeno político y social, aunque tal y como están las cosas sea mucho más conveniente el lanzar dardos contra las posiciones supuestamente filoetarras del PNV. No obstante, también habría que aclarar algo respecto al llamado modelo norirlandés que tan maravilloso le parece a la izquierda abertzale: el punto principal de los acuerdos está basado en un grado de autonomía que el País Vasco ya alcanzó hace tiempo con el Estatuto de Guernica. En otras palabras, el modelo norirlandés no es tal cuando se trata del conflicto vasco pues ya comenzó a aplicarse a principios de los ochenta, así que cuesta trabajo ver cómo pueda aplicarse salvo en lo que respecta a la entrega de armas, que es precisamente lo que no quiere aceptarse desde ETA. Así pues, aquí estamos, en medio de un impasse que sigue costando vidas humanas. [Sun Oct 19 20:56:22 CDT 2003]Eugenio Trías escribe en las páginas de El Cultural sobre la Riqueza económica y penuria cultural que, según él, imperan en la España actual. Se trata, me temo, de algo que ya hemos oído muchas veces durante siglos y siglos. Casi desde que el ser humano es ser humano y ha existido vida cultural se han oído proclamas contra la ignorancia del pueblo y la extremada baja calidad del entretenimiento de masas. Trías tiene razón al señalar que ya no cabe la excusa de los pocos medios materiales que siempre pendieron sobre la sociedad española como una espada de Damocles, y ni tan siquiera podemos culpar de nuestras carencias culturales a un opresor gobierno dictatorial, como sucedía en el pasado. Lo que no aclara para nada es en qué sentido esta situación es diferente de la que afrontan otras sociedades de nuestro entorno, como la italiana, la alemana o la portuguesa. Si acaso, la respuesta puede estar en un par de párrafos que apuntan con dedo acusador al tiempo perdido durante la década larga de gobierno socialista: Yo doy mucha responsabilidad al grandísimo error, por omisión, verdadero pecado contra el espíritu, que aquel socialismo triunfante, con mayoría absoluta, cometió al no hacerse de verdad (y no sólo de boquilla) heredero de las mejores tradiciones reformistas, de la Institución Libre de Enseñanza, del regeneracionsmo intelectual y moral que culminó en la segunda república. (...) Hubiera debido promoverse con el mismo celo, o mayor, con que se emprendó la reconversión industrial o la reforma militar, una reforma educativa similar a la que, a fines del pasado siglo, y canalizando para lo mejor la luctuosa derrota ante Alemania del Segundo Imperio, generó la tercera república francesa, gestando un modelo educativo y cultural que permite a Francia, todavía hoy, levantar la cabeza con orgullo, a pesar de todos sus infortunios militares y políticos del pasado siglo. Es cierto, el socialismo gobernante podría haber impulsado una seria reforma de la política educativa (aunque algo se intentó con la LODE) y también es culpable de no haber puesto en marcha una televisión pública más seria y menos dependiente de los caprichos del Gobierno de turno. No obstante, tampoco hay que engañarse, siempre ha habido una cultura de masas y una cultura de élite, y siempre ha sido cierto que la mayoría de la población prefiere entregarse al más puro entretenimiento que a "los goces vinculados a la aventura del conocimiento", a los que se refiere Trías sacando a colación a Platón y Filebo. Algunas cosas son así, nos guste o no. Como se decía antiguamente, "de todo hay en la viña del Señor", y es bueno que así sea si de verdad tenemos fe en la diversidad humana. Si acaso, lo único que me parece distinto en la actualidad, es el hecho de que las masas no sólo prefieren su entretenimiento descerebrado, sino que además se permiten el lujo de satirizar y menospreciar la cultura seria, lo cual la hace menos atractiva aún a ojos de muchos jóvenes. En este sentido, estoy convencido de que la culpa debe dirigirse más hacia el relativismo absoluto que las filosofías postmodernas esparcieron por las sociedades occidentales entre los años sesenta y ochenta que hacia los gobiernos socialistas. Como ya digo, se trata de una tendencia que para nada está limitada a España. [Sun Oct 19 20:24:14 CDT 2003]Leyendo en The New York Times la crítica de una recién publicada biografía de Bill Clinton, me encuentro con un comentario que Truman Capote hiciera acerca de Jack Kerouac que me pareció interesante: That's not writing at all —it's typing. Me parece interesante porque no hace tanto tiempo (a mis veintitantos) me apasionaba la obra de Kerouac y otros miembros de la generación beat. Sin embargo, a estas alturas, me cuesta trabajo decir si todo se debía a un auténtico aprecio por las obras o un simple epate le bourgeois adolescente... en otras palabras, una mera cuestión de pose rebelde. Digo esto porque más recientemente he intentado releer algunos de los poemas de Kerouac y me han parecido sencillamente intragables. Sí, quizás se deba en parte a que hacía ya tiempo que no leía poesía y una obra en verso es siempre más difícil de asimilar. No obstante, he de decir que la también reciente relectura de un par de libros de poemas de Federico García Lorca no me produjo la misma reacción. Por supuesto que entiendo el alcance sociológico e histórico de la obra beat pero, una vez que dejamos todas esas circunstancias de lado, ¿qué queda de la obra literaria como tal? Es posible que la incómoda respuesta sea: bien poco. [Sat Oct 18 22:29:14 CDT 2003]Ha tenido que manifestarse el cisma que separa a la cultura europea de la estadounidense como consecuencia de la reciente guerra de Irak para que The New York Times observe la actitud contrapuesta a ambos lados del Atlántico cuando se trata del tema de la religión. Se nos habla de unas sociedades europeas más preocupadas por la liturgia de la Iglesia y los sacramentos fundamentales como rito de paso por la vida (cuando no se ignora incluso hasta este aspecto) que por los aspectos doctrinales o la puesta en práctica de sus credos. La verdad es que después de vivir más de ocho años aquí en los EEUU, no me cabe duda alguna de que esta sociedad está mucho más imbuida de espíritu religioso que la europea. Lo que ya no me parece tan claro es que se trate de un influencia positiva, como el mencionado artículo parece dar a entender. Pocos países del entorno desarrollado hay donde el tradicionalismo más dogmático, intolerante y fundamentalista todavía tenga la resonancia social que tiene aquí en los EEUU. Y no, no me refiero a cualquier creencia religiosa, sino a los aspectos má extravagantes y esquizofrénicos que sólo aciertan a verse por estos lares (o, al menos, en su amplia mayoría). De la misma forma, hay también pocas democracias donde los argumentos religiosos se puedan convertir en retórica política con tanta facilidad como sucede aquí. Puede haber alguien a quien todo esto le parezca constructivo, pero yo lo veo más bien como un paso atrás. Una sociedad que elige estructurarse en torno al concepto de fe no puede proporcionar respuesta alguna a la diversidad global que se nos viene encima, como tampoco puede hacerlo un colectivo que se fundamente en el todo vale postmoderno. La primera se esfuerza vanamente en retrotraer las manecillas del reloj a un tiempo pasado que siempre fue mejor, donde la homogeneidad cultural garantizaba (o al menos eso se supone desde unas interpretaciones excesivamente edulcoradas) la estabilidad y el respeto a las normas básicas de convivencia; la segunda es simplemente incapaz de ofrecer siquiera una mínima argamasa sobre la que construir el edifico social. ¿Qué hacer, pues? La única solución que veo es una propuesta laica, humanista y secularizante que base sus proposiciones en lo que nos une a todos: la razón. En otras palabras, el proyecto ilustrado. ¿Dicen que se trata de algo demasiado ambiguo, meramente esbozado y que todavía debemos perfilar? He ahí precisamente, pienso yo, su aspecto más sugerente. No se trata de traer la Verdad a las masas, sino de lanzar un mensaje a todos y cada uno de los individuos ahí fuera invitándoles a unirse a un proyecto en construcción. Entiendo que esto pueda parecer menos atractivo que las falsas promesas de salvación eterna o el haz lo que quieras hedonista, pero creo que se trata de una propuesta más respetuosa tanto de la autonomía individual de cada uno de nosotros como de las diferentes culturas que componen la raza humana. Sencillamente, no acierto a ver otro camino, aun siendo bien consciente de que con ello no se promete la llegada a un puerto final sino tan sólo una herramienta con la que cada uno pueda guiarse por su cuenta. He ahí precisamente la grandeza del proyecto ilustrado. Y que conste que no veo esto como algo que necesariamente sea incompatible con la fe religiosa, pero sí que me opongo frontalmente a cualquier proyecto social o político basado en la imposición de unos valores determinados porque fueron supuestamente revelados por cualquier divinidad. La espiritualidad encuentra su lugar de expresión natural en el corazón de los individuos, y no en las cámaras legislativas o en los debates políticos. Su función es, precisamente, el proporcionar sentido último a la existencia de aquellos que no pueden conformarse con una brújula para navegar por los mares y la constante letanía de preguntas sin respuestas a que nos aboca la razón. Más allá de esta función, la fe no trae sino males aún peores que los que intenta enmendar. [Sat Oct 18 17:29:09 CDT 2003]Ha muerto Manuel Vázquez Montalbán. He de reconocer que jamás leí ninguna de sus novelas, y ni siquiera me molesté con la Autobiografía del General Franco cuando oí de un buen amigo que era bastante tendenciosa en la manera en que retrataba al antiguo dictador. Los artículos que publicaba en El País también me parecieron siempre, como los de Eduardo Haro Tecglen, demasiado imbuidos de activismo político y más bien carentes de reflexión seria. Se trataba, después de todo, de uno de los máximos exponentes de intelectual comprometido en el mundo cultural español. No sólo militó en el más legendario que efectivo felipe durante los años del franquismo tardío, sino que ya durante la democracia colaboró asiduamente con el PCE y luego Izquierda Unida, amén de prestar su apoyo a multitud de causas progresistas aquí y allá. Todo ello, como es lógico, le granjeó tanto amistades como enemistades, pero en cualquier caso ahí queda su obra para quien quiera acercarse a conocerla. Llama la atención el que un escritor de novelas policíacas (pues los libros del detective Carvalho son principalmente eso) llegara tan alto en el mundo literario español, pero sería difícil entender este fenómeno sin al mismo tiempo darse cuenta de que la transición española a la democracia generó unas circunstancias muy peculiares donde también otros autores del mismo género (Juan Madrid se me viene a la mente) se hicieron con un buen nombre entre el público lector. Quién sabe si incidentes como los de Montejurra o la matanza de Atocha tuvieron algo que ver en esta tendencia. En cualquier caso, quizá mereciera la pena el pasar algunas horas leyendo las páginas de Galíndez, Los mares del sur, Cancionero general del franquismo, Autobiografía del general Franco o, ¿por qué no?, su poesía erótico amorosa publicada en Ars Amandi. Piénsese lo que se quiera, pero con Manuel Vázquez Montalbán se nos va un representante más de aquella genial generación de escritores comprometidos que lucharon contra la miope censura franquista y nos trajeron el refrescante aire de la libertad durante los años setenta. [Sat Oct 18 09:24:12 CDT 2003]The New York Times publica un interesante artículo sobre Jerry Gonzalez, músico estadounidense que ha conseguido integrar el sonido de la trompeta en el flamenco. Resulta que tras muchos años de tocar en la escena del jazz latino de Nueva York, con su mezcla de ritmos afro-cubanos y caribeños, Gonzalez conoció al director de cine Fernando Trueba durante el rodaje de su documental Calle 54. Aquél rodaje marcaría la carrera del músico estadounidense de raíces puertorriqueñas, pues Trueba le convenció para que diera una gira por España. A pesar de que el plan inicial era el tocar por diversas ciudades españolas durante una semana, Gonzalez acabo quedándose en el país mucho más tiempo. Durante su estancia, tuvo ocasión de oír la obra de autores como Martirio o Chano Domínguez, influidos tanto por el flamenco como por el jazz, y el resultado final ha sido su revolucionaria incorporación de la trompeta al tradicionalísimo mundo del flamenco. No he tenido la oportunidad de oír su música aún, pero me parece sumamente interesante (y alentador) que a estas alturas todavía haya músicos ahí fuera creando sonidos nuevos a partir de una tradición tan enraizada como el flamenco. El mero hecho de que el estilo haya existido al menos durante un par de siglos (y, todo hay que decirlo, con escasas variaciones sustanciales), parecería indicar a priori que no se trata de una base lo suficientemente elástica como para añadirle innovaciones. Sin embargo, Jerry Gonzalez, junto a muchos otros, acaba de demostrar que el flamenco está vivo. [Thu Oct 16 21:21:12 CDT 2003]Acabo de darme cuenta de que El Mundo ha publicado unas páginas especiales para celebrar el 25º aniversario de la revista El Jueves. Aún recuerdo cuando, durante mi primer año de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, me acerqué a un profesor preguntando por una revista independiente de izquierdas "al estilo de El Viejo Topo" que me pudiera recomendar y, ni corto ni perezoso, me espetó algo así como: "¿de izquierdas, independiente y seria? Lo único que se me ocurre es El Jueves". La respuesta me pareció, en aquél entonces, bastante estrafalaria. Sin embargo, a la vista de lo que hay, no me queda más remedio que reconocer que tenía toda la razón del mundo. Se trata de la única revista que ha mantenido unas posiciones claramente progresistas, republicanas y críticas hacia el poder durante más de dos décadas, llegando a meterse en más de un berenjenal como consecuencia de su discurso sarcástico, sobre todo cuando publica viñetas acerca de la Casa Real o la Iglesia. En fin, deseemos larga vida a El Jueves, decano de la prensa satírica española. [Thu Oct 16 21:06:14 CDT 2003]El nacionalismo como tal, en estado puro, es de lo más ridículo que se me puede ocurrir. Al parecer, a CiU se le acaba de ocurrir la genial idea de convencer a los atletas catalanes para que compitan bajo la bandera de Andorra en los Juegos Olímpicos. Desde luego, suena a chiste, pero Artur Mas, el sucesor de Jordi Pujol, va de lo más serio. Aprovechando que el Gobierno español reconoce la doble ciudadanía con el Principado, propone que los atletas catalanes obtengan el pasaporte andorrano de manera "temporal" para así poder participar en las competiciones internacionales en un equipo independiente de la representación española, lo cual no parece posible de otra forma. En otras palabras, que Mas propone el saltarse a la torera el mismísimo espíritu olímpico así como los reglamentos deportivos internacionales con una triquiñuela del tres al cuarto en nombre de la sacrosanta nacionalidad catalana. El fin justifica los medios, que se diría, y lo que cuenta es que los deportistas catalanes no formen parte del equipo español, aunque desfilen bajo la bandera de otro estado, que no envueltos en la senyera. Pero, ¿y lo a gusto que se van a quedar los prebostes de CiU tras tocarles las narices a los españolistas de Madrid? Vamos, que está bien claro que ya se acercan las elecciones autonómicas y ha llegado la hora de que CiU se salga de madre un poco con un par de rocambolescas propuestas al estilo ERC, no vaya a ser que se pierdan algunos votos por allá. Del resto, de la responsabilidad de gobierno, de las propuestas positivas, de las soluciones de verdad... de eso ya nos ocuparemos tras las elecciones, si es que las ganamos. ¡Vivir para ver! [Wed Oct 15 20:53:17 CDT 2003]El Mundo publica los resultados de una encuesta entre universitarios españoles que me parece interesante. Entre otras cosas, queda bien claro que la vasta mayoría de los estudiantes son de tendencia política izquierdista. En concreto, el 46,6% se considera de izquierdas, en tanto que sólo un 26,4% se reconoce de centro y, mucho más sorprendente, los que se identifican con la derecha no sobrepasan el 6,7%, con un 20,4% de indecisos. ¿Por qué me parece esto interesante? Fundamentalmente porque siempre me he preguntado por las razones que pudieran explicar el dominio de las ideas progresistas entre el profesorado universitario, especialmente en las carreras de Humanidades. Durante las últimas semanas, he leído artículos de prensa aquí en los EEUU que parecen apuntar con dedo acusador a la supuesta intolerancia de la izquierda argumentando que se ha lanzado una especie de cruzada para erradicar las mentes conservadoras de la academia. Pues bien, encuestas como éstas contribuyen a darle otro enfoque al problema: ¿y si el problema no fuera tanto la existencia de una intolerancia o persecución política, sino más bien el hecho de que la mayoría del cuerpo estudiantil de por sí ya parte de posiciones más progresistas que la población en general? Después de todo, el grupo de jóvenes que continuarán sus estudios para convertirse en doctores y catedráticos se extrae de los mismos jóvenes que han respondido a esta encuesta. [Mon Oct 13 19:11:01 CDT 2003]Las autoridades estadounidenses acaban de publicar nuevas estadísticas que vienen a confirmar los cambios producidos en las políticas de bienestar de los EEUU durante la última década. Al parecer, la confluencia del dominio republicano en el Congreso y los nuevos demócratas en la Casa Blanca bajo Bill Clinton, sirvió para producir un cambio radical de la red de protección social que, pese a todos los malos augurios provenientes de la izquierda, no deja de tener sus aspectos positivos. Por ejemplo, tras las reformas introducidas en 1996, el número de individuos dependientes del sistema de bienestar social se ha reducido de 12,2 millones a unos 5 millones (una reducción de un 59% aproximadamente). Al mismo tiempo, no puede decirse honestamente que las nuevas políticas hayan tenido como consecuencia directa el abandono de las capas sociales más pobres, puesto que lo que se ha visto ha sido más bien el abandono de los programas que simplemente proveían pagos directos a los individuos en favor de otro tipo de programas encaminados a proporcionar ayuda en forma de subsidios o cupones para servicios de transporte o cuidado infantil. En otras palabras, tal y como prometiera Bill Clinton durante la campaña electoral, lo que se hizo fue transformar un sistema de bienestar enfocado hacia la pura transferencia de dinero por otro sistema cuyo objetivo es promover el que los individuos en ganen su propia vida con un puesto de trabajo. Se pueden criticar ciertos aspectos de la reforma, y aún habría que discutir bastante acerca de las estadísticas como tal, pero al menos hay que reconocer que las cosas no son tan oscuras como se pretendía desde la izquierda. Lo cierto es que, a pesar de todos los pesares, ni siquiera la actual recesión económica ha disparado las cifras de individuos que se encuentran en el sistema de bienestar público, como se temía a mediados de los años noventa cuando se debatían los cambios. Rectificar es de sabios, aunque no case bien con el partidismo ramplón que tan a menudo frecuenta los pagos políticos. Eso sí, aclaremos que el efecto final no ha sido tanto una reducción del gasto público en políticas sociales como una transformación en dónde se invierte ese capital. Y, por supuesto, siempre cabe preguntarse si acaso el aumento en los índices de pobreza que parecen apuntar otros indicadores está de alguna forma relacionado, aunque sea mínimamente, con estos cambios. En todo caso, esto no cambiaría mi percepción de que el balance final de las reformas tiene tanto claros como oscuros. [Sat Oct 11 20:18:17 CDT 2003]Seguramente sorprendería a poca gente si ahora mismo me destapara afirmando que buena parte de los libros a la venta han sido cuidadosamente planeados por los departamentos de mercadeo de las grandes editoriales, y que los personajes e incluso las historias han sido menufacturadas a menudo con la vista puesto en el éxito de ventas que puedan reportar. Pues bien, tampoco es tan distinto lo que acaba de descubrir El Mundo Libro al publicar un artículo sobre el concepto de autor literario como marca comercial. En él se nos asegura que algunos de los autores más conocidos (Tom Clancy, H.P. Lovecraft, Isaac Asimov, J.R.R. Tolkien...) se han convertido más en marcas comerciales que en auténticos escritores, y que en los casos más extremos (especialmente los tres primeros) no tenemos más remedio que hablar de una autoría colectiva. A lo que parece, los libros de Tom Clancy realmente llevan el copyright de un colectivo de escritores e investigadores, en tanto que los libros firmados por Isaac Asimov eran escritos en realidad por Robert Silverberg. También tenemos el caso de H.P. Lovecraft, quien en realidad solamente escribiera unos cuantos relatos en vida. La mayor parte de los escritos que se publican en obras antológicas, fueron escritos realmente por amigos como August Derleth o Clark Ashton, aunque sus nombres raramente figuran en las portadas de sus obras. ¿Y qué decir de la franquicia J.R.R. Tolkien, hábilmente explotada por su hijo, quien no tiene reparos en publicar absolutamente cualquier legajo de papeles que lleve la firma de su padre? En fin, ¿qué duda cabe que la literatura también se ha convertido en un negocio más, parte de la denominada industria del entretenimiento? Y, sin embargo, uno no puede evitar una cierta reacción ambivalente hacia todo esto: ¿y qué más da si un buen libro es publicado por Isaac Asimov o Robert Silverberg, Tom Clancy o su equipo de investigadores? Un buen libro es un buen libro. Entonces, ¿por qué llama aún la atención el que se publiquen este tipo de noticias que nos parecen escandalosas? Supongo que, a pesar del paso de los años y de las dentelladas de la crítica postmoderna, todavía nos quedan los vestigios del concepto romántico de autor. Por cierto, que esto es algo que se perdió en el mundo del cine hace ya tiempo, pero aún se conserva en el ámbito literario una reverencia cuasi religiosa hacia el solitario espíritu creador. Se trata, me parece a mí, de las últimas huellas del concepto romántico de literatura, que después se ennoblecería aún más si cabe con la aparición del género novelístico allá a mediados o finales del siglo XIX. El cine, por el contrario, y quizás con la salvedad de sus inicios y tal vez algunas excepciones aquí o allá, siempre se ha visto como algo mucho más colectivo y empresarial, hasta el punto de que pocos espectadores siquiera saben el nombre del director de sus películas favoritas aunque sin lugar a dudas sepan quiénes fueron sus principales actores. [Sat Oct 11 16:47:58 CDT 2003]Un nuevo y peculiar partido político, Ciudadanos en Blanco, se presenta a las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid. La idea es que todos aquellos ciudadanos que normalmente votan en blanco o simplemente se abstienen voten por esta otra formación cuyos candidatos se comprometen a no ocupar sus escaños. De esta forma, esperan trasladar lo que consideran una protesta más bien pasiva (el voto en blanco o la abstención) al propio parlamento, donde los escaños vacíos harán bien patente la desafección del ciudadano de la calle hacia la denominada clase política. He de decir que la idea me parece original, aunque no estoy seguro de que tenga mucho éxito. Por lo que leo en el artículo, tanto Mallorca como Menorca ya vieron en el pasado iniciativas similares, aunque no se aclara si de hecho consiguieron asiento alguno en sus respectivos concejos. De acuerdo a las declaraciones públicas de quienes apoyan la iniciativa, se trata de "abrir un espacio de reflexión (...) ante el desasiego social existente" así como "acercar las propuestas políticas a las necesidades e inquietudes reales del ciudadano". Quizá el único problema que veo en todo esto es que no se trata sino de un movimiento de protesta más. Es decir, que no acierto a ver propuesta alguna que venga a solucionar el problema al que se apunta, sino tan sólo un original medio de protesta para hacer público el descontento social. Después de todo, si el interés último es el reconectar la actividad política con la calle, ¿qué les impide el participar desde dentro de una de las formaciones políticas ya existentes o presentar su propia candidatura con un claro programa, ideas y propuestas?. La verdad es que todo esto suena más a pataleo que a una propuesta seria y responsable, aunque no me quepa duda alguna de las buenas intenciones de sus promotores. [Thu Oct 9 16:39:43 CDT 2003]Los números dan miedo. The New York Times reporta que más de 5000 ciudadanos extranjeros residentes en los EEUU han sido detenidos por las autoridades estadounidenses desde el 11 de septiembre en conexión con presuntas actividades terroristas. Una buena parte de aquéllos que fueron detenidos no pudieron contar, de acuerdo con el decreto presidencial de Noviembre del 2001, con asistencia legal alguna, al tiempo que se les mantuvo incomunicados y sin que oficialmente se hiciera pública acusación alguna contra ellos ante ningún tribunal. Todo esto puede parecer sorprendente, e incluso aberrante, pero se atiene sin problemas a la tradición constitucional estadounidense, que no reconoce a los extranjeros los mismos derechos que a sus propios ciudadanos ni tan siquiera cuando se trata de derechos mínimos. El origen de esta interpretación tan peculiar se remonta a los fundamentos mismos del sistema legal en los EEUU y en el mundo anglo-sajón como tal, donde los ciudadanos obtuvieron sus derechos mínimos como concesiones del monarca. En otras palabras, pese a toda la retórica anti-gubernamental que siempre ha caracterizado a la política anglosajona, lo cierto es que los derechos individuales más básicos se ven como concesiones de la autoridad, muy en la vena hobbesiana. Ni que decir tiene que todo esto puede resultar algo chocante en un país que entroniza su Declaración de la Independencia como un documento casi de origen semi-divino, donde se afirma sin contemplaciones que la Constitución de los EEUU se basa en los "derechos inalienables" y naturales de los individuos. En otras palabras, el fundamento filosófico político del sistema de gobierno estadounidense es un iusnaturalismo que, sin embargo, se ve obviamente ignorado en su legislación sobre los derechos civiles. Se trata, sin lugar a duda, de algo difícil de aceptar para quienes gustan de andar por ahí dando lecciones de democracia y libertad (no, no me refiero aquí a los estadounidenses en general, sino solamente a los ultraconservadores que parecen haberse adueñado últimamente de la bandera patria). [Wed Oct 8 20:11:20 CDT 2003]Jean-François Revel escribe en The New Criterion acerca de la obsesión antiamericana. El escritor francés advierte cómo el concepto de excepcionalidad cultural ha sido reemplazado últimamente con el de la diversidad cultural, sin que de hecho se haya producido cambio alguno en las posiciones de fondo pues en ambos casos no se trata sino de terminología obtusa para esconder las verdaderas intenciones de quienes los promueven: el proteccionismo cultural y económico. A partir de ahí, Revel hace un breve análisis para subrayar cómo el excepcionalismo no conduce sino a la monocultura y, tarde o temprano, a la decadencia y a la muerte. The proof of this goes back to the old comparison between Athens and Sparta. It was Athens, the open city, that was the prolific fount of creation in letters and arts, philosophy and mathematics, political science, and history. Sparta, jealously guarding its "exceptionalism", pulled off the tour de force of being the only Greek city not to have produced a single notable poet, orator, thinker, or architect; their achievement was "diversity" of a sort, but at the price of emptiness. Parallel phenomena of cultural vacuity are found again in contemporary totalitarian states. Fear of ideological contamination induced the Nazis, the Soviets, and the Maoists to take refuge in an "official" art and a pompously dogmatic literature, sheer insults to the heritage of the peoples on whom they were inflicted. Pero el ejemplo de Esparta y Atenas no es, ni mucho menos, el único que podemos sacar a colación. Como bien afirma Revel, (...) in fact, French cultural exceptionalism has never existed, thank goodness. If it had, it would be French culture itself that would be extinct. Let's suppose that the sixteenth-century kings of France, instead of inviting Italian artists to their courts, had said to themselves: "This predominance of Italian painting is insufferable. We'll keep those painters and their pictures out of the country." The result of this castrating démarche would have been to thwart a renewal of French art. Again: between 1880 and 1914 there were many more French Impressionist paintings in American museums and the homes of private collectors than there were in France, despite which -- or because of which -- American art was subsequently able to find its own wellsprings, and then influence French art in turn. Y los ejemplos abundan tanto que más bien tendríamos que considerar al excepcionalismo cultural como una excepción en sí mismo. Las bases de nuestra sociedad occidental han sido precisamente el concepto de sociedad abierta en permanente diálogo consigo misma y con las culturas que la rodean. Sí, es cierto que ha habido (y aún hay) claras fricciones con otras culturas que a menudo se han dado en llamar periféricas desde las posiciones marxistas. Tampoco es posible negar la destrucción llevada a cabo por los conquistadores y exploradores occidentales en el pasado, llegando incluso a alterar por completo el modo de vida de sociedades enteras. Sin embargo, y esto me parece muy importante, pocos parecen siquiera estar dispuestos a hablar de cómo no todo el intercambio fue negativo o de cómo fue precisamente el ímpetu de conocer mundos nuevos intrínseco en la cultura occidental el que causó el propio furor explorador. Por supuesto, la imposición de opiniones políticamente correctas hoy en día casi nos impide el mencionar estos hechos, pero lo cierto es que el mismísimo concepto de diversidad cultural es difícil de entender sin recurrir al legado intelectual de Occidente. Frente a esta tradición occidental centrada en el concepto del diálogo y el intercambio cultural, hay quienes abogan por un proteccionismo paleto que no puede hacer sino encerrarnos en nosotros mismos y poner fin al maravilloso experimento iniciado por los philosophes ilustrados. Pero uno no puede evitar la sensación de que, después de todo, de lo que realmente se trata es de promover unas políticas intervencionistas que vengan a sacarle a uno las castañas del fuego, como se diría en mi tierra. Esperemos que Europa sea capaz de recobrar su espíritu emprendedor y aventurero, en lugar de cobijarse tras un excepcionalismo falsamente progresista que no hará sino empobrecer nuestro panorama cultural. [Tue Oct 7 21:10:39 CDT 2003]Hay que reconocerle a Manuel Fraga la valentía de asumir los errores. No sólo corrigió el rumbo con la muerte de Franco, convirtiéndose en uno de los valedores de la recién nacida democracia y sirviendo al país con su inestimable labor de conducir a los nostálgicos del régimen anterior hacia los rediles de la monarquía constitucional, sino que ahora no tiene pegos en reconocer que pese a su escepticismo original el Estado de las autonomías ha funcionado bastante bien. Más importante me parecen, no obstante, los comentarios de Fraga acerca de una posible reforma de la Constitución. Como bien afirma el incombustible político gallego, no se trata de tomarselo a la ligera, pero hay que "empezar a desdramatizar la necesidad de una revisión de la Constitución" que sobre todo sus correligionarios de partido parecen empeñarse en convertir en sacrosanta, pues una cosa es tratar de conseguir el mayor consenso posible antes de meterse en camisa de tres varas y otra muy distinta el paralizar lo que no queda más remedio que hacer en nombre de un ideal que nadie sabe muy bien de dónde ha salido. Explica Fraga que se opuso a la forma que adquirió el Estado de las autonomías en el borrador final de Constitución a finales de los setenta porque se elaboró "de forma trapacera", y hay que reconocer que es cierto. Lo que parece obviar, a pesar de su conservadurismo natural, es que la realidad es ya de por sí "trapacera", por así decirlo. Poco nos debe sorprender que precisamente aquellas obras políticas de más larga duración sean las que acepten esta realidad imperfecta, en lugar de las utopías insondables. Pese a todo, Fraga apuesta por ahondar el Estado de las autonomías, en lugar de proponer un vago federalismo al estilo del PSC o apostar por la autoderminación del PNV. De acuerdo a su interpretación, El impulso autonómico, en particular, no está siendo frenado en España por ningún prurito centralista, sino por la actuación criminal de una organización terrorista que usa la cuestión soberanista o autodeterminista como coartada política para la realización de sus fechorías. En otras palabras, que Fraga propone el debatir la reforma constitucional no tanto para cambiar el modelo de Estado como para retocarlo un poco y ponerlo al día, fundamentalmente haciendo los cambios necesarios para que el Senado se convierta en una auténtica cámara de representación autonómica. Es algo que, sin lugar a dudas, parece necesario, pero cuesta trabajo creer que el nacionalismo vasco pueda contentarse con tan minúscula concesión. No es por llevarle la contraria a Manuel Fraga y la mayoría del PP, pero o mucho me equivoco o la pretensión de que tras las demandas de los sectores cercanos al PNV no hay más que un interés en aprovecharse de las fechorías de los etarras para incrementar su cuota de poder sobre la sociedad vasca peca de un simplismo excesivo. [Tue Oct 7 08:29:31 CDT 2003]La periodista María Antonia Iglesias acaba de publicar un libro sobre la década larga de gobierno socialista. La memoria recuperada intenta hacer precisamente eso, recuperar la memoria de una tarea de gobierno que realmente introdujo cambios profundos en la sociedad española. La autora, junto a otros personajes bien conocidos como Joaquín Estefanía, Victoria Prego o Javier Tussell, clarificó durante la presentación del libro que los actuales dirigentes del PP parecen empeñados en hacernos olvidar los puntos positivos de aquella gestión de gobierno, dedicándose a resaltar únicamente los escándalos de corrupción que, sin lugar a dudas, existieron. Puesto que no vivo en España, me es difícil juzgar si estas críticas al mundo liberal-conservador son justificadas o no, pero sí que me quedan pocas dudas de que los gobiernos socialistas de hecho llevaron a cabo una profunda transformación de la sociedad. Y no me baso en los análisis de tal o cual experto, sino en mi propia experiencia personal. Como afirmara Joaquín Estefanía durante la presentación del libro ayer, se cambió la idea de "una España cateta, autárquica y autoritaria" por un país moderno y libre. Quizá esto no fuera lo que mucha gente tuviera en mente cuando se votó por el cambio en 1982, y es muy posible que muchos seguidores del PSOE en aquel entonces (e incluso muchos miembros del partido) aún soñaran con una revolución pacífica que vendría a sacudir las mismísimas estructuras de poder. Pues bien, si eso es lo que se tenía en mente, la desilusión posterior es claramente explicable. Por el contrario, si uno adopta una posición mucho más realista y sensata, no queda más remedio que reconocer que la España de los ochenta no tiene nada que ver con la de mediados o finales de los setenta. Como Alfonso Guerra prometiera, es cierto que a la España post-socialista no la reconoce "ni la madre que la parió", y yo me atrevería a decir que para bien. Como es lógico, se trató no sólo de un cambio que llevara a cabo el PSOE, sino también de un cambio social mucho más amplio. [Fri Oct 3 18:30:37 CDT 2003]David Kay, el jefe del Grupo de estadounidense de Inspección en Irak compareció ayer ante el Congreso, y no queda más remedio que concluir que su informe, al menos de momento, tiene un poco para todos. Por un lado, reconoce sim ambages que aún no han logrado encontrar rastro alguno de armas químicas o bacteriológicas. Pero, por el otro lado, afirma que se han descubierto "pruebas importantes" de que el régimen de Saddam pretendría fabricarlas, si bien se echan por tierra los informes previos a la guerra que advertían de la capacidad del ejército iraquí de lanzar un ataque con armas químicas en cuestión de minutos. Así pues, como ya digo, una de cal y otra de arena. Los demócratas se han lanzado sobre la Administración Bush asegurando que el informe de Kay prueba que sin lugar a dudas exageraron la evidencia para justificar la guerra, y la verdad es que parecen estar en lo cierto. Todavía habría que probar que la Casa Blanca de hecho sugiriera a los servicios de inteligencia norteamericanos el que manipulara sus análisis acerca de la amenaza iraquí, pero parece evidente que tanto el Presidente como Tony Blair exageraron la amenaza y la sobredimensionaron adrede con la intención de justificar su política. No obstante, también parece evidente y está documentado que el régimen de Saddam pretendía reiniciar la fabricación de armas de destrucción masiva en un futuro no lejano. Nancy Pelosi, la portavoz de los demócratas en la Cámara de Representantes, ha explicado que el tener planes para fabricar las armas en un futuro no es lo mismo que el tenerlas ya de hecho y haberlas desplegado. Es cierto, y en ese sentido las afirmaciones de que Irak presentaba un peligro inminente para la seguridad de los EEUU eran claramente exageradas. Ahora bien, hemos de tener en cuenta que Irak ya hizo uso de estas armas en el pasado (algo que no puede aplicarse a Rusia, China o incluso Irán), y que Saddam ya había demostrado en varias ocasiones que no podía ser controlado con meras resoluciones de la ONU. En este sentido, el argumento usado por George W. Bush y Tony Blair de que las Naciones Unidas deben ser capaces de forzar el cumplimiento de sus resoluciones, y no solamente limitarse a un papel puramente diplomático, es correcto. Por supuesto, también cabría preguntarse por qué precisamente los gobiernos de los EEUU y Gran Bretaña se han opuesto siempre a la creación de una fuerza militar multinacional bajo mando de la ONU que sea capaz de llevar a cabo precisamente la política que ellos proponen. |