Cuaderno de Bitácora |
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[Mon Mar 31 20:36:19 CST 2003]Una vez más me encuentro en la prensa estadounidense un artículo contraponiendo la claridad moral de la política exterior de la Administración Bush comparada con la debilidad supuestamente congénita de la vieja Europa. Esto ya se está convirtiendo casi en un lugar común de los comentaristas conservadores, sobre todo a raíz de las recientes querellas acerca del conflicto en Irak. En este caso, el artículo expone las teorías de Robert Kagan, que pueden sintetizarse en el siguiente párrafo:
Es muy posible que Kagan tenga razón al subrayar la inevitabilidad de dichas amenazas, pero cuesta trabajo creer que la única política posible sea el aplastar todas esas amenazas militarmente. De hecho, yo casi me atrevería a decir que ésa es la mejor garantía de que las propias amenazas se reproduzcan mil veces. Seamos claros, esta actitud no es nada nueva. Se ha visto demasiado a menudo durante siglos de Historia como para que nos engañemos nuevamente con falsos cantos de sirena. La imposición de unos ciertos valores, por muy bienintencionados y morales que puedan parecer, no sientan nunca bien entre quienes sólo lo ven como una muestra de arrogancia proveniente de aquéllos que cuentan con una ventaja tecnológica, militar o económica de naturaleza puramente temporal. Claro está que la potencia que postula estos ideales no acierta a ver el final de los días de gloria, imbuída como está de soberbia civilizadora. En este sentido, la crítica que se puede lanzar contra los neoconservadores estadounidenses no afecta tanto al contenido de sus propuestas como al hecho de que se trata de vanos ideales, sugerentes y atractivos ciertamente, pero no por ello menos peligrosos que todas las utopías que hemos visto en el pasado. Como afirma Etienne Durand, analista del Institut des Relations Internationales en Francia, "Teddy Roosevelt said to speak softly and carry a big stick. He didn't say to swing a big stick constantly and smash everyone's head." [Mon Mar 31 20:19:57 CST 2003]The Wall Street Journal publicó hoy un corto pero fascinante artículo sobre las diferencias en los patrones de percepción y raciocinio entre las distintas culturas. Al parecer, las diferencias cognitivas se extienden incluso al ámbito de la más básica percepción sensorial, llegándose a dar el caso de que individuos de distintos continentes sean capaces de recordar cosas distintas acerca de la misma experiencia visual siguiendo, eso sí, unos patrones culturales más o menos homogéneos. Por ejemplo, mientras que los asiáticos parecen prestar más atención al contexto, los occidentales se centran más en los principios abstractos. Inclsuo más fascinante me pareció el hecho de que individuos nacidos en un país pero que se criaron en otra cultura completamente distinta adoptaron las características culturales del lugar donde crecieron y se educaron. También pudieron observarse, asimismo, patrones mixtos en aquellos individuos expuestos a más de una cultura. Mientras que los autores de estos estudios suelen subrayar cómo sus descubrimientos vienen a corroborar la importancia de un mundo donde la diversidad prevalezca sobre el f&eeacute;rreo control de una cultura determinada, a mí me parece que las consecuencias van mucho más allá de lo que estos científicos apuntan. Casi me atrevería a decir que estos descubrimientos recientes vienen a poner en duda más que nunca las bases de la cultura racionalista occidental. En otras palabras, si incluso los patrones de pensamiento y la propia percepción sensorial está influída por el contexto cultural en el que se educó el individuo, ¿hasta qué punto es posible hablar de principios universales o razón universal? Son los cimientos mismos de la Ilustración los que se desmoronan ante nuestros ojos, por poco que guste a las luminarias conservadoras. [Mon Mar 31 13:21:33 CST 2003]Eugenio Trías escribe sobre la contradicción entre las ideas de libertad y seguridad en las páginas de El Cultural, a propósito de la guerra en Irak. Menciona cómo en su clase de Ética y Filosofía Política en la Universidad suele organizar el curso en torno a tres conceptos fundamentales: Felicidad, Libertad y Justicia. Sin embargo, a raíz de los sucesos del 11 de Septiembre se ha preguntado a menudo si debería añadir el concepto de Seguridad a la lista. En esa línea, escribe:
[Mon Mar 31 10:13:16 CST 2003]La Fuerza de Reacción Rápida de la UE ha sido desplegada por primera vez. Se trata de una misión de paz en Macedonia en la que participan un total de 27 países, de los que tan sólo 13 son Estados miembros. Además, las tropas todavía van a vestir sus respectivos uniformes (todo un símbolo), aunque ya cuenten con una insignia especial señalando que pertenencen a la EUFOR. Evidentemente, no es algo muy ambicioso, pero ya es un comienzo. Esperemos que dentro de poco la UE sea capaz de defender sus intereses más activamente y no deba depender tanto de los EEUU en este sentido. Por otro lado, también leo reportes de que el cuartel general de la Fuerza Internacional de Asistencia en Kabul ha sido atacado con un cohete y la Yihad Islámica se ha negado a formar parte del Gobierno del nuevo Primer Ministro palestino, Abu Mazen al tiempo que reafirma su intención de continuar lanzando atentados terroristas contra intereses israelíes. Todo parece indicar que ni el conflicto en Afganistán ha finalizado todavía, ni la actual ofensiva sobre Irak está procediendo con la facilidad y el apoyo popular iraquí que se preveía desde Washington. A no ser que las cosas cambien mucho, es muy posible que estemos asistiendo a los inicios de otra guerra de los Cien Años y, muy a mi pesar, veo bien poco interés en afrontar los auténticos problemas de fondo. Como de costumbre, hacer política de cara a la galería produce más beneficios electorales. [Sun Mar 30 17:33:42 CST 2003]Acabo de oír algo bastante interesante en la radio de la boca de un invitado que trabaja para una institución especializada en historia militar. Aparentemente, la tradición de usar nombres en código para las operaciones militares fue iniciada por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, al principio, se limito a cumplir una función puramente práctica: el permitir a distintos cuerpos del ejército comunicarse los unos con los otros sin que el enemigo tuviera oportunidad alguna de interceptar la información. No fue hasta la Guerra de Corea que los oficiales norteamericanos comenzaron a hacer uso de estos nombres para elevar la moral de las tropas, eligiendo nombres como Operation Killer (la cual, por cierto, no gustó mucho a otros oficiales que se encontraban en los EEUU, pues consideraron que el nombre era excesivamente belicista y podía causar ciertos problemas a la propaganda de guerra). Sin embargo, fue precisemente en los años noventa cuando se comenzó a elegir nombres expresamente para consumo de los medios de comunicación, culminando con el nombre elegido para la actual operación en Irak: Iraqi Freedom. No queda más remedio que concluir que la opinión pública y los medios de comunicación han adquirido una importancia desconmesurada en la sociedad contemporánea. [Sun Mar 30 15:42:35 CST 2003]El historiador Thomas W. Laqueur acaba de publicar un libro sobre el onanismo que, para asombro de aquellos que pudieran pensar que viven en una época de tolerancia, ha tenido algunos problemas antes de ver la luz. Al parecer, el taller de impresión que habitualmente trabaja para la editorial se negó a imprimir el volumen y varias librerías se han negado a organizar coloquios sobre la obra porque afectaría negativamente a su imagen de "librería para toda la familia". Parece mentira que la práctica de la masturbación todavía levante pasiones a estas alturas. En cualquier caso, la obra ofrece un estudio histórico de las diferentes posiciones sociales con respecto a la masturbación. Lo más sorprendente, quizá, sea el hecho de que en diversas épocas de la Historia de la Humanidad se haya considera el onanismo incluso más destructivo que la violación o la prostitución. Por lo que veo, Laqueur no especula por qué haya podido darse esta reacción tan exagerada frente a una actividad bien común (casi podría decirse que universal y, como el libro viene a demostrar, practicada por ambos sexos) que, ademáa, no parece tener consecuencias negativas directas en el entramado social. Más interesante aún me parece el hecho de que no fuera hasta la llegada de la Ilustración cuando la masturbación comienza a ser tratada en público de una forma más asidua. Tampoco es que los philosophes mantuvieran una posición favorable a su práctica ni mucho menos, pero sí que se ocuparon de ella de una forma mucho más abierta. Todo parece indicar que la llegada de la Modernidad con su concepto de la autonomía individual fue la que introdujo los cambios necesarios para que el onanismo dejara de ser visto como algo comparable al adulterio o el bestialismo, algo que aunque cueste trabajo creerlo había sido bastante común con anterioridad. [Sun Mar 30 13:53:35 CST 2003]Adam Garfinkle ha publicado un artículo sobre la política democratizadora del mundo árabe que parece postular la Administración Bush. En él, contrapone claramente las posiciones de los neoconservadores de la Casa Blanca y los que tradicionalmente se han denominado realistas en el ámbito de las relaciones internacionales. Garfinkel considera a los primeros algo idealistas e inocentes: "In different degrees, Arab societies lack three prerequisites for democracy: the belief that the source of political authority is intrinsic to society; a concept of majority rule; and the acceptance of all citizens' equality before the law. Without the first, the idea of pluralism-and the legitimacy of a "loyal opposition"-cannot exist. Without the second, the idea of elections as a means to form a government is incomprehensible. Without the third, a polity can be neither free nor liberal as those terms are understood in the west." Los neoconservadores reiteran una y otra vez que la democratización de Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial es un buen ejemplo de lo que puede conseguirse. Sin embargo, no parecen tener en cuenta que, al menos en el caso de Alemania, las tres condiciones mencionadas por Garfinkel se daban sin ningún problema. Cierto, Turquía es una democracia más o menos estable (habría mucho que discutir al respecto), pero ni es un país de cultura árabe ni tampoco está tan dominado por la tradición islámica como los otros países del área. De hecho, la razón principal por la que Turquía siquiera ha podido conocer una democracia limitada ha sido el proceso secularizador iniciado por Kemal Ataturk a finales de los años veinte. Para empeorar aún más las cosas, "Islam is a radically monadic religion of divine revelation, and Islamic political culture has developed over more than 1,300 years wholly true to that principle. Since divine, extrinsic authority cannot be disputed there is no logic to political pluralism as a permanent or ideal condition. Tolerance for any other set of social and political principles amounts to heresy; tolerance of other private religious beliefs is conceived as virtuous forbearance, not as a recognition that truth might really be in dispute." Lo que en Occidente se considera sano pluralismo y contraposición de ideas que no viene sino a fortalecer a la sociedad, en los países islámicos se ve como señal de debilitamiento de una sociedad. En otras palabras, las características esenciales de una sociedad moderna y democrática tal y como lo entendemos en Occidente se interpreta desde El Cairo o Riyad como "decadencia" y crisis de una civilización moribunda. Así pues, ¿será posible la implantación de la democracia en los países árabes? Mucho me temo que, aunque posible, se trata de una tarea que puede llevar varias décadas de cambios sociales, económicos y políticos. ¿Y tienen los EEUU la paciencia y la intención de trabajar sobre esas bases, sabiendo que los frutos no se recogerán sino en bastantes años? Lo dudo mucho. Cada vez más y más, la sociedad estadounidense se ha convertido en el paraíso de la gratificación instantánea. Si las cosas no suceden poco después de apretar el botón en el mando a distancia, se pierde la paciencia y se pasa a otra forma de entretenimiento más gratificante. Cuesta trabajo creer que las generaciones más recientes de estadounidenses (y aquí incluyo no sólo a los más jóvenes, sino también a quienes se encuentran en posiciones de poder) tengan la constancia que se requiere para llevar a cabo tamaña tarea. Lo que más llama la atención de la política adoptada por George W. Bush es, sin embargo, su vena jacobina. Recientemente, Daniel Cohn-Bendit acusaba a los EEUU de estar comportándose como los bolcheviques de antaño. Aunque esto pueda sonar insultante por lo que tiene de comparación con la tiranía comunista, no creo que ésa fuera la intención de Cohn-Bendit, sino más bien la de subrayar cómo los EEUU parecen haber abandonado posiciones más auténticamente conservadoras en nombre de una jacobinismo democrático que más tiene en común con los excesos revolucionarios de la Revolución Francesa que con la madurez y el realismo de la Revolución Americana. Los bisnietos de Washington y Jefferson parecen dispuestos a lanzarse a la conquista del mundo, iluminados por la Libertad redentora, el Capitalismo modernizador y ciertas dosis de mesianismo. Los republicanos de Bush han pasado de proponer un aislacionismo provinciano durante los debates de la campaña presidencial a un activismo inusitado que no se daba al menos desde la época de Wilson o Roosevelt. Y, sin embargo, si de verdad se quiere poner fin a los conflictos en un mundo cada vez más global, ¿queda otro remedio? No se trata, en este sentido, de que la política como tal me parezca desacertada, sino más bien que se está poniendo en práctica de una forma bastante arrogante y unilateral. Tampoco me queda duda, por último, de que rompe por completo con la tradición neutralista y respetuosa de la soberanía nacional de otros países que firmemente estableciera George Washington en el momento de anunciar su retirada de la política activa. Casi se diría que los actuales moradores de la Casa Blanca quieren jugar con las dos barajas: la que afirma que los EEUU tienen derecho a su propia soberanía sin cortapisas de la ONU, y la que por el otro lado permite a los EEUU poner fin a las ilusiones soberanas de cualquier país para imponer sus propias ideas e intereses. Cuesta trabajo creer que una Administración con tamaña contradicción interna sea capaz de conducir la nave a puerto, pero ya veremos. [Sat Mar 29 20:10:11 CST 2003]
Me topé hoy casi por casualidad con un artículo escrito por el archiconservardor
estadounidense Pat Buchanan contra la posición de los EEUU en Irak
que no pudo por menos que llamar mi atención. Al fin y al cabo, se
trata de uno de los líderes más conservadores del Partido
Republicano, si bien también es bastante conocido por su actitud
algo heterodoxa. En cualquier caso, Buchanan arremete contra los
"neoconservadores" y lo que considera su seguidismo hacia las políticas
de Israel: "We charge that a cabal of polemicists and public officials seek to ensnare our country in a series of wars that are not in America's interests. We charge them with colluding with Israel to ignite those wars and destroy the Oslo Accords. We charge them with deliberately damaging U.S. relations with every state in the Arab world that defies Israel or supports the Palestinian people's right to a homeland of their own. We charge that they have alienated friends and allies all over the Islamic and Western world through their arrogance, hubris, and bellicosity." "Not in our lifetimes has America been so isolated from old friends. Far worse, President Bush is being lured into a trap baited for him by these neocons that could cost him his office and cause America to forfeit years of peace won for us by the sacrifices of two generations in the Cold War." Son, sin lugar a dudas, palabras bastante duras. Me pregunto si, entre otras cosas, los propagandistas ultraconservadores de la radio (tipos como Rush Limbaugh, Jason Lewis, Michael Savage...) también lanzarán un furibundo ataque contra la "falta de patriotismo" de Buchanan tal y como han venido haciendo con otros políticos que mostraron su desacuerdo con la política de la Casa Blanca, como es el caso de Tom Daschle. Me temo, sin embargo, que aplicarán como de costumbre la ley del embudo. He de decir, pese a todo, que los argumentos de Buchanan no me convencen mucho. Prácticamente se limita a criticar a los consejeros del Presidente de seguidismo hacia las políticas de Israel y de estar obsesionados con iniciar una guerra contra Irak, Irán y Libia, ya estuvieran implicados en los atentados terroristas del 11 de Septiembre o no. Buchanan reconoce claramente la conexión entre estos Esatados y grupos como Hezbollah, pero añade inmediatamente que éstos nunca lanzaron ataques contra los EEUU, sino más bien contra Israel. Ni que decir tiene que, con ello, Buchanan simplemente hace gala de su tradicional posición aislacionista: "mientras Hezbollah no toque a los EEUU, no se nos ha perdido nada en este guerra". No estoy de acuerdo con esa interpretación, ni mucho menos, pero los republicanos han de reconocer que el mismo Bush mantuvo posiciones muy similares durante la campaña presidencial. Tuvo que vivir los dramáticos sucesos del 11 de Septiembre para que despertara brúscamente de su sueño aislacionista. Dicho esto, sí que hay algunos aspectos de su artículo que me parecen destacables. Por ejemplo, no cabe duda alguna de que ciertos neoconservadores que tienen posiciones de importancia en la Administración Bush más parecen perros rabiosos que consejeros de un Presidente de los EEUU. Casi se diría que tienen algunas cuentas que arreglar con alguien en el mundo árabe, de tal saña que emplean al menos en su retórica. Asimismo, me preocupa que estos elementos se planteen la lucha contra el terrorismo islámico como un conflicto de civilizaciones que parece reeditar las antiguas Cruzadas medievales. En otras palabras, casi se diría que estos consejeros vienen a igualar el terrorismo con el Islam como tal, e incluso tal vez con la propia cultura árabe. No creo que esa actitud pueda traer nada bueno. Finalmente, también tengo que estar completamente de acuerdo con sus palabras acerca del conflicto palestino-israelí. Aunque no guste en ciertos círculos, lo cierto es que hasta que no se resuelva ese conflicto, no veremos el final del terrorismo islámico, y la actual Administración Bush está haciendo bien poco para solucionar ese conflicto. De hecho, no está, al menos de momento, sino apoyando incondicionalmente todo lo que hace Sharon, ya sea por propia convicción o, como afirma Buchanan, por la influencia de los neoconservadores en la Casa Blanca. Un buen ejemplo de esta actitud cuasi-mesiánica que parece caracterizar a los apóstoles neoconservadores puede observarse también en una charla entre Richard Perle y Daniel Cohn-Bendit publicada por la revista Foreign Policy. Llega un momento en que Perle se atreve incluso a hablar de cómo la instauración de un Gobierno amigo en Bagdad ayudará a solucionar el conflicto palestino porque el líder de la oposición en el exilio ha prometido que el reconocimiento diplomático de Israel será una de sus primeras medidas tras el cambio de régimen. ¿De dónde habrá salido tamaña inocencia? Desde luego que hay razones para esperar que un cambio de régimen en Irak contribuya a mejorar los problemas en la región, pero desde luego lo que afirma Perle no es precisamente algo que vaya a contribuir mucho. De hecho, lo más probable es que el mundo árabe no vea en ello sino un buen ejemplo de imposición imperialista sobre el nuevo Gobierno iraquí. De hecho, cuesta trabajo ver cómo es posible que un consejero estadounidense mantenga al mismo tiempo la posición de que los EEUU han lanzado la guerra para "liberar" a Irak del gobierno tiránico de Sadam y que él ya sabe de antemano una de las primeras medidas que va a tomar el Gobierno supuestamente democrático que le sustituya. ¿Dónde queda, pues, la democracia? He de añadir que me sorprende gratamente ver a Daniel Cohn-Bendit defender tan claramente una política exterior más activa para la Unión Europea, sobre todo viniendo del líder de Los Verdes en el Parlamento Europeo. Se trata, no obstante, de algo en lo que estoy completamente de acuerdo. [Tue Mar 25 20:23:43 CST 2003]Por si cabía alguna duda de a qué me refería hace un par de días con mis sospechas acerca de la Administración Bush, un amigo me envió hoy un artículo recientemente publicado en el diario británico The Guardian en el que Richard Perle se congratula por la muerte de la ONU. El consejero del Presidente estadouniense cae precisamente en el defecto que mencionaba yo mismo hace un par de días: pasa por alto todos los aspectos positivos de la ONU y, al mismo tiempo que llama a poner fin a una época marcada por el multilateralismo y un más bien limitado concepto del Derecho Internacional, ni siquiera bosqueja qué es lo que los estadounidenses proponen como alternativa. En otras palabras, hace "oposición" pero sin ofrecer alternativa alguna. Como venía diciendo, me preocupa mucho qué pueda suceder cuando la guerra de Iraqk finalice, pues no parece que Bush tenga un plan claro más allá de imponer la voluntad de los EEUU sobre el resto de la comunidad internacional. Casi me atrevería a decir que, por lo que hemos tenido oportunidad de oir hasta el momento, solamente se nos está proponiendo una reedición de la Pax Romana, aunque esta vez con el amigo yanqui como protagonista principal. [Sun Mar 23 20:01:52 CST 2003]La guerra de Irak comenzó hace ya unos cuantos días. Aunque mi posición es más bien cercana a la que han mantenido Blair y Aznar, tampoco puedo ocultar que hay algunas cosas que me preocupan. Principalmente, no me parece adecuada la paranoia anti-ONU que he observado entre muchos de los estadounidenses que apoyan al Presidente, pues aunque la organización diste mucho de ser perfecta tampoco es menos cierto que es, hoy por hoy, lo más cercano que tenemos a un foro de diálogo mundial que al mismo tiempo contribuye a crear un cuerpo más o menos coherente de Derecho Internacional. En otras palabras, sin la ONU, sólo tenemos la jungla, el retorno a una etapa más bien negra de la Historia en la que las potencias decidían dirimir todos sus conflictos recurriendo a la ley del más fuerte, y qué duda cabe que esto no es sino un paso atrás. Los EEUU son a estas alturas la única superpotencia, pero si se empeñan en imponer su ley al resto del mundo no van a crear sino recelos y sed de venganza. En este sentido, es precisamente la legendaria inocencia estadounidense la que les lleva a mantener con firme convicción que no entienden cómo nadie va a oponerse a la expansión de la democracia y la libertad por el mundo y que, una vez aclaradas sus buenas intenciones, los individuos de buena conciencia les apoyarán sin reservas. Por desgracia, no es la primera vez que este tipo de actitud termina conduciendo al desastre, pues comete el tremendo error de ignorar la complicada naturaleza tanto de los seres humanos como de las distintas sociedades. Por otro lado, tampoco me preocupa menos que la Administración Bush no parezca tener una idea clara de qué pretende hacer una vez que la guerra finalice. No creo que nadie dude de que EEUU y Gran Bretaña van a salir victoriosas de este conflicto, aunque si se alarga más de la cuenta lo mismo pueden causar la desestabilización de toda la región, pues me parece improbable que los países árabes puedan sentarse a ver las batallas mientras sus respectivas opiniones públicas piden que rueden las cabezas. En cualquier caso, tampoco está nada claro cómo van a proceder a administrar la victoria en una atmósfera fundamentalmente anti-occidental y sin la ayuda de buena parte de las naciones que habitualmente cooperan en labores humanitarias y de reconstrucción. A esto hay que añadir el hecho de que el Presidente Bush no parece tener ninguna política amplia de lucha contra el terrorismo. Su posición se limita, por el contrario, a llamar a la guerra frontal contra el terrorismo, pero sin ni siquiera plantearse seriamente cuáles pueden ser sus causas (el conflicto palestino-israelí, entre otras cosas), lo cual no puede sino conducir a un ambiente de conflicto permanente, sospechas de prejuicios anti-islámicos y radicalización de posiciones. [Sun Mar 23 13:50:34 CST 2003]No pude evitar cierto malestar cuando un buen amigo me llamó por teléfono hace unos minutos y me espetó: "¿estás viendo la guerra?" ("Are you watching the war?"). No se trata tanto de que el comportamiento de mi amigo me parezca inmoral, sino que me hizo ver claramente que yo también había estado siguiendo los acontecimientos por televisión como si todo esto fuera una simple retransmisión deportiva. Hay ocasiones en las que me pregunto si este fenómeno reciente no apunta a un preocupante embrutecimiento de la sociedad contemporánea en el que, obviamente, yo mismo tomo parte. |