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[Mon Apr 28 17:34:17 CDT 2014]El problema, por supuesto, está en ver si se trata de algo asociado a la lengua como tal o, por el contrario, al contexto sociocultural en el que se desarrolla o, incluso, al contexto en que se aprende el idioma. Nada de eso queda claro, me parece, en la noticia. Se nos explica que se da una correlación, pero no a qué pueda deberse. De esta forma, se deja prácticamente a la imaginación del lector, lo cual siempre está lleno de peligros. Por ejemplo, entre la gente que conozco se ha ido extendido la idea de que quizá pueda deberse a que, efectivamente, los idiomas lleven consigo algún tipo de mentalidad que no puede siquiera separarse de la lengua. Lo uno va con lo otro, vamos. Guste o no guste. Esto, me temo, resulta muy atractivo, sobre todo porque ya hay un buen número de tópicos y estereotipos sobre tal o cual nacionalidad, tal o cual lengua. Sin embargo, yo tiendo a pensar que, si de hecho se da alguna correlación, puede deberse más al contexto en que se aprende o se usa la lengua que a cualquier otra cosa. Me explico. Si usamos el inglés profesionalmente para entendernos con otras personas en el ámbito de la tecnología o la ingeniería, tiene bien poco de extraño entonces que el idioma se asocie en nuestra mente entonces al tipo de personalidad que promueve dicho campo del conocimiento y la actividad humana. Entre otras cosas, parece bien probale que hasta nuestro vocabulario en dicha lengua esté dominado por términos relacionados con el ámbito en que lo usamos, y no otros. Si esto fuera así, entonces, no es tanto que el inglés se preste más a la tecnología y el francés más a expresar los sentimientos, sino que quienes hablan varias lenguas suelen usar uno para una cosa y el otro para la otra, pero sin que en realidad haya ahí relación de causalidad alguna. Esto, creo, es bastante más probable que no otra cosa. No obstante, como es obvio, habría que llevar a cabo algún experimento para confirmarlo. En todo caso, el artículo me parece bien interesante. {enlace a esta entrada} [Tue Apr 22 12:40:55 CDT 2014]Ayer leíamos en El País que un grupo de diputados socialistas franceses se han rebelado contra el plan de austeridad de Valls y Hollande. Se podrá estar de acuerdo o no con el giro que ambos han imprimido a su política económica en los últimos tiempos, pero a mí lo que me interesa resaltar es otra cosa completamente distinta. Fíjense que una noticia similar sobre los diputados del PP o del PSOE en nuestro Congreso de los Diputados sería sencillamente impensable. En Francia (por no hablar del Reino Unido) hay mayor descontrol, pero también mayores cotas de democracia (comparativamente hablando, por supuesto). Por nuestro lares lo que se estila es el ordeno y mando, el diputado empuja-botones siguiendo las consignas del jefe de grupo. Y, como no podía ser de otra manera, queda más bien poco margen para la sofisticación y, sobre todo, para la pluralidad. No hay más que pensar que en la misma noticia se nos explica que los diputados "rebeldes" han presentado un total de tres propuestas alternativas para llevar a cabo la misma reducción en el gasto. Como decía, no entro a discutir si las propuestas de estos diputados son mejores o peores que las de Hollande y Valls, pero de lo que sí que no me cabe duda alguna es de que, al menos, contribuyen a enriquecer el debate. Para eso está el Parlamento, ¿no? Mientras tanto, en nuestro país seguimos con la disciplina de siempre, piensen lo que piensen los ciudadanos, que eso sí que no parece importar demasiado. {enlace a esta entrada} [Sun Apr 20 10:08:18 CDT 2014]Ayer nos encontrábamos con una noticia publicada en El País sobre la desigualdad racial en el acceso a la educación en los EEUU que, me parece, viene a demostrar con claridad cuál es la raíz del problema, tanto en EEUU como en España. Según se nos explica en la noticia, aunque ya han transcurrido varias décadas desde que el Tribunal Supremo estadounidense prohibiera la segregación racial, la discriminación sigue dándose igualmente hoy en día, pese a que también se hayan hecho progresos evidentes: Las políticas que se han venido aplicando hasta ahora, centradas en el concepto de raza, no parecen estar dando demasiados frutos. Ha habido algunos avances, sí, pero casi imperceptibles. El racismo abierto, sin lugar a dudas, está mucho menos presente en la vida cotidiana estadounidense de lo que estaba en los años cincuenta o sesenta. Eso parece evidente. El problema, sin embargo, no es el racismo declarado, sino la discriminación encubierta. Como se nos explica en la noticia, las cuotas han contribuido a aumentar el número de minorías en los campus universitarios, pero esto se ha dado sobre todo en las universidades de menor reputación. Pero es que, además, aunque el porcentaje de licenciados universitarios provenientes de familias latinas o negras se ha duplicado, lo mismo ha sucedido con las familias blancas. O, lo que es lo mismo, que más que de un avance en la lucha contra la discriminación se trata de un avance de la sociedad en general del que, por lo menos, las minorías no se han quedado descolgadas. En cualquier caso, lo que me parece fundamental es lo siguiente: En otras palabras, que la raíz última del problema no es racial, sino socioeconómica. O, para entendernos, de justicia social, de desigualdad económica. He ahí la "bicha" que nadie quiere mentar. En este capitalismo postmoderno, concienciado, donde tanto esfuerzo hacemos por mostrar que nos preocupamos por los más necesitados y por el medio ambiente, donde ser "verde" está super-requete-bien visto, no nos gusta hablar de lo que subyace a los problemas: la desigualdad económica. Preferimos obviarlo y concentrarnos, en su lugar, en los asuntos "identitarios". Y, sin embargo, hasta que no hagamos algo respecto a ese asunto que en realidad está en la raíz de muchos de los problemas que afrontamos, se avanzará bien poco. {enlace a esta entrada} [Sun Apr 20 09:53:05 CDT 2014]Hace un par de días leí un artículo del escritor mexicano Jorge Volpi en el que describía a Jorge Luis Borges y al recientemente fallecido Gabriel García Márquez como "nuestro Apolo y nuestro Dioniso", respectivamente. Me pareció bien interesante. Ahi van tres párrafos: Me pareció una lectura interesante de ambos escritores. Yo, por mi parte, he de reconocer que, pese a que por afinidades ideológicas quizá debiera sentirme más cercano a Gabo, nunca leí sino algunos de sus cuentos (y no necesariamente los más importantes) en tanto que sí he leído bastante más a Borges. Supongo que es más mi estilo... no de escritura (¡por Dios, no!) sino de lectura. Al fin y al cabo, uno no es más que un aspirante a intelectual de baja estopa. Ni que decir tiene que recomiendo fervientemente la lectura de ambos. Pero, en cualquier caso, llama la atención que, efectivamente, como afirma Volpi, esos dos escritores pueden considerarse en buena parte los definidores de la literatura en lengua española del siglo XX, y ambos nacieron en Latinoamérica. Hace ya mucho tiempo que nuestra lengua dejó de ser exclusivamente nuestra, aunque no estoy yo tan seguro de que lo hayamos internalizado por completo. {enlace a esta entrada} [Thu Apr 17 12:39:10 CDT 2014]Quienes seguimos lo que pasa en España y Andalucía nos levantamos ayer con la noticia de que el Ministerio del Interior está ahora investigando un posible fraude en cursos de formación en Andalucía. Se trata de algo parecido a lo que ya se destapó en la Comunidad de Madrid. También aquí, como en aquel otro caso, están implicados "emprendedores" del tres al cuarto ("listillos" se les llamaba no hace mucho) que aprovechan sus contactos con altos cargos de la Administración (autonómica en este caso) para llenarse los bolsillos. En fin, la picaresca de siempre (que, no nos engañemos, también se da en otros países). Lo que me preocupa no es la noticia en sí, sino más bien que cada día se leen varios titulares similares. La gente está ya hasta la coronilla. El hartazgo de los políticos y la política es tan generalizado que, me temo, cabe la posibilidad de que el nivel de abstención en las elecciones europeas de mayo (y quizá más allá) sea altísimo, quizá superando la barrera del 50%. La gente ya no cree en las instituciones, y eso es bien peligroso. De ese paso a la aparición de populismos xenófobos, demagogias y extremismos de todo pelaje hay más bien poco. Lo mismo no nos damos cuenta hasta que sea demasiado tarde para desandar lo andado. En este sentido, me parece increíble que los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) ni siquiera se hayan atrevido a entablar un mínimo diálogo para reformar las cosas. Más bien al contrario, parecen estar comportándose con la misma miopía de la que hicieran gala los partidos del turnismo poco antes de la implantación de la Segunda República. ¿Es ya demasiado tarde? Pues lo mismo. Pero, de todos modos, harían bien populares y socialistas en reflexionar sobre estas cosas. {enlace a esta entrada} [Thu Apr 17 12:24:16 CDT 2014]Ayer, mientras echaba un vistazo a las noticias publicadas por el diario El País, me encontré con una que nos informaba que el secretario de Juan Pablo II ha sacado a la luz los diarios que el Papa ordenó quemar en su propio testamento. Ciertamente, la decisión del secretario es éticamente dudosa. Pero, no obstante, nos ayuda a entender mejor la figura del Papa polaco. Por ejemplo, según se nos cuenta en la propia noticia: Son todos, me parece, interesantes resquicios por los que observar y conocer mejor a un personaje que significó tanto en el último cuarto del siglo XX. Eso sí, es bien cierto que no parece que haya sorpresa alguna. Después de todo, ya conocíamos su obsesión por el anticomunismo, su tradicionalismo casi reaccionario, sus tendencias autoritarias y su firme oposición a cualquier forma de modernismo, incluyendo el que pretende dar mayor protagonismo a la mujer dentro de la institución eclesial. Si acaso, hay dos asuntos mencionados en la noticia que me parece importante destacar: primero, el detalle de que haga continuamente llamamientos a amar a Dios, pero parezca olvidarse de la figura de Jesucristo (siempre más cálido, más cercano, más humano y, sobre todo, más identificado con el sufrimiento de los más pobres); y, segundo, la cita de Paul Claudel, que sigue siendo igual de relevante hoy en día que cuando él mismo la escribió. Se mire como se mire, guste o no guste, la verdad es que demasiados cristianos ven su fe como una especie de mazo con el que golpear a los demás en la cabeza, como un dogma que les confirma en sus posiciones, en lugar de subrayar el mensaje de paz, amor y compasión que envió Jesucristo. Esto es, creo, precisamente lo que el Papa actual quisiera cambiar. Ya veremos cómo le va. {enlace a esta entrada} [Fri Apr 4 11:26:34 CDT 2014]Hace ya un par de días que la noticia de que el rapero Pablo Hasél había sido condenado a pena de cárcel por hacer apología del terrorismo en la letra de algunas de sus canciones levantó algo de polvareda entre ciertos sectores progresistas españoles. Como en otros casos, se alega que la pena es en realidad un ataque a la libertad de expresión del artista. Lo siento mucho, pero discrepo de quienes defienden a Hasél en este caso. La libertad de expresión, como cualquier otra libertad, también tiene sus límites. Y, en este caso, parece evidente que Hasél los ha traspasado de manera clara al incluir en sus letras llamamientos tan evidentes a la comisión de delitos como el pedir que le claven un piolet en la cabeza a José Bono o que hagan explosionar el coche de Patxi López, entre otras "lindezas". Se pueden defender todas las ideas que se quiera, pero no hacer un llamamiento a que se cometan crímenes. Si a alguien le cabe duda alguna al respecto, no tiene más que preguntarse qué sucedería si, en lugar de solicitar que se mate a José Bono, a Aznar o a Patxi López en sus letras, el "bueno" de Hasél hubiera pedido que se hiciera lo mismo con algún negro, judío o inmigrante. Seguro que muchos de quienes le defienden en estos momentos no estarían dispuestos a aceptar que tamaña insensatez quedara impune. Por favor, dejemos de ver estas cosas con el sectarismo de costumbre y hagamos un esfuerzo por ser mínimamente objetivos. Ideas puede defender las que quiera, pero no hacer llamamientos claros y evidentes a que asesinen a alguien. Al hacer precisamente eso, Hasél ha traspasado la raya de lo que puede considerarse aceptable en una sociedad democrática. {enlace a esta entrada} |