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[Sun Jun 30 22:24:15 CDT 2013]Aunque en su momento haya cometido errores garrafales desde una perspectiva mínimamente ética, ahora no me queda más remedio que alabar a Lance Armstrong por la sinceridad con la que ha respondido a las preguntas de Le Monde en una reciente entrevista. Ahí van algunas cosas que me han llamado la atención, algunas relacionadas con el asunto del doping y otras más relacionada con aspectos humanos: Se pensará lo que se quiera, pero me temo que sus insinuaciones de que los clubes de fútbol (y las propias autoridades) tienen miedo a llegar hasta el fondo del asunto del dopaje son totalmente ciertas. Sencillamente, el ciclismo y Lance Armstrong no son sino la punta del iceberg. No son inocentes, no. Pero tampoco son los únicos culpables. Hay que ser demasiado ingenuos para creerse eso. Mientras más dinero mueve un deporte, más posibilidades de que se eche mano del dopaje para mejorar los resultados. No hace falta ser demasiado perspicaz para darse cuenta de eso. {enlace a esta entrada} [Sun Jun 30 09:54:23 CDT 2013]Aunque se trataba de un secreto a voces, la noticia de que la NSA estadounidense ha estado espiando a sus aliados europeos ha sido recibida con sorpresa (seguramente simulada) en las cancillerías europeas. Seamos claros: ¿de verdad que había alguien que pensaba que los servicios de inteligencia estadounidenses no nos espiaban porque nos consideraban "fieles aliados"? ¿En serio que a nadie se le ocurrió siquiera la idea de que pudieran estar espiándonos, aunque sólo fuera por razones económicas y comerciales? Cuesta trabajo creerlo, la verdad. Hubiera sido una muestra clara no ya de inocencia o ignorancia, sino estupidez. En todo caso, según leemos en El País: ¿En serio? ¿De verdad que la noticia "excede a todo lo imaginable"? ¡Qué poca imaginación tiene la señora ministra! Pero no es la única que ha mostrado su sorpresa, por supuesto. También lo ha hecho el Presidente del Parlamento Europeo: Otra alma caritativa que, de buenas a primeras, descubre sorprendido que le importa un rábano al "amigo americano" quien, por otra parte, sólo se preocupa de sus propios intereses, único objetivo de su acción que viene a justificar cualquier comportamiento. ¡Vaya, hombre! ¡Qué sorpresa! Uno que pensaba de verdad que los estadounidenses iban por el mundo arriesgando sus vidas para defender la democracia, la justicia y la libertad de todos los pueblos por igual. Algo, por cierto, parecido a lo que hacen las potencias europeas, para no engañarnos. Sea como fuere, el espionaje ha sido vasto y profundo: ¡Vaya, hombre! ¡Otra sorpresa! Resulta que el "amigo americano" parece mostrar especial interés por Alemania y, sobre todo, por la capital financiera de la UE. ¿Quién lo hubiera dicho? Vamos, es que si no llega a ser por Der Spiegel, a mí ni se me hubiese pasado por la cabeza, de verdad de la buena. La hipocresía llega un nivel tal que ya no sabe uno si echarse a reír o a llorar. Que los EEUU llevan a cabo espionaje comercial de los socios europeos debe haber sido un secreto a voces durante varias décadas. Otro tanto puede decirse del hecho de que Washington sólo considera "amigos", "demócratas" y "luchadores de la libertad" a quienes se comporten como perritos falderos y sigan al pie de la letra las instrucciones emanadas de la capital del imperio (de esto los británicos saben mucho, pues son alumnos bien aventajados). Yo llegaría incluso a afirmar que cabe la sospecha de que la mano del "aliado estadounidense" esté detrás de las maniobras para debilitar el euro en los últimos años. Y, mientras pasa todo esto, nosotros nos prestamos a negociar un tratado de libre comercio con ellos. En estas condiciones. ¡Las cosas que hay que ver! Aunque el personaje me gustara m´s bien poco, he de reconocer que siempre he pensado que el general De Gaulle estaba en lo cierto cuando proponía que Europa siguiese su propio camino, claramente independiente de los EEUU. Hoy, la necesidad de esa política me parece más apremiante que nunca. {enlace a esta entrada} [Fri Jun 28 09:50:09 CDT 2013]Hay algunas cosas que, no por ser meramente anecdóticas, son por ello menos indicativas de la triste realidad de la civilización contemporánea en nuestros países altamente desarrollados. Así, por ejemplo, me acabo de encontrar hoy con la página para recolectar fondos para un juguetito que supuestamente ayudará a liberar estrés. Se trata de una pequeña mesita de plástico con patas plegables que uno puede llevar en el bolsillo y, convenientemente, sacarla, desplegar las patas y proceder a voltear con un solo dedo para... en fin, para liberar el estrés. El video no tiene desperdicio. Ahí va. Seamos honestos. Se trata de una redomada gilipollez. Y lo más interesante es que, haciéndoles falta únicamente poco más de 5.000 dólares para ponerlo en marcha, acabaron recogiendo un total de 7.331 dólares de donantes a través de la web. Y todavía hay quien se sorprende de que muchísima gente que vive en países pobres piense que nuestras sociedades ricas se caracterizan por el egocentrismo consumista y cortoplacista de un puñado de niños mimados aburridos que no saben qué hacer con su tiempo libre. ¿Cómo puede uno sorprenderse, visto lo visto? ¿Es que alguien piensa seriamente que esto es normal? {enlace a esta entrada} [Thu Jun 27 16:52:32 CDT 2013]Debe ser el signo de los tiempos, por desgracia. Si ayer leíamos que el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, había anunciado que no se presentaría a la reelección y abría el debate sobre su sucesión, hoy leemos que la elegida a sucederle no es otra que la incombustible (y todopoderosa) Susana Díaz Pacheco. Cierto, al menos en teoría, son los militantes del PSOE-A quienes tienen la última palabra, pero ya se sabe que en el PSOE eso de las primarias se entiende de una forma muy peculiar. Para empezar, solamente habrá primarias "si se presentan más de un(a) candidato/a"... y a ver quién es el guapo que presenta su candidatura contra quien se ha laminado en tiempo record a media Agrupación Provincial del PSOE de Sevilla antes de proceder a hacer "limpieza general" en las otras agrupaciones provinciales del PSOE-A y "poner orden en casa" al servicio del buenazo de Griñán. Imagino que alguien aparecerá, pero o bien será un candidato de la base con pocas probabilidades (y medios) de conseguir nada, un candidato testimonial de los desdibujados "críticos" o, lo que me parece mucho más probable, alguien cercano a la propia Susana Díaz (se habla de Mario Jiménez) para que todo tenga un aire de auténtica democracia pero la elección final quede en una mera opción entre Coca-Cola o Pepsi. Es más, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que la dirección del PSOE-A (es decir, Griñán) lo quiere dejar todo atado y bien atado, pues las primarias se van a convocar con tanta prisa que en realidad no hay posibilidad alguna de montar una candidatura alternativa a la que viene bendecida por el mandamás. Según se cuenta, quieren que los militantes voten antes de que llegue el mes de agosto. En otras palabras, pasado mañana, como quién dice. De todos modos, lo que me parece más preocupante no es la forma en que se está queriendo llevar a cabo la sucesión de Griñán (aunque, como digo, no me gusta nada), sino el hecho de que, creo, el afán de renovación se queda en mera retórica, como era de esperar. De un tiempo a esta parte, sobre todo después del severo correctivo de las elecciones más recientes a todos los niveles, los socialistas no paran de hablar de la necesidad de renovación. Y es cierto, les hace falta renovarse. El problema es que, como era de esperar, están limitando la supuesta renovación a un mero cambio de caras. Nos quitamos de enmedio a Griñán y Rubalcaba, ponemos en su lugar a Susana Díaz y Carme Chacón o Eduardo Madina, y lo tenemos todo solventado. ¡Ya está hecha la renovación! Con un mero cambio de caras y el resabido "cambio generacional" nos ganamos otra vez el apoyo y la confianza de los ciudadanos. O, al menos, eso es lo que parecen pensar los socialistas. Excepto que esta vez no tengo yo tan claro que vaya a funcionar. La gente está ya muy harta. Han sido demasiadas las traiciones (por no hablar de las corruptelas, el enchufismo, la incapacidad o el arribismo) como para volver a ganarse la confianza de la gente con un par de cambios cosméticos. No sé, a lo peor me equivoco, pero creo que esta vez no va a funcionar. La genta está muy quemada de políticos mediocres, aprovechados y corruptos. Para que la operación llegase a funcionar, tendría que darse al mismo tiempo un cierto retorno a la normalidad en cuestiones económicas y sociales que, sencillamente, no se vislumbra al corto y medio plazo. Todo parece indicar que la crisis ha llegado para quedarse por un buen tiempo y nada va a volver a ser como era antes, en la época del boom, al menos durante muchísimo tiempo. Por cierto, que hay otro asunto que me parece digno de mención con respecto a todo esto. Ya no se trata de los modales arrogantes y poco democráticos que se gastan quienes nos gobiernan. Hacen y deshacen como les viene en gana. Quitan y ponen presidentes como quien cambia las piezas de parchís en el tablero y ni siquiera tienen dudas ni remordimientos. Les parece lo más normal del mundo... porque es lo que han mamado desde hace décadas. Y ahí es donde iba. Se habla mucho de "cambio generacional", como si el sustituir a alguien de más edad por otra persona más joven (en este caso, quitar a Griñán y poner a Susana Díaz) fuera algo ya de por sí loable. Porque sí. Porque ella es más joven, y además mujer, claro. Sin embargo, parece no tenerse en cuenta que Susana Díaz pertenece a una generación de políticos que siempre vio la política como profesión, que jamás ha tenido experiencia laboral en ningún otro lugar, que se ha labrado su carrera (y su reputación, buena o mala) trepando por las estructuras de un partido, dando puñaladas a diestro y siniestro, conspirando y traicionando, repasando una y otra vez los censos de militantes para contar (y comprar) votos, enchufando aquí y allá para ganarse apoyos... en fin, que se trata de una generación bastante mediocre, tanto en su historial como en sus propias expectativas. No se trata de una generación con proyectos ambiciosos, con idealismo juvenil, sino más bien con meras ambiciones personales. De hecho, a mí me gustaría que alguien me explicara en qué consiste el proyecto político de Susana Díaz y, sobre todo, en qué se diferencia del de Griñán. Porque, al fin y al cabo, si la democracia no consiste en elegir entre proyectos diferentes, sino únicamente entre caras diferentes, ¿para qué diantres queremos tener elecciones? {enlace a esta entrada} [Sun Jun 23 20:51:53 CDT 2013]Leyendo la noticia en El País sobre 32 poemas inéditos de José Bergamín se encuentra uno con las premonitorias palabras del poeta sobre la deriva que iba tomando el proceso de integración europea a raíz de unas reflexiones acerca de los cambios en la política exterior del régimen franquista a principios de los setenta: Para quien no se haya enterado, nos encontramos ahora preparando el proceso negociador para crear un área de libre cambio con los estadounidenses. Y, por lo que hace al liderazgo alemán, no hace falta que diga nada, creo yo. {enlace a esta entrada} [Sun Jun 23 15:04:57 CDT 2013]Ayer leía un artículo en la web de Rebelión titulado En defensa de la filosofía en la enseñanza media, escrito por un tal Andrés Huergo, que me pareció interesante. No voy a entrar aquí en el asunto de fondo, que es el ya conocido debate sobre el papel de la filosofía (y las humanidades en general) en los planes de estudio. Lo que sí que me parece digno de mención es un par de argumentos que emplea el autor en el artículo. En primer lugar, habla de las razones por las que le parece que no tiene sentido alguno el ofrecer la asignatura de "Valores éticos" como alternativa a la clase de religión, como se quiere hacer con la reforma Wert: Y es que, evidentemente, no hay razones filosóficas (ni tampoco meramente lógicas) para justificar tamaña medida, sino que se trata más bien de razones políticas las que explican la propuesta de Wert en este respecto. Una cosa que debemos tener clara es que la actividad política es, en buena parte, esto (es decir, transacciones entre distintos grupos de presión con intereses y propuestas dispares y con un peso específico y capacidad de influencia en las decisiones últimas del Gobierno también dispares). Es así en España y en cualquier otro país que cuente con una democracia liberal representativa. Todo lo demás son idealizaciones que no se ajustan para nada a la realidad. Y, por lo que hace a la filosofía como tal, también me parecen interesantes las reflexiones del autor: Estoy completamente de acuerdo con lo que indica Huergo. Por más que se hable de la sociedad del conocimiento hoy día, lo que tenemos más bien es la sociedad de la información o, si me lo permiten, la sociedad del ruido continuo y cacofónico. Lo que falta son ideas claras y precisas, sistemas de pensamiento que se esfuercen en dar sentido a tanto dato en estado puro. Eso nos falta. Y lo necesitamos desesperadamente. Pero no tenemos la paciencia ni la constancia para construirlo. Ahora, algo completamente distinto es la forma en que habitualmente se enseña (¿se enseñaba?) filosofía en nuestras escuelas. Dudo mucho que la forma de enseñarla contribuyese demasiado a este objetivo del que habla Huerga. Claro que eso sería un argumento para mejorar la forma de enseñar la asignatura, y no para quitársela de en medio. {enlace a esta entrada} [Sat Jun 22 18:41:30 CDT 2013]Hace unos minutos leí en El País una entrevista con el escritor Javier Tomeo, que ha fallecido hoy, y una de las afirmaciones del autor me ha recordado una conversación que tuve apenas unas horas antes con mi hijo mayor. Me refiero, en particular, a sus palabras sobre la literatura contemporánea: He de reconocer que ignoro por completo la obra de Javier Tomeo. Jamás leí ninguno de sus libros. En cualquier caso, me parece acertado su comentario sobre la literatura actual como mero entretenimiento, que es precisamente el tema sobre el que conversábamos mi hijo y yo esta tarde. Bueno, en realidad, nuestra conversación versaba el carácter unidimensional de la literatura y música actuales. Casi pareciera que el único interés es entretener, divertir, sin más. Y no es que la diversión esté mal, no. Pero molesta un poco que se trate del único factor que importa. En otras palabras, lo que molesta es la unidimensionalidad del mundo cultural hoy en día. Cuesta trabajo encontrar algo realmente distinto, algo cuyo objetivo no sea meramente entretener, sino que ambicione algo más. Por ejemplo, en el caso de la novela estadounidense, se pregunta uno qué diantres pasó con la ambición aquella que tenían los escritores de escribir "la gran novela americana", la novela que viniera a sintetizar el zeitgeist de toda una nación, todo un pueblo, en un momento determinado. ¡Qué lejos quedan aquellos días! Hoy todo queda reducido a mero objeto de consumo, producto con fecha de caducidad en las estanterías de las grandes cadenas de distribución y venta. Mero negocio. No hay interés alguno por escribir nada transcedente, sino tan sólo de divertir. El mundo de la cultura ha sido reducido a un mercado más, algo desconectado del espíritu de nuestros pueblos, por no hablar de la identidad personal de cada cual. La labor de corrosión de valores llevada a cabo por el capitalismo de consumo ha vencido en casi todo los frentes, mientras el arte con aspiraciones transcendentes se bate en retirada. Nada de esto era muy distinto cuando yo era un chaval, la verdad. Pero, si acaso, ha ido a peor. Es una pena. {enlace a esta entrada} [Sat Jun 22 09:58:45 CDT 2013]A vueltas otra vez con la enseñanza de la religión en nuestras escuelas. Ayer leíamos en El País que Rouco pide que no haya que elegir cada año si se estudia religión: Pues me parece que lleva razón la CEAPA. No hay más que observar que, mientras el portavoz de la CEAPA emplea argumentos serios y razonados, Rouco se limita a repetir una y otra vez que no le gusta que los alumnos (o sus padres) tengan que elegir todos los cursos, usando términos con carga negativa, como "dificulta" o "exigencia", pero sin razonar para nada su oposición a la medida, lo cual me hace pensar que, en realidad, lo que no le gusta es la posibilidad de que, conforme los chavales van subiendo de curso, pierda más y más estudiantes, como de hecho está pasando. Lo vienen demostrando todas las estadísticas que he visto sobre este tema. Es precisamente en los cursos más avanzados en los que los chavales comienzan a descolgarse de la clase de religión. A Rouco y a la Iglesia, por tanto, les interesa que la decisión se tome una sola vez, cuanto antes mejor, y no se pueda corregir posteriormente. O, lo que es lo mismo, que Rouco está defendiendo los derechos de la Iglesia, y no los de los estudiantes. ¡Oh, sorpresa! En fin, el asunto éste de las clases de religión en España no se solucionará hasta que se tome la misma medida que hace se aplicó aquí en los EEUU hace ya muchísimo tiempo: la enseñanza de tal o cual fe no tiene lugar en el aula, sino en las iglesias. Si la Iglesia Católica quiere educar a los feligreses en su doctrina, que se pague sus propios profesores (o que les convenza para que se hagan voluntarios, como suele suceder en los EEUU) y organice las clases en sus propias dependencias, no en la escuela pública. Por lo que hace a las escuelas privadas, obviamente, están en su derecho de hacer lo que crean conveniente, aunque incluso ahí habría que discutir si el dinero público puede financiar clases de religión en el caso de los colegios concertados. Y, cuidado, porque, creo que ya lo he dicho en estas mismas páginas con anterioridad, no me parece mal que se imparta algún tipo de educación sobre religión y el fenómeno religioso en las escuelas (de hecho, me parece hasta necesario para una educación integral), pero esto no es lo mismo que enseñar una determinada doctrina religiosa (esto es, dogma de fe). La diferencia es abismal. Mientras que en un caso se estudia el fenómeno religioso en su enorme complejidad y variedad, y también desde una perspectiva cultural o sociológica, en el otro (es decir, en el sistema que tenemos en estos momentos) nos limitamos a adoctrinar. En último término me parece que la jerarquía de la Iglesia aún no ha aceptado que la sociedad española ha cambiado mucho en las últimas décadas. Ya sé que la tajante afirmación de Manuel Azaña levantó muchas ampollas en su momento, pero estoy convencido de que, hoy por hoy, "España ha dejado de ser católica" no ya de manera oficial en su Constitución, sino hasta socialmente. Y eso no quiere decir, por supuesto, que el catolicismo no haya dejado una impronta clarísima (positiva y negativa) en nuestra Historia, o que las fiestas populares hayan dejado repentinamente de tener raíces claramente religiosas. No se trata de eso, sino de reconocer un hecho clarísimo. El catolicismo sigue siendo tremendamente importante en nuestra sociedad, pero ya no es honesto afirmar que la sociedad en su conjunto sea católica. No lo es, aunque moleste a los mandamases de la Iglesia. {enlace a esta entrada} [Sat Jun 22 09:48:51 CDT 2013]Hoy es Forges quien, con su viñeta, da tristemente en el clavo de la realidad española: {enlace a esta entrada} [Fri Jun 21 16:41:14 CDT 2013]El blog de El Comidista publicó recientemente una entrada sobre Cooked, el libro de Michael Pollan que merece la pena reseñar aquí: Ya sé, suena algo exagerado. Y, por supuesto, el autor de la bitácora juega con ello. De ahí que haya elegido titular esta entrada nada menos que Cocinar es revolucionario. Y, sin embargo, también hay algo de verdad en sus afirmaciones. Como él mismo explica posteriormente, no se trata de caer en el dogmatismo, pero sí que sería conveniente volver un poco a la cocina tradicional, tomarse las cosas con un poco de tranquilidad y, sobre todo, menos consumo y menos uso de la comida procesada, nada buena para nuestra salud por otro lado. En fin, que hay argumentos tanto políticos como sociales o incluso médicos para apostar por un retorno a la cocina en casa, sobre todo si se hace con productos frescos y locales. Se trata, al fin y al cabo, de lo que ya defendían los nuevos movimientos sociales en su momento. No sólo hay que defender la transformación de la sociedad para construir algo mejor, sino que también conviene ponerse manos a la masa desde ahora mismo y demostrar que en verdad es posible organizar nuestras sociedades con otros objetivos y principios. {enlace a esta entrada} [Wed Jun 19 14:17:26 CDT 2013]¡Hay que ver lo que cambian las cosas en tan poco tiempo! No hace mucho, países como Brasil eran el modelo a seguir, la nueva potencia económica que se acercaba imparablemente a las ya desgastadas naciones desarrolladas. Y, de buenas a primeras, nos encontramos con la sorpresa de que también en Brasil han estallado las protestas sociales y el prestigio de los políticos se desploma en las encuestas. Si a ello añadimos las protestas en Turquía y las movilizaciones de trabajadores en China cuando pueden permitírselo (no hay que olvidar que viven en un sistema comunista), a lo mejor resulta que la vida en las economías emergentes no era tan maravillosa como nos la estaban pintando. Cierto, siempre cabe la posibilidad de que todo esto no sean sino los dolores normales del parto, por así decir. En otras palabras, que el enorme crecimiento económico de los últimos años haya llevado a la aparición de una fuerte clase media que ya no está tan dispuesta a aceptar las corruptelas de antaño. Seguramente eso es lo que intentarán vendernos desde los grandes medios de comunicación. Y, sin embargo, algo falla también en esa historia. Para empezar, no parece que sean las clases medias las que están protestando, sino que se trata más bien de la gente más humilde. Y, además, no solamente se quejan de la corrupción política, sino también de la económica. Y, finalmente, quienes protestan reivindican una y otra vez mayor justicia social. En fin, que todo parece indicar que el famoso milagro económico (sí, otro, como el del tigre celta, el español o las economías del sudeste asiático con anterioridad, todos ellos tigres que acabaron siendo más bien de papel) se construyó sobre las mismas premisas de siempre: el enriquecimiento masivo de una minoría a costa del sufrimiento de la amplia mayoría y, por si esto fuera poco, usando métodos bastante corruptos. No hay que engañarse, las protestas aparecen cuando la gente ya no aguanta más debido a tal o cual medida que puede parecernos hasta trivial, pero esa no es la razón última que les lleva a protestar en las calles. De ahí la confusión de gobernantes y medios de comunicación. Los unos y los otros (ambos privilegiados, como de costumbre), no aciertan a explicarse cómo tanta gente pueda alzarse y luchar en las calles contra los antidisturbios simplemente porque el precio del billete de autobús subió unos céntimos (caso de Brasil) o porque se va a construir en un antiguo parque (caso de Turquía). No hace falta ser un lince para darse cuenta de que hay algo más detrás del fenómeno. La realidad es que, en Brasil o Turquía como en los países desarrollados tanto la antigua clase media como la gente más humilde tiene la soga al cuello mientras una minoría se enriquece hasta límites insospechables gracias a la corrupción y a las políticas neoliberales que se han venido aplicando desde los años ochenta. Tarde o temprano tenía que estallar. Sencillamente, era insostenible. {enlace a esta entrada} [Mon Jun 17 15:45:17 CDT 2013]Hace ya un par de semanas que un amigo compartió en Facebook el enlace a el artículo de Rosa García titulado La cuarta revolución industrial publicado por El País, en el que la autora reivindica la relevancia del sector industrial en las economías desarrolladas: En otras palabras, que, si creemos a la autora del artículo, lo que habría que hacer es precisamente lo contrario que los sucesivos gobiernos del PSOE y el PP han ido haciendo en España durante las últimas dos décadas (esto es, fomentar y expandir la industria, en lugar de "reconvertirla", que no acabó siendo sino un eufemismo para cerrarla y transferir su capacidad productiva al turismo y la construcción). Se trata, por otro lado, precisamente de lo contrario de lo que venían predicando muchos comentaristas y futuristas desde mediados de los setenta, cuando no paraba de hablarse de la importancia del sector servicios en una economía moderna, la sociedad del conocimiento, la economía de "lo intangible" y otras cosas similares. Visto lo visto y conociendo, como conocemos, que la excesiva dependencia del ladrillo nos ha hundido en este marasmo económico del que nadie sabe cuándo acertaremos a salir, el discurso de Rosa García tiene, sin duda, su atractivo. Por si esto fuera poco, la lógica tradicional (la del sentido común) parece confirmar la hipótesis. Después de todo, solamente es posible exportar productos agrícolas e industriales. Son más bien pocos los productos del sector servicios que pueden exportarse, salvo quizá el turismo, que conlleva, por cierto, un coste en forma de transporte de las masas de turistas, ruido y polución de todo tipo. Hay otros cuantos servicios que pueden exportarse, sin duda, pero, por lo general, una economía sólida se basa en productos tangibles, o al menos eso nos dice el sentido común. En cualquier caso, no voy a entrar aquí en disquisiciones sobre si lo que nos dice el sentido común con respecto a este asunto es cierto o no. Eso habrá que dejarlo para otro día. Lo que sí es mucho más fácil es comprobar si la afirmación de la autora del artículo de que una cuota industrial "ligeramente por encima del 20%" garantiza de alguna forma un crecimiento más saludable (recordemos, una vez más, que cabe preguntarse también hasta qué punto el objetivo de un crecimiento económico constante es, de hecho, posible o incluso deseable). Echémosle un vistazo, pues, a las estadísticas. En este caso, vamos a usar las cifras publicadas por The World Factbook, de la CIA, los servicios de inteligencia de los EEUU. Ahí podemos ver que el sector secundario (o industrial) supone el 45,3% de la economía china, pero sólo el 18% de la economía india o el 19,1% de la estadounidense. Asimismo, si bien es cierto que el 28,1% de la riqueza alemana proviene del sector industrial, tampoco es menos cierto que lo mismo puede decirse del 24,2% de la riqueza española. En otras palabras, que la realidad parece ser algo más compleja y variopinta de lo que afirma Rosa García. Después de todo, España supera la barrera del 20% del PIB del que habla la autora como objetivo de aquellos países que persiguen un "renacimiento de la industria". ¿Será que el objetivo del 20% no es suficiente, dependiendo del país? ¿O quizá la clave está en otro sitio? En fin, que, de acuerdo a las cifras, lo mismo la hipótesis de Rosa García está equivocada. Habría que estudiarlo más a fondo. {enlace a esta entrada} [Mon Jun 17 11:56:39 CDT 2013]Cuando uno pensaba que ya lo había visto y oído todo en materia de servilismo entre los políticos, nos topamos con la carta que la actual directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, escribió para el Presidente Sarkozy ofreciéndole sus servicios. Aunque no está claro si llegó nunca a enviarla, parece que fue encontrada por la policía recientemente durante un registro de la casa de Lagarde en el marco del escándalo de corrupción en torno a Bernard Tapie. El contenido no tiene desperdicio: No sabe uno qué adjetivos usar para calificar la nota. ¿Servil? ¿Denigrante? ¿Babosa? Me temo que todo lo que pensemos se quedará corto. Esto es, señores y señoras, la política real, la que se representa entre bastidores, no la pública, la que vemos en los medios de comunicación con sus grandes palabras y sus nobles discursos. Con alguna que otra excepción (que siempre la hay), la política está repleta de ambiciosos de dudosa catadura moral cuyo objetivo es alcanzar la mayor cota posible de poder para demostrar al mundo entero lo maravillosos que son. Aquí y en Pekín. Como es lógico, este tipo de personaje se da mucho más en aquellos partidos que tienen fácil ganar las elecciones y gobernar. Pero, por desgracia, la amplia mayoría de políticos tienen la actitud de Lagarde. Algo, sin duda, bien alejado del espíritu de servicio público de que tanto se habla en otras ocasiones. Si acaso, en nuestro país tuvimos algo de suerte porque buena parte de los políticos que protagonizaron la transición y los primeros diez o quince años de democracia llegaron ahí por carambola. Pero ahora que la cosa se ha estabilizado algo tenemos copias de Christine Lagarde por todos sitios. {enlace a esta entrada} [Mon Jun 17 10:02:34 CDT 2013]Retomamos esta bitácora tras una semana y pico de descanso que aprovechamos para visitar a la familia de mi hermana y a mis padres en Colorado. Y, nada más regresar, se encuentra uno ya con la chirigota nacional. En este caso se trata del Alcalde de Orense, Agustín Fernández, quien afirma que "se está utilizando a la justicia para coaccionara a mi gobierno" y, por si no nos parece lo suficientemente chistoso, añade que "contratar a mi hija no es enchufismo porque es eventual, se irá cuando se vaya este gobierno". ¡Ahí es nada! O sea, que para este señor contratar a dedo a su propia hija y pagar con el dinero de los contribuyentes es más que aceptable, siempre y cuando se trate de un puesto de trabajo eventual y no fijo. A mí lo que me llama la atención no es la sandez de las declaraciones, sino más bien la naturalidad con la que el individuo en cuestión contempla la idea de contratar a dedo a familiares para que trabajen en la Administración. Es ahí, creo, donde se sitúa la raíz última del problema. Muchos políticos españoles tienen un concepto patrimonialista del Estado y, por ende, de la función pública. Sería fácil decir que se trata de una enfermedad que aqueja a ambos, socialistas y populares. Y es cierto, afecta a ambos. El problema está en asumir que no pasa de ahí cuando, en realidad, la mentalidad ésta se extiende por toda la sociedad española. En otras palabras, que no arreglaríamos nada con sustituir a PP y PSOE por IU y UPyD. El problema es mucho más complejo. Lo que debemos cambiar es toda una mentalidad que se extiende desde el hogar hasta los centros de trabajo pasando, por supuesto, por nuestros políticos. En este sentido, siempre he creído que los políticos reflejan, al menos en parte, lo que se mueve por la sociedad y, por tanto, convendría concentrarse en el problema de fondo, más que en apuntar con el dedo acusador a la "clase política", como me temo que está sucediendo demasiado a menudo. No es que les falte su buena parte de responsabilidad en todo lo que está sucediendo, no. Pero no me parece acertado centrarnos solamente en ese aspecto, sobre todo porque no hará sino dificultar la resolución del problema. {enlace a esta entrada} [Sat Jun 8 08:28:14 CDT 2013]La semana pasada nos enterábamos de que el Banco de España planteaba suprimir el salario mínimo para algunos trabajadores promoviendo así contratos fuera de convenio en un nuevo intento de fomentar la creación de empleo. Apenas unos días después leíamos que el peso de la contratación indefinida caía a los valores más bajos de los últimos dieciséis años. Y nos enterábamos, por último, de que la inefable Esperanza Aguirre apoyaba la propuesta del Banco de España al tiempo que criticaba a quienes se oponían a las medidas afirmando que hacían "un alarde de hipocresía y de falta de solidaridad con los millones de parados" (sí, esta es la misma "liberal" señora que viene viviendo del Estado desde hace décadas y se retiró de su cargo político hace bien poco para cobrar un maravilloso salario como asesora de empresas). En cualquier caso, hay varios elementos de juicio que me parece mentira que ni siquiera se tengan en cuenta cuando se discuten estos asuntos. En parte (no soy tan ingenuo), asumo que es debido a los intereses ocultos de quienes controlan los medios de comunicación de masas. Pero en otra buena parte creo que se debe a la pereza mental y a unos hábitos de reflexión que dejan mucho que desear. Veamos. No hay que ser un lince para darse cuenta de que, si la legislación laboral es la misma en todo el país, pero los índices de desempleo en las comunidades autónomas son bastante diferentes (van desde más del 30% en Murcia, Castilla-La Mancha, Melilla, las Canarias, Extremadura, Andalucía o Ceuta hasta por debajo del 20% en Navarra, La Rioja o el País Vasco), la causa última del desempleo no puede estar en la legislación laboral. Cierto, podemos discutir si conviene reformarla en tal o cual sentido para que se ajuste mejor a las circunstancias económicas. Se puede afirmar que, al cambiarla en uno u otro sentido, tendría tal o cual efecto en el mercado laboral. Me parece perfecto. Pero, eso sí, lo que no me parece intelectualmente honesto es que se afirme tajantemente que la causa del alto nivel de paro es una legislación laboral que protege en exceso a los trabajadores. ¿Acaso el trabajador andaluz o extremeño está más protegido que el navarro o el vasco? Evidentemente no, puesto que la legislación es la misma. Luego parece claro que debe haber algún otro motivo (o motivos) que contribuyan a explicar el diferencial en las cifras de desempleo en nuestro país. Pero es que, por si esto fuera poco, aún tenemos otros dos aspectos que merece la pena considerar. En primer lugar, el trabajador está mucho más protegido en países como Alemania o Francia, y en ambos hay menores tasas de desempleo que en España. Algo falla, pues, en el silogismo del Banco de España (y, dicho sea de paso, de tanto neoliberal al uso). Las cosas no son tan simples como se nos pintan. Y tenemos, por último, la evidencia de que por más que hemos reformado una y mil veces nuestro marco laboral (siempre en el sentido de dotarlo de mayor "flexibilidad", tal y como se demanda desde el sector empresarial), la lacra del desempleo sigue con nosotros. Cada vez que hay crisis, el mercado laboral alemán estornuda y nosotros cogemos una pulmonía en toda regla. Repito: luego habrá que buscar la clave en algún otro sitio, ¿no? ¿O vamos a seguir dándole la vuelta a la pelota eternamente? {enlace a esta entrada} [Fri Jun 7 20:47:13 CDT 2013]De un tiempo a esta parte parece que todo hijo de vecino ha descubierto los puntos débiles de nuestra Transición. Hoy, por ejemplo, leo una entrevista a Vicenç Navarro en la que critica aceradamente el proceso de transición a la democracia: Y lleva razón Navarro, no lo niego. De hecho, creo haber escrito cosas similares en estas mismas páginas no hace mucho. La Transición española hacia la democracia, que siempre se nos ha presentado como modélica, deja bastante que desear. Tuvo muchas limitaciones, sin duda. Lejos de lo que se pretende a menudo, no hubo equilibrio de fuerzas. Los jerarcas del régimen franquista dejaron aquello atado y bien atado. De ahí que aún no nos hayamos atrevido con una recuperación auténtica de la memoria histórica y siga habiendo miles de cuerpos sin vida en las cuentas de nuestras carreteras sin que sus familiares tengan siquiera el derecho a desenterrarlas y darles sepultura decentemente en el panteón de su pueblo. Sencillamente, mientras que unos negociaban con la pistola encima de la mesa y controlando todos los resortes del poder, los otros eran perseguidos, encarcelados y hasta asesinados en las calles si amenazaban con desmadrarse demasiado (no hay más que recordar los sucesos de Atocha, por ejemplo). No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta fácilmente de que quienes se beneficiaron de la dictadura y sus descendientes siguen ahí, dominando los resortes de nuestra judicatura, nuestras fuerzas armadas, nuestras fuerzas del orden, empresas y hasta buena parte de las administraciones. Eso es innegable. Ahora bien, quizá porque a menudo me gusta ir contracorriente, me preocupa que pasemos ahora de un extremo a otro. Como tantas veces he repetido, estoy convencido de que las cosas no son tan simples como frecuentemente nos las presentan. Y, en este sentido, conviene no olvidar que la Transición también aportó ciertas cosas: el periodo de estabilidad política más duradero en tiempos recientes, la inserción en nuestro entorno geopolítico, un régimen de libertades más o menos extenso (sí, con todos sus fallos y limitaciones), la modernización del país (no sólo económicamente, sino también en aspectos políticos, sociales y culturales), la descentralización administrativa, etc. En fin, que también hay aspectos positivos en el balance que merece la pena subrayar, no vaya a ser que tiremos al bebé con el agua sucia. En fin, si hay que afrontar ahora una nueva transición (y no me cabe duda alguna de que es necesaria), hagámoslo. Pero asegurémonos antes de que lo hacemos desde la tolerancia, el respeto a las ideas de los demás y evitando los extremismos, que ya sabemos de sobra a dónde conducen. Y con ello no quiero decir que no nos atrevamos a cambiar lo que haya que cambiar, cuidado. Pero cuidemos las formas, por favor. Y, sobre todo, abandonemos posiciones esencialistas. {enlace a esta entrada} [Fri Jun 7 20:29:48 CDT 2013]A vueltas con el tema de las nacionalidades y cómo puedan integrarse en España. A este paso, no parece que vayamos a ser nunca capaces de solucionar el asunto. El caso es que ahora se ha montado una buena debido a el simposio organizado por la Generalitat titulado España contra Cataluña que, como era de esperar, tiene a medio país soliviantado (uno puede imaginarse, a pesar de la distancia geográfica, los aspavientos de ciertos tertulianos). En fin, seamos claros, no me cabe duda alguna de que Artur Mas y la Generalitat están aprovechando la ocasión para meter los dedos en el ojo del vecino (esto es, del Gobierno central, sobre todo) y, de paso, ver si se genera el suficiente ruido como para apuntar después con el dedo acusador hacia los españolistas exacerbados y justificar así la deriva independentista. Ya he escrito en otras ocasiones sobre el asunto. Me parece justo y democrático que los ciudadanos catalanes decidan sobre su futuro político y, si así lo desean por mayoría, que inicien la andadura por su cuenta. Para mí ese no es el asunto, sino el hecho de que, teniendo en cuenta cómo está al patio, dudo mucho que lo que convenga ahora sea precisamente remover las aguas, que es lo que están haciendo Mas y sus adláteres. Sencillamente, no me parece responsable. Si no me gusta nada el populismo españolista de muchos dirigentes del PP y sus simpatizantes, tampoco me gusta más el populismo nacionalista de Mas y compañía. El nacionalismo no me gusta. El nacionalismo no me va. En todo caso, El País ha preguntado por su opinión a unos cuantos historiadores y creo que los comentarios de José Álvarez Junco merecen la pena ser reproducidos aquí:
En fin, no me queda más remedio que estar de acuerdo con el profesor Álvarez Junco cuando afirma que "lo que hubo entonces eran guerras internacionales y de dinastías entre los Borbones y los Habsburgo, que tenían el apoyo de Inglaterra. Y eso no tiene nada que ver absolutamente con los catalanes". Se trata, como tan a menudo se hace, de sacar las cosas de su contexto para sacarles partido políticamente, aunque sea a costa de falsear la Historia. Las guerras de entonces no pudieron ser guerras nacionales porque ni siquiera existía el concepto. Es tan sencillo como eso. El Estado-nación es una creación posterior. {enlace a esta entrada} [Thu Jun 6 12:11:54 CDT 2013]A lo mejor me equivoco, pero no creo haber escrito sobre este tema antes, al menos no en estas páginas. A raíz de lo que ha venido en conocerse como el crimen del falso maestro shaolín, Juan Carlos Aguilar, se ha dicho y escrito de casi todo. El tema como tal me preocupa bien poco, la verdad. Se trata de un mero suceso. La noticia de un crimen como los muchos que, desgraciadamente, se dan en el mundo a diario. Como es obvio, uno lo siente por las víctimas y sus familias, pero no se trata, creo, de algo que merezca la pena discutir y analizar hasta la saciedad, como se hace habitualmente en nuestros medios de comunicación. Ya se sabe, vivimos en la sociedad del entretenimiento y noticias como ésta son carnaza para el periodismo sensacionalista de la peor estopa. No hay nada sorprendente ahí. Ahora bien, lo que sí me preocupa bastante más es la creciente crueldad narcisista que observa uno en los comentarios que hace la gente corriente. En este caso, no hay más que echarle un somero vistazo a los comentarios añadidos por los lectores de la web de El País a la noticia titulada La vida de Jenny [otra víctima del experto en artes marciales] quedó marcada por la muerte de su hijo en Colombiai. Ahí podemos leer lindezas como las siguientes: En fin, ¿para qué seguir? Eso ya da una idea del nivel. Bastante a menudo me da por leer los comentarios de los lectores en las noticias publicadas por El País (más que nada por ver qué se cuece entre la gente, aparte de lo que se afirma en la opinión publicada, que llamara Alfonso Guerra hace ya muchos años) y lo que me suelo encontrar es precisamente esto (insultos, zafiedad, crueldad, chulería, ignorancia, incapacidad para la expresión escrita, simpleza...). Visto lo visto, no puede sorprenderse uno de que tengamos los políticos que tenemos. {enlace a esta entrada} |