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[Wed Apr 17 11:57:09 CDT 2013]Hace ya poco más de una semana que el gobernador del banco central japonés anunció masivas inyecciones de liquidez en la economía para tratar de reanimarla. Falta que le hace, pues la economía japonesa lleva ya una década larga más bien deprimida y, aunque mucha gente no lo sabe, tiene en estos momentos el peor dato de deuda pública como porcentaje del PIB del mundo (el 204% en el año 2011). No hace falta ser un séneca para darse cuenta de que, si trabajar como hormiguitas y aumentar la productividad fuera la solución mágica que se nos quiere vender, Japón no debiera tener esos problemas. Pero, en fin, ese es un tema para otro día. Lo que aquí me interesa resaltar no es eso. Veamos lo que nos cuenta la noticia: Hablemos claro para entendernos: ante la desesperada situación económica del país, el nuevo gobernador del banco central japonés planea imprimir billetes por valor de más de la mitad de la economía entera en 2014. O, lo que es lo mismo, como son incapaces de crear riqueza real, la imprimen. Lo siento mucho, pero es así de claro. Ya sé que esta es precisamente la receta que vienen predicando los economistas más progres en contraposición a la "mala" de Merkel, pero ¿alguien piensa en serio que esto solucionará la crisis? ¿Es que nadie acierta a verlo por lo que es, una maniobra desesperada tras 15 años de depresión sin visos de mejorar a corto plazo? Veamos. La Reserva Federal estadounidense está inyectando liquidez en el sistema a un ritmo de 65.000 millones al mes desde octubre pasado. Por otro lado, el Banco Central de Japón acaba de anunciar que, para el 2014, el 55% del PIB será en realidad dinero recién salido de las máquinas de imprimir. Después tenemos a la Unión Europea, que está siguiendo un camino completamente distinto de la mano de Merkel. En el caso europeo, en lugar de imprimir dinero, la política es la austeridad y el recorte de la deuda y los déficit públicos, algo que (no debiera sorprender tampoco a nadie) no hace sino hundir aún más el consumo. Y, finalmente, tenemos a las llamadas "economías emergentes", que están empezando a sufrir en carnes propias la ralentización de sus economías (como no podía ser menos, pues dependen en realidad de exportar a los países ricos que están en plena crisis en estos momentos. ¿Y a nadie se le ocurre preguntar si quizá el problema es sistémico? ¿Pero es que somos idiotas? ¿Y si el milagro económico de la postguerra no hubiera sido sino un mero espejismo? ¿Y si aquel crecimiento económico se sustentó sobre la deuda y la inyección de liquidez que se produjo durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata postguerra, y no sobre ninguna otra base sólida de productividad o innovación, como a menudo se nos quiere hacer creer? ¿Y si el acceso fácil a una fuente de energía barata (esto es, el petróleo) tiene algo que ver con aquel imparable crecimiento también? ¿Y si resultase que, como consecuencia de ello, hacia finales de los sesenta y principios de los setenta la tasa de ganancia hubiese caído tanto y la inflación hubiera subido tanto que el modelo era claramente insostenible? ¿Y si, después, la solución neoliberal no consistió (como se nos repite hasta la saciedad) en liberar a las fuerzas productivas, desregular los mercados y favorecer la competencia, sino en soltar las ataduras que mantenían bajo control al monstruo financiero para promover el crecimiento a costa de endeudamiento, tanto privado como público (ahí están las estadísticas, que son bien claras al respecto, pese a toda la retórica de la época)? ¿Y si lo que vimos en 2008 fue el agotamiento de esa otra burbuja? ¿Y si hemos llegado al máximo de endeudamiento que nos podemos permitir? ¿Y si, además, hemos ignorado durante décadas y décadas los límites ecológicos del propio planeta en que vivimos? ¿Y si el crecimiento permanente fuera una mera quimera? Mucho peor aún: ¿por qué ni nuestros economistas, ni nuestros políticos, ni tampoco nuestros medios de comunicación están haciendo estas preguntas, en lugar de inundarnos con estupideces y lugares comunes? A lo mejor resulta que el sistema capitalista ha encontrado, finalmente, la horma de su zapato. Pero claro, eso no conviene preguntárselo. En su lugar, sigamos imprimiendo moneda e inyectando liquidez en los mercados. Yo, por mi parte, me temo que no queda otra que reinventarlo todo, lo cual implica, sin dudas, superar el propio capitalismo. {enlace a esta entrada} [Sun Apr 14 10:29:24 CDT 2013]Hoy le toca a otra viñeta, esta vez de Erlich, que viene a retratar bastante bien la sociedad contemporánea: Llevamos una buena racha de viñetas. {enlace a esta entrada} [Fri Apr 12 13:07:22 CDT 2013]El Roto, otra vez: Creo que casi podría citarle a diario. Este hombre debe ser, hoy por hoy, el mejor comentarista político y social que tenemos en España. {enlace a esta entrada} [Thu Apr 11 14:52:36 CDT 2013]El Roto da en el clavo, una vez más: {enlace a esta entrada} [Tue Apr 9 15:53:11 CDT 2013]Bendito país el nuestro. Cuando todos pensábamos que finalmente habíamos entrado en el selecto club de los países más ricos y desarrollados del mundo (¿recuerdan el orgullo de Zapatero al repetir una y otra vez que éramos la octaba potencia económica del mundo?), nos estalla la crisis en las manos y, de buenas a primeras, no para de descubrirse basura debajo de la alfombra. De hecho, la corrupción está alcanzando hasta a la mismísima Casa Real y amenaza con no dejar títere con cabeza. Y es que, por más que nos negásemos a verlo durante los años de bonanza, la triste realidad es que nuestra mentalidad cambió más bien poco. Teníamos más dinero y podíamos viajar más, sin duda, pero por dentro éramos los mismos buscavidas de siempre. No hay más que echarle un vistazo a la prensa. Por ejemplo, hoy leemos que las instalaciones del Club de Campo de Madrid llevan años funcionando sin licencia: En fin, que un club que es propiedad en su mayoría del propio Ayuntamiento de Madrid incumple la normativa municipal y aquí no pasa nada de nada. Aquello de que la esposa del césar no sólo ha de ser honrada, sino que además también debe parecerlo no se aplica, como puede observarse, a nuestras instituciones, que aplican la norma de una forma para los ciudadanos (y habría que entrar a hablar si, de hecho, se aplica igualmente a todos los ciudadanos, pero ese es otro tema bien distinto) y a sí mismas. ¿No les recuerda a aquello de "justicia, señor, pero por mi casa no"? Se aplica rigor a los ciudadanos y manga ancha a las instituciones y a los poderosos. En estas circunstancias, ¿quién puede hablar sinceramente de Estado de Derecho? Al fin y al cabo, para que haya un auténtico Estado de Derecho debe haber una norma clara y fácilmente accesible al público que se aplique por igual a los ciudadanos y al Estado. Pues esas tenemos. A ver quién es el guapo que le pone el cascabel al gato. Después de todo, la nuestra es una sociedad en la que defender estas ideas se considera a manudo demasiado "serio" y "estricto" (o, como lo llamarían en mi tierra andaluza, "esaborío"). No debiera sorprendernos, pues, cuando nos encontramos con este tipo de noticias. Lo uno es consecuencia de lo otro. {enlace a esta entrada} [Tue Apr 9 13:34:56 CDT 2013]Peridis lleva ya unos días mostrando gráficamente la crisis por la que está pasando la institución monárquica en nuestro país. Curiosamente, a pesar de que El País siempre ha apostado por él, Peridis me parece otro incomprendido de nuestro tiempo. La gente que no concibe las viñetas de los periódicos sino como mero humor, no aciertan a darse cuenta de que Peridis, aunque dibuje viñetas, no es un humorista, sino un comentarista gráico de la realidad. Su obra no hace sonreír, pero sí que ilustra con suma inteligencia las líneas maestras de lo que sucede. No hay más que echarle un vistazo a esta viñeta que publicó hace unos cuantos días: ...y así lleva el Rey de Peridis varios días ya, persiguiendo a la corona que se está llevando el viento huracanado de Noos. {enlace a esta entrada} [Mon Apr 8 15:55:14 CDT 2013]Por si cabía alguna duda de que la imagen y la superficialidad se han adueñado de nuestras sociedades desarrolladas, avanzadas o como las queramos llamar, ahí va una anécdota con la que me he topado hoy mismo. Una amiga española que está casada con un ciudadano estadounidense compartió en Facebook un aviso sobre una versión coloreada de metanfetaminas que los camellos han estado repartiendo (supuestamente) por las escuelas para enganchar a los chavales. Por supuesto, se trata de un engaño que lleva ya bastantes años pululando por la Red y que ha sido desmentido hasta por el Departamento de la Lucha Anti-Droga de los EEUU. Hasta ahí nada nuevo. Lo que sí me parece mucho más interesante es el siguiente párrafo de la entrada que la web de Snopes le dedica al tema: Pero, ¿en qué mundo vivimos? O sea, que, ante la alarma generada por un bulo vulgar de los que se ven por la Red con asiduidad, hay dos senadores que responden introduciendo legislación para un problema que no existe, pero que preocupa a aquellos ciudadanos excesivamente crédulos y demasiado ignorantes como para hacer un par de búsquedas y descubrir por su cuenta que se trata de una mentira. O, lo que es lo mismo, que dichos senadores introdujeron legislación para "solucionar" un problema que no existía, pero que, no obstante, preocupaba a los votantes y, por tanto, podía suponer que ellos perdieran o ganaran unos cuantos votos. Como digo, la superficialidad y la mera imagen llevadas a su máximo grado de inanidad y estupidez. Ese es el mundo en que vivimos. Lo objetivo ya no existe, sino que solamente prestamos atención a las apariencias, al mundo especular de la imagen. {enlace a esta entrada} [Fri Apr 5 17:33:09 CDT 2013]Una de las cosas más preocupantes de los tiempos que corren es que, debido a la crisis y, sobre todo, a sus consecuencias sociales, cualquier día de estos puede estallar un conflicto social abierto en las calles. Y es que, por desgracia, cuando las cosas se salen de madre, se hace bien difícil mantener la calma y ser razonable, y en nuestro caso mucho me temo que hace ya tiempo que se salieron de madre. Así, por ejemplo, hoy leemos en El País que Eva Durán, diputada del PP, considera que la táctica de los escraches es bien parecida a la práctica de los nazis de marcar las viviendas de los judíos y de quienes se oponían al régimen. No voy a entrar a discutir si la comparación es más o menos acertada, pero sí que he de reconocer que, pese a mis simpatías hacia el movimiento contra los desahucios, si no aceptamos la base de que ciertas líneas nunca deben cruzarse, es bien fácil cometer tropelías y justificarlas en nombre de cualquier ideal. Mucho cuidadito porque esto ha sucedido en numerosas ocasiones en el tumultuoso siglo XX. Más vale aprender las lecciones que nos brinda la Historia, antes que repetir barbaridades del pasado. Que quede claro: no me cabe duda de que las intenciones son buenas. También entiendo que el poder económico practica una violencia legal desde los aparatos del Estado. No me engaño. Sin embargo, dudo mucho que la solución sea amedrentar a quienes no piensan como yo o aplicarles la violencia contraria, aunque sea en nombre de unos ideales que a lo mejor hasta comparto. En este sentido, me da la sensación de que desde el momento en que se lanzan protestas ante el hogar de representantes políticos del PP, se les intimida y coacciona y, sobre todo, desde el momento en que hasta sus familiares son víctimas de las acciones, hemos cruzado el Rubicón entre lo que creo que es y no es aceptable. Vuelvo a repetir: mucho cuidadito, porque estamos jugando con fuego. {enlace a esta entrada} [Fri Apr 5 09:23:03 CDT 2013]Está uno hasta las narices de tanto leer sandeces sobre el efecto que tal o cual escándalo pueda tener sobre la "marca España" o, ahora, la "marca Baleares". Esto es de chiste. El país entero se está deshaciendo en pedazos, el sistema se viene abajo, el desempleo no para de subir, la gente pierde su casa, casi no tiene para comer y malamente pueden permitirse siquiera pagar la electricidad para no pasar frío durante el invierno... y, mientras tanto, algunos descerebrados hablan de la marca tal o la marca cual. Ya no parecen importar los españoles, los baleares, ni ningún otro ser humano, sino solamente el renombre de una "marca", esto es, de un producto, que es lo que genera beneficios. He ahí la naturaleza última del sistema en toda su crueldad. Las personas no importan, sino solamente el mercado y la mercadotecnia. El dinero contante y sonante. Está uno harto del relativismo y la superficialidad de esta era postmoderna. {enlace a esta entrada} [Mon Apr 1 16:41:23 CDT 2013]Hace unos cuantos días, El País publicaba una entrevista con Bruno Latour, autor de Políticas de la naturaleza. Por una democracia de las ciencias, donde el autor hace unas interesantes reflexiones sobre los partidos verdes: Latour plantea, creo, unos cuantos temas interesantes. En primer lugar, es cierto que no está nada claro que el ecologismo debiera haberse convertido en un partido político. O, si hubiera de haber sido así, que tuviera que haber entrado en el tradicional juego de izquierdas y derechas. En este sentido, aquel planteamiento original de que los verdes no eran "ni de derechas ni de izquierdas, sino de delante" tenía, me parece, algo de sentido. No porque no fueran en realidad de izquierdas, que lo eran (cualquier formación política que plantea la transformación social en profundidad es, por definición, de izquierdas), sino porque le hubiera convenido no haberse confundido con la izquierda tradicional. Pero es que, en cualquier caso, incluso asumiendo que la conversión en partido político era necesaria, el movimiento verde debiera haber madurado más antes de entrar en las instituciones representativas, para así poder evitar (aunque solamente hubiera sido de forma parcial) la vergonzante asimilación que tuvo lugar finalmente. Porque, seamos honestos, los grandes partidos verdes hoy en día se diferencian bien poco de los demás partidos. Forman parte de la corriente principal de la política, como cualquier otra formación, y hasta en algunos casos han abandonado los principios rectores que les inspiraron en sus orígenes (el caso alemán es, me parece, clarísimo). En cualquier caso, como comentaba, estoy convencido de que el movimiento verde, antes de entrar en las instituciones, debiera haber madurado mucho más su filosofía (eso que algunos dieron en llamar ecofilosofía y que otros llaman deep ecology), proponiendo con ello no solamente un programa político, sino también todo un estilo de vida, una filosofía más o menos global o sistematizada, algo parecido, como dice Latour, a lo que en su momento supuso el socialismo. En su momento, el socialismo fue mucho más que una mera ideología política, llegando a extender su influencia incluso a la vida diaria de la gente y teniendo un claro reflejo ético. La ecofilosofía debiera haberse convertido en algo así antes de dar el paso a las instituciones. Entonces sí que hubiera tenido una influencia mucho más poderosa en nuestras sociedades. Pero, tal y como están las cosas, no tengo nada claro que el movimiento verde vaya a suponer un revulsivo de ningún tipo. Ya veremos. {enlace a esta entrada} |