[Wed Nov 29 09:49:00 CET 2006]

Me parece digna de reseñar la conferencia que pronunciara Felipe González el pasado lunes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y ello por un par de ideas que defendió nuestra ex-Presidente. En primer lugar, nos advirtió contra los peligros de una tolerancia excesiva:

Se puede ser tan tolerante que se acepte la ablación del clítoris o la entrega de una niña de nueve años porque así lo han decidido sus padres. Estoy en contra de eso.

Efectivamente, la tolerancia, cuando se es aplicada sin límite alguno, solamente conduce a la confusión ética más absoluta. Por desgracia, de un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda en nuestros países el lanzar acusaciones contra el supuesto neocolonialismo eurocentrista que supone defender con firmeza algunos de los valores fundamentales de nuestra civilización occidental. En un intento, sin duda loable y legítimo, de promover el diálogo entre civilizaciones y el respeto mutuo, se está tirando al bebé con el agua sucia, como suelen decir los estadounidenses. No podemos abandonar el ímpetu universalista, elemento central de la cultura heredada de la Ilustración, por más que podamos reconocer sus limitaciones y rechacemos, por supuesto, las imposiciones.

La segunda idea que expuso Felipe González durante su conferencia fue una reivindicación de la palabra escrita en esta era de lo digital, y que tan sólo puedo compartir con ciertas reticencias que detallaré más abajo:

"Quiero hacer un homenaje al libro, a la palabra escrita", dijo. "Quiero que podamos acudir a los libros como a esa reserva espiritual de las palabras que nos permite enriquecer nuestro pensamiento, aquello por lo que sentimos pasión, nuestras intuiciones... Leer es un alimento para nuestra propia riqueza. A veces decimos: 'No encuentro palabras'. Pues lea. Porque no las va a encontrar en los chats, ni en el lenguaje de Internet ni en la televisión. Allí va a encontrar una lengua de 1.500 palabras que excluye a otras 30.000 palabras con todos sus matices. Se puede aprender español con 1.000 palabras, pero es una pena", añadió.

Estoy completamente de acuerdo por lo que hace a la importancia de la lectura, hábito no ya necesario sino vital para la supervivencia de nuestras instituciones. El sistema democrático liberal, tal y como lo conocemos, está basado en unos cuantos conceptos esenciales para su funcionamiento: la distinción entre lo público y lo privado; la afirmación de la responsabilidad individual, junto a los derechos y deberes que le acompañan; el respeto por las minorías y la tolerancia hacia otras ideas encapsuladas en la máxima de vive y deja vivir; el derecho de asociación y el concepto de representación política; y, finalmente, la libertad de expresión y la centralidad del discurso, que toma forma en el debate público. Es cierto que algunos de estos elementos se han visto atacados frontalmente en décadas recientes como consecuncia del imparable avance de la sensibilidad postmoderna y multiculturalista. Asimismo, el progresivo monopolio de lo visual está erosionando la vitalidad del discurso no ya público sino incluso privado. Ahora bien, me parece que González cayó en el viejo pecado del progresismo con simpatías lúdicas y anti-tecnológicas, tan enraizado en nuestro país, confundiendo la parte por el todo, pues si bien es cierto que Internet es el chateo infantiloide e iletrado, tampoco lo es menos el hecho de que el elemento esencial de la red hoy en día sigue siendo el discurso escrito. No me cabe duda de que eso cambiará con el paso del tiempo, pero hoy por hoy sigue siendo así. ¿Que la red puede usarse para bajarse música y películas pirateadas, ver porno, perder hora tras hora con juegos descerebrados y conversar sobre nimiedades? Pues sí. ¿Y es que acaso no puede uno también perder el tiempo leyendo solamente periódicos deportivos y viendo fútbol en la tele? Hay que tener cuidado con afirmaciones tan genéricas como las que hizo González el lunes. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 28 12:47:38 CET 2006]

Los amantes de la Historia, así como los nostálgicos de los años de oposición a la dictadura (por no hablar de quienes se suman al contra Franco vivíamos mejor) se alegrarán lo suyo al conocer que se acaba de estrenar el sitio web de Triunfo Digital, que recoge todos los números de aquélla antigua revista de la izquierda española en la que colaboraran firmas del renombre de Eduardo Haro Tecglen, Manuel Vázquez Montalbán o Luis Carandell, entre tantos otros. Me acabo de detener unos minutos a ojear un artículo de José Manuel Gutiérrez Inclán acerca del famoso "España ha dejado de ser católica" de Azaña, publicado en octubre de 1976, y que me parece de lo más acertado. Si hay un error claro que cometieran aquellas Cortes Constituyentes de la República en 1931 fue precisamente el anticlericalismo primitivo de figuras como la del propio Azaña, y que llevaron, entre otras cosas, a la expulsión de los jesuitas, la clausura de los colegios religiosos y fomentaron la radicalización de los elementos más violentos en las calles, lo que culminó en la infame quema de conventos, iglesias y monasterios. Como bien afirma el autor, el Azaña orador, republicano y anticlerical se hallaba:

... inmerso en un terrible error histórico al desconocer la profunda y vital unión que siempre habían tenido lo religioso y lo profano en la vida española.

Ciertamente, no hace falta ser un lince para darse cuenta de esta simbiosis a la que se refiere Gutiérrez Inclán, y que todavía podemos observar en buena parte de Andalucía, Castilla, Galicia, Cantabira y Asturias, sin ir más lejos. Soy partidario de la separación entre Iglesia y Estado como el que más, y me parece que aún nos queda mucho camino por recorrer en este aspecto, pero ello no quita para que caiga en la inocencia de concebir lo religioso estrictamente como algo supeditado a la esfera de la concienca particular de cada cual. Las cosas son mucho más complejas que eso, y la verdad es que el fenónemo religioso es también un hecho de naturaleza social. Sin entender eso, no podemos siquiera debatir dónde podremos situar los límites entre la Iglesia y el Estado. Hacen muy mal agunos al confundir laicismo con anticlericalismo, como ya hiciera Azaña en aquél entonces. Aprendamos del pasado para no cometer los mismos errores. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 28 10:07:02 CET 2006]

El tema de los derechos de autor está alcanzando ya unas cotas auténticamente ridículas. Se trata, por descontado, de una preocupación que ha existido siempre, pero que en estos tiempos de reproducción digital a la mano de cualquier hijo de vecino se ha agravado con creces. Quede claro que el plagio me parece una práctica deplorable y desvergonzada, pero hemos llegado a un punto en que hasta la idea más peregrina es patentada con la sola intención de sacarle unas perras en los juzgados en lo que ya se ha convertido casi en un hábito de chantaje legal. Viene esto a cuento de la noticia que saltó hoy de que Ian McEwan se había inspirado en otra autora para escribir Expiación (Atonement en inglés). La cosa no tendría mayor importancia si no fuera por lo inocente de la historia como tal, según se lee en El País:

McEwan reconoce que se "inspiró" en los pasajes que Andrews rememora de sus tiempos de enfermera en su autobiografía No time for romance, publicada en 1977. "Para algunas obsoletas prácticas médicas, ella fue mi única fuente y siempre le he estado muy agradecido", observa McEwan en su respuesta a la polémica. Creyó zanjada su deuda en una nota de agradecimiento que incluyó en Expiación, y nombrándola en entrevistas de prensa durante la promoción del libro y en un especial radiofónico sobre la veterana escritora, autora de 35 novelas románticas. Nunca la conoció ni podrá aclarar con ella la controversia. Andrews falleció, con 86 años, el pasado agosto.

(...)

La autobiografía de Andrews no es la única fuente de inspiración en esta historia de contrición y asunción de responsabilidades. McEwan se basó principalmente en las memorias de su padre, quien, según desvela en The Guardian, "nunca se cansó de contarme cómo le dispararon en las piernas con una ametralladora montada en un tanque alemán; cómo se juntó a un compañero al que habían herido en ambos brazos y cómo entre los dos consiguieron llegar hasta las playas de Dunquerque en una motocicleta".

Así pues, McEwan se inspiró en varias historias para escribir su novela, entre otras la narrada por una escritora de novelas románticas. ¿Y qué? ¿Es que alguien cree aún en el mito romántico de la inspiración cuasi divina del artista que, con todos sus sentidos embargados por la musa de la creación, se entrega en cuerpo y alma a una febril escritura cuasi automática? ¡Oh, sorpresa! ¡Ahora resulta que la escritura está basada en el esfuerzo y el trabajo de un individuo que incluso se inspira en las historias de otros y hace tareas de investigación antes de sentarse delante de su ordenador! Difícilmente podría ser todo esto más ridículo. De hecho, lo que más me preocupa es el hecho de que, debido al evidente nivel de desarrollo económico de muchas de nuestras sociedades, cada año se publiquen millones y millones de documentos, historias, novelas, obras de teatro, películas, documentales... Pronto no habrá forma de abrir la boca sin que alguien nos acuse de plagio. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 27 11:09:29 CET 2006

Leo en El País un breve artículo sobre los hábitos de lectura de los mejicanos, publicado con motivo de la Feria Internacional del Libro, del que extraigo el siguiente pá,rrafo:

El milagro anual de Guadalajara tiene, claro, una explicación terrenal: la franja de mexicanos entre 18 y 22 años, una colonia de mirlos blancos que son los que más leen (su media sube a 4,5 libros al año y también son los principales consumidores de prensa). Y también las clases medias, que leen más (79,2%) que incluso las de rentas más altas (75,9%). El secreto está en el valor social, en el respeto reverencial que los mexicanos tienen al libro: para un 75% de ellos, la lectura sirve para aprender; de alguna manera, para informarse y formarse profesionalmente; como forma de entretenimiento sólo lo califican el 5%, en los antípodas del criterio de los lectores españoles, para los que el libro es básicamente entretenimiento (91,5%), un producto más de la industria del ocio.

He ahí, precisamente, la causa última que puede llevar en un momento dado a la crisis del libro, como ya ha sucedido en otros países económicamente más avanzados que Méjico. Cuando se pasa del libro como instrumento de formación al libro como mero objeto de consumo, como producto de la industria del ocio, termina por perder su halo e incluso, me atrevería a decir, su función esencial, que es la de comunicar experiencias y, sobre todo, pensamientos. Y hay un elemento más que me parece enormemente importante en todo este debate sobre el avance de los medios audioviuales y el fin del imperio de la letra: no está de más recordar que el libro, la letra, el discurso y la imprenta se encuentran en la base misma del sistema democrático occidental, y que el mensaje audiovisual no se dirige tanto a la razón como al corazón, siendo su funcionalidad conmover y no tanto el llevar a la reflexión. Digo esto porque haríamos bien en considerar qué tipo de sociedad queremos en nuestro más inmediato futuro. {enlace a esta historia}

[Sun Nov 26 17:22:22 CET 2006]

Mucho se ha hablado y escrito últimamente sobre la situación de nuestras escuelas y, en especial, el problema del acoso o las amenazas escolares (como se nos dice ahora, con su buena dosis de modelnidad del tres al cuarto: bullying), pero a mí todavía no me queda nada claro todavía que se trate de un problema tan extendido como nos quieren hacer creer en los medios de comunicación. Me explico: no dudo para nada de la existencia de casos de acoso escolar, ni tampoco de las agresiones a profesores que se han dado tanto por parte de alumnos como de los padres. Sencillamente, eso no se puede poner en cuestión porque está ahí. Ha sucedido. Sin embargo, lo que sí cuestiono es el hecho de que estos comportamientos estén de verdad tan extendidos como se nos quiere hacer creer. Me da la impresión, por el contrario, de que se trata más bien de un caso más de exageración de los mass media que ha llegado a generar una buena dosis de alarma social, llevando la situación a un punto en el que hasta las autoridades se ven obligadas a intervenir y tomar cartas en el asunto. En definitiva, un caso más de lo que quizás debiéramos llamar democracia de opinión, y que parece haberse apoderado de nuestros países en los últimos diez o veinte años. Y cuidado, porque me he esforzado en aclarar que no se trata tanto de negar la existencia del problema como de ponerla en duda hasta que alguien me muestre las estadísticas, pues a pesar de tant cháchara como hay sobre el tema todavía tengo que ver cifras al respecto. En fin, que Ricardo Moreno Castillo, profesor del Instituto Gregorio Marañón y profesor asociado de la Complutense, escribe hoy en El País sobre el tema, haciendo de paso unas interesantes reflexiones acerca de las que él considera razones últimas de todo este asunto:

El desprecio por el conocimiento (se puede terminar la ESO sin saber la tabla de multiplicar ni distinguir un nombre de un verbo) y la falta de hábito de trabajo generan seres inmaduros, y en consecuncia, propensos a la violencia. Una persona madura no necesita agredir a un semejante para sentirse alguien.

La madurez, además, tiene que ver con la responsabilidad, y hoy los alumnos raramente tienen que responder. Si no aprenden, la culpa es del sistema, que no les motiva. Si son zafios y maleducados, es que están inadaptados. Si no estudian, algo les pasa, porque ya se sabe que los chicos tienen un inclinación natural hacia el trabajo, y a la vagancia se la conoce a menudo como "dificultades de aprendizaje". Hay una tendenia por parte de algunos educadores paternalistas a considerar los propios defectos, a fin de superarlos, y si los defectos se consideran patologías, se bloquea toda capacidad de mejorar.

Hay un cuento de Gogol, intercalado en su novela Las almas muertas, que narra la historia de un profesor severo, que exigía un buen rendimiento, porque consideraba que estudiar es la obligación de los alumnos. Éstos le querían, porque un profesor exigente es el que valora a sus discípulos. El que se conforma con poco está tratándolos como si fueran idiotas, y nadie aprecia a quien lo trata como un idiota. Los alumnos se portaban bien. Ocupados en estudiar, tenían poco tiempo para hacer traveruas. Pero he ahí que este profesor se muere y llegan otros con ideas novedosas: lo importante no es el saber, sino el comportamiento (en la jerga actual, lo decisivos no son los contenidos). Y como el saber no era importante, dejaron de estudiar, y así tuvieron tiempo para hacer diabluras. En cuanto se empezó a despreciar el saber frente al comportamiento, no sólo decayó el saber, tmabién decayó el comportamiento. Y de este cuento podemos sacar una segunda moraleja. Gogol murió en 1852, lo cual quiere decir que algunas de las sandeces pedagógicas que él satiriza, ya se decían hace mucho tiempo. Una idea no por parecer novedosa es buena, pero además puede suceder que ni siquiera sea novedosa.

Ciertamente, la idea de que una persona madura no necesita agredir a un semejante para sentirse alguien es bastante simplista, pues hay demasiadas causas del comportamiento violento como para endosárselas todas al nivel de madurez del agresor. Sin embargo, convendría tener en consideración los comentarios de Moreno Castillo sobre temas tan importantes como el conocimiento, el esfuerzo y el hábito de trabajo, valores todos ellos que andan un poco de capa caída desde que se extendiera la ideología del todo vale, la larga noche postmoderna donde todos los gatos son pardos y tanto nos da ocho como ochenta con tal de hacernos ricos y vivir bien. Nociones tan importantes antaño como la disciplina, la constancia, el esfuerzo, el respeto, las buenas maneras o el deber han caído en desuso y se consideran trasnochadas, habiendo sido sustituidas por la inconstancia, el ataque permanente a todo lo que huela a autoridad, la falta de educación y la zafiedad entendidas como muestras de libertad personal, la pereza, el aquí te pillo, aquí te mato y la cultura del pelotazo. No estaría de mal considerar hasta qué punto puede ser una casualidad que los mismos niños que se comportan con tan clara falta de respeto hacia sus compañeros y hacia sus profesores, los mismos niños que muestran escaso interés en educarse y mejorar sus conocimientos sean precisamente quienes más expuestos han estado durante años y años a los perniciosos efectos de nuestra cultura mediática, donde se nos presenta a diario el ejemplo de individuos capaces de enriquecerse no gracias a su esfuerzo o innovación sino más bien a sus contactos, al hecho de ser hijos de buena cuna o, simplemente, a la fortuna. En la cultura del dinero fácil y el pelotazo, nadie se enriquece gracias al conocimiento y el trabajo constante. Tiene poco de extraño, pues, que nuestros retoños se comporten de esta forma. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 24 10:10:15 CET 2006]

El País publica hoy un interesante artículo exponiendo el estado actual de la relación entre Portugal y España en el que me encuentro la siguiente y peculiar afirmación:

La abrumadora presencia de empresas españolas (la invãsao, visible apenas con un paseo por la Avenida de la Liberdade, donde se suceen las marcas españolas) se completa con la falta de tacto (y de vocación de servicio público, cabría añadir) de los medios españoles de comunicación que publican el mapa del tiempo sin incluir a Portugal.

Y digo que la afirmación me parece peregrina porque aún recuerdo cómo durante mi larga estancia en Irlanda eran bastantes los irlandeses que se quejaban del supuesto imperialismo de los medios de comunicación británicos precisamente por incluir a la vieja Eire en sus mapas del tiempo. Es lo que tiene el nacionalismo, por supuesto, que si eliges, malo, y si eliges negro, pues peor. No hay escapatoria de la dichosa rueda reivindicativa e identitaria. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 23 12:56:30 CET 2006]

Ayer, con motivo de las elecciones generales holandesas, El País publicó un artículo titulado Holanda, de espaldas a Europa en el que se subrayaba la ausencia casi absoluta durante la campaña de cualquier referencia al voto negativo de los holandeses en el referéndum de la Constitución de la UE. Los grandes partidos (democristianos, socialdemócratas y liberales) defendieron el voto afirmativo, y se vieron cogidos a contrapié por el triunfo del no.

Tras el golpe de junio de 2005, los partidos insistieron por activa y por pasiva en la necesidad de debatir sobre Europa en todo tiempo y ocasión. Llegada la hora de la verdad, la de las elecciones, han optado por el silencio para no volverse a pillar los dedos. Sólo el Partido Socialista, un grupo de pasado radical al que los sondeos auguran espléndidos resultados, y que aspira a entrar en un hipotético Gobierno de izquierda, ha roto el silencio con un programa en el que tras reconocer en líneas generales los beneficios que para Holanda ha supuesto la UE, cree llegada la hora de frenar: ni ampliación, ni Constitución. A pesar de los recelos, el 70% de los holandeses piensa que su país debe estar en la UE. [El politólogo] Van Grinsven pronostica que se empezará a discutir sobre la futura aportación holandesa al Tratado una vez se haya resuelto el enigma que hoy van a dejar las urnas.

Hay, por supuesto, muchas razones que pueden explicar el resultado de las consultas en Francia y Holanda: desilusión con la llamada clase política y crisis de legitimidad del sistema de partidos, el empuje de la globalización, oposición a la euroburocracia, miedo a que el poder se aleje aún más y llegue a situarse en una esfera tan alta que esté por completo fuera del control de los ciudadanos, etc. Sin embargo, me parece que hay algo que, por motivos de corrección política, aún no se ha reconocido públicamente con respecto al empantanamiento que vive el proceso de integración europea en estos momentos: la ampliación hacia el Este de Europa se ha hecho deprisa y mal. En lugar de dar tiempo al tiempo y esperar a que la democracia se consolidara en esos países, con todo lo que ello conlleva no sólo en el aspecto puramente electoral de celebrar votaciones cada cierto tiempo sino también de respetar los derechos de las minorías, defender la libertad de expresión y todos los demás elementos que son consustanciales a un régimen democrático auténtico, nos dejamos llevar por la euforia de la caída del muro y la retórica fácil. A lo mejor hubiera sido más responsable mantener un acuerdo de asociación con los países de la Europa del Este que hubieran servido para reforzar la democracia, consolidar las reformas económicas y fortalecer a la sociedad civil en esos países, como paso previo a su integración definitiva en la UE. Mientras tanto, podríamos haber trabajado todos en la creación de unas nuevas estructuras supranacionales que permitieran el correcto funcionamiento de una Unión ampliada en número y territorio. Mucho me temo que hasta no reconozcamos ese error fundamental, bien poco podremos avanzar hacia una resolución del problema. Es comprensible que entonces nos dejáramos llevar por la euforia, pero no lo es que ahora aún nos neguemos a reconocer nuestros errores. {enlace a esta historia}

[Wed Nov 22 10:28:16 CET 2006]

Al parecer, algunos científicos creen haber descubierto evidencia de un gigantesco maremoto que se produjo hace cerca de 4.800 años como consecuencia del impacto de un gran asteroide no muy lejos de Madagascar. Han descubierto, de hecho, un cráter de 30 kilómetros de diámetro a unos 3.800 metros de profundidad en mitad del Océano Índico.

Para algunos científicos, la explicación es obvia: un gran asteroide o cometa, de esos capaces de matar a la cuarta parte de la población mundial, se estrelló en el océano Índico hace 4.800 años, produciendo un gigantesco maremoto con olas de 200 metros de altura (13 veces mayor que el de Indonesia hace dos años) que transportó a tierra los enormes depósitos de sedimentos.

Habría que aclarar que la evidencia no ha sido aceptada unánimemente por la comunidad científica ni mucho menos, pero al parecer hay razones más que suficientes para pensar que los autores del estudio puedan estar en lo correcto. Sin lugar a dudas, el hecho de que una catástrofe de estas magnitudes se hubiera podido producir hace escasamente unos cuantos miles de años podría explicar la presencia de mitos sobre inundaciones y maremotos en tantas culturas y religiones del mundo, o al menos eso le gustaría creer a un agnóstico como yo. El mismo artículo de El País lo insinúa hacia el final:

Bruce Masse, arqueólogo medioambiental del laboratorio de Los Alamos, en Nuevo México, cree que el impacto de Madagascar se produjo exactamente el 10 de mayo del 2807 A.C. Ha analizado 175 mitos sobre inundaciones en todo el mundo, y 14 mitos mencionan un eclipse solar total en esa fecha, la mitad menciona lluvia torrencial, y un tercio habla de un maremoto. Pero son mitos.

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[Sun Nov 19 19:50:28 CET 2006]

Hace ya un par de días que leí en El País un artículo sobre la publicación de la Historia general de Al Ándalus, de Emilio González Ferrín, que viene a echar por tierra algunos de los mitos sobre la Reconquista o la invasión islámica del año 711 a los que más apego tuvo la historiografía tradicional. Yo, la verdad sea dicha, no puedo entrar en la disputa porque no tengo el conocimiento suficiente de la época como para opinar al respecto. En cualquier caso, algunas de las afirmaciones de González Ferrín me parecen lo suficientemente sugerentes como para dejar aquí constancia de ellas:

"Desde 711 hasta 756 son años de guerra civil. Hubo una cantonalización de la península. El norte va por un lado; Levante, por otro; Portugal, por otro. España sufre una hambruna y una guerra civil gerenalizada a la que se incorporan tropas del norte de África que no son árabes ni bereberes, sino púnicos, visigodos, vándalos y bizantinos", relata el autor. "En esta guerra civil, grosso modo, los contendientes son los partidarios de [los reyes visigodos] Witiza y Rodrigo. Los hijos de Witiza mantienen el control en las ciudades", explica González Ferrín.

El libro niega la invasión islámica y niega también la Reconquista. "Ya decía Ortega y Gasset que una Reconquista que dura 800 años es demasiado larga para llamarla Reconquista. La historia no avanza a telonazos. Si no hubo una conquista, ¿dónde queda Al-Ándalus? Al-Ándalus es un primer renacimiento europeo, es un producto genuinamente europeo. En el siglo XIII, Averroes es prohibido en la Sorbona, en París, no en El Cairo, donde no se le leía. Todos los que llamamos judíos andalusíes escribían en árabe", añade González Ferrín.

Al-Ándalus se filtra y esa filtración produce elementos esenciales para el Renacimiento español. El erasmismo español es una filtración de Al-Ándalus. El erasmismo aboga por una menor formalidad litúrgica y más contenidos", comenta.

(...)

"A partir del año 1000, con el Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana y el descubrimiento de los supuestos restos de Santiago, se empieza a generar una ideologización de la religión. La península se parte en dos con un espejo: hacia Oriente, la peregrianción a La Meca; y hacia Occidente, la peregrinación a Santiago. Se conviere la religión en ideología", dice González Ferrín. (...) "El libro sigue a Américo Castro en el sentido de que tenemos que habitar nuestra historia. No se entiende Al-Ándalus sin Valencia, Zaragoza y Toledo. Al-Ándalus es un primer renacimiento europeo, pero como está escrito en árabe, los europeos no lo reconocen como tal", añade. (...) "Juan Goytisolo dijo que los españoles somos europeos en más por el hecho de llevar a Al-Ándalus en nuestras venas. La matización que hago a Américo Castro es que no hubo una España de tres culturas, sino que hubo una España de una sola cultura con tres religiones. Y esa cultura andalusí fue la cima de Europa", dice el autor.

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[Wed Nov 15 11:24:43 CET 2006]

Echándole un vistazo a las bitácoras de La Coctelera me encuentro con una breve reseña de las Notas de cocina de Leonardo da Vinci, publicadas por Temas de Hoy que contiene algunas interesantísimas entradas. La verdad es que no está del todo probado que el autor del documento en cuestión, el Codex Romanoff, descubierto en 1981, fuera el polifacético creador y artista. Es bien posible, sin embargo, dada la afición de da Vinci por la gastronomía. Como se indica en la bitácora:

... cuando su veradero padre le mete de aprendiz en el taller florentino de Verrochio, adquiere sus concimientos, se atiborra de dulces, hasta el punto que Verrochio le castiga por tragón (crapulando), y decide, para aumentar sus escasos ingresos, trabajar por las noches sirviendo en una famosa taberna llamada Los Tres Caracoles, cuyas cocinas quedan a su cargo tras morir por envenenamiento todos los cocineros de la taberna, a pesar de que había recibido un jugoso encargo de Verrochio para colaborar en la elaboración de un cuadro sobre el bautismo de Jesucristo.

En esta taberna es donde Leonardo comienza a realizar sus primeros ensayos sobre la cocina. Intenta elaborar platos con porciones muy pequeñas, presentados con una estética cuidada, que sustituyan los platos llenos a rebosar que se servían antes. El fracaso de este intento fue clamoroso y por poco le cuesta la vida si no llega a huir; pero Leonardo vuelve a la carga cuando en el verano de 1478 se quema la bodega de la taberna y con su amigo Botticelli abren a toda prisa un establecimiento (Leonardo llegó a abandonar el encargo más importante que había recibido hasta entonces), La Enseña de las Tres Ranas, que vuelve a fracasar. La gente, una vez más, se negó a contentarse con cuatro pequeñas rebanadas de zanahoria y una anchoa sobre un plato.

(...)

Cuando se va a casar una sobrina de los Sforza trata de imponer de nuevo sus recetas: una anchoa enrollada descansando sobre una rebanada de nabo tallada a semejanza de una rana; pata de una rana sobre una hoja de diente de león... Menú que Ludovico rechaza y encarga otro a base de: 600 salchichas de sesos de cerdo de Bolonia; 1.200 pasteles redondos de Ferrara; 200 terneras, capones y gansos; 2.000 ostras de Venecia; 60 pavos reales, cisnes y garzas reales... Por mucha innovación que tuviese nuestro admirado Leonardo, pocos no estarían de acuerdo con Ludovico.

En todo caso, el librito contiene algunas joyas como la siguiente:

Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esa persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña (...). Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado...

Desde luego, en aquellos tiempos no se andaban con chiquitas. Mucho más simpáticas son notas como la siguiente, recogiendo unos cuantos consejos sobre cómo comportarse a la mesa:

Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.

Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa.

Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.

No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.

No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.

No ha poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.

No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.

Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.

No ha de limpiar su armadura en le mesa.

No ha de tomar la comida de la mesa y ponerlo en su bolso o faltriquera para comerla más tarde.

No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa misma fuente.

No ha de escupir frente a él.

Ni tampoco de lado.

En fin, que da gusto leer sobre los maravillosos modales que se gastaban los cortesanos del Renacimiento, a quienes tan idealizados tenemos. ¡Para que luego digan que no ha habido progreso! {enlace a esta historia}

[Tue Nov 14 15:28:39 CET 2006]

Leo en El País que el MNAC de Barcelona expone unas fotografías del argentino Humberto Rivas, y la noticia también recoge un par de reflexiones interesantes del artista sobre su tarea:

Hacer un buen retrato es vencer la guerra que se entabla entre el fotógrafo y el modelo. Todos queremos mostrar una determinada imagen de nosotros mismos, y yo no busco fotografiar al personaje, sino a la persona.

(...)

Me interesa que las fotografías hablen por sí mismas, que se escuche lo que son. Mi mayor miedo es que una imagen no diga nada.

(...)

Si no gano yo la batalla sé que la fotografía resultante no me va a gustar. Y eso no tiene nada que ver con que la persona retratada salga guapa. A veces a la gente no le gusta cómo ha quedado en la foto.

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[Tue Nov 14 7:51:20 CET 2006]

No me gusta nada la actitud que ha tomado el PP de obstaculizar el proceso de paz en el País Vasco, si bien ello no quita para que esté de acuerdo con alguna que otra afirmación que puedan hacer sobre el tema. En todo caso, lo de la izquierda abertzale es que se pasa de castaño oscuro demasiado a menudo. No hay más que leer las declaraciones de Arnaldo Otegi sobre la kale borroka publicadas en la prensa de hoy:

El portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, ha afirmado que la izquierda abertzale no tiene "previsto" efectuar "ningún tipo de llamamiento" para tratar de frenar la violencia callejera porque "sería absolutamente manipulado". En Radio Euskadi, Otegi ha lamentado que "cada vez que la izquierda abertzale hace un pronunciamiento en una determinada dirección sus palabras son malintencionadamente sacadas de contexto", por lo que no se pronunciará sobre la violencia callejera. No obstante, el portavoz de la formación ilegal, ha asegurado que Batasuna desea un escenario en el que "todas las expresiones de violencia desaparezcan del país".

Curiosa situación ésta en la que el portavoz de una "formación ilegal" es entrevistado en la radio pública y sus palabras son reproducidas en los diarios de tirada nacional y que a lo mejor debería llevar a algunos a considerar si con la ilegalización no se han limitado únicamente a barrer un problema bajo la alfombra, pero ése es otro asunto. La verdad es que las palabras de Otegi no merecen la pena ni comentarse. Ya se comentan ellas solas. Mucho me temo que este proceso de paz va a terminar como el rosario de la Aurora, en muy buena parte debido a la actitud obstruccionista que ha tomado el PP desde el comienzo. Hace tan sólo unos años, en 1998, no se lo pensaban dos veces antes de sentarse a dialogar con ETA, mientras que ahora sólo parecen aceptar la "derrota total" de los terroristas. No me queda más remedio que pensar que lo único que cambió entre los dos momentos fue el 11-S y la alianza estratégica de Aznar con el Presidente Bush y su ideología neocon, precisamente la misma que acaba de recibir un severo varapalo en las urnas en su propio país. Y, sin embargo, los populares continúan en sus trece como si nada hubiera cambiado, empeñados en proseguir su cruzada contra el Mal. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 13 13:21:22 CET 2006]

El País publica una entrevista con el escritor José Saramago,cuyo libro más reciente, Las pequeñas memorias, está a punto de ver la luz. Se me han quedado grabadas sus últimas palabras:

No todos tenemos un abuelo que cuando se iba a marchar a Lisboa para morirse pasó antes por su huerta para despedirse de sus árboles. Si olvidas algo como eso eres un idiota. Si no te elimentas de eso te estás perdiendo algo. Eran tan tiernos... Ponían los cerditos en la cama con ellos cuando estaban enfermos para que no se murieran. Tres o cuatro a la vez, debajo de la misma manta que ellos utilizaban. Con ese pasado, algo tenía que pasar.

{enlace a esta historia}

[Sun Nov 12 20:57:15 CET 2006]

Hace apenas unos minutos terminé de leer un artículo de Lola Galán sobre el progresivo empobrecimiento del español que, a decir verdad, me parece sólo parcialmente acertado. La autora se pregunta (y nos pregunta):

Con la mano en el corazón: ¿Cuántas veces al día se le escapa el dichoso vale, como sinónimo de "muy bien", o simple añadido superfluo para reforzar una afirmación...? ¿Cuántas nos descubrimos interrumpiendo la conversación para soltar un vamos a ver que no viene a cuento? Vale o vamos a ver son sólo latiguillos en el diálogo que lastran el idioma, lo uniformizan y le quitan vitalidad y gracia. Pero no son las únicas muletillas del español coloquial de hoy, que ha asimilado términos del inglés (vale sería, a veces, la traducción del omnipresente ok), tacos, y palabras lisa y llanamente burocráticas hasta convertirse en un lenguage que muchos extranjeros de los que estudian en el Instituto Cervantes no consiguen entender. Al menos a la primera.

Pues seguramente, para ser honestos, habré usado tanto el vale como el vamos a ver de cuando en cuando, aunque posiblemente no lo haya hecho en ninguna ocasión hoy mismo. De todos modos, ni el uso de uno ni otro vocablo me parece tan grave como el otro asunto que menciona Galán: el abuso del taco en la conversación coloquial, hasta el punto de haberse convertido a estas alturas an algo de lo más común y, para algunos, casi se diría que elemento necesario en el utillaje lingüístico de cualquier hijo de vecino que se precie de hablar claro o sin pelos en la lengua. Y es que, poco a poco, estamos perdiendo el gusto por valores tan importantes como la sutileza, la elegancia o las buenas maneras, al tiempo que se extiende imparable un igualitarismo democratizador que no hace sino tirar hacia abajo, como ya advirtiera en su momento Ortega y Gasset. {enlace a esta historia}

[Sun Nov 12 14:25:16 CET 2006]

El País publicaba hace un par de días un artículo de opinión de Joaquín Leguina sobre el funcionamiento interno de nuestros partidos políticos que debería ser lectura obligatoria para todos nuestros dirigentes. Sus reflexiones son, si cabe, aún más importante por venir de quién vienen y, por encima de todo, por el hecho de que el propio Leguina no niega que tenga parte de responsabilidad en el asunto, como miembro que fue en su momento de la dirección del PSOE.

Funcionamiento interno el de los partidos que en lo referente a la selección y promoción de su personal descansa cada vez más en la confianza que pueda cada cual suscitar en el aparato dirigente y cada vez menos el mérito y la capacidad ordenados por la Constitución (artículo 103). Pero el sistema también choca de frente con el mandato del artículo 6. Vayamos a él: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley". Como se ve, la Constitución deposita en los partidos un cuasi-monopolio para la actuación en el campo político, pero a cambio les exige que "su estructura interna y su funcionamiento deberán ser democráticos". Pero ¿lo son realmente?

(...)

... la democracia exige competición (de propuestas y de personas) ante un cuerpo electoral que es quien decide y elige. Lo demás puede ser motejado de tranquilo o, con más propiedad, de sumiso, pero no es democrático. Y desde luego, la cooptación, ya sea de tipo papal como lo es el colegio cardenalicio, ya sea corporativa como es práctica en las Reales Academias, no es una elección. Dado que, precisamente, la cooptación (más papal que corporativa, todo hay que decirlo) es la norma general en el PSOE (y también en el PP) se puede concluir que los partidos españoles no cumplen con la primera condición, pues detestan las elecciones.

¿Cumplen la condición del debate? En los óganos deliberantes, por ejemplo, del PSOE, en su Comité Federal, no existe debate —entendido como confrontación de ideas y propuestas. Éste ha sido sustituido por el comentario. Allí se comenta, generalmente de forma elogiosa, lo que ha hecho o dicho previamente el mando y, por supuesto, jamás se vota otra propuesta que la presentada por la Ejecutiva.

Estos defectos no son nuevos, aunque en la actualidad se hayan llevado hasta la exageración. La demostración de que la cosa es vieja la tenemos en los reglamentos de las Cámaras (Congreso y Senado) pergeñados por los aparatos partidarios, aprobados durante la etapa constituyente y luego copiados por los parlamentos autonómicos. Estos reglamentos niegan la existencia del parlamentario como individuo, pues absolutamente todo: hablar, preguntar, escribir... se ha de hacer con el visto bueno de la jefatura del Grupo y nada le está permitido en tanto que persona elegida por sus conciudadanos. Este ninguno llega hasta el paroxismo (dudosamente legal) cuando, a la hora de cobrar el sueldo, el parlamentario español no lo recibe de la institución a la que sirve (Congreso o Senado), sino que a él le paga su partido (previos descuentos para financiar la organización partidaria, multas y demás cargas).

Todo ello conduce, me temo, a unas circunstancias en las que los partidos no pueden desempeñar el papel central que en teoría debe tener en nuestro sistema político como correa de transmisión de los intereses, opiniones e inquietudes de los ciudadanos hacia las instituciones representativas. No me apuntarí,a yo con tanta facilidad como la que parece tener Leguina a la alabanza de los partidos políticos allende nuestras fronteras como ejemplo a seguir, pero no queda más remedio que reconocer que sublevaciones de la militancia e incluso algunos representantes parlamentarios de un partido político contra su dirección como la que hemos visto hace apenas unos meses en Gran Bretaña serían completamente impensables por aquí. Por estas latitudes la sumisión sigue siendo la clave para trepar dentro de las estructuras de poder de los partidos. El mérito, que también puede existir, es claramente secundario. Si bien es verdad que tal vez en su momento fuera necesario fortalecer a los partidos cuando nuestra democracia era joven y ninguna de las formaciones estaba lo suficientemente asentada en la sociedad civil, ahora ha llegado el momento de proceder a la reforma tanto de los partidos políticos como de la ley electoral y dejar que entre el aire fresco. De lo contrario, corremos el riesgo de ver a nuestro sistema encostrarse en la corrupción, el inmovilismo y el apolillamiento más atroz. {enlace a esta historia}

[Sat Nov 11 20:05:17 CET 2006]

Juan Pedro Quiñonero publica en su bitácora un interesante poema de Bertolt Brecht "ahora que no está de moda", en el que se nos muestra una faceta más moral y humana del escritor alemán que tantos izquierdistas acabaron por convertir, al igual que Jean Paul Sartre, en santo patrón del intelectual comprometido, aún a pesar de pasar de puntillas o incluso ignorar poemas como éste, titulado La solución y escrito por Brecht con motivo de la represión de la sublevación popular berlinesa del 17 de junio de 1953:

Tras la sublevación del 17 de Junio,
La Secretaria de la Unión de Escritores
Hizo repartir folletos en el Stalinallee
Indicando que el pueblo
Había perdido la confianza del gobierno
Y podía ganarla de nuevo solamente
Con esfuerzos redoblados. ¿No sería más simple
En ese caso para el gobierno
disolver el pueblo
Y elegir otro?

Es una pena que tantos otros intelectuales comprometidos no hubieran tenido siquiera la decencia de mostrar las sensatez de Brecht cuando los de su bando empezaron a cometer tropelías. {enlace a esta historia}

[Sat Nov 11 08:15:33 CET 2006]

El País publicó ayer un artículo sobre el llamado nacionalismo del agua que debiera preocuparnos a todos. Una vez iniciado el proceso de reforma de los estatutos de autonomía, resulta que son varias ya las comunidades que se han aprovechado de las circunstancias para introducir artículos en los nuevos proyectos en los que se pretende imponer determinadas políticas al Gobierno central y las comunidades vecinas en lo que respecta a la gestión de los recursos del agua. De esta forma, nos encontramos ante una situación, como decía, preocupante, y que comienza a adquirir tintes verdaderamente localistas en el sentido más chato del término:

Los nuevos estatutos plantean problemas de gestión inéditos. El Estatuto de Aragón prevé fijar una reserva de 6.500 hectómetros para la comunidad, aunque en el plan de Cuenca la demanda estimada de la comunidad autónoma es de 3.900 hectómetros cúbicos al año. La mayoría de los grandes embalses que regular el río se encuentran fuera de Aragón. ¿Cómo se decidirán los desembalses?

Así, mientras Castilla-La Mancha pretende establecer en su nuevo Estatuto el año 2015 como fecha en la que expirará el actual trasvase Tajo-Segura, Murcia se opone frontalmente a dicha decisión, o mientras Aragón pone pegas a los trasvases el nuevo Estatuto valenciano recoge el derecho de sus ciudadanos "a la redistribución de los sobrantes de agua de cuencas excedentarias", como si ello no fuera precisamente potestad del Gobierno central. Y es que, me temo, el modelo territorial español aún está falto de definición, y el simple hecho de renegociar los documentos estatutarios no hace sino abrir la caja de Pandora de los truenos políticos. Pese a ello, no creo, como se nos dice desde la derecha, que la posición más razonable sea ignorar los conflictos y negarse a proceder a la reforma de los estatutos como táctica ideal para esconder los problemas bajo la alfombra, pues otra cosa no se conseguiría con la política del avestruz que nos propone en estos momentos Mariano Rajoy. Cuando tenemos planteado un problema, lo más sensato es intentar solucionarlo con el mayor grado posible de consenso, y no ignorarlo y posponerlo a un futuro indeterminado. En este momento, y estando el patio como está, me parece que no queda más remedio que poner pies en pared y asegurarse de que el llamado blindaje de competencias no se extiende como un reguero de pólvora por todo el país conforme continúa el proceso negociador. Las comunidades autónomas han de tener garantizadas unas competencias amplias, cierto, y el modelo de descentralización administrativa que hemos puesto en marcha desde la llegada de la democracia a finales de los setenta ha sido, al menos por el momento, un éxito incontrovertible que ha traído properidad y estabilidad al país. Sin embargo, nadie debe perder de vista que la condición previa para la propia existencia del proceso de descentralización mismo, del Estado de las autonomías tal y como lo conocemos, es la solidez de un Estado central que venga a arbitrar las disputas entre los distintos entes territoriales, así como a garantizar una mínima cohesión económica y social. Y, por cierto, que nadie se llame a engaño, las cosas no cambiarían para nada con un Estado federal, pues no por federalizar la estructura administrativa de un Estado se pone con ello fin a la propia existencia de la unidad administrativa central. Jamás ha existido un Estado federal que yo conozca sin una identidad compartida. Lo que muchos pretenden vendernos con el nombre de propuesta federal no es, en realidad, sino una apuesta por la confederación o la independencia, aunque se sientan incapaces de llamar a las cosas por su nombre. Ya creo haber dicho en algún otro lugar que no me preocupa tanto la falta de definición sólida de, clara y establecida de una vez por todas, de nuestra estructura administrativa como, quizás, la falta de liderazgo que en este sentido pueda estar mostrando el Presidente del Gobierno para poner los puntos sobre las íes y parar los pies a las comunidades que se están intentando extralimitar en sus funciones. Me parece, desde luego, inaceptable que la Comunidad Valenciana se crea en el derecho de añadir artículos a su nuevo Estatuto en el que se establecen los límites que deberían respetar las políticas de otras comunidades autónomas. Para más inri, el problema no está siquiera limitado a las formaciones políticas nacionalistas o regionalistas, sino que se ha extendido hace tiempo ya al PSOE y al PP. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 7 13:41:42 CET 2006]

Seguramente nadie se sorprenderá si afirmo aquí que la que muchos denominan la clase política no cuenta precisamente con el aprecio de la mayoría de los ciudadanos casi en ninguna democracia avanzada. Las razones, por supuesto, ya no están tan claras. Hay quien hace referencia a los continuos escándalos de corrupción, mientras otros prefieren subrayar la tendencia a la profesionalización de la actividad política o la actitud que a menudo reduce la participación ciudadana a votar cada cuatro años, sólo por poner unos cuantos ejemplos. En fin, que casi como en cualquier otro asunto, lo más lógico sea esperar que haya diversas causas para un asunto tan complejo como el que discutimos. Pero, sea como fuere, no me extrañaría nada que el hastío hacia el cinismo manifiesto de ciertos líderes políticos fuera una de las razones que se esconden tras la creciente pasividad general de los ciudadanos cuando se tratan de estos temas. Y viene todo esto a cuento de unas palabras proferidas por el Secretario General de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, acerca de la reedición del pacto tripartito en Cataluña:

[Josep Antoni Duran Lleida] dijo que si finalmente se constituye un nuevo gobierno tripartito con Montilla a la cabeza, el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero no contará con el apoyo de su partido en Madrid ya que no existiría "motivo alguno". Duran aventuró que si se reedita el tripartito, será "una fórmula que va a durar muy poco" porque se trata de "tres proyectos muy distintos" y que no son capaces de garantizar estabilidad en Cataluña. "Si lo hacen, allá ellos", dijo.

Queda bien claro el quid pro quo que nos propone el señor Duran Lleida: ustedes nos permiten gobernar en Cataluña, y nosotros les echamos una manita para pasar leyes en Madrid. ¿Para qué pararse a reflexionar sobre las intenciones del electorado o la compatibilidad de los programas electorales? Esos no son sino obstáculos para lo que de verdad interesa: el poder. Al parecer, es que ni siquiera se le pasa por la cabeza la posibilidad de que la expresión de los intereses de sus propios votantes pueda darse de una forma determinada en Cataluña y de otra bien distinta en Madrid, sobre todo teniendo en cuenta las enormes diferencias de los sistemas de partidos y las relaciones de fuerza en uno y otro sitio. {enlace a esta historia}

[Sun Nov 5 19:38:52 CET 2006]

Leía ayer en El País sobre la alianza estratégica que China está intentando forjar con África, y me recordó una serie de conversaciones que tuve hace poco más de un año con un buen amigo estadounidense sobre las grandes tendencias geoestratégicas que parecían estar dibujándose a comienzos de este siglo XXI, tendencias todas ellas que, al menos de momento, parecen estar cogiendo desprevenidos tanto a estadounidenses como a europeos. En primer y destacadísimo lugar, no queda más remedio que reconocer que el mundo que se nos viene encima es fundamentelmente multipolar, por más que los neoconservadores de la Administración Bush (y, no lo olvidemos, no solamente ellos, sino también buena parte de quienes jalean el patriotismo estadounidense en nombre de una supuesta superioridad moral norteamericana tanto desde las filas republicanas como desde las demócratas) se nieguen a aceptarlo. No se trata aquí de decidir si el modelo político y social estadounidense es moralmente superior o no al chino, aunque no son pocos los analistas políticos estadounidenses que se empeñan en sentar todo el debate sobre esas premisas. Súbitamente, pareciera que el gigante norteamericano hubiera dado un enorme paso hacia atrás y fuera incapaz de plantearse el debate político sino desde el viejo esquema agustiniano de la ciudad del Bien y la ciudad del Mal, y ésto vale tanto para los temas de política internacional como los de puro uso interno. Es como si, en su fervor por el redescubrimiento de los valores religiosos, la sociedad estadounidense hubiera olvidado de repente la revolución de Maquiavelo, que introdujera el ámbito de lo político en el mundo del estudio más o menos objetivo, más o menos científico. La realidad, guste o no, es que los EEUU ya no son capaces de imponer su voluntad en cualquier punto del globo, como inocentemente pensaron ellos tras la caída del muro y el fin de la Guerra Fría. De hecho, EEUU jamás tuvo dicha capacidad, por más que todos repitiéramos hasta la saciedad que se trataba de la única superpotencia tras el derrumbamiento de la URSS y el bloque del llamado socialismo real. Tan atrapados estábamos en las categorías mentales del bipolarismo y la retórica de la Guerra Fría, que de verdad nos creímos aquello de que los EEUU habían vencido y había llegado el fin de la Historia de la mano del capitalismo neoliberal reaganiano. No se lo creyeron sólo los estadounidenses, sino todos nosotros en Europa también. Pues bien, se trató de un mero espejismo. Ni la Guerra Fría fue realmente una guerra en el sentido real del término, ni los EEUU eran la única superpotencia, capaz de hacer y deshacer a su gusto, tras el fin del sueño comunista. El mundo es, ha sido y será realmente multipolar, por más que de cuando en cuando prefiramos simplificar las cosas obviando la existencia de países e incluso regiones enteras para así sentirnos halagados magnificando nuestra propia importancia. Sencillamente, ni el mundo de hace tres décadas era puramente bipolar, ni tampoco el de hoy en día es, ni muchísimo menos, unipolar. No nos queda más remedio que partir de esa realidad. Y quien lo dude no tiene más que echar un vistazo a las aventuras imperiales de la Administración Bush en Afganistán e Irak para entender de lo que estoy hablando.

Así pues, una vez asentado que estamos en un mundo multipolar, quedaría por discutir cuáles son los distintos polos de poder, así como cuáles son sus regiones de influencia. Y esto es, precisamente, lo que se está dilucidando ahora mismo. De ahí que nos encontremos en unas circunstancias tan inestables y fluidas, caracterizadas por la zozobra y la crisis de legitimidad casi permanentes. Tenemos, en primer lugar, una Europa demasiado ensimismada en su propia operación de ampliación de fronteras para aglutinar a los países de la Europa del Este, pero que no obstante parece más o menos consciente de que tiene que plantearse sus relaciones en tres aspectos principales: cómo llevar a cabo una integración social, política, económica y cultural con el mundo árabe e islámico del que le están llegando enormes remesas de inmigrantes y con el que ha estado relacionándose durante siglos por motivos puramente geográficos (la cuestión turca no, en realidad, sino consecuencia directa de este otro asunto que tenemos planteado); qué tipo de alianza debemos establecer con Rusia para garantizar su seguridad y la nuestra; y, finalmente, cómo debe evolucionar nuestra tradicional alianza política y militar con los EEUU. A ello habría que añadir, además, temas tan importantes como el de nuestras relaciones con África y Latinoamérica, pues debido a nuestro pasado colonizador tenemos intereses y relaciones con ambas regiones, de las cuales también recibimos significativas remesas de inmigrantes. Me temo, no obstante, que con los asuntos anteriormente señalado Europa tendrá ya las manos lo suficientemente ocupadas durante las próximas décadas como para plantearse una relación estratégica a fondo con estas otras regiones. Tenemos, por otr lado, a China, Japón e India, con un interés creciente en desarrollar y expandir algún tipo de alianza comercial en Asia que lleve a implantar un bloque comercial que pueda hacer frente a EEUU y Europa. Las diferencias entre las tres grandes potencias han sido grandes, y no podemos negar que se han dado un buen número de conflictos entre ellos, pero tampoco podemos cerrar los ojos ante la evidencia de que otro tanto podemos decir de los países europeos, y elo no fue óbice para que se embarcaran el en proyecto de integración europea. No me atrevería a decir que Asia vaya a lanzar un proyecto siquiera parecido al de los europeos, pero sí que incrementarerán su nivel de intercambios comerciales e incluso de cooperación, a pesar de todas sus diferencias. Finalmente, EEUU seguirá siendo, me temo, EEUU, ensimismada en sus propias fronteras y llegando, a lo sumo, a fortalecer y expandir un acuerdo limitado puramente al ámbito norteamericano como es la NAFTA. De hecho, en los últimos tiempos hemos visto incluso un retroceso en este frente, con el crecimiento imparable del movimiento anti-migratorio en la sociedad estadounidense y su culminación en la construcción del infame muro de separación entre EEUU y México, que no dice mucho desde luego en favor del fortalecimiento de la NAFTA como área de libre comercio. Y esto por lo que hace a México, porque la verdad es que, una vez entramos a dilucidar cuáles puedan ser las intenciones de Washington hacia el resto de Latinoamérica, todo parece indicar que se trata de seguir con un poco de lo mismo, es decir, la política del patio trasero. Me parece una política equivocada pensando incluso en los propios intereses estadounidenses, pero también me parece poco probable que cambie. Como decía más arriba, la sociedad estadounidense, sus políticos y líderes en casi todas sus esferas, están demasiado ensimismados en su propio mundo. No le hacen ascos a las oportunidades de inversión en el extranjero, ciertamente, pero no por ello dejan de verlo todo desde la perspectiva unilateralista y arrogante que ha venido a caracterizar a la Administración de George W. Bush.

Pero, ¿qué sucede entonces con las dos regiones que se nos quedan descolgadas, África y Latinoamérica?. En el segundo caso, creo bastante probable que surja un liderazgo regional, que casi con toda seguridad vendrá de Brasil pero que no tendrá un carácter impositivo y arrogante, que aglutine a todo el mundo hispanoparlante en un proyecto supranacional siguiendo el modelo del proyecto de integración europeo (este sí, al contrario que el caso asiático, estableciendo unas instituciones comunes mucho más sólidas, y llegando más allá de los aspectos puramente comerciales). Una vez tomada la senda del desarrollo endógeno, Latinoamérica se encontrará en disposición de establecer relaciones de igual a igual con el bloque regional norteamericano y el europeo. Y, por lo que hace a África, siempre me ha preocupado el hecho de que en este esquema que preveo se queda descolgada por completo, pero a lo mejor las relaciones estratégicas que quedan insinuadas a raíz de esta cumbre en Pekín nos presenten con una respuesta. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 3 11:14:37 CET 2006]

Alejandro Gándara incluye hoy en su bitácora una larga cita extraída del libro En los oscuros lugares del saber, de Peter Kingsley, que merece la pena ser reproducida aquí:

La vida, para nosotros, se ha convertido en un interminable afán de mejora: necesitamos siempre conseguir más, hacer más, aprender más, conocer más cosas. El proceso de aprendizaje y de enseñanza se ha convertido en un sencillo mecanismo de recepción de datos e información: de recepción de lo que ignorábamos, de algo siempre distinto a nosotros mismos. Por ese motivo, aprendamos lo que aprendamos, nunca nos afecta en lo más profundo, nunca llega a satisfacernos. Y cuanto más conscientes somos de ello, más nos apresuramos para intentar encontrar otros sustitutos y llenar el vacío que seguimos sintiendo en nuestro interior. Todo nos empuja fuera de nosotros mismos, lejos de la absoluta sencillez de nuestra propia humanidad.

Me temo que tiene razón Kingsley, y de de ahí tanto empeño en promover la educación continua que durará toda una vida, el éxito de los manuales de autoayuda, las academias privadas, el universo de lo cultural, el constante parloteo contemporáneo y, por supuesto, hasta las bitácoras como ésta misma que ahora leen. Con Parménides o sin él, es cierto que la civilización occidental ha acabado por concebir el progreso, la vida misma, como una continua carrera, un continuo esfuerzo por mejorar nuestras sociedades y a nosotros mismos. Sería posible concebir otra realidad alternativa, por supuesto, pero las cosas son como son, y quién sabe dónde estaríamos a estas alturas si nuestros antepasados hubieran optado por otras salidas. Puede que todos viviéramos en una realidad cuasi utópica, como parecen pensar ecologistas y postmodernos varios (incluyendo aquí a muchos integristas), pero también es perfectamente posible que, en lugar de una Humanidad integrada en su medio ambiente y entregada a cultivar el espíritu, hubiéramos acabado en su lugar con un infierno inquisitorial de intolerancia religiosa o una pobreza material extrema, a fuerza de tanto prestar atención a nuestro propio interior. A lo mejor Spinoza tenía razón después de todo, y vivimos en el mejor de los mundos posibles. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 2 10:01:11 CET 2006]

¡Qué cosas tiene la vida! Me levanté esta mañana con las noticias de Radio Nacional de España, donde estaban hablando de la sesión del pleno del Congreso en la que previsiblemente se aprobará por unanimidad la reforma del Estatuto andaluz, lo que les sirvió de excusa para sacar los micrófonos a la calle y sondear a los ciudadanos sobre el asunto. Pues bien, he aquí la perspicacia con que un buen paisano discutía el tema:

Si es para bien, pues bien; y si es para mal, pues mal. Por una razón muy simple: porque como hay tantos artículos y tantas cosas ahí, pues digo yo que habrá de todo. Así que, si es para bien, pues bien, y si es para mal, pues mal.

¡Ahí es ! Por si fuera poco, otro conciudadano se despachaba con la ya archiconocida queja de que "los políticos nos lo tendrán que explicar antes de poder decidir", añadiendo por su cuenta que él todavía no se había enterado de qué iba la reforma del Estatuto, a pesar de que, según nos cuenta, él lee y se informa. Pues, la verdad, no estoy seguro de qué prensa lee el buen señor, pero yo llegué al país en julio pasado, y los medios de comunicación no sólo han publicado bastante información sobre el tema, sino que a menudo ha ido acompañada hasta de la transcripción del borrador original y las diferentes propuestas que se estaban negociando, o al menos eso es lo que me he encontrado yo en los periódicos que he ido leyendo durante estos meses (El País, El Mundo y ABC, principalmente). A lo mejor es que mi paisano esperaba encontrarse con la información sobre el debate de la reforma del Estatuto en el Marca o, quizás, en uno de esos diarios dedicados exclusivamente al Betis o al Sevilla, que tanto se venden en los quioscos sevillanos estos días. ¡Y todavía hay quien se opone a la asignatura de educación cívica en las escuelas! Ya me hastía la actitud ésta tan nuestra de culpar a "los políticos" (así, al montón) de todos nuestros problemas, incluyendo la falta de interés ciudadano por seguir el día a día de nuestras instituciones y nuestros debates políticos. Claro que tampoco sé que pueda ser peor, si este ignorar qué se mueve en el ámbito político o la banalización de la política que se ha dado en los EEUU con unos comentaristas radiofónicos y televisivos empeñados en "dar color" al debate y vender entretenimiento a costa de temas tan serios. Por estos lares Federico Jiménez Losantos ya está intentando aplicar el modelo americano. Veremos a ver cómo termina todo. {enlace a esta historia}