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[Sat Dec 23 19:20:53 CET 2006]El País publica hoy una entrevista con Gilles Lipovetsky en la que éste reflexiona sobre la llamada feminización del lujo: En fin, todos sabemos a qué condujo en su momento el ascetismo rousseauniano frente al sofisticado escepticismo de Voltaire. A estas alturas de la Historia son pocos ya quienes se extrañan de la conexión clara, directa y evidente entre el idalismo de Rousseau y los dogmatismo totalitarios que nos asolaron apenas unos siglos más tarde (por no hablar de su influencia en la Dictadura del Terror francesa, por supuesto). A lo mejor nos convendría a todos un poco más de hedonismo, al menos hasta cierto punto. Jamás he conocido a un fundamentalista religioso entregado al hedonismo, la verdad sea dicha. De hecho, sólo un descerebrado se atrevería a negar que, al menos en este aspecto puramente material, buena parte de la Humanidad sí que ha experimentado un avance indudable. {enlace a esta historia} [Thu Dec 21 13:26:51 CET 2006]No sé si se puede achacar a los años de gobierno de la derecha, pero lo cierto es que me marché en 1995 de un país mal que bien (pese a todos los escándalos de corrupción de la época) europeizado, y regreso ahora a una España casticista y taurina. Ayer, mientras asistía a una ceremonia en la escuela de mis niños con motivo de las fiestas navideñas que se nos vienen encima, tuve ocasión de ver una obrita montada por los alumnos de tercer curso en el que los pastorcillos supuestamente venidos de distinas partes del mundo entregaban sus regalos al niño Jesús en el pesebre. ¿Y qué se les ocurrió entregar a las dos niñitas andaluzas? Pues un baile por sevillanas con una letra que de hecho no venía ni a cuento, pues narraba la intención del individuo que las cantaba de volverse a enamorar en cuanto se "desennamorara". Aquello no pegaba de ninguna de las maneras, pero la audiencia se arrancó a palmadas, por supuesto. ¡Faltaría más! Es que se trata de nuestra identidad, ¿sabe usted? Solamente un "mal andaluz" o un "esaborío" no lo entendería. Pero ahí no queda la cosa. Hoy, siguiendo mi tradición de comprar un día un periódico y otro distinto al siguiente para conocer qué se cuece tanto en la derecha como en la izquierda, cojo El Mundo de los estantes del quiosco y le echo un somero vistazo a la portada para ser bienvenido por la siguiente cita de José Ortega y Gasset en primera página: Le tengo un enorme respeto al bueno de don José (y, de hecho, leo a menudo sus ensayos), pero hacía tiempo que no leía tamaña estupidez. La historia del toreo está ciertamente ligada a España, como está también ligada a Portugal o Colombia. De eso no cabe duda alguna. Pero de ahí a afirmar que sin conocer la historia del toreo uno no puede comprender la historia de nuestro país media un abismo. Es algo así como afirmar que sin conocer la historia del béisbol nadie puede hablar de los EEUU. ¡Ahí queda eso! Y es que, como advertí:a al principio, al regresar de los EEUU me he encontrado, para mi sorpresa, con la misma España castiza que tanto empeño pusimos en combatir en los ochenta, la de charanga y pandereta, la de los toros, el flamenco, las sevillanas, el ozú, mi niño, la grasia y el mal gusto, la España donde cada padre sueña con que su hijo se convierta en el dueño de los escenarios o amo del estadio de fútbol, pero ni siquiera se le pasa por la cabeza soñar con un niño empresario o científico. Por supuesto, estoy simplificando. Tampoco es que todo el mundo se comporte así, pero sí que me temo estar describiendo a una buena parte de la población. Se trata, qué duda cabe, de una España moderna y donde la gente puede viajar al extranjero sin pensárselo dos voces, pero ello no quita para que el casticismo aún esté ahí, al menos en la Andalucía donde vivo. Y, lo que es peor, los medios de comunicación públicos controlados por la Junta de Andalucía no hacen sino propagar esta penosa imagen de la España con grasia y salero que tanto he odiado siempre. No se trata de abandonar nuestra historia, no, sobre todo en aquellos aspectos que pueden ser más valiosos, como el del cante jondo, pero sí que me repatea este empeño en vender identidad, y más aún cuando se quiere limitar ésta a los lugares comunes de siempre, al dogma castizo con olor a alcanfor. {enlace a esta historia} [Thu Dec 21 09:59:57 CET 2006]El País publica hoy un artículo de Ulrich Beck donde éste explica por qué le parece equivocado el concepto el choque de civilizaciones de Samuel Huntington. Tras describir a grandes trazos el mundo de hoy, en el que hemos llegado a tan altos niveles de interrelación entre las distintas culturas que, como afirma Beck, se hace ya difícil distinguir con claridad a los nacionales de uno y otro país, el autor continúa: La derecha española no pierde comba a la hora de criticar la propuesta de alianza de civilizaciones de Zapatero, pero tiene bien poco que ofrecernos a cambio, a no ser la hecatombe apocalíptica de Huntington. El diálogo intercultural es, qué duda cabe, bien difícil, pero no por ello menos necesario, y no conduce a nada el dejarnos llevar por un fundamentalismo cultural empeñado en imponer estándares de pureza. Hay, como Beck indica, unos baremos mínimos como los derechos inalienables de los individuos, por debajo de los cuales no puede haber negociación alguna posible, pero ello no quita para que manifestemos sin cortapisas nuestra firme intención a dialogar y, sobre todo, escuchar a otras culturas. El mundo del siglo XXI exige un nuevo tipo de liderazgo que no esté basado en la imposición y el iluminismo. {enlace a esta historia} [Wed Dec 20 12:28:27 CET 2006]Mientras leía el interesantísimo artículo sobre el liberalismo social publicado en Wikipedia me encuentro con este estupendo esquema ilustrativo de las principales ideologías políticas en Europa: {enlace a esta historia} [Tue Dec 19 12:10:09 CET 2006]Tras tanta promesa electoral incumplida, tanto por parte del PSOE como del PP, ya era hora de que el Presidente de RTVE fuera elegido por el Parlamento, y no nombrado a dedo por el Gobierno. La grosera manipulación de los medios de comunicación de titularidad pública ha sido casi una constante de nuestra joven democracia, y sobre ello hay un consenso casi unánime entre los analistas. Dudo mucho que el hecho de permitir que sea el Parlamento quien nombre al Presidente de RTVE vaya a cambiarlo todo de la noche a la mañana, aunque me parece un evidente ejemplo de paso en la buena dirección, especialmente si tenemos en cuenta que Luis Fernández ha sido elegido con el apoyo de ambos partidos mayoritarios. No obstante, todo esto me lleva a una reflexión más a fondo sobre el papel que debería ejercer la televisión pública en la España de hoy. A mi regreso de los EEUU, me he encontrado con una televisión, si cabe, aún más degradante que cuando dejé el país hace ya más de once años: concursos a troche y moche, sensacionalismo, periodismo del corazón, entrevistas facilonas y superficiales, ausencia completa de debate sobre los grandes temas políticos y sociales, programación cultural relegada a las altas horas de la madrugada, documentales que casi brillan por su ausencia, largometrajes del tres al cuarto repetidos hasta la saciedad, programación infantil ramplona y fuera de las horas establecidas por la regulación, canales regionales entregados al folklorismo de lo autóctono, omnipresencia del fútbol... En fin, un auténtico desastre. Quien haya gozado de la programación de canales como la BBC británica o la estadounidense PBS no tiene más remedio que tirarse de los pelos si decide sentarse frente a la dichosa pantalla. No soy un fanático de la televisión, desde luego. Incluso antes de regresar a mi país no la veía más de un par de horas a la semana, si es que llegaba a eso. Sin embargo, hace ya muchos años que me convencí de que la mejor política televisiva que podía llevarse a cabo consistiría en privatizar uno de los dos canales públicos para después volcarse apoyando un único canal con un fuerte contenido educativo y cultural, centrado en los documentales, la programación educativa para niños, la divulgación de las artes y las ciencias, y la promoción del debate y el diálogo entre los ciudadanos, aunque fuera a costa de un déficit continuo en sus cuentas. La televisión pública, siempre y cuando sirva un propósito auténticamente público, no tiene por qué ganar dinero ni mucho menos competir con las cadenas privadas en las encuestas de audiencia. Noticieros como The Newshour with Jim Lehrer en la estadounidense PBS, donde el afamado periodista se concentra solamente en cuatro o cinco historias a diario pero lo hace en profundidad e invitando a especialistas con conocimiento de causa (y no simplemente voceros capaces de llamar la atención con coloridos improperios) siempre me han parecido de lo más decente. El problema, por supuesto, es que ello requeriría una transformación radical de RTVE a la que parece nadie está dispuesto a arriesgarse. {enlace a esta historia} [Tue Dec 19 11:15:36 CET 2006]Hace también algo más de una semana que Carlos García de Andoin publicó un artículo en El País sobre la cuestión religiosa en la Segunda República que, una vez más, desborda sentido común. La verdad es que provoca algo de desazón el observar la estrategia de la crispación permanente y la retórica cargada de que hacen gala muchos de nuestros políticos (a ambos lados de la divisoria, me temo) sobre un asunto tan serio. Al contrario que tantos y tantos admiradores de nuestro pasado republicano que, obnubilados por el anticlericalismo ramplón y la quema de conventos, pretenden implantar un laicismo igualmente excluyente a principios del siglo XXI, Garcí,a de Andoin se muestra capaz de extraer la moraleja de aquella experiencia: {enlace a esta historia} [Tue Dec 19 10:29:38 CET 2006]Hace ya poco más de una semana que leí una entrevista con el joven diputado socialista Eduardo Madina, víctima de un atentado de ETA en febrero del 2002, en la que el antiguo dirigente de las Juventudes Socialistas de Euskadi hace unas declaraciones llenas de sentido común: También son dignas de reflexión éstas otras palabras suyas sobre las asociaciones de víctimas del terrorismo y la política puesta en práctica por el PP últimamente: {enlace a esta historia} [Tue Dec 19 09:54:11 CET 2006]Leo en la bitácora de Jean-François Fogel que Gore Vidal está en estos momentos en La Habana lanzando improperios y acusaciones sin ton ni son contra la Casa Blanca, como suele hacer. Y es que la inquina de Vidal hacia el Presidente Bush y sus correligionarios no tiene fondo. En todo caso, lo que me llamó la atención fue el siguiente párrafo: {enlace a esta historia} [Wed Dec 13 17:27:34 CET 2006]Y, hablando de El Hombre Que Comía Diccionarios, también me encuentro en él una peculiarísima lista escrita por Daniel Eatock, de la cual entresaco aquí algunos renglones: En fin, y así continúa línea tras línea. Me parece de lo más surrealista y, al mismo tiempo, sugerente. {enlace a esta historia} [Wed Dec 13 17:18:38 CET 2006]Leo en El Hombre Que Comía Diccionarios (interesante sitio web éste, por cierto) unas cuantas frases de Jorge Wagensberg sobre Dios que merece la pena reproducir aquí: {enlace a esta historia} [Sun Dec 10 09:51:48 CET 2006]El País publica hoy un editorial sobre la pastoral titulada Observaciones morales ante la situación actual de España, recientemente difundida por la Conferencia Episcopal. El editorial, me parece, viene a ilustrar bastante bien el estado de las relaciones entre el Estado y la Iglesia, así como los límites que debiera tener el discurso de ésta última: Cabe subrayar, en primer lugar, el manifiesto posicionamiento ideológico de Iglesia católica con los sectores más conservadores de la sociedad española. Se trata, sin lugar a dudas, de algo archisabido, pero que no por ello debemos dejar de señalar, pues una institución claramente partidista (esto es, que toma partido continuamente, y de una forma incluso predecible en la mayoría de las ocasiones) no puede aspirar a elevarse sobre la refriega en que se ha convertido en estos días el debate político en nuestro país, pretendiendo convertirse en la sensata voz de la razón, como parece ser la intención de los obispos españoles. Pero es que, en segundo lugar, y como indica el editorialista de El País, la Iglesia suele presentarse como referente moral universal, absoluto e inapelable, aplicable tanto a asuntos religiosos como temporales, y de obediencia exigible tanto a creyentes como a no creyentes. Es decir, la Iglesia española adolece aún de ciertos tics heredados no ya del franquismo sino de su propia tradición histórica secular por la que se muestra incapaz de concebir su papel como agente social sin impartir lecciones de moral a propios y extraños, arrogándose poderes que rayan en una cierta función de supervisión del Estado similar a la que se impusiera durante los negros años del nacionalcatolicismo. Después de más de treinta años de democracia, la Iglesia española aún no ha sabido redefinir su papel en una sociedad secularizada, moderna y democrática como la nuestra. Lo que es peor, ni siquiera parece que se lo estén planteando. Finalmente, los llamamientos a la unidad de España, respetables, lógicos y razonables como son, adolecen de un tufillo ultramontano absolutamente inaceptable a estas alturas, sobre todo cuando se usa como principal argumento la opinión de que se corra el riesgo de disgregar una entidad cristiana. La concepción de España como "unidad de destino en lo universal" nos retrotrae a otros tiempos. {enlace a esta historia} [Thu Dec 7 12:25:29 CET 2006]Leyendo acerca de la conversación mantenida entre Alejandro Gándara y el director de cine Alejandro González Iñárritu me encuentro con la siguiente afirmación del segundo: En fin, lo de siempre: el nacionalismo de pocas luces, empeñado como siempre en apropiarse del artista (o el deportista, o el científico...) para servir sus propios fines propagandísticos. Tampoco hay que irse tan lejos, y echar mano del nazismo o el estalinismo, para observar un ejemplo de opresión del individuo a manos de una ideología que no cree en límites. Lo preocupante es que este nacionalismo al que nos referimos aquí es más frecuente de lo que parece, y no se encuentra limitado tan sólo a grupos extremistas, ni mucho menos. {enlace a esta historia} [Thu Dec 7 10:57:11 CET 2006]Hace ya un par de días, mientras leía un extracto de Comer y beber a mi manera, de Manuel Vicent, me encontré con una divertida anécdota: {enlace a esta historia} [Tue Dec 5 17:28:47 CET 2006]Ya que me ha atrevido a publicar mi primer enlace a un video de YouTube, ahí va otro que me encontré hace unos minutos. En este caso, se trata de una corta entrevista a Jack Kerouac, el escritor de On the Road y uno de los máximo representantes de la Beat Generation americana, que salió al aire en su momento en el programa de Steve Allen. La verdad es que el presentador tiene, me parece a mí, un cierto aire de arrogancia y suficiencia mientras pregunta a Kerouac. En cualquier caso, el poema que recita el escritor mientras Allen toca el piano parece estar sacado de Visions of Cody. {enlace a esta historia} [Tue Dec 5 17:03:17 CET 2006]Navegando por la red me he topado con un maravilloso sketch de los inefables Monty Python que me ha hecho bastante gracia: {enlace a esta historia} [Mon Dec 4 17:08:20 CET 2006]Cuesta trabajo entender que, con la que está cayendo ahí fuera, la tradición laica ilustrada no esté teniendo más aceptación siquiera en nuestras democracias avanzadas. Me explico. Hace apenas un par de horas leí un artículo de Jean Daniel, titulado Los absolutos asesinan, publicado en la edición de hoy de El País, y en la que el autor reflexiona sobre el enfrentamiento entre Jesús y Mahoma: Poniendo como ejemplo El libro del gentil y de los tres sabios, de Raimundo Lulio (donde tres representantes del cristianismo, el judaísmo y el Islam intentan convencer al autor de que su religión es la verdadera y, finalizadas las sesiones, le preguntan cuál de ellos se lleva el gato al agua sólo para ser sorprendidos por la sugerencia del sabio cristiano, quien les explica cómo es mejor no saberlo, pues a partir del momento en que el gentil dejara entrever un ganador los otros dos se convertirían automáticamente en enemigos), Daniel concluye: En otras palabras, lo que aquí propone Jean Daniel tiene un nombre bien claro: laicismo. Que quede bien claro, no me estoy refiriendo a la tradición anticlerical, tan cara a los republicanos franceses, sino al laicismo de raigambre ilustrada. Aún más, me estoy refiriendo a un laicismo plenamente tolerante hacia la fe de los demás, algo que desgraciadamente no predomina mucho. Pero que quede claro: ese "criterio por encima de los textos religiosos y con arreglo al cual sea posible juzgarlos" sólo puede ser, a lo que yo alcanzo a ver, la razón. ¡Oh, sorpresa! {enlace a esta historia} [Mon Dec 4 15:21:37 CET 2006]Pues bien, precisamente ahí es donde me sitúo yo, en la tradición política de un liberalismo progresista que, al menos desde los años ochenta, ha venido funcionando desde dentro del PSOE. Como señala Innerarity, la versión tradicional del socialismo, que podemos identificar más o menos con Izquierda Unida en nuestro país, prefiere tomar partido por un moralismo inofensivo e inoperante, una actitud a fin de cuentas conservadora que no hace sino condenarnos a la resignación (eso sí, quedando siempre como perfectos defensores de la utopía, evitando la inconsistencia a fuer de no tener que llevar sus ideas a la práctica jamás). Frente a esto, prefiero defender el derecho a equivocarse en un intento de promover valores tan importantes como los de la libertad, la tolerancia y la justicia social. Tiene razón, no obstante, Innerarity al señalar que la socialdemocracia también tiene que renovarse y reencontar su razón de ser en un mundo donde el concepto mismo de lo político está cambiando. Precisamente son fenómenos como el resurgir de lo religioso o la inmigración los que nos obligan a repensar conceptos como bien e interés público, libertad, tolerancia, respeto, responsabilidad, civismo y res publica que muchos creían periclitados. La tradición liberal progresista, la que entronca directamente con el espíritu ilustrado, tiene mucho que decir en este aspecto. {enlace a esta historia} [Sun Dec 3 20:11:20 CET 2006La Conferencia Episcopal publicó un documento hace tan sólo unos días en el que se quejaba de "una utilización de la memoria histórica guiada por una mentalidad selectiva [que] abre de nuevo viejas heridas de la Guerra Civil y aviva sentimientos encontrados que parecían estar superados". Pues bien, hoy mismo responde Santos Juliá desde las páginas de El País con una lógica implacable: La Iglesia católica, está claro, se quiere erigir en juez y parte en este debate sobre la memoria histórica lo que, inevitablemente, le hace perder cualquier credibilidad entre quienes se identifican con el bando opuesto. Y, sin embargo, la sociedad entera necesita que nuestra jerarquía eclesiástica tenga la entereza de pedir perdón por sus errores y hacer un llamamiento a todos los españoles para que, recordando, seamos capaces de cicatrizar viejas heridas. La izquierda cometió errores graves durante la Segunda República, ciertamente. Los he mencionado en estas mismas páginas en otras ocasiones. No me duelen prendas en reconocerlo. Ahora bien, la derecha política y social (lo cual, evidentemente, incluye a la propia Iglesia) es tan responsable como el que más por haber destapado la caja de los truenos y haber permitido campar a las fuerzas del odio y la represión por nuestra tierra. Es verdaderamente inadmisible que los mismos prelados que lanzan proclamas contra la memoria selectiva miren para otro lado cuando alguien saca a colación la multitud de ejemplos en los que representantes de la Iglesia señaron con dedo acusador a las víctimas de la represión franquista o justificaron sus crímenes bajo el manto protector de la ideología de la cruzada contra el infiel. La Iglesia aún tiene que desempeñar un papel importantísimo en la vida cotidiana española, como lo ha hecho en el pasado y solamente los anticlericales más acérrimos dejarán de reconocer que también también han aportado muchísimo a nuestra sociedad. Precisamente por ello, lo que necesitamos ahora es una Iglesia compasiva y tolerante, generosa, capaz de reconocer sus errores y hacer un llamamiento en favor de la unidad y el diálogo. Habrá muchos dentro de la izquierda que no aciertan a ver esto que propongo siquiera como una posibilidad. Yo, por mi parte, prefiero confiar en el buen sentido de tantos y tantos cristianos como hay en nuestro país que simplemente quieren vivir su fe de manera íntegra y consistente. {enlace a esta historia} [Sun Dec 3 19:44:59 CET 2006]El País publica hoy una interesante entrevista con Jürgen Habermas en la que éste reflexiona sobre la relación entre lo religioso y lo laico, entre otras cosas: Pues eso es precisamente lo que parecen estar haciendo George W. Bush, Aznar y otros líderes de la cruzada anti-islámica, tocar a rebato y extender el temor a la amenaza de un enemigo interior en buena parte imaginario. Tenemos que afrontar, cierto, el tema de la inmigración, encontrando la forma de sentar unas bases mínimas para la convivencia que no pongan en peligro las libertades conquistadas durante los últimos doscientos años. Sin embargo, flaco favor les hacemos a futuras generaciones si pretendemos construir esa sociedad plural sobre las bases del miedo al otro. Como bien dice Habermas, la situación exige responsabilidad y generosidad, ampliación de nuestros propios horizontes para concebir unas normas sociales que faciliten la integración de quienes arriban a nuestras costas. En definitiva, en sus inmejorables palabras, habremos de reconocer antes que nada que la integración no es una vía de sentido único. A partir de ahí, a lo mejor seremos capaces de construir algo verdaderamente valioso. {enlace a esta historia} [Sun Dec 3 19:10:29 CET 2006]En un artículo titulado Los libros y escrito por Luis García Montero leí ayer la siguiente reflexión que, hasta cierto punto, debería sorprendernos bien poco: A partir de ahí, García Montero entra en disquisiciones sobre las críticas lanzadas contra la Junta de Andalucía por el alto número de invitados que se llevó a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con motivo de que la edición de este año estuviera dedicada a nuestra región. Yo, por mi parte, no voy a entrar en ese tema, y me voy a limitar a comentar las palabras que he dejado transcritas arriba. Encuentro la última frase bastante discutible, pues no me queda nada claro que el poeta haya de ser más honrado que el novelista o el ensayista, por poner tan sólo un par de ejemplos. Como suele ser el caso, de todo hay en la viña del Señor, y de la misma manera que hay poetas honrados, también los hay que pusieron su pluma al servicio de las causas más atroces. Las intenciones quizás fueran de lo más loables pero, como suele decirse, el camino hacia el infierno está pavimentado con buenas intenciones (o, al menos, así es como se dice en inglés, literalmente: the path to heaven is paved with good intentions). Ahora bien, le doy toda la razón a García Montero en el resto de sus afirmaciones. Conforme nuestras sociedades se han desarrollado económicamente dando lugar a la modernización política y social, hemos asistido al mismo tiempo a una grave crisis de la poesía, al menos de la poesía pura, que no tal vez de la asociada a la música popular. En este sentido, cuestra trabajo pensar que cualquier poeta contemporáneo alcance la relevancia social que tuvieran en su momento literatos de la talla de Lorca, Alberti o Cernuda, aunque siempre cabe preguntarse si incluso éstos contaron alguna vez con el reconocimiento de sus coetáneos. Sucede a menudo que nos hacemos una idea demasiado idealizada de cómo fueron las cosas en el pasado. ¿Podrá esta tendencia deberse quizás al hecho de que la modernización suele traer consigo la alfabetización y, con ella, la preeminencia de la palabra escrita sobre la tradición oral? {enlace a esta historia} [Fri Dec 1 15:22:55 CET 2006]Parece bien evidente que las cosas ya se están saliendo de madre con esto del proceso de paz y la negociación con ETA y Batasuna. Desde luego, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que los populares vienen usando el tema como espolón para atacar al Gobierno casi desde el primer momento. Pero ahora, por si fuera poco, ya estamos pasando de la mera politización con usos partidarios a ciertas posiciones de intolerancia manifiesta que tienen un tufillo fascistoide que apesta. Véanse, si no, las palabras escritas por Arcadi Espada en su bitácora a cuenta del incidente acaecido en la Audiencia Nacional hace un par de días cuando María San Gil cruzó su mirada con la del etarra Txapote: Es decir, que hemos llegado a lo que más me temía: el momento en que un respetado comentarista político se niega a reconocer al terrorista como lo que es, un terrorista, un individuo, una persona, un semejaten al fin y al cabo. Espada prefiere la comodidad de ver al etarra Txapote (el criminal Txapote, para que queden las cosas bien claras) como un concepto abstracto, como terrorismo en lugar de terrorista. ¿Se atreverá también a dar el siguiente paso, el único paso que puede ser consecuente con sus posiciones, y negar cualquier tipo de derecho al Txapote ciudadano, al Txapote ser humano?. Mal andan las cosas cuando quienes se sitúan del lado de la democracia y los derechos humanos escriben estas cosas que escribe Arcadi Espada. {enlace a esta historia} [Fri Dec 1 15:06:55 CET 2006]Navegando por ahí me encuentro con una entrada en la bitácora titulada La viga en mi ojo (estupendo nombre para un blog, por cierto) sobre el Proyecto Farenheit 451. Inspirándose en la famosa novela de Ray Bradbury, estos individuos se han propuesto poner en práctica la idea de las personas-libro: cada voluntario se aprende de memoria un libro que puede recitar a otros individuos. Estoy de acuerdo con el autor de la bitácora cuando afirma que el proyecto queda un poco forzado, pues son muchas las obras que seguramente quedarán adaptadas bastante mal a la narración oral. Eso sí, como él mismo reconoce, el guiño a Bradbury y la bibliofilia es enternecedor. Entre las respuestas a la entrada en la bitácora nos encontramos con una escrita precisamente por uno de los participantes en el proyecto: Al parecer, aprenderse textos de memoria no enseña a escribir con corrección ortográfica, sobre todo en lo que se refiere a las tildes. En fin... {enlace a esta historia} |