[Wed Sep 25 18:22:10 CDT 2012]

Se veía venir, pero ya es oficial que Artur Mas ha convocado elecciones anticipadas para el 25-N, convirtiendo la consulta al mismo tiempo en un semi-referéndum informal sobre la independencia de Cataluña. Según lo describe la noticia publicada en El País:

Artur Mas está convencido de que no será el próximo en la abultada lista de gobernantes barridos por la crisis económica. El presidente de la Generalitat confirmó ayer que Cataluña celebrará elecciones anticipadas el 25 de noviembre, con solo media legislatura consumida, y adelantó que él y su partido, Convergència i Unió, pondrán toda la carne en el asador para que la campaña bascule en torno al derecho de autodeterminación: es decir, que los catalanes puedan "escoger su futuro colectivo". Con el incómodo debate de la crisis y de los recortes relegado a un segundo plano, Mas está convencido de poder centrar la campaña en el discurso nacional y, mediante su defensa del "derecho a decidir", al que ayer apeló con tono épico para ganar apoyos más allá de Convergència i Unió. El objetivo, dijo, es que Cataluña decida su futuro en una legislatura, o dos a más tardar. En ese contexto demandó de las urnas un "esfuerzo" para lograr ahora una mayoría absoluta, que actualmente no tiene, con la que encarar "el proceso de autodeterminación con un presidente que tenga un liderazgo especial".

Vaya por delante que reconozco el derecho de los catalanes (y de los vascos) a decidir, aunque eso no quiere decir que esté de acuerdo con la independencia de dichas nacionalidades. Preferiría ver en España un Estado federal asimétrico donde las nacionalidades históricas tuvieran cabida junto a unas comunidades autónomas con menor nivel de competencias. En todo caso, esto tiene bien poco que ver con el espectáculo que está montando el señor Mas. Seamos honestos. Para Mas, el problema no es si Cataluña se independiza o no, sino si él continúa en el poder o se ve arrollado por la marea anti-austeridad. En otras palabras, no nos engañemos: los responsables de la penosa situación presupuestaria de Cataluña son los distintos gobiernos autonómicos que se han ido sucediendo durante las últimas dos décadas. Por si esto fuera poco, CiU dio su claro apoyo a las primeras medidas de austeridad del Gobierno de Mariano Rajoy en Madrid y todo parece indicar que ahora, para evitar la ira ciudadana, echa mano de la senyera con descarada desvergüenza en un patético intento de salvar el pellejo. La cosa no tiene otra lectura. Mas y sus amigos están dispuestos a ahondar aún más la crisis con tal de salvarse a sí mismos. No están haciendo sino echar balones fuera y desviar la atención. Se trata, por desgracia, de un viejo truco de las élites políticas y económicas que suele darles casi siempre buen resultado: cuando la cosa se pone fea, agita la bandera y haz un llamamiento al patriotismo. {enlace a esta entrada}

[Sun Sep 23 10:40:11 CDT 2012]

He de reconocer la ambivalencia que siento hacia el Mario Vargas Llosa ensayista. Por un lado, me parece que hay que admirar su compromiso con la realidad socia y política que le circunda. Al contrario que muchos otros novelistas, no optó por retirarse a su mundo de ficción, sino que desde hace ya muchos años cogió sus bártulos profesionales (esto es, pluma y papel) y decidió defender a capa y espada las ideas políticas que, según le parece a él, más pueden contribuir a la resolución de nuestros problemas (que en su caso, como sabe prácticamente todo el mundo, no es otro que el liberalismo político). Y cuidado, porque también aquí siento una cierta ambivalencia hacia la figura del intelectual comprometido, como he advertido en otras ocasiones. Como es obvio, el hecho de que un señor sea muy buen novelista no le concede automáticamente mayor agudeza a la hora de analizar las circunstancias políticas y sociales en que vivimos. En esto, creo, la izquierda de siempre suele dejarse llevar por una excesiva romanticización de la figura del intelectual como una especie de líder espiritual de masas de corte secular, en vez de religioso. Pero, para ser justos, no creo que Vargas Llosa interprete su papel de esa forma, ni mucho menos. Más bien estoy convencido de que se limita a usar su fama como novelista para defender una causa que le parece ética y honorable. Y no le pongo pegas por ello. Como decía, creo, al mismo tiempo, que debemos respetar la figura de un escritor que, en lugar de dedicarse únicamente a sus novelas, opta por tomar partido en el mundo y comprometerse con la sociedad en que vive como un ciudadano que participa activamente en el debate público.

Sin embargo (¡ay, sin embargo!), uno tiene la impresión de que Vargas Llosa se deja llevar demasiado a menudo por la pasión ideológica y, sobre todo, se deja querer y manipular en defensa de algunas siglas particulares. Y es ahí donde me parece que se equivoca de medio a medio. Tomemos, por ejemplo, el artículo titulado Esa Juana de Arco liberal, auténtico panegírico dedicado a Esperanza Aguirre, que publica hoy El País. En él, Vargas Llosa hace una alabanza general a la ex-Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid en la que combina elementos ciertamente razonables con otros que bordean el mero servilismo partidista. Empecemos por reconocer que, pese a que Esperanza Aguirre haya sido durante tantos años la bestia negra de la izquierda madrileña y española, algo debe haber hecho bien para que los ciudadanos de aquella comunidad autónoma le hayan entregado su confianza una y otra vez en las urnas. Puede que haya sido su gestión económica, su negación a extender la esfera de lo público, su innnegable capacidad de liderazgo, su firme oposición al independentismo catalán y vasco o, quizá, su negativa a negociar nada con ETA. No sés, como digo, algo debe haber. Las elecciones no se gana así como así, al menos cuando, como en el caso de Madrid, se trata de elecciones limpias en una democracia liberal avanzada. Digo yo que habrá que reconocer, cuando menos, esto. El problema es que Vargas Llosa va mucho más allá. Para él se trata, nada más y nada menos, que de una "Juana de Arco del liberalismo". Y algo de liberalismo, ciertamente, ha habido en los posicionamientos de Esperanza Aguirre a lo largo de los años, sobre todo en los asuntos más concernientes a lo puramente económico, pero cuesta trabajo ver cómo el uso y abuso de Telemadrid para acallar cualquier voz crítica con su gestión pueda ser considerado liberal, y lo mismo puede decirse de su actitud general de chulería ante la oposición en la propia Asamblea regional o su negativa a dialogar con los sindicatos o cualquier otra fuerza social con la que no estuviera de acuerdo, o... En fin, que uno tiene la impresión de que el liberalismo de Esperanza Aguirre era más que nada una etiqueta para vender su propia marca política dentro del PP.

Sea como fuere, no cabe duda alguna de que a Vargas Llosa se le hace la boca agua en cuanto alguien menciona la palabra "liberalismo" y se pone más contento que un niño con una piruleta sin prestar atención alguna a lo que pueda haber tras las palabras. En el momento de juzgar a un gobernante supuestamente "liberal", Vargas Llosa ni siquiera se molesta en investigar los hechos y contrastar las palabras con los hechos. La mera defensa de la etiqueta liberal parece ser más que suficiente para él. Y es así cómo uno se encuentra con afirmaciones como las siguientes:

Y, sin emabrgo, discretamente, lo que ella ha hecho para impulsar la vida cultural en su esfera de influencia ha sido enorme. A ella se debe, en buena parte, que en las últimas décadas la oferta cultural en la comunidad madrileña se haya multiplicado por diez, dejando muy rezagadas a todas las otras ciudades y regiones de España, entre ellas a Cataluña, que en los años sesenta o setenta era la capital cultural de España, y que esta vida cultural sea libre, diversa, múltiple, y, en ella, la iniciativa privada coexista con la pública.

Empecemos por subrayar la irónica contradicción de un liberal doctrinario que, al mismo tiempo, cree ver en las políticas diseñadas desde un Gobierno la razón de la vitalidad cultural de una sociedad. Parece, sin lugar a dudas, un interesante contrasentido. Pero es que, además, ¿acaso podría mencionar Vargas Llosa el caso de alguna capital europea donde la vida cultural no sea, cuando menos, tan dinámica y rica , si no más, que en el resto del territorio nacional? Seguramente no podrá, claro. El hecho es que Madrid tendría una vida cultural potente, con o sin Esperanza Aguirre, por el mero hecho de ser la primera ciudad del país y, además, su capital. Y precisamente por ello, también se explica el hecho de que en los años sesenta y setenta Barcelona tuviera más vitalidad, pues el hecho de no ser capital de un país con un sistema autocrático le proporcionaba mayores cotas de libertad en aquel entonces. Asimismo, tampoco tiene en cuenta Vargas Llosa que, gracias al retorno de nuestro país a la libertad, se vivió un cierto renacimiento de la cultura en lengua catalana. No es que Barcelona haya perdido puntos en el ámbito cultural, sino que ahora se centra mucho más en la creación en lengua catalana, lo cual es bien posible que sea precisamente el mundo donde habitualmente se mueve Vargas Llosa. Pero eso no equivale a decir que Barcelona sea más pobre culturalmente, como tampoco cabría decir lo mismo de Praga o Varsovia, por poner un par de ejemplos. Otro elemento que Vargas Llosa ni siquiera toma en consideración es que en la última década o así Madrid, como el resto de España, disfrutó de un crecimiento económico inusitado (el famoso "milagro económico español", que ya vemos en qué ha quedado), lo cual, como es lógico hubo de tener su correlato en una mayor cantidad de capital invertido en actividades culturales. Y, finalmente, Vargas Llosa no se pregunta si Madrid no era ya acaso un apreciado centro cultural antes de que Esperanza Aguirre llegar al poder. ¿Es que no oyó hablar jamás de la Movida madrileña o de Tierno Galván? En fin, como decíamos, no se puede ser más doctrinario y partidista. {enlace a esta entrada}

[Sat Sep 22 09:14:15 CDT 2012]

Leo en El País que José Bono está preparando sus memorias y, entre otras cosas, observo que finalmente estamos comenzando a reconocer ciertos turbios asuntos de nuestro pasado más reciente, especialmente en lo relacionado con la lucha contra el terrorismo:

El libro también confirma cómo quedó desbaratada la comisión parlamentaria de investigación sobre los GAL después de que el general José Antonio Sáenz de Santamaría, citado a declarar a la comisión, amenazó con contar todo lo que sabía sobre las acciones de guerra sucia ocurridas durante dos los mandatos. En el apunte de un día de enero de 1996, Bono escribe: "Llamo al general José Antonio Sáenz de Santamaría para ver si me autoriza a decir que fue él quien se entrevistó con dirigentes del PP y que éstos mandaron dar carpetazo a la comisión del GAL del Senado cuando supieron lo que podría contar el general. Me autoriza". Según Bono, el ya fallecido general le contó que Rodolfo Martín Villa habría informado al presidente del PP de su intención de desvelar a la comisión del Senado todos los casos de guerra sucia que conocía desde 1975. "Entonces, (los del PP) se acojonaron", dijo Sáenz de Santamaría.

También hay otros ejemplos claros de la colusión de intereses entre los dos grandes partidos, empeñados en numerosas ocasiones en ocultar ciertos "asuntos de Estado":

En otros pasajes del libro, Bono habla de otros escándalos de corrupción, de los fondos reservados y de la financiación del PSOE, tal como el llamado escándalo Filesa. En al apunte correspondiente al 1 de marzo de 1994 escribe en su diario: "A las once, entrevista con el fiscal general del Estado, Eligio Hernández. Me habla de las muchas dificultades con las que se encuentra por culpa de 'unos fiscales que están bastante dominados por el Opus'. En relación con Filesa me comenta una conversación con el banquero Alfonso Escámez en la que éste le dijo: 'Mire, don Eligio, como tenga que ir a declarar sobre Filesa, también pienso hablar del dinero que hemos dado al PP, que es mucho más que el entregado al PSOE'".

Cosas de la vida. De hecho, lo que prácticamente todo ciudadano de a pie ya se imaginaba hacía tiempo. Las "cañerías del Estado" están algo sucias y las habitan ratas como elefantes. En fin, para ser justos, no sólo las nuestras se encuentran en esa situación, ni mucho menos. Pero nunca está de más señalar, como decía, la clara colusión de intereses entre ambos partidos en lo que respecta a ciertos asuntos. Lo de "luz y taquígrafos", evidentemente, no pasa de ser mera retórica.

Por cierto que, con respecto al tema de los GAL, recuerdo perfectamente cuando abandoné las Juventudes Socialistas y me sumé a Los Verdes allá a mediados de la década de los ochenta. De cuando en cuando, llegaban a Los Verdes otros jóvenes desengañados de las filas del PSOE que mostraban su interés por lo que hacíamos en Los Verdes. Una de las cosas que más me llamaba la atención por aquel entonces es que si, en el transcurso de cualquier conversación o debate, salí a relucir el tema de los GAL, se cerraban en banda, negándose a reconocer responsabilidad alguna por parte de la cúpula socialista en el Gobierno. Todo parece indicar que el tiempo está acabando por dar la razón a quienes sospechaban que, de hecho, sí que había unas conexiones algo oscuras.

Por último, me llaman la atención los comentarios que Bomo hace sobre Alfonso Guerra:

Bono habla extensamente de sus malas relaciones con Alfonso Guerra, entonces número dos del PSOE y vicepresidente del Gobierno, al que describe como un hombre maquiavélico y torticero y del que dice que tiene "una idea del poder en la que sólo caben subordinados que le obedezcan o le halaguen". Bono pone en boca de Felipe González estas palabras de González sobre Guerra: "Sin ánimo de desprecio u ofensa, Guerra está mal. Nunca le he dejado que su sectarismo se traduzca o se traslade a las decisiones de Estado. A todas las personas que no gozan de su confianza las considera desleales, pero no solo para con él sino para con el partido. Intenta paralizar a todo aquel que no coincide exactamente con sus posiciones y no ha asumido que le cesara como vicepresidente".

Una vez más, tampoco eso es sorpresa alguna para quien militara en el PSOE durante aquellos años. Con el paso del tiempo, Guerra se ha ido convirtiendo un poco en el abanderado de las esencias más o menos sólidamente socialdemócratas en el PSOE pero, se mire como se mire, la verdad es que, en lo que respecta a la democracia interna dentro del Partido, hizo auténticos estragos. El comportamiento de la amplia mayoría de los Secretarios de Organización del Partido (los auténticos hacedores en la sombra, aunque mucha gente lo desconozca) a cualquiera de sus niveles sigue siendo una mala copia de lo que hiciera Guerra durante varios lustros. La lealtad se entiende siempre como disciplina férrea, la disparidad de pareceres se paga con la pérdida de cargos oficiales, el seguidismo se premia con todo lo contrario, los congresos se intentan hacer siempre "a la búlgara", los tejemanejes con repartos de prebendas se venden como "acuerdos de consenso", etc. Todo esto nos lo legó Alfonoso Guerra, por mucho que hoy no falten quienes se dejen llevar por su retórica sobre los descamisados y el retorno a las esencias del socialismo (unas esencias, por cierto, que él mismo no hizo mucho por aplicar cuando estaba en la cima, todo hay que decirlo). Que no se me malinterprete, por favor. Guerra es mucho Guerra. Es un político inteligentísimo (algo que, por desgracia, no puede decirse de muchos) y con una experiencia profunda y dilatada, alguien a quien merece la pena escuchar atentamente. No estoy descalificándole personalemente, sino limitándome a hablar de lo que, creo, fue su legado en aspectos meramente organizativos. {enlace a esta entrada}

[Sat Sep 22 09:08:07 CDT 2012]

Ayer, durante una conversación con mi hijo mayor mientras paseábamos, observé que durante el siglo XX debimos haber aprendido la lección de que tanto el capitalismo autocrático (nazismo y fascismo) como el socialismo autocrático (el modelo sovi´tico) conducen al fracaso más criminal, pero hacia el final del siglo (y, desde luego, ahora) también podemos observar las limitaciones de todo tipo (económicas, sociales, ecológicas...) del capitalismo democrático. Me da la impresión de que lo único que nos queda por probar, al menos dentro del modelo de sociedad industrial que fundamos hace unos doscientos años es el socialismo democrático. Que yo sepa, se trata de un modelo aún inédito, aunque quizá las sociedades escandinavas se han acercado más o menos a lo que vendría a ser la realización de ese proyecto y, a lo que parece, no puede hablarse precisamente de fracaso colectivo. {enlace a esta entrada}

[Fri Sep 21 16:26:13 CDT 2012]

Desde hace ya varios años, una de mis aficiones es escuchar podcasts de todo tipo cuando encuentro algún momento libre, que suele ser bien cuando me tumbo en la cama por la noche poco antes de echarme a dormir o bien cuando paseo por las calles del barrio sin rumbo alguno. Algunas veces oigo podcasts publicados por gente más o menos anónima (esto es, meros aficionados que se deciden a colgar algo en la red), mientras que en otras ocasiones se trata de programas de emisoras de radio. En cualquier caso, recientemente oí un episodio del programa de RNE Vida verde dedicado a huertos comunitarios y abejas en la ciudad que me pareció enormemente interesante. En el programa se entrevista a Pau Faus, autor del libro La ciudad jubilada, en el que habla sobre los huertos comunitarios con que se topó en la periferia de Barcelona. Se trata de huertos ilegales o, cuando menos, alegales, auténticos huertos ocupados mantenidos casi siempre por antiguos inmigrantes que llegaron a la metrópolis allá por los años sesenta procedentes del campo y que ahora, ya jubilados, cuentan con suficiente tiempo en sus manos para volver a trabajar la tierra y, de paso, recuperar terrenos abandonados a la inmundicie y los escombros, solares que se sitúan en tierra de nadie, casi siempre entre carreteras. Se trata, como explica el autor del libro durante la entrevista, de resquicios por los que se cuela un poco de aire fresco, parcelas de autonomía en una ciudad altamente codificada que cada vez permite menos espontaneidad.

Pero lo que más me llamó la atención de las palabras de Faus fue su descripción de la práctica en cuestión como la confluencia de tres "dinámicas residuales": un espacio que es en sí el residuo de la planificación urbana y la construcción de carreteras; los reiduos materiales de una civilización urbana que se convierten en escombros descontrolados y que se usan como material para una "arquitectura espontánea" o improvisada; y, finalmente, los jubilados, que pueden entenderse como residuos del mercado laboral. Esto último me pareció un triste indicador de los niveles de crueldad que está alcanzando esta nuestra civilización hiperconsumista, productora y capitalista, donde sólo cuentan quienes alimentan (ya sea mediante la producción o el consumo) la voraz maquinaria de un sistema económico centrado solamente en el beneficio pecuniario. {enlace a esta entrada}

[Wed Sep 19 12:58:14 CDT 2012]

Hoy la noticia del día es, sin duda, el fallecimiento de Santiago Carrillo. No pertenecía, desde luego, a mi familia o tradición política, lo cual no debe ser óbice para reconocerle algunos méritos (como, por otro lado, también correspondía a Manuel Fraga, todo hay que decirlo, sin que ello tenga que significar dar de lado al pasado más bien dudoso de cualquiera de los dos). En todo caso, me parece que el último párrafo del artículo que el historiador Santos Juliá ha dedicado a repasar su figura, publicado hoy en El País, viene a resumirlo todo muy bien:

Pero una cosa es clara: la transición no habría sido lo que fue sin aquellas invenciones de Carrillo que se llamaron reconciliación nacional y ruptura pactada. Los tortuosos y laberínticos caminos por los que tantos españoles acabamos incorporando valores democráticos a una cultura política macerada en décadas de dictadura deben no se sabe cuánto a este político profesional que fue revolucionario desde su infancia, bolchevique en su juventud, esstalinista en su madurez y gran muñidor de pactos en el umbral de su tercera edad.

Se mire como se mire, la Transición debe muchísimo a Santiago Carrillo, para bien y para mal. Y, en este sentido, no estaría de más recordar que él mismo nunca vio la Transición como algo modélico, sino solamente como lo que podía hacerse en las circunstancias que le tocó vivir. A toro pasado, es muy fácil darse cuenta de sus limitaciones, pero en aquellos momentos había que lidiar con lo que existía, y no con lo que se prefería que existiese. No hay más que ver que, en realidad, la crítica acerada y puesta en solfa del sistema que se montó en aquellos años es algo relativamente reciente en nuestro país, con algunas excepciones. No es que la amplia mayoría de la gente dudase de sus limitaciones, sino que, mal que bien, podíamos ir tirando para adelante sin necesidad de abrir brechas entre los ciudadanos. Otra cosa bien distinta es lo que todo aquel entramaje institucional pueda parecernos desde el presente y sus problemas. Pero ése es un asunto bien distinto. {enlace a esta entrada}

[Wed Sep 19 11:55:27 CDT 2012]

Hace ya unos días que leí en El País que el Tribunal Supremo había condenado a Fererico Jiménez Losantos a pagar 100.000 euros a Zarzalejos por difamación. O, como claramente establece el tribunal, porque "el derecho constitucional a la libertad de expresión no reconoce un pretendido derecho al insulto", cosa que no estaría de más que se aplicara también aquí en los EEUU, de donde salió el tipo de "periodismo" que inspiró a Losantos. El resto de la noticia deja bien clara la catadura moral del individuo:

El compendio de insultos de Losantos versó sobre la apariencia física de Zarzalejos [a la sazón director del diario ABC] ("calvorotas"), su valía moral ("mentiroso", "traidor", "sicario", y "embustero"), su capacidad intelectual ("bobo", "analfabeto funcional", "inútil", "zoquete" o "despojo intelectual"), si capacidad como ser humano en general ("fracasado", "pobre diablo", "pobre enfermo", "nulidad", "ruindad") o su trabajo ("pésimo director", "director incompetente", "ignorante").

También le dedicó expresiones "inútilmente vejatorias" como "detritus" o "escobilla para los restos", o hizo juegos de palabras con su apellido como "Zanzalejos" y "Carcalejos". Y así durante 20 meses, de enero de 2006 a noviembre de 2007.

Toda una magnífica lista que no hace sino mostrar bien a las claras la catadura moral de Losantos, como digo. No sólo me alegro de que tenga que pagar la multa, sino que me encantaría ver desaperecer este estilo de hacer periodismos de nuestras ondas. {enlace a esta entrada}

[Mon Sep 17 15:46:46 CDT 2012]

No cabe duda de que la noticia del día hoy en España ha sido la dimisión de Esperanza Aguirre como Presidenta de la Comunidad de Madrid:

En una comparecencia convocada por sorpresa para las dos de la tarde con apenas una hora de antelación, Esperanza Aguirre ha anunciado su renuncia como presidenta de la Comunidad de Madrid y como diputada por el PP en el Parlamento autonómico en lo que definió como su retirada "de la primera línea de la política", aunque no "de la política". Aguirre, que ha avanzado que pedirá el reingreso como funcionaria —es técnica de Información y Turismo del Estado—, se lo ha comunicado a Mariano Rajoy esta misma mañana, poco antes de la rueda de prensa. En una nota, el líder de su partido le expresa su "reconocimiento" y añade que "comprende" los motivos "personales" de su dimisión. El número dos de Aguirre, Ignacio González, asumirá el cargo en funckiones hasta que se celebre un nuevo debate de investidura.

"Les he convocado para anunciarles mi decisión de dimitir de mis cargos de diputada de la Asamblea y presidenta de la Comunidad. He llegado a la conclusión de que es el momento adecuado para retirarme", ha soltado la bomba, con lágrimas en los ojos y con la voz fallándole. "Esto no tiene vuelta atrás, es cruzar el rubicón", ha dejado claro la lideresa, en una rueda de prensa en la que le ha arropado su gabinete al completo. Treinta años en política —tiene 60— y nueve al frente de la Comunidad de Madrid pasan a la historia.

Aunque no queda claro cuál pueda en verdad haber sido el motivo último de la dimisión, de momento todo parece indicar que se trata de alguna complicación del cáncer del que fuera tratada hace un tiempo. Ella misma no lo ha confirmado, pero sí que hace referencia a "razones personales" y a la enfermedad de la que está, según dice ella misma, "presuntamente curada". Quizá por esto no me queda más remedio que afirmar tajantemente que, aparte de la poca estima que me merecen su estilo de hacer política o su credo ideológico (esto es, un neoliberalismo dogmático en lo económico y un conservadurismo rancio y retrógrado en lo social), considero de muy mal gusto los comentarios que he comenzado a ver en las redes sociales celebrando su dimisión. Me horroriza ver que algunos puedan llegar a tal nivel de insensibilidad y bajeza moral.

En cualquier caso, como no se ha explicado oficialmente a qué se debe tan sorprendente noticia (salvo, como decimos las referencias más bien ambiguas y etéreas a cuestiones personales), solamente se me ocurren dos o tres causas posibles: primero, como decíamos, la enfermedad; segundo, que le hayan hecho la cama desde dentro de su propio partido; y, finalmente, que esté a punto de salir a la luz un escándalo de tomo y lomo implicándole directamente y se haya optado por cortar por lo sano. De lo contrario, se hace difícil entender una dimisión en mitad de un mandato y, además, en las circunstancias en las que nos encontramos. {enlace a esta entrada}

[Mon Sep 10 13:32:36 CDT 2012]

Aunque al parecer se publicó ayer, hasta hoy no he leído este artículo sobre la importancia de la lectura en la educación que, la verdad sea dicha, incluye unas cuantas ideas que ya debieran haberse puesto en práctica hace años en nuestro país:

El Gobierno quiere aumentar las horas de clase que reciben los alumnos de primaria y secundaria de asignaturas instrumentales: matemáticas, ciencias y, sobre todo, lengua. La mayoría de expertos están de acuerdo en la importancia capital de la lectura y la escritura, no solo en sí misma, sino como llave para acceder al resto de habilidades que trata de transmitir la escuela. Sin embargo, muchos insisten en que más importante e imperioso que el cuánto es fijarse en el qué y el cómo, es decir, revisar unos contenidos que empujan hacia enseñanzas centradas en la repetición de estructuras descontextualizadas o en la memorización de teorías gramaticales.

(...)

Si de lo que se trata de que los jóvenes comprendan y puedan utilizar con habilidad lo que leen, que sean capaces de expresarse muy bien oralmente y por escrito en contextos diversos, ¿para qué tanta gramática y tanta sintaxis?, ¿para qué tanto sintagma nominal y tanto suplemento?, se preguntan muchos especialistas desde hace años. "Estamos formando un ejército de pequeños filólogos analfabetos, que distinguen la estructura morfológica de una frase pero no comprenden su significado", decía en este periódico, tras la publicación del Informe Pisa de 2006, el escritor Luis Landero.

Sin embargo, muchos estudiosos defienden que la reflexión sobre el idioma —lo que implicaría entre otras cosas la gramática—, es fundamental para adquirir un uso muy avanzado de la lengua. Tal vez la solución pasa por "la elaboración de una gramática pedagógica", como propone Solé [Isabel Solé, profesora de la Universidad de Barcelona]. Se trataría de un texto unificado que acabara con la dispersión actual (las diferentes teorías resultan en un caos de materiales didácticos) y eligiera los puntos básicos para hacer posible esa reflexión. Pero rechazando "la enseñanza centrada en la memorización de definiciones y en ejercicios de identificación de categoría gramaticales aisladas y de análisis sintáctico", y llevando esas gramáticas escolares mucho más hacia los análisis del discurso, sus funciones, sus categorías, escribe la docente de la Universidad de Valencia Carmen Rodríguez Gonzalo.

De acuerdo, pero permítanme unas cuantas puntualizaciones. En primer lugar, uno lee todo esto con un poco de escepticismo tras ver que, en un país como los EEUU, donde se viene aplicando una metodología como la que defiende el artículo (bueno, al menos en las escuelas públicas de Minnesota, donde vivo, pues este país es demasiado vasto como para simplificar tanto), resulta que todo el mundo discute y debate precisamente el mismo problema: ¿cómo conseguir que los jóvenes no salgan de la escuela como analfabetos funcionales? Digo yo que será porque debe haber otras razones que expliquen el problema. No sé, yo no tengo ninguna bola de cristal, pero quizá debamos considerar también cuestiones como la hegemonía aplastante de lo visual, la tiranía del entretenimiento y la incapacidad de mantener la atención más allá de unos cuantos minutos. Nada de ello tiene que ver con la enseñanza de la gramática, ni tampoco con la memorización y son, por supuesto, asuntos mucho más complejos de solucionar. A ver quién es el guapo, por poner un ejemplo, que coge el toro de la televisión por los cuernos y sobrevive al intento. Por cierto, que mis hijos comentan cómo, en lugar de encarar el problema, lo que viene sucediendo es que los profesores optan por hacer sus clases más "entretenidas" con el uso de materiales audoivisuales que raramente llegan a exponer a los estudiantes a algo más que la superficie de los asuntos que estudian. Ya se sabe: si no puedes luchar contra el enemigo, súmate a él.

Pero es que, en segundo lugar, me parece auténticamente vergonzoso observar la supina ignorancia gramatical del estadounidense medio, lo cual les obliga a discutir sobre temas de ortografía (o, lo que es peor, enseñar idiomas, cuando se hace, que tampoco es que por aquí sean muy dados a eso) evitando cualquier referencia a conceptos gramaticales que la mayoría de la gente desconoce. No hay nada más ridículo que oír a un estadounidense explicándole a otro cuándo ha de escribir their en lugar de they're o your en lugar de you're, pues no cuentan con el más mínimo aparataje conceptual (en este caso, conceptos como los de sujeto, verbo o pronombre posesivo) para poder conversar sobre el tema. Y, lo que es peor, uno se ha encontrado a menudo a personas que estudiaron lenguas en la Universidad (esto es, que se especializaron en el campo de las lenguas) y que, no obstante, desconocían conceptos tan básicos como los que estoy manejando aquí. A lo mejor a alguien le parece normal, pero a mí, desde luego, no.

En definitiva, que, como suele ser el caso, prefiero apostar por un camino intermedio: reduzcamos la importancia de la enseñanza de la gramática en nuestro currículo, sí; pero no la erradiquemos. No tiremos al bebé con el agua sucia en un afán por hacer limpieza general. {enlace a esta entrada}

[Wed Sep 5 13:29:41 CDT 2012]

Un buen amigo compartió recientemente en Facebook el enlace a un artículo titulado Why did paid work become the only thing Britain values? publicado por el diario The Guardian que bien pudiera aplicarse, palabra por palabra, a los EEUU y seguramente algún que otro digno representante de aquello que Luis Racionero en su momento denominara "los bárbaros del Norte". La autora del artículo, Ellie Mae O'Hagan, afirma, entre otras cosas, lo siguiente:

A few weeks ago, some friends and I were swapping tales about the worst jobs we'd ever had. There were some howlers: from changing faeces-stained linen at a holiday camp for £2.50 an hour, to spending 12 hours a day measuring gravy cubes to ensure they were all the same size. For my part, I recounted the time I worked in a restaurant and was made to purposely burn my fingers so that they would develop the calluses needed to carry hot crockery.

The level of value we place upon paid work has often baffled me. I've never understood why it is so readily championed as the route to dignity, self-worth and financial security when for so many people, work is undignified, demoralising and underpaid. It's strange that when David Cameron boasted that his party backs the "workers" over the "shirkers", he failed to initiate a conversation about the reality of working life for most of the population.

Critics of the government talk frequently about the flaws in plans for getting people into work: from workfare being labelled contemporary slave labour, to benefit sanctions being unrealistic and inhumane. But the wider social implications of these plans are rarely discussed. We are yet to adress the fact that a cocktail of work programmes and benefit sanctions creates a culture in which the only respectable option becomes paid work —any paid work. (...)

(...)

However, the unquestioning acceptace of paid work as the only valid way of occupying one's time has some obvious problems. For one thing, society is not divided between lazy scroungers and paid workers. The lauding of paid work devalues other important forms of unwaged activity, such as childcare, community volunteering or coping with illness and disability. These activities are the sort that should be willingly funded by taxpayers as contributions towards a collective and compassionate society —not dimissed by the government as barriers to paid work.

Viewing paid work as an end in itself also prevents a discourse on what work itself is actually like. The government's back-to-work initiatives come hand in hand with the weakening of the employment regulations won after decades of struggle by trade unionists. The government tells us that weakening these regulations is a necessary measure to "incentivise" employers to take on new staff, but work cannot transform people from poverty to dignity if the labour market becomes so casualised that workers must accept inhumane conditions for lower wages. Indeed, the great scandal of benefits is that so many go to people who wages are simply too low to live on.

En fin, que resulta interesante ver cómo la llamada ética del trabajo se nos presenta cada vez más como modelo (y no digamos ahora que nos encontramos en medio de la mayor crisis económica desde la década de los treinta) mientras, al mismo tiempo, se precarizan las condiciones de trabajo, se reducen los salarios, se deslocalizan los puestos de trabajo y, hablando claro, se hace lo posible por exprimir lo más posible al trabajador. No parece que se trate de una casualidad. El trabajo no asalariado que antes hacían mujeres y mayores en el hogar, ahora se convierte en trabajo asalariado, cierto, pero de la forma más precaria posible. Trabajo sin derechos y con bajo salario. Se extiende, así, la esfera de lo que otrora se denominara la lógica del capital, esto es, actividades que antaño fueran desarrolladas al margen del mercado pasan ahora a comercializarse y, con ello, contribuyen a la genereación de beneficio. Uno no tiene más remedio que preguntarse qué diantres pasó con aquella utopía de generaciones anteriores que soñaban con un mundo autmatizado donde la jornada laboral pudiera reducirse a una mínima parte de nuestra jornada diaria. Y lo curioso del tema es que trabajamos cada vez más para no movernos del mismo lugar, para acabar casi con el mismo número de objetos materiales ("bienestar", que se llama hoy en día) pero, eso sí, lo que no paran de crecer sin parar son las deudas que nos acompañarán hasta la tumba. {enlace a esta entrada}