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[Tue Jul 31 10:43:53 CDT 2012]Hace ya unos días que me encontrén en el sitio web de El País un artículo sobre un estudio del CSIC en el que se demuestra que las canciones del último medio siglo se parecen cada vez más: Si a alguien le cabe duda, no tiene más que escuchar algún album de Pink Floyd publicado en los sesenta o principios de los setenta, como A Saucerful of Secrets, Ummagumma o Meddle, y compararlos con los publicados en los ochenta o noventa, como A Momentary Lapse of Reason o The Division Bell. No se trata solamente de que muchos de los temas incluidos en estos últimos álbumes sean en realidad refritos de temas de décadas pasadas, sino que la experimentación con el sonido ha desaparecido por completo de su trabajo. Incluso The Dark Side of the Moon, publicado en 1973, tenía mucho de experimentación. Hoy, por el contrario, parece que lo único que cuenta es la pela. Cualquier innovación o experimentación se somete a los sacrosantos criterios del mercado, lo que prácticamente equivale a acabar con el arte, concebido ahora como mera repetición de fórmulas para ganar dinero. En este sentido, sucede en el mundo de la música algo parecido a lo que vemos en el mundo del cine, donde Hollywood repite una y otra vez las mismas historias hasta la saciedad, cambiando únicamente el contexto. La mediocridad reina en el mundo del arte hoy en día. {enlace a esta entrada} [Wed Jul 25 11:11:15 PDT 2012]Escribo estas líneas desde San Diego (California), a donde me han traído para asistir a una convención de la empresa para la que trabajo. Llegué aquí el pasado domingo y, desde entonces, he estado tan ocupado que no he tenido tiempo siquiera de echarle un vistazo al correo electrónico personal, mucho menos de escribir nada aquí. Desde la terraza de mi habitación en el hotel se puede disfrutar de la maravillosa vista que rodea la península en la que me encuentro, en la zona de Coronado. Cada vez que vengo de viaje a California me emociono con la presencia del mar, el olor a agua salada y, en general, disfruto de un clima, una vegetación y una orografía que me recuerdan enormemente a mi Andalucía natal. Si a eso le añadimos la presencia de un alto número de hispanos con quienes se puede departir en español, la verdad es que se siente uno como en casa. Sin lugar a dudas, si tuviera que quedarme a vivir en los EEUU más tiempo del que tengo en mente (preferiría regresar a Europa en pocos años), habría de hacer un esfuerzo por mudarme a estos lares. {enlace a esta entrada} [Fri Jul 20 14:08:43 CDT 2012]Uno entiende el desencanto con la política profesionalizada de nuestros días, sin lugar a duda. Ahora bien, me parece absolutamente necesario recuperar un concepto más auténtico (incluso original, diría) de la política, objetivo que parece que se ha marcado el movimiento 15-M. Y digo esto porque me preocupa profundamente la equiparación que tanta gente hace entre política y partidismo, o entre política y política profesional. Casi pareciera como si, en un primer momento, los ciudadanos abandonamos el foro y lo dejamos todo en manos de los "expertos" y políticos profesionales para, en una segunda fase, desentendernos de todo lo que suene a política, poniendo en peligro con ello los propios cimientos de la democracia liberal. Por ejemplo, a raíz del reciente tiroteo en un cine de Colorado (EEUU) durante el estreno de la última película de Batman algunos comentaristas ultraconservadores estadounidenses (el íclito Rush Limbaugh entre ellos) ha lanzado acusaciones de que el largometraje era en realidad propaganda subliminal contra el candidato republicano en las elecciones presidencial, Mitt Romney, cuya empresa Bain se caracterizó por comprar empresas que atravesaban problemas financieros, desguazarlas y revenderlas a un precio mayor al que fueron compradas. Al parecer, el villano de la película se llama Bane, que suena casi igual que el nombre de la empresa de Romney. El argumento es, desde luego, tan descerebrado e ignorante como tantos otros que usa el bueno de Limbaugh, pero lo que me ha llamado la atencióp;n no es eso, sino la defensa que hace Christopher Nolan, el director de la película: O sea, que la película trata de terrorismo, crimen y economía, y además se desarrolla sobre el trasfondo de un alzamiento popular cuando el Estado es incapaz de garantizar la seguridad de la gente común pero, de alguna manera, no es "política", según Nolan. La empanada mental de este señor es, obviamente, tremenda. Para mí, la clave es que confunde entre política y actividad política partidista, como decía antes. Se trata, por otro lado, de una confusión compartida por muchísima gente hoy en día, por desgracia. Ya digo que urge recuperar la política de verdad del marasmo partidista y profesionalizado en que ha caído. De lo contrario, podemos vernos en una situación bien difícil en poco tiempo. La decadencia política y social pudiera ser irreversible si pasamos un punto que solamente puede definirse, por desgracia, ex post-facto. {enlace a esta entrada} [Thu Jul 19 13:12:14 CDT 2012]Hay que ver lo que cambian las cosas en política dependiendo de que uno esté en el Gobierno o en la oposición. Al repentino viraje hacia la izquierda del PSOE, que ha redescubierto de un tiempo a esta parte una conciencia social que pareció olvidar sin mayor problema hasta hace tan sólo unos meses, hay que sumar ahora el cambio de opinión del PP sobre la inmoralidad de pagar un rescate para que los terroristas liberen a ciudadanos españoles secuestrados. Sencillamente, lo que ayer era totalmente inaceptable, además de moralmente equivocado (cuando lo hacía el Gobierno de Zapatero, por supuesto), ahora resulta que está bien. Visto lo visto, debiera ser bastante fácil comprender porqué la gente de la calle está hasta la gorra de nuestros políticos. ¿A quién piensan que engañan? Mejor aún, ¿se creen las acusaciones y críticas que se lanzan unos a otros, o es quizá todo un meor paripé, parte de una representación teatral que se hace porque ese es el papel que les ha correspondido? Desde luego, no me cabe duda alguna de que cualquier persona que entienda la actividad política con un mínimo de honradez y responsabilidad no puede compartir nada de este triste espectáculo que nos regalan nuestros políticos (y no entremos ya a hablar de los comentaristas de los medios de comunicación que les hacen el juego, actitud que me parece, si cabe, aún menos justificable, pues entrar en rifirrafes partidistas no es desde luego parte de su trabajo). {enlace a esta entrada} [Wed Jul 18 09:33:36 CDT 2012]Hace ya casi una semana que leí un artículo de opinión en El País que quería mencionar aquí. Se trata del artículo titulado Fracasos colectivos, de José Ignacio Torreblanca, que viene a sintetizar bastante bien algunas de mis propias ideas sobre el tema de la crisis y lo que significa: Lo que propone Torreblanca es, sin duda, mucho más difícil que los otros dos informes que él mismo menciona (el japonés del accidente de Fukushima y el estadounidense del 11-S). ¿Por qué? Porque el nuestro requeriría hacer uso de la autocrítica, en tanto que los otros dos en realidad se limitaron a criticar prácticas generales de otras instituciones distintas a las que redactaron los informes (la autoridad nuclear en Japón y los servicios de inteligencia en EEUU), por más que creyeran necesario reconsiderar prácticas extendidas a otros organismos. En nuestro caso, por el contrario, habría que comenzar por ejercer la autocrítica con respecto al comportamiento de los políticos, algo sin duda mucho más difícil. De todos modos, no por ello es menos necesario. Estoy de acuerdo con Torreblanca que haríamos bien en aprovechar esta oportunidad para hacer algo de autocrítica y ver qué debemos cambiar no sólo en nuestro sistema político o económico, sino también en nuestra propia vida cotidiana. En ese sentido, la idea aquella de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" no me parece para nada errónea. Cierto, algunos se han beneficiado más que otros, de la "década prodigiosa", pero eso no quita para que en verdad todos hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Y, mucho cuidado, porque otros (por ejemplo, los estadounidenses) llevan viviendo por encima de sus posibilidades mucho más tiempo que nosotros y aún no han hecho nada por enderezar el camino. No estamos solos, ni mucho menos. Lo que ahora se pone en cuestión es todo un proyecto civilizatorio que ha acabado esquilmando todo tipo de recursos como si no hubiera un mañana. Eso es lo que debemos solucionar. Y mientras antes comencemos a hacernos las preguntas pertinentes, tanto mejor. {enlace a esta entrada} [Tue Jul 17 11:44:01 CDT 2012]Menuda la que se ha liado en España a raíz del infame grito de Andrea Fabra, diputada del PP por Castellón, durante el pleno del Congreso del miércoles de la semana pasada, en el que Mariano Rajoy anunciaba los últimos recortes del plan de austeridad para ahorrar 65.000 millones de euros. Justo en el momento en que el Presidente del Gobierno anunciaba el recorte de la mitad de la prestación por desempleo a aquellos parados que llevaran más de seis meses sin trabajo y, ante el griterío de la bancada socialista, a Fabra no se le ocurrió otra cosa que gritar: "¡Que se jodan!" Desde entonces, no ha parado de crecer una marea de reprobación hacia la diputada popular, que comenzó ya aquel mismo día en las redes sociales y ha llegado incluso a la petición del Grupo Socialista y el de la Izquierda Plural de que la diputada dimita de su escaño por lo que se considera comporamiento impropio de un diputado, además de insultante hacia los parados. Pero vayamos por partes. Para empezar, Fabra afirma que su insulto no iba dirigido a los desempleados que van a dejar de cobrar la mitad de sus prestaciones, sino a los diputados socialistas que en aquel momento increpaban al Presidente. Y, la verdad sea dicha, nadie tiene pruebas de que no fuera así y parece, además, bastante probable y creíble, por más que haya gente (con obvios intereses partidistas) claramente empeñada en convencernos a todos de que el insulto iba dirigido a los parados. Conviene, pues, me parece, calmar un poco los ánimos y no lanzarse tanto. Cierto, parece evidente que a la diputada en cuestión se lo han dado todo hecho por ser la hija de quien es (su padre, Carlos Fabra, era poco menos que Presidente de la Diputación de Castellón de por vida, además de alto cargo del PP en la comunidad autónoma valenciana e imputado por diversos delitos de cohecho y malversación) y, precisamente por ello, debiera quizá andarse con más cuidado a la hora de lanzar insultos como el que lanzó en el momento en que se está hablando de recortar prestaciones a quienes más lo necesitan. Pero, de todos modos, eso no es excusa para que se exageren las cosas y se intente aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para desgastar más al PP y al Gobierno. Sencillamente, no me parece ético tampoco (tan poco ético, de hecho, como el propio insulto de la diputada). Ella ha afirmado que el insulto no iba dirigido a los desempleados, sino a los diputados socialistas, y debemos creer lo que dice. No sé si se ha disculpado por el exabrupto, pero desde luego es lo menos que debiera hacer. En todo caso, estas reflexiones que acabo de hacer no agotan el tema, ni mucho menos. Sigamos por manifestar inequívocamente que, incluso si el insulto hubiera ido dirigido a los diputados socialistas que en aquel momento protestaban contra las medidas anunciadas por el Presidente del Gobierno, se trata de algo completamente inaceptable en una representante de los ciudadanos sentada en su escaño del Congreso de los Diputados (por cierto, esto también se aplica a los socialistas si estaban lanzando improperios e insultos contra Rajoy). O, lo que es lo mismo, que el hecho de que el infame "¡que se jodan!" pudiera no ir dirigido a los desempleados no es, desde luego, excusa alguna para una diputada. No tengo nada claro, por desgracia, que ella lo vea así, a juzgar por las cosas que se han leído estos días. La credibilidad de nuestros políticos ya está por los suelos y comportamientos como éste no hacen sino destrozar su imagen aún más. Flaco favor le ha hecho Fabra a su propio partido y a la sociedad en su conjunto, la verdad. Pero es que, por último, hay otro asunto sobre el que merece la pena reflexionar acerca de todo este escándalo y que me parece mucho más serio y profundo que nada de lo que se haya mencionado hasta aquí: si la diputada Andrea Fabra creyó conveniente dirigir un insulto de esta naturaleza hacia la bancada socialista justo en el momento en que se anunciaba el recorte de la prestación del desempleo, eso indica bien a las claras que las medidas como tales le importan un bledo. Su objetivo no era debatir las medidas, sino comportarse como una auténtica hooligan que justifica el insulto al oponente como forma de apoyo moral a su propio "equipo". En otras palabras, que Fabra (y los demás diputados que se intercambiaron insultos varios) vienen a confirmar la sospecha ciudadana de que nuestros políticos están tan ensimismados en su particular juego del toma y daca que no son siquiera conscientes del papel que deben desempeñar como representantes del pueblo. Lo que deben hacer es debatir, y no lanzar insultos. Lo que deben hacer es reflexionar sobre las medidas propuestas, y no jalear a su "equipo" y abuchear al "equipo contrario" como si estuvieran asistiendo a un vulgar partido de fútbol. Pero tan bajo hemos caído que ya ni nuestros diputados aciertan a ver estas cosas. De hecho, creen que justifican su comportamiento al explicar que en realidad estaban insultando y silbando al "equipo contrario". Vergonzoso. ACTUALIZACIÓN: Si hace apenas unas horas escribía estas palabras sobre el incidente protagonizado por Andrea Fabra, ahora mismo leo en El País que Fabra se ha disculpado por escrito. Me parece muy bien. Le honra. No es fácil reconocer este tipo de errores públicamente. No obstante, nada de ello cambia las reflexiones que sobre el tema he hecho aquí. Me parece que mis palabras sobre el tema han sido respetuosas hacia la diputada como persona, aunque sean sin lugar a dudas críticas hacia su comportamiento y, sobre todo, las implicaciones de su comportamiento. En ese sentido, no veo motivo alguno para cambiar mi opinión. {enlace a esta entrada} [Sat Jul 14 10:23:42 CDT 2012]Aunque las medidas se anunciaron hace ya unos días, hasta ahora he estado demasiado ocupado para escribir sobre el tema. Me estoy refiriendo a las medidas de ajuste anunciadas por el Presidente del Gobierno el pasado miércoles, que incluyen un recorte adicional de 65.000 millones de euros materializado, entre otras cosas, en la subida del tipo general del IVA del 18% al 21%, la reducción del 30% de concejales, el recorte de 3.500 millones en las administraciones locales, 600 millones en el Gobierno central, la eliminación temporal de la paga extra de Navidad a todos los funcionarios, la reducción de las prestaciones sociales (incluida la del desempleo), etc. En fin, un hachazo más en la onda de las políticas de austeridad que está imponiendo Merkel en toda Europa. Veamos. Empecemos por reconocer que la situación del Gobierno español es bien complicada. Puede seguir la política de austeridad que le marcan desde Alemania y la UE (lo que implica seguir con todos estos recortes) o puede negarse, en cuyo caso no se reciben los 100.000 millones prometidos y se viene abajo la banca española, con lo que ello conlleva de caos financiero y económico en la que, a fin de cuentas, es una de las principales economías del mundo, a pesar de la recesión. O, lo que es lo mismo, que Rajoy está entre la espada y la pared. Otro asunto bien distinto es que Zapatero también lo estaba y Rajoy optó por hacer demagogia desde la oposición. Ya hablaremos de eso algo más abajo. El caso es que, sea como fuere, estamos en estas circunstancias ahora mismo. A mí me parece evidente que los nuevos recortes no van a hacer sino profundizar aún más la recesión (¿cómo podría ser de otra forma, si van a causar más despidos y los salarios se van a ver recortados, lo que tendrá un claro efecto negativo sobre la demanda nacional?), con lo que de aquí a tan sólo unos meses el Gobierno tendrá que volver a revisar las cosas porque sus ingresos se verán mermados una vez más como consecuencia de la reducida actividad económica. En otras palabras, que seguimos dentro del círculo vicioso en el que estamos desde el 2010 o así. Sí, entiendo perfectamente que el objetivo final es salir de la crisis gracias al tirón del sector exterior, pero es que todo hijo de vecino está siguiendo la misma política en estos momentos con la intención de que el sector exterior les saque del pozo en que se encuentran. Si todo el mundo se está apretando el cinturón, ¿quién va a tirar de la economía mundial? ¿China? No parece estar por la labor. De hecho, su economía está tan inserta en la economía capitalista global como cualquier otra y depende del sobreconsumo (esto es, del endeudameinto) de los países desarrollados. Sencillamente, yo no acierto a ver salida alguna por este camino. Tal y como lo veo, al menos a corto plazo, solamente dos escenearios se me presentan como posibles para las economías de los países desarrollados: la recesión casi indefinida hasta que se alcance un nuevo equilibrio o un crecimiento tan lento que no venga a mejorar la situación de los más necesitados. Ni lo uno ni lo otro se me antoja como una buena noticia. Así pues, ¿qué debería hacerse? ¿Dejar de pagar la deuda? Se ha hecho anteriormente, y no ha pasado nada a medio y largo plazo (aunque, evidentemente, el corto plazo fue más bien caótico y espasmódico; además, nunca se había tomado ese camino con una deuda del tamaño de la que tenemos entre manos en estos momentos). Lo siento mucho pero, a estas alturas, solamente veo un puñado de posibilidades: primero, como decía antes, seguimos jugando el mismo juego acompañados de una recesión indefinida hasta que se encuentre un punto de equilibrio; segundo, tenemos un crecimiento económico renqueante que no da para más; tercero, aparece una solución milagrosa de la mano de una nueva locomotora de la economía mundial (eso sí, a costa de tirar de deuda nuevamente, lo que implica trasladar el problema al futuro); y, cuarto, desmontamos el sistema por completo y construimos algo nuevo. No se me ocurren otros escenarios. Si acaso, como consecuencia de uno de los dos primeros escenarios (recesión indefinida y crecimiento lento), cabe la posibilidad de que se produzca mayor tensión política internacional y veamos incluso algún tipo de conflagración seria. Supongo que muchos dirán que soy pesimista, pero así es como lo veo. Además, quienes me llaman pesimista así, de entrada, se olvidan de que también hablo de un cuarto escenario que ellos optan por ignorara porque a lo mejor no les conviene: el cambio del sistema. Para mí, es la única opción humana y realmente estratégica. ¿Y qué forma tendría ese nuevo sistema? Pues no lo sé, la verdad. Tendríamos que definirlo entre todos conforme se presenta la oportunidad. Que nadie se engañe, así es como se definió el capitalismo también. Nadie lo diseño en un tablero, pasó los mapas y la gente empezó a construirlo después de que llegaran los "materiales". Lo que sí tengo bien claro es que este sistema económico (lo pueden llamar como les venga en ganar: capitalista, industrialista, extractivista...) no es sostenible. Se basa en la desigualdad económica, el crecimiento económico material indefinido y la destrucción imparable del medio ambiente. No hay forma de sostener eso al largo plazo. Y ahora que ya he hecho un repaso desde el punto de vista más general, entremos a hablar brevement de las circunstancias específicas en nuestro país. Creo haber escrito sobre esto en estas mismas páginas. Tanto PP como PSOE son responsables de la situación en que nos encontramos. Fueron los gobiernos de Felipe González los que desindustrializaron el país con la famosa reconversión y nos insertaron en una economía global donde sólo podíamos ofrecer productos agrícolas y turismo. Fueron los gobiernos del PP liderados por Aznar y el "eminente" economista Rodrigo Rato los que apostaron por la burbuja inmobiliaria, la deuda y la especulación como cimientos de la economía del país. Y, finalmente, fueron los gobiernos de Zapatero los que, a pesar de toda la palabrería sobre la "economía sostenible", no tuvieron el coraje de forzar un "aterrizaje suave" de la economía y optaron por sacar pecho con aquello de que éramos "la octava economía del mundo" y hablar orgullosamente del sector financiero español como el más saneado del mundo mientras se lo comía la carcoma. Por si todo esto fuera poco, nosotros mismos (esto es, la sociedad civil) fuimos corresponsables al deharnos llevar por el canto de sirena y vivir por encima de nuestras posibilidades pensando que la fiesta nunca iba a tener fin. En definitiva, que aquí no se libra nadie. Y no se me occure mayor falta de responsabilidad que la de Mariano Rajoy y los líderes del PP que, en medio de todo este fregado, en lugar de reflexionar, reconocer errores y mostrar liderazgo, optaron por hacer demagogia y acusar a Zapatero y a los socialistas de lo que ellos sabían perfectamente que no eran culpables a solas. Que Rajoy y compañía todavía afirmaran poco antes de ganar las elecciones que lo único que hacía falta para solucionar los problemas económicos era echar a Zapatero de La Moncloa es imperdonable. Sencillamente, o mentía o es un imbécil cegado por el partidismo. No sabe uno qué es peor. {enlace a esta entrada} [Fri Jul 13 09:27:37 CDT 2012]Si hay un elemento que en verdad me preocupa de la actitud general que parece caracterizar a nuestra civilización contemporánea (nótese que no hablo de tal o cual país, tal o cual religión o ideología política, sino de civilización) es la imparable tendencia que muestra hacia la ley del mínimo esfuerzo, el hedonismo materialista puro (nada que ver con lo que proponía el sabio Epicuro, por ejemplo, que era más bien un "hedonismo negativo" al estilo budista) y, sobre todo, el desprecio a la reflexión y la entrega completa al mero entretenimiento. Y digo todo esto a colación de un ejemplo con el que me acabo de topar mientras le echaba un vistazo a las noticias del día aunque, en principio, nadie diría que estuviese relacionada con lo que aquí señalo. Se trata de la noticia del descubrimiento de un nuevo tejido, la "grasa beige", que viene a sumarse a la "grasa parda" como gran hallazgo de los esfuerzos por combatir la obesidad: En otras palabras que, como de costumbre, lo confiamos todo al milagro farmacético, la píldora mágica que venga a solucionar nuestros problemas sin necesidad de esfuerzo alguno. Tiene su gracia que el mismo artículo mencione que la recién descubierta "grasa beige" se activa con el ejercicio físico, pero eso se hace como de pasada. Al fin y al cabo, requiere de un esfuerzo por parte de la persona obesa, y parece imperdonable. El objetivo es, como digo, encontrar la varita mágica. Que conste que soy un firme defensor de la investigación científica. No se trata de eso, sino de recuperar una cierta humildad que hace ya tiempo que abandonamos. Deberíamos andar con más cuidado a la hora de inyectar hormonas para activar grasas, sobre todo cuando es perfectamente posible activarlas igualmente haciendo ejercicio o cambiando nuestros hábitos (esto es, con un poco de esfuerzo y disciplina personal, que es lo que se quiere evitar a toda costa). He ahí la conexión a la que me refería al principio. {enlace a esta entrada} [Fri Jul 13 09:16:49 CDT 2012]El Roto, genial, una vez más, en esta viñeta publicada en El País ayer: Cruda, pero totalmente verídica. {enlace a esta entrada} [Tue Jul 10 09:48:01 CDT 2012]Si ayer escribíamos sobre la intención del Gobierno de subir el IVA, hoy leemos un poco más sobre la razón que les lleva a hacerlo, esto es, los acuerdos alcanzados entre los socios del euro para rescatar a la banca. El artículo clarifica algunos puntos esenciales: En otras palabras, que a cambio de la flexibilización del objetivo del déficit presupuestario, se nos hace un préstamo que se añade a la deuda pública y, además, se nos pone bajo la supervisión directa de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Queda claro, pues, que ya hemos sido intervenidos. No es que me parezca necesariamente un escá;ndalo. Sencillamente, tomamos el dinero prestado de alguien y lo hacemos con las condiciones que nos imponen, lo cual es lo más normal del mundo. Nadie nos obliga a tomar ese dinero prestado, aunque tampoco cabe duda de que las consecuencias de no aceptarlo podrían ser bastante negativas (sin que, por desgracia, sea evidente ni mucho menos que el hecho de aceptarlo vaya tampoco a ayudarnos demasiado; las circunstancias son de una incertidumbre tal que nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar). En cualquier caso, se ha hecho público también que la subida del IVA es una de las medidas que nos imponen a cambio de ese préstamo para rescatar a los bancos. Ya hablábamos de ese tema ayer mismo. Hay otras formas de incrementar los ingresos del Estado que parecen, al menos a primera visto, algo más justos socialmente que subir un impuesto indirecto que afecta a todo el mundo por igual, como es el IVA. Pero es que, por si esto fuera poco, a la previsible depresión de la demanda doméstica que casi por seguro acompañará la subida del IVA (los precios suben, los salarios se mantienen igual o incluso bajan, sobre todo en un entorno de alto desempleo y recortes en las políticas sociales, luego la gente se aprieta el cinturón e intenta consumir menos), habría que añadir las condiciones que se pretende imponer a los bancos españoles: Es decir, que las medidas que se nos imponen conducirán casi con toda seguridad a una profundización de la recesión mediante el descenso del consumo doméstico. En este sentido, cuesta trabajo pensar que despedir a más trabajadores venga a contribuir a la recuperación económica. Por si todo esto fuera poco, también leemos hoy en la prensa que la OCDE prevé una mayor tasa de desempleo en España para el 2013. De hecho, estiman que el desempleo alcance el 25,3% de la población activa. No parece, desde luego, que esto tenga pinta de mejorar en el corto plazo. {enlace a esta entrada} [Mon Jul 9 09:40:40 CDT 2012]Hoy nos enteramos de que, pese a todos los desmentidos, el Gobierno va a subir el IVA y hará trabajar más horas a los funcionarios. No voy a entrar a tratar aquí el tema de los funcionarios. La verdad es que no estoy muy al tanto del asunto, por lo que requeriría, cuando menos, algo de lectura sobre el tema. De todos modos, que conste, no me parece mal que, como dice el ministro, se les someta a una evaluación continua, como suele suceder en el sector privado. Asimismo, me parece muy sensata su idea de que "la oposición es un método de selección para que estén al servicio público los mejores, no para tener un puesto seguro frente al resto". Dicho eso, como suele suceder, el problema está a menudo en los detalles y puesto que, tal y como digo, ignoro esos detalles y no estoy familiarizado con la situación, prefiero no entrar en ese tema. Ahora bien, el asunto del incremento del IVA me parece bastante diferente. Según leemos en la noticia de El País: Esto último del "cambio de valores y de posición" es, queda claro, un intento de justificar la contradicción entre las palabras de los dirigentes del PP durante la campaña de las elecciones generales que les llevó al Gobierno y lo que ahora están llevando a la práctica. No hay más que recordar la posición de Rajoy y el propio Montoro cuando el Gobierno de Zapatero decidió subir el IVA no hace tanto tiempo. La "lideresa" Aguirre incluso se lanzó a a calle a recoger firmas contra lo que consideraba una imposición injustificada. Habrá que ver si procede ahora de la misma manera contra el Gobierno de su propio partido. ¿Recuerdan aquellos comentarios de Rajoy sobre el precio de "las chuches" en el Congreso de los Diputados? Pues ahora, que yo sepa, subirán de nuevo. Eso sí, lo que no se le perdonaba a Zapatero en medio de la mayor crisis desde los años treinta, ahora se ve como estrictamente necesario y hasta responsable. En fin, no hace falta seguir señalando las contradicciones (la hipocresía, incluso) de quienes nos gobiernan. Y que conste que no se trata de un ataque partidista a los políticos del PP. En general, los del PSOE son más de lo mismo. Pero centrémonos en lo que de verdad importa, esto es, la medida política como tal. Habría que empezar por reconocer que no le falta razón al ministro cuando habla del problema del fraude fiscal en torno al IVA como si de un deporte nacional se tratara. Aún recuerdo cuando, hace tan sólo unos tres años, hube de contratar como encargado de las finanzas de la Agrupación Local del PSOE de Bellavista los servicios de alguien para llevar a cabo la inspección de los extintores de incendio en la Casa del Pueblo y el dichoso inspector me hizo la famosa pregunta ("¿con IVA o sin IVA?") en el momento de pasarme la factura. Yo no podía prestar crédito a mis oídos. Al fin y al cabo, este buen hombre le estaba haciendo la pregunta al encargado local de finanzas del partido que se encontraba en ese momento en el Gobierno nacional, autonómico y local. Pero a él le parecía de lo más normal. Así pues, no queda más remedio que reconocer que el fraude está tan extendido que se ve como normal. En ese sentido, nos parecemos bastante a griegos e italianos, me temo. Ahora bien, me parece legítimo preguntarse hasta qué punto puede criticar el fraude fiscal un ministro que aprobó recientemente una amnistía para aquellos defraudadores dispuestos a regularizar su situación a cambio de contribuir un modesto 10%. ¿Es que acaso el fontanero que hace la dichosa pregunta sobre el IVA y su modesto cliente están incurriendo en un comportamiento más inmoral que el hombre de finanzas o el inversor inmobiliario que se va a beneficiar de la amnistía?. Un poco de seriedad y coherencia, por favor. Pero, por si todo esto fuera poco, tenemos otra pregunta que hacernos con respecto a la medida en cuestión: ¿cómo es posible "una fiscalidad menor para el trabajo y mayor en el ámbito indirecto", como afirma Montoro? No olvidemos que tanto el salario mínimo como el salario medio en España se encuentran por debajo de la media de los países de nuestro entorno. En estas circunstancias, si tenemos en cuenta el sistema fiscal general que tenemos en España (que grava más a las rentas del trabajo que a las rentas del capital), el tamaño del fraude fiscal entre las grandes fortunas (sí, precisamente quienes más se van a beneficiar de la amnistía fiscal aprobada po el Gobierno), la eliminación del impuesto del patrimonio y, por último, el hecho incontrovertible de que el IVA sobre un determinado producto le cuesta lo mismo al desempleado que al dueño de Zara, ya me dirán cómo diantres puede entender uno que la medida supopnga una fiscalidad menor para el trabajo. Una vez más parece que Montoro intenta engañarnos o nos toma por imbéciles. Nadie niega, creo yo, que la recaudación haya bajado y sea necesario incrementarla. Debemos felicitarnos de que los dirigentes del PP hayan aceptado finalmente la idea (obvia, por otro lado) de que la única forma de sanear las cuentas públicas y salir adelante consiste en reducir el gasto y, al mismo tiempo, incrementar los ingresos vía impuestos (obviedad que, por cierto, no aceptaban cuando era Zapatero quien estaba en La Moncloa) pero, asumido eso, también habremos de reconocer que hay diversas formas de llevar a cabo tanto los recortes en el gasto como el incremento de los impuestos, y que esas diversas opciones beneficiarán más a un grupo social o a otro. En eso consiste precisamente la política. No se trata de decisiones meramente técnicas, como nos quieren hacer creer. {enlace a esta entrada} [Sun Jul 8 09:10:09 CDT 2012]Hace ya cerca de diez años escribí un correo electrónico a un amigo danés que vive aquí en los EEUU mostrando mi esperanza por el futuro de la Unión Europea (el correo puede leerse en este mismo web, publicado bajo el título Hopeful about the European Union) que, en aquel momento, causó la rechifla general entre mis amigos conservadores estadounidenses, incapaces de ver que ninguna otra nación o proyecto político (salvo el suyo propio, por supuesto) pudiera representar un modelo a seguir en otros lugares del mundo. No voy a entrar a describir con pelos y señales aquel debate, aunque sí que me parece importante destacar un par de puntos con respecto al contraste entre en proyecto que representan los EEUU y la UE: primero, aunque el proyecto político de los EEUU está ciertamente basado en unos conceptos universales (la famosa Declaración de independencia de 1776 es un buen ejemplo de esto), el proyecto en sí no aspira tanto a extenderse por el mundo como a atraer a las masas del mundo (quizá no fuera equivocado del todo subrayar cómo esta misma mentalidad va de la mano de una aproximación similar a los asuntos económicos, donde se ve los recursos naturales del resto del mundo como recursos al servicio de un mercado estadounidense vorazmente consumista, o la política exterior, que supedita los intereses de todos los demás países a los de los EEUU sin contemplación alguna); y, segundo, el proyecto en sí no puede aplicarse en otros lugares del mundo porque, bajo la apariencia de una diversidad extraordinaria encubre la realidad de una homogeneidad aplastante. Por estas dos razones, pues, el proyecto político estadounidense no es realmente exportable. Por otro lado, el proyecto de integración europeo sí que es, por naturaleza, multinacional y plural, lo que lo hace mucho más exportable. En cualquier caso, como decía, no quiero ahora entrar en la misma discusión que ya tuvo lugar en el 2003. La razón por la que vuelvo ahora a mencionar todo esto es porque, con la crisis de la deuda soberana, se han disparado los comentarios críticos hacia la UE y, me da la impresión, los sentimientos de pesimismo hacia el futuro del proyecto de integración europeo. Pues bien, precisamente ahora me reafirmo en mi esperanza sobre el futuro de dicho proyecto. Lejos de dejarme seducir por el canto de sirenas de la izquierda radical en este aspecto, no creo que el proyecto esté muerto, ni mucho menos. No nos engañemos, necesita de algunas transformaciones en profundidad, pero ello no equivale a desecharlo por completo. ¿Pero en qué baso este sentimiento de esperanza, a todas luces irracional, dadas las circunstancias políticas y económicas del momento? Para empezar, estoy convencido de que todos (desde los alemanes hasta los griegos, pasando por los franceses, polacos y checos) son perfectamente conscientes de que, en un mundo globalizado e interdependiente, las naciones-estado del tamaño de las que tenemos en Europa no van a ningún sitio. O, lo que es lo mismo, el argumento pragmático. En un mundo dominado por potencias del tamaño (me refiero al tamaño en superficie, población y acceso a recursos) de los EEUU, China, Rusia, Brasil e India, países como Holanda, la República Checa, Polonia, o incluso Alemania, tienen bien poco que hacer por su cuenta. Pero es que, en segundo lugar, se están tomando las decisiones correctas y se está señalando el camino correcto en dos aspectos que me parecen fundamentales: un nuevo empuje integrador para que la unión monetaria se vea acompañada también de una unión política y fiscal y, por otro lado, el control de las finanzas públicas para que no se nos escapen de las manos (sí, aunque no conviene llevarlo a un extremo, estoy convencido de que esto también es necesario, por mucho que no sea nada popular defenderlo en estos momentos). Todo esto se está haciendo, si bien obligados por las circunstancias y en el último momento. Pero es que no hay que olvidar que el proyecto de integración europeo siempre avanzó de esta forma, a trompicones, aprovechando las sucesivas crisis para tomar las decisiones necesarias que contribuyeran a profundizar en el proyecto. No es nada nuevo, la verdad. ¿Y por qué sucede así? ¿Acaso nuestros líderes tienen muy pocas luces? No, no se trata de eso. Lo que sucede es que la UE es una institución supranacional donde no sólo hay que lidiar con diferencias ideológicas, sino también con distintos intereses nacionales, lo que obliga a nuestros líderes a hacer la cuadratura del círculo en numerosas ocasiones. En fin, se trata de un proyecto auténticamente nuevo, sin precedentes en la Historia. No debiera extrañarnos, pues, si quienes nos dirigen tienen sus dudas, se ven obligados a explorar un poco el territorio antes de adentrarse en él y hasta se equivocan de cuando en cuando y tienen que desandar lo andado. Es más bien normal. Y cuidado, porque con esto no quiero decir que no debamos criticarles cuando se equivocan o, como sucede en estos momentos, demandar algo más de coraje político para hacer lo que hay que hacer. Pero conviene ser menos arrogantes y reconocer que el trabajo no es nada fácil. Sea como fuere, mantengo mi esperanza en el futuro de la Unión Europea como proyecto. {enlace a esta entrada} |