[Thu Nov 29 13:38:27 CET 2007]

La Fundación BBVA presentó ayer un informe de las balanzas fiscales autonómicas que muestra unas interesantes conclusiones. En primer lugar, aquellas comunidades autónomas que más contribuyen al fondo común y menos tajada sacan de él son Madrid y Cataluña, lo cual no debería sorprender a nadie si tenemos en cuenta que entre ambas suman aproximadamente el 40% del PIB español. Baleares y Valencia vienen a sumarse a ellas por lo que hace a la contribución neta al sistema de cohesión interterritorial. Por otro lado, las comunidades que más reciben son Andalucía, Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Canarias, Extremadura y Asturias. Tampoco creo que haya grandes sorpresas ahí. Ahora bien, hay un par de puntos del informe que, me parece, llaman la atención: primero, que la comunidad autónoma de Madrid contribuye más que la de Cataluña a los mecanismos de solidaridad, a pesar del griterío constante con que los nacionalistas catalanes suelen acompañar cualquier discusión sobre este tema; y, segundo, que dos de las comunidades autónomas más ricas (País Vasco y Navarra) se benefician claramente de un régimen fiscal especial que les permite no contribuir bien poco a las arcas del Estado al tiempo que se benefician de alguna que otra inversión. O, como explica el periodista de Público:

... también se observan algunas anomalías puntuales en las aportaciones de distintas comunidades autónomas. Es evidente (y era esperable) que el punto débil del sistema de solidaridad son los regímenes fiscales especiales. Es el caso, sobre todo de País Vasco y Navarra, que disponen de un régimen foral completamente distinto del que regula las relaciones económicas en el resto de las comunidades autónomas.

Ello produce resultados chocantes y muy visibles. Navarra y País Vasco tienen un PIB per cápita (la riqueza de sus habitantes) que las sitúa en segunda y tercera posición en el ránking. Sin embargo, son receptores netos de fondos. De forma menos acusada, pero ese mismo hecho se reproduce en el caso de Canarias y de las ciudades de Ceuta y Melilla, que también disfrutan de una situación fiscal diferente, lo cual provoca que su posición en el ránking del saldo de la balanza fiscal sea mucho más favorable de lo que debería en función de su PIB por habitante.

En otras palabras, que el agravio comparativo es menos agravio de lo que parece —sobre todo en el caso vasco—, lo cual tampoco debería sorprender a nadie. Sin embargo, todo hay que decirlo, habría que reconocer también que, como bien titula Público, la cohesión territorial sí que funciona, a pesar de las continuas advertencias de algunos de que España se rompe. En definitiva, que como suele suceder la realidad no es ni tan boyante como unos quieren hacernos ver, ni tampoco tan mala como los otros se empeñan en mostrarnos. Tampoco debe haber ahí sorpresa alguna. A lo mejor incluso logramos salir un día de estos de la loca carrera bipartidista en la que nos hemos metido casi sin quererlo.

Por cierto, ya que hablamos de solidaridad interterritorial, concepto de Estado y bipartidismo, también podemos leer hoy una entrevista con Miquel Roca Junyent publicada por El Periódico de Cataluña que, al menos a mí me ha hecho sentir cierta nostalgia por aquellas elecciones del año 1986 en las que se atrevió a lanzar aquella famosa operación Roca que se cerró en un fracaso estrepitoso. Es una auténtica pena que no lograra entonces construir una sólida fuerza de centro en España que, de paso, hubiera conseguido además implicar al nacionalismo catalán en la construcción del Estado que nos une. En fin, ahí van algunas citas de la entrevista:

— El próximo jueves es el día de la Constitución. ¿Hay que reformarla?
— No veo urgencia. Ni garantía de que el resultado fuese mejor. Sería bueno reformar el Senado. Pero sin consenso es imposible.
— Imposible. ¿Se siente pesimista?
— No. Por definición. Pero tampoco voluntarista. Nuestra vida política es agria. Si alguien me hubiera dicho lo del Constitucional... no lo habría creído. La esencia de la democracia es el pacto. Sin voluntad ni capacidad de pacto, la democracia chirría.
[...]
— ¿Y ahora?
— A los españoles no les va el bienestar. Lo normal no gusta, molesta. Quieren alicientes. Convendría recordar a Voltaire: "Bienaventurados los pueblos aburridos", dijo.
— ¿Y los catalanes?
— Lo mismo. Lo ordinario aburre. Nos va la marcha, las emociones fuertes.
— ¿Como el soberanismo?
— El Estado autonómico es complejo. Por definición, hay soberanía compartida. Si el soberanismo es reivindicación, es que se pide otra cosa.
— ¿El derecho a decidir de Mas?
— (Levanta los brazos, los deja suspendidos). Los debates conceptuales me producen aprensión. Lo decisivo no es la terminología, sino la voluntad política de encontrar un marco convivencial. Sin convivencia no hay progreso. El progreso exige un marco estable de convivencia.
— ¿Cerramos el Estado autonómico, como quiere Rajoy?
— No, porque por definición el Estado autonómico no se cierra. El Estado autonómico ha sido un éxito y funciona bien, pero todo cambia, y es legítimo que las autonomías quieran más. El model es abierto.
[...]
— Pero, se arguye, ceder El Prat es imposible si implica ceder también Barajas. El Estado sería residual.
— Si por Estado entendemos ventanillas con funcionarios, sí. Si entendemos planificar las grandes líneas de desarrollo, no.

Creo haber escrito en algún otro sitio sobre la idea del PP de echarle un candado al Estado de las autonomías. No estoy de acuerdo. Como afirma Roca, la virtud principal del Estado de las autonomías quizá sea precisamente que está abierto, que es flexible, que no se puede romper fácilmente dependiendo de quién se encuentre en tal o cual Gobierno, o de qué alianzas sean posibles en tal o cual situación. Tendrás sus altos y sus bajos, qué duda cabe, pero al menos no se romperá fácilmente por exceso de rigidez. En este sentido, nuestra política territorial me recuerda al dicho taoísta que recomendaba comportarse en la vida como el bambú, capaz de ceder con el fin de recuperar la posición inicial sin quebrarse. Por otro lado, los denodados esfuerzos de la derecha por echarle el cerrojo a la definición de las competencias me recuerda más bien al nacionalismo esencialista que dicen querer combatir. Se trata, al fin y al cabo, de lo que Roca denomina un "debate conceptual". Por cierto que me parece contradictorio, una vez más, que los mismos líderes populares que tan lanzados se muestran casi siempre a la hora de poner a los EEUU como ejemplo a seguir ignoran por completo lo que la sociedad estadounidense pueda enseñarnos en este aspecto (por no hablar del de la separación de Iglesia y Estado, por supuesto). {enlace a esta historia}

[Thu Nov 29 08:42:59 CET 2007]

Todas las mañanas le echo un vistazo a mi agregador de contenidos RSS para saber cuáles son los titulares más importantes de los principales diarios españoles. Pues bien, hoy me ha parecido bien chistoso leer, uno detrás de otro, dos titulares de La Vanguardia: el primero explicaba que el PP había llamado ayer a la Ministra de Fomento en el Congreso "chula", "soberbia", "incompetente", "tramposa" y "nefasta", mientras que el segundo nos hacía saber que El PP baja su tono electoral para no incitar a la izquierda. Desde luego, hay ocasiones en que los editores no andan muy finos. {enlace a esta historia}

[Wed Nov 28 16:43:30 CET 2007]

Me apena y preocupa comprobar el exceso de demagogia y la falta de madurez democrática que la izquierda populista latinoamericana está aplicando a los nuevos procesos constitucionales que ha impulsado estos últimos años. A la verborrea ilimitada de Chávez hay que añadir ahora también las malas maneras de Evo Morales, quien ha convocado a sus partidarios a que acudan al Parlamento donde se están discutiendo los cambios constitucionales para hacer frente a los intentos de la oposición de presionar al Gobierno. O, en otras palabras, que el propio Presidente ha hecho un llamamiento a sus partidarios para que se enfrenten en la calle a las fuerzas de la oposición en lo que, cada vez más, comienza a oler a clima de pre-guerra civil. Ni los partidarios de Morales, ni tampoco los de la oposición parecen guardar el más mínimo respeto por las instituciones si no sirven a sus propios intereses, erosionando así lo que no tiene más remedio que considerarse una de las piedras fundamentales de cualquier Estado de Derecho. Me apena comprobar que Chávez, Morales, Daniel Ortega y, quizás, Rafael Correa prefieren todos apostar por el izquierdismo trasnochado de antaño en lugar de profundizar por la vía del progresismo moderado y reformista de Lula, por poner un ejemplo cercano. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 26 09:53:35 CET 2007]

Este hombre no se calla ni debajo del agua. Chávez acaba de anunciar la "congelación" de las relaciones diplomáticas con España (nadie tiene claro qué pueda significar eso) hasta que el Rey pida disculpas públicamente por haberle mandado a callar durante la cumbre iberoamericana. Como el Presidente venezolano no se queda contento andando a la greña con un solo país a la vez, también ha aprovechado para anunciar la misma "congelación" de relaciones con Colombia. Como ya advertí hace poco más de una semana, hay que reconocer que Moratinos y el Gobierno de Zapatero han dejado pudrirse la situación sin poner pies en pared. Me pareció correcto que no estuvieran por la labor de remover las ascuas a las primeras de cambio, prefiriendo dejar que la situación se calmara. Ahora bien, una vez visto bien a las claras que Chávez no paraba de vociferar, insultar y amedrentar a cuentas del ya famoso incidente diplomático, el Gobierno tenía que haber respondido con firmeza. Optaron, sin embargo, por mirar hacia otro lado mientras el huracán Chávez se crecía en su inconmesurable e irrespetuosa demagogia populista. Una cosa es postular el diálogo y las buenas relaciones entre naciones amigas y otra bien distinta dejar que el abusón del "cole" se haga dueño del patio. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 26 08:39:14 CET 2007]

Muy de cuando en cuando escribo algunas palabras en esta bitácora sobre la decreciente importancia de la poesía en nuestra sociedad. Pues bien, ayer me encontré en El País con un breve artículo sobre el escritor Martin Amis (he estado a punto de escribir "el escritor británico Martin Amis", pero me di cuenta de que la nacionalidad es completamente irrelevante cuando nos referimos a artistas en la mayoría de los casos) en el que se mencionaba un poco de pasada que hace dos años afirmó tajantemente en Segovia que habría que decretar el estado de defunción de la poesía. Este fin de semana Amis matizó a qué se refería, y no anda muy distante de la postura que yo mismo he mantenido:

Creo como mi padre [Kingsley Amis] que la poesía es la forma más noble de creación con el lenguaje, pero es un género cuya función es detener el tiempo, parar el reloj. Eso, en estos tiempos en que nuestros instintos nos llevan a movernos rápido, no la hace compatible con el presente.

Se trata, en definitiva, de la celeridad de los tiempos. Aún no sé si es cierto que hoy en día sucedan más cosas que antes —la verdad es que lo dudo—, pero lo que sí me parece claro es que tenemos mucha más facilidad para enterarnos de lo que pasa en cualquier sitio del globo. En otras palabras, no se trata tanto de que que sucedan más cosas, sino que hoy nos enteramos de las cosas que suceden en muchos más lugares. Y me estoy refiriendo tanto a lugares geográficos como a los no físicos. Por ejemplo, el acceso a la información es tan fácil hoy día que nos vemos bombardeados no sólo por las noticias políticas y sociales que nos afectan más directamente, sino también por las económicas, deportivas, las llamadas "del corazón", las científicas, etc. En fin, que todo ello contribuye a un mundo más acelerado y con menos tiempo para degustar las palabras. No tiene uno más que oír las reacciones a cualquier narrador que se lleve demasiado tiempo contando detalles de una historia: "¡pero, hombre, vamos al grano!" Y así estamos, cubiertos por una inmensa montaña de "granos". {enlace a esta historia}

[Fri Nov 23 16:34:57 CET 2007]

Me acabo de encontrar una web que me ha parecido interesante. Se trata de 300 palabras, que publica una nueva foto semanalmente y permite que los internautas escriban historias cortas de 300 palabras como máximo inspiradas por la imagen. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 23 08:34:47 CET 2007]

Hace unos días oí en la radio que se le acababa de conceder el Premio Nacional de Fotografía a Manuel Vilariño y la verdad es que me alegré de ello. No soy, ni mucho menos, un experto en fotografía, ni tampoco sigo el campo con suficiente avidez como para conocer quién está haciendo qué en un momento determinado. De hecho, ni siquiera había oído hablar de Manuel Vilariño (vid. entrada en la Wikipedia española aquí) hasta hace unos meses, cuando me encontré en las páginas de Babelia unas extrañas imágenes procedentes de su colección Doce tumbas que me impresionaron. Como acertadamente se dice en el artículo publicado por El País, Vilariño tiene un concepto muy poético de la imagen, imbuido de filosofía y espiritualidad. Aquí os dejo, como ejemplo, su obra titulada Calabaza, claramente influida por los bodegones barrocos de antaño.

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[Thu Nov 22 16:43:26 CET 2007]

El Periódico publica hoy un interesante artículo de Pepa Bueno titulado Buena educación y democracia:

Hace unos días, escuchaba a Santiago Carrillo defender el protocolo, el tratamieno de usted, la importancia de las formas a propósito del estruendoso episodio vivido en Chile durante la clausura de la cumbre iberoamericana. Alguien que participaba en la conversación se sorprendió de esa defensa viniendo de un político de la izquierda, a la que se supone que su vocación igualitaria aleja de las jerarquías que imponen lo que se conoce como buenos modales. Pocos días después, en la entrevista que Andreu Buenafuente le hizo al presidente del Gobierno, Zapatero decía "En democracia, las formas dan el ser a las cosas. Al final la democracia es una arquitectura de convivencia donde las formas son sustanciales".

El debate no es menor. Nuestra civilización ha conseguido con esfuerzo depurar la forma de relacionarnos hasta llegar a pactos de no agresión, donde la palabra ha sustituido a los puños; las reglas, al pillaje; la diplomacia, a las guerras, y el intercambio de ideas, al insulto o la descalificación personal.

Como bien dice Pepa Bueno, el asunto puede parecer menor, pero no lo es. Sencillamente, sin respeto al conciudadano, sin buenos modales, no hay democracia que valga. En este sentido, el igualitarismo exacerbado que se extendió por nuestras sociedades a partir de las revueltas de los sesenta nos han hecho un flaco favor. El buenrollismo ha sustituido a conceptos tan importantes como los de autoridad o respeto, y ya nadie quiere parecer viejo ni experimentado, ideas ambas que se asocian automáticamente a "lo carca". Lo que se lleva es ser joven y desenfadado, "decir las cosas bien claras" y no pararse a pensar mucho en las consecuencias de nuestros comportamientos. En fin, que de un tiempo a esta parte no hemos hecho sino socavar los cimientos mismos de la democracia. Pese a todo, no soy pesimista. Creo que tarde o temprano nos daremos cuenta de nuestros errores y corregiremos el rumbo, al menos en parte. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 20 10:05:57 CET 2007]

Quien todavía sea lo suficientemente ingenuo como para creerse las historietas de abuelo Cebolleta que la izquierda abertzale larga a las nuevas generaciones sobre el supuesto patriotismo y afán de sacrificio de los terroristas etarras no tiene más que echarle un vistazo a lo que les está pasando a sus correligionarios del IRA en Irlanda del Norte. Tal vez comenzaran en su día entregándolo todo por unas ideas, no lo dudo. Pero lo cierto es que a estas alturas de la película el IRA (como ETA, como las FARC, como Sendero Luminoso) se ha convertido en una mera organización delictiva y cuasi-mafiosa dedicada a imponer su voluntad sobre la ciudadanía y garantizarle el negocio a quienes no saben vivir de otra cosa. Tiene bien poco de extraño que las gentes de Irlanda del Norte estén mostrando ya su hartazgo de tanto sinvergüenza iluminado que sólo quiere pescar a río revuelto con la excusa de la defensa de la Patria. {enlace a esta historia}

[Sat Nov 17 18:09:12 CET 2007]

Hace unos días escribí unas palabras acerca de un artículo de Juan Manual de Prada publicado por ABC en que le criticaba por tergiversar ciertos hechos como excusa para criticar a Al Gore y, de paso, hacer unas cuantas generalizaciones sobre el progresismo. Asimismo, aclaré entonces que no estaba seguro si añadir Prada a la larga lista de "arbitristas" en nuestra prensa nacional que parecen sumarse al constante lamento de las plañideras sin ofrecer solución a ninguno de los problemas, ni implicarse en la vida política para intentar corregir los errores. Y es que son demasiados los escritores que hacen comentarios, como se suele decir, desde la barrera. Pues bien, es de buen nacido reconocer que hoy mismo leí por segunda vez la columna que Prada publica en ABC (hoy publicó Señora Ming, un artículo más bien literario y estetizante, en mi opinión) y mis temores no se vieron confirmados. Al contrario que otros, empeñados en despotricar una y otra vez contra todo lo que se mueva, haciéndonos ver lo mal que está todo y lo listo que son ellos, a lo mejor Prada es menos predecible de lo que me imaginaba. {enlace a esta historia}

[Sat Nov 17 17:46:58 CET 2007]

Empecé el mes escribiendo sobre la mitología —y el negocio— que se ha montado en torno a la figura del Che. Pues bien, hoy mismo leí un artículo sobre el concepto de heroísmo escrito por el historiador Fernando García de Cortázar y publicado en ABC que, me parece, rezuma sensatez por todos sus poros:

Uno no está justificado por un heorísmo cualquiera, ni por un amor cualquiera. Como historiador, siempre he desconfiado de las jornadas heroicas fabricadas o simuladas por los gobiernos, porque a menudo no discriminan con honradez sino que lanzan hurras con grosería, y no tienen en cuenta el simple heroísmo de una acción más que en la medida en que va conectado con un evidente beneficio publicitario. Ahí están los catalanistas con su 11 de septiembre de 1714, los aragonesistas con su recuerdo del Justicia de Lanuza, los andalucistas con su Blas de Infante, los liberales del XIX con la derrota comunera de Villalar, los falangistas con sus funerales de los caídos, los socialistas de ahora con su mausoleo republicano. Por otra parte, siempre he sospechado que el heroísmo, el verdadero heroísmo, es más pudoroso que aquel que a menudo glorifican estatutas, cuadros, películas, poemas o centenarios, y que sus fechas esenciales pueden ser asimismo, durante largo tiempo, secretas.

García de Cortázar incluye en su artículo una cita de Primo Levi que haríamos bien en tener siempre presente —y que, por supuesto, tiene mucho más valor por venir de quien viene: una víctima del holocausto—:

Toda víctima debe ser compadecida, todo superviviente debe ser ayudado y compadecido, pero no siempre pueden ponerse como ejemplo sus conductas.

Volvemos, así, a lo que ya dijimos sobre el Che: el mero hecho de haber entregado la vida por unas convicciones no les da a éstas más valor del que ya tienen de por sí. No se pueden convertir en la prueba definitiva respecto a unas ideas, que sólo pueden ser probadas mediante la razón y la práctica empírica. Lo que sucede es que, en una cultura tan acostumbrada a la idea del sufrimiento de Cristo en la cruz, ha terminado por imponerse la asunción de que el sacrificio de la vida propia sólo puede darse cuando se trata de una causa justa. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 16 15:44:25 CET 2007]

Me apena leer que Manuel Marín ha anunciado su retirada de la política. Parece que mientras más decente y caballeroso el político, menos posibilidades tiene de sobrevivir en este enrarecido ambiente de sectarismo descontrolado. Quien milita en los partidos políticos sabe que, por desgracia, lo que se suele promover es el amor por la argucia, las triquiñuelas, el "sí señor" y la obediencia al aparato (salvo en aquellas ocasiones en que uno puede sacar partido a la situación sumándose a una conspiración triunfante, claro). Hay que tener muchas tragaderas para aguantar el tipo. Y, sin embargo, haberlos háylos. Ahí está Manuel Marín como ejemplo, pero también Josep Piquer, por poner un ejemplo del otro partido mayoritario.

Me pregunta un amigo si creo que el nacimiento de Unión, Progreso y Democracia (UPD) puede venir a mejorar esto. Lo dudo mucho. Lo más probable es que fracase a las primeras de cambio si no se adapta a las deficiencias del sistema o que sobreviva a costa precisamente de dejar de ser lo que promete y convertirse en un partido más. Al igual que sucedía con el tema de la corrupción política a principios de los noventa, me parece erróneo pensar que se trata de un defecto achacable a tal o cual individuo, tal o cual partido. Por el contrario, las raíces del problema me parece que son mucho más hondas, más estructurales. En el caso que nos ocupa, estoy convencido de que el problema no está en el PP o en el PSOE, sino en nuestro sistema electoral, que necesita ser remozado de arriba abajo. El que tenemos en estos momentos (básicamente, sistema proporcional con listas cerradas y bloqueadas y asignación de escaños mediante la Ley D'Hondt en circunscripciones provinciales) nos sirvió bien durante la transición, cuando nos hacían falta partidos políticos fuertes para evitar problemas como los vividos durante la Segunda República. Sin embargo, la sociedad española ha avanzado mucho desde entonces. El sistema democrático se ha consolidado irreversiblemente, los partidos políticos adolecen, si acaso, de lo contrario que en tiempos de la República (excesivo centralismo, demasiado control del aparato, falta de pluralismo y debate interno...) y el votante comienza a entender la política desde el punto de vista de un consumidor (esto es, como un servicio prestado). Como decía, me parece que ha llegado el momento de proceder a una reforma en profundidad de nuestro sistema electoral que desbloquee y abra las listas de los partidos y garantice que los ciudadanos tengan una representación individualizada en el Parlamento (lo que, obviamente, conlleva una reducción en el tamaño de las circunscripciones, que dejarían de ser provinciales), todo ello manteniendo al mismo tiempo la proporcionalidad del sistema. Claro que, teniendo en cuenta que los dos partidos mayoritarios son precisamente quienes más se benefician del sistema actual, parece bien difícil que se decidan nunca a reformarlo. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 16 15:22:16 CET 2007]

Leo en El bibliómano la noticia de la muerte de María Fuentetaja, dueña de la conocidísima Librería Fuentetaja de la calle San Bernardo de Madrid (ver la necrológica publicada por El País aquí). Guardo una magnífica memoria de las librerías madrileñas que visité durante mis años universitarios. Había ocasiones en las que, durante los primeros años (que los pasé en casa de unos tíos míos en Getafe), salía por la mañana temprano para pasear por las calles de Madrid y llegarme por unas cuantas librerías y —¿cómo no?— la cuesta de Moyano, aunque tuviera que llevarme un bocadillo para comer en cualquier sitio antes de aparecer por la Facultad para las clases de la tarde. Una de esas librerías era, por supuesto, la Fuentetaja. De la misma forma, guardo buenos recuerdos de la librería Padilla en la calle Laraña, aquí en Sevilla o, por supuesto, la Antonio Machado, de Alfonso Guerra, cerca de la plaza de San Salvador. Hoy, al menos por lo que hace a Sevilla, todas ellas desaparecieron. Aún quedan algunos supervivientes (la librería universitaria El Giraldillo, por ejemplo), pero ya no es lo mismo. Las grandes superficies se han adueñado del negocio y, con ello, su naturaleza misma ha cambiado por completo. Ya es bien difícil encontrarse con un librero ("dependiente" debería decir, pues eso es lo que ahora son) que realmente sepa de qué va la cosa, que te pueda recomendar algo o con quien simplemente charlar sobre algo. Y es que la progresiva mercantilización de las cosas se extiende a todas las esferas de la vida. Dudo mucho que veamos en el futuro el obituario de cualquier dependiente de FNAC o la Casa del Libro en un periódico de tirada nacional. Las cosas cambian, no cabe duda alguna. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 15 12:22:01 CET 2007]

El tema del incidente entre Chávez y el Rey en la Cumbre Iberoamericana parece que se está saliendo de madre. Ayer, Chávez declaró que va a "revisar a fondo" las relaciones con España, al tiempo que amenazó a las empresas españolas que operan en Venezuela. De hecho, aclaró que revisaría "las relaciones políticas, económicas y diplomáticas" con nuestro país, añadiendo:

Eso significa que las empresas españolas van a tener que empezar a rendir más cuentas y que yo voy a meterles el ojo a ver qué están haciendo aquí a todas las empresas españolas que estén en Venezuela.

Llueve sobre mojado, desde luego. A nadie van a sorprender estas formas personalistas de hacer política que tiene el Presidente venezolano, quien lleva basando toda su gestión en medidas puramente arbitrarias y demagógicas desde el principio de su mandato. Las empresas españolas estarán en Venezuela, digo yo, para lo mismo que están en cualquier otro sitio empresas de cualquier país: para invertir y ganar dinero. Si Chávez quiere iniciar ahora una cruzada particular contras las empresas españolas debido a un incidente diplomático con el Rey, no hace sino demostrar fehacentemiente las maneras autoritarias de las que suele hacer gala casi a diario. ¿Pero es que a alguien le puede caber en la cabeza que empresarios, trabajadores y ciudadanos todos puedan seguir adelante con sus vidas en una atmósfera de normalidad cuando el gobenante máximo de un país se descuelga cada dos por tres con medidas arbitrarias dirigidas contra tal o cual grupo que no le place? Como ya he dicho con anterioridad, no me parece justo acusar a Chávez de haber implantado una dictadura en Venezuela —al menos de momento—, pero sí que me parecen evidente sus modos autoritarios, demagógicos y personalistas. En todo caso, el asunto se ha caldeado tanto y el Presidente Chávez ha llegado a hacer unas amenazas tan obvias y explícitas que, ahora sí, me parece que el Gobierno haría bien en escuchar las sugerencias del PP para que se tome esto en serio y lance un mensaje inequívoco a las autoridades venezolanas.

Por cierto, que El Periódico de Cataluña continúa publicando interesantes artículos sobre el papel del Rey en todo esto: Antoni Segura ha escrito ¿Monarquía humana?, sobre el annus horribilis de la Casa Real (la caricatura publicada por El Jueves, la quema de fotos en Cataluña, el incidente con Chávez, la separación matrimonial de la infanta Elena...) y el progresivo proceso de "humanización" que parece estar experimentando, preguntándose si las consecuencias últimas de todo esto serán positivas o no; Pilar Rahola ha escrito Simpatía y torpeza real, subrayando que, aunque el incidente nos ha parecido bastante gracioso por aquí, la reacción de muchos latinoamericanos dista de ser la misma y Chávez parece haber salido reforzado del escándalo, apoyándose en su anti-colonialismo populista; y, finalmente, Juan-José López Burniol escribió La función del Rey, donde abunda en el mismo tipo de reflexiones que hiciera ayer Marc Carrillo en el mismo diario, aunque López Burniol está convencido de que todo esto no acabará afectando negativamente a la institución monárquica. En fin, que me alegro de que al menos en El Periódico de Cataluña estén dispuestos a debatir estos temas sin cortapisas ni autocensura, como parece estar sucediendo en el resto de la prensa. Yo estoy convencido de que no tiene sentido reivindicar la instauración de la III República en estos momentos, y que la Monarquía todavía nos proporciona unas garantías de solidez y estabilidad que jamás alcanzaríamos con un sistema republicano —¿alguien se imagina lo que tendríamos entre manos en estos momentos si, estando el patio como está, encima el Jefe del Estado fuera miembro de uno de los dos partidos principales?— pero ello no quita para que seamos capaces de discutir estos temas con madurez democrática, en lugar de ocultarlo bajo la alfombra, como parecen estar haciendo otros medios. {enlace a esta historia}

[Wed Nov 14 15:53:58 CET 2007]

Hace unos días me encontré casi por casualidad con un par de vídeos en YouTube de la presentación de Unión, Progreso y Democracia, el nuevo partido político patrocinado por Albert Boadella, Fernando Savater y otros. Pues bien, el discurso de Savater me pareció bastante bueno (vid. bajo estas líneas, en dos partes). No me cabe duda alguna de que la de Fernando Savater es una de las mentes más lúcidas de España en estos momentos. Uno puede estar o no de acuerdo con todo lo que dice, pero sus discursos y artículos transpiran siempre una impresionante sensatez.

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[Wed Nov 14 12:24:22 CET 2007]

Me había propuesto no escribir ni una sola palabra sobre el incidente entre el Rey y el Presidente hugo Chávez durante la Cumbre Iberoamericana, pero tantas cosas se han dicho y escrito sobre el tema —todo hay que decirlo: algunas de ellas demasiado desquiciadas— que no he podido resistirme a la tentación. Veamos. No son pocos los latinoamericanos que han creído ver en el comportamiento de nuestro monarca un cierto resabio colonialista, lo cual se ha visto extendido, además, a las subsiguientes declaraciones tanto de Chávez como del Presidente nicaragüense, Daniel Ortega. Chávez, de hecho, ha llegado incluso a exigir que el Rey pida disculpas a Venezuela y a Latinoamérica por el incidente. Así pues, tenemos, en primer lugar, la actitud —nada nueva, por otro lado— de quienes parecen pensar que es posible achacarlo todo al colonialismo y el racismo para justificar cualquier atropello o fechoría. Se trata del victimismo al que ya nos tienen más que acostumbrados, por desgracia, ciertos individuos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ningún —repito: ningún— crimen cometido hace siglos por los antepasados de alguien puede ser excusa suficiente para que faltarle al respeto al prójimo. Es más, también cabría preguntarse si acaso los antepasados del señor Chávez por aquellas fechas se sentaban plácidamente a negociar el tratado de paz después de derrotar al enemigo y coordinaban el retorno de los prisioneros a su hogar mediante la Cruz Roja Pre-Colombina o, por el contrario, se comportaban exactamente igual que los conquistadores españoles a quienes él acaba de acusar de "cortarles el cuello a los indígenas". Para colmo, tiene gaitas que un señor que no para de dar la tabarra con "el Socialismo del Siglo XXI" (esto es, una ideología, después de todo, proveniente de Europa) ahora se descuelgue con declaraciones indigenistas como ésta. En fin, nadie ha dicho jamás que la consistencia lógica sea precisamente una de las virtudes de Chávez.

Pero es que, en segundo lugar, encuentro algo descorazonador que a estas alturas de la película aún no hayamos acertado a entender que el respeto al prójimo, comparta o no mis ideas, es de una importancia primordial. Gaspar Llamazares, por ejempo, ha afirmado que Chávez "no dice nada que no sea verdad" y que Aznar "no actuó de forma democrática". Bien. De acuerdo. ¿Y eso es motivo para lanzar improperios? ¿Se puede decir, como ha dicho Chávez, que la defensa que Zapatero ha hecho de Aznar es sorprendente porque equivaldría a que Angela Merkel, canciller alemana, hiciera una defensa pública de Hitler? Se podrá decir, desde luego, pero ello no quita para que sea una sandez. Aznar nos puede gustar más o menos, pero no es Hitler. Aún más, ¿es ésa razón suficiente para que Chávez interrumpa cada pocos segundos las palabras del Presidente español sin permitirle siquiera expresarse, que es al fin y al cabo lo que causó la intervención del Rey? El comportamiento de Chávez fue, como suele ser el caso, zafio, maleducado, irrespetuoso y mesiánico. Y también es posible estar de acuerdo con sus ideas (como parece ser el caso del señor Llamazares) y, al mismo tiempo, reconocer lo grosero de su comportamiento. No veo por qué lo uno haya de estar reñido con lo otro, aunque sí que me temo que hayamos llegado ya a un punto tal de sectarismo en el debate político que ni siquiera sepamos respetar las más mínimas normas de cortesía.

Y, hablando de normas de cortesía y posiciones sectarias, entramos en el siguiente punto. Como, por desgracia, era de esperar, algunos dirigentes del PP han aprovechado, una vez más, que el Pisuerga pasa por Valladolid para lanzar unas cuantas críticas al Gobierno. En este caso, se le acusa de haber promovido el comportamiento irresponsable del Presidente venezolano con una política exterior equivocada. Ya he comentado en estas mismas páginas que no comparto del todo la política que Zapatero ha venido aplicando en Venezuela —aunque, me temo, tampoco estoy de acuerdo, aún menos, con la que propone el PP—, pero independientemente de lo que uno piense de Zapatero, del Rey, de Aznar, del PSOE o del PP, hay ocasiones en las que uno tiene que ponerse del lado de la simple decencia y el civismo, y los dirigentes del PP que han aprovechado el incidente para meter palito en candela han demostrado, me parece, una clara irresponsabilidad incompatible con el papel que le toca desempeñar al principal partido de la oposición. Es más, es que la acusación de hecho es falsa. ¿Podrían acaso estos dirigentes populares afirmar que, pese a haber adoptado una obvia política anti-chavista que se encuentra en las antípodas de la que defiende Zapatero, el Presidente venezolano haya aminorado sus ataques e insultos contra Bush? Sencillamente, no hay correlación alguna entre una cosa y otra. Cuando alguien se comporta como un botarate maleducado, lo hace independientemente de las ideas y políticas que los demás defiendan. El exabrupto, por desgracia, no suele ser sino una consecuencia directa de la falta de modales, y punto. No hay que buscarle tres pies al gato y pensar que la causa pueda estar en otro lado.

Y entramos, finalmente, en otro aspecto del escádanlo que me llamó la atención, aunque la frasecita se encontraba no en el titular sino muy dentro de la noticia. En un artículo recientemente publicado por el diario Público sobre las críticas de Rajoy a la política exterior del Gobierno Zapatero a raíz del incidente entre Chávez y el Rey, me encuentro con la siguiente declaración de Zapatero:

Si alguien en una reunión internacional ataca y descalifica a alguien aunque sea un rival o un adversario siento tu compatriota, debes salir a defenderlo.

Pues mire, no. No tengo la obligación de defender a la persona que haya sido atacada o descalificada porque sea mi compatriota, sino porque el individuo que está lanzando los improperios se está comportando con muy poca clase y está rompiendo una de las más elementales normas de convivencia (el respeto mutuo que todos nos debemos para vivir en paz). Más vale que tengamos las ideas bien claras con respecto a temas como éste porque si no corremos el riesgo, a tenor de las palabras de Zapatero, de que la ola identitaria se extienda incluso a las cuestiones más elementales de comportamiento cívico.

En fin, que este incidente ha venido a demostrar la preocupante desorientación que impera estos días en asuntos tan básicos como el civismo y las normas de comportamiento. Tan perdidos estamos en medio de la vorágine de los cambios sociales, económicos y tecnológicos que casi no acertamos a darnos cuenta de lo más simple. Nos falta sensatez.

Ahora bien, cuestión bien distinta es lo que nos pueda parecer la interjección del Rey desde un punto de vista más legal o político, que es precisamente lo que saca a colación Marc Carrillo, catedrático de Derecho Constitucional, en un artículo publicado hoy por El Periódico de Cataluña. Destaca Carrillo cómo en nuestro sistema político el Rey reina pero no gobierna —algo de sobra sabido y asumido por todos— y cómo éste se encuentra en una posición jurídico-constitucional muy específica, pues su persona es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. A partir de ahí, Carrillo pasa a hacer unas consideraciones que, curiosamente, nadie parece haber tenido en cuenta con respecto a este tema;

Al margen de considereaciones de otro orden, desde un punto de vista constitucional el incidente de Santiago no es una cuestión banal, porque se produce en el contexto de la política exterior del Estado. Y, además, en relación con un ámbito geográfico especialmente sensible como es la comunidad de estados de Iberoamérica. No hay que olvidar que la dirección de la política exterior le corresponde al Gobierno de turno, quien responde de ella ante las Cortes Generales y, en su caso, ante el propio electorado. Sin excepción de áreas geográficas, incluidos los países latinoamericanos.

[...]

El problema constitucional que ha puesto de manifiesto el incidente es el relativo al papel del monarca en este ámbito de las relaciones internacionales. Por más que formalmente la Constitución establezca que en ellas el Rey asume la más alta representación del Estado, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, es la propia norma constitucional la que dice que ello lo hará conforme a las funciones que la Constitución y las leyes le atribuyen. Y ello quiere decir que en esas funciones de orden simbólico, representativo y no ejecutivo, el Rey, si actúa y se expresa públicamente, lo ha de hacer acorde con el Gobierno. La consecuencia de ese acuerdo con el poder ejecutivo, del que el Rey no forma parte, es que el Monarca debe desaparecer del debate y la controversia políticas. Para eso ya están el Gobierno y sus ministros. El Rey ha de evitar el primer plano, ha de quedar al margen y por encima del debate partidista. En caso contrario, su posición constitucional resulta inadecuada. Es una lógica y obvia servidumbre de una institución como la monarquía, que por su propia razón histórica queda al margen del principio democrático.

En este sentido, la equivocación del Rey fue interferir en lo que al fin y al cabo no deja de ser parte de la política exterior hacia la comunidad de naciones iberoamericana, que debería estar marcada por el Gobierno y las Cortes, y no por el monarca. En consecuencia, lo que en líneas generales podemos considerar una reacción ética y cívicamente intachable como individuo no lo es tanto como detentador de un cargo institucional determinado, el de Rey de todos los españoles. En este sentido, el monarca debería haber sido algo más discreto y haber evitado una intervención de tanta resonancia. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 13 17:36:09 CET 2007]

El Periódico de Cataluña publica hoy una interesante entrevista con E. O. Wilson de la que merecen destacarse unas cuantos comentarios sobre la naturaleza humana y el concepto de altruismo:

— ¿De verdad la sociedad humana es tan parecida a las comunidades de insectos?
— Sí, porque ninguna de las dos existiría si no hubiera un mínimo de altruismo. Todos los animales sociales son altruistas. Hace años, se pensaba que sólo lo eran con sus familiares: una manera de garantizar la continuidad de sus propios genes. Hoy se sabe que no es así. Las hormigas son capaces de dar su propia vida por otros ejemplares, aunque no compartan sus genes.
— ¿Ya no vale la ley de la supervivencia?
Las leyes de la selección natural siguen en pie, pero no actúan sólo sobre los individuos. Existe también una selección de grupo. En principio, un insecto egoísta tiene más probabilidad de sobrevivir que uno que es altruista. Sin embargo, un individuo que forma parte de un grupo bien cohesionado tiene todavía más opciones.
— Ponga un ejemplo.
— En las sociedades humanas, los individuos enfermos que no sobrevivirían en soledad pueden vivir y reproducirse. En el interior de un organismo, las células egoístas de un cáncer prosperan perjudicando a las otras, pero acaban matando al propio organismo. Sin embargo, un cuerpo sano, donde todas las células cooperan de manera altruista, sobrevive. Una sociedad animal o humana es como un superorganismo.
— Pero tanto en la naturaleza como en la sociedad reina la violencia...
El altruismo tiene un límite natural: los recursos disponibles. El punto es que los individuos egoístas triunfan dentro de un grupo, pero los grupos de egoístas salen derrotados de la confrontación con otros grupos altruistas. Los grupos de abejas están en guerra constante entre ellos. También los humanos del Pleistoceno vivían en un ambiente con recursos limitados. Ampliar el territorio de un grupo perjudicando a otro era una manera de aumentarlos. Por esta razón, lograr la paz global es tan difícil: la tribu y la territorialidad están inscritas profundamente en nuestro cerebro, las hemos heredado con nuestros genes.

La reflexión sobre las egoístas células cancerígenas me parece un buen ejemplo de lo que en inglés se llama "pensar fuera de la caja" (esto es, ser capaz de ver las cosas desde una perspectiva completamente nueva). Habitualmente pensamos que las células cancerígenas triunfan, pues tendemos a ver las cosas desde la perspectiva de un juego de suma cero: el cáncer triunfa y liquida a las células "buenas". Ni siquiera se nos ocurre, como afirma E. O. Wilson, que se trata de una victoria pírrica, pues al destruir el organismo que las cobija, acaban por cometer suicidio. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 13 13:20:46 CET 2007]

Echándole un vistazo a las noticias por aquí y por allá, me encuentro con un artículo de Carles Pastor titulado ¡Viva la Padania! publicado por El Periódico de Catalunya en el que expresa su preocupación por el hecho de que las reivindicaciones territoriales se limiten demasiado a menudo a meras cuestiones monetarias:

Hace 10 ó 15 años, cuando empezamos a oír hablar de la Liga Norte y de la Padania (la Italia industrial que quería separarse del sur subdesarrollado), nuestros nacionalistas repetían que el caso de Catalunya era distinto. Los padanos todo lo basaban en el dinero: los ricos del Véneto o del Piamonte no querían subvencionar con sus impuestos a los pobres sicialianos o calabreses y a la burocracia de Roma. Los catalanes —decían— teníamos hechos diferenciales más nobles: historia, lengua y cultura, instituciones propias... que justificaban nuestras aspiraciones nacionales.

Ahora, independentistas, nacionalistas y algún socialista casi no hablan más que de dinero. "Es de sentido común", dice Puigcercós, que los impuestos que pagamos los catalanes se queden en Catalunya (no lo dice, pero piensa en todos). ¿Hemos abierto los ojos o nos hemos sumado al ¡hala!, cada uno a lo suyo? Con ese mismo "sentido común", ni habría fondos de cohesión europeos ni fondos estructurales y, si me apuran, ni un mal ambulatorio en el Pirineo ni una zona verde en Nou Barris.

Nunca me ha atraído mucho el concepto de sentido común, la verdad sea dicha. A lo mejor le tendré que dedicar unas palabras uno de estos días, pero fundamentalmente lo que no me gusta del concepto es que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Se trata de un comodín para justificar todo tipo de decisiones, sobre todo si éstas se limitan a sostener el status quo. En todo caso, Pastor tiene más razón que un santo. Lo que ahora se nos plantea no es nada nuevo y hace tiempo que era claramente descrito con un término bien sucinto: insolidaridad. De ahí que sea tan difícil de concebir que haya tanto nacionalistas de izquierdas reivindicando esta idea de que solamente quienes pagan los impuestos pueden beneficiarse de ellos. ¿Dónde quedan, entonces, las políticas redistributivas y de justicia social? ¿De qué izquierda estamos hablando? {enlace a esta historia}

[Tue Nov 13 12:56:19 CET 2007]

Casi más que por sus viñetas, lo que me gusta de Forges son las imágenes que aparecen en el fondo y que vienen a ilustrar bastante bien el ambiente en que vivimos.

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[Mon Nov 12 12:49:12 CET 2007]

Ya he escrito en varias ocasiones sobre la nefasta cultura del lamento que tan poderosa presencia tiene entre nosotros, como también he escrito bastantes veces sobre el excsivo aprecio que se tiene en nuestros diarios por lo que pudiéramos llamar el periodismo de denuncia permanente. Y es que, apenas salimos de la literatura de denuncia tan popular entre la progresía en la época del otrora prestigioso realismo social, que ya hemos entrado en otra nueva ortodoxia (la columna de opinión escrita "para dejar las cosas claras", "sin pelos en la lengua", que delata a diario la desvergüenza y estupidez de "nuestros políticos", "nuestros hombres de negocios" y cualquier otro grupo que se ponga por delante) igualmente inútil pero que nos hace sentir mejor (o, al menos, ésa es la sensación que se tiene uno). Imagino que este estilo de comentario político y social engarza directamente con la vieja tradición del arbitrismo español en la que individuos cuasi-endiosados construían sus castillos de naipes sobre la mejor forma de solucionar los problemas nacionales sin siquiera preocuparse de arremangarse y ponerse a trabajar con la excusa de que tanto vale la pluma como cualquier otra herramienta. Y, claro, así nos ha ido y así nos va. Al personal le encanta hablar sobre todo lo divino y lo humano, pero pringarse en la complicada vida real es harina de otro costal. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Veo dos problemas fundamentales con esta actitud: en primer lugar, responde a una realidad política que hace ya bastante tiempo que dejamos atrás, en el sentido de que nuestros arbitristas tenían a menudo bien pocas posibilidades de llevar a cabo sus planes en un contexto político dominado por el caciquismo y los autoritarismos de un tipo o de otro, pero esto ha cambiado en las últimas tres décadas, con lo que nuestros arbitristas contemporáneos bien podrían comenzar a pensar en la posibilidad de mojarse o callar; pero es que, en segundo lugar, se hace cansino leer una y otra vez quejas, lamentos y críticas que, lejos de intentar aportar solución alguna, parece que se regodean en la mera censura resignada de los comportamientos sociales. Se trata de un pesimismo vital, de una resignación tan profunda e incapaz de proponer modelo alguno de implicación práctica en la resolución de los problemas (ésta, como de costumbre, se deja a "las autoridades", al Gobierno) que no hace sino ahondar en la herida. Si quieren algún ejemplo de lo que estoy hablando no tienen más que echarle un vistazo a las columnas que escribe Javier Marías para el suplemente dominical de El País. El buen hombre arremete contra cientos de molinos de viento desde su prestigiosa columnita y en muchas ocasiones tiene más razón que un santo. Ahora bien, la solución siempre queda en el aire. Propuestas prácticas nunca hay niguna. Todo se deja a la vaga resolución de "las autoridades", se supone. La verdad, me parece mucho más consecuente y positiva la actitud tomada por Fernando Savater recientemente con el proceso que ha iniciado para la fundación de un nuevo partido político. Es bien posible que se vea premiado con el fracaso más estrepitoso, pero al menos intenta algo con efectos prácticos, algo más allá del lamento de siempre, y encima al coste de enfadar a la gente y perder lectores.

Pero bueno, viene todo esto a cuento de un reciente artículo de Juan Manuel Prada publicado en ABC en el que el escritor arremete contra el ecologismo chic representado por Al Gore. Vaya de entrada que, puesto que no he tenido la oportunidad de leer otros artículos de Prada, no le puedo acusar de caer en el arbitrismo resignado del que sí que puedo acusar a Marías, pero de todos modos el contenido de este texto en particular viene a cumplir con todos los requisitos. El autor, primero, generaliza un comportamiento y lo asigna a toda una categoría de personas (en este caso, todo aquél que se identifique con las ideas progresistas), después simplifica e incluso tergiversa el comportamiento que merece toda su ira y, finalmente, concluye... pues la verdad es que no se sabe muy bien dónde concluye. A Al Gore y a los progres me los ha dejado para el arrastre, eso es verdad, pero cuesta trabajo ver si hace alguna propuesta constructiva que ayude a solucionar el problema del calentamiento global y ni tan siquiera el de la popularidad de lo que él denomina la "matrix progresista". Pero es que, además, recurre a claras distorsiones o incluso falsedades (cuidado, porque no pretendo afirmar aquí que Prada esté mintiendo, sino que creo más bien que dice lo que dice por mera ignorancia). Por ejemplo, escribe en su artículo:

El progre afirma, por ejemplo, que los biocombustibles son ecológicos y que son la energía alternativa del futuro; y no hay quien rechiste. Ahí tenemos al brasileño Lula da Silva, que está arrasando la selva amazónica para plantar soja a troche y moche y ha conseguido erigirse en paladín del medio ambiente sin despeinarse, el tío. El progre ha instaurado una nueva realidad paralela que nadie osa rebatir, una suerte de Matrix donde se puede vivir plácidamente, con la condición de que la pongas en entredicho. Pero el Matrix progre es mucho más elaborado que el urdido por los hermanos Wachowsky en su célebre trología: allí aún había la posibilidad de rebelarse contra los fabricantes de espejismos; en el Matrix progre, los fabricantes de espejismos poseen la habilidad de aparecer como redentores de la humanidad.

Ahora el gran fabricante de espejismos del Matrix progre se llama Al Gore. el gurú del cambio climático es, desde luego, un tipo con una jeta de feldespato: hace apenas unos años, fue vicepresidente de un gobierno que se negó a firmar los protocolos de Kyoto; y hoy tiene redaños para exigirnos que apaguemos antes de acostarnos ese botoncito de la tele que cierra el flujo de corriente. Pero en el Matrix progreso las hipocresías más chirriantes pueden pasar inadvertidas. También a los palurdos que, allá en los siglos más oscuros del medievo, escuchaban las prédicas tremebundas de cualquier charlatán que les auguraba calamidades sin cuento si no renegaban de la lujuria les pasaba inadvertido que luego el charlatán, con el dinero recaudado en la prédica, se corriera una juerga en el burdel del pueblo vecino; o talez que lo advirtiesen, pero consideraban que el charlatán estaba en su derecho a contradecirse. Al Gore, gran fabricante de espejismos del Matrix progreo, pretende que apaguemos ese botoncito de la tele que cierra el flujo de corriente antes de acostarnos, pero luego cobra doscientos mil pavos por endilgarnos su cháchara apocalíptica, dinero que tal vez apoquine una multinacional eléctrica. Y no hace falta decir que Al Gore se desplaza por el Matrix progre en avión privado; pero hemos de pensar que su avión privado no gasta queroseno, tal vez funcion con soja, o a pedales.

No voy a entrar ahora en el fondo del asunto (esto es, el uso y abuso que se pueda hacer de un tema que preocupa a la sociedad, como puede ser el cambio climático que Prada saca a colación en su artículo, o el famoso "España se desmorona" de otros, que todo hay que decirlo), pero sí que me parece importante escribir las cosas con honestidad y hacer un esfuerzo por respetar la verdad. Y en este caso me temo que Prada se está tomando demasiadas libertades. Veamos. En primer lugar, no es cierto que los progres piensen que los biocombustibles son ecológicos y que se trate de "la energía alternativa del futuro". De hecho, si Prada se hubiera molestado siquiera en oír lo que tienen que decir los ecologistas, se habría dado cuenta de que mantienen precisamente lo contrario. Llevan ya tiempo avisándonos de que los biocombustibles no hacen sino parchear el problema, trasladar la escasez y la dependencia energética de un mercado a otro, de un país a otro, y, de paso, destruir el ecosistema en las regiones en vías de desarrollo. Y lo mismo cabe decir con respecto a la política de Lula hacia el Amazonas. Y, por lo que hace a la afirmación de que Al Gore "fue vicepresidente de un gobierno que se negó a firmar los protocolos de Kyoto", si Prada supiera siquiera de qué está hablando sabría que en el sistema político estadounidense hay una clara división de poderes, y aunque la Administración Clinton estaba a favor de la firma del protocolo, la mayoría republicana en el Senado se negaba en redondo a aprobarlo. Así pues, entre una cosa y otra, la verdad es que el artículo de Prada pierde bastante fuerza, lo que no quita para que dejemos de reconecer que le asiste parte de razón al criticar la aceptación de aquellas ideas que están de moda sin pasarlas por el tamiz previo de la crítica. Pero, por desgracia, éste no es sólo un defecto de los progresistas. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 12 10:58:38 CET 2007]

Me ha gustado la viñeta de Erlich publicada hoy por El País:

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[Thu Nov 8 13:00:01 CET 2007]

Público incluye hoy un artículo sobre Ismael Grasa, ganador del Premio Ojo de la Crítica por su novela Trescientos días de sol donde se nos habla de la bitácora personal del autor:

Y es en estas páginas de Internet donde también se desvela parte de la personalidad de Grasa, y ese carácter ácido de "escribir siempre a la contra", tal y como él reconoce.

¿Un ejemplo? Su reciente post sobre los monjes budistas. Nada condescendiente. ¿Por qué? "Porque siempre se les tiende a mirar con simpatía y no se piensa que es un régimen tan teocrático como los islamistas. Nuestra conciencia occidental a veces se apoya en falsos iconos", apunta.

En el mismo sentido reflexiona sobre el misticismo que hay con respecto a la india. "Es que vamos pensando que son pueblos que conservan unos valores que nosotros hemos perdido, pero no es así. La más alta moral y los modos más refiniados proceden de la civilización democrática, y eso es lo que nosotros tenemos", apostilla el escritor.

Vaya por delante que "escribir a la contra" me parece tan cansino y equivocado como "escribir a favor" porque sí, por principio. Todo tiene su lugar, y hay ocasiones en las que conviene criticar, pero también hay otras en las que conviene alabar. No caigamos, por favor, en el defecto de escribir con prejuicios de uno u otro tipo o, peor aún, en el partidismo terco que tanto se ve por todos sitios. Ahora bien, dicho esto, me parece que tiene razón Grasa al criticar nuestra condescendencia hacia los monjes budistas. Compararlos con el fundamentalismo islamista me parece excesivo —todo hay que decirlo—, pero no está de más subrayar que caen en el mismo dogmatismo totalizante que afecta a otras religiones, si bien debiera estar ya muy claro a estas alturas que ha habido pocas cruzadas budistas en los miles de años de historia de esa religión, y por algo será. Así pues, donde me parece que Grasa puede estar en lo cierto es no tanto en las afirmaciones sobre los monjes budistas en concreto como en su crítica de las posiciones excesivamente idealistas a la hora de juzgar culturas exóticas, lo cual aprovecha él para afirmar su fe en los principios occidentales que han llevado a la construcción de las sociedades democráticas contemporáneas. Ahí sí que estoy con él sin ningún género de dudas. Recomiendo la entrada de su bitácora donde reflexiona sobre las peripecias de Osel, el niño granadino que fue reconocido como reencarnación de un lama tibetano hace ya tiempo. Por cierto, que es ésta precisamente una de esas bitácoras que desmienten la rotunda afirmación que tan a menudo oímos estos días que descalifica el mundo de los blogs como repleto de irresponsabilidad y sectarismo. No voy a ser yo quien niegue que eso existe, pero me parece bastante miope —como escribía hace un par de días— fijarse solamente en eso como si no existieran también los usos constructivos de la Red. Y es que algunos disfrutan de verdad el papel de Pepito Grillo.

Ahí les dejo un texto con mucha enjundia, tomado precisamente de la entrada de su bitácora en la que Grasa reflexiona sobre la llamada revolución azafrán y que queda referido unas líneas más arriba:

Los monjes tibetanos, por ejemplo, están lejos de representar el movimiento democrático. Más bien encarnan un régimen teocrático que, si bien parece rechazar la violencia en un primer plano, es fácil que la consienta, o dé lugar a ella. Siempre me han parecido algo inquietante todas esas películas e historias de personas que van a encontrarse "a sí mismas" a Lasa o a otras cimas del budismo tibetano. Suelen ser personas que proceden de países democráticos, donde se publican periódicos y hay investigación científica. Y, de pronto, en medio de un régimen desquiciado de creencias en reencarnaciones, de niños utilizados, apartados de sus padres en nombre de una intuición divina; en medio de un régimen sexista y feudal, ajeno a la mayoría de las libertades y logros que hemos alcanzado en el mundo occidental y su entorno; en medio de un sistema educativo de castas, donde todo viene a ser una especie de catecismo inmenso, que saben lo que es coger un avión, que han tenido novias y novios y han estudiado en campus de universidades, sienten una iluminación interior que les hace felices y bondadosos. Ya digo que hay algo en todo esto que siempre me ha resultado extraño.

[...]

Posiblemente tengamos más razones para recelas del Dalai Lama que de Benedicto XVI, pero las acogidas que reciben uno y otro en nuestro país son de carácter opuesto. Ya se ha comentado a este respecto la devoción que sienten hacia el Lama las primeras líneas del pensamiento nacioalista, como Carod Rovira. La filosofía, como todo el mundo sabe, no nace en las montañas, sino en las ciudades portuarias. El nacioanlismo esencialista, en cambio, tiende a poner los ojos en los líderes del pensamiento montañés como el Dalai Lama.

Los simpatizantes con la causa tibetana, los que se han venido oponiendo a la presencia de las fuerzas armadas chinas, no siempre han tendido a ser defensores del Estado de derecho y la alfabetización en esa parte del mundo, sino más bien de su independencia pol&iacuet;tica y de la preservación de un modo de ser, de una religión, de un lugar de peregrinaje. Seguimos pensando en clave de "reserva espiritual". Lo que nos gusta del budismo, su renuncia a la violencia o al proselitismo, es algo que se presupone en democracia.

¡Chapeau, señor Grasa! {enlace a esta historia}

[Thu Nov 8 12:41:03 CET 2007]

¡Cosas veredes! Al parecer, el padrino de la Mafia italiana, que acaba de ser detenido por la policía, llevaba consigo un decálogo detallando el comportamiento del buen mafioso que sorprende por su sensatez, la verdad sea dicha:

El primer mandamiento prohíbe "prestar dinero directamente a un amigo" y aconseja, si es necesario, hacerlo a través de una tercera persona. El segundo es que "no desearás a la mujer del prójimo". El tercer mandamiento prohíbe cualquier tipo de relación con la policía y, además, el verdadero "hombre de honor" tampoco se deja ver por bares y círculos sociales, como explica el cuarto. Y, si el deber le llama, tiene que estar disponible en cualquier momento, incuso, cita el quinto mandamiento, "si su mujer está a punto de parir".

El documento, entre decálogo mafioso y manual de buenas maneras, exige a los hombres de la Cosa Nostra "puntualidad" y el respeto "de manera categórica" de todas las citas. En el séptimo, tras prohibir desear a la mujer del prójimo, se exige "el respeto a la esposa". El octavo obliga a "decir la verdad" a cualquier pregunta y en cualquier situación. Mientras, el noveno hace referencia a una de las reglas de la "dignidad" magiosa: se puede matar, extorsionar, traficar, pero nunca "robar dinero de otras personas o de otros clanes mafiosos". El decálogo se completa con un mandamiento más complejo, en el que se dan indicaciones precisas sobre quién puede formar parte de la Cosa Nostra o, más bien, quién no podrá jamás entrar en la "familia". La organización no permite la entrada "de quien tiene un familiar en las fuerzas del orden", quien ha "traicionado sentimentalmente" a la mujer, tiene "un mal comportamiento o no demustra valores morales".

¿Qué digo yo sensatez? Sensatez y hasta conservadurismo moral dentro de un límite, por supuesto. Curioso. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 8 10:50:23 CET 2007]

Mientras leía una noticia las últimas declaraciones de Aznar respecto a la sentencia del 11-M que no viene a cuento, me encontré con el siguiente detalle que me llamó la atención:

La noticia se difundió rápidamente en los mentideros del PP, y dominó la rueda de prensa que Juan Costa y Soraya Sáenz de Santamaría ofrecían en la sede central para hablar de sus propuestas municipales —entre ellas, la de que el partido más votado se lleve la mitad más uno de los concejales y que Regina Otaola, alcaldeza de Lizartza, sea presidenta de la Federación de Municipios y Provincias—.

Y me llamó la atención ese pequeño detalle porque me parece que ambas propuestas, aun siendo hechas con la mejor de las intenciones, son equivocadas. Vayamos por partes. En primer lugar, es cierto que los candidatos populares han obtenido el mayor número de votos en bastantes localidades españolas durante las recientes elecciones municipales y, pese a ello, no han podido gobernar por no contar con el apoyo mayoritario de los concejales. Por tanto, son muchos los casos en los que se ha formado un Gobierno municipal de izquierdas gracias a la coalición entre PSOE e IU. Entiendo que esto pueda causar cierto desengaño entre militantes y simpatizantes del PP, pero me parece igualmente importante darse cuenta de que el nuestro es un sistema inspirado en la proporcionalidad y la primacía del foro de discusión —es decir, los parlamentos a nivel nacional y autonómico o los concejos a nivel local—, y no un sistema presidencialista. Eso es algo, por supuesto, que puede cambiarse, pero que si queremos hacer debería hacerse con todas las de la ley y por razones de peso. Lo que no me parece tan conveniente es reformar el método de elección de nuestros alcaldes y gobiernos municipales como consecuencia de un desengaño particular que pueda haberse dado aquí o allá, afectando a tal o cual partido político. Las reformas deben hacerse porque creemos que son necesarias para mejorar el funcionamiento de las instituciones —en este caso, municipales—, y no por razones de conveniencia política en un momento dado. Por desgracia, éste no es el caso. Lo que proponen Juan Costa y Soraya Sáenz de Santamaría no es una reforma para mejorar el funcionamiento de las instituciones, sino tan sólo un cambio legal que facilite que su partido pueda alzarse con la mayoría aunque tenga a todas las demás fuerzas políticas enfrentadas a ellos y el PP muestre una clara incapacidad de convencer a nadie que ya no esté previamente convencido. Eso a mí no me parece acertado. Y, por lo que hace al segundo tema —la designación de Regina Otaola como presidenta de la Federación de Municipios y Provincias—, el error me parece de otra naturaleza bien distinta, si bien causado una vez más —estoy convencido— por lo que al fin y al cabo no es sino una buena intención. Sencillamente, las personas deben elegirse para tal o cual puesto por su capacidad de gestionar los asuntos públicos y de desenvolverse en el cargo para el cual las estamos eligiendo, y no por asuntos de imagen o simbolismo —o, al menos, no deberíamos elegirlos principalmente por este motivo, aunque bien pudiera ser una de las muchas razones que consideráramos a la hora de tomar una decisión. No creo que nadie le niegue a Regina Otaola la valentía, la entereza e integridad de que ha hecho gala durante estos últimos meses al hacerse cargo de un Ayuntamiento como del de Lizartza, pese a las constantes amenazas contra su persona provenientes de los fanáticos asesinos del entorno de Batasuna. Sin embargo, por mucha simpatía que podamos sentir hacia Otaola, ello no quita para que su comportamiento no sea suficiente para hacerla merecedora del cargo en cuestión. Convendría hacer un esfuerzo por mantener la cabeza sobre los hombros y las ideas bien claras. {enlace a esta historia}

[Thu Nov 8 09:50:25 CET 2007]

La foto publicada hoy por El País junto a la noticia titulada Un Senado vacío pide más protagonismo no necesita más comentario:

{enlace a esta historia}

[Wed Nov 7 13:43:38 CET 2007]

El País publica un artículo hoy sobre la inesperada competencia que el tren le está planteando al tren a principios de este siglo XXI. Se refieren al tren de alta velocidad, claro, y la lista de ventajas es bastante larga:

El tren es más puntual: el año pasado el AVE Madrid-Sevilla llegó a su destino a tiempo en una media de 996 de cada 1.000 trayectos. El tren es más seguro: el TGV ha transportado a más de mil millones de personas en 27 años y no ha habido ni un herido grave. El tren es más cómodo: más espacio en los asientos para las piernas y los codos, la posibilidad de levantarse a caminar cuando uno quiera e ir a tomarse un café en el bar. El tren es menos malo para la salud: menos posibilidad de contagiarse de los gérmenes atrapados en las cabinas de los aviones, y menos fluctuaciones bruscas en la presión atmosférica.

El tren es, además, mejor para el medio ambiente: emite cuatro veces menos dióxido de carbono por kilómetro que un avión, y menos todavía comparado con lo que emiten los aviones en recorridos cortos. La fiabilidad del tren no está sujeta a los caprichos del tiempo: las posibilidades de mareo son mínimas y la turbulencia es inexistente. El tren exige menos tiempo de espera en la estación que el avión en el aeropuerto, donde la incertidumbre de lo que pueden durar las colas de facturación o de seguridad obligan al pasajero a salir antes de casa. El tren es menos estresante: tanto por la facilidad y rapidez del paso por las estaciones como por la sensación que tienen muchos de que el peligro es mucho menor en el tren que en el avión.

El tren permite al pasajero convertir todo su equipaje en "equipaje de mano", lo cual evita las esperas en los aeropuertos de llegada y las no infrecuentes pérdidas de maletas. El ren sirve de oficina de alta belocidad, debido a que se pueden usar sin restricciones el ordenador, el teléfono móvil e internet. El tren llega al centro de las ciudades.

Yo sigo usando el tren tanto como puedo, sobre todo cuando me tengo que llegar por Madrid. Guardo muy buenos recuerdos de los viajes que hice cuando, como estudiante universitario, cogía el Talgo para transportarme de Sevilla a la capital (o vicevesa) al comenzar y finalizar las distintas épocas de vacaciones. Lejos de afrontarlo con estrés o temor, lo veía como una oportunidad magnífica para leerme todo un libro en el viaje, escribir algunas cosillas o simplemente conversar con el viajero de turno. Lo de la conversación espontánea casi ha desaparecido ahora con la alta velocidad, pero en aquél entonces, teniendo en cuenta que los viajes duraban cerca de siete horas, era casi una necesidad. Como se menciona en el artículo, no creo que el AVE vaya a acabar con el puente aéreo, pero sí le va a obligar a librar una dura competencia. {enlace a esta historia}

[Tue Nov 6 11:06:43 CET 2007]

No me gusta nada el prejuicio antitecnológico de que se hace gala demasiado a menudo en la prensa española. Me parece provinciano, paleto y obcecado, aunque, eso sí, siempre se nos presente revestido de una fina capa de humanismo trasnochado (y cuidado, porque no es el humanismo en general, en el que creo firmemente, el que me parezca trasnochado, sino más bien este tipo de falso humanismo ignorante y ramplón, preocupado más de las apariencias que de otra cosa, centrado al cien por cien en el mundo de las letras y desconocedor de las principios científicos más elementales, que tanto se prodiga por nuestros lares). Viene esto a cuento, por ejemplo, de una frase que me acabo de encontrar mientras echaba un vistazo a la reseña de Luis Ribot sobre el libro Maquiavelo. Epistolario privado publicada hace unas semanas en el suplemento El Cultural:

La correspondencia formaba parte del género epistolar, hoy prácticamente desaparecido, que constituía una de las partes esenciales de la Retórica...

¿Prácticamente desaparecido? ¿El género epistolar? ¿Pero sabe este hombre de lo que está hablando? ¿Tiene siquiera idea de que el uso principal de las nuevas tecnologías, en contra de lo que piensa casi todo el mundo, no es la web sino el correo electrónico? Yo no sé ustedes, pero yo dejé de escribir cartas bastante antes de que se extendiera lo que hoy conocemos como "la Red", y ha sido precisamente el correo electrónico el que me ha facilitado el mantenerme en contacto con amigos que viven y trabajan a miles de kilómetros de distancia, con quienes mantengo una correspondencia no ya activa y extensa, sino que además hay ocasiones en las que me puede llevar hasta meses elaborar un mensaje determinado. Así pues, el suspuesto fin del género epistolar no existe sino en la febril mente antitecnológica del señor Ribot y tantos otros que prefieren resignarse y suspirar por un pasado que siempre fue mejor en lugar de esforzarse por adaptarse a los nuevos tiempos y garantizar que ciertas prácticas individuales y sociales que nos benefician a todos encuentren su lugar en un mundo en cambio. Por supuesto, es mucho más difícil entregarse a esta tarea que acomodarse en el sofá, resignarse y lamentarse de todo (que, esto sí que sí, casi podemos considerar el auténtico deporte nacional).

En todo caso, no se trata ya de las continuas quejas sobre el SMS y los efectos de las nuevas tecnologías en la alfabetización de nuestros jóvenes, sino que a pesar de todas las estadísticas que vienen a desmentirlo, no son pocos los comentaristas de nuestra realidad social que afirman sin inmutarse que cada vez se lee menos. ¡Como si en España se hubiera leído nunca! Yo, desde luego, me encuentro ahora a mucha más gente que lee que hace un par de décadas, se pongan como se pongan estas sirenas de la desesperación. Pero es que, además, tienen la desfachatez (y la poca honestidad intelectual, todo sea dicho) de achacar los problemas que podamos estar viviendo como consecuencia de la crispación política a la existencia de las nuevas tecnologías y las bitácoras personales, que siempre salen a colación cuando alguno de los mandamases necesita un ejemplo de periodismo de opinión guiado or el insulto y la soflama. Pues no, mire usted, no. Que yo sepa, el señor Jiménez Losantos (ejemplo de cabecilla de quienes fomentan la incivilidad mediante la ofensa gratuita) lanza sus beligerantes peroratas desde las ondas de la radio y sus columnas publicadas por El Mundo, César Vidal escribe libros a patadas y nuestros políticos se despedazan públicamente desde las páginas de los periódicos y las pantallas de nuestros televisores. Así que, por favor, dejemos de culpar a las nuevas tecnologías por el ambiente de taberna portuaria que llevamos ya años fomentando desde los medios tradicionales. Es más, únicamente tenemos que echarle un vistazo a la prensa de la época de la Segunda República para ver cómo se las gastaban por aquellos tiempos y llegar a la conclusión de que tampoco está el patio tan mal como nos lo pintan. Si acaso, lo que sucede es que los grandes prebostes del periodismo hoy en día tienen mucha más influencia que antaño. Eso es todo. Pero ya está bien de andarse con frívolas críticas contra las bitácoras y la Red con las que le hacemos flaco favor, encima, a una sociedad ya de por sí menos avanzada de lo que debiera ser en estos aspectos. {enlace a esta historia}

[Mon Nov 5 13:44:20 CET 2007]

Al igual que el domingo pasado, leí ayer la entrevista que Charo Fernández-Cotty publica en Diario de Sevilla, en esta ocasión con la actriz Kiti Manver, quién pasea la literatura del Barroco español por los escenarios andaluces estos días con el espectáculo A la luz de Góngora. Me llamaron la atención en la entrevista un par de poemas de contenido erótico que rompen con la imagen tradicional que tenemos del poeta cordobés:

— ¿No le resulta demasiado culto?
— Todo el mundo le tiene terror asl Góngora culte ignora al autor irónico y superdivertido que hay en él. ¡A veces es hasta cochino!
— ¿De veras?
¿Qué es aquello tieso / con dos limones al cabo / barbado a guisa de nabo / blanco y duro como un hueso?
— Interesante poema.
— También tiene versos de pedos y de culos, con perdón. ¡Y del sexo femenino!
— ¿En esa época?
¿Y por qué mirando al techo / es su fruta más sabrosa? ¿Y por qué cuanto más la tapa / más se abre...?
— ¡Qué adelantado!
— Los hombres del Barroco sabían una barbaridad de todo. Uno de los poemas que hacemos en el espectáculo habla de la realidad y de la apariencia, y describe al ser humano y al mundo de forma muy moderna.
— ¿Me lo recita?
Todo se vende este día, / todo el dinero lo iguala: / la Corte vende su gala, / la guerra su valentía; / hasta la sabiduría vende la Universidad: / ¡verdad!

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[Mon Nov 5 09:48:30 CET 2007]

Público incluye hoy los resultados de una encuesta que suena de lo más razonable. Aunque el PP se mantiene a corta distancia del PSOE, éste aventaja al principal partido de la oposición por poco más de tres puntos porcentuales. Tal y como está el patio, es cierto que las encuestas electorales no son muy de fiar, pero ésta en particular incluye otros detalles que, en mi opinión, le conceden cierta fiabilidad:

Aunque el voto no está consolidado hay más factores que señalan una posible tendencia de aquí a las generales. Una de las mayores fortalezas del PP, la fidelidad de sus votantes, tiene relación con una de sus mayores debilidades. El PP conserva al 79% de sus votantes de 2004, pero no consigue despertar simpatías entre los demás partidos y los nuevos votantes. Un 33% de los encuestados manifiesta una especial incompatibilidad con el PP, tres veces más que los que la sienten hacia los socialistas. Sorprende que un 2% de los que en 2004 optaron por los populares, rechazan la posibilidad de repetir su voto. Las causas pueden ser la discrepancia con la política de oposición de los últimos cuatro años o la falta de confianza en la candidatura presentada. No ocurre en ninguno de los otros partidos.

La simpatía de los electores señalan en la misma línea. Aunque el PSOE pierde un punto y el PP avanza medio, la distancia sigue siendo importante. Casi un 30% manifiesta una especial afinidad hacia los socialistas mientras que el 22.5% lo hace por el PP. En medio, 7,3 puntos. En contra de los de Zapatero juega la menor fidelidad de los votantes socialistas. Sólo un 69%, diez puntos menos que los populares, manigiestan que repetirán en los próximos comicios. Entre los nuevos electores, un 36% manifiesta que votará al PSOE mientras que sólo un 21% se decanta por los populares.

Una de las opciones socialistas para volver a ganar en 2008 pasa por movilizar a los electores y evitar una abstención muy alta. Por ahora, un 53% de quienes se abstuvieron en 2004 siguen sin intención de acercarse a votar.

Estos factores unidos dan a los socialistas mucha más capacidad de crecer que al PP. Aunque los conservadores tienen un suelo electoral más sólido que los socialistas, les resultará más complicado que a éstos captar votos entre los desencantados de otros partidos.

[...]

Tanto en intención declarada de voto, como en tendencia electoral o en simpatías a los partidos más pequeños les resulta imposible arrancar un porcentaje de votos significativo a los grandes partidos. Peores son los resultados si se comparan con los obtenidos en las elecciones de año 2004. Ninguno conserva íntegros sus votos. La polarización de los dos grandes la pagan en este caso los pequeños.

Como decía, los resultados me parecen bastante fiables aunque, por supuesto, todavía puede llover mucho entre ahora y marzo. A pesar de todo, mucho me temo que los populares no cambiarán su estrategia de oposición hasta entonces. El acoso y derribo del Gobierno les dio resultados en 1996, y piensan que igualmente le pueden sacar réditos electorales ahora. No parecen darse cuenta de que las circunstancias son bien distintas: entonces hacían frente a un Gobierno desgastado tras casi quince años en el poder y acosado por los escándalos de corrupción, pero hoy ni lo uno ni lo otro se aplica al Gobierno de Zapatero. Estoy convencido de que el PP se ha equivocado en su estratega, pero me temo que no van a salir de su error hasta que caigan derrotados (si de hecho sucede así) en las urnas. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 2 16:26:44 CET 2007]

A fuer de resultar repetitivo, no me queda más remedio que volver a hablar de un tema que ya he venido discutiendo estos últimos días: el de los malos modales que imperan en la sociedad española. Y es que, en líneas generales, me sorprendió la actitud que tenían los chavales que nos acompañaron a mí, a mi esposa y a mis hijos durante la noche de Halloween: nada de "buenas noches", nada de "por favor", nada de "muchas gracias" y, por el contrario, un mucho de correr por llegar el primero, dar empellones, echar mano al tiesto de los caramelos para hacerse con la parte del león e, incluso, entrar dentro de las casas buscando el botín. La verdad es que me quedé boquiabierto. Claro que tampoco me sorprendí tanto cuando, apenas esa misma noche, tuve ocasión de ver unos minutos de Escenas de matrimonio, la popularísima comedia española de la cadena Telecinco, en la que nos presentan una sarta de insultos e imprecaciones bajo la guisa de "humor" que me parece de lo más bochornoso que uno pueda echarse en cara. Quien haya visto las telecomedias estadounidenses y británicas no tiene más que comparar nuestro producto nacional con ellas y avergonzarse. Y si alguien piensa que estoy siendo demasiado duro, no tiene más que echarle un vistazo a la siguiente perla:

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[Fri Nov 2 13:25:45 CET 2007]

Echándole un vistazo a un número antiguo de El Cultural, me encuentro con una frase entresacada de uno de los poemas de René Char que me pareció bellísima:

Yo estaba en uno de esos bosques donde el sol no tiene acceso, pero en los que, por la noche, penetran las estrellas.

De la misma forma, también leí una interesante anécdota narrada por Manuel Lozano Leyva, director del Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, quien acaba de publicar Los hilos de Ariadna en la editorial Debate:

...la respuesta que le dio Laplace a Napoleón cuando éste, al leer su obra sobre el sistema solar, arguyó que no veía a Dios por ninguna parte: "Sire, en ningún momento necesité tal hipótesis".

Para un agnóstico como yo, la anécdota narrada por el profesor Lozano Leyva intriga aún más al leer tan sólo unas líneas más abajo su respuesta a la pregunta sobre qué descubrimientos considera que han contribuido mejor a cambiar nuestra visión del mundo:

La evolución de las especie por medio de la selección natural de Darwin y Wallace. La demostración irregutable de tal teoría deshizo la mayor y más relevante parte de la supuesta obra de Dios. Las fluctuaciones cuánticas del vacío, o sea, que puede surgir materia y/o energía de la nada de forma espontánea, hizo innecesaria su existencia.

La verdad es que no había oído hablar antes de las fluctuaciones cuánticas del vacío, pero la entrevista me tiene bastante intrigado al respecto. Por cierto, que tampoco está de más sacar a colación aquí lo que Lozano Leyva tiene que decir a propósito de la energía nuclear:

Siendo catedrático de física nuclear se puede suponer que estoy a favor de la energía nuclear por deformación, interés, o qué sé yo. Yo, de lo que estoy a favor es de reducir el consumo; de separar de una vez la supuesta curva de la felicidad de la del consumo de energía. Por debajo de ciertos umbrales, sí hay relación entre energía y bienestar, pero el derroche actual es una locura. Puesto que nadie plantea tal reducción, no hay más remedio que acudir a la energía nuclear, la cual tiene muchísimas más ventajas objetivas que el petróleo, el gas, el carbón, etc. No contaminan, el combustible está esparcido por todo el planeta y, si se llega al torio superando al uranio, aún será más abundante y barato. Además, es una tecnología muy segura (lo de Chernobil fue más una consecuencia de la desintegraciól;n de la URSS que otra cosa). Si, para colmo de felicidad, se llega a controlar la fusión nuclear, pues tenemos garantizado un futuro espléndido.

Y, preguntado sobre el problema de los residuos nucleares, contesta:

Se presentan como el gran incoveniente de la energía nuclear y yo sostengo que es una de sus ventajas, porque no se vierten a ningún lado al permanecer localizados y controlados, lo que no se puede hacer con ningún otro residuo de la industria energética. Se habla de que duran miles de años, y eso es aplicable a las pirámides de Egipto e incluso a la Giralda, que lleva casi mil años sobre un subsuelo fangoso y ahí está en pie. Los residuos radioactivos se incinerarán antes o después, porque las tecnologías que se están poniendo a punto para ello a base de transmutación nuclear no necesitarán ni un siglo para ser operativas.

Algún día deberíamos afrontar un debate serio y riguroso sobre el tema de la energía nuclear, evitando las demagogias en que tan a menudo hemos caído desde la izquierda sobre este tema. Nos gusta dar lecciones sobre la creencia en mitos y la importancia del pensamiento crítico y la metodología científica, pero la verdad es que también nosotros tenemos nuestros dogmas intocables, y éste me parece que es uno de ellos. {enlace a esta historia}

[Fri Nov 2 12:43:26 CET 2007]

Hay ocasiones en las que uno casi desea esconder la cabeza como el avestruz para que no se le note el sonrojo. Si ayer mismo se hacía pública la sentencia del juicio sobre el atentado terrorista del 11-M, hoy mismo ya tenemos a dirigentes del PSOE y el PP aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid para tirarse los tiestos a la cabeza. Así, Alfredo Pérez Rubalcaba ha hecho un llamamiento a Rajoy para que reconozca de una vez por todas que ETA no tenía nada que ver con el atentado mientras Zaplana ha exigido al Presidente del Gobierno que reconozca "que Irak no ha sido". Y en ésas estamos. Después seguramente nos echaremos las manos a la cabeza cuando veamos la participación de los ciudadanos en las elecciones de marzo y nos preguntaremos cariacontecidos sobre las posibles causas de la abstención, achacándoselo todo a la siempre oportuna explicación de costumbre: la "apatía ciudadana". Vaya por delante que, de las dos declaraciones, la de Zaplana me parece con mucho la más descerebrada, pues nadie ha pretendido nunca que fueran los servicios de inteligencia iraquíes quienes se encontraran tras la trama del atentado del 11-M y, si por un mal de Dios, lo que Zaplana quiere decir es que el atentado no tuvo absolutamente nada que ver con el apoyo de Aznar a la guerra de Irak, pues a lo mejor debería preguntarse cómo es que el otro país afectado por un ataque similar fuera precisamente el Reino Unido, con lo que completamos el trío de las Azores. Pese a todo, tampoco es que Rubalcaba haga un alarde de tolerancia y buenos modales al decir lo que dijo. En fin, que la viñeta de Peridis publicada hoy por El País es la que, me parece, refleja mejor el rifirrafe partidista al que nos tienen acostumbrados socialistas y populares:

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[Fri Nov 2 10:20:07 CET 2007]

El País publica hoy un artículo de Gaspar Llamazares titulado Actualidad del Che en el que el líder de IU reivindica la figura del guerrillero argentino-cubano con los siguientes argumentos:

El Che sigue levantando pasiones aún hoy. Repasando la prensa de las últimas fechas, con motivo de su aniversario, es evidente que no ha disminuido su capacidad de ser referente, icono, símbolo de un determinado modo de entender el compromiso político y de la adecuación de la vida personal a ese modo de entender la vida pública. Lo peor de estos días, no obstante, es ese empeño de tratar de evaluar una referencia simbólica como la del Che desde parámetros políticos y morales actuales. Y tratar de hacerlo, además, desde una distancia que se presume aséptica en términos políticos.

No es defendible esa presumible neutralidad y lo que se evalúa hoy es también lo que se medía entonces: su actividad revoluionaria. El Che fue ejemplo de integridad política y moral, de denuncia, de consecuencia con unos ideales de emancipación y libertad. Esto es lo sustancial y por eso su figura no se ha empequeñecido con el tiempo. También por eso, en un tiempo de cambio como el que actualmente vive América Latina, el icono del Che sigue siendo enarbolado como estandarte de la emancipación. ¿Por qué molesta esto tanto?

Discrepo casi por completo. En primer lugar, me parece sumamente interesante que Llamazares critique el hecho de que evaluemos la figura del Che "desde parámetros políticos y morales actuales" al tiempo que le revindica "como estandarte de la emancipación", supuestamente desde y para el presente, digo yo. Cuesta trabajo entender que Llamazares nos presente a un personaje histórico como modelo (o, por usar su propo término, "estandarte") al tiempo que critica el que le juzguemos desde el presente. ¿Desde dónde habríamos de juzgarle, si no? Cabría preguntarse, además, por qué el señor Llamazares no aplica este mismo criterio a otras figuras históricas tradicionalmente asociadas a sus oponentes de la derecha pero que igualmente podrían beneficiarse de una reinterpretación como la que él propone para el Che —por poner tan sólo un ejemplo más de actualidad con esto del debate sobre la Ley de la Memoria Histórica, a lo mejor en el momento de juzgar la relevancia histórica de Franco debiéramos tener en cuenta la persecución de la Iglesia que tuvo lugar durante los años treinta en España, así como el ambiente insurreccional, cuando no abiertamente revolucionario, que se vivía entre las organizaciones obreras. Y es que Llamazares parece ser bastante parcial cuando se trata de interpretar la significancia histórica de los personajes en su propio contexto. Para mí está bien claro: si queremos entender el por qué de determinados comportamientos del pasado, echémosle un vistazo al contexto histórico, social y político en que se tomaron las decisiones; por el contrario, si lo que intentamos dilucidar es si tal o cual personaje es o no todavía relevante para nuestra experiencia social y política, debemos juzgarlo desde nuestra realidad contemporánea, como no podía ser de otra manera. Llamazares, sin embargo, no parece tener la suficiente dosis de objetividad como para darse cuenta de ello. Pero aún me parece mucho peor que tenga el descaro de presentar al Che como "ejemplo de integridad política y moral" y firme representante de los "ideales de emancipación y libertad". Al Che le podemos reconocer, sin duda, su altísimo grado de compromiso político con unas ideas (las comunistas), hasta el punto de que estuvo dispuesto a entregar su vida por ellas. Pero ello no quita para que las ideas en sí fueran trágicamente erróneas e incluso asesinas. Al liberalismo, la democracia cristiana y la socialdemocracia se les puede acusar de muchas cosas —enre otras, el no haber hecho lo suficiente para acabar con el problema de la injusticia social en el mundo, aunque dudo mucho que haya otra ideología que haya hecho más que éstas por lo que hace a cambios reales y no mera retórica política—, pero desde luego de lo que no se les puede acusar es de haberse parapetado tras unos ideales maravillosos para justificar la ejecución masiva de adversarios y la apertura de campos de concentración. Por desgracia, no podemos decir lo mismo ni del fascismo ni del comunismo —y sí, entiendo perfectamente las diferencias de raíz entre uno y otro totalitarismo, pero no ello no quita para que las consecuencias práctias de ambos hayan sido las mismas; sencillamente, no ha habido ni un solo ejemplo de régimen comunista que haya mantenido las libertades, luego por algo será. Que Llamazares se atreva a presentarnos al asesino de la fortaleza de La Cabaña, la persona que presidió juicios sumarísimos que acabaron en carnicería, como un modelo a seguir a estas alturas de la película es auténticamente penoso. A lo mejor es que él mismo ha terminado por creerse el mito publicitario en torno al famoso guerrillero y santo laico de la izquierda. {enlace a esta historia}