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[Fri Jul 20 15:34:41 CDT 2018]Hace unos días, mientras leía un artículo acerca de los efectos de la urbanización y el cambio climático en las cuencas hidrográficas, noté algo que me pareció interesante. Obsérvese cómo comienza la noticia: Lo que me llamó la atención fue el hecho de que se mencionara, en primer lugar, el coste económico. Solamente después, en segundo lugar, una vez aclarado el coste económico se menciona que las cuencas hidrográficas "tambien son cruciales para la salud de los ecosistemas y comunidades circundantes". En otras palabras, por si cabía alguna duda de lo que verdaderamente importa en esta cultura capitalista en que vivimos, el coste económico de algo parece ser más importante que el hecho de que sea vital para la subsistencia de las comunidades y ecosistemas circundantes. Ya lo sabíamos, me temo. Pero se trata, no obstante, de un interesante momento de sinceridad. Por otro lado, parece que el fenómeno de lo políticamente correcto continúa extendiéndose sin parar por todos sitios. El País publicaba una noticia recientemente explicando que Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, había matizado sus declaraciones sobre los negacionistas del Holocausto. Lo siento mucho, pero estoy de acuerdo con Zuckerberg en este asunto. No comparto para nada la opinión de los negacionistas. Sin embargo, uno de los fundamentos de la democracia liberal es precisamente la libertad de expresión sobre todo de aquellas ideas cuyas ideas nos parecen equivocadas. La censura que están defendiendo tantos partidarios de lo políticamente correcto me parece tenebrosa y peligrosa. Estamos jugando con fuego. Y, sobre todo, estamos contribuyendo a extender la intolerancia. Dudo mucho que convirtiendo a estos tipos en víctimas vayamos a contribuir mucho a luchar contra su mensaje. Si acaso, me temo que haremos precisamente lo contrario. No haremos sino facilitar que puedan presentarse como víctimas de una "conspiración del sistema" y de "las élites de poder" contra lo que ellos podrán presentar como "ideas de la gente corriente". No funcionó con Trump y su gente, y me temo que tampoco funcionará con estos grupos. Vamos por mal camino. {enlace a esta entrada} [Sat Jul 14 15:43:41 CDT 2018]Esta semana leímos en la prensa que la Fundación Felipe González hizo públicos los cuadernos de Felipe González en los que tomaba apresuradas notas durante sus años de gobierno. Además de que me parece un acierto publicar estos documentos, lo cual nos pone al nivel del resto de países democráticos de nuestro entorno, la lectura de algunas de sus reflexiones no hacen sino agrandar su figura, según me parece. Por lo general, muestran a un político consciente, maduro y responsable. Pero, sobre todo, a alguien que llegó a la máxima oficina del gobierno no por ambición personal sino más bien por accidente histórico. Lo mismo se aplica, creo, a buena parte de su generación. Uno tiene la impresión de que, lo hicieran bien, mal o regular, la amplia mayoría honestamente tenía un interés de servicio. No me queda nada claro que podamos decir lo mismo de quienes nos representan en estos momentos o, para ser más justos, de la mayoría de ellos. Al igual que en otros países, aquella generación de políticos accidentales ha sido sustituida por otra de políticos que ven su actividad más como actividad profesional que otra cosa. Se trata, creo, de una pérdida para todos. {enlace a esta entrada} [Sat Jul 14 15:34:14 CDT 2018]Las primarias del PP nos plantean unos cuantos asuntos bien interesantes. En primer lugar, conviene alegrarse por el hecho de que el principal partido de al derecha española haya renunciado a la vieja práctica del dedazo para elegir a su nuevo líder, aunque a uno le da la impresión de que esto se debe más a Rajoy que a otra cosa. Segundo, sorprende comprobar lo inflado que estaba el censo del partido, visto lo visto. Los líderes del PP llevaban ya muchos años propagando a los cuatro vientos que eran el partido con más militantes del país. Pues bien, ahora queda claro que el emperador estaba completamente desnudo. Y, tercero, el giro a la derecha del candidato Pablo Casado, aunque quizá demasiado exagerado y dogmático, era de esperar en un proceso de elección abierto a todos los militantes. Después de todo, algo parecido sucedió en el PSOE, donde también aparecieron candidatos situados más a la izquierda y otros más centrados (y quizá más en consonancia con la tradición del partido, al menos de la transición para acá). Por ello, no me preocupan en principio declaraciones de campaña que, para ser sinceros, me suenan más bien a guiños retóricos hacia el electorado para diferenciarse unos de otros, más que otras cosa. He de reconocer, no obstante, que me parece preocupante que un amplio sector de nuestra derecha comparta la idea de que ilegalizar a los partidos políticos independentistas que no hayan recurrido al uso de la violencia (como sí lo hizo la llamada izquierda abertzale durante mucho tiempo) es algo perfectamente legítimo y normal, pues demuestra, creo, un buen grado de intolerancia y falta de espíritu democrático. {enlace a esta entrada} [Fri Jul 13 08:41:07 CDT 2018]Leyendo la crónica del festival Celsius 232 de Avilés en la web de El País me topo con unas interesantes reflexiones de Tom Jubert, "diseñador de videojuegos de profesión y filósofo de formación, según el cronista (yo preferiría decir "licenciado en Filosofía", pues no todo licenciado en dicha disciplina es necesariamente filósof, ni tampoco todo filósofo estudia esa carrera en la universidad). Al parecer, aunque formado principalmente en la tradición filosófica occidental (como no puede ser menos si uno ha atendido las clases en una universidad occidental, pues nos comportamos como si el pensamiento fuera monopolio nuestro), en algún momento de su vida comenzó a atraerle la filosofía oriental, lo que le lleva a plantear la siguiente cuestión: A continuación, el cronista nos relata otra interesante reflexión del filósofo metido a diseñador de videojuegos: ¡Ah, el afán de control! Si algo nos caracteriza a los occidentales es, desde luego, eso. Lo llevamos, de hecho, a un nivel auténticamente obsesivo, sobre todo desde que abandonamos la tradición del pensamiento mágico de raíz religiosa y optamos por una secularización sin cortapisas. Y, cuidado, porque no quiero decir con esto que la secularización me parezca toda ella negativa, ni mucho menos. Pero sí que ha tenido, me parece, algunas consecuencias obviamente negativas en nuestro equilibrio mental y, por ende, en la salud de nuestras sociedades. Convendría reequilibrar las cosas un poco, si no necesariamente recuperando elementos de la fe tradicional, quizá sí pasando a una nueva fase donde podamos vernos más como parte de un todo que como sujetos obsesionados con el control del universo. Y esto, creo, no está necesariamente reñido con la secularización, aunque sí que tal vez convenga recuperar un poco de espíritu poético. {enlace a esta entrada} |