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Sobre la prostitución de las catedrales (El País)
La Conferencia Episcopal ha llegado a un acuerdo con patrimonio para que las
catedrales españolas puedan cobrar el acceso a quienes las visiten, lo
cual le parece inconsecuente al autor del artículo.
La doctrina de Jesucristo no puede ser más clara en este asunto. El
fundador de la Iglesia es una demostración vital del amor a todos, de
la paciencia máxima, pero hay un pasaje único relatado por tres
evangelistas donde no es así, pues nos muestra una escena violenta
que debió ser muy llamtiva por la importancia que tenía el
Templo para la religión judía: "Llegan, pues, a Jerusalén.
Y habiendo Jesún entrado en el templo, comenzó a echar fuera a
los que vendían y compraban en él; y derribó las mesas de
los cambistas, y los asientos de los que vendían las palomas"
(Mc, 11, 15-16). Y les dijo así: "Mi casa será llamada casa
de oración, perovosotros la tenéis hecha una cueva de
ladrones" (Mt, 21, 23).
Aunque todaví no hemos llegado a ver convertidas nuestras catedrales
en centros comerciales que reduzcan su función religiosa a un
rincón, si sustituimos las palomas para los sacrificios y el cambio de
moneda por postales, souvenirs y otros objetos, nos hallamos ante una
situación similar. Si además hay que pagar por entrar, se
diría que podemos hallarnos con una situación similar a la
relatada por Dostoievski con el cuento del Gran Inquisidor, donde la
propia Iglesia volvería a matar a Cristo si volviera con forma humana.
En este caso, no le dejarían entrar sin pagar.
(...)
Los obispos gestionan los bienes de la Iglesia, es decir, de la comunidad,
pero no son sus propietarios, porque son de todos los cristianos. Los
templos fueron construidos con inmensos sacrificios con el esfuerzo de todo
el pueblo. Quitarnos así las catedrales es en cierto modo robar a
todos.
Marx y los internautas (El País)
Marx y los internautas, de Ramón
Rufín (profesor de Comercialización e Investigación de
Mercados de la UNED), publicado por El País, 17 Agosto 2009.
Un poco a contracorriente, el autor escribe en defensa de la propiedad
intelectual y el cobro de cánones y royalties por derechos de
autor, subrayando la incoherencia de quienes quieren tenerlo todo gratis.
En un retruécano histórico, la apropiación de la
plusvalía generada por una parte del proletariado (los autores,
artistas, escritores, intérpretes...) se está perpetrando no
sólo —como enseñó Marx— por parte del
capitalista, que también y sobre todo. Por primera vez la
apropiación se está llevando a cabo además por parte,
o al menos con la imprescindible colaboración, de muchos otros
proletarios, clases ociosas y burguesía mínima. Una
ganancia irrisoria, mezquina, la obtenida sin embargo por estas masas
populares, como relata la siguiente historia.
(...)
Los internautas de la tribu y sus flamantes representantes se quejaban
dolorosamente porque barruntaban que otra tribu (cómicos,
músicos, actores, directores, escritores y gentes de similar ralea,
además de sus odiosas sociedades de gestión de derechos de
autor) quería aleharlos de la tierra de jauja. Mientras tanto, los
dueños de los caminos que llevaban a esas tierras, los operadores de
Internet, se ponían las botas cobrando peaje a todo el que pasaba
por allí. Al grito de prohibido prohibir y de otros simiilares
(parecía que las tribus de pornógrafos o de pederastas fueran
a gritar también su viva el amor libre, pero no pasó), los
internautas y sus representantes amenazaron con no volver a votar y cosas
así si el gratis total para las descargas de productos culturales
producidos por otros (archivos los llamaban, para disimular) se iba al
garete. Curiosamente, los internautas enfadados no protestaban, en su
mayoría, porque los banqueros, por ejemplo, les cobraran
múltiples peajes por mover sus propios ahorros de un sitio a otro a
través de Internet; ni siquiera se quejaban de la innúmera
legión de cánones, royalties y derechos incluidos en
el precio de todos los cachivaches tecnológicos necesarios para las
descargas e intercambios de archivos (por los chips de un ordenador
se pagan derechos, a pesar de ser meras copias de un original, como las
canciones, etc.). En eso eran tan claros como incoherentes: no a la
propiedad artística, pero la propiedad industrial o comercial, o
tantas otras, podían seguir tranquilas. Pues, y lo llegaron a decir
en volz alta algunos de sus representantes, la propiedad artística o
intelectual era "otra cosa", aunque también se llame propiedad
—significando esto lo que significa en los sistemas capitalistas de
libre mercado—. Lo que, al parecer, unía a los protestones era
sólo la exigencia de cultura y entretenimiento gratis. La protesta
y el deseo, por cierto, no eran nuevo sino en su escala: ya había
ocurrido, antes de que Internet casi acabara con ellos, con el
top-manta y las fotocpias, por ejemplo; y con la renuencia a pagar
cosa alguna por muchos de los que se servían de los productos
culturales de otros en bodas, banquetes, comuniones, teles, radios, etc.
Mom, Dad, You're Driving Me Crazy! (NPR)
Are we, parents of a "thereapeutic age", too obsessed with our children's
feelings and moods?
When my son was 15, I grounded him for violating his curfew. He moped around
the house, silent but clearly furious. "If you're angry at me," I said,
"let's talk about it."
"Dad," he grumbled, "I really don't want to talk about it. Stop trying to
be my therapist."
My wife and I are parents of the psychotherapeutic age. We are the generation
that talks more about our feelings —and about our children's
feelins— than any generation of parents in the history of humankind.
But are we going too far?
Walk onto almost any playground in middle- and upper-class communities, and
you hear some parents repeatedly asking about their children;s feelings and
noting their moddos. "That must be frustrating for you." "Does that make
you sad?" "You must be feeling tired."
This constant monitoring is irritating and intrusive. It's like pulling a
bandage off a wound every five minutes to see if it's healing, or pulling a
plant up every few minutes to see if it's growing.
And it can cause kids to get too wrapped up in their feelings. Each passing
amotion takes on too much importance. Sometimes we also treat a child's
feeling as if it is on trial for its life. We worry that one betrayal will
break our child's trust. Or that being excluded by a clique will crush our
child's self-esteem. Yet children are far more resilient than that. and when
we treat them as fragile, it can undermine their confidence.
Llegó la hora del laicismo (El País)
En el reportaje, se nos hace saber que el Gobierno de Zapatero está
considerando la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa con
la intención de introducir un mayor grado de laicismo en nuestro
sistema legal.
¿Por fin la culminación de la transición relgiosa?
¿Una vía hacia el modelo laicista francés? ¿O es
sólo un cambio para que todo siga igual? Las declaraciones del
ministro de Justicia, Francisco Caamaño, sobre la inminente reforma
de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa han disparado las
especulaciones. Algunos temen que se desate una nueva guerra de los
crucifijos, e incluso que peligre la paz religiosa. Otros dicen que
ya es hora para esa reforma. Y muchos recelan. Han colmado sus decepciones
en los últimos años y creen que el Gobierno carece de coraje
para llegar al fondo enla proclamada aconfesionalidad constitucional del
Estado español.
Las disputas sobre la masiva presencia de símbolos católicos
en los coelgios públicos son la historia de nunca acabar. En
realidad, encubren un debate más amplio: el de la confesionalidad
encubierta del Estado español, muy visible en ocasiones. En muchos
aspectos, el férreo nacionalcatolicismo franquista sigue vigente,
pese a lo acordado por la Constitución de 1978. Ocurre cuando el
presidente del Gobierno y los ministros toman posesión de sus cargos
ante un vistoso crucifijo, o cuando asisten a ceremonias católicas
que son calificadas oficialmente "de Estado"; también cuando el
Gobierno socialista acuerda con la Conferencia Episcopal un nuevo y más
generoso sistema de financiación pública para el culto y el
clero católicos, marginando al resto de las confesiones, que cuentan
ya con varios millones de fieles en España.
New battery could change the world, one house at a time (Utah's
Daily Herald)
A group of engineers who specialize in advanced materials and electrochemistry
are working from Salt Lake City on a new type of battery that could change
the way we obtain energy. Among other things, the new product could
potentially decentralize the whole grid.
In a modest building on the west side of Salt Lake City, a team of
specialists in advanced materials and electrochemistry has produced what
could be the single most important breakthrough for clean, alternative
energy since Socrates first noted solar heating 2,400 years ago.
The prize is the culmination of 10 years of research and testing —a
new generation of deep-storage battery that's small enough, and safe enough,
to sit in your basement and power your home.
It promises to nudge the world to a paradigm shift as big as the switch from
centralized mainframe computers in the 1980s to personal laptops. But this
time the mainframe is America's antiquated electrical grid; and the switch is
to personal power stations in millions of individual homes.
(...)
Taking a load off the grid through electricity production and storage at
home would extend the life of the system and avoid the expenditure of tens, or
even hundreds, of billions to make it "smart".
The battery breakthrough comes from a Salt Lake company called Ceramatec, the
R&D arm of CoorsTek, a world leader in advanced materials and electrochemical
devices. It promises to reduce dependence on the dinosaur by hooking up with
the latest generation of personalized power plants that draw from the sun.
Solar energy has been around, of course, but it's been prohibitively
expensive. Now the cost is tumbling, driven by new thin-film chemistry and
manufacturing techniques. Leaders in the field include companies like
Arizona-based First Solar, which can paint solar cells onto glass; and
Konarka, an upstart that purchased a defunct Polaroid film factory in New
Bedford, Mass., and now plans to print cells onto rolls of flexible plastic.
The convergence of these two key technologies —solar power and
deep-storage batteries— has profound implications for oil-strapped
America.
"These batteries switch the whole dialogue to renewables," said Daniel Nocera,
a noted chemist and professor of energy at Massachusetts Institute of
Technology who sits on Ceramatec's science advisory board. "They will turn
us away from dumb technology, circa 1900 —a 110-year-old approach—
and turn us forward."
Spain's Bullet Train Changes Nation —and Fast (The Wall
Street Journal)
A bit old by today's fast-paced standards, but all of it still applies. The
Wall Street Journal —certainly not suspicious of sympathizing with
Zapatero's Government— praises Spain's high-speed train program and its
effects on the small cities economies.
To sell his vision of a high-speed train network to the American public,
President Barack Obama this week cited Spain, a country most people don't
associate with futuristic bullet trains.
Yet the country is on track to bypass France and Japan to have the world's
biggest network of ultrafast trains by the end of next year, figures from
the International Union of Railways and the Spanish government show.
(...)
Spain opened its first high-speed line, between Madrid and Seville, in 1992.
At the time, the decision to run the line to sleepy Seville, host to the World
Expo that year, was deeply controvertial. Critics said it would be a costly
failure for then-Prime Minister Felipe González, and that he built the
line just to take him to Seville, his hometown, on the weekends.
But the AVE —which means "bird" in Spanish— proved to be a popular
and political success. Politicians now fight to secure stations in their
districts. Political parties compete to offer ever-more ambitious expansion
plans. Under the latest blueprint, nine out of ten Spaniards will live within
31 miles of a high speed rail station by 2020.
(...)
Critics say the AVE will never stop losing money. Even its backers say
high-speed rail can only be economical if the state bears much of the
construction costs. But they say the train's benefits —lower
greenhouse-gas emissions, less road congestion and, in Spain's case, greater
social cohesion and economic mobility— make it an investment worth
making.
Is Britain's Health-Care System Really That Bad? (Time)
Amid so many highly rhetorical pieces about the proposed health care reform
plan backed by the Democrats and President Obama, this article stands out as
an oasis of objectivity and level-headedness. It briefly discusses both the
good and the bad about Britain's universal health care system. A document for all those
who care about making an informed choice, instead of entering into a shouting
match over ideological principles.
How does NHS health care compare with the US health care?
Like most developed countries, Britain ranks above the US in most health
measurements. Its citizens have a longer life expectancy and lower infant
mortality, and the country has more acute-care hospital beds per capita and
fewer deaths realted to surgical or medical mishaps. Britain achieves these
results while spending proportionally less on health care than the US
—about $2,500 per person in Britain, compared with $6,000 in the US.
For these reasons, the World Health Organization (WHO) ranked Britain 18th
in a global league table of health-care systems (the US was ranked 37th).
However, there are measures by which the US outperforms Britain: for instance,
the US has lower cancer mortality rates.
Does private health insurance exist in Britain?
Yes, and it works in a similar way to health insurance in the US. Many
employers offer private health-insurance plans as a perk to workers —a
minority of patients opt out of the NHS system to receive their medical
treatments privately. Private patients can choose their specialists and
avoid waiting lists for non-emergency procedures; NHS patients wait an
average of about eight weeks for treatmens that required admission to a
hospital, four weeks for out-patient treatments and two weeks for diagnostic
tests. While NHS patients have a choice of hospitals, they cannot always
choose their specialist.
Is it true that NHS bureaucrats put a price tag on life?
The short answer is yes. The NHS has a body called the National Institute
for Health and Clinical Excellence (NICE) that decides which new treatments
and drugs the NHS should pay for. One of the factors NICE considers when
deciding whether to approve funding for a new treatment or drug is
cost-effectiveness. To determine the dividing line between what is
cost-effective and what isn't, it must set a threshold. Taking its lead
from Britain's Department of Transport —which has a cot-per-life-saved
threshold for new road schemes of about $2.2 million per life, or about
$45,000 per life year gained— NICE rarely approves a drug or treatment
that costs more than $45,000 per life year gained. In short, NICE does not
want the NHS to spend more than $45,000 to extend a citizen's life by one
year.
While NICE's decisions have angered some doctor and patient groups
—particularly some oncologists who say they are unable to prescribe
expensive, life-extending cancer drugs— mainstream politicians, the
media and most Britons accept NICE's rare rejections as a necessary
compromise to keep universal coverage affordable in the face of rising
healt-care costs. As NICE chairman Sir Michael Rawlins recently told TIME,
"All health-care systems have implicitly, if not explicitly, adopted some
form of cost control. In the US, you do it by not providing health care to
some people. That's a rather brutal way of doing it."
Is it true that old people receive inferior care on the basis of their
age?
NICE uses what it calls "citizens councils" to help it sort through
difficult ethical issues, and one of the decisions the councils have made
is that age should not be a factor in the institute's approval process
—that is to say, a year of life should be considered as valuable to
a 77-year-old as to a 12-year-old. In every part of the system, a
77-year-old has the same access to treatment as anyone else in Britain.
El mundo en que vivimos (El País)
El famoso escritor peruano reflexiona sobre el arresto del diputado
brasileño Wallace Souza, quien ha sido acusado de ordenar asesinatos
para poder filarmlos y así aumentar la audiencia del programa de
televisión al que debía su fama. Partiendo de lo que pudiera
parecer mera anécdota desterrada a las páginas de sucesos de
cualquier publicación medianamente seria, Vargas Llosa consigue
conectarla con las teorías postmodernas sobre lo hiperreal y el fin del humanismo.
El filósofo francés Michel Foucault llegó a la deprimente
conclusión de que "el hombre no existe", que cada ser humano no es sino
una larga secuencia de simulacros variopintos hechos, deshechos y rehechos
por las circunstancias variables de la realidad en la que transcurre su
existencia. Todavía más audaz, y acaso más
frívolo, Jean Braudrillard fue más lejos y concluyó que
aquello que creemos la realidad cuando abrazamos al ser amado o sopamos la
pluma en un tintero, tampoco existe, porque la verdadera realidad en la que
vive el bípedo contemporáneo no es el mundo que cree pisar
sino las imágenes que fingen reflejarlo y que no son sino las
ineresadas y manipuladas versiones que dan de él los medios
aduiovisuales al servicios de los poderosos de este mundo.
Estas divertidas, brillantes y falaces fabricaciones intelectuales
—así las creía yo al menos— acaban de recibir un
sorprendente respalgo, una indicación concreta de que si las cosas no
son así todavía, podrían llegar a serlo pronto, dadas
las inquietantes caracterísitcas que va adoptando, aquí y
allá, la civilización que nos rodea.
(...)
La investigación produce este pasmoso resultado: Wallace Souza
llevaba a cabo espeluznantes crímenes con el único designio de
poder filamrlos antes de que lo hiciera alguno de sus competidores, para
obtener las primicias que tenían enganchada a la vasta teleaudiencia a
la que alimentaba en cada programa con sangre, verismo y pestilencia a
raudales. Para ello, había montado toda una infraestructura de
colaboradores, diestros en la pistola y el cuchillo, seleccionados entre las
propias fuerzas de la policía a la que —otra
revelación— había estado asimilado. Quince de ellos
están ya en los incómodos calabozos de Manaos, pero no el
héreo del macabro aquelarre, pues, siendo legislador y gozando de
impunidad, la Asamblea Legislativa tiene antes que despojarlo de aquella para
que pueda ser encarcelado y juzgado. ¿Lo será? Paciencia: lo
dirá el futuro, y con abundancia de derivaciones y detalles, porque
mi institno me asegura que esta historia tiene para mucho rato.
(...)
No es difícil, para cualquier aficionado a la esgrima intelectual,
demostrar que Wallace Souza es un producto del siglo XXI, en el que la
cultura predominante, en gran parte por la miseria que ha generado la
televisión en su frenética carrera por conquistas audiencia
escarbando en las sentinas de la vida, destruyendo la privacidad, explotando
sin el menor escrúpulo las experiencias más indignas y
prioridad de prioridades, aunque, para conseguirlo, como hizo Wallace Souza,
haya que disparar y hundir puñales en el prójimo. Desde este
punto de vista, asesino y todo, el director y productor de "Canal Libre" es
un héroe, o un mártir, de la cultura que, con ayuda de la
prodifiosa revolución audiovisual, hemos fabricado para nuestra
época.
Desde otro punto de vista, el del "principio de realidad" pascaliano, hago
mi autocrítica y reconozco que lo ocurrido en Manaos convierte las
teorías (que antes me parecieron delirantes y sofistas) de un Foucault
y un Braudrillard en algo que empieza a tener confirmación objetiva
en este extraordinario mundo que nos ha tocado. Si Wallace Souza
cometión esos crímenes sólo para convertirlos en
imágenes, es evidente que, para él y para sus espectadores
—aunque éstos fueran menos conscientes de ello que
él— la realidad real era menos importante, meramente
subsidiaria o pretexto, de la realidad reflejada por las cámaras, las
que, con su perfecta adecuación a los gustos del público, la
recomponía, purgaba y recreaba de tal modo que fuera algo que la
realidad real lo es sólo muy de cuando en cuando: excitante, terrible,
divertida. Wallace Souza es la primera demostración palpable de que
el hombre no es una totalidad definida sino una materia modelable y
cambiante, una melcocha o greda al que la dimensión imaginaria de la
vida propulsada por el sistema educativo más universal y todopoderoso
de la historia —las pantallas— va dando forma, realidad y
cambiando al capricho de las modas.
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El reportaje en cuestión, sin embargo, no deja entrever qué medidas puedan quedar incluidas en esa reforma del Gobierno con la que se especula para este otoño.