Cuba vive otra revolución en la red

El presidente cubano, Raúl Castro, no podía imaginar que impulsaría el fenómeno bloguero cuando, en 2008, autorizó la venta de ordenadores y la entrada de los cubanos a los hoteles reservados a turistas. Después de todo, los candados del control de la información parecían insalvables: el acceso privado a Internet está restringido a residentes extranjeros, altos cargos y funcionarios autorizados por el Gobierno. Y en los lugares públicos (hoteles y cibercafés), una hora de conexión a Internet ronda los cuatro euros, un tercio del salario medio.

Acostumbrados a aguzar el ingenio, los blogueros van sorteando los obstáculos. "Recurrimos al apoyo de los amigos que viven fuera del país", explica Claudia Cadelo, de 26 años, autora del blog El Octavo Cerco . "Les enviamos por correo los textos y ellos los suben a la red. Parece que estamos on line a menudo, pero no es así. Yo me suelo conectar cada 15 días".

La navegación también está restringida. El Ministerio de Informática y Comunicaciones (cuyo titular, Ramiro Valdés, cumple en abril 78 años) se encarga de vetar el acceso a sitios "contrarios al interés social, la moral y las buenas costumbres" o que "afecten la seguridad del Estado".

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Los integrantes de la blogosfera alternativa nacieron después de la revolución y fueron educados a golpe de consigna. Pero han resultado ser el contrapunto exacto del patrón buscado por el régimen comunista: son espontáneos, sinceros y antidogmáticos. Derrochan humor e ironía. No tienen miedo. O sí, pero da igual: el ansia de libertad y la indignación ante los abusos de poder pueden con todos los temores a la hora de plantar cara a una gerontocracia a la que ya sólo le funciona el músculo represor.

Casi todos encontraron en el blog un altavoz para expresarse libremente y "reafirmar al individuo entre tanta masa", dice Yoani. Ella lo llama "catarsis on line". Y ese mosaico de reflexiones intimistas y de anécdotas que envían al ciberespacio es una bitácora de la vida cotidiana en la isla. Son, a su manera, cronistas de la realidad. "Y la realidad en Cuba", puntualiza la autora de Generación Y, "es profundamente contestataria".

Ahí está la rebelión de los pasajeros en el autobús que une Sagua la Grande con La Habana, cuando la policía pretende decomisar el pescado que doña Lidia Hernández lleva, sin permiso oficial, a sus nietos en la capital. O las batallas campales de los alumnos de la facultad de Física contra el viejo profesor de Marxismo, hartos de una asignatura que no les interesa lo más mínimo. O las vicisitudes con la tarjeta de racionamiento. O las tribulaciones de un niño de seis años entre las consignas de la escuela ("Socialismo o muerte, seremos como el Che") y las enseñanzas paternas ("No ser como el Che. Lavarse los dientes, escuchar a los demás, no delatar a los amiguitos, ceder el paso a las chicas y compartir la merienda").

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La blogosfera, coinciden los consultados, ha desconcertado al régimen. "Se trata de un conglomerado ciudadano no comprometido con partidos políticos que no puede ser acusado de mercenario", explica Luis Felipe Rojas. En opinión del escritor Antonio José Ponte, subdirector del portal Diario de Cuba , "los blogueros tienen la coartada de lo autobiográfico, la vertiente literaria. Juegan con lo privado y lo público. Van del ensayo político al ensayo íntimo, de Sartre a Montaigne. Esa combinación de ritmos es muy fructífera y es una buena estrategia para burlar la represión".

Para hacerles frente, el Gobierno ha impulsado blogs de propaganda. Según un informe del Comité para la Protección de Periodistas, con sede en Nueva York, en Cuba existen unos 200 blogs producidos por periodistas gubernamentales. Muchos se encargan de difamar a los blogueros independientes. Miriam Celaya, autora del blog SinEVAsión , los llama "ciberlacayos". "Siempre estarán varios pasos por detrás de nosotros", escribe. "Se apresuran a imitarnos (...) con el lastre lamentable de sus guiones revisados por el ministerio de las consignas". No faltan los equipos de informáticos que intentan hackear los blogs alternativos o colapsarlos con insultos.

La privatización del keynesianismo

La privatización del keynesianismo, por Enrique Gil Calvo, publicado en El País, 30 Diciembre 2009.

Según Enrique Gil Calvo, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense, los gobiernos de todo el mundo han venido aplicando un keynesianismo bastante sui generis a la reciente crisis económica, pues en lugar de caracterizarse por el compromiso con lo "público, progresivo y reformista" está más en sintonía con la tradición neoliberal que se ha impuesto en todos sitios a partir de finales de la década de los setenta. De ahí que el autor prefiera hablar de la "privatización" del keynesianismo.

Una posible explicación es que el keynesianismo aplicado hoy ya no es aquel keynesianismo público, progresivo y reformista que presidión la edad de oro de la socialdemocracia en los años sesenta, sino que se trata de un keynesianismo completamente distinto, por su carácter a la vez privado, conservador y reacionario. Un keynesianismo de derechas, para entendernos, pues no beneficia a las rentas del trabajo sino a las rentas del capital. De ahí que haya logrado imponer una salida de la crisis de tipo restaurador, de acuerdo al célebre efecto Lampedusa: es preciso que todo cambie para que todo siga igual. Es la única conclusión que puede extraerse de la práctica de un keynesianismo estatal que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas, contribuyendo no a reformar sino a restaurar la financiarización de la economía. Pero esta práctica derechista del keynesianismo privatizado, restaurador de la tasa de beneficios del gran capital, no es nueva en absoluto, pues ya la acometió mucho antes hitler en los años treinta, y luego Reagan en los ochenta, que es precisamente cuando se sentaron las bases de la actual dominación financiera. Pues más allá del keynesianismo militarista que hoy inspira a Bush y también a Obama, haciendo del gasto en defensa el gran motor de la demanda agregada, la clave real de este nuevo keynesianismo financiero es hinchar la demanda mediante el endeudamiento crediticio.

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Como se sabe por lo menos desde Marx, la causa última de las crisis cíclicas del capitalismo es la sobreproducción, dado el exceso de capacidad instalada para la que no hay suficiente demanda natural o espontánea. Para enfrentarse a este exceso de producción, o a esta escasez de demanda, la solución keynesiana pública, puesta en práctica por la socialdemocracia en los sesenta, fue estimular fiscalmente la demanda agregada tanto por medio del gasto estatal como mediante una política de rentas que elevó sustancialmente el poder adquisitivo de las clases medias y asalariadas. La consecuencia fue la gran inflación, de la que se salió con la derrota política de la socialdemocracia y el ascenso imparable del neoliberalismo. Pero contra lo que parece, este último método de política económica también recurrió al keynesianismo, aunque ya no público sino privado. En efecto, para estimular la demanda agregada, en vez de recurrirse a la subvención estatal se recurrió al endeudamiento crediticio gestionado por la banca privada, y ello además con recortes salariales del poder adquisitivo, haciendo a las clases trabajadoras y medias muy dependientes del crétido bancario. Y el colmo de este keynesianismo privado llevado hasta sus últimas consecuencias por reducción al absurdo ha sido el caso de las hipotecas basura, catalizador en España o EE.UU. de la crisis actual: la última por el momento, hasta que se forme la próxima, dentro de una larga cadena de crisis crónicas (por parafrasear el título de mi último libro).