El secuestro de Papá Noel
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Capítulo 1: La puerta secreta [print]
Capítulo 2: Siguiendo la pista [print]
Capítulo 3: Un hogar en el Polo Norte [print]
Capítulo 4: Atrapados en la nieve [print]
Capítulo 5: Prisioneros [print]
Capítulo 6: La escapada [print]
Capítulo 7: De vuelta a casa [print]

3. UN HOGAR EN EL POLO NORTE

Los tres niños saltaron asustados, se volvieron y acertaron a ver a un elfo vestido con ropas de color verde y una barba blanca larguísima. Al principio, parecía estar un poco gruñón y enfadado, pero en cuanto se dio cuenta de la sorpresa de los niños sonrió dulcemente y preguntó:

— "¿Os habéis perdido? ¿Qué hacéis por aquí, tan lejos de casa?"
— "Hmmm", Nicolás no sabía qué decir. Por un lado, quería decir la verdad, pero no estaba seguro si eso le metería en un lío. Por el otro lado, el elfo parecía bueno, y no le gustaba la idea de contarle una mentira
— "Nos metimos por una puerta secreta siguiendo a alguien y el camino nos trajo a esta casa", contestó Sophia con tanta rapidez que ni siquiera le dio tiempo a Nicolás para tomar una decisión.
— "¡Ése Erik!", protestó el elfo. "No sé cuántas veces le habré dicho que mire con cuidado antes de entrar por la puerta secreta, pero siempre se le olvida! Ya se nos han colado por lo menos ocho niños este año. ¡Vamos adentro a calentarnos un poco, anda!"

Así que todos entraron en la casa. Parecía mucho más grande por dentro que por fuera. Estaba repleta de elfos trabajando en sus mesas. Unos fabricaban juguetes de madera, otros los pintaban con vivos colores como los que les gustan a los niños: rojo, amarillo, verde, azul... Había otros que se encargaban de meter los juguetes en enormes sacos, mientras que finalmente otros los cargaban a sus espaldas, caminaban hacia una pared al final de la habitación y los tiraban por el montacargas. El movimiento era continuo, y nadie parecía parar ni siquiera a tomarse un ligero descanso.

— "Como podéis ver, estamos bastante ocupados en esta época del año", explicó el elfo. "Tan sólo quedan dos semanas para que Santa viaje por el mundo repartiendo los juguetes, así que tenemos que trabajar a todas horas".

De pronto, Sophi dió un respingo y gritó toda excitada:

— "¡Mira, mira ése saco de ahí! ¿Has visto lo que tiene escrito? Dice Nicolás, Sophia y Benjamín Ortega, 1317 Selby Ave., St. Paul, Minnesota, Estados Unidos".
— "¿Dónde, dónde?", gritaron los otros dos niños a coro.
— "¡Vamos, niños! ¡Tranquilizáos! Ya sabéis las reglas: nada de ver los regalos antes del día de Navidad", dijo el elfo.
— "¡Diantres!", dijo Nicolás.
— "¡No es justo!", se quejó Sophia.

Benjamín no dijo nada. Le estaba echando un vistazo al chocolate calentito que tenía uno de los elfos encima de la mesa. Olía delicioso. Justo al lado de la enorme taza, había unos cuantos bizcochos, así que Benjamín cogió uno, lo metió en el espeso chocolate y le pegó un bocado. Ahora tenía toda la boca sucia de chocolate, y los elfos se echaron a reír cuando le vieron la cara.

— "Perdón, con tanto ajetreo se me han olvidado los buenos modales", dijo el elfo. "Me llamo Sven, y soy el elfo jefe. ¿Os gustaría tomar un poco de chocolate para calentaros? Afuera hace un frío horrible".
— "Sí, gracias", contestaron los tres al unísono.
— "¿Queréis algunos bizcochos también?", preguntó otro elfo que parecía estar a cargo de la cocina.
— "Sí, por favor", respondió Nicolás.
— "¿Todos habláis español?", preguntó Sophia.
— "Y francés, inglés, alemán, italiano...", contestó Sven. "¿Cómo ibamos a entender las cartas que nos envían los niños de todo el mundo si no? Do you speak English?, parlé vouz Français?, sprechen Sie Deutsches?, parla italiano?", dijo con una sonrisa.

Cuando llegó el chocolate, Nicolás, Sophia y Benjamín se quitaron los abrigos, guantes y bufandas, y los pusieron a secarse junto a la chimenea. Sven se sentó junto a ellos. Los elfos trabajaban alegremente, unos hablando, otros riendo, y otros cantando al compás de la música que tocaba una pequeña banda situada en un escenario justo al lado de la puerta de entrada.

Feliz Navidad, Feliz Navidad.
Feliz Navidad, próspero año
y felicidad.

Cuando los músicos callaban, entre canción y canción, podían oír el viento soplando fuertemente afuera de la casa. A través de las ventanas se veían caer los grandes copos de nieve.

— "En fin, me parece que no podréis moveros de aquí hasta que calme la tormenta ahí fuera", dijo Sven.

En ese momento entraron cuatro elfos corriendo, miraron alrededor de la habitación como buscando a alguien, y se acercaron a la chimenea a hablar con Sven.

— "¡Sven, Sven! ¡Santa ha desaparecido!"