{Versión original: 23 Octubre 2005}
{Última actualización: 23 Octubre 2005}

Reflexiones acerca de la imposición de la lógica del capital sobre la vida cotidiana en las grandes ciudades: creciente separación entre el espacio de trabajo y el espacio de residencia, mercantilización del ocio, concepto de periferia residencial como oasis de tranquilidad frente al estrés urbano (estrés causado, de hecho, por la progresiva aceleración de la vida, unida de la mano a la imposición del capital y la eficiencia), especulación inmobiliaria, progresiva hegemonía de lo privado, tiranía del automóvil... La clave no es repetir todos estos tópicos sobre el tema, sino conectarlos con el análisis marxista del capital y su imparable expansión a todas las esferas de la vida bajo el sistema de libre mercado.


La ciudad moderna consagra la "separación entre lugar de trabajo y vivienda, entre centro administrativo-comercial y periferia habitada", Miguel Amorós: Urbanismo y Orden, en Las armas de la crítica, Likiniano elkartea, Bilbao, p. 101.

(Andrés Devesa: La libertad del paseante)


Cuando existía el tejido social y las cuestiones vitales eran colectivas —Spinoza afirmaba en la segunda mitad del siglo XVII que no existían problemas individuales, ni soluciones fuera del Estado— el arte de sentarse a conversas adquiría una dimensión política, acto público: actividad de la polis. Un creativo diálogo —con los problemas del mundo del trabajo y la explotación presentes— ajeno al intercambio mercantil compulsivo de los "centros de ocio". Eran tiempos remotos en que los sindicatos eran de clase y los cursos de formación y reciclaje de trabajadores despedidos no se consideraban una conquista social. Saramago —corría el año 2000— escribió una novela política y sentimental titulada La caverna que reflejaba estas cuestions. Casi todos tenemos tarjeta de crédito. Estamos como queremos.

(María Toledano: La ausencia del ser social en el capitalismo contemporáneo)