{Versión original: 18 Agosto 2005}
{Última actualización: 21 Junio 2009}

Casi podemos decir que la aventura filosófica del Marx maduro se inicia con el descubrimiento del materialismo dialéctico [1]. Si hasta ese momento el joven pensador se había movido siempre en el ámbito del idealismo hegeliano, ahora rompe con él sin remordimiento alguno, como aclara él mismo en el epílogo a la segunda edición alemana del primer volumen de El Capital en 1873:

Mi método dialéctico no sólo es en su base distinto del método de Hegel, sino que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y lo real su simple apariencia. Para mí, por el contrario, lo ideal no es más que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del hombre.

Yo he criticado el aspecto mistificador de la dialéctica hegeliana hace cerca de 30 años, cuando todavía estaba de moda. En la época en que yo estaba escribiendo el primer tomo de El Capital, los epígonos molestos, pretenciosos y mediocres, que hoy ponen cátedra en la Alemania culta, se recreaban en hablar de Hegel, como el bravo Moses Mendelssohn, en tiempo de Lessing, hablaba de Spinoza tratándolo de "perro muerto". Por eso me he declarado yo abiertamente discípulo de aquel gran pensador e incluso, en algunos pasajes del capítulo sobre la teoría del valor, he llegado a coquetear con su modo particular de expresión. La mistificación sufrida por la dialéctica en las manos de Hegel, no quita nada al hecho de que él haya sido el primero en exponer, en toda su amplitud y con toda conciencia, las formas generales de su movimiento. En Hegel la dialéctica anda cabeza abajo. Es preciso ponerla sobre sus pies para descubrir el grano racional encubierto bajo la corteza mística.

En su forma mistificada, la dialéctica se puso de moda en Alemania porque parecía glorificar lo existente. Su aspecto racional es un escándalo y una abominación para la burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la concepción positiva de lo existente incluye la concepción de su negación, de su aniquilamiento necesario; porque, concibiendo cada forma llegada a ser en el fluir del movimiento, enfoca también su aspecto transitorio; no se deja imponer por nada; es esencialmente crítica y revolucionaria.

Queda clara, pues, la intención de Marx: usar lo que la dialéctica hegeliana tiene de revolucionario (esto es, de dinámico, de método capaz de aprehender una realidad cambiante), pero echando por la borda todo el bagaje idealista del que parte el filósofo alemán y que no le lleva sino a justificar lo realmente existente. En otras palabras, lo que Marx pretendía no era otra cosa que dar la vuelta al idealismo en que Hegel había basado toda su filosofía, y proporcionarle en su lugar lo que Marx consideraba unos cimientos muchos más sólidos con el materialismo que había comenzado a ponerse en boga otra vez desde mediados del siglo XIX. Construye, en este sentido, sobre lo que ya habían escrito Feuerbach y los jóvenes hegelianos, si bien tampoco se muestra de acuerdo con las ideas de éstos, a quienes considera todavía demasiado influenciados por el idealismo de su tiempo.

¿Pero en qué consiste, en primer lugar, todo esto de la dialéctica y el método dialéctico?


It is fashionable to use Marx's statement that he stood Hegel on his head to transform Marx into a vulgar materialist preoccupied with technological progress and the stomachs of the masses, expanded production and increased consumption. It is today the most dangerous perversion of all Marx stood for. Marx himself in his flight against vulgar materialism reaffirmed that "the Hegelian contradiction (is) the source of all dialectic". Without the dialectic of Hegel, the idealism of Hegel could not be destroyed. But the dialectic of Hegel could be retained and expanded only by the concept of the creative activity of the masses. On this basis the dialectic became in Marx's hands a revolutionary theoretical weapon against bureaucracy in all its forms, but primarily and particularly in the process of production.

C.L.R. James: State Capitalism and World Revolution.



Notas

[1] Habría que aclarar aquí que no estoy usando el término Marx maduro en el sentido con el que habitualmente se entiende cuando se contrapone al Marx joven de los Manuscritos. Por el contrario, más bien pretendo contrastar el Marx inicial, comprometido con los Jóvenes Hegelianos o hegelianos de izquierda, y aquél otro Marx que, rompiendo con el idealismo hegeliano, afirma sin compromiso un materialismo filosófico sin cortapisas. Y merece la pena recordar, en este sentido, que el joven Marx ya publicó en marzo de 1841 una tesis doctoral, titulada Diferencia entre las filosofías de la naturaleza democriteana y epicúrea, que ya muestra bien a las claras las tendencias materialistas de su pensamiento. No obstante, me parece acertado señalar que, hasta el momento en que Marx rompe definitivamente con los hegelianos de izquierda, su materialismo ha estado más bien latente, como si aún no se hubiera atrevido a llevarlo a sus últimas consecuencias, lo cual pondrá las bases para todo su pensamiento posterior. En este sentido, me parece que esta ruptura en la obra de Marx es mucho más importante para entender su pensamiento que la otra ruptura epistemológica defendida por Althusser en los setenta, con el añadido de que, en mi caso, creo ver más una evolución personal que una auténtica ruptura propiamente dicha.