[ Home ] [ Work ] [ Code ] [ Rants ] [ Readings ] [ Links ] |
|
|
{Versión original: 27 noviembre 2006}
{Última actualización: 27 noviembre 2006}
1 ó 2 patatas medianas.
|
Preparación
Comentarios
El plato éste me trae muy buenas memorias. Por la razón que fuere, no recuerdo que lo comiéramos mucho en casa durante mi infancia (sí recuerdo, por supuesto, otros arroces, sobre todo el omnipresente y siempre esperado con expectación arroz del domingo que, por lo oído de otros amigos, debe haber sido algo así como una costumbre muy extendida por todo el país). No obstante, cuando se lo mencioné a mi madre, me respondió que seguramente la memoria me engaña, pues siempre ha sido uno de sus favoritos por lo fácil que es de preparar, así como por su bajo coste y por el hecho de que los ingredientes suelen tenerse siempre a primera mano. De hecho, me contó que fue en su momento uno de los platos esenciales de la legendaria (para nosotros, que no la tuvimos que padecer) posguerra, pues sólo incluye ingredientes bien asequibles. En todo caso, volvamos a lo de mis buenas memorias asociadas con este plato. Como cualquiera podría concluir de la descripción que he hecho en el párrafo anterior, no se trata de nada del otro mundo. Tenemos aquí, ni más ni menos, que a un arroz simple y desnudo, sin guarnición y sin deslumbres. Y precisamente eso es lo que me atrae del mismo. En ocasiones, lo simple es justo lo que necesitamos, especialmente cuando se trata de comida tradicional española. Mis recuerdos están asociados a los años de bachiller allá mediados los ochenta, cuando volvía uno a casa a comer a primera hora de la tarde y nos sentábamos todos a la mesa mientras veíamos las noticias regionales del antiguo Telesur. Eran años también en los que comenzaba yo a ganar conciencia política, así que identificaba este plato simple de arroz de pobre con los pobres jornaleros de Marinaleda que a menudo aparecían en la pantalla de mi televisor debido a sus luchas reivindicando justicia social y una reforma agraria que, pese a las promesas, nunca llegaba. Se trata, en definitiva, de un plato que sienta bien cuando se tiene hambre, pero que no podemos considerar "pesado", ni muchísimo menos. Pese a ello, conviene hacerlo para el almuerzo, y no para la cena, cuando sí que es muy probable que sentara como un tiro. Asimismo, se me apetece poco indicado para los calurosos veranos andaluces, pero ideal para el otoño o incluso la primavera. Nunca se me ha ocurrido disfrutar de un buen vino junto al arroz de pobre, la verdad sea dicha. A lo mejor se ve tan pobre que ni parece que el vino vaya bien con él. Eso sí, con unas aceitunitas de mi tierra o unas alcaparras conjunta de maravilla. |