Ni siquiera en mis años de militancia más comprometida (que, dicho sea de paso, tampoco fue nunca demasiado radical, sobre todo teniendo en cuenta lo que se ve por ahí) llegó a atraerme mucho la literatura propagandística. La consideraba entonces (y la sigo considerando ahora) en buena parte literatura menor, un arte demasiado supeditado en forma y contenido a las imposiciones ideológicas del autor, demasiado centrado en un discurso maniqueo de buenos y malos. Y es que, entonces, como ahora, prefiero el análisis profundo e inteligente, el que considera los distintos matices, en lugar de pintarlo todo con brocha gorda. Así pues, todo esto se une a priori para que Viento del pueblo no sea, he de reconocerlo, el tipo de libro que me interesa. Y, lejos de echar por tierra estos prejuicios con los que inicié su lectura, los poemas de Miguel Hernández publicados en este libro me han parecido precisamente eso, maniqueos, simplistas, propagandísticos en el peor sentido del término (¿es que existe acaso una acepción positiva de la palabra?), dicho sea todo esto sin menoscabo del resto de su obra, por supuesto.

Factor entretenimiento: 5/10
Factor artístico: 3/10