[ Main ] [ Home ] [ Work ] [ Code ] [ Rants ] [ Readings ] [ Links ] |
|
|
|
{Última actualización: 7 Agosto 2005}
|
Introducción
Historia de la locura
Arqueología del conocimiento
Historia de la prisión
Historia de la sexualidad
En 1976, Foucault publicó el primer volumen de su Historia de la sexualidad, cuyo título original era Histoire de la sexualité, 1: la volonte de savoir, si bien en inglés se tradujo como History of Sexuality. An Introduction y, después, como History of Sexuality. The Will to Knowledge. Si bien no se trataba sino del primer volumen en un estudio que pretendía cubrir los fundamentos de la sexualidad como régimen de poder y su relación con el surgimiento del concepto de biopoder en la sociedad moderna, lo cierto es que la temprana muerte del autor en 1984 la convirtió para siempre en una obra inacabada. Tras su fallecimiento, se publicarían dos volúmenes más que forman parte del proyecto: The History of Sexuality. The Use of Pleasure (titulado Histoire de la sexualité, II: l'usage del plaisirs en su edición original) y The History of Sexuality. The Care of the Self (Histoire de la sexualité, III: le souci de soi). Estos dos volúmenes cubrían el papel desempeñado por la sexualidad en la Grecia y Roma antiguas. Un cuarto volumen, casi acabado en el momento de la muerte de Foucault, trataba de la era cristiana, y aún no ha sido publicado. En Historia de la sexualidad, Foucault parte de la observación de que en la era moderna se asume a menudo que hay una conexión directa entre poder, conocimiento y sexualidad que, en última instancia, se impone mediante la represión. De acuerdo a esta intrepretación, ya desde los inicios de la era clásica se intentó imponer un velo sobre la realidad sexual en un intento de prohibir e imponer los intereses de las clases pudientes sobre el resto de la sociedad. Según algunos, esta tendencia no hizo sino aumentar con el desarrollo del capitalismo. Foucault, sin embargo, viene a afirmar que la realidad fue bien distinta: lejos de suprimirse el discurso sobre la sexualidad, éste no hizo sino expandirse a partir del siglo XVII, llegando a convertirse en elemento esencial de las nuevas estructuras de poder (no olvidemos aquí que Foucault concibe el poder de una forma mucho más abierta que las corrientes marxistas). Pero, ¿cómo se produjo este nuevo discurso sexual precisamente en esta época histórica? Foucault reconoce que el siglo XVII se caracterizó aún por la represión en este campo, pero con el avance de la Ilustración se dio una enorme proliferación de los discursos sobre el tema sexual. El cristianismo como tal, aunque de forma indirecta y sin intención alguna, contribuyó en buena parte a este fenómeno gracias a la influencia del concepto de confesión, que facilitó la verbalización de los asuntos sexuales dando así lugar a un ambiente en el que se hizo posible su progresiva objetivación. A partir de entonces, y con el ascenso imparable del positivismo y la ciencia se ha producido un creciente escrutinio de las distintas formas de comportamiento sexual, incluyendo la implantación del concepto de lo perverso. De este modo, a lo largo del siglo XIX, el sexo ha sido incorporado como parte constituyente de dos disciplinas del conocimiento: la biología de la reproducción y la medicina del sexo o sexología. Si históricamente se había recurrido al ars erotica para producir la verdad del discurso sexual (derivando dicha verdad directamente del principio de placer), en la era moderna hemos asistido a la progresiva implantación de una scientia sexualis basada en una forma de poder-conocimiento fundada en el concepto de confesión (y recordemos que en la confesión el poder no se encuentra del lado de quien habla, sino más bien del lado de quien pregunta y escucha). Así pues, y lejos de lo que habitualmente suele pensarse acerca de la carga subversiva del discurso sexual, éste se encuentra perfectamente integrado en los mecanismos de poder de la sociedad moderna, al menos en su forma más cientifista y sexológica. El concepto de parrhesia
Bibliografía
Libros:
Reflexiones
De todos los textos de Foucault, uno de los que más interesantes me han parecido ha sido su entrevista con Paul Rabinow en mayo de 1984, poco antes de su muerte. No obstante, de los múltiples temas que trata en esa entrevista me gustaría entresacar aquí uno sólo en estos momentos. Cuando Rabinow le pregunta por qué no parece gustarle entrar en polémica, debatir públicamente sobre los temas de actualidad, Foucault responde largo y tendido: Y, sin embargo, vivimos en un mundo agónico (atendiendo al significado original del término agon en griego clásico), un mundo donde ha triunfado la polémica como método general no ya de alcanzar la supuesta verdad, sino del más puro entretenimiento. Tiene poco de sorprendente, pues, que el blog (entendido como elemento de participación en este mundo agónico, como arma arrojadiza con la que herir al enemigo, como poderosa granada en esta guerra de guerrillas nunca declarada) se haya convertido en práctica cotidiana de tantos internautas. El diálogo, la discusión han sido dejados de lado por el afán polemicista, mucho más atractivo y fácil de vender que el discurso sereno y lleno de circunvalaciones característico del auténtico buscador de verdades. ¿Se trata, quizás, de la consecuencia inevitable de la democracia? ¿Acaso las formas democráticas acaban por conducir siempre al sofismo, a la retórica sin control? Merecería la pena que nos planteáramos seriamente estas cuestiones, pues de lo contrario estaremos condenados a enfrentarnos eternamente en una justa sin sentido cuyo único objetivo parece ser proporcionar entretenimiento a las masas ávidas de sangre. Huyamos de la polémica, sí, y concentremos nuestros esfuerzos en el diálogo para acercarnos a la siempre elusiva verdad. Un elemento directamente relacionado con las reflexiones de Foucault sobre de la historia de la sexualidad es la distinción entre erotismo y pornografía, también nacido en la era moderna. ¿Por qué hubo de producirse esta dicotomía precisamente en este momento histórico, y no unos siglos antes? Como bien señala el propio Foucault, el arte erótico había servido a la Humanidad como principal herramienta de conocimiento en el ámbito sexual hasta el advenimiento de la razón y el nacimiento de la scientia sexualis. Cierto, el cristianismo y otras religiones habían manchado todo lo sexual con su concepto de pecado, pero pese a todos los esfuerzos de profetas e iluminados varios, la mayoría de la población continuaba disfrutando de la salacidad y la lujuria al menor descuido. No hay más que leer los continuos llamamientos de los predicadores para darse cuenta de que incluso en plena Edad Media el disfrute sexual estaba a la orden del día, por más que nuestros libros de Historia hayan ignorado el tema (por cierto, sería conveniente recordar aquí que también esto puede ser consecuencia de la parcialidad de la historiografía moderna). El único conocimiento que los individuos podían alcanzar sobre la sexualidad provenía de las historias eróticas, los chistes sexuales, los desnudos artísticos y similares. En otras palabras, que el conocimiento de la verdad sobre la sexualidad estaba entonces directamente relacionado con el concepto de placer como tal. Ahora bien, con el advenimiento dealcanzar sobre la sexualidad provenía de las historias eróticas, los chistes sexuales, los desnudos artísticos y similares. En otras palabras, que el conocimiento de la verdad sobre la sexualidad estaba entonces directamente relacionado con el concepto de placer como tal. Ahora bien, con el advenimiento de la sexología y su aplicación de la confesión y el método científico al ámbito de lo sexual, se produce una repentina ruptura entre el mundo del placer sexual y el del conocimiento sexual. Sigmund Freud y su psicoanálisis no hicieron sino ahondar aún más en estas diferencias. A partir de entonces, el mundo del placer, de lo oscuro, lo salvaje, lo reprimido, es el dominio de la pornografía, en tanto que el auténtico conocimiento sobre el sexo se produce solamente en el ámbito de la ciencia sexual y, a lo sumo, podemos aceptar, como mucho, la sublimación del placer en su forma más moderada y aceptable de erotismo. La contraposición entre ambos, por supuesto, jamás existió hasta la era moderna, y cabe la posibilidad de que en los últimos tiempos se esté difuminando más y más conforme se expanden las fuerzas del consumismo y el hedonismo por la civilización occidental. |