Analizo aquí algunos de los grandes poemas de la literatura universal, diseccionándolos, destripándolos línea a línea; es decir, asesinándolos y, finalmente, disecándolos para que no huelan mal. Al fin y al cabo, el análisis tiene casi siempre el efecto de acabar con la vida del poema, que siempre ha de ser saboreado en vivo, degustado como un buen vino. Y, pese a ello, también hay enólogos que estudian los buenos vinos. En fin, siempre podemos ignorar mis comentarios y limitarnos a disfrutar los versos.