Trump, el coronavirus y el "excepcionalismo estadounidense"
[Wed Mar 25 15:40:11 CDT 2020]

Ayer leíamos en la prensa que, según Trump, EEUU "no está hecho para cerrarse", pues no forma parte de su espíritu ni su identidad. O, para ser más exactos, explicó que:

"Our country wasn't built to be shut down. This is not a country that was built for this. It was not built to be shut down," Mr. Trump said in a briefing that heavily emphasized the need to reopen and boost businesses and the economy. "We're not going to let the cure be worse than the problem."

El problema que tengo con la doctrina ésta del excepcionalismo estadounidense es que no entiendo para nada de qué están hablando. ¿Es que acaso hay algún otro país del mundo que esté "hecho para cerrarse"? ¿Acaso no es la India excepcional y diferente? ¿Y Sudáfrica? ¿Australia? ¿Y cualquier otro país que a uno se le pueda ocurrir? En fin, que la idea ésta de la excepción de los EEUU se me antoja más bien un recurso típico de los imperialismos para justificar su supuesta superioridad moral y, por ende, por qué tiene el derecho a imponer sus decisiones a los demás. No es nada nuevo, la verdad. Cualquier otro imperialismo lo ha usado en el pasado. {enlace a esta entrada}

Donde dije digo...
[Thu Mar 19 13:43:44 CDT 2020]

Hay momentos en los que el llamado "debate político" tiene su gracia. Bueno, la verdad es que no sabe uno muy bien si estas cosas le hacen reír o desesperar. Después de tanto darnos golpes de pecho afirmando la unidad de España, denostando la progresiva centrifugación del Estado de las Autonomías y reivindicando que "los ciudadanos españoles tengan los mismos derechos independientemente de dónde vivan" (algo repetido hasta la saciedad hasta, como quien dice, anteayer), ahora se desata una bronca política a cuenta de la falta de mascarillas y representantes políticos de ímpetus re-centralizadores atacan al Gobierno de la nación por impedirles proveerse de equipos de protección para sus hospitales al centralizar la compra y requisar existencias. ¡Esto no hay un dios que lo entienda!. ¿En qué quedamos? {enlace a esta entrada}

Reconsiderando el capitalismo liberal
[Thu Mar 12 15:22:31 CDT 2020]

Hace ya unos días que leí en la web del New York Times un artículo de opinión firmado por James Traub y titulado Our "Pursuit of Happiness" Is Killing the Planet que conviene tener presente. El subtítulo resume bastante bien el contenido del artículo: "we need to strike a new balance between our private pleasures and our collective survival". Se trata, en realidad, del viejo dilema que ya planteara Rosa Luxemburgo hace mucho tiempo: socialismo o barbarie. La verdad que nadie quiere ver es que parece que estamos llegando al fin de una era. Sencillamente, el capitalismo liberal ha ido acumulando tal nivel de contradicciones internas que es incompatible con los límites mismos del planeta, pero también con una vida mínimamente saludable, psicológicamente satisfactoria y, no digamos ya, que garantice una vida digna a todos. El problema es que, si ya parece enormemente difícil para mucha gente aceptar que el capitalismo está llegando a su límite, más difícil aún parece ser que aceptemos que su hermano gemelo, es decir, el liberalismo, también puede estar en sus estertores. Después de hablar de John Stuart Mill, Traub reflexiona:

Another great 19th-century liberal, Benjamin Constant, put the matter squarely. As a young man, Constant had watched the French Revolution, and then the Terror, unfold from the safety of Switzerland, and concluded that the most dangerous people are fanatics who tell the rest of us how to live; totalitarians, as we would learn to call them in the 20th century. In a brilliant, now largely forgotten, lecture delivered in 1819, Constant wrote that the democrats of Greece and Rome, like the revolutionaries of his own day, “admitted as compatible with this collective freedom the complete subjection of the individual to the authority of the community.” By contrast, Constant wrote, “the aim of the moderns is the enjoyment of security in private pleasures, and they call liberty the guarantees accorded by institutions to those pleasures.”

Constant wasn’t thinking of Marie Antoinette’s right to play at shepherdess while her subjects starved, but the right to open a shop and build yourself a home rather than be drafted into Napoleon’s army spreading republicanism across the face of Europe. We moderns build institutions, and establish tacit norms, to guarantee the security of such private pleasures. That’s liberal individualism. But what do we do once we see that some of those choices threaten the health and lives of others? We will have to strike a new equilibrium between what society has the right to demand of us and what we have a right to retain for ourselves.

Liberal societies, in short, have always faced the problem of secondhand smoke, but what once was exceptional has now become endemic. One man’s meat is another man’s poison, as F.D.R. put it, more prescient than he knew. In the cataclysm of the Depression, the president was able to summon up the sense of collective purpose needed to embark on large-scale change. Our own crisis, of course, still appears to many far too remote for any such call to sacrifice. To make matters worse, we’ve elected as president a libertine devoted not to fostering a spirit of collective purpose, but to his right to do anything he pleases. Indeed, Donald Trump is illiberal in every respect save for his single-minded commitment to private pleasures.

Can we forge a new equilibrium before Miami is under water? I would like to think we’ll do so as part of a larger process of democratic deliberation. The Green New Deal envisions a 10-year phase of “transparent and inclusive consultation,” which sounds just about right. I note, however, that the authors seem more committed to consulting with “vulnerable communities” and “worker cooperatives” (I didn’t know we had that many) than with recalcitrant carnivores, or for that matter with energy companies. That does not put one in mind of F.D.R.

En otras palabras, que Traub parece poner su fe en el New Gren Deal. Yo, por el contrario, no acierto a ver cómo pueda salvarnos ningún acuerdo que no venga a transformar los cimientos mismos del sistema económico en que vivimos. O, lo que es lo mismo, ninguna capa de pintura de color verde puede cambiar el hecho de que el motor mismo del sistema capitalista es el crecimiento ilimitado y continuo. Sin éste no hay crecimiento del beneficio del capital, que es, a su vez, requisito previo de la inversión misma que pone en funcionamiento la cadena de producción. Es decir, que el problema está en el corazón mismo del sistema. La cuestión no es cómo hacerlo más "humano" o más "verde". Eso es ya imposible. Hemos alcanzado sus límites, aunque nos neguemos a aceptarlo. La evidencia nos rodea por todas partes. Peor aún, los excesos del capitalismo y los del liberalismo van de la mano. El individualismo liberal alienta al consumismo que, a su vez, mantiene engrasados los mecanismos de la economía y crea el beneficio para el capital. La única salida posible es romper ese círculo vicioso. Eso sí, ciertamente, superar el liberalismo no es lo mismo que destruirlo o enfrentarse a él de manera simplista. Por el contrario, superarlo implica construir algo nuevo, pasar a una nueva fase que incorpore las enseñanzas y las virtudes del liberalismo. {enlace a esta entrada}

Feminismo intolerante
[Mon Mar 9 15:52:17 CDT 2020]

Al parecer, los representantes de Ciudadanos que asistieron a la manifestación del 8-M en Madrid ayer fueron expulsados de la marcha al grieto de "fuera fascistas de nuestros barrios". Me parece preocupante esta deriva hacia el sectarismo y la intolerancia que estamos viendo por todos sitios. Y no, no estoy manifestando mi acuerdo con las posiciones de Ciudadanos, ni mucho menos. Para defender el derecho a la libertad de expresión de los demás no es necesario estar de acuerdo con las ideas que expresan. Pero etiquetar a Ciudadanos de "fascista" me parece dogmático, sectario e intolerante. Si Ciudadanos es un partido fascista, ¿qué será Vox entonces? Sencillamente, me parece inaceptable esta deriva en la que nos hemos metido por allá y por acá de un tiempo a esta parte. A este paso, la democracia misma se va a hacer insostenible. Nos estamos dejando llevar por la retórica extremista y estamos perdiendo la poca sensatez que nos quedaba. Esto da miedo. {enlace a esta entrada}

Protección sanitaria en la superpotencia
[Fri Mar 6 15:05:38 CST 2020]

Leyendo en El País una noticia sobre la posibilidad de que la expansión del coronavirus en los EEUU sea en realidad superior a lo que indican las cifras oficiales se encuentra uno con la siguiente información en el último párrafo:

A todo ello se suma la realidad de un país sin una cobertura de sanidad pública universal en el que, por temor a los costes, muchos pacientes no acuden al médico aunque tengan síntomas similares a los que produce el coronavirus. Hay cerca de 28 millones de ciudadanos estadounidenses sin seguro médico, y muchos otros tienen seguros con primas que les obligan a pagar una parte de los gastos médicos. Aunque las pruebas diagnósticas son gratuitas, la visita a las urgencias de los hospitales puede tener costes asociados para los pacientes. En la prensa circulan historias de pacientes que han acudido a hacerse las pruebas y se encuentran, días después, en el buzón de su casa, facturas de compañías de ambulancias u otros servicios derivadas de su visita al hospital.

Esta es la situación en lo que tantos patriotas estadounidenses, comenzando por su Presidente, denominan "el mejor país del mundo", el más "rico", el más "poderoso", el más "libre". La retórica, por supuesto, hace ya mucho tiempo que perdió contacto alguno con la realidad. {enlace a esta entrada}

Primera pandemia en una cultura digital
[Wed Mar 4 14:44:02 CST 2020]

Ayer leía en la web de The New York Times un artículo de opinión firmado por Charlie Warzel y titulado Coronavirus Will Test Our New Way of Life que merece la pena destacar. Todo parece indicar que la pandemia del coronavirus es la primera a la que vamos a hacer frente en un entorno caracterizado por la globalización económica y la digitalización de nuestras culturas y sociedades. Se trata de algo que puede parecer trivial, pero no lo es. Como explica Warzel:

Constant connectivity defines 21st-century life, and the infrastructure undergirding it all is both digital (the internet and our social media platforms) and physical (the gig economy, e-commerce, global workplaces). Despite a tumultuous first two decades of the century, much of our connected way of life has evaded the stress of a singular global event. The possibility of a global pandemic currently posed by the new coronavirus threatens to change that altogether. Should the virus reach extreme levels of infection globally, it would very likely be the first true test of the 21st-century way of life, laying bare the hidden fragility of a system that has long felt seamless.

The most obvious example is our global and connected economy, which has already weathered a deep recession. There could be shortages in crucial imports.

On Thursday, the Food and Drug Administration reported one of its first shortages of a drug for human use (they did not specify which) as a result of supply chain disruptions. The agency is monitoring 63 manufacturers in China supplying medical devices “that may be prone to potential shortage if there is a supply disruption.”

(...)

“It’s common when thinking about networks to talk about the trade-off between efficiency versus resilience,” Jon Stokes, a founder of Ars Technica and a deputy editor at The Prepared, an emergency preparedness site, told me recently. “Computers enable us to dial in the efficiency and complexity to insane degrees but we lose resilience in the system.”

“We design systems presuming a steady state of normalcy,” Mr. Stokes argued. “But now, we’re about to hit this big ball of stress imminently. It will flex the system in weird ways that will cause parts to snap. And it’s impossible to predict what will snap.”

A global pandemic also threatens to test other systems in ways that are harder to quantify. Chief among them: our complex information ecosystem. In the event of widespread illness, we’ll need to rely on accurate, vetted information to keep us safe. While the internet has made distribution easier than ever before, the democratization of information has created platforms and advertising economies built to reward misinformation.

When it comes to the coronavirus, the spread of misinformation hoaxes and rumors about the outbreak in China have plagued YouTube and Facebook while adapting to new platforms. As BuzzFeed News’s Ryan Broderick recently explained, “unverified videos from Chinese social media are shared by local Twitter influencers, viral WhatsApp forwards warn users of government advisories that don’t actually exist, and people share bogus cures for the virus.” Literal virality and online virality begin to mimic and influence each other.

Se trata de asuntos que hasta ahora casi ni hemos considerado. El servicio de taxis, por ejemplo, se considera un servicio público altamente regulado en nuestros países. La llamada economía colaborativa (por ejemplo, Uber, Lyft, BnB, etc.) no funciona de esta manera. Lo mismo puede decirse de la diferencia entre el servicio postal tradicional y Amazon, FedEx o UPS. ¿Cómo funcionarán estos servicios en un contexto de preocupación creciente, quizá incluso histeria, debido a la epidemia? ¿Seguirán proveyendo servicios en áreas donde las autoridades sanitarias han establecido cuarentenas? ¿Estarán obligados a prestar sus servicios sin aplicar discriminación alguna? Y, como bien afirma Warzel, ¿qué decir de unos medios de comunicación cada vez más entregados al sensacionalismo en un denodado esfuerzo por atraer la atención de los consumidores? ¿Y de las redes sociales dando pábulo a todo tipo de rumores? Peor aún, ¿qué puede hacerse si alguna que otra nación decide dejar de exportar ciertos componentes y productos que se consideran esenciales? Son muchas las preguntas, pero las respuestas brillan por su ausencia. {enlace a esta entrada}

Felipe González, Aznar y la mesa de diálogo
[Mon Mar 2 08:38:05 CST 2020]

Una vez más, me parece, Iñaki Gabilondo da en el clavo comentando la actualidad política española. Como bien explica en su comentario de hoy, está muy bien que Felipe González se sienta escéptico y Aznar indignado ante las posibilidades de éxito de la mesa de diálogo entre el Gobierno central y el de la Generalitat, pero tratándose, como se trata, de dos ex-presidentes con una larga trayectoria política y una indiscutible experiencia de gobierno, también convendría que se atrevieran a lanzar alguna que otra propuesta de solución. Vayamos por partes. Tal y como están las cosas, parece ciertamente improbable que la mesa de diálogo llegue a buen puerto, aunque con estas cosas nunca se sabe. El hecho de que se las elecciones autonómicas en Cataluña se hayan adelantado no contribuye desde luego a que ninguna de las partes, sobre todo del lado catalán, se comporten con madurez y responsabilidad evitando la demagogia fácil y los discursos grandilocuentes. Para colmo, el hecho de que la derecha española (sobre todo el PP y Ciudadanos) se niguen a sentarse a hablar tampoco ofrece muchas garantías de que, suponiendo que se llegara a un acuerdo, se pudiese aplicar. De entrada, parece altamente improbable que pueda llegarse a un acuerdo que no incluya alguna reforma del documento constitucional, lo cual implicaría a la fuerza la participación de las fuerzas de la derecha. Y, sin emnargo, ¿es que queda acaso otra posibilidad que el diálogo? ¿Qué alternative se ofrece? ¿La represión? ¿El encarcelamiento? ¿Alguien piensa honestamente que este problema vaya a solucionarse de esa manera? El asunto no es tanto que quienes creemos que el diálogo es lo correcto pensemos que garantice una resolución, sino que en verdad no queda otra alternativa mínimamente constructiva.

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