[Mon Feb 25 15:15:14 CST 2019]

La verdad es que aunque, en líneas generales, prefiero que hayamos dejado atrás el bipartidismo imperfecto de antaño, en ocasiones no puedo evitar cierta desilusión con la nueva política de Ciudadanos y Podemos. Quizá sea algo generacional, pero me disgusta el excesivo uso de lo que, al fin y al cabo, no son sino meras poses de cara a la galería sin consecuencia alguna en la realidad material. Algo muy del gusto, supongo, de unas jóvenes generaciones criadas en el entorno de las redes sociales, pero que me parece un comportamiento en exceso superficial. Así, si hace unos años Pablo Iglesias logró aparecer en los titulares al regalar una colección de Juego de tronos al Rey, ahora es Inés Arrimadas la que viaja a Waterloo para "recordarle a Puigdemont que la república no existe" (?!). ¿Alguien puede explicarme qué diantres va a conseguir Arrimadas con esto más allá, por supuesto, de aparecer en los titulares y ganar puntos en la guerrilla de mercadotecnia en que se ha ido convirtiendo la política contemporánea? En lugar de contribuir a solucionar los problemas o, cuando menos, hacer propuestas (o, ¡Dios mío!, sentarse a dialogar), Arrimadas prefiere hacer política a golpe de titulares y pose. Como decía, me desilusionan estos nuevos partidos. Les falta contenido. Dominan muy bien la imagen y los medios de comunicación. Se desenvuelven magníficamente en las redes sociales. Pero se hace bien difícil decir qué defienden o qué proponen. La política como mero mensaje, como retórica desnuda de contenido. Lo dicho, es una pena. {enlace a esta entrada}

[Tue Feb 19 21:32:08 CST 2019]

Me ha gustado mucho el editorial de El País hoy, dedicado a las últimas decisiones de Albert Rivera al frente de Ciudadanos. Subscribo por completo su contenido, del que merece la pena resaltar el siguiente párrafo:

Nada salvo un arriesgado cálculo electoral obligaba a que Rivera anunciase en estos momentos lo que se dispone a hacer al concluir una campaña que todavía no ha comenzado oficialmente. Ni tampoco a que su pronunciamiento fuera en el sentido de favorecer, más que de conjurar, un nuevo riesgo de parálisis política, como el que ha marcado la actual legislatura. La mayor fragilidad de esta estrategia antes de tiempo reside, con todo, en que deja a Rivera a merced del líder del Partido Popular, Pablo Casado. Determinado a correr detrás de él como tras una sombra, Rivera se condena a llegar en la radicalización tan lejos como llegue Casado, con el agravante de que este imagina que la mejor forma de evitar que Vox le reste apoyos es mimetizándose con su retórica incendiaria y con las desmesuras dudosamente constitucionales de su programa. Rivera aseguró en su día que saltaba desde la política catalana a la estatal para aportar moderación y regeneración democrática, primero desde posiciones socialdemócratas, luego liberales y ahora ultramontanas. Al segundo de esos compromisos faltó cuando mantuvo su apoyo al Gobierno de un partido condenado en firme por corrupción. En cuanto a la moderación, Rivera parece dispuesto a desmentir cualquier esperanza de que haga después de las elecciones lo contrario de lo que ha venido haciendo en los últimos tiempos.

Lo siento mucho, porque hasta hace bien poco me parecía que Ciudadanos podía jugar un importante papel moderador y constructivo en la política española (algo que, dicho sea de paso, no parece interesar para nada a los líderes de Podemos). Sin embargo, no acabo de entender la deriva neopopulista y neonacionalista (no porque el suyo sea un nacionalismo español es menos nacionalismo) a la que se ha venido entregando últimamente. Ni su retórica maximalista, ni su estrategia exageradamente (e impacientemente) electoralista, ni tampoco el hecho de que ahora vayan de la mano de la derecha dura parece compatible con aquella fuerza de centro progresista que decía ser en sus inicios. Tal y como se afirma en el editorial de El País, ha dado tantos bandazos en su joven vida (de la socialdemocracia al mero progresismo, y de ahí al liberalismo... para ahora aunar fuerzas con el franquismo sociológico) que cuesta trabajo saber en qué creen (más allá de en ellos mismos, por supuesto) o qué pretenden (más allá de llegar al Gobierno). En fin, que creo que han defraudado muchas de las expectativas que levantaron en su moento. Y es una pena, por que estamos necesitados de líderes y fuerzas políticas moderadas y constructivas. Ciudadanos, sin embargo, al menos de la mano de Albert Rivera, parece ser más bien un partido populista neo-españolista, más que otra cosa. {enlace a esta entrada}

[Thu Feb 7 14:58:19 CST 2019]

Como suele suceder, Felipe González está bien acertado en sus reflexiones sobre el tema catalán en esta corta entrevista. Si algo me gusta del ex-presidente (con quien, por cierto, en ocasiones no estoy de acuerdo, aunque esto pasa raramente) es que siempre hace un esfuerzo por razonar lejos de posiciones abiertamente partidistas, lo que contribuye a tender puentes y construir un consenso. Se trata, por desgracia, de una cualidad que uno echa de menos en estos tiempos de populismo rampante.

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