[Thu Aug 29 14:56:01 CDT 2019]

Notas sobre un par de artículos interesantes con los que me he topado hoy. En primer lugar, El País publica un texto sobre los tópicos en que a menudo caemos cuando nos quejamos de que cada vez se habla peor. Mucho me temo que se trata de una queja casi tan antigua como la Humanidad misma. Igual ocurre, por cierto, con la idea de que nuestras sociedades están entrando en decadencia. Por otro lado, y quizá mucho más interesante, creo yo, es el artículo de opinión firmado por Xavier Bonal sobre la gentrificación de la escuela pública (en catalán). Se trata de una tendencia que llevamos un buen tiempo viendo aquí en los EEUU, pero que ahora parece estar extendiéndose a España. Debido a la presión a la baja de los ingresos, parece que un número cada vez mayor de familias de clase media se ve abocada a llevar a sus hijos a la escuela pública (algo que, dicho sea de paso, una buena parte de ellos evitaban como la peste hasta hace bien poco). Sin embargo, aunque dicha tendencia puede verse como beneficiosa para la escuela pública en principio, lo que parece estar sucediendo es que dichas familias están comenzando a extender un proceso de gentrificación que puede estar expulsando a otras clases sociales de esas mismas escuelas, con lo que la consecuencia final acaba siendo la segregación social de los chavales igualmente. Convendría mantenerse atento a esa posible tendencia para ver si cómo evoluciona. De momento, me da la impresión de que tal vez se trate solamente de una impresión del autor. No estaría de más hacer algún estudio a fondo sobre el asunto. {enlace a esta entrada}

[Wed Aug 21 14:58:58 CDT 2019]

Recientemente, mientras leía un interesantísimo artículo titulado I Can’t Answer These Texas Standardized Test Questions About My Own Poems, me encontré con la siguiente información acerca del rendimiento escolar que, por desgracia, a menudo cae en saco roto:

Now comes research that reveals that a simple demographic study of the wealth of the parents could have accurately predicted the outcomes, no desks or test packets needed. Educator/author Peter Greene reports,

"Put another way, Tienken et. al. have demonstrated that we do not need to actually give the Common Core-linked Big Standardized Test in order to generate the "student achievement" data, because we can generate the same data by looking at demographic information all by itself.

Tienken and his team used just three pieces of demographic data—

  1. percentage of families in the community with income over $200K
  2. percentage of people in the community in poverty
  3. percentage of people in community with bachelor’s degrees
Using that data alone, Tienken was able to predict school district test results accurately in most cases."

Como decía, mucho me temo que hasta el propio autor del artículo olvida esa información en cuanto se entra a hablar de, por ejemplo, las razones por las que ciertas minorías raciales parecen rendir mucho menos en las escuelas. Cuando se trata de ese tema, al menos aquí en los EEUU, automáticamente pasa a hablarse del asunto desde la perspectiva del racismo. Sin embargo, como la cita viene a demostrar claramente, las razones que explican el rendimiento académico son más de origen socioeconómico que racial o de cualquier otro tipo. Esto no es nada nuevo. Los sociólogos lo saben desde hace mucho tiempo. Pero, por lo que quiera que sea, los medios de comunicación y la sociedad contemporánea en general parece más dispuesta a ver el asunto desde la perspectiva de la raza (al menos, repito, aquí en los EEUU). Por desgracia, no es tanto que las ciencias sociales no sean capaces de identificar y establecer algunas leyes fundamentales de manera parecida a como lo hacen las ciencias naturales (y, por descontado, con las mismas limitaciones que también existen en aquéllas), sino más bien que al tratar de asuntos que afectan más directamente a nuestro propio sentido de identidad (ideológica, religiosa, racial o personal) a menudo preferimos ignorarlas y hacer como que no existen. {enlace a esta entrada}

[Fri Aug 16 13:47:49 CDT 2019]

Hace un par de días, navegando por ahí, me encontré con una entrevista a Jonathan Waterlow, autor de un libro sobre el humor bajo el estalinismo soviético, que contiene algunas reflexiones interesantes:

Since high school, I’ve been fascinated by Soviet history of the 1930s, but a lot of the historiography didn’t make sense to me. There were still scholars saying that people must either have lived in perpetual fear and trauma or been completely brainwashed to buy into the system. Nowhere in the world is a population 100% for or against its governmento.

(...)

In the popular consciousness, there’s just an image of the gulag and repression and suffering. The Orwellian-Solzhenitsyn view dominates. There’s not much sense that people lived rich lives—that also had a lot of pain and trauma—and found meaning. Jokes are an important way to find meaning when you don’t control your circumstances. They help you feel that you have critical ability and can weave together a world that makes sense to you. In scholarship, the resistance trope hangs in the background as an implicit assumption, like the Stalin cult I mention in the book.

It doesn't undermine the seriousness and suffering of the purges to explore the other experiences people had at the same time. People still went on summer walks in Gorky Park or had drinks and shot the breeze with friends while mass arrests were happening. It's not just more realistic, it's also more respectful to understand the richness of their lives.

(...)

We often think of jokes as a way to stand up against a dictator, but really sharing them helps us go to work the next day and get on with life.

Se pregunta uno qué podrá suceder si el movimiento políticamente correcto se sale con las suyas y acaba por imponer sus reglas en todos los ámbitos, incluyendo el del humor. Al fin y al cabo, como explica el autor, los chistes han servido tradicionalmente para aliviar los padecimientos de la población general. Pero ahora parece que hay un número cada vez mayor de personas empeñadas en eliminar esto también. Todo hay que tomárselo en serio. Todo tiene repercusiones. Todo es político. Quizá se trate de una nueva mentalidad relacionada con las nuevas generaciones que a mí, entrado en años ya, simplemente me cuesta trabajo entender. No lo descarto. Pero no estoy seguro del todo de que tomárselo todo tan en serio vaya a mejorar las relaciones sociales. Y, más importante aún, la fuerte relación directa que siempre ha habido entre la falta de humor y las tendencias autoritarias no debiera olvidarse, creo. Y, que conste, en muchas ocasiones he escrito aquí mismo sobre los límites de la libertad de expresión misma. No creo que sea conveniente ir por ahí ofendiendo a todo el mundo para demostrar que uno es muy libre. Pero, dicho esto, ciertas tendencias contemporáneas a la censura me atemorizan. {enlace a esta entrada}

[Thu Aug 8 14:48:22 CDT 2019]

Hace un par de días me encontré con un artículo titulado What kind of rebellion will save humanity from extinction? que me llamó la atención, más que nada, por la afirmación del encabezamiento:

The real power of mass civil disobedience is not its ability to shock the powerful into listening, but rather its potential to draw masses of people into action.

He de reconocer que ni siquiera me he molestado en leer el cuerpo del artículo, pero me parece que la afirmación viene a reflejar muy bien el estado de cosas en que vivimos en estos momentos. Resulta que hasta el activismo militante se centra más en la mercadotecnia (el "mensaje") que en producir cambios materiales en la sociedad. Todo parece reducirse al nivel de la imagen y el discurso, sin que preocupen demasiado los comportamientos o las medidas en sí. Lo encuentro todo bien confuso. Lo mismo es que ya me estoy haciendo viejo, pero se me antoja todo muy superficial, muy de escaparate. Me recuerda la escenita aquella en la que Pablo Iglesias regaló al Rey una colección de DVDs de la serie televisiva Juego de tronos y se quedó tan pancho, como si acaso hubiera llevado a cabo algún tipo de alzamiento republicano o algo por el estilo. Todo son formas, estilo, pose. Y, claro, nos perdemos en la verborrea sin tener un impacto jamás en la realidad. {enlace a esta entrada}

[Mon Aug 5 10:56:22 CDT 2019]

Los líderes de los principales partidos políticos (todos ellos, sin excepción alguna) nos están tomando el pelo de tal forma a cuenta de la formación del nuevo Gobierno que conduce inevitablemente al enfado y la desilusión. Esta misma mañana leíamos que el PP pedía al PSOE que se abstuviera para permitir un Gobierno de coalición entre PP y Ciudadanos. Eso justo después de conducir al callejón sin salida en que nos encontramos precisamente por negarse ellos a abstenerse para permitir un Gobierno de Pedro Sánchez quien, a su vez, pedía la abstención del PP a pesar de que él mismo se negara a dársela a Rajoy hace tan solo un par de años. Como decía, la ineptitud, mediocridad e incapacidad para el diálogo que están demostrando nuestros líderes no puede sino conducir al enfado y la frustración entre los ciudadanos. Lo único que nos falta para contar con un partido populista fuerte como el de otros países del entorno es un liderazgo carismático. Cuarenta años después de la Transición, hemos alcanzado un sistema similar al de los países del Norte de Europa, pero nos faltan la madurez, la tolerancia, el pragmatismo y la capacidad de diálogo que aún tienen por esos lugares. En parte, me temo que el problema es que los propios ciudadanos tampoco somos muy dados a la negociación y el consenso, sino que preferimos más bien el griterío y la pose estilo macho. En esas condiciones, lo que en otros países podría considerarse un mero acuerdo político en España, quizá más dada a los maximalismos, se ve como alta traición. {enlace a esta entrada}