[Tue Mar 25 20:19:29 CDT 2014]

Hace ya uno o dos meses que alguien compartió en Facebook el enlace a una serie de fotos donde una veintena de creacionistas mostraban mensajes criticando la teoría de la evolución que la verdad es que da bastante que pensar. Junto a algunas cuestiones más o menos serias que, sin duda, merecen cuando menos discutirse, se encuentra uno con cosas como éstas:

Bill Nye, are you influencing the minds of children in a positive way?

Are you scared of a divine creator?

Is it completely illogical that the Earth was created mature? (i.e. trees created with rings... Adam created as an adult...)

How do you explain a sunset if their [sic] is no God?

What about noetics?

Where do you derive objective meaning in life?

Why do evolutionists/secularists/huminists[sic]/non-God believing people reject the idea of their [sic] being a creator God but embrace the concept of intelligent design from aliens or other extra-terestrial [sic] sources?

Because science by definition is a "theory" —not testable, observable, nor repeatable" why do you object to creationism or intelligent design being taught in school?

What purpose do you think you are here for if you do not believe in salvation?

Why have we found only 1 "Lucy", when we have found more than 1 of everything else?

If we came from monkeys then why are there still monkeys?

Uno no sabe si echarse a reír o a llorar leyendo algunas de estas afirmaciones. ¿De verdad que la gente puede ser tan simple? ¿Partidarios de la teoría de la evolución que creen en el diseño inteligente llevado a cabo por criaturas extraterrestres? ¿Cómo? ¿Mande? ¿Pero de qué diantres habla?

De todos modos, como decía, junto a un buen número de estupideces, también hay otras cuestiones bastante más serias e inteligentes. No niego que sea necesario un debate, ni tampoco que no haya muchísimos flecos sueltos. Así funciona la ciencia. Pero de lo que no me cabe duda alguna es de que convendría fomentar un poco más el conocimiento científico, al menos de los conceptos más básicos. Algunas de las preguntas revelan tal ignorancia que no puede dejar de ser preocupante. {enlace a esta entrada}

[Tue Mar 25 20:10:37 CDT 2014]

Cosas que pasan con el silencio cómplice de las biempensantes mentes democráticas occidentales, como de costumbre: 529 seguidores de los Hermanos Musulmanes han sido sentenciados a muerte en Egipto en un juicio que duró una sola sesión. Al parecer, se les acusaba del asalto a una comisaría en el que murió un coronel de la policía. Ya me dirán. 529 personas condenadas a muerte por el asesinato de un coronel. Así se las gastan los "demócratas" egipcios. Eso sí, éstos sí que están de nuestro lado, no como los Hermanos Musulmanes. La noticia, además, aunque no haya sido censurada en nuestros medios de comunicación, ha pasado prácticamente desapercibida. Es decir, lo mismo de siempre. Después nos preguntaremos otra vez un día de éstos por qué nos odian tanto. {enlace a esta entrada}

[Tue Mar 25 19:30:03 CDT 2014]

La noticia que ha estado en candelero estos últimos días en España ha sido, sin lugar a dudas, el fallecimiento de Adolfo Suárez. Como era de esperar cuando el muerto está aún de cuerpo presente, solamente se oyen alabanzas desmedidas, en ocasiones provenientes precisamente de quienes hasta hace bien poco le lanzaban dardos envenenados mientras, por el otro lado, tampoco faltan quienes siempre se apuntan a llevar la contraria y aprovechan para no reconocerle mérito alguno al finado o incluso para insultarle y pintar un retrato de brocha gorda demasiado simple, sectario y pueril. Para ver un ejemplo de lo primero, no hay más que echarle un vistazo a los principales medios de comunicación del país. Y, por lo que hace a quienes aprovechan la ocasión para lanzar dentelladas y mostrar que son más radicales que nadie, no hay más que leer Suárez en el país de los pícaros, de Juan Carlos Monedero.

Yo, por mi parte, soy de los que piensan que en este asunto, como en tantos otros, lo acertado es un término medio que debemos encontrar entre todos. Por tanto, me parece de bien nacido reconocerle a Suárez el mérito de haber llevado adelante la transición pacífica a una democracia representiva que, sin duda, es bien limitada y tiene multitud de defectos pero que, pese a quien pese, ha venido a convertirse en el período más largo de la historia de nuestro país en el que hemos podido disfrutar de estabilidad política, libertades civiles y una prosperidad económica más o menos relativa. Cuando murió el dictador allá por noviembre de 1975 no eran muchos quienes se imaginaban que la monarquía constitucional se asentaría en España durante más de treinta años sin mayor problema y lograríamos incorporarnos a la Europa democrática, algo que generaciones enteras de intelectuales progresistas habían soñado durante décadas. Suárez venía de las filas del antiguo régimen, qué duda cabe, pero calificarle meramente de "arribista", como hace Monedero, me parece cobarde. La derecha pura y dura pronto le vio como un traidor a la causa del sagrado Movimiento Nacional y él, que había apostado tan firmemente por la implantación de un sistema político democrático, la legalización del Partido Comunista, la izquierda abertzale, los partidos nacionalistas históricos y el concepto de las autonomías, tenía mucho que perder si hubiera triunfado un golpe de Estado. En ese sentido, Suárez apostó fuerte. Por ello, la actitud de Monedero me parece cobarde y zarrapastrosa. Ahora bien, nada de ello debe servir como excusa para dejar de reconocer que, por el otro lado, la transición dejó las cosas atadas y bien atadas para que la élite económica y los poderes fácticos de siempre siguieran adelante como si nada hubiera pasado. Se limitaron a aplicarse una fina pátina de modernidad y santas pascuas. En ese sentido, como creo haber escrito en estas mis páginas en alguna otra ocasión, comparto la opinión de quienes piensan que la transición se cerró en falso. No era necesario, creo, apostar por una ruptura revanchista (que es lo que parecen proponer muchos hoy en estos momentos), pero sí que hubiera estado bien que se hubiera producido una reforma rupturista que de verdad hubiera pasado página no sólo en lo que respecta a las instituciones políticas del Estado, sino también en otros aspectos más profundos. Pero, se mire como se mire, la política es el arte de lo posible en un contexto determinado. Teniendo en cuenta las circunstancias, no tiene uno nada claro que una ruptura, reformista o no, hubiera sido de verdad posible en aquellos momentos, sobre teniendo en cuenta que los poderes fácticos eran quienes todavía tenían la sartén por el mango. Las cosas son como son, y no como nos gustaría que fueran. Ya estamos bien entrados en años como para haber aprendido esa lección.

Pero no quiero terminar esta entrada sin hacer mención a otro interesante artículo que ha sido publicado en la prensa recientemente. Me refiero a La memoria selectiva, firmado por Enrique Cervera. En él el autor se alza contra la idea que parece haberse ido extendiendo de que Suárez fue "el político del consenso". Como acertadamente afirma Cervera:

La verdad es que las grandes cosas que hizo Adolfo Suárez, sus golpes de determinación y su capacidad de arriesgar, los grandes avances por los que le recordamos, ni de lejos fueron decisiones por consenso. O, al menos, no con el consenso de buena parte de la derecha, de credo franquista y confesional y enquistada en altas instituciones del Estado, empezando por el Ejército, que en esa época seguía viéndose a sí mismo como el vencedor de la Cruzada.

El propio autor hace repaso a algunas de las medidas que tomara Suárez que, obviamente, no fueron precisamente apoyadas en el consenso de todas las fuerzas políticas, como se nos quiere hacer creer: la amnistía a los presos vascos, la legalización del Partido Comunista, la ley del divorcio, la reforma fiscal, el regreso de Tarradellas, el Estado de las Autonomías... en fin, la lista es bien larga. En algunos casos, justo es reconocerlo, se apoyaba en otros partidos del arco parlamentario, pero en casi todos esos casos que he referido contaba también con la oposición frontal de la derecha más recalcitrante y, en ocasiones, hasta de elementos dento de su propio partido. De consenso nada de nada. Eso es una tergiversación de la historia. {enlace a esta entrada}

[Thu Mar 13 18:19:52 CDT 2014]

Hace unos días un amigo en Facebook compartió el enlace a un interesantísimo artículo que expone cómo los ministros del Sur de Europa tienen más estudios universitarios que los del Norte del continente. Se trata, sin lugar a dudas, de algo que va directamente contra el estereotipo que tenemos en ambos sitios, en el Sur y en el Norte. En el Sur porque siempre pensamos que nuestros políticos son unos incapaces que no cuentan con formación suficiente y se ganaron el puesto gracias al secular nepotismo que se impone en nuestras sociedades. Y en el Norte porque... en fin, porque están completamente de acuerdo con dicho estereotipo.

Veamos. Conviene comenzar reconociendo que, si los resultados fueran precisamente los contrarios, los usaríamos como evidencia de que nuestros políticos son una pandilla de sinvergüenzas y aprovechados sin formación alguna. Pero, como son lo que son, seguramente nos las arreglaremos para interpretarlos desde un punto de visa que sigue representando a los países del Sur de Europa de manera negativa. Así funcionan las cosas. Se parte de una convicción profunda y, después, se interpretan los datos para justificar dicha explicación, en lugar de proceder a la inversa. En otras palabras, que por lo general preferimos funcionar por deducción, que no por inducción, que es como suele funcionar el método científico.

De todos modos, dicho eso, no queda más remedio que reconocer que la formación universitaria en realidad pinta más bien poco a la hora de garantizar el éxito político. Creo que muchos ciudadanos estarían de acuerdo en identificar a Felipe González como uno de los mejores presidentes que hemos tenido, a pesar de que su nivel de preparación académica fuera más bien mediocre, sobre todo comparado con Mariano Rajoy o Rodríguez Zapatero. Además, por si esto fuera poco, es bien fácil pensar en políticos bien apreciados, como Lula o Willy Brandt, que ni siquiera tenían titulación universitaria. Y es que lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Se mire como se mire, los méritos académicos no garantizan mucho en política. El conocimiento puede ser importante en otras esferas, pero no necesariamente en la actividad política, donde lo importante es tener visión de conjunto, convencer, negociar, consensuar, construir mayorías y decidir. Y para eso no es necesaria titulación académica alguna. En este sentido, me temo que en España pecamos de cierta titulitis, algo que, por otra parte, puede entenderse perfectamente en un país donde generaciones y generaciones ni siquiera tuvieron la posibilidad de aprender a leer y escribir medianamente bien. De ahí, por cierto, que hablemos continuamente de "la generación más preparada de la historia de España". Puede que sea la generación más preparada en cuanto a títulos académicos, pero eso no tiene por qué implicar que sea también la más sabia o ni siquiera la que más conocimiento o experiencia tenga. En fin, que, como suele suceder, las cosas son más complicadas de lo que nos imaginamos. {enlace a esta entrada}

[Wed Mar 12 07:49:53 CDT 2014]

Aunque es innegable que hemos avanzado muchísimo en las últimas tres o cuatro décadas en todos los aspectos (económico, político, costumbres y morales, sanidad, educación...), lo cierto es que todavía, de cuando en cuando, España sigue siendo diferente. Ayer, por ejemplo, el acto central conmemorativo del atentato terrorista del 11-M fue un acto católico, a pesar de que un buen número de víctimas y sus familias eran fieles a otras religiones o incluso no creyentes. Lo que en otros países de nuestro entorno hubiese sido una ceremonia ecuménica con representantes de diversas iglesias o incluso un acto puramente laico, en nuestro caso se convirtió en una ceremonia donde únicamente habló el cardenal Rouco Varela quien, además, aprovechó para hacer política de la más baja estopa al dejar caer la afirmación de que quienes cometieron el crimen lo hicieron por "oscuros objetivos de poder", dando con ello pábulo a las disparatadas teorías de la conspiración que han venido alimentando los sectores de la ultraderecha desde 2004. Rouco Varela, además, no tuvo ni siquiera la decencia de hacer mención a los representantes de otras creencias religiosas que estaban presentes en la ceremonia. Lo siento mucho, pero uno no puede compartir la opinión, tan enraizada en nuestra derecha más tradicionalista, de que España es, por esencia, católica. España es y será lo que quieran los españoles y, por consiguiente, no tiene una esencia definida, ni mucho menos una religión oficial. Se trata de un principio básico de la democracia que, al parecer, aún no ha entrado en la mente de nuestros líderes eclesiales. {enlace a esta entrada}

[Sat Mar 1 08:55:10 CST 2014]

Hoy, al echarle un vistazo a las noticias nada más levantarme, me he encontrado con una de esas noticias a la que poca gente prestará atención pero que, creo, indica muy bien la completa confusión ideológica en que se encuentra sumado el Gobierno de Rajoy. Según leemos en El País, el Gobierno pone límites a la financiación colectiva a través de internet:

El Gobierno dio este viernes el primer paso para regular la aportación colectiva a proyectos a través de la red conocida como crowdfunding. Esta medida, incluida en un anteproyecto para el fomento de la financiación de las pymes, limitará las contribuciones por inversor a 3.000 euros por iniciativa y 6.000 por plataforma. El objetivo, según el Ministerio de Economía, consiste en "impulsar una nueva herramienta de financiación directa de proyectos empresariales en sus fases iniciales de desarrollo y proteger a los inversores". La normativa se ha desarrollado "en línea con las consultas realizadas en otros países de nuestro entorno", dice el Ministerio.

Aparte de que cuesta trabajo entender qué iniciativa empresarial que se precie puede lanzarse por tan sólo 6.000 euros, lo que cuestiono va mucho más allá. Dado que quienes nos gobiernan a menudo muestran orgullosos sus raíces "liberales", se pregunta uno por qué razón consideran conveniente limitar la cantidad que se vaya a invertir en una empresa determinada. Más extraño aún suena eso de "proteger a los inversores". ¿Protegerles? ¿De qué? ¿De una mala inversión? ¿Dónde está el liberalismo ahí? Es más, se trata de algo que no me parece ni lógico, independientemente de las adscripciones políticas de cada cual. No va conmigo eso de los catecismos con sus respuestas prefabricadas gracias a un dogma divinamente revelado, y mucho menos cuando se aplica a los asuntos políticos. Pero es que, en este caso, en el marco de una economía capitalista no acierta uno a ver cómo pueda ser que el Gobierno quiera erigirse en protector de los inversores, no vaya a ser que les dé por invertir en el proyecto equivocado. Oiga, si de verdad creen que el inversor no sabe cómo invertir y hay que protegerle, no vaya a ser que invierta demasiado, ¿por qué no apuestan por cambiar de sistema económico? ¿Se han dado cuenta de que el actual está basado precisamente en la idea contraria?

En cualquier caso, uno ya se imagina por dónde van los tiros. Seguramente, el Gobierno quiere asegurarse de que el crowdfunding no se use para blanquear dinero. Y me parece muy bien. Me parece, de hecho, muy lógico. Ahora, lo que no me parece lógico es que se haga a costa de reducir la capacidad de inversión en proyectos empresariales, sobre todo en un caso como el del crowdfunding, que en principio debiera beneficiar sobre todo a los emprendedores que tienen menos posibilidades de conseguir financiación por las vías tradicionales. Si de verdad temen que este tipo de inversión se use para blanquear dinero, pues pongan los medios para investigarlo, detectarlo y detener a los implicados. Que yo sepa, multitud de actividades (desde el fichaje de jugadores de fútbol hasta las operaciones urbanísticas, pasando por los premios de lotería) también se usan para blanquear dinero y yo todavía no he oído que el Gobierno vaya a legislar para que dichas actividades desaparezcan o solamente se produzcan cuando el monto total en juego sea bien reducido. En fin, que no acierta uno a ver el liberalismo por ningún sitio. {enlace a esta entrada}