[Tue Oct 29 12:20:53 CDT 2013]

Hace unos días, El País publicaba un artículo sobre el escritor Antonio Muñoz Molina, que acaba de recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y una pequeña anécdota me llamó la atención:

Entonces Muñoz Molina era "completamente feliz", jugaba en la calle, era feliz con nada. El mundo era la calle. El padre era "una presencia muy tranquila. Me llevaba a la huerta, él iba delante en la yegua, yo detrás". El abuelo, Manuel Molina García, había sido cantaor, vendedor ambulante, campesino... "Le gustaba mucho usar palabras rimbombantes, a veces equivocadamente". Le hablaba del doctor Negrín, "me llenó la cabeza de nombres, de palabras que no sabía qué significaban, pero que eran extraordinariamente poderosas. Como guardia de asalto. Contaba una frase que según él le había dicho Gil Robles a Azaña en las Cortes y de la que yo no entendía nada: 'Te doy mi voto y el de minoría si eso sirve para que le cierres el paso al comunismo...'. Se emocionaba con todos los himnos, lloraba mucho, era franquista y antifranquistas, era muy curioso y siempre estaba contando cosas. Siempre. Mi abuela le reñía". Al viejo le gustaba gastarle bromas. Le decía: "¿En qué se parece un muchacho de bien a un teatro?". Perplejidad y respuesta, risas: "En que lo descomponen las malas compañías".

Uno no tiene más remedio que recordar la sabia alegría de esos abuelos españoles que, después de haber sufrido tanto a lo largo de sus vidas, encuentran ahora nuestros problemas como perfectamente aceptables e, incluso, si les apuras, hasta nimios. {enlace a esta entrada}

[Fri Oct 25 17:24:46 CDT 2013

También esta misma mañana me encontré igualmente en la web de Público un artículo sobre el Tea Party estadounidense firmado por Pablo Bustinduy que merece la pena reseñar aquí, aunque sea brevemente. Como ya he señado en otras ocasiones, no comparto la opinión de quienes ven en el Tea Party un partido de corte neofascista, sino que yo lo calificaría más bien de partido populista de derechas. Para que el Tea Party tuviera un carácter auténticamente fascista, debiera promover un régimen autoritario, cosa que sus partidarios no hacen. De todos modos, habría que entrar a aclarar las peculiaridades del sistema político estadounidense y cómo podemos encontrar elementos populistas tanto en la derecha como en la izquierda, además del hecho de que por aquí la identidad política se define a menudo dependiendo de la posición que se mantenga con respecto a la transferencia de poderes de los gobiernos de los estados federados al Estado federal, cuya capital se encuentra en Washington DC. En cualquier caso, no tengo tiempo de entrar en detalles con respecto a todo eso en estos momentos, ni tampoco es el asunto central que quería comentar. Mucho más interesante me parece, en cambio, las siguientes reflexiones del autor:

La clave, sin embargo, no está tanto en la osadía del Tea Party como en la incapacidad absoluta de los demócratas y los republicanos moderados para hacerles frente. Una escena resume bien lo esencial de la crisis: ideológicamente desconcertados, sumidos en sus propios soliloquios, mercadeos y batallas internas, sin absolutamente nada que decir, los dirigentes de uno y otro partido repetían lugares comunes ante las cámaras en los pasillos del congreso, mientras en las televisiones el reloj se acercaba a cero y las encuestas mostraban que un 87% de la población, cada vez más incapaz de entender lo que está sucediendo, manifestaba su desprecio por el trabajo de sus representantes. La escena resume lo esencial porque, en realidad, el Tea Party no es nada en sí mismo. El Tea Party es un síntoma de otra cosa, de la desorientación profunda de unas élites dirigentes que desde hace tiempo son incapaces de establecer una línea política coherente, estable y homogénea para la dirección de la primera potencia del capitalismo mundial. El Tea Party no es la causa sino el efecto: se nutre y respira en las grietas mismas de esa incapacidad.

La inestabilidad institucional que viven los EEUU expresa una situación inédita en la historia reciente, que se caracteriza por la fragmentación de los intereses de sus segmentos dominantes. A lo largo del siglo XX, la clase dirigente del país siempre había dispuesto en los momentos decisivos de una cierta distancia respecto de los poderes industriales, corporativos y financieros, un margen de autonomía para definir la visión y las prioridades del país en el largo plazo. En las guerras mnudiales, en el plan Marshall, en las decisiones fundamentales de política internacional, las élites políticas tenían por misión anteponer los intereses del sistema a largo plazo (garantizar, por ejemplo, los flujos económicos globales y la estabilidad de las áreas geopolíticas decisivas), conscientes de que los intereses particulares e inmediatos de cada grupo de poder en realidad dependían y se beneficiaban de la salud general del conjunto.

La unidad y la coherencia de clase requieren de esas distancias internas, que hoy en día han desaparecido. De hecho, el contraste no podría ser más acentuado: familias políticas en pugna abierta por el poder; una crisis de causas parciales, inmediatas, sin perspectiva ninguna ni explicación aparente, que se reitera en el tiempo y pone en riesgo, sin que nadie sepa muy bien por qué, la función imperial misma que la élite política debería garantizar.

La razón de este cambio puede tener que ver con un hecho bastante simple: hoy en día no existe un sujeto político que suponga un desafío o una amenaza real para el orden establecido, como fueron en el pasado los movimientos sociales, sindicales y contestatarios que pusieron en jaque la normalidad del país y arrancaron importantes cesiones y compromisos por parte del Estado. La presencia de esa fuerza interna, poderosa y bien articulada, forzaba la unidad y la coherencia interna de las élites, que debían pensar a largo plazo y asociarse en torno a las cuestiones esenciales para asegurar su posición como clase dirigente.

En los últimos 30 años, sin embargo, la política securitaria y la represión externa e interna de la contestación han logrado que ya no haya quien presione al sistema. Sin enemigo común, sin incentivos inmediatos para mantener la coherencia de clase, se multiplican las divisiones, las luchas internas por el poder, las situaciones de incertidumbre: la élite es víctima de su propio éxito.

(...)

¿Qué escenario cabe prever a partir de esta disfunción? Es lógico que el sistema financiero internacional vea con preocupacuón la deriva institucional que afecta a la estabilidad del dólar y del Tesoro norteamericano, y que pueda reaccionar acelerando el proceso de reconfiguración de equilibrios que se lleva produciendo desde hace tiempo. El modelo posterior a 1989, de hegemonía casi absoluta de los EEUU, está en un lento proceso de declive, que se acelera con cada una de estas crisis políticas. En el corto plazo, sin embargo, es difícil imaginar que se pueda enconrar un sustituto para las funciones de centralización y normalización que Washington lleva a cabo dentro de la red del capitalismo financiero contemporáneo. Por eso Estados Unidos puede permitirse con relativa facilidad una deuda pública monstruosa, equivalente a más de 17 billones de dólares (el 101% de su PIB), mientras se sigue financiando casi gratis en el mercado global. La razón de sa aparente paradoja no es económica sino política: mientras los EEUU sigan siendo lo más parecido a un centro político en el engranaje financiero del capitalismo global, mantendrán una posición de hegemonía relativa y seguirán nutriendo su economía con los flujos de capital venidos del mundo entero. Pero esa hegemonía está en fase decreciente, sometida a fuertes tensiones internas y externas, y ya nadie puede decir con certeza qué va a pasar en el futuro inmediato.

Precisamente. Estoy totalmente de acuerdo. Lo que estamos viendo es, creo, el principio del fin del imperio estadounidense, aquél que alcanzara su apogeo máximo durante el siglo XX, sobre todo una vez caído el Muro de Berlín y desaparecido el bloque soiético. El mundo unipolar, sin embargo, ha durado más bien poco. Comenzó hacia 1989 ó 1991, se vio sacudido por los ataques terrorista del 11 de septiembre de 2011 y después, me parece, las intervenciones militares en Irak y Afganistán se han convertido en el canto del cisne del siglo americano. A estas alturas, la hegemonía del tío Sam ya no es tan indiscutida como antaño y, de hecho, como señala Bustinduy, pueden verse claras grietas en el edificio, además de numerosas contradicciones tanto internas como externas. El Tea Party, las crisis presupuestarias, el movimiento Occupy, la creciente desigualdad social, la radicalización del discurso político... todo ello no es sino un claro indicador de la decadencia que se avecina. {enlace a esta entrada}

[Fri Oct 25 11:48:09 CDT 2013]

Desde luego que hay cosas que uno no alcanza a entender por más que se esfuerce. Por ejemplo, echándole un vistazo a la web de Público leemos hoy una noticia sobre la particular "venganza" de los regionalistas extremeños que me ha dejado un poco descolocado:

Durante una semana los regionalistas de Coalición Extremeña habían creído ser decisivos para el futuro de Extremadura, pero tanto el PSOE como IU han querido dejarles claro que no. Ni uno ni otro están dispuestos a cambiar la posición que mantienen en el mapa político de la región, y menos por la fuerza del ultimátum que les plantearon los regionalistas: estos les emplazaron a presentar una moción de censura contra el Gobierno del conservador José Antonio Monago, porque sino, ellos darían carta blanca al PP en la aprobación de los Presupuestos para 2014.

A ver si entiendo lo que acabo de leer. Resulta que la gente de Coalición Extremeña, que concurrió a las elecciones en las listas del PSOE, ha roto las relaciones con los socialistas, se han salido de su grupo parlamentario en el parlamento autonómico y ahora amenazan que si PSOE e IU no presentan una moción de censura contra el Gobierno del PP... ¡ellos ayudarán a ese mismo Gobierno a aprobar los presupuestos para el 2014! ¿Soy el único que no entiende la lógica? O, para explicarme algo mejor, sí que entiendo la lógica de interés partidista que les mueve. Hasta ahora estaban incorporados al grupo parlamentario socialista, que siempre votaba en contra de los presupuestos mientras que los diputados de IU negociaban con Monago para obtener tal o cual concesión a cambio de sus votos. Sin embargo, ahora que los regionalistas han abandonado el grupo socialista, el Gobierno del PP puede recurrir tanto a IU como a ellos para aprobar los presupuestos, con lo que que alcanzan una mayor cota de poder y se convierten en bisagra. Por consiguiente, el beneficio para Coalición Extremeña desde un punto de vista meramente partidista está bien claro. Ahora bien, lo que no acaba uno de entender (y sospecho que la mayoría de extremeños tampoco acierta a entender) es que se amenace con aprobar los presupuestos de un Gobierno para el que se está pidiendo por otro lado una moción de censura. ¿En qué quedamos, pues? ¿Se piensa que el Gobierno de Monago es tan negativo para Extremadura que merece una moción de censura o, por el contrario, que es lo suficientemente bueno como para negociar los presupuestos con él? Anda uno un poco perdido. Y claro, como de costumbre, espués nos preguntaremos cómo puede ser que los ciudadanos de a pie tengan tan mala imagen de los políticos. {enlace a esta entrada}

[Thu Oct 24 12:55:30 CDT 2013]

Mientras leía esta mañana un artículo del profesor Vicenç Navarro titulado ¿Por qué los salarios se reducen? me encontrécon una afirmación que, me parece, necesita cierta clarificación. En el último párrafo del artículo, el auor afirma:

Por eso la respuesta a la bajada de salarios y al desempleo que la facilita, debería ser más política que económica: la movilización política en contra el desempleo, la precariedad y bajos salarios. Puesto que la mayoría de la ciudadanía deriva sus ingresos del trabajo, este movimiento social en EEUU de los "low-paid workers" ha sido enormemente popular (de lo cual tampoco se ha informado a la ciudadanía en España), forzando a la patronal a ceder a estas demandas e incrementar sus salarios. Ello determinó que los sindicatos del país (AFL-CIO) tomaran nota y en su último Congreso en Los Ángeles concluyeran que el futuro de los sindicato s dependería de sus alianzas con los movimientos sociales, estableciendo un abanico (rainbow) popular de carácter reformista que (consecuencia del gran debilitamiento de las izquierdas políticas en EEUU) pudiera convertirse en una especia de "Solidarnosc" a la americana. Naturalmente que la situación en España es distinta y requiere otro tipo de respuesta, aún cuando es de gran importancia y urgencia que se establezca una amplia alianza de fuerzas políticas y movimientos sociales (incluyendo los sindicatos) que se opongan a estas medidas que están afectando tan negativamente el bienestar y calidad de vida de las clases populares.

Quizá hubiera que apuntar, en primer lugar, que aunque Navarro parece sin duda estar bastante emocionado con lo conseguido por este movimiento de low-paid workers, la verdad es que, al contrario de lo que afirma, por aquí no es "enormemente popular". No es que el ciudadano medio lo vea con malos ojos, sino tan sólo que lo ignora por completo. Sencillamente, aquí no existe el sentimiento de comunidad, por lo que en estas circunstancias no puede haber movimiento social que se precie, ni tampoco resistencia social alguna. Sé que lo que digo es duro, pero es así. La vida cotidiana en los EEUU ha llegado a alcanzar tales cotas de individualismo que frecuentemente no somos capaces de reconocer las caras del vecino de la puerta de al lado. Ya me dirán qué sentimiento de comunidad puede construirse de esa manera. Y, se mire como se mire, sin comunidad, sin sociabilidad, no puede haber ni solidaridad ni resistencia social. Es así de sencillo. De ahí que, al contrario de lo que parece indicar Navarro, yo no pongo esperanza alguna en ningún movimiento social aquí en los EEUU. Si acaso, me parece mucho más probable que puedan aparecer en el Sur de Europa, donde sí que sigue habiendo un claro sentimiento de comunidad y los lazos sociales aún no han sido completamente destruidos por el capitalismo rampante.

Por otro lado, la necesidad de que sindicatos y movimientos sociales confluyan en una resistencia común no es nada nuevo, ni tampoco algo que la AFL-CIO haya descubierto ahora en su congreso de Los Ángeles. El problema, una vez más, es que sin lazos sociales (esto es, sin comunidad) no puede haber resistencia. Y ahí, en lo que respecta al tejido social, las últimas dos o tres décadas de neoliberalismo extremo han destruido buena parte de la autonomía de los agentes sociales en EEUU. En estos momentos, lo único que quedan son el poder político, el poder económico (esto es, las grandes corporaciones) y, por supuesto, los grandes medios de comunicación, que sirve de altavoz a dichos poderes. Poco más. Las relaciones entre extraños (vecinos, ciudadanos...) en el día a día son casi inexistentes. Han sido destruidas y suplantadas por las relaciones profesionales en el lugar de trabajo, la coincidencia esporádica con otros individiuos en tal o cual actividad y, por supuesto, el televisor. Eso es lo que hay. Y así, desde luego, es bien difícil montar resistencia alguna. {enlace a esta entrada}

[Tue Oct 22 20:40:23 CDT 2013]

Aunque sé perfectamente que ya he escrito sobre este mismo tema con anterioridad, se trata de una de esas cosas que no está de más repetir de cuando en cuando. El caso es que hoy, al acercarme a echarle un vistazo a la web de Rebelión me he encontrado con la siguiente viñeta:

Se trata del mensaje que oímos una y otra vez desde las filas de la izquierda española y, como he dicho en otras ocasiones, no lo comparto del todo. Me parece que la crítica es errónea en dos sentidos. En primer lugar, porque, aunque unos se hayan beneficiado sin duda mucho más que otros, creo que es cierto que nuestras sociedades han vivido de hecho por encima de sus posibilidades económicas en las últimas décadas. Hay diferencias entre un país y otro, sin duda. Mientras que los EEUU llevan viviendo muy por encima de sus posibilidades desde principios o mediados de los ochenta, en el caso español es algo mucho más reciente. De hecho, es algo que le debemos precisamente al inefable señor Aznar y su famoso "milagro económico", del que tan orgulloso se siente. Pero, en todo caso, la verdad es que las sociedades de capitalismo avanzado vienen creciendo desde hace ya tiempo gracias al endeudamiento público y privado. O, para decirlo, otra forma, que vienen creciendo tomando prestada la riqueza del futuro y usándola ahora. Permítanme que subraye algo: no niego que algunos se hayan beneficiado más que otros. Las estadísticas están a la vista. La desigualdad de ingresos ha crecido bastante en las últimas dos o tres décadas en los países desarrollados, precisamente al mismo tiempo que las rentas del capital han ido incrementándose y las del trabajo disminuyendo su parte del paste. Ahora, lo que sí afirmo sin lugar a dudas es que la economía en su conjunto, incluyendo a unos y a otros, ha crecido a fuerza de endeudamiento y, por lo tanto, por encima de nuestras posibilidades. Eso me parece indiscutible. Por tanto, en ese primer sentido (esto es, en un sentido estrictamente económico) no puedo compartir el diagnóstico que tanta gente de izquierdas hace en estos momentos. Si no aprendemos de ese error, bien difícil va a ser sentar las bases de algo nuevo.

Pero, en segundo lugar, quienes defienden el punto de vista claramente ilustrado por la viñeta que incluyo sobre estas líneas no aciertan a tener en cuenta un elemento imprescindible en cualquier análisis social, político o económico en este siglo XXI: el aspecto ecológico. Se mire como se mire, en lo que respecta al uso (y abuso) de recursos naturales, no puede caber duda alguna de que hemos estado viviendo muy por encima de nuestras posibilidades al menos desde principios de los ochenta. Y, como es lógico, buena parte de la explotación de esos recursos naturales tuvo una traducción directa en el PIB de nuestros países, por lo que la conexión de todo esto con el aspecto económico debiera ser evidente.

¿Que por qué vuelvo a repetir todo esto una vez más? Pues porque me parece fundamental que la solución que propongamos para salir de la presente crisis tenga en cuenta esos dos aspectos auténticamente fundamentales: primero, que no podemos basar nuestra economía en la mera especulación, y mucho menos si lo hacemos a costa de endeudarnos; y, segundo, que no nos queda más remedio que encontrar un equilibrio entre nuestras ambiciones materiales y el planeta en que vivimos. Si no lo hacemos así, estaremos solamente sentando las bases de la próxima crisis, que bien pudiera ser la última de nuestra especie. {enlace a esta entrada}

[Fri Oct 18 17:23:47 CDT 2013]

¡Vaya tela la que está montando otra vez la izquierda española a cuenta de la beatificación de los mártires de la Iglesia de la época de la Guerra Civil! No me queda más remedio que reconocer que estoy ya bastante harto de las antiguas batallitas, el sectarismo y la cerrazón de unos y de otros. Para muestra, un botón. Vicenç Navarro ha publicado una entrada en su blog titulada La Iglesia fue verdugo, no víctima que viene a mostrar bien a las claras a qué me estoy refiriendo:

Era predecible que la gran mayoría de la ciudadanía, que apoyó el establecimiento de la República, primero, y la elección del gobierno del Frente Popular, después, tuvieran animosidad hacia la Iglesia Católica, pues esta, abiertamente, alentaba al Ejército a que hiciera un golpe militar frente a ese Estado y frente a ese gobierno. De ahí que es comprensible y predecible que cuando ocurrió el golpe militar, que la Iglesia Católica inmediatamente apoyó (definiéndolo más tarde como una Cruzada Nacinal), grandes sectores de las clases populares expresaran su hostilidad hacia tal institución. La quema de iglesias (no hubo ninguna iglesia protestante o ninguna mezquita o sinagoga quemadas) y el asesinato de clérigos y personas identificadas con la Iglesia Católica eran la respuesta popular que ocurrió en los primeros tres meses cuando el golpe creó un vacío de poder. No fue una represión guiada por el Estado republicano. En realidad, una vez recuperado el control, en las zonas que continuaban bajo el gobierno republicano se interrumpieron estos actos.

Por el contrario, los asesinatos, mucho más numerosos, llevados a cabo en el lado golpista, fueron cometidos por los aparatos represivos del estado fascista, que contó con la entusiasta colaboración, en su represión, de la Iglesia Católica. ¿No creen las jerarquías católicas españolas que esta actitud enormemente represiva iba en contra del mensaje de Jesús? ¿Creen, en realidad, que Jesús, que es, en teoría, su supuesta inspiración, hubiera apoyado tanto asesinato, premeditado y programado, para eliminar a personas cuyo único delito era haber apoyado a un Estado y a un gobierno democráticamente elegidos? ¿No creen que es de una crueldad suprema que los familiares de los muertos republicanos todavía hoy no sepan dónde están enterrados? ¿No creen que es profundamente injusto que ellos puedan homenajear a sus muertos cuando los vencidos todavía no saben dónde están los suyos? Y si en verdad los sacerdotes asesinados eran inocentes, ¿no cree la Iglesia Católica que deberían pedir perdón a los familiares de sus propios muertos, pues el comportamiento de su jerarquía católica fue el responsable de que el enfado popular se canalizara en ellos, precisamente por su identificación con la Iglesia?

La respuesta descontrolada en contra de la Iglesia era lógica, pues la Iglesia era culpable de un comportamiento que podía predecirse que causaría miles de muertes. Debe condenarse tal expresión de enfado popular, pero su comportamiento no puede homologarse al del lado golpista, que fue una represión metódica de todos los aparatos del Estado, con el apoyo activo de la Iglesia. Acentuar el victimismo de la Iglesia como hacen la beatificaciones es, además de una tergiversación que todavís se reproduce en España, una ofensa a los perdedores de la Guerra Civil, que eran los que defendieron la democracia, y que debería crear incomodidad a toda persona con sensibilidad democrática. Mi esperanza es que el Papa Francisco lo vea así y que, en nombre de la Iglesia, pida perdón, no solo a su Dios, sino al pueblo español, al que hizo tanto daño.

Veamos. No es que lo que explica Navarro con respecto a la Iglesia y su apoyo al bando golpista me parezca incorrecto. De hecho, creo que es históricamente cierto. Tampoco estaría nada mal, como afirma, que el nuevo Papa tuviera el gesto de pedir perdón públicamente por el comportamiento de la jerarquía eclesiástica no sólo en aquel fatídico momento histórico, sino durante siglos de Historia de nuestro sufrido pueblo. Repito, eso me parecería magnífico. Sin embargo, lo que no me gusta tanto es la ceguera para con los excesos del bando propio. Al contrario, Navarro toma partido por uno de los dos bandos y, de manera totalmente predecible, se atiene al guión de lo que se supone que debe decir alguien que se identifica con el bando de la República. Y eso no me gusta nada, precisamente por lo que tiene de predecible, sectario e irreflexivo. Más bien al contrario, creo que la honestidad intelectual hay que demostrarla haciendo un esfuerzo por analizar las cosas con cierta imparcialidad, lo que a menudo puede conllevar (como debe suceder, creo, en este asunto) críticas al bando con el que uno mismo se identifica. Así, Navarro parece dejar por completo de lado que los ataques furibundos a los católicos mediante la quema de iglesias y conventos comenzaron ya el mismísimo 14 de abril, apenas proclamada la República en la Puerta del Sol. De hecho, mira para otro lado y prefiere escribir como si esto de quemar iglesias y conventos (y, por desgracia, violar monjas y asesinar a sacerdotes) no hubiese sido una tradición de las masas incontroladas españolas en numerosas ocasiones antes de la proclamación de la República (por ejemplo, durante la Semana Trágica de Barcelona). La verdad es que el anticlericalismo tiene una larga tradición en el seno de la izquierda española y excesos de este tipo se cometieron en muchas ocasiones sin que mediara la provocación de un golpe de Estado con el apoyo de la Iglesia. ¿Que entonces habríamos de analizar el papel que la Iglesia desempeñó siempre en nuestro país en favor de las élites políticas y económicas? Ciertamente. Sin duda. Pero entonces no cabe justificar los excesos de las hordas anticlericales en 1936 aludiendo a los asesinatos que se estaban cometiendo en el bando franquista por aquellas fechas. Las iglesias y conventos ardieron en numerosas ocasiones durante la Segunda República y los discursos furibundamente anticlericales de Lerroux llamando a las masas a desvirgar monjas son de sobra conocidos por cualquiera que sepa algo de Historia de España (y no se pronunciaron precisamente en 1936). Repito: Navarro prefiere ignorar todo eso y mirar para otro lado.

Pero es que además, hay un pequeño detalle que repiten una y otra vez quienes escriben alegatos a favor de la República que, me parece, es no solamente incorrecto, sino que también demuestra un poco de mala fe. Me estoy refiriendo a la afirmación, tantas veces repetida, de que quienes empuñaron las armas para defender a la República se "posicionaron con la democracia". No, mire usted, la amplia mayoría de ellos no cogieron sus fusiles para "defender la democracia", sino para hacer la revolución. Y se trataba de una revolución que, por más detalles, incluía el saqueo de iglesias y el asesinato de sacerdotes. Seamos honestos. Y con esto no quiero decir que la República Española hasta ese momento no hubiera sido una democracia liberal representativa, que lo fue. Pero, cuando estalló la guerra en 1936, me temo que aquello pasó a convertirse en un conflicto abierto entre fascismo y comunismo, sobre todo a partir de 1937, cuando las huestes del PCE lograron quitarse de en medio a los molestos anarquistas (que, por cierto, se encontraban detrás de muchos de esos ataques a las iglesias y conventos que tuvieron lugar en julio de 1936). En definitiva, que no estaría de más que, en lugar de seguir usando aquellos hechos históricos para continuar lanzando dardos envenenados para acá y para allá, aprovechásemos todos para aprender alguna lección que pueda aplicarse al presente. {enlace a esta entrada}

[Fri Oct 18 17:09:58 CDT 2013]

Echándole un vistazo a las noticias del día esta mañana me encontrén con un titular en la web de El País que nos informa de que el ex-Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, consiguió cambiar una ley del Gobierno de Rajoy desde el Consejo de Estado. Después para uno a leer los detalles y se da cuenta de que, en realidad, el cambio en cuestión consiste en evitar que se elimine la expresión "Reino de España" de los tratados internacionales que se firmen a partir de ahora. Vamos que, teniendo en cuenta las circunstancias, el "cambio" se me antoja más bien irrelevante. Sí, por supuesto, entiendo que desde el Consejo de Estado no se pueden llevar a cabo grandes reformas, pues no es esa precisamente su función. Y tampoco exijo que ni Zapatero ni nadie se empeñe en transformar nuestra política desde esa más bien formal y cosmética institución. Pero, en fin, a lo mejor el periodista de El País podía haber tenido un poco más de profesionalidad a la hora de redactar el titular.

En cualquier caso, aprovecho para subrayar que la actitud que ha ido adoptando Zapatero como ex-Presidente me parece mucho más digna que la que en su dí adoptó Felipe González, por no hablar de José María Aznar, que sigue empe&ntlde;ado en intervenir en nuestra realidad política como un elefante entrando en una cacharrería. Zapatero, por el contrario, está manteniendo un perfil bajo y, según cuenta la noticia, es el único ex-Presidente que ha aceptado participar en las reuniones del Consejo de Estado, que es precisamente el cauce de participación adecuado para nuestros antiguos mandatarios, en lugar de andar por ahí ganando millones en consejos de administración de grandes empresas y lanzando arena a la maquinaria de nuestro Estado con declaraciones altisonantes en los medios de comunicación. Ya digo, su figura podrá gustar más o menos, pero al menos hay que reconocerle esa dignidad. {enlace a esta entrada}

[Mon Oct 14 20:29:59 CDT 2013]

Mientras echaba un vistazo a la web de El País esta mañana me encontré con un reportaje sobre Fuentealbilla, el pueblo de Albacete donde se crió Andrés Iniesta, el famoso jugador del Barcelona. La verdad es que el reportaje en sí tiene más bien poco que reseñar. No es que esté mal escrito, sino que su contenido es el que uno ya se puede imaginar antes siquiera de empezar a leerlo (es decir, casi una hagiografía del famoso protagonista, además de una loa a la sencillez y humildad de sus orígenez). En fin, no voy a entrar a discutir más el tema en cuestión, porque la verdad es que, aunque no sigo mucho las noticias sobre fútbol, Iniesta me cae bastante bien y me da la impresión de ser de hecho un chico bien decente y honesto. Saco el tema a colación aquí por algo bien distinto. Últimamente, cuando leo noticias en los periódicos sobre tal o cual estrella del fútbol no puedo evitar la sensación de que los periodistas nos los muestran como ejemplo a seguir, sobre todo a los chavales más jóvenes. Y no puedo evitar la comparación mental con aquel pasado ignominioso en el que la gente pobre sólo podía aspirar a triunfar como torero para salir de la miseria. ¿Tan bajo hemos caído una vez más?, se pregunta uno. {enlace a esta entrada}

[Mon Oct 14 13:04:22 CDT 2013]

Sé que hace un tiempo que vengo repitiendo esto, pero sigo teniendo la sensación de que se acerca la "tormenta perfecta" (quizá hasta bastante peor que la de 2007-2008). Es más, creo que mucha otra gente, al igual que entonces, también lo ve venir, pero seguimos comportándonos como si nada fuese a pasar, en parte quizá por el miedo a llamar la atención o parecer raros. ¿Que por qué digo esto? Sencillamente, porque estoy convencido de que aún no hemos salido de la crisis en que entramos entonces, así que mucho menos voy a pensar que hemos solucionado las causas profundas de la severa recesión del 2007-2008. De hecho, ni siquera nos hemos atrevido a hacer nada al respecto. De momento, lo único que hemos hecho ha sido aplicar drásticas medidas de austeridad en la Unión Europea para que los bancos alemanes (y otros) no pierdan lo que prestaron a los países del Sur de Europa a partir del boom del 2000 y, por lo que hace a los EEUU, continuar imprimiendo dinero y financiando deuda como si aquí no hubiera pasado nada. Pero, en realidad, ni unos ni otros hemos hecho absolutamente nada para afrontar las causas profundas de la crisis económica que tenemos entre manos: la creciente desigualdad social, que lastra el consumo interno en la mayor parte de países desarrollados y dificulta el crecimiento económico a largo plazo de las economías emergentes; la clara sobredimensión del sector financiero en todas las economías desarrolladas, un sector entregado desde hace tiempo a la mera especulación, claramente necesitado de la existencia de burbujas para salir adelante; el sobreendeudamiento del sector público y privado en las economías desarrolladas; la clara dependencia que tienen las economías emergentes del consumo exacerbado en los países desarrollados; y, finalmente, la cruda realidad de que el modelo económico en su conjunto, basado en la quimera de un crecimiento material infinito en un planeta finito, es completa e irreversiblemente insostenible. Repito: no hemos hecho absolutamente nada para afrontar ninguno de estos problemas. Nos hemos limitado a poner tiritas por aquí y parches por allá.

Viene todo esto a cuento de un artículo recientemente publicado por El País sobre Janet Yellen, la candidata elegida por Obama para sustituir a Bernanke al frente de la Reserva Federal estadounidense. Como de costumbre, tiene uno que adentrarse bastante en la noticia para encontrar lo que es de verdad relevante, más allá de las anécdotas de costumbre sobre si Yellen va a ser o no la mujer más poderosa del mundo (que, para el caso, nos trae a todos sin cuidado):

El momento del cambio en la Fed no puede ser más interesante. A corto plazo, la primera lectura que se hace de la elección es el apoyo de Obama a la política de estímulos sin límite de la Reserva Federal. El presidente necesita que continúe, por eso la elección de Yellen se ve como la evidente. La economista neoyorquina es partidaria de afrontar con calma el proceso de abandono de los estímulos. El banco central de EEUU lleva casi un año comprando deuda hipotecaria y pública a un ritmo de 85.000 millones al mes. Hasta el propio Bernanke admite que si se deja funcionando más tiempo del necesario el problema crecerá. Y ahí está el primer gran cometido para Yellen: cómo desmontar toda la estructura sin crear tensiones. Es un proceso que, según señala José Viñals desde el Fondo Monetario Internacional, "no tiene precedentes".

Se refiere Viñals tanto a su cuantía como a su complejidad. Para cuando Bernanke le ceda el puesto, Yellen heredará un balance con activos valorado en cuatro billones de dólares, cuatro veces más de lo que tenía antes de la crisis. En esencia, la Fed está comprando medio billón de dólares en deuda al año, con lo que se acerca a los 600.000 millones que coloca en el mercado. Por eso se considera que esto debe acabar pronto.

Bernanke quiere irse con el camino marcado. Su idea es que el programa conocido como QE3 siga funcionando hasta el próximo verano. Pero para ello debe dar antes el primer paso hacia su ralentización, algo que podría suceder al final de mes, aunque por la tensión política en Washington y la falta de datos económicos por el parón gubernamental es más probable que se retrase a diciembre o incluso enero.

Los economistas del banco Wells fargo creen que la Reserva Federal no puede esperar mucho más y dejar un cambio de política de tal calibre en manos de una persona nueva. Además, señalan que la presidencia de la Fed no es el único asiento que queda vacante. Hay tres puestos de gobernadores que deben ser cubiertos, a lo que se suma la rotación en los presidentes regionales con voto. En marzo la Fed será muy diferente.

(...)

Desmontar por completo el QE3 es, por tanto, el reto más inmediato. El segundo llegará un año después y será mucho mayor. De ser confirmada su nominación, Yellen tendrá la responsabilidad de decidir el momento en el que procederá a subir los tipos de interés, estancados en el 0% desde hace cinco años. Ese será el punto de inflexión de la política monetaria.

(...)

El banco central de EEUU ha dicho que mantendrá los tipos mientras e paro no baje de una forma sostenida del 6,5% —en agosto se encontraba en el 7,3%— y la inflación no amenace con superar el 2,5%. Lo que está por ver es si el alza de precios puede forzar a la Fed a actuar antes de que el paro llegue al nivel deseado. Antes de eso, puede decidir elevar los intereses que paga a los bancos por las reservas que estos tienen en el banco central.

(...)

Los retos de suavizar los estímulos y de subir los tipos de interés irán acompañados de un tercero si cabe más complejo. En sus primeros dos años de mandato, Yellen deberá reducir el masivo balance de la Fed para devolverlo a su nivel normal, por debajo del billón de dólares. El temor ahí no es solo la inflación, sino que se creen burbujas difíciles de detectar o que el mercado se muestre incapaz de absorber estos activos.

Pues ésas tenemos. No se trata de una situación fácil, ni mucho menos. Lo he dicho antes y lo vuelvo a repetir ahora: al contrario de lo que opinan muchos analistas tanto en Europa como en EEUU, la Administración Obama no ha solucionado nada de nada. Lo único que ha hecho ha sido aplazar el problema. Merkel, al menos, decidió coger el toro por los cuernos hace ya tiempo, aunque no guste y aunque (como también he dicho en otras ocasiones) yo hubiera preferido ver una distribución más justa de los sacrificios. Pero, al menos, no eligió aplazar la resolución de los serios desequlibrios macroeconómicos que Obama y Bernanke simplemente han dejado crecer y crecer durante los últimos años. Esto, me parece, va a estallar tarde o temprano. No creo que suceda ahora debido a la crisis política que ha conducido al cierre del Gobierno estadounidense. Lo más probable es que eso se arregle como vienen haciendo los políticos estadounidenses de uno y otro partido desde hace ya mucho tiempo, esto es, con una vergonzosa componenda que se limite a... en fin, aplazar la resolución del problema una vez más. Pero que a nadie le quepa duda alguna de que esto estalla tarde o temprano. Y, cuando lo haga, las secuelas van a ser catastróficas. Como decía al principio, tengo la sensación de que los estadounidenses con quienes hablo del tema lo saben. Se imaginan lo que se acerca, pero continúan viviendo como si nada, a la espera de que comience el terremoto. Algo parecido sucedió en los años que precedieron a la crisis de 2007-2008. Salvo que esta vez me temo que la crisis va a ser incluso peor. {enlace a esta entrada}

[Thu Oct 10 21:02:59 CDT 2013]

Hace unos días leía en El País que vecinos de Lampedusa abuchearon a José Manuel Durão Barroso, Presidente de la Comisión Europea, y Enrico Letta, Primer Ministro italiano, cuando asistieron al funeral por los inmigrantes recientemente fallecidos mientras trataban de llegar a las costas italianas, y la verdad es que siente uno algo de rabia más o menos contenida. Está bien que la gente se enfade con las autoridades y exija un cambio en la política de inmigración, pero tampoco estaría de más que la misma gente se comportara de forma coherente a la hora de compartir riqueza, bienestar, plazas en la escuela y los hospitales o puestos de trabajo con quienes llegan de otros lugares. Lo digo porque ya está uno un poco harto de esta costumbre de culpar a los políticos de todo lo que sucede, como si éstos trabajaran en un vacío. ¿O es que nadie se ha enterado de que los partidos xenófobos de extrema derecha llevan ya un buen tiempo creciendo en Europa? ¿Y nadie recuerda, quizá, comentarios xenófobos acerca de esos inmigrantes "que vienen a quedarse con nuestros puestos de trabajo", o "que vienen sólo a robar"? ¿Ni tampoco la gente que protesta sobre las plazas escolares que nuestros gobiernos reservan para los inmigrantes? ¿Acaso nadie recuerda esas protestas ya? ¿No tenemos siquiera la decencia de acordarnos? ¡Ya está bien de jugar al pin-pan-pum con los políticos, hombre! En su lugar, tengamos la valentía de mirarnos al espejo. {enlace a esta entrada}

[Tue Oct 8 20:31:07 CDT 2013]

Hace un par de días publicaba El País un artículo de Mario Vargas Llosa dedicado a Martín de Riquer, que acaba de fallecer. Pero la razón por la que saco a colación aquí dicho artículo es porque me llamó la atención las frases que lo cerraban:

La muerte de Martín de Riquer me apena mucho porque personas tan valiosas deberían ser tan longevas como los patriarcas bíblicos; también porque, probablemente, é será uno de los últimos de su especie, quiero decir esa tradición de humanistas de cultura múltiple y de visión universal, a la que pertenecieron Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Octavio Paz y un Jorge Luis Borges. Ya no los habrá porque el conocimiento futuro estará sobre todo almacenado en el éter y cualquier podrá acceder a él apretando los botones indicados. La memoria, el esfuerzo intelectual, serán prescindiles; o, mejor dicho, patrimonio exclusivo de las pantallas y los ordenadores. Gracias a estos artefactos, todos sabremos todo, lo que equivale a decir: nadie sabrá ya nada.

No estoy para nada de acuerdo con las palabras de Vargas Llosa. De hecho, como estoy convencido de que, independientemente de que podamos o no estar de acuerdo en numerosas cuestiones políticas, se trata sin lugar a dudas de alguien sumamente culto e inteligente, no acabo de entender del todo que haya escrito esas afirmaciones. Bien debiera saber el bueno de don Mario que conocimiento e información son dos cosas bien distintas, y que las máquinas pueden almacenar cantidades ingentes de datos, pero no conocimiento, y mucho menos sabiduría. No niego que la sociedad en que vivimos conceda cada vez más importancia al ingenio o la astucia en detrimento del conocmiento o la sabiduría (algo que, por cierto, sucede en buena parte debido a la hegemonía sin cortapisas de la misma sociedad de mercado que tanto defiende Vargas Llosa), pero uno se empeña en seguir apostando por la solidez y el profundo sentido de unos conceptos que quizá puedan ser algo trasnochados, pero que, estoy convencido, seguirán ahí a largo plazo, sobreviviendo mucho tiempo después de que tantas modas pasajeras hayan caído en el más profundo olvido. O al menos eso es lo que quiere creer uno. Sería muy triste pensar que la superficialidad del mercado logre imponerse en todos los frentes. {enlace a esta entrada}

[Sun Oct 6 18:08:36 CDT 2013]

En política, por desgracia, algunas cosas se ven venir mucho antes de que sucedan. Digo "por desgracia" porque, aunque se vean venir, también suele suceder que la amplia mayoría de la gente (sobre todo los políticos) prefieren ignorar las señales de lo que se avecina y continuar el curso como si nada. Es una tendencia muy humana. Preferimos continuar con la rutina de siempre, antes que aceptar lo que se nos viene encima y hacer algo al respecto. Viene esto a cuento de las acciones militares que EEUU ha realizado contra líderes de Al Qaeda en Libia. Como bien establece el titular del diario El País, Libia se parece ya bastante a Somalia. Se trata de lo que muchos expertos denominan un "estado fallido" donde, en realidad, no existe autoridad política alguna que controle el país, sino que se ve más bien una multiplicidad de legitimidades políticas, cada una de ellas dominando un área geográfica del país. O, lo que es lo mismo, que reinan el tribalismo y el desorden. Cuesta trabajo pensar que ni los libios ni la comunidad internacional estén mucho mejor ahora que cuando gobernaba Gaddafi. Era un dictador sanguinario y megalómano, sin duda, pero tampoco es que la miríada de líderes de los distintos grupúsculos armados que pululan por el país en estos momentos sea mucho mejor, la verdad. Gaddafi cayó, pero aquello no es desde luego una democracia. Ya veremos por dónde escapamos. {enlace a esta entrada}

[Sun Oct 6 15:14:06 CDT 2013]

Hace unas cuantas semanas escribía sobre la crisis presupuestaria en los EEUU, que ha forzado a cerrar el Gobierno del país. Sin embargo, en aquel momento me limitaba a mencionar la irresponsabilidad de los políticos estadunidenses tanto por su incapacidad de llegar a un compromiso que evitara la crisis como, aún más importante, para meterle mano de una vez por todas al problema fiscal que afrontan los EEUU desde hace ya demasiado tiempo, y que ellos no hacen sino prolongar por falta de valentía política. En cualquier caso, hay otro aspecto de todo este asunto que me parece importante resaltar: comportándose de una manera doblemente irresponsable los representantes del Partido Republicano han recurrido al chantaje político, exigiendo al Presidente que postergue la entrada en vigor de su reforma sanitaria (la misma que los sectores más conservadores intentaron frenar con uñas y dientes) a cambio de extender el presupuesto y permitir que el Gobierno siga operando con normalidad. En otras palabras, que los republicanos se niegan a aprobar un presupuesto (algo que es la responsabilidad del legislativo), a no ser que Obama acepte postergar la entrada en vigor de una ley que fue aprobada democráticamente por el Congreso y, después, refrendada indirectamente por los ciudadanos cuando reeligieron a Obama para un segundo mandato. El ridículo que están haciendo los políticos estadounidenses es espantoso. Y, por si fuera poco, lo están haciendo delante del mundo entero y sin que la cosa tenga visos de solucionarse al corto plazo. De verdad que están jugando con fuego. {enlace a esta entrada}