[Thu May 24 13:27:57 CDT 2012]

De la misma forma que en ocasiones critico las medidas del Gobierno del PP en estas páginas, en otros casos no tengo problema alguno en reconocer que se hace algo bien (o, cuando menos, que se opta por el mal menor). Me estoy refiriendo a la noticia de que quizá se comience a cobrar una matrícula de 360 euros por cursar estudios de FP de grado superior. Entiendo el argumento de que, precisamente en este contexto en el que nos encontramos, lo que habría que favorecer es que nuestos jóvenes se formen mejor. Sin embargo, la realidad es la que es y, aunque uno no tiene fe en que una política económica basada exclusivamente en la austeridad presupuestaria y los recortes de las políticas sociales nos vaya a sacar de este pozo, me temo, al mismo tiempo, que una cierta dosis de austeridad y recortes es inevitable. Ya digo, no es que me guste. Y tampoco me parece que podamos basar una estrategia de recuperación económica únicamente en la austeridad. Pero no me parece que sea posible evitarla, dadas las circunstancias. Una vez aceptado eso, creo que tiene más sentido incrementar moderadamente las tasas de la enseñanza universitaria y de FP de grado superior, en lugar de comenzar a cobrar por la educación más básica. Al fin y al cabo, reconozcámoslo, quienes cursan estos estudios también se benefician más que el resto de la población. ¿Que lo ideal es la enseñanza completamente gratis a todos los niveles? Sin duda. ¿Que hay que subir los impuestos a quienes más ganan y poner fin al fraude fiscal? También. ¿Que tenemos que evitar que quienes causaron la crisis se vayan de rositas mientras el resto pagamos los desperfectos? Por supuestísimo. Pero, se mire como mire, las facturas están ahí y hay que pagarlas. Igualmente, la crisis económica ha causado también una seria caída de los ingresos que habrá que subsanar de alguna manera. Si en mi hogar antes entraban dos ingresos y ahora tan sólo entra uno, a lo mejor tengo que reducir el consumo de frutas y verduras frescas, aunque me duela y no sea desde luego lo recomendable. Pero de alguna manera tendré que reducir el gasto. Ahora, ¿que también deban tocarse (y hasta eliminar) otras partidas (la financiación de la Iglesia, el dinero dedicado a la Casa Real, lo que se dedica a la "fiesta de los toros"...)? Pues claro. Lo uno no quita lo otro. Lo que me parece que debemos tener bien claro es que, dado lo complicado de la situación, no queda más remedio que hacer sacrificios y recortar el gasto, gobierne quien gobierne. Por favor, no nos engañemos. {enlace a esta entrada}

[Thu May 24 13:20:08 CDT 2012]

Aunque fue noticia hace ya varios días y seguramente hace esto para estar siempre en candelero (parece que le gusta ser el centro de atención), no tengo más remedio que comentar, aunque sea de pasada, las declaraciones de Esperanza Aguirre, Presidenta de la comunidad autónoma de Madrid, sugiriendo que se suspenda la final de la Copa del Rey si se repiten las pitadas al himno nacional que se dieron en el pasado reciente. Ya sé que es un tema más bien anecdótico y sin importancia, sobre todo en estas duras circunstancias, pero me puede el enfado con una dirigente política más dedicada a la promoción de su propia carrera que a otras cosas. Se trata, para más inri, de una dirigente demagógica, marrullera, faltona e intolerante. Sencillamente, uno no acierta a ver de dónde pueda provenir su fama de "liberal" dentro del PP. Esperanza Aguirre, más que liberal, es simplemente "esperancista" y poco más. Va a lo suyo, posicionándose como futura "lideresa" nacional. En definitiva, uno más de los muchos políticos profesionales que tendríamos que enviar a la jubilacióon por el propio bien del país. {enlace a esta entrada}

[Mon May 21 09:30:37 CDT 2012]

¡Hay que ver cómo cambian las cosas entre estar en la oposición y estar en el Gobierno! Según leemos en El País, en lo que lleva en La Moncloa, Rajoy ha aprobado 20 decretos y sólo ha aprobado cinco como proyectos de ley:

Cinco meses después de tomar posesión, Mariano Rajoy ha convertido en decreto casi todo lo que ha tocado. Solo ha dejado de tramitar como decretos las normas que expresamente están excluidas de este procedimiento. Así, de los cinco proyectos de ley que han llegado al Congreso en esta legislatura, tres eran leyes orgánicas y otro era el de Presupuestos. Es decir, solo una norma susceptible de ser convertida en decreto se ha escapado.

Rajoy ha aprobado en cinco meses 20 decretos, por ocho de José María Aznar en ese mismo periodo de su primera legislatura y cinco de José Luis Rodríguez Zapatero al inicio de su mandato.

Por supuesto que uno entiende que las circunstancias son bastante complicadas y quizá haga falta acelerar algunas medidas, pero esos mismos argumentos también se aplicaban a la última época de gobierno de Zapatero y las bancadas del PP no paraban de criticarle precisamente por aprobar decretos, aunque fueran muchos menos de los que ha tramitado el Gobierno de Rajoy en unos cuantos meses. Algún que otro medio de comunicación de la derecha ponía el grito en el cielo por esto mismo hace tan sólo menos de un año. En fin, que la coherencia importa bien poco, como es evidente. Lo que se lleva es el partidismo obvio y rampante.

En cualquier caso, más preocupante, si cabe, que el excesivo número de decretos aprobados por el Gobierno del PP me parece que es la desvergüenza con la que Rajoy está dando de lado al Congreso como órgano de control. De hecho, se niega en redondo a rendir cuentas ni en el Parlamento ni en las ruedas de prensa, donde no acepta preguntas. Me parece todo ello un enorme despropósito, además de una falta de respeto a las normas más elementales de una democracia parlamentaria. Si, en lo que hace al Parlamento, Rajoy se está comportando como si tuviéramos un sistema político de corte presidencialista (que, evidentemente, no tenemos), en lo que respecta a las ruedas de prensa, su actitud no puede catalogarse sino de altanera y poco democrática. Parece mentira que ésta sea la misma gente que se quejaba del "rodillo socialista" a principios de los ochenta. {enlace a esta entrada}

[Mon May 14 13:11:23 CDT 2012]

El diario ABC publicó ayer una entrevista con Carlos Sanjuán, ex-Secretario General del PSOE-A que merece la pena resaltar aquí, pues no se muerde la lengua a la hora de criticar a su propio partido. Cuando le preguntan sobre las causas de la pérdida de credibilidad del PSOE, responde:

El PSOE se ha convertido en un partido dependiente del poder de las instituciones, lo que he denominado un partido institucional. Eso ha hecho que el partido haya ido desapareciendo de hecho, al confundirse partido e institución. Aquí no hay más voz que la que ostenta el poder institucional, llámese alcalde, presidente de la Diputación, concejal, consejero o delegado de la Junta. Son los que deciden y mandan en el partido. Lo malo no es que personas individuales sin poder institucional, pero con cargos orgánicos, tengan casi nula representatividad, lo malo es que eso lleva a que el partido como tal no tenga ninguna. Eso ha conducido a una pérdida de lo que deben ser las señas de identidad de un partido político.

(...)

El PSOE ha dejado de estar presente en la sociedad cuando era una parte de la sociedad. Antes los militantes del PSOE estaban en todas las organizaciones sociales, nos creíamos en la responsabilidad de profundizar en la democracia con nuestra participación activa, singularmente en los sindicatos de clase. Un socialista tiene que estar trabajando con los trabajadores. En las autonómicas los que frenaron a la derecha fueron los sindicatos, que al sentirse absolutamente agredidos por la reforma laboral movilizaron a su militancia y de paso nos removieron a los demás. El partido tiene que tener su identidad, debe ser complemento de la voz del Gobierno, con voz propia que discuta en sus órganos —privadamente, no es necesario que se haga de forma pública—, pero sí que se visualice desde su contacto con la sociedad qué acciones de Gobierno desarrollan su compromiso electoral y cuáles no.

No comparto del todo eso de que las discusiones y debates deban ser "privadas", sobre todo teniendo en cuenta que los partidos políticos tienen un papel central que desempeñar en la democracia representativa. Asimismo, me temo que Sanjuán da a entender que ese "antes" al que se refiere es precisamente la época en que é era Secretario General del PSOE-A, cuando en realidad ya hacia mediados o finales de los ochenta el partido se había institucionalizado por completo. De hecho, creo que podemos señarlar simbólicamente al referéndum sobre la permanencia en la OTAN de 1986 como el momento de inflexión. Fue entonces cuando se soltó lastre y se decidió implantar una disciplina f&eeacute;rrea, forzando incluso a las Juventudes Socialistas a entrar por vereda y abriendo expedientes a quienes hicieron campaña contra la permanencia en la OTAN. Aquello fue, me parece, el principio del final. Desde entonces, los movimientos sociales le dieron la espalda al PSOE y muchos militantes (no todos, desde luego) centraron todo su trabajo en las instituciones. El problema, creo, no tiene nada que ver con el posicionamiento se que tomara con respecto a la OTAN en sí, sino más bien con la forma de forzar las cosas para imponer las tesis del Gobierno entre la militancia. Desde entonces, el partido ya no fue el mismo. {enlace a esta entrada}

[Mon May 14 12:30:03 CDT 2012]

He andado bastante ocupado últimamente con una nueva mudanza de casa, así que no he tenido tiempo de publicar entradas en esta bitácora, a pesar de que he estado siguiendo las noticias a diario. En todo caso, no parece que la cosa haya mejorado demasiado, la verdad. Sin ir más lejos, hoy mismo leemos en la prensa que la prima de riesgo ha alcanzado un máximo histórico. No debiera sorprender a nadie, sobre todo después de las noticias sobre las dificultades para formar nuevo Gobierno en Grecia (donde, por cierto, todo parece indicar que pronto deberán celebrarse nuevas elecciones generales y los partidos opuestos a la política de austeridad que está imponiendo Merkel pueden arrollar a la horquilla bipartidista de costumbre) y los problemas de Bankia.

Ahora bien, a mí lo que me llama la atención es que todavía haya quien continúe perdiendo el tiempo (y, lo que es peor, haciéndonoslo perder a los demás) con el descerebrado juego del "bipartidismo imperfecto". Mientras la economía y la sociedad mismas se desangran, todavía hay quien prefiere pasar el rato lanzando pullas contra el oponente político tratando de dirimir si la culpa fue de Zapatero o de Aznar. Eso sí, mientras tanto, las cifras de la prima de riesgo vienen a mostrarnos bien a las claras el sinsentido del juego político como se ha venido entendiendo desde la Transición para acá. Veamos. Hasta hace bien poco, Rajoy repetía una y otra vez que sólo había que cambiar al Gobierno (esto es, desalojar a Zapatero de La Moncloa) para que todo comenza a cambiar para mejor. Pues bien, ¿nos convencemos ya de que la culpa no era de Zapatero y que las cosas no eran tan fáciles como las pintaban los líderes del PP antes de llegar al poder? ¿O seguirmos entreteniéndonos con insensanteces tratando de ver quién es el más guapo de los dos mientras el país se desmorona a nuestro alrededor? Evidentemente, no hace falta un doctorado en economía para darse cuenta de que Zapatero no gobernaba en Irlanda, Islandia, Portugal, Grecia o Letonia y, sin embargo, la crisis ha sacudido a todos esos países más fuerte incluso que al nuestro. ¿Y qué decir de EEUU y el Reino Unido? ¿Ahí también gobernaba Zapatero? ¿Verdaderamente creen que somos imbéciles o solamente nos tratan como tales porque, al fin y al cabo, nosotros les hacemos el juego siguendo el guión?

En fin, lo he escrito otras veces en estas mismas páginas y lo haré una vez mas. Lo cierto es que estamos ante una crisis económica global. Se trata de la mayor crisis del capitalismo desde la que se vivió en los años treinta. Cierto, como afirman algunos, algunas economías (China, Brasil, India...) están capeando el temporal mejor que otras. ¿Pero acaso no es lógico y normal? ¿Es que acaso fue diferente en los años treinta? ¿Es que el hecho de que China o Brasil se hayan visto afectadas en menor medida (por cierto, que eso no quiere decir que no hayan sufrido la crisis, ni tampoco que estén a salvo de que se extienda hacia allí en los próximos años) indica que ésta no sea una crisis global? De hecho, todo parece indicar que nos encontramos ante una crisis profunda del propio sistema económico capitalista, aunque haya muchos que no quieran verlo así porque nos han sometido durante las últimas tres décadas a un completo lavado de cerebro sobre las virtudes de la llamada economía de mercado y los males del socialismo. Lo siento mucho, pero no acierto a ver cómo puede interpretarse esta crisis que tenemos entre manos de otra manera. Y tengan en cuenta que ni siquiera he comenzado a hablar de otros asuntos, como los problemas ecológicos, los límites al crecimiento o la injusticia social. La realidad es que, se mire como se mire, el capitalismo superó la crisis de los setenta a base de endeudamiento público y privado (sí, ya sé que la retórica de Thatcher, Reagan y demás iba por otro sitio, pero presten atención a las cifras, no a los discursos) y eso tiene un límite. Ahora, caído el enemigo comunista, ya no hay amenaza que obligue al capitalismo a mostrar su faz más humana. No tiene nada de extraño, pues, que se haya comenzado a desmontar el Estado del Bienestar. Ya no es necesario. Las hordas marxistas de antaño ya no están a nuestras puertas amenazando con derribar el sistema.

Pero concentrémonos en España. ¿Qué ha pasado en España? ¿Quizá que las acertadas políticas de Aznar trajeron la prosperidad tan sólo para que los despilfarradores del PSOE lo destrozaran todo con sus gastos superfluos? Como decía al principio, sólo los militantes y simpatizantes más acérrimos (y descerebrados) del PP pueden afirmar esto. La realidad, por desgracia, es que, primero, el "milagro español" que montaron Aznar y Rato no era sino un chiringuito del tres al cuarto, sin cimientos y con cinco toldos en el aire. Sencillamente, consistió únicamente en especulación pura y dura. Pero lo malo es que, después, los Gobiernos del PSOE tampoco hicieron nada para cambiar la cosa. De hecho, no empezaron a hablar de cambiar el modelo productivo hasta que ya teníamos a la crisis encima. Reto a cualquiera a que demuestre que esto no es lo que sucedió. Pues bien, sabiendo y entendiendo esto, a lo mejor podemos dejar de lado las pullas al contrario y centrarnos en lo que hay que centrarse: la crisis no es culpa ni del PP ni del PSOE, sino de los dos y, además, por si esto fuera poco, se trata de una crisis global que afecta al sistema económico mismo. Una vez reconocido eso, podemos comenzar a debatir qué hacer. {enlace a esta entrada}

[Thu May 3 17:00:46 CDT 2012]

Anoche, poco antes de irme a la cama, estuve escuchando un podcast del programa que la gente de El ojo crítico, de Radio Nacional de España (RNE), dedicó al tema de si la cultura está en peligro de extinció;n. En realidad, se trataba de una pequeña conversación entre José Luis Pardo y Peio Riaño tomando como excusa la presentación del libro de Mario Vargas Llosa, La cultura del espectáculo, sobre el que ya escribí unas líneas en estas mismas páginas hace unas semanas (ver el artículo aquí). Vuelvo a repetir que no es que me parezca mal del todo lo que afirma Vargas Llosa, sino que lo mismo se ha dicho ya muchas veces con anterioridad. Vamos, que para este viaje no hacían falta tantas alforjas y que, irónicamente, con ello el afamado novelista no hace sino caer precisamente en el mismo error que critica, esto es, en convertir sus reflexiones en mero espectáculo y, por supuesto, producto de compraventa en el mercado. En fin, lo mismo que hacemos todos los que nos dedicamos a publicar nuestras opiniones en la Red, para ser sinceros. Somos todos, hasta cierto punto, esclavos de esa cultura del espectáculo o, cuando menos, le hacemos el juego. Reconozcámoslo.

Ahora bien, creo que podemos ir un poco más allá en nuestra reflexión. Puesto que Vargas Llosa se ha distinguido durante las últimas décadas por su defensa acérrima de la libertad de mercado, ¿se ha preguntado acaso si la mercantilización imparable de todas las esferas de la vida humana tendrá algo que ver con esa cultura del espectáculo que tanto le disgusta? Creo que merecería la pena plantearse esa cuestión, haciendo gala precisamente de un espíritu reflexivo y autocrítico, justo lo contrario de la superficialidad que critica Vargas Llosa. {enlace a esta entrada}

[Wed May 2 16:13:41 CDT 2012]

Echándole un vistazo a la web de la revista británica The Ecologist me encuentro con una reseña del libro The No-Nonsense Guide to World Population que me llama la atención por un par de afirmaciones que, efectivamente, como afirma quien escribe la reseña, suelen pasarse por alto demasiado a menudo:

Yet, Baird decides to look at the facts and asks researchers around the world, citing evidence along the way. For this particular question, she examines global fertility rates and the number of children being born —a declining figure— and then hammers home a staggering fact: "But, for those who feel that the planet is too small for us all, it's worth noting that you could fit all the people in the world today in an area the size of Texas, and they could live there with the population density currently enjoyed by the citizens of New York".

(...)

Chapter by chapter, Baird picks up some larger themes. Agriculture in an ageing population, and what that means for us. Women's control over their own bodies and fertility, and how that is being challenged by religious traditionalists. The way that the rich attempt to control the birth rates of the lower classes —"Stop poor people breeding" has been the mantra of the privileged for some time. Migration, and the impact of dynamic populations, which are immensely difficult to predict, let alone debate rationally. Baird is not afraid of making bold, well-informed statements either, smashing many of the myths surrounding the issue: "Poverty and hunger are the products of grossly unequal power relationships between the haves and the have-nots, regardless of human numbers".

En otras palabras, conviene tener bien presente que el problema no es tanto el exceso de población como, por un lado, la desigualdad en la riqueza y, por otro, el consumo excesivo de quienes vivimos en los países más ricos. Esa es la clave del problema, aunque a menudo miremos para otro lado y no oigamos hablar tanto de ella en los documentales sobre el tema. Aunque es bien posible que siete mil millones de seres humanos pudieran sobrevivir en este planeta si lográramos reducir nuestra huella ecológica (y, por consiguiente, nuestro consumo de bienes materiales), lo cierto es que, se mire como se mire, no es posible si pretendemos que todo el mundo viva como se vive hoy en Europa o Norteamérica. {enlace a esta entrada}

[Wed May 2 12:24:42 CDT 2012]

Aunque prácticamente no sigo los avatares del deporte profesional, no tengo más remedio que incluir aquí el enlace que me ha pasado un amigo en Facebook a un artículo de Juanma Iturriaga (famoso ex-jugador de baloncesto español) sobre el anuncio de Pep Guardiola de que iba a dejar su puesto como entrenador del Barcelona. Aparte de que estoy completamente de acuerdo con lo que escribe Iturriaga sobre Guardiola, lo que me llamó la atención fue su referencia al "ninguneo":

Sin entrar en que sabiendo que se lo iban a preguntar, podía haberse preparado un discurso algo más elaborado, Karanka no hizo otra cosa que practicar uno de nuestros deportes nacionales: el ninguneo. Ningunean la mayoría de los políticos, incapaces de decir ni una sola cosa buena de cualquiera que no combata en su misma trinchera y dedicados en cuerpo y alma a tirarse los trastos a la menor oportunidad, sin importarles un huevo donde nos lleve esta espiral de descalificaciones. Ningunean muchos de los periódicos y radios, volcados en lo suyo, rindiendo pleitesías ideológicas y empresariales, mientras se dan cera a la menor ocasión sin saber que el desprestigio de la competencia es su propio desprestigio. Ningunean casi todas las cadenas de televisión, donde solo existe lo propio, su gente, sus programas, los deportes cuyos derechos poseen y donde no hay cabida para otra cosa que no sea mirarse bien el ombligo. Y también, por supuesto, se ningunea en el universo deportivo, aunque eso signifique traicionar el fair play y otros cuantos valores normalmente asociados al deporte. ¿Títulos, reconocimiento mundial, germen inicial de la selección campeona del mundo, constante evolución táctica, jugadores dando su mejor versión durante una eternidad? Bah, eso ni es nada, ni merece nada. Además, la Liga ha existido antes y existirá después. Menos mal que era un pregunta esperada, que si llega a ser una sorpresa, vete tú a saber por donde sale.

Me temo mucho que, aunque en España seamos también muy dados a la autoflagelación, esto del "ninguneo" no sea para nada un invento nuestro. Por el contrario, lo veo aquí en los EEUU todos los días. Se ve también en la forma que tienen los políticos republicanos y demócratas de referirse al oponente, por no hablar de los medios de comunicación. ¿O es que nos creemos que el estilo de Jiménez Losantos lo inventó él? Lo cierto es que no es más que una copia (y mala) de gente como Rush Limbaugh, que llevan haciendo esto desde finales de los ochenta o principios de los noventa. La cantidad de hiel y mala leche que se lanza a diario en la denominada talk radio estadounidense alcanza unos niveles alarmantes. Tan acostumbrados estamos al bipartidismo de medio pelo que ya somos incapaces de ver más de dos posiciones ante cualquier tema: una a favor, la otra en contra. Y, por descontado, el oponente siempre es un imbécil que no sabe de lo que habla. Y así nos va. Ya no hay discurso político, aunque se hable continuamente de él, ni tampoco hay diálogo social ni debate sobre tema alguno. Sólo hay cruce de improperios y acusaciones. O, lo que viene a ser lo mismo, espectáculo, carnaza para las masas.

El ninguneo, además, no es sino la característica propia de una sociedad postmoderna que ha perdido por completo la brújula y no conoce sino el relativismo más atroz. Se habla mucho de "valores" pero, al negarnos siquiera a considerar la posibilidad de que exista una escala que nos permita medir su valor relativo, acabamos hundidos en el cenagal del "todo vale". En otras palabras, que se ningunea porque no sabemos cómo medir la valía de nadie. Se asume que "todos somos iguales" y "todas las opiniones merecen igual respeto". El igualitarismo bonachón y "enrollao" de antaño nos condujo al paraíso consumista del sujeto hiper-individualizado, pero al precio de perder todos los papeles por el camino. Ahí sí que creo que tienen razón los conservadores (cuidado, me refiero a los conservadores con una clara raíz tradicionalista, y no a los liberales) e incluso el mismísimo Papa (sí, ésta es otra característica de nuestro tiempo que viene a ejemplificar muy bien, además, la estulticia que nos rodea: un agnóstico convencido como yo no tiene más remedio que desechar todo lo que diga un líder religioso, casi por definición). En fin, que allí donde Iturriaga ve un defecto personal de Karenka o, a lo sumo, un defecto de nuestro carácter nacional, yo creo ver un fenómeno con unas raíces mucho más profundas. Me temo que lo que Iturriaga llama "ninguneo" es más bien una característica de nuestro tiempo. {enlace a esta entrada}