[Thu Sep 30 19:30:20 CEST 2010]

Como suele suceder con este tipo de cosas, seguramente no será posible que lleguemos a un acuerdo sobre el índice de participación en la huelga general convocada ayer por los sindicatos mayoritarios, pero ajustado a lo que vi en los colegios de mis hijos me da la impresión de que el seguimiento fue más bien minoritario. Por supuesto, entiendo que dos escuelas en todo el país no pueden tomarse como muestra de lo que sucedió, pero el caso es que multitud de negocios estaban abiertos y el tráfico no pareció verse afectado tampoco. Por si todo esto fuera poco, el consumo de energía eléctrica cayó tan sólo un 14,7% respecto a la demanda prevista. En suma, que como mucho, y siendo generosos con los sindicatos, podríamos afirmar que la huelga general tuvo un seguimiento moderado.

Ahora bien, ¿podemos interpretar todo esto como que la mayoría de los ciudadanos están de acuerdo con las nuevas medidas de política económica tomadas por el Gobierno de Zapatero a partir de mayo? Lo dudo, la verdad. Si acaso, creo que lo que demuestran es más bien la desesperanza y el hartazgo que se respiran en la calle. Si el seguimiento de la huelga no fue mayor es debido, fundamentalmente, a que la amplia mayoría de la gente no cree que hubiera cambiado nada. La calle hace ya tiempo que asumió que los peces gordos de siempre se beneficiaron de los años de vacas gordas y ahora serán también los de siempre quienes pagarán el pato durante los años de vacas flacas. En lo que respecta al sistema económico, la reciente crisis global ha mostrado bien a las claras que las cartas están marcadas para que ganen los de siempre, y la gente no se engaña al respecto. Los beneficios se socializan y las pérdidas se socializan. Esa es la máxima del capitalismo del siglo XXI. Y, en lo que respecta al sistema político, la gente tiene la sensación de que hemos regresado a la Restauración, donde dos partidos que proponen políticas económicas más o menos iguales se turnan en el poder y asfixian la democracia. Hay diferencias, cierto, pero en otros ámbitos que no tienen nada que ver con los asuntos económicos. Eso es lo que hay. Eso es lo que nos queda esperar durante las próximas décadas, me temo. {enlace a esta historia}

[Sun Sep 26 18:05:48 CEST 2010]

El diario Público incluye hoy en sus páginas un artículo sobre un libro escrito por Ignacio y Arsenio Escolar acerca de los mitos fundacionales de Castilla que seguramente no tendrá desperdicio. Tan acostumbrados estamos a oír y leer comentarios sobre las descabelladas teorías de los llamados "nacionalismos periféricos" que a menudo no nos damos cuenta de que el nacionalismo español tampoco le va a la zaga. Como se nos explica en el artícuo en cuestión, Castilla participó más bien poco durante los primeros siglos de la Reconquista, protagonizados por Asturias y León. Pero, sin embargo, aspiraba a desempeñar un papel fundamental en la realidad geopolítica de la península y, dentro de lo posible, más allá de los Pirineos. De ahí la necesidad de inventarse una historia con mayor pedigrí:

Los autores rescatan las últimas tesis de los historiadores para constatar que desde finales del siglo XII y hasta mediados del siglo XIII, un puñado de cronistas y poetas se inventó una patria, Castilla, creando una serie de falsos mitos y ensalzando a determinados personajes que en realidad no fueron tan importantes. "Castilla es uno de los últimos reinos que aparecen, pero estas maniobras la sitúan como el gran reino que desde siempre se empeñó en la reconquista. Le ponen un origen equivalente a la Asturias de Don Pelayo y no es así ni de lejos. La Asturias de Don Pelayo nace en el año 718, mientras que Castilla como tal no aparece hasta 1065, más de 300 años después", enfatiza Arsenio Escolar.

Además, tanto el Cid como Fernán González son personajes con mucho más claroscuros que los mitos literarios que nos enseñaron en la escuela. En fin, como suele suceder, los mitos nacionalistas tienen más de ficción que de realidad. No entiende uno porqué el nacionalismo español fuera a ser distinto en este sentido. La verdad es que no debiera sorprendernos tanto, pero se trata de un tema del que se habla más bien poco. Como decíamos al principio, aunque a menudo se oyen acaloradas voces clamando contra las mentiras de los "nacionalismos periféricos", se oyen más bien poco sobre las mentiras del nacionalismo centralista español, que también las tiene, como no podía ser menos. {enlace a esta historia}

[Sun Sep 11 15:11:02 CEST 2010]

Hay veces que se encuentra uno con afirmaciones de tal o cual analista o comentarista que no hacen sino demostrar un cierto desconocimiento sobre las bases mismas de nuestro sistema de democracia representativa, pero más sorprendente aún es tener que enmendarle la plana a todo un presidente de comunidad autónoma, como es el caso. El País publica hoy una noticia en la que el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, reclama mayor capacidad de endeudamiento para el Gobierno que preside. Hasta ahí todo bien. Se puede estar o no de acuerdo, pero es materia de opinión. Sin embargo, la cosa se tuerce un poco cuando uno lee cosas como éstas:

El presidente exigió a los legisladores andaluces que abandonen los localismos y trabajen para "construir Andalucía". "Los socialistas andaluces somos el grupo parlamentario más numeroso, pero al igual que a un socialista catalán se le reconoce como catalán ¿a nosotros se nos ve como socialistas andaluces o como socialistas sevillanos, malagueños, granaínos, etcétera? No podemos fracturar el sentido de Andalucía en nuestro mandato representativo (...) sois diputados andaluces y, después, de vuestra circunscripción; defended el concepto de Andalucía, que debe servir para construir España", clamó.

Una vez más, entiendo por dónde van los tiros. Además, Griñán tiene hasta razón en el fondo. Sin embargo, lo que dice, de la forma en que lo afirma, es incierto. Quienes nos representan en el Congreso de los Diputados en Madrid tienen una obligación claramente establecida por la propia Constitución de representar a sus respectivas provincias, y no a las comunidades autónomas. Esto se refleja hasta en la legislación electoral que empleamos para elegirles. Algo bien distinto es el caso del Senado, donde se combinan representantes igualmente elegidos en circunscripciones provinciales con otros elegidos por los respectivos parlamentos autonómicos. Esto es así y, se ponga Griñán como se ponga, lo que está pidiendo a los representantes socialistas en esas instituciones es precisamente que incumplan su obligación. ¿Que quizá convenga reformar la legislación electoral? Pues quizá. Pero, hoy por hoy, es lo que es. Lo curioso es que el nivel de confusión mental sea tal que hasta un Presidente de comunidad autónoma lo desconozca. Se trata, me parece, de un claro ejemplo de la disfuncionalidad que se ha ido introduciendo poco a poco en nuestro sistema político lo cual ya de por sí es un magnífico argumento en favor precisamente de su reforma. {enlace a esta historia}

[Sat Sep 10 13:11:02 CEST 2010]

Quien me conoce sabe que no soy nada sospechoso de simpatías hacia la figura de Chávez, a quien considero un populista de izquierdas bastante demagógico y tal vez hasta peligroso. Sin embargo, ello no quita para que comparta las afirmaciones de Eduardo Galeano en una entrevista publicada por El País sobre la campaña de demonización a que asistimos en los países avanzados occidentales. Pero, junto a esto, el intelectual uruguayo (de reconocidas simpatías izquierdistas, todo hay que decirlo) hace también otras interesantes reflexiones:

— En ocasiones cita la frase de un anónimo: "Nos mean y los diarios dicen que llueve". ¿Sigue lloviendo?

— es un grafiti que vi en una calle de Buenos Aires. Las paredes son una imprenta de los pobres. Sigue lloviendo. Empezando por la imposición de un lenguaje mentiroso. Cuando llaman contratistas a los mercenarios mienten; cuando llaman catástrofes naturales a los desastres que el mundo sufre mienten también, porque la naturaleza no tiene la culpa de los crímenes que se cometen contra ella; se invoca a la comunidad internacional y se refieren a un club de banqueros y guerreros que dominan el mundo.

— Hace tiempo que no escuchamos que la prensa es el cuarto poder. ¿Hemos bajado un peldaño?

— No. Se han desarrollado formas de comunicación que te devuelven la confianza en que este mundo al revés es un centro de paradojas interesante. Internet nació al servicio de la industria militar, y luego se convirtió en otra cosa distinta. Se multiplicaron las voces no escuchadas que sonaban en campana de palo. Ha contribuido al desarrollo de formas alternativas de comunicación. Yo soy prehistórico y necesito que un diario me cruja las manos, el olor de la tinta y el papel. Tampoco puedo leer un libro en pantalla. Me gusta mucho el papel en la mano, el libro que me apoyo contra el pecho, lo escucho poniendo contra la oreja las palabras que transmite aunque a veces parecen muertas en el papel.

(...)

— En Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, los Gobiernos andan a la gresca con los medios de comunicación...

Las generalizaciones corresponden a una visión de nuestra realidad, la latinoamericana o del sur del mundo, que el norte tiene. Los débiles, cada vez que intentan expresarse o caminar con sus piernas, resultan peligrosos. El patriotismo es legítimo en el norte del mundo y en el sur se convierte en populismo o, peor todavía, terrorismo. Las noticias son muy manipuladas, dependen de los ojos que las ven o el oído que las escucha. La huelga de hambre de los indios mapuches en Chile ocupa poco o ningún espacio en los medios que más influencia tienen, y una huelga de hambre en Venezuela o Cuba merece la primera plana. ¿Quiénes son los terroristas? ¿Son piratas los que asaltan los barcos o los que pescan violando las leyes y los límites?

— El presidente venezolano, Hugo Chávez, es uno de los que andan enzarzados con la prensa. ¿Tenemos veredicto con él?

Hay una demonización de Chávez. Antes Cuba era la mala de la película, ahora ya no tanto. Pero siempre hay algún malo. Sin malo, la película no se puede hacer. Y si no hay gente peligrosa, ¿qué hacemos con los gastos militares? El mundo tine que defenderse. El mundo tiene una economía de guerra funcionando y necesita enemigos. Si no existen los fabrica. No siempre los diablos son diablos y los ángeles, ángeles. Es un escándalo que hoy, cada minuto, se dediquen tres millones de dólares en gastos militares, nombre artístico de los gastos criminales. Y eso necesita enemigos. En el teatro del bien y del mal, a veces son intercambiables, como pasó con Sadam Husein, un santo de Occidente que se convirtió en Satanás.

Todo muy cierto, creo yo. Sin embargo, Galeano parece obviar que buena parte de su análisis se aplica igualmente a la izquierda más o menos radical con la que siempre se ha identificado. También ésta lo ve todo en términos de blanco y negro y gusta de demonizar constantemente al enemigo de turno (antesdeayer fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan, ayer fue George W. Bush y hoy será Sarkozy o cualquier otro). En este sentido, como suele pasar, los extremos se tocan. Usan los mismos mecanismos de razonamiento, persuasión y propaganda. De todos modos, ello no quita para que Galeano tenga buena parte de razón al hablar de la manipulación de la realidad por parte de los grandes medios de comunicación, así como al apuntar la clara campaña de demonización de Chávez que puede verse por todos sitios. {enlace a esta historia}

[Thu Sep 9 11:24:38 CEST 2010]

Aunque ha llevado casi una eternidad, parece que algo se mueve finalmente en Cuba. A la reciente liberación de presos políticos (aunque solamente fuera para dejarlos marchar al exilio) se suma ahora el reconocimiento por parte del mismísimo Fidel de que algo no funciona en el modelo cubano. No reconoce que el socialismo haya fracasado. Tampoco se le pide eso. Lo que sí que parece evidente a estas alturas es que el modelo estatista que se impone a los cubanos, sencillamente, no funciona. Si alguien quiere entrar en comparaciones sin salir del ámbito comunista, no hay más que observar los resultados que han tenido las políticas de enrocamiento estatista aplicadas en Cuba y Corea del Norte con las políticas de relativa apertura (relativa por aquello de que, en realidad, se limita a la esfera económica y, si acaso, a mejorar las relaciones diplomáticas con los estados occidentales) aplicadas en China y Vietnam. No hay color. Demasiado obcecado ha de ser uno (como, al parecer, es el caso de los dirigentes cubanos y norcoreanos) para no haberlo visto durante los últimos quince o veinte años. En fin, a ver si ahora comienzan a cambiar las cosas en la isla, aunque sea de forma gradual. {enlace a esta historia}

[Wed Sep 8 19:28:36 CEST 2010]

La Revista de Libros publica un breve artículo sobre Los libros del gran dictador. Las lecturas que moldearon la vida y la ideología de Adolf Hitler, de Timothy W. Ryback. Ya escribí en su momento unas palabras sobre este tema cuando el libro se publicó en los EEUU (puede encontrarse aquí), pero no está de más revisitarlo ahora. El primer párrafo de la reseña escrita por Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, me parece fundamental:

"No puedo recordar a Hitler sin libros. Los libros eran su mundo", así lo afirmó un amigo de juventud del fundador del Tercer Reich alemán. En la tipología de los dictadores, no es infrecuente el caso de aquellos que dedicaron a la lectura una buena parte de su tiempo, que buscaron en los libros aliento o consuelo, e incluso que se mostraron hacia ellos mucho más humanos que hacia los pueblos que padecieron su tiranía. Stalin, por ejemplo, que dejó a su muerte una biblioteca de veinte mil volúmenes, fue, como Hitler, un lector compulsivo, capaz de leer hasta quinientas páginas al día. El dato resulta particularmente asombroso, porque cuesta creer que alguien haya podido leer tanto y matar tanto al mismo tiempo. Hitler y Stalin pertenecían sin duda a esa especie, no tan rara, de dictadores que amaban los libros y odiaban a los hombres. En el caso del Führer, que añadía a ello su amor a los animales y sus arraigadas convicciones vegetarianas, es posible que todo forme parte de un mismo trauma personal, originado ya en su infancia, que le llevó a ver en sus semejantes la causa de su sufrimiento y en la lectura una fuente de inspiración y autoestima para su alma atormentada. Lo dijo él mismo en cierta ocasión: "Yo tomo cuanto necesito de los libros".

Como ya escribí en aquel otro texto hace varios años, debiera parecernos obvio a estas alturas (aunque me consta que no es tan obvio para muchos) que ni el hábito de la lectura, ni tampoco el amor por las artes, vacunan a nadie contra la enfermedad del dogmatismo. Se equivoca quien cree ver algún tipo de incompatibilidad entre ellas, como se equivoca también quien automáticamente retrata a los tipos dogmáticos como incultos. No siempre es así. No son pocos los espíritus dogmáticos ahí fuera que, pese a todo, cuentan con una buena educación y una cultura por encima de lo normal, como tampoco faltan las personas poco cultas que, no obstante, muestran una clara liberalidad de espíritu y una gran tolerancia. Lo uno no está reñido con lo otro. Son dos cosas diferentes. En realidad, todo depende del tipo de cultura de cada cual. Solemos definir como persona culta a aquella "que sabe mucho" y también definimos "saber mucho", por su parte, como capacidad de recordar muchos datos sobre ciertos temas (supongo que esto cabe esperarse de una sociedad en la que la educación consiste sobre todo en memorizar textos y fórmulas) cuando, en verdad, debiera identificarse más bien con el antiguo concepto de sabiduría. De ahí que personas con una vasta educación formal quizá no sean sabias, mientras que otras que jamás fueron a la escuela sí puedan serlo.

Pero hay otra frase de la citada reseña que me parece importante destacar aquí:

Si es cierto que somos lo que leemos, nada mejor para conocer la personalidad de Hitler que saber cuáles fueron los libros que le llevaron a ser quien fue.

Como el propio autor insinúa algo más abajo, quizá no se trate tanto de que seamos lo que leemos como de que leemos lo que somos. Y eso es precisamente lo que señalaba en el breve comentario que hice sobre este libro en el 2003. Lo que me parece llamativo al ver el listado de obras que componían la biblioteca personal de Hitler no es tanto su número, ni tampoco el que pertenezcan a tal o cual categoría, sino más bien el hecho de que prácticamente todos se situaban en una misma línea de pensamiento: la suya. Por desgracia, se trata de un comportamiento muy humano. Lo vemos a diario, desde la prensa que cada uno lee hasta sus lecturas favoritas. Todo parece diseñado para reforzar las ideas que ya tenemos, en lugar de atrevernos a leer algo que las contradice. {enlace a esta historia}

[Sat Sep 4 13:50:19 CEST 2010]

Babelia, el suplemento cultural de El País, publica hoy una entrevista con el escritor hubert Haddad, autor de Palestina, una novela ambientada en el conflicto del Oriente Medio y de la que me llama la atención el siguiente comentario:

— ¿Por qué la protagonista se llama Falastin?

— No es por azar, claro. Es un símbolo de Palestina. Yo la veo así. Falastin es una chica joven, anoréxica y frágil. Palestina nació con Israel, antes no existía. Antes había tribus, tribus árabes mezcladas con tribus judías y cristianas, todo un territorio de gente que vivía allí, sometida paulatinamente a los varios imperios que se fueron sucediendo, pasando de una dominación a otra, sin cuestionarse su identidad... hasta que llegó Israel. Ahora, legítimamente, reclama un Estado...

Que conste que el escritor no es nada sospechoso de simpatías desbocadas hacia el sionismo, ni mucho menos. Sin embargo, su clara afirmación (históricamente cierta, además) de que Palestina como tal nunca existió como nacionalidad ni entidad política antes de la creación del Estado de Israel no debiera caer en saco roto. Sobre todo desde la izquierda suele desconocerse este detalle, prefiriéndose a menudo trabajar sobre el mito de que allí existía una clara conciencia nacional antes de que la comunidad internacional impusiera la llegada de los judíos, algo que no se corresponde para nada con la realidad. Y es que, como de costumbre, los nacionalismos tienen una enorme facilidad para construir mitos que bien poco tienen que ver con la realidad histórica, social o política sobre la que pretenden actuar. Aquí tenemos, sin ir más lejos, un ejemplo más. {enlace a esta historia}