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[Wed Jun 30 20:37:14 CEST 2010]El País publica hoy un artículo sobre la disciplina de voto de los diputados que merece la pena resaltar aquí. El estado de cosas que refleja me parece, sencillamente, vergonzoso: No me parece honesto culpar, una vez más, al sistema de justicia. Los jueces tienen razón al señalar que "en un sistema de listas como el vigente en nuestro ordenamiento electoral, no cabe hablar de votos recibidos por candidatos singularmente considerados, sino, con relación a éstos, de cocientes". Su función es interpretar la ley, no cambiarla. Que cada palo aguante su vela, porque de lo contrario no hay Estado de Derecho que valga. Sin embargo, nada de ello quita para que apostemos firmemente (como, por otro lado, vengo haciendo en estos cuadernos desde hace años) por una reforma electoral en profundidad que modifique todo esto. El actual sistema electoral se entiende en un contexto como el de la transición en el que la prioridad era garantizar la estabilidad política, la solidez del Gobierno y el desarrollo de los partidos políticos como instrumentos de representación social. El fracaso de la Segunda República estaba aún bien fresco en la mente de todos y me parece lógico que se legislara como se hizo. Pero la sociedad española ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Se ha modernizado, se ha incorporado a Europa y ha madurado lo suficiente como para hacer necesario unos mecanismos de representación algo más flexibles y capaces de adaptarse a una sociedad más variada y compleja de lo que nunca fue en el pasado. En este sentido, echamos de menos un poco más de fluidez en el Parlamento. Los ciudadanos demandan menos seguidismo partidista y más diálogo, menos diputados-florero en el Congreso y más debate de fondo. En definitiva, queremos un Congreso que refleje fielmente lo que ya se ve en la sociedad: un pluralismo, una diversidad mucho más viva y rica que la disciplina cuasi militar que siguen nuestros diputados, obligados como están no a comportarse de acuerdo a sus conciencias o sus ideas, sino de acuerdo a las pautas que les señalen desde las cúpulas de los partidos. {enlace a esta historia} [Wed Jun 30 12:51:46 CEST 2010]No voy a entrar a valorar la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut porque requeriría, cuando menos, que me leyera un resumen de la misma y varios artículos de opinión o análisis contrapuestos, lo cual no he podido hacer todavía por falta de tiempo. Así que, contraviniendo lo que por estos lares es norman común, me voy a abstener de comentar la sentencia. Sin embargo, no me queda más remedio que criticar ciertas ideas como la que ilustra bastante bien la viñeta de Manel que aparece hoy en el diario Público: Sencillamente, ni el artista ni quienes le apoyan con sus comentarios parece tener la más remota idea de cómo funciona un sistema de democracia representativa regido por una Constitución. Los ciudadanos pueden votar a sus representantes e incluso decidir en los referenda que se convoquen para cuestiones puntuales, por supuesto, pero lo que no pueden hacer es saltarse la Constitución a la torera y, en un sistema como el que tenemos, bien el Tribunal Supremo (como en los EEUU) o un Tribunal Constitucional (como en Alemania o en nuestro propio país) queda encargado de interpretar la Carta Magna y decidir si el cuerpo de leyes que se va aprobando por parte del poder legislativo se ajusta a ella. Esto que digo es algo de enseñanza básica. El pueblo es soberano para cambiar la Constitución mediante los mecanismos dispuestos para ello, pero no para obviarla cuando le venga en gana. De lo contrario, no hay Estado de Derecho que valga. Pero es que yo iría más lejos aún: ¿estarían dispuestos el señor Manel y compañía a aceptar cualquier cambio legislativo (incluso uno que cuente con el apoyo de un buen número de ciudadanos de uno de los territorios que componen España) para implantar la pena de muerte o la cadena perpetua independientemente de lo que establezca la Constitución? ¿Para qué tenemos una Constitución, entonces? Como en tantos otros casos, lo que conviene es sosegar los ánimos, dejar de vociferar contra el oponente político, reflexionar e intentar ver las cosas desde un punto de vista que no implique interpretarlo todo en términos de blanco y negro. Sigo echando de menos un partido de centro sólido y consistente que pueda contribuir a moderar la verborrea demagógica, aunque tan sólo sea parcialmente. Es una pena que esto vaya tan en contra del tradicional espíritu español, tan dado al tremendismo y el apasionamiento desbocado. {enlace a esta historia} [Wed Jun 30 12:16:53 CEST 2010]Ya sé que ciertas cosas, de tanto repetirlas, acaban por convertirse en un tópico o lugar común (en otras palabras, algo a lo que raramente prestamos la atención que realmente se merecen). No obstante, conviene recordar, una vez más, que tan nefasto y criminal ha sido para la Humanidad el comunismo como el fascismo, a pesar de todas las buenas intenciones de quienes lo han apoyado a través de las décadas. Y, cuidado, porque soy de los que, cuando cualquier amigo me ha preguntado sobre las razones que puedan haber llevado al nazismo a convertirse en sinónimo del Mal con mayúsculas en tanto que la ideología comunista parece librarse de excomuniones, siempre he señalado que al menos en el caso del comunismo quienes cometían los crímenes actuaban de buena fe pretendiendo crear el paraíso en la Tierra, en tanto que los nazis no ocultaban que su intención no era construir un nuevo edén para disfrute universal sino el sometimiento o incluso exterminio de las razas supuestamente inferiores. O, lo que es lo mismo, el crimen de Estado se entendió bajo el comunismo como herramienta para alcanzar un fin, en tanto que en el caso del nazismo (y en esto se diferencia también del fascismo a secas) se trataba más bien como un fin en sí mismo. Pero, como digo, a pesar de estas aclaraciones casi técnicas, me parece históricamente evidente que el comunismo ha sido una ideología dogmática, totalitaria y criminal. Y, al contrario de lo que dicen algunos, yo estoy convencido de que no se trata de un mero accidente circunstancial, sino que la tendencia al totalitarismo corre en las mismas venas del comunismo pues parte, como el fascismo, de la dualidad amigo-enemigo, arrogándose el monopolio de la Verdad y todo lo positivo mientras equipara a todas las demás ideologías sin excepción con la explotación y la opresión. Sencillamente, no veo cómo el comunismo pueda ser compatible con el más mínimo pluralismo. En cualquier caso, todo esto viene a cuento de un artículo que leí en El País hace unos días sobre la publicación del cómic Una vida en China, de Li Kunwu, donde el artista nos cuenta la anécdota autobiográfica de un padre empeñado en que su hijo aprenda a decir "Presidente Mao" antes que "papá" o "mamá" ("¡No te pido que digas papa, sino presidente Mao, idiota!"). Hasta esos niveles puede llegar el nivel de dogmatismo de los seres humanos. La diferencia entre ese padre comunista ortodoxo y un católico integrista e inquisitorial es meramente superficial. Ambos comportamientos son estructuralmente idénticos. Los extremos, como suele afirmarse, se tocan. Solamente en la Alemania nazi de los años treinta y regímenes similares (¿la URSS estalinista, quizá?) puede uno imaginarse situaciones de este tipo. Y lo que me parece problemático es el alto número de personas que aún no se ha dado cuenta de esto y sigue siendo propensa a caer en el extremismo de uno u otro signo. Como siempre ha sucedido, el campo continúa estando abonado para que el crimen político se convierta en modus vivendi en cualquier instante. Somos así de monstruosos. {enlace a esta historia} [Tue Jun 29 16:49:47 CEST 2010]Leyendo las noticias publicadas en la web, me encuentro con una entrevista con el filósofo político Philip Pettit sobre la gestión de gobierno de Zapatero que me llama la atención no tanto por lo que diga (o deje de decir) sobre Zapatero en sí como por los siguientes comentarios: Y, sin embargo, por aquí lo queremos arreglar todo con manifestaciones y huelgas, pero sin compromiso en el día a día, sin trabajo constante en la calle ni diálogo permanente con las distintas instancias de la Administración. Por lo general, somos muy dados a la mera protesta, a la queja inconsecuente incluso. Nos gusta apuntar el dedo acusador y casi siempre reaccionamos instintivamente ante un problema no buscando la forma de solucionarlo sino tratando de encontrar a quién podemos culpar del mismo. Y claro, tal y como están montadas las cosas en democracia, el cabeza de turco ideal es siempre el Gobierno de turno, sea del color que sea. Mientras tanto, el tejido asociativo, la sociedad civil como tal, es casi inexistente. Se trata, seguramente, de la pesada herencia del franquismo, que todavía no hemos logrado quitarnos de encima después de tantos años de democracia. En otras palabras, que construir el republicanismo cívico que propone Pettit aquí en España es tarea de superhombres. {enlace a esta historia} [Sun Jun 27 17:30:55 CEST 2010]El País publica también hoy un reportaje de José Luis Barbería sobre la falta de credibilidad del sistema judicial entre los ciudadanos españoles del que destacaría el siguiente párrafo, que bien puede aplicarse a la Administración en general: O, como el propio autor señala en algún otro lugar de su excelente reportaje, unos jueces que jamás han conocido otra cosa que estudiar y ya han comenzado su experiencia profesional como jueces, han de decidir sobre temas tan espinosos y diversos como la violencia de género, separaciones y divorcios con menores de por medio, etc. ¿Pero es que alguien puede argumentar seriamente que este sistema tiene sentido? Un joven que se ha pasado toda su vida estudiando, jamás ha tenido la oportunidad de demostrar su valía en profesión alguna y solamente ha demostrado su capacidad para memorizar muy bien el temario de unas oposiciones se planta, de buenas a primeras, delante de los problemas más peliagudos que puede plantear una sociedad avanzada. Por cierto, que esta cultura de leguleyos memorizantes la extendemos por aquí a otras esferas también. Éste es un país donde lo que se premia es la memoria de elefante, no la lógica, la valía ni el sentido común. ¡Hasta para ser profesor se tiene uno que memorizar un dichoso temario de oposiciones! No conozco otro país avanzado donde ocurra esto, aunque seguramente alguno habrá (quizá Francia, de donde hemos copiado todo lo que tiene que ver con la burocracia y el estatismo paralizador). ¡Por Dios, pero si no tiene uno más que acercarse a la escuelas para darse cuenta de que todavía se premia la pura memorización entre los alumnos! ¡En la segunda década del siglo XXI y rodeados de nuevas tecnologías como estamos! No se trata ya de que nuestro modelo pedagógico no se adapte a las necesidades de la sociedad global y tecnológica en que vivimos, sino que ni siquiera está al día con un siglo XX medianamente moderno. No hay más que asomar la cabeza por un aula para darse cuenta de que casi todo el aprendizaje gira aún alrededor del dichoso libro de texto, que hay que seguir a pies juntillas como si se tratase de una Biblia laica. ¡Es que ni siquiera lectura crítica le estamos enseñando a los chavales! {enlace a esta historia} [Sun Jun 27 17:13:08 CEST 2010]El País publica hoy un interesante artículo de Moisés Naim sobre las polémicas declaraciones del general Stanley McChrystal, jefe de las tropas de EEUU y de la OTAN en Afganistán, que llama la atención sobre todo, por sacar a la palestra dos verdades innegables del triste estado en que se encuentra la situación en el país asiático: Tiene toda la razón del mundo. Ni aquí ni en Irak (pero sobre todo aquí) se definió nunca muy claramente la estrategia a seguir, ni antes con la Administración Bush, ni ahora tampoco con la Administración Obama. Si acaso, la única diferencia que sí que ha marcado Obama de momento es que parece estar más dispuesto a retirar las tropas que su antecesor. Curiosamente, los mismos republicanos que criticaban una y otra vez a Clinton por meter al país en conflictos bélicos internacionales sin tener clara una estrategia de salida (Somalia pero, sobre todo, los Balcanes) acabaron por verse envueltos en dos guerras que aún continúan y que amenazan con convertirse ambas en una reedición de la vergonzante derrota de Vietnam. {enlace a esta historia} [Sat Jun 26 20:01:20 CEST 2010]Tras meses y meses de criticar sin atreverse a proponer una sola medida constructiva, Rajoy presentó ayer finalmente la supuesta política económica alternativa del PP. Digo lo de supuestamente porque, en realidad, no pasó de unas cuantas generalidades sin mucha enjundia, abundó en las contradicciones de siempre (recorte de impuestos, reducción del déficit público) y, como de costumbre, habló de recortes en el gasto sin atreverse a dar detalle alguno por si se pillaba los dedos. Y que conste que no soy sólo yo quien hace este análisis, sino que se corresponde también con lo publicado hoy por El Mundo en su editorial: Yo no lo podía haber puesto mejor. La amplia mayoría de las "propuestas alternativas" que planteó Rajoy ayer pecan de lo de siempre: de indefinición. Se trata del tipo de propuestas que puede uno esperarse de un artículo de opinión escrito por algún analista o quizá de una conferencia de Aznar o Felipe González, pero no de lo que a priori se presentaba como la gran oportunidad de un líder de la oposición que aspira a gobernar el país. En fin que, como viene siendo ya habitual en él, creo que Rajoy no convenció esta vez tampoco. Se ponga como se ponga, no consigue enviar el mensaje de que está realmente preparado para entrar en la Moncloa. Le falta concreción y, sobre todo, le falta valentía y honestidad para exponer qué sacrificios nos pediría a los ciudadanos. {enlace a esta historia} [Sat Jun 26 19:40:16 CEST 2010]Mucho se está escribiendo estos días sobre la contraposición entre la política económica expansiva aplicada por la Administración Obama y las medidas de austeridad por las que están apostando los gobiernos europeos. Y esto a pesar del hecho de que el déficit estadounidense representa el 12% de su PIB, en tanto que no pasa del 2,3% de media en Europa. Cierto, el contraste de las políticas es obvio, pero también lo son las circunstancias a uno y otro lado del Atlántico, y sobre eso ya no se escribe tanto. Tenemos, en primer lugar, que los mercados se han cebado sobremanera con la deuda pública en algunos países europeos, cosa que no ha sucedido con los EEUU. Ni que decir tiene que los gobernantes de la UE (con Angela Merkel a la cabeza) han temido por el fracaso del euro, que podría haber arrastrado consigo a todas las economías de la eurozona en su conjunto, incluyendo a Alemania. Obama no se les ha tenido que ver con ese monstruo de mil cabezas. Pero es que, en segundo lugar (y aquí está, de hecho, la raíz de todo el problema), Europa no cuenta con los mecanismos para dotarse de una auténtica política económica y fiscal común. Sabiendo como saben que las instituciones de la UE tardarán un tiempo en responder a la evolución de los mercados, los especuladores se aprovechan de las circunstancias y se ceban con el más débil. No me digan que les sorprende este comportamiento tan común el sistema de libre mercado, que basa de hecho su supervivencia precisamente en esto. Por consiguiente, haríamos bien, más que en quejarnos del hecho de que nuestros líderes parezcan estar abandonando el tradicional keynesianismo que siempre caracterizó al modelo social europeo, en ponernos manos a la obra y solventar este otro problema de fondo que se encuentra en realidad en la raíz de nuestra incapacidad para seguir una política de estímulo de la demanda como la que está aplicando Obama en los EEUU (por cierto que todavía hay que ver si dicha política consigue ahorrarnos el sufrimiento de una depresión como la de los años treinta, pues estoy convencido de que todavía es demasiado temprano para cantar victoria en ese otro frente). {enlace a esta historia} [Sat Jun 26 19:20:14 CEST 2010]No me gusta nada la tendencia que tenemos en este dichoso país a apuntar con el dedo acusador y quitarnos de encima toda responsabilidad por cualquier asunto, sobre todo cuando se trata de culpar al Gobierno de turno de cualquier calamidad. Ha vuelto a suceder ahora a raíz del accidente ferroviario de Castelldefels. Aunque debiera estar claro para cualquier persona con dos dedos de frente que la responsabilidad principal recae sobre las personas que se lanzaron imprudentemente a cruzar la vía en lugar de hacer uso del paso habilitado para tal efecto, no faltan quienes apuntan el dedo acusador contra RENFE, el maquinista... el Estado en general. Hasta habido quien ha sido capaz de afirmar sin ruborizarse que "tan sólo había una simple señal de prohibición" en la estación de ferrocarril y, además, "el tren pasó sin ni tan siquiera avisar" (¿pero avisar de qué? ¿de que iba a hacer uso de la vía?). Apena el accidente, por supuesto, pero ya está bien de pretextos y excusas. Que cada palo aguante su vela. A ver si de una vez por todas los ciudadanos de este país maduramos y nos damos cuenta de que una sociedad democrática sólo puede funcionar con ciudadanos maduros y responsables. Hay que cruzar por donde hay que cruzar, y punto. ¿Cuántos peatones no veo yo a diario cruzando por donde les viene la gana en el centro de la ciudad? ¿Y acaso no se ven incuso caminando por el arcén de las autovías, aunque esté prohibido? ¿Y qué decir de quienes se aventuran a conducir sus motocicletas de baja cilindrada por las autopistas, entorpeciendo el tráfico y corriendo el riesgo de causar un accidente? Lo justificamos todo con la excusa de que "somos así" y de que "no hay que tomarse las cosas tan en serio"... hasta que ocurre un accidente y mueren personas, claro. En ese momento no queda más remedio que tomárselo en serio, pero en vez de aprender de nuestros propios errores preferimos apuntar con el dedo acusador hacia otro lado (el Gobierno, que no hace cumplir las leyes; los agentes de Policía, que no sancionan lo suficiente...) Aún nos queda mucho camino por andar para llegar al nivel de madurez y responsabilidad cívica alcanzado en otras sociedades. A lo mejor entonces nos daremos cuenta, por fin, de que no todo puede solucionarse aplicando las políticas adecuadas ni cambiando las leyes, sino que es necesaria la colaboración activa de la ciudadanía. En lo que respecta a ese tema, todavía tenemos la mentalidad heredada del franquismo: ahí está el Estado, que es responsable de hacer cumplir las leyes, y aquí los ciudadanos, que las ven siempre como imposición insoportable y tratan de escaquearse todo lo que pueden. {enlace a esta historia} [Thu Jun 24 20:55:12 CEST 2010]¡Hay que ver el guirigay que le están montando al portavoz de CiU en el Congreso por sus comentarios sobre las terapias curativas para los homosexuales! Sin ir más lejos, Juan Carlos Blanco escribe una entrada en su bitácora de El Correo de Andalucía preguntándose si de verdad Duran y Lleida representa a la derecha más moderna y civilizada citando precisamente este asunto. Hombre, para ver si Duran y Lleida representa a una derecha más civilizada en nuestro país no hay más que echarle un vistazo a la derecha que representa el PP y el círculo mediático que se mueve por sus alrededores, a los insultos y chascarrillos sobre la persona de Zapatero y Bibiana Aído (sobre todo Bibiana Aído) con que nos martillean constantemente, a los ataques contra la credibilidad de la economía española que lanzan incluso en sus viajes al extranjero sin cortarse un pelo, a su oposición frontal a todo lo que proponga el Gobierno sin atreverse a esbozar siquiera las líneas fundamentales de su alternativa por miedo a perder nuevamente las elecciones, a sus conciliábulos con los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad... y a tantas y tantas otras cosas. La verdad, dudo mucho que pueda ponerse a Duran y Lleida en la misma categoría que a Camps, Esperanza Aguirre o Rita Barberá. Lo que Blanco denomina "capacidad oratoria incontestable" es, en realidad, un estilo claramente contrapuesto a la zafiedad con que se emplean tantos líderes de la derechona de siempre (no todos tampoco, cuidado, no vayamos a simplificar demasiado). Veamos. Lo que ha defendido Duran y Lleida es el derecho de los homosexuales que lo consideren oportuno a ser tratados con las llamadas terapias curativas de la homosexualidad. Él no ha entrado a dilucidar si dichas terapias funcionan o no, si la homosexualidad es una enfermedad o no, si está a favor de dichas terapias o no. Lo que sí ha hecho es afirmar el derecho individual a acogerse a dicho tratamiento si el homosexual lo considera oportuno. Yo no acierto a ver la razón del escándalo. Me encuentro entre quienes creen firmemente que la homosexualidad no es una enfermedad. Ahora bien, también defiendo sin lugar a dudas el derecho del individuo a decidir qué quiere hacer de su vida sin que venga el Estado a ponerle cortapisas y obligarle a adoptar otro estilo completamente distinto a lo que desea para sí mismo (siempre y cuando, obviamente, las opciones individuales no entren en contradicción con las libertades y derechos de los demás). Me parece evidente que Duran y Lleida está siendo consecuente con su planteamiento ideológico democristiano, y nada más. Hay que andarse con mucho cuidado y evitar la imposición de las ideas propias en nombre de lo políticamente correcto. Y esto me parece que se nos aplica igualmente a quienes nos identificamos con una ideología socialdemócrata o progresista. Una cosa es promover la idea de que ser homosexual no es una enfermedad y otra bien distinta imponérsela a los demás. Yo desde luego me siento mucho mejor viviendo en una sociedad que concede al homosexual el grado de libertad necesario para que pueda elegir entre casarse por lo civil con todos los derechos (y deberes, por supuesto) de un matrimonio heterosexual, convivir con una persona del mismo sexo sin más o, incluso, someterse a terapias curativas, que no viviendo en una sociedad que se empeña en imponerles un modo de vida, sea cual fuere. Esto último lo considero incompatible con un mínimo grado de libertad que me parece estrictamente necesario en una sociedad moderna y progresista. Es lo que tiene la libertad, que el individuo puede optar por no estar de acuerdo con nosotros. Si poca base científica hay para apoyar las terapias curativas de la homosexualidad (eso, desde luego, no seré yo quien lo niegue), lo mismo puede decirse de otras prácticas (santería, homeopatía, tarot, horóscopo, etc.) que nadie propone prohibir por ley. Seamos coherentes. {enlace a esta historia} [Wed Jun 23 23:05:31 CEST 2010]Que me perdonen los forofos del llamado deporte rey, pero es que algunas cosas relacionadas con el fútbol me parecen demasiado ridículas, como salidas de una película de humor malo. Según leemos en El País, el desastre de la selección francesa en el Mundial se ha convertido en toda una cuestión de Estado. El Presidente Sarkozy ha buscado un hueco en su apretadísima agenda para ver el último partido de Francia contra Sudáfrica y, ante el fracaso estrepitoso de su selección, ha decidido reunirse con los responsables políticos del equipo (es decir, la ministra de Salud y Deporte, Roselyn Bachelot, y la Secretaria de Estado de deportes, Rama Yade) en presencia nada más y nada menos que del mismísimo Primer Ministro, François Fillon. Todo esto en medio de la mayor crisis económica desde los años treinta y cuando el propio Presidente acaba de anunciar una reforma del sistema de pensiones que promete ser bastante controvertido y puede fácilmente acabar en la convocatoria de una huelga masiva contra el Gobierno. En fin, que parece que lo más importante en estos momentos es el fútbol, siguiendo al pie de la raya aquél antiguo lema romano de panem et circenses. Ya sé que los amantes del deporte hasta se alegrarán al oír todo esto, sintiéndose vindicados en su amor incondicional por todo lo relacionado con el balompié, pero a mí me parece que no estaría de más mantener un cierto sentido de la mesura y darse cuenta de qué es importante y qué no, sobre todo, como digo, en un momento tan delicado como éste en que el propio modelo económico parece que está en apuros. No sé, un poco de sensatez nunca viene mal. Quien me conoce bien sabe perfectamente que no tengo problema alguno con el fútbol como deporte. Lo practico de cuando en cuando y hasta veo algún partido que otro por la televisión, sobre todo ahora con los Mundiales. Repito: no se trata de criticar al fútbol, sino de hacer un llamamiento a favor de la mesura y el sentido común. Pero es que, además, para redondearlo todo, con esta reunión de urgencia para estudiar qué puede estar fallando en la selección francesa, Sarkozy está demostrando bien a las claras un afán intervencionista de carácter cuasi-autoritario que da auténtico miedo. ¿En qué cabeza cabe que el mismísimo Presidente de la República deba inmiscuirse en los problemas de una selección nacional de fútbol? ¿Hasta ahí llega su afán de control? ¿Es que no hay niguna esfera de la vida social francesa que escape al escrutinio de este hombre? A mí, desde luego, me parece más propio de un sistema político de corte autoritario que otra cosa. Curiosa contradicción en una persona que se reconoce como liberal y llegó al Elíseo prometiendo una forma de hacer política más al estilo estadounidense. {enlace a esta historia} [Sun Jun 06 15:29:36 CEST 2010]La verdad es que tiene tela que sea el príncipe Carlos de Inglaterra quien venga a decirnos que "Occidente ha perdido el alma por culpa del consumismo". Que conste que me cuento entre quienes afirman que lo importante es considerar el contenido de los discursos y opiniones, independientemente de que la persona que los esté expresando caiga o no en contradicciones de mayor o menor calado en su comportamiento. Pero es que algunas cosas pasan de castaño oscuro. En este caso, se trata de una persona que cuenta con varias mansiones y palacetes, yates y vehículos para pasar el tiempo libre. Dudo mucho que sea la persona ideal para advertirnos de los peligros del consumo sin límites. Si a menudo se afirma que el planeta no soportaría la carga de todo un país como China viviendo como lo hacen los estadounidenses, uno se pregunta si podría soportar todo un país como México viviendo como el príncipe Carlos. ¡Lo que hay que ver y oír! {enlace a esta historia} [Sun Jun 6 14:17:59 CEST 2010]Tan acostumbrados estamos al vociferío que pasa por tertulia que no nos damos cuenta de algunas cosas, pero a mí me ha parecido interesante que Eduardo García Serrano, tertuliano de Intereconomía, se disculpase públicamente por insultar a la consejera de salud de la Generalitat. Y que conste que, en principio, no siento simpatía alguna por el citado tertuliano, ni tampoco por un medio de comunicación tan sensacionalista, extremo y partidista como Intereconomía. Ciertamente, el calificar a la consejera de "zorra repugnante", "guarra" y "puerca" por haber permitido que la consejería que coordina haya publicado una página web dedicada a la educación sexual de los jóvenes me parece maleducado, excesivo e inaceptable en una sociedad que se precie. Se podrá discrepar todo lo que se quiera de las políticas llevadas a cabo por tal o cual gobierno, tal o cual ministro o consejero, pero de ahí a pasar al insulto media un abismo. Bien poco vamos a avanzar en la sociedad española hasta que no sepamos distinguir entre la crítica y el insulto, entre la discrepancia civilizada y la descalificación absoluta del adversario en aplicación de una lógica amigo-enemigo que no hace sino causar hastío entre el personal. Pero, como decíamos, aunque los epítetos empleados por García Serrano me parecen inaceptables, no deja de llamarme la atención el hecho de que haya accedido a disculparse públicamente por haberlos pronunciado. Sencillamente, se trata de un comportamiento al que, por desgracia, no estamos demasiado acostumbrado en nuestro país. Por aquí preferimos la machada, que queda mucho más resultona. Se critica a los políticos por jamás reconocer un error, pero aquí nadie lo hace. Es más reconocer un error se condiera... pues eso, un error. Así tenemos la sociedad que tenemos, donde cuesta trabajo oír palabras tan comunes en otros lugares como "por favor" o "gracias". Algunos de mis amigos, bastante más descreídos que yo, afirman que García Serrano solamente ha pedido disculpas porque se veía venir la denuncia en los juzgados. Y no me parece que anden del todo descaminados, pero eso no acierta a explicar por qué se han dado tantos otros casos similares que han acabado en los juzgados y nadie se ha disculpado públicamente. Gente como Federico Jiménez Losantos o el ya retirado José María García son buenos ejemplos del tipo de comentarista que confunde la crítica con el insulto, la gracieta y la falta de educación. A nadie le puede extrañar que ésta sea la misma sociedad que no hace mucho pudo ver a todo un ex-presidente haciendo la peineta. {enlace a esta historia} [Tue Jun 1 16:53:25 CEST 2010]La viñeta de El Roto publicada hoy por El País refleja a la perfección la situación actual: ¿Y quién es responsable, debemos preguntarnos desde la izquierda? No faltan quienes apuntan el dedo acusador a unos votantes supuestamente ignorantes como para darse cuenta de que los problemas económicos que estamos viendo son consecuencia directa de las políticas neoliberales aplicadas durante las últimas dos o tres décadas, pero yo prefiero poner el énfasis en otro lugar: en el corrimiento continuo de los partidos socialdemócratas hacia el centro político, llegando al punto en el que ya es difícil distinguir entre un partido socialista y uno liberal progresista, como puede ser el Partido Demócrata estadounidense. Nos hemos profesionalizado y, con el paso del tiempo, hemos ido eliminando las diferencias entre los antiguos partidos de cuadros de la derecha clásica y lo que debiera ser un partido socialista de masas con implantación social, métodos auténticamente democráticos y transparencia interna. Por el contrario, hace ya tiempo que parecemos conformarnos con el cómodo turnismo resucitado de la época canovista. La culpa no es de los votantes, sino nuestra. {enlace a esta historia} [Tue Jun 1 12:37:04 CEST 2010]Escuchando una entrevista en la radio pública estadounidense (NPR) con una prostituta holandesa me topo con la manida pregunta que siempre se plantea en estos casos: ¿desearías que tu hija se dedicara a esto de la prostitución? Cuando la entrevistada responde con una negativa, el periodista lo usa, como suele suceder, para argumentar que no puede tratarse entonces de una profesión "normal y corriente", que según él es precisamente la posición de la prostituta durante el programa. Vaya por delante que no he estudiado el tema en profundidad como para decantarme a favor o en contra de la legalización de la prostitución. No obstante, sí que me parece evidente que el argumento en cuestión que aquí estamos tratando no conduce en realidad a ningún sitio y es, de hecho, tendencioso. Como la propia prostituta respondió: ¿por qué siempre se afirma que una prostituta no desearía que su hija se dedicara al negocio mientras que un abogado, un doctor o un profesor sí que no tiene problemas con la idea? En concreto, ¿por qué no se sacan a colación otros ejemplos menos tendenciosos? ¿Por qué nunca se considera que tampoco los empleados públicos de la limpieza suelen desear que sus hijos se dediquen al mismo negocio? ¿Y qué decir de los agricultores, que a menudo responden también con una negativa a la misma pregunta? En definitiva, que no puede tomarse la respuesta a esta cuestión en particular como argumento irrefutable de la moralidad o no de la profesión. Como la prostituta entrevistada en esta ocasión dejó bien claro, si su profesión no estuviera tan marginada socialmente sí que cabe la posibilidad de que se lo planteara a su propia hija como una salida profesional a considerar. Aunque, como digo, no tengo una opinión formada respecto a este teme, sí que me parece importante abandonar los prejuicios (o, cuando menos, esforzarse por darles de lado) a la hora de debatir sobre el tema y considerar seriamente todas las posibilidades. A veces me da la sensación de que en los últimos años hemos pasado de la moralina conservadora de antaño a la moralina de lo políticamente correcto, que se suele identificar con posiciones progresistas, no menos dogmática y cerril. Flaco favor nos hacemos planteándonos los temas sociales desde esta perspectiva. {enlace a esta historia} |