[Thu Mar 29 16:50:54 CEST 2007]

Ojeando una reseña sobre Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos, de Santiago Alba Rico, me encuentro con las siguientes y duras palabras que nos deberían hacer reflexionar:

La guerra global permite borrar toda distinción: la distinción entre rebeldes y terroristas, entre disidentes y criminales, la distinción entre legalidad y legitimidad, entre seguridad y libertad, entre guerra y paz, entre civiles y militares, entre seguridad interior y exterior, etc. Pero resulta que esta flotación, esta indistinción de las categorías jurídicas es precisamente lo que hasta el siglo XX se llamaba barbarie y desde entonces se llama totalitarismo.

... mientras nosotros nos distraemos viendo por la televisión cómo EEUU bombardea Iraq, mata a sus niños y se apodera de su petróleo, EEUU aprovecha para bombardear Iraq, matar a sus niños y apoderarse de su petróleo. ¿O es quizás al revés? Mientras EEUU bombardea Iraq, mata a sus niños y se apodera de su petróleo, nosotros nos distraemos viendo por la televisión como EEUU bombardea Iraq, mata a sus niños y se apodera de su petróleo.

{enlace a esta historia}

[Thu Mar 29 16:32:16 CEST 2007]

Navegando pro la red me encuentro con una anécdota que me ha hecho reir bastante. Aparentemente, en los negros días del franquismo los humoristas de La Codorniz lograron pasar la siguiente perla a través de la censura:

Reina un fresco general procedente del noroeste de España.

Definitivamente, no sé si "contra Franco vivíamos mejor", pero no me queda duda alguna de que la censura aguzaba el ingenio. {enlace a esta historia}

[Thu Mar 29 13:31:31 CEST 2007]

Una vez más nos encontramos ante el sinsentido de lo políticamente correcto. En este caso, se trata ni más ni menos que del mismísimo Congreso de los Diputados pidiendo a la Real Academia Española de la Lengua que revise la definición del término gallego como equivalente de "tonto" o "tartamudo". La propuesta partió del BNG, y ha salido adelante gracias al apoyo unánime de todas las fuerzas políticas representadas en la Comisión de Educación. Sin embargo, como bien afirma la diputada del PP María Dolores Pan, desde la política no debería influirse sobre decisiones que son, a la postre, meramente técnicas, y ello sin entrar a discutir el pequeño detalle de que en ciertos países latinoamericanos la gente de a pie realmente usa el término gallego como sinónimo de "tonto", y se supone que el diccionario no hace sino reflejar el uso que de la lengua hacen sus hablantes. Mis amigos venezolanos, por ejemplo, no tendrían cabida en el diccionario del BNG, por lo que parece. {enlace a esta historia}

[Thu Mar 29 09:02:39 CEST 2007]

Una vez más tengo que volver sobre el mismo tema de ayer. El País ha publicado hoy una copia del texto que el PP está repartiendo entre sus cargos electos para argumentar el boicot al Grupo PRISA, y lo que más llama la atención es precisamente la desfachatez con la que mienten estos señores sin que, aparentemente, les cause ningún sonrojo. Me refieron, en concreto, al siguiente párrafo:

Dichas declaraciones van mucho más allá del legítimo posicionamiento editorial y de la crítica ideológica. La mala situación de las inversiones audiovisuales de Jesús Polanco y su necesidad de contar con el respaldo del Gobierno socialista para salir de la profunda crisis empresarial no puede justificar de ningún modo estas declaraciones.

La verdad, no estoy seguro de qué están hablando los señores del PP. De acuerdo a las cuentas de resultados publicadas por el Grupo PRISA, durante el ejercicio fiscal 2006 tuvieron unos beneficios netos de 228,9 millones de euros, un 49,8% más que en el ejercicio anterior. Con argumentos de este tipo, uno no hace sino perder el poco respeto que le pudiera tener a la dirección del PP. En todo caso, el editorial de El País de hoy resume bastante bien unas opiniones que yo comparto plenamente con respecto a este tema:

La pobre idea que se hacen los dirigentes del PP de las libertades de empresa y de expresión revela una preocupante concepción de la política como mezcla prevaricadora de poder y medios de comunicación, algo impropio de una formación moderna y democrática. En el ánimo de estos dirigentes está claro que se ha desvanecido toda idea de equidad y de Estado de derecho, y que la única forma de relación entre poder y medios que les entra en la cabeza es la del do ut des, como concesión de favores o como castigo, es decir, como una omertá que vincula a protectores y protegidos. Pero pobre es también la idea que tienen de sí mismos como responsables de un partido político y de quienes se hallan bajo su disciplina. Impartir este tipo de órdenes y consignas, que afectan al comportamiento privado de unos ciudadanos, por más que estén encuadrados en un partido, constituye una interferencia intolerable en su libertad individual, propia de partidos totalitarios que creíamos ya desvanecido de nuestro horizonte, como mínimo entre las formaciones que pretenden gobernar o ya han gobernado.

Leí en algún otro sitio que el filósofo Fernando Savater ha hecho unas declaraciones en la televisión criticando las palabras de Jesús Polanco que iniciaron toda esta controversia. Como escribía ayer, estoy convencido de que el presidente del principal grupo de medios de comunicación español no debería hacer unas afirmaciones tan tajantes contra el partido de la oposición, pero de lo que no me cabe duda alguna es de que el PP ha reaccionado con muy malos modos y haciendo gala de una actitud patentemente antidemocrática e intolerante. Mientra que Polanco pecó de incorrección y falta del sentido de la oportunidad, el PP ha caído en algo infinitamente más preocupante: un comportamiento autoritario y despótico que demuestra un claro concepto patrimonialista del Estado e incluso de la actividad empresarial. Todo ello, evidentemente, tiene poco que ver con el liberalismo que dicen representar. {enlace a esta historia}

[Wed Mar 28 08:22:20 CEST 2007]

Tal y como están las cosas, no me queda más remedio que reproducir la viñeta de El Roto publicada hoy por El País:

En el colmo de los despropósitos, el PP ha hecho un llamamiento al boicot de todos los medios de comunicación del grupo PRISA debido a las declaraciones de Jesús de Polanco en un foro público en las que acusaba a los líderes de la oposición de comportamiento irresponsable. Se puede pensar lo que se quiera sobre las opiniones de Polanco o sobre la idoneidad de manifestarlas públicamente como presidente y principal accionista del principal grupo de comunicación de nuestro país, pero de lo que no cabe duda es de que el señor Polanco, como cualquier otro español, está en su derecho de manifestar cualesquiera opiniones crea conveniente y esto, lo que me parece muy preocupante, no lo entienden los actuales líderes del PP. El liberalismo y centrismo que supuestamente les caracteriza debería demostrarse en momentos como éste, en la actitud que adopten ante los problemas cotidianos que afrontan. El liberalismo se defiende con las acciones, y no haciendo gala de él en discursos de cara a la galería. Me parece preocupante, en este sentido, que el PP haya convocado al menos dos boicots en tiempos recientes (éste y el del cava catalán), y en ambos casos hayan sido causados por lo que al fin y al cabo no es sino un desacuerdo puramente de ideas. El boicot contra unas acciones determinadas que se consideren dañinas o negativas me parece aceptable, pero el que se hace contra las ideas no puede ser clasificado sino de antidemocrático. {enlace a esta historia}

[Tue Mar 27 10:12:58 CEST 2007]

El esperpéntico referéndum constitucional convocado en Egipto parece haber pasado casi inadvertido, lo cual tiene poco de extraño si tenemos en cuenta que se convocó hace apenas seis días. No obstante, uno no puede evitar cierta sensación de que los medios de comunicación occidentales simplemente prefieren ignorar obvias muestras de autoritarismo e intolerancia en los gobiernos "amigos" para así poder facilitar el tradicional discurso del eje del mal, tan querido por ciertos políticos últimamente. Si hace tan sólo unos cuantos días pude leer todo un reportaje sobre el despotismo de Gadafi, no es tan fácil encontrar ningún artículo que nos describa a fondo el despotismo de Mubarak. Y es que ser amigo de los poderosos siempre ayuda. El artículo publicado hoy en El País, y seguramente leído tan sólo por aquellas pocas almas aventureras que se atreven a ir más allá de los titulares en las páginas de noticias internacioales, no tiene desperdicio:

Los algo más de 35 millones de electores estaban llamados a pronunciarse sobre 34 enmiendas propuestas por el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para permitir la reelección del presidente sin límite de mandatos, prohibir los partidos religiosos y abrir la puerta a una ley antiterrorista. Este referéndum exprés fue convocado hace sólo seis días. El Gobierno ha tenido tiempo para distribuir pancartas por las calles en las que pide el "para modernizar el país" o "para luchar contra el terrorismo".

Casi todos los centros de voto estaban literalmente forrados con propaganda a favor del , como suele ser habitual en las consultas en Egipto. Las papeletas de voto contenían cuatro páginas donde estaban escritas con todo detalle las 34 enmiendas constitucionales. El voto afirmativo era un círiculo verde (color asociado al islam), mientras que el negativo era un círculo negro.

Nadie pidió el no a las reformas, pues la oposición, tanto islamista como laica, decidió boicotear la consulta. La organización Kifaya, una amalgama de islamistas moderados e izquierdistas, apenas logró convocar a una treintena de manifestantes en la puerta del sindicato de periodistas, en el centro de la capital de Egipto.

(...)

El referéndum se cerró con una participación de "entre el 23% y el 27%" del censo, según datos provisionales facilitados por el ministro de Información. El último referéndum celebrado en Egipto, celebrado en mayo de 2005, para aprobar también una enmienda constitucional, contó con la participación de un 53% de los votantes, pero las elecciones presidenciales posteriores, en las que fue reelegido Hosni Mubarak, se saldaron con sólo un 23%.

En fin, que lama la atención ciertamente cómo un referéndum convocado con un aviso de tan sólo seis días, sin presencia alguna de la oposición, cuyo principal propósito es aprobar una reforma constitucional que permita el mandato casi a perpetuidad de Mubarak y con una participación que con suerte sobrepasa un cuarto del electorado se considera un dechado de democracia mientras que una consulta similar con mucha mayor participación ciudadana, una campaña como Dios manda y la presencia de observadores internacionales en el caso de la Venezuela de Chávez salta a las noticias como un primer paso hacia el despotismo. Que conste que no soy un apasionado fan de éste último, pero es que algunas veces las dos varas de medir son demasiado obvias. {enlace a esta historia}

[Thu Mar 1 10:51:56 CET 2007]

El País publica hoy un magnífico artículo de Fernando Savater reivindicando la idea del Estado laico. Como suele suceder con casi todos los escritos de Savater, uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo, total o parcialmente, con lo que dice, pero siempre ha de reconocer que sus opiniones están bien fundadas y son merecedoras de reflexión.

A menudo, las indignaciones o escándalos de nuestra sociedad recuerdan bastante a los caprichos apasionados de la multitud en el circo romano. Por ejemplo, el pataleo suscitado porque una agraciada señora que se presenta a un concurso de belleza (ocasión paradigmáticamente machista) sea tratada, oh sorpresa, de modo paradigmáticamente machista al discriminarla por su maternidad. Eso es como ir al campo de fútbol y luego protestar ante el griterío porque levanta dolor de cabeza (no quiero dar ideas pero ¿acaso los propensos a la jaqueca no tienen derecho a frecuentar los estadios? Interesante problema jurídico). De parecido tenor me parece —dejando aparte pormenores del derecho labora que conozco poco— la irritación suscitada porque el obispo correspondiente haya cesado a una profesora de religión que convive con quien quiere y como quiere. Precisamente la doctrina que ella está profesionalmente obligada a enseñar prohíbe tal libertad de costumbres. De hecho, la Iglesia para cuya propaganda ha sido elegida —a costes pagados por el Estado, eso sí— ha tenido a lo largo de los siglos y aún quisiera retener dentro de lo posible el ordenamiento por medio de premios y castigos (algunos sobrenaturales y otros no tanto) de la vida privada de los ciudadanos. No puede por tanto extrañar que trate al menos de controlar a quienes hablan en su nombre y según su nombramiento, ya que el resto de la sociedad parece estar cada vez menos por la labor. Sería sorpredente que los obispos eligieran para transmitir su reglamento teocrático a los jóvenes a quienes tienen ideas parecidas a las de los jóvenes y no a las suyas.

El caso suscita interesantes reflexiones sobre la evidente impropiedad de mantener una asignatura confesional —sea obligatoria, voluntaria o mediopensionista— en la enseñanza pública. [...] Veamos: para empezar hay que hablar con propiedad. No estamos refiriéndonos a los profesores de religión en abstracto, de historia de las religiones o de creencias religiosas comparadas, ni siquiera a docentes que enseñen los principios del cristianismo y sus múltiples variedades instituidas, sino a personas designadas por las autoridades eclesiásticas para impartir doctrina católica con más o menos adornos. No es una asignatura relacionada con el conocimiento sino con la devoción. [...] Lo que importa no es la autenticidad de lo enseñado (me temo que bastante discutible) sino la autenticidad de la fe con que se enseña. Se trata no de saber sino de creer o de aprender lo que hay que creer y a qué principios se debe obediencia. Es la fe quien mueve toda esta montaña pedagógica. De aquí también la dificultad intrínseca de evaluar semejante materia como las demás. Para ser rigurosos y coherentes con lo que se exige a los docentes, deberían puntuarse las buenas obras de los alumnos y su entrega piadosa al culto divino, no las respuestas a ningún tipo de cuestionario. Los pecados veniales restarían puntos y tres pecados mortales —por ejemplo— podrían bastar para suspender el curso. En esta asignatura no debería haber otros exámenes que los exámenes de conciencia...

He ahí, por supuesto, el problema. ¿Es legítima la enseñanza de una doctrina religiosa determinada en las escuelas públicas de un Estado aconfesional, sobre todo teniendo en cuenta que es este mismo Estado quien financia los gastos? ¿Cómo medir el grado de conocimiento de los estudiantes cuando la materia en sí no imparte conocimientos, sino sólo dogma o creencias? ¿Hasta qué punto podemos considerar aceptable en un Estado social y democrático de Derecho (que, por añadido, se autodefine constitucionalmente como "aconfesional") que el Estado sufrage los costes de un cuerpo de docentes elegidos a dedo por una institución eclesiástica que, además, va a premiar o castigar el grado en que los estudiantes estén dispuestos a aceptar y repetir dogmas de fe que se consideran indiscutibles? Entiendo perfectamente que nuestra Constitución establece que "los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones", pero el precepto constitucional adolece de un par de defectos, a mi entender: en primer lugar, asume que "las creencias religiosas de la sociedad española" se mantendrá inamovible en su ferviente apoyo a la Iglesia Católica; y, en segundo lugar, no parece tener en cuenta siquiera la posibilidad de que la amplia mayoría de la población pueda declararse atea, agnóstica o indiferente. Habría que preguntarse, además, si la mejor manera de educar a nuestros futuros ciudadanos en el conocimiento de la Historia de la Iglesia es precisamente dejar dicha educación en manos de un profesorado elegido precisamente por la jerarquía eclesiástica, obvio juez y parte en todo el proceso. Finalmente, como indica el propio Savater, el problema de fondo es la urgente necesidad de revisar el Concordato que se firmara con la Santa Sede en 1979 en unas condiciones políticas y sociales bien distintas a las que conocemos hoy día. El resto es ponder paños calientes. {enlace a esta historia}