[Thu Jul 26 10:10:11 CEST 2007]

Uno lee acerca del último experimento escénico de Calixto Bieito (representado esta vez en el Festival de Teatro Clásico de Mérida) y, aparte de preguntarse si de verdad éste es el mejor lugar para mostrar una obra de este tipo (un previsible "no a la guerra" con sus metralletas, granadas y coches destruidos ambientado en la contemporánea guerra contra el terrorismo de Bush, y que me temo que debe resultar igual de estético en el escenario del teatro romano que un buen eructo en mitad de una cena de gala), aparte de ello, decía, uno se para también a considerar el hecho de que los antiguos griegos —bueno, Esquilo en concreto— se atrevieran a escribir una obra como Los Persas en la que se nos muestra el conflicto que les enfrentó durante las archiconocidas Guerras Médicas desde el punto de vista de los persas, es decir, del enemigo. Cierto, no por ello dejó de escribir Esquilo lo que es claramente una obra propagandística loando la tenacidad y valentía de los combatientes griegos, pero llama la atención que Los Persas muestre al enemigo como un ser humano, en lugar de un monstruo, pudiéndose interpretar incluso como un llamamiento a apiadarse del vencido. Contrasta esto con la brutalidad de nuestra contemporánea lucha contra el eje del mal. A lo mejor la civilización se demuestra, después de todo, por la capacidad de ponerse en el lugar del enemigo (por no hablar de la capacidad de ponerse en el lugar de los desventurados). Resulta algo contradictorio, en este sentido, que quienes dicen defender con coraje los valores del Occidente cristiano muestren bien poca capacidad de empatía para comprender a los semejantes, prefiriendo retratarlos en su lugar como auténticos monstruos del Mal. {enlace a esta historia}

[Wed Jul 25 12:11:11 CEST 2007]

La sección de arte de El Cultural hace ya un par de semanas recogía unas cuantas contribuciones a la reflexión sobre el concepto de propiedad intelectual aplicada a la arquitectura bastante interesantes. El problema queda descrito perfectamente en el artículo principal:

Es común entre los arquitectos el sentimiento de desprotección que nuestro trabajo tienen comparándolo a otras expresiones artísticas, cuyo servicio público es menor que la arquitectura y que, en cambio, tienen mayor protección ante agresiones personales, profesionales o del mercado. Antes de entrar en el debate, analicemos brevemente la ley española.

Tomando como base un informe del Colegio de Arquitectos de Madrid, en el que se explica y detallan las características actuales de la ley vigente, comprobamos que no se contempla explícitamente la obra arquitectónica en el texto refundido de la ley de propiedad intelectual, con lo cual es bastante generalizada la creencia de que está descartada la protección de la obra arquitectónica construida o terminada. No es del todo cierto, ya que están protegidos "los proyectos, planos y maquetas y diseños de obras arquitectónicas y de ingeniería", es decir, la representación de la obra, y no la obra en sí. La obra arquitectónica erigida (el edificio, la construcción) es producto de la materialización de la obra-proyecto de arquitectura en una perversa disociación de ambas. El resultado "obra arquitectónica" es semejante al de una obra escultórica ejecutada según los bocetos, planos, o de una obra cinematográfica realizada según el guión audiovisual y los guiones técnicos de rodaje. Tanto el boceto, guión o proycto, como las obras resultantes de éstos son obras susceptibles de ser protegidas.

Patxi Mangado, por su parte, se pregunta sobre el mismo tema:

¿Es que solamente en el caso de un edificio catalogado se puede actuar para evitar su expolio? ¿Es que nuestra sociedad es tan elemental como para no reconocer, como en el caso de la música, o de la literatura, o de la pintura... que un edificio, aún admitiendo su condición funcional y física, no pertenece también al campo de lo creativo y por lo tanto de lo personal? No sé si será difícil de legislar en este sentido, pero lo que sí puedo afirmar es que resulta muy difícil para un arquitecto ver cómo un edificio suyo, cuajado de esfuerzoes e intensidades, es inevitable y zafiamente destruido por una nueva propiedad, distinta de la original, cuya sensibilidad sólo radica en lo económico.

El problema, desde luego, es complejo. Para empezar, la arquitectura, aún siendo capaz de expresar una sensibilidad artística, tiene mucha mayor fisicalidad que la literatura o la música, por poner tan sólo un par de ejemplos. Se acerca algo más, si acaso, a la pintura o la escultura, pero éstas otras se diferencian claramente de la arquitectura por una obvia cuestión de escala. Y nótese, por cierto, cómo ahora que asistimos a la proliferación de piezas de arte de vanguardia a menudo indiferenciadas de su entorno físico, se nos plantean también problemas parecidos en esos otros ámbitos: ¿podemos desmontar una pieza de Damien Hirst y volverla a montar en cualquier otro sitio? ¿Y una videoinstalación de Richard Serra? ¿Quién es el dueño de una obra artística que puede reproducirse fácilmente en la mayor parte de las ocasiones, de un objeto de arte virtualmente imposible de distinguir de otros tantos que vemos en nuestro entorno cotidiano? Pero es que, en segundo lugar, también habría que plantearse con Alberto Campo Baeza si a lo mejor la obra arquitectónica, una vez levantada, no es quizás de todos, de la sociedad en su conjunto. Al contrario que en el caso de la música o la pintura, las obras arquitectónicas son de hecho consumidad, usadas. Tienen, pues, un aspecto funcional del que carecen un cuadro, una escultura o una pieza musical. En este sentido, se acercan mucho más al diseño industrial, si bien habría que reconocer que la tarea de reconstruir un edificio es mucho más costosa que la de fabricar de nuevo una tetera, por ejemplo. Finalmente, habría que distinguir la intención última del arquitecto a la hora de ponerse manos a la obra, pues junto a la intencionalidad claramente artística en algunos casos también se da en muchos otros una mera aproximación funcional a la obra. En otras palabras, no es lo mismo el Puente del Alamillo de Santiago Calatrava en Sevilla que la multitud de casas adosadas que vemos en el horizonte en cuanto nos acercamos a cualquier centro de población medianadamente significativo. Así pues, como decía, la cosa no es tan fácil. Y sí, es una auténtica pena que la pagoda de Miguel Fisac en Madrid haya sido derruida (ver foto abajo) para hacer sitio a la todopoderosa especulación urbanística, que se ha hecho dueña y señora de nuestras ciudades, pero ello no resta un ápice de complejidad al problema que el legislador tiene entre manos.

{enlace a esta historia}

[Wed Jul 25 11:41:55 CEST 2007]

Me tropiezo con una reseña de la biografía de Pancho Villa recientemente publicada por Paco Ignacio Taibo en Planeta y me da la impresión de que en lugar de estar viendo una foto del legendario revolucionario mejicano tengo delante más bien un retrato de Orson Welles. ¿Soy el único que ve el parecido?

{enlace a esta historia}

[Wed Jul 25 11:28:38 CEST 2007]

Ignacio García May escribe en El Cultural un alegato contra el teatro de vanguardia que merece la pena tener en cuenta:

La obsesión de la vanguardia teatral ha sido, y es, la de dinamitar la frontera entre espectáculo y espectador. En este sentido, poco hay hoy que quede por probar: desde arrojar ratas vivas al público hasta perseguirles, golpearles o insultarles, se ha intentado ya prácticamente todo, y quien aún se asombre es porque sabe poco o nada de la historia del drama. Pero semejante manía constituye un gravísimo error; porque es precisamente esa frontera la que señala la existencia del teatro y lo que hace a éste definitivamente incompatible con el ritual, digan lo que digan los charlatanes de la "antropología teatral" y el "teatro sagrado". En un rito, los extraños, los ajenos, quedan, por definición, excluidos; en el teatro es justamente al revés. Los pelmazos de la iconoclastia a cualquier precio creen que un espectador sentado es un infame burgués que no merece ser considerado con respeto. Empeñados en el destrozo que acompaña siempre a la heterodoxia dogmática no entienden que participar no consiste en bailar la jota; que ni siquiera hay que moverse para ser activo. Lo que los griegos querían era que reaprendiéramos a ver: por eso bautizaron su invento como theatron, el lugar desde el cual se mira; por eso hablaban del theama, la visión presentada ante el público. Por eso, también, un teatro griego visto desde el cielo es un círculo dividido en dos partes iguales y enfrentadas: la de la escena y la del público.

No es que la experimentación me parezca errónea, sino más bien que innovar por el mero hecho de innovar tampoco me merece mucho crédito. Entre la innovación y el mero shock hay una fina línea que hay que aprender a distinguir, aunque la sociedad del espectáculo en que vivimos no nos lo ponga nada fácil. {enlace a esta historia}

[Wed Jul 25 09:36:48 CEST 2007]

Hace ya un mes o así que hicieron públicos los poemas eróticos de Juan Ramón Jiménez y aún me encuentro de cuando en cuando referencias a los versos en las páginas de cultura de tal o cual periódico. ¿A qué viene todo este ruido? Se trata, fundamentalmente, del hecho de que Libros de amor nos descubre un Juan Ramón bien distinto al que nos tenían acostumbrados sus poemas más intelectualizados, donde el autor muestra un temple que Blanca Berasategui califica en El Cultural de "anglosajón" (por no hablar del autor de Platero y yo, el libro con el que le identifica la mayor parte de los lectores españoles). Pero éste otro es, como decía, un Juan Ramón bien distinto: apasionado, carnal, lujurioso, inmoral incluso. Se trata de una colección de poemas que escribiera el Juan Ramón veinteañero que aprovechaba sus estancias en Moguer, Sevilla, Madrid y Francia para agenciarse a las mocitas de buen ver, incluyendo no sólo a jóvenes adolescentes, sino incluso a señoras casadas y... ¡tiernas novicias! Luis María Ansón nos lo describe bien en otra página publicada por El Cultural algo más recientemente:

Al poeta le sacude "el imperio terrible de la carne desnuda". "Tu sexo negro —escribe— suave como un plumón de pájaro, entre las sedas blancas, amarillas y malvas era como un faro de sombra para mis ojos en un revuelto mar de tibias olas pálidas". Desde el hastío indolente de la playa, el enamorado se pierde en la tibieza suave de los muslos de la amada. "Tu boca fina y rosa", —dice— lo mismo que una herida, se ponía hecha ascua, apenas le quitaba su fuego con mi boca". En la ardentía del placer, el poeta acaricia "tus senos tibios, dulces como la muerte, tus brazos imprevistos con sus hierbas de luto, la misteriosa pesadilla de tu vientre..."

Habla el amante de los pechos de la amada "amasados de estrellas", de sus piernas de plata, y desea que entre ellas "florezcan mis auroras". Se queja de la "pena del instante" pero no de "la carne gozada inmensamente" porque "dentro de tus muslos la mano se perdía en un acariciar de no igualadas sedas..." Y persigue el poeta a la mujer poseída, "llorando como un niño, de cima en cima, en las estrellas..."

En fin, que el librito no puede catalogarse sino de erótico, lo cual al parecer no gustó demasiado a la buena de Zenobia Camprubí. Resulta que Juan Ramón estuvo a punto de publicar los poemas en 1913, pero una carta de Zenobia en la que criticaba el sensualismo desbocado de la obra le disuadió finalmente y, aunque algunos de los versos se publicaran aquí o allá en alguna revista, lo cierto es que el libro como tal no se ha rescatado hasta ahora que José Antonio Expósito lo ha editado con la ayuda de Antonio Colinas.

Por cierto, que me pareció a partes iguales enternecedor y ridículo el hecho de que algunos de los descendientes de JRJ salieran a afirmar lo que según ellos era un erotismo puramente lírico e imaginado —y no real— en estos poemas. Cuesta trabajo creer que a estas alturas haya todavía alguien que se sienta en la obligación de disculpar lo que, a fin de cuentas, no son sino unos bellísimos poemas eróticos. Al fin y al cabo, por más que algunos de los amores de Juan Ramón fueran novicias —con el escándalo que ello pueda suponer para ciertas almas piadosas—, en ninguno de los casos hubo abuso alguno, sino más bien pasión correspondida. No veo a qué viene ese ahínco en diluir la carga erótica de los versos con un falso "sí, pero sólo de pensamiento y palabra, que no de acción" que huele a alcanfor. {enlace a esta historia}

[Tue Jul 24 09:31:20 CEST 2007]

La gente de El Jueves se ha tomado el tema del secuestro de su publicación con buen humor, tal y como prometieron. Hoy han hecho pública la portada "rectificada" que, según ellos, fue la que originalmente quisieron sacar a la luz, claro. Tal y como dicen en los EEUU: kudos! No sólo muestran bien a las claras el sinsentido de la medida, sino que además nos hacen ver cómo las autoridades judiciales nos tratan a todos como jovencitos barbilampiños, en lugar de ciudadanos hechos y derechos. Una pena.

{enlace a esta historia}

[Mon Jul 23 08:34:37 CEST 2007]

La bitácora de Alejandro Gándara en El Mundo resulta a veces auténticamente desternillante. Véase, si no, el sucinto análisis que logra hacer de lo que él denomina literatura de "cháchara sentimental", que tanto se está extendiendo estos días:

O sea, una elevación a literatura de la previa fusión de Sexo en Nueva York y Mujeres desesperadas. Ese largar sin respiro sobre cosas que te important a ti y al cuello de tu camisa, y que saltan al aire porque tienes el pellejo corto (si lo tuvieras largo, podría cubrirte el orificio de la boca).

Me temo que lo que hay de fondo es un nuevo onanismo narrativo: te toqueteas las partes, te imaginas un lector atento y luego fluyes. Claro, que el lector que te imaginas se está tocando las suyas, y luego él también fluye.

Resumiendo, que lo que te imaginas de verdad no es que te escuchan, sino que tu placer es el del otro, y ese placer del otro revierte en un placer aumentado para ti. Así que de un simple toqueteo remontas hacia un vertido universal. Y, más tarde, maravillado, te das cuenta de que basta que te toques un poco para que el planeta se estremezca.

Daremos a esta nueva sentimentalidad el nombre de "onanismo ecuménico", si les parece bien. Y dejaremos lo de "intercambio psíquico" para cosas más graves.

¿No fue Tom Wolfe quién llamó a los ochenta la década del yo? Pues me da la impresión de que aquella década se ha alargado más de la cuenta y el yoísmo lleva camino de convertirse en característica endémica de nuestra contemporaneidad. {enlace a esta historia}

[Mon Jul 23 08:06:07 CEST 2007]

Este verano El País está publicando en una sección llamada Yo, periodista fotos que los lectores envían por correo electrónico ilustrando la vida cotidiana española. Pues bien, la que apareción en sus páginas ayer me pareció algo inquietante no ya sólo porque demuestra de forma palpable los altos niveles de contaminación atmosférica de algunas de nuestras ciudades (en este caso, Gijón), sino también por el hecho de que, a pesar de retratar algo tan eminentemente negativo como el exceso de polución la imagen pueda ser, al mismo tiempo, tan hermosa (un poco al estilo de Blade Runner, eso sí).

{enlace a esta historia}

[Sat Jul 21 07:15:04 CEST 2007]

¡Esto es indignante! Y, que conste, yo no me suelo indignar con demasiada facilidad, como cualquiera que lea estas páginas a menudo puede constatar. Esta mañana, sin embargo, me he levantado más temprano de lo habitual para un sábado, le he echado un ligero vistazo a las noticias y me he enterado de que el juez del Olmo ha ordenado secuestrar el último número de la revista satírica El Jueves debido a la publicación de una portada en la que aparece una caricatura de los Príncipes de Asturias que puede considerarse ofensiva. O, como lo describe el diario La Rioja (se trata de la mejor descripción de la noticia que he podido encontrar en la red):

El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ordenó ayer el secuestro del último número de la revista satírica El Jueves, que se encuentra en los quioscos desde el pasado miércoles, en cuya portada aparece una caricatura de los Príncipes de Asturias en una situación que la Fiscalía denunció como constitutiva de un delito de injurias a la Corona, al considerar que se les representa "en actitud claramente denigrante y objetivamente infamante".

El auto recoge todas las medidas cautelares solicitads como "urgentes" por el fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, que, además del secuestro, son ordenar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que retiren los ejemplares de la revista de los puntos de venta y distribución y pedir a su director que identifique a los autores del dibujo.

Igualmente, el titular del juzgado Central de Instrucción número 6 ordena la incautación, en las sedes sociales de El Jueves en Madrid y Barcelona, del molde de la citada publicación, donde Don Felipe y Doña Letizia aparecen en portada en una postura sexualmente explícita.

[...]

Tras analizar la portada de la revista, del Olmo concluye que "se trataría de una caricatura que afecta al honor y al núcleo de la dignidad de las personas que en la misma se ven representadas y que resulta innecesaria y desproporcionada para la formación de la opinión pública".

En mi opinión, lo que resulta desproporcionada es la reacción de la Audiencia Nacional, ordenando el secuestro de una revista reputada desde hace bastante tiempo por su actitud ácida y satírica debido a la publicación en portada de una caricatura del Príncipe. Como bien indica el director de la revista en algún otro sitio, El Jueves ha publicado cosas mucho más fuertes que ésta, tanto sobre la pareja real como sobre otros temas. Ésa es, precisamente, la función de un semanario satírico y, aunque conceptos como los de dignidad personal tienen sin lugar a duda su lugar y no podemos considerar que la libertad de expresión —de hecho, ninguna libertad— pueda ser ilimitada, habría que tener bien presente que en este caso, el de los Príncipes de Asturias, se trata de personas titulares de una institución pública y que desempeñan de hecho una clara función política. Hay que andarse, por consiguiente, con sumo cuidado a la hora de promover una medida tan drástica como el secuestro de una publicación porque incluya información supuestamente injuriosa contra quienes desempeñan un cargo público. Parece mentira, pero el caso tiene reminiscencias de otros casos que hemos visto recientemente en Europa, como aquél de la publicación danesa que mostrara ilustraciones de Mahoma consideradas injuriosas por algunos musulmanes o el más reciente de Le Canard enchaîné. Me parece impresentable que, al menos en apariencia, en nuestro país pueda aceptarse cualquier tipo de crítica sobre cualquier tema, incluyendo el mismísimo Papa, pero nadie pueda tocar precisamente a una institución mucho más fundamental en nuestro sistema político, como es la Casa Real. Así pues, y como ya hiciera en el caso de las famosas viñetas de Mahoma, y aunque la portada todavía puede encontrarse en el sitio web de El Jueves, me veo obligado a publicar aquí el objeto de la controversia, sin que ello signifique que comparta necesariamente el contenido o la forma, sino simplemente como defensa del derecho a la libertad de expresión en una sociedad libre.

{enlace a esta historia}

[Sat Jul 21 06:38:28 CEST 2007]

El Cultural publicó la semana pasada un artículo reivindicando la figura del escritor aragonés Benjamín Jarnés que, entre otras cosas, incluía un interesante Discurso a un combatiente que éste escribiera mientras se encontraba destinado en Quintanar de la Orden como capitán del ejército de la República en 1937, y donde se hace una muy instructiva distinción entre pueblo, plebe y público:

Pueblo, plebe, público... ¡Son cosas tan distinas! Plebe es aquella muchdumbre holgazana que en otro tiempo se agolpaba al paso de los césates para pedirles pan y espectáculos gratuitos. Pueblo es aquel torbellino humano que abrió de par en par la Bastilla. Plebe es aquella muchedumbre que hace unos días se arrastraba a los pies de los caciques para conseguir, en perjuicio de otro, el quebrantamiento de una ley. Pueblo es aquel sereno puñado de hombres que un día, en Zaragoza, alzó la frente para desobedecer a Felipe II, el tirano entonces de España. Plebe es la grey ociosa, pueblo es la trabajadora. Plebe es lo que destruye, pueblo es lo que edifica. Plebes es el parásito, el que vive del zumo ajeno; pueblo es el que vive por sí mismo, de su propio rendimiento.

[...]

Cuando Castelar, como Cicerón o Juan Belmonte, acababan de hablar o torear, el público decía: Qué bien ha quedado. Cuando acababa de hablar Demóstenes, el pueblo rompía a gritar: ¡A matar a Filipo! Filipo era el tirano. Esta es la diferencia entre el público y el pueblo, entre el hombre de público y el hombre fundido con su pueblo.

Qué duda cabe que hoy en día tenemos demasiados hombres de público y ningún hombre fundido con su pueblo. Los discursos políticos se hacen siempre de cara a la galería, con vistas a obtener ventaja en las encuestas electorales. Y, para colmo, por si ello fuera poco, suelen ser de ínfima calidad retórica. Es lo que tiene una sociedad donde el ciudadano se ha convertido en mero público.

Jarnés termina su discurso con una firme defensa de la convivencia como valor supremo de la vida en sociedad justo en un momento, no lo olvidemos, en que sus compatriotas persiguen la aniquilación del oponente en los campos de batalla de la Guerra Civil.

Pronto —repito— se aprende a vivir. Tarde se aprende a convivir. No lo olvidemos: ésta es la suprema ciencia social.

Ciencia que todos estamos obligados a cultivar. Vivimos en una época de problemas colectivos, pero éste de convivir debe ser el primero. Alguna vez la sociedad pudo ser algo así como un rebaño; hoy —afortunadamente— se parece mucho más a una máquina, donde cada ciudadano es una pieza necesaria.[...]

{enlace a esta historia}

[Fri Jul 20 16:42:39 CEST 2007]

Antonio Elorza escribe un artículo hoy en El País que me parece ha de pasar a la fuerza sin pena ni gloria, pero que me gustaría destacar aquí únicamente por una interesante referencia que hace a las dos condiciones fundamentales de la democracia:

La entrada en escena de la televisión, a mediados del pasado siglo, es también un ejemplo del peso ejercido por los cambios tecnológicos sobre el ejercicio y los límites de esa libertad [política]. Los conceptos de fondo permanecen inmutables desde la polis griega. Las dos condiciones para la existencia de la democracia son, en primer término, la isonomía, la capacidad de los ciudadanos para intervenir activamente en el proceso de toma de decisiones, y en segundo, la isegoría, el acceso a la palabra, que en las sociedades modernas incorpora el derecho a una información veraz. A lo largo de la historia, la isegoría irá experimentando mutaciones en el citado plano técnico, desde la intervención oral en la asamblea al blog, así como en cuanto al marco económico y organizativo en el cual se inscribe la comunicación, y, en fin, su contenido se verá afectado por la incidencia de las censuras. Y es preciso hablar d censuras en plurarl, ya que tan censoria es la interferencia del gabinete de censura clásico o de la Inquisición que veta la emisión de una mensaje o procede contra el mismo una vez emitido, como la llamada telefónica del asesor del ministro al editor de un telediario, o la oscura e implacable acción permanente dentro de un periódico del personaje encargado de garantizar la publicación de artículos y mensajes ajustados a los intereses económicos y políticos de la empresa.

Merecería la pena preguntarse hasta qué punto nuestras democracias cumplen hoy día con ambas condiciones y qué pueda hacerse para mejorar la situación —o, cuando menos, cómo repensar la democracia. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 20 15:57:09 CEST 2007]

Y ya que estamos con The New York Times, he de mencionar aquí también una crítica del libro de Nicolas Sarkozy escrita por Bernard-Henri Lévy en la que merece la pena destacar los siguientes comentarios:

There are the pages on repentance, for example. Or more exactly the pages about his love for France, which should be "proud of its past" and which we must love completely, without nuance, far from the "denigration" that the possible future president saw as a kind of illness. I personally have nothing against a little denigration. Frankly, I am not against the idea of political leaders and citizens speaking about the sadness, the pity, even the horror they feel when examining some of the blackest pages of their national history. In other words, I think that shame is quite useful in politics, and the idea of not feeling, as Emmanuel Levinas said, "accountable for" or even "hostage to" the crimes we did not commit, and even worse, not feeling accountable and responsible for those in which we or ours have had some part —I think this is exactly what Sartre (him again!) called a politics of "bastards. Where would the United States be if it were not ashamed of its past slavery, then of racism? Where would France be if —under the pretext that, as Sarkozy says, we have not "produced" a Hitler (true) or Stalin (unclear, given how much the French intelligentsia participated in the creation of the Stalinist vulgate) or Pol Pot (rather doubtful, given that Pol Pot and his men all trained in Paris, in the very cradle of human rights)— we were simply to sing together the sinister "proud to be French" refrain the new president keeps humming, which amounts to finessing, for example, the enormous anti-Semitism of the Dreyfus era, or the huge collaborationist enthusiasm of the cultural and administrative elite in the darkets Vichy years, or the practice of state-sanctioned torture in the last ten years of the war in Algeria?

Ya he escrito en estas mismas páginas que, al menos de momento, me ha impresionado lo que ha hecho Sarkozy desde que llegara a la presidencia francesa. Sin embargo, ello no quiere decir que no me preocupen ciertos rasgos de su filosofía política, fundamentalmente aquellos aspectos en los que se destaca el regreso a un nacionalismo sin complejos. Por cierto, que en este aspecto de recuperación de los valores patrióticos parece ser donde nuestra derecha aznarista mejor entronca con Sarkozy, lo cual me parece enormemente preocupante. Ya tenemos bastante con el retorno de los fundamentalismos religiosos para que ahora algunos también se empeñen en recobrar los antiguos ímpetus patrióticos, y con ello no quiero decir tampoco —ni me parece que Bernard-Henri Lévy esté por ello— que no merezca la pena reivindicar ciertos aspectos de nuestra cultura occidental y, por qué no, de la española también. Hay que andarse con muchísimo cuidado cuando uno transita por estos caminos, como deberíamos haber aprendido de la Historia de los siglos XIX y XX. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 20 13:17:25 CEST 2007]

Leyendo un artículo publicado por The New York Times sobre las eleccciones legislativas en Turquía, me he topado con un interesante anuncio sufragado por el periódico liberal turco Radikal defendiendo el concepto de democracia y lo que ve como sus principales puntos fuertes: secularismo, diversidad, libertad de culto... No estaría de más que muchos ciudadanos de países avanzados como el nuestro, demasiado acostumbrados a la estabilidad política de la democracia representativa, tuvieran la ocasión de ver de primera la cruda realidad de ciertos países. Y es que nuestra democracia siempre nos parece demasiado corrupta, e incluso banal, hasta que la perdemos, claro. Ahí va una versión del anuncio en inglés que ha sido colgada en YouTube:

Solamente le coloco un pero a la idea: si su intención es convencer a aquéllos individuos más proclives a caer en la tentación del integrismo islámico o el secularismo autoritario, dudo mucho que nadie se los vaya a ganar con el estilo pop y consumista que le han dado al anuncio. Más que una defensa seria de la democracia, parece una parodia televisiva de las que se ven en los EEUU en programas como Saturday Night Life. En otras palabras, que casi viene a confirmar las peores sospechas de los susodichos fundamentalistas sobre la ligereza con que la civilización occidental trata todo lo serio. {enlace a esta historia}

[Thu Jul 19 10:42:30 CEST 2007]

Los líderes del PP siguen con su cadena de despropósitos. Rajoy se descuelga ahora proponiendo una reforma de la Ley Electoral para que no pueda gobernar ningún partido que no alcance al menos el 30% de los votos. Esto es lo que se llama dar golpes de timón, lo cual nunca está muy indicado como estrategia responsable de gobierno. No entraremos a discutir siquiera el hecho de que el PP se constituyó como alternativa seria de gobierno a principios de los años noventa precisamente gracias a los acuerdos de coalición con el CDS para desbancar a los socialistas de algún que otro gobierno municipal o autonómico, lo que da a esta otra propuesta un cierto aire de cortedad de miras y puro interés en barrer para casa. Más importante aún me parece el hecho, al parecer ignorado por los líderes del PP, de que nuestro sistema político es de corte parlamentario y no mayoritario, como el estadounidense. En otras palabras, que el libre juego de mayorías y minorías, así como lo sacuerdos que las distintas fuerzas políticas crean convenientes llevar a cabo para formar gobierno, son parte intrínseca de nuestro sistema político, el mismo que se encuentra detallado en la Constitución que tanto admiran los dirigentes de la derecha cuando les conviene. Cambiar la Ley Electoral en el sentido propuesto ahora por Rajoy sería, por supuesto, plenamente constitucional, pero tendría bien poco que ver con ese consenso de la transición que tan intocable le parece cuando se trata de temas como la política territorial, por ejemplo. Y es que si algo debería haber quedado claro a estas alturas de la película es que el actual equipo dirigente del PP no destaca precisamente por la congruencia en sus opiniones. Son capaces de dar bandazos para acá y para allá con tal de hacerle daño al Gobierno de Zapatero, sin tan siquiera plantearse un programa alternativo de gobierno mínimamente coherente —el caso quizás más claro de esta incoherencia serían los recursos de inconstitucionalidad planteados contra el nuevo Estatut catalán mientras se aprobaban e incluso defendían en campaña artículos del Estatuto andaluz redactados en los mismos términos.

En todo caso, la propuesta de reforma de la Ley Electoral me parece un auténtico despropósito que contradice los principios mismos del sistema de representación proporcional por el que nos regimos en España. Teniendo en cuenta los niveles de crispación que se están alcanzando en tiempos recientes, lo último que necesitamos es fortalecer el bipartidismo. El PP lo propone ahora como solución para salir al paso de su propia incapacidad para encontrar socios de gobierno, pero la solución no pasa por cambiar las reglas del juego sino por corregir la radicalización de su discursola viñeta de Peridis publicada hoy por El País, y que puede encontrarse bajo estas líneas, ilustra este punto a la perfección. Solamente tenemos que pensar que la hegemonía socialista de los años ochenta podría no haber visto jamás su fin si no hubiera sido precisamente por la capacidad de los partidos minoritarios para formar una coalición de gobierno.

{enlace a esta historia}

[Tue Jul 17 13:24:30 CEST 2007]

En esta España nuestra, despotricar contra la llamada clase política hace tiempo que se convirtió en el pasatiempo de jour, y no hay hijo de vecino que se precie que no se lance a la yugular de nuestros denostados profesionales de la cosa pública con ímpetu justiciero. Yo, por mi parte, prefiero pensar que nuestros políticos no son ni mejores ni peores que los de otros países de nuestro entorno y, desde luego, ni mejores ni peores que tantos españolitos de a pie en cualquier otro ámbito profesional, aunque no esté bien visto decirlo porque uno no gana puntos en el mercado de la opinión pública. Por aquí lo que se estila —con honrosas excepciones— es hacer grandes ademanes, opinar de cara a la galería y lanzar acusaciones a troche y moche contra todo el que se ponga por delante. En definitiva, la cultura de la queja de siempre, de la que parece que ni siquiera la integración en Europa nos puede librar (que alguien informe a los lectores de Ortega y Gasset, por favor). En fin, que se me ocurre todo esto después de leer en la prensa diaria que el sector crítico de Ciutadans ha decidido abandonar el partido después de perder su reciente congreso. Tanto desprecio hacia los "políticos de la pela", tanta indignación moral contra la "partitocracia", y ahora van y se degollan entre ellos por unas cuantas migajas de poder. Parece mentira. Por lo menos, viene a demostrar que mantener un partido político serio y bien organizado no es tan fácil como algunos se imaginan. {enlace a esta historia}

[Tue Jul 17 09:36:30 CEST 2007]

Navegando por aquí y por allá, me encuentro con una bella imagen en la bitácora poética de Lucía Folino.

{enlace a esta historia}

[Tue Jul 17 09:03:02 CEST 2007]

Leyendo la bitácora cultural de José Andrés Rojo en El País Digital me encuentro con una cita de Hans Mangnus Enzensberger, extraída de su libro El perdedor radical. Ensayo sobre los homrbres del terror (Anagrama), que aunque no tenga mayor relevancia me parece interesante:

La primera imprenta con capacidad de producir libros en árabe se fundó con un retraso de tres siglos.

Han sido varios los musulmanes que, en el transcurso de conversaciones sobre lo divino y lo humano, me han hecho apología de la cultura oral frente a la escrita, argumentando que la transmisión oral, además de ser más rica en cuanto a comunicación por cuanto permite al transmisor del mensaje hacer uso de la entonación y los gestos, tiene la ventaja indudable de añadir la presencia del individuo a quien escuchamos. No se refieren, por tanto, a la transmisión oral por radio o televisión, sino a la presencial. De ahí, me cuentan, la importancia que tiene en su cultura el aprenderse los versos del Corán de memoria y saber recitarlos adecuadamente, y de ahí, también, la importancia de aprender la lengua árabe, la misma usada por el Profeta (y, por supuesto, por Alá) para transmitir su mensaje. Pero, ¿a qué coste se produce esta defensa de la oralidad? Obviamente, en primer lugar, al de una menor facilidad para hacer circular los mensajes —y, con ellos, el conocimiento mismo. Pero aún más importante me parece el hecho de que la oralidad tenga siempre como objetivo final la fidelidad al mensaje original, en tanto que la cultura escrita permite mucha mayor libertad en forma de multiplicidad de lecturas e interpretaciones. Solamente la cultura escrita, creo, nos permite el distanciamiento objetivo, la interpretación y reinterpretación, así como la reflectividad que han caracterizado a la cultura occidental de los últimos siglos, la que nos ha dado, cierto, dos guerras mundiales y el calentamiento global, pero también la democracia, los derechos humanos y las cotas más altas de desarrollo económico de la Historia. De ahí que me preocupe no sólo el intento de regresar a la oralidad de los fundamentalistas musulmanes, sino también el empuje de lo audiovisual postmoderno. Tanto uno como otro socavan las bases mismas de la civilización occidental y, con ello, también debilitan la democracia misma. {enlace a esta historia}

[Mon Jul 16 09:33:52 CEST 2007]

Un toque simpático. La edición digital de El País, como suele suceder con cualquier otro medio de comunicación tradicional que intenta adaptarse a la interactividad de la red, permite un cierto nivel de participación a los usuarios, casi siempre tomando la forma de inofensivas encuestas y discusiones varias. Pues bien, la pregunta de hoy era Vístete este verano: ¿Qué es lo que está a la moda? y a lo que parece un buen número de lectores se lo ha tomado con sorna, a juzgar por algunas de las respuestas:

está de moda lo que más te mola
(ciudadano)

Vestir todos igual, como salidos de una cadena de coches y sin personalidad!! anda yaa!!
(Clara)

Tener un tipo 10, ó 9,50. To lo que te pongas caerá bien.
(caridad)

Por ejemplo creadores de provincia apoyados por los poderes públicos para tener un nombre de la ciudad en algo Juana Martín en Córdoba y etc
(incultura)

El 15 de julio, DIA SIN BAÑADORES. Desnudos en cualquier playa. El bikini es opcional. A popr el bronceado integral sin marcas y sin tabús en respeto.
(Natur)

está de moda ser uno mismo y sonreir mucho.
(María José)

No se. Todos seguimos alucinando con el hortera a bordo de tremendo yate o cabrio de Jaguar o Mercedes.
(Arsenio)

En mi playa, lo que se lleva es: Estar en pelota picada pero ya con un puntito de bronce.
(Pochola)

que los tios se preocupen tambien x tener buena silueta, parece que somos las tias las k tenemos k tener todas 90 60 90
(diana)

Y el resto de las entradas continúan casi todas en ese tono de magnífico choteo. No estoy seguro de que los tipos de El País tuvieran precisamente esto en mente, pero la verdad es que la lectura es divertida y ligera, lo cual, según dicen, le viene de perlas a los calores veraniegos. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 13 15:23:27 CEST 2007]

Leo en la prensa de hoy que Sarkozy acaba de anunciar profundos cambios en la V República. He de reconocer que Sarkozy me está sorprendiendo positivamente desde que se inaugurara su presidencia: primero eligió un gabinete bastante diverso tanto desde el punto de vista racial como del ideológico, segundo lideró junto a Merkel las negociaciones que pueden sacar a la UE del empantanamiento en que se han encontrado en los últimos dos años, después se atrevió a lanzar varias propuestas para liberalizar la economía francesa y, ahora, toma el toro de la reforma política por los cuernos. Se podrá pensar lo que se quiera de sus formas, y por supuesto que queda tiempo suficiente para que se tuerzan las cosas, pero la verdad es que hacía tiempo que no veíamos a ningún presidente francés tan dinámico y con tanto ímpetu reformador. Por cierto, que esto me lleva a otro asunto bastante relacionado. Tradicionalmente, hemos aceptado a un lado y al otro del Atlántico que mientras la política europea es más conservadora en las formas, más reacia a los cambios y al riesgo, la estadounidense está más abierta a la experimentación. Pues bien, me parece que esta idea comúnmente aceptada ha dejado de ser cierta al menos desde los años noventa. Mientras que la casta política estadounidense se muestra completamente incapaz de llevar a cabo las reformas que los ciudadanos demandan (mejora de la educación básica, implantación de algún sistema de sanidad público, lucha contra los grupos de presión y la venta de los políticos al mejor postor...) y miran a su Constitución con tal reverencia que no acertarían siquiera a proponer cambios en profundidad en su sistema político, los europeos nos hemos lanzado sin temor alguno a la construcción de todo un proyecto de integración de naciones para el cual no hay precendentes, hemos implantado una nueva moneda con su banco central en buena parte del continente, y no parecemos hacerle asco alguno al concepto de reforma del Estado para adaptarse a los nuevos tiempos. Tal y como están las cosas, me parece evidente que se está experimentando mucho más a este lado del Atlántico que a aquél, digan lo que digan los mitos. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 13 11:56:33 CEST 2007]

Hace un par de días, mientras le echaba un vistazo a The New York Times en su versión digital, me encontré con un artículo donde se nos explica que, al parecer, la serie de libros de Harry Potter no ha tenido después de todo el enorme efecto positivo que se esperaba en los hábitos de lectura de los jóvenes estadounidenses. Sin embargo, lo que me interesa destacar aquí no es tanto el dato como tal, sino la opinión de una profesora recogida en el artículo:

Neema Avashia, Aaron's English teacher, said it was rare for the Harry Potter series to draw reluctant readers to books. "I try to have a lot of books in my library that reflect where kids are coming from", Ms. Avashia said. "And Harry Potter isn't really where my kids are coming from". She notes that her class is 85 percent nonwhite, and Harry Potter has few characters that belong to a racial minority group.

¿Qué ha sucedido en los últimos años para que pasemos de considerar el arte (y, por tanto, la literatura) como algo universal a una mera expresión de nuestras inquietudes personales, un reflejo de nuestra clase social, de nuestra identidad colectiva? Me parece evidente que lo que nos encontramos entre medias es la llamada crítica de la cultura y disciplinas allegadas, derivadas casi todas ellas de la aplicación de la teoría crítica y la filosofía de la deconstrucción a todo lo cultural y artístico. Ignoro por completo si esto es precisamente lo que deseaba Derrida, pero no me cabe duda alguna de que nuestros académicos lo han llevado todo a extremos insospechados. La obra de arte en sí parece haber desaparecido por completo, sustituida por simples andamiajes teóricos que pretenden explicarnos el "mensaje último" y "escondido" que supuestamente tiene la obra. Y, lo que me parece aún más preocupante, también ha desaparecido lo que nos une a todos como humanos, sustituido por lo diferente, lo multicultural, lo identitario. Cuidado, porque no estoy despotricando aquí contra el respeto a otras culturas o a las minorías. Quien me conoce, sabe perfectamente que no se trata de eso. Sin embargo, de nada vale luchar contra un extremo (el dogmatismo colonialista del eurocentrismo más recalcitrante) con el extremo opuesto (el del lunatismo identitario). Lo que no acierto a explicarme es exactamente qué le parece tan extraño a esta profesora. ¿Por qué se asombra de que sus estudiantes lean a Harry Potter? ¿Por qué le parece tan inverosímil que los alumnos quieran leer algo que no refleje el contexto social del cual provienen? ¿Acaso no consiste el conocimiento precisamente en aprender sobre lo que no sabemos? ¿Acaso no es precisamente la cultura la que nos puede proporcionar esa posibilidad de ver las cosas desde otro punto de vista? ¡Aviados estamos con estos profesores! {enlace a esta historia}

[Fri Jul 13 10:41:20 CEST 2007]

El País publica hoy un magnífico artículo de Gregorio Peces-Barba en el que el padre de la Constitución y catedrático de Filosofía del Derecho muestra bien a las claras la pasta de la que está hecho. Reflexionando sobre el reciente anuncio de que José Bono volvería a la política como candidato socialista número uno por la provincia de Toledo y futuro Presidente del Congreso, Peces-Barba apunta con acierto:

Estamos ante una comunicación prematura y poco considerada para el actual presidente, don Manuel Marín. Por cierto, que su reacción es un signo más de su elegancia y de su categoría. La noticia se agrava porque procede de las filas socialistas, de Ferraz o quizás de la misma Moncloa. Por una vez, la malicia y la mala intención no proceden de la oposición, sino que se han generado en los entresijos del poder, que teóricamente, al menos, tiene como función primordial preservar y defender a las instituciones. No parece que haya, ese Poder Ejecutivo, cumplido con su deber para con el Congreso de los Diputados ni para la dignidad de su presidente. Estamos ante una forma de actuar, ante una epidemia que se ha extendido como patología generalizada a las comunidades autónomas que siguen, al menos algunas de ellas como la que yo mejor conozco, el mismo estilo de gobernar. Los mejores resultados y éxitos de este Gobierno se oscurecen con este proceder.

Bono es un gran activo socialista y su recuperación no puede ser sino una buena noticia en general, y en particular para los que somos sus compaeñeros, aunque no se pueda entender que haya sido utilizado como ariete paraa debilitar al actual presidente del Congreso. Es una forma de actuar en política pequeña y de vuelo corto que es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo ha servido para agraviar y en ningún caso para construir. Conociendo a Bono, desde hace muchos años, estoy seguro de que si es presidente actuará con independencia y defendiendo al Congreso que representa con neutralidad y sentido institucional. ¿Cuánto tardará el poder máximo en sentirse incómodo con ese proceder? Estamos indudablemente ante malas formas, ante prácticas viciosas que deshonran a quien las emplea y descartan la virtud que debe ser una cualidad de quien gobierna. Esta forma de actuar parte de una desconsideración a la autonomía institucional del Parlamento, a la autonomía de su presidente, y expresa una voluntad de mandar pasando por encima de las reglas y de los procedimientos, con un personalismo autoritario que no se para ante nada.

Hay que felicitarse por la independencia y honestidad intelectual de que hace gala Peces-Barba. Apunta además, es cierto, a una de las varias limitaciones que tiene nuestro sistema político. Me parece llegado el momento de hacer algunos retoques a nuestra ley electoral para tratar de mejorar lo mejorable: la proporcionalidad distorsionada de la Ley D'Hont, que favorece a los dos partidos mayoritarios, elimina a los partidos bisagra de centro y deja tanto al PP como al PSOE en brazos de las minorías nacioanalistas en cuanto necesiten del apoyo parlamentario necesario para gobernar con estabilidad; el excesivo poder de los aparatos partidistas en la elaboración de las listas, la elección arbitraria de aquéllos individuos que representarán a los ciudadanos en las instituciones de todo tipo; las listas cerradas y bloqueadas que imposibilitan al votante expresar una opinión sutil o multifacética que vaya más allá de adhesiones inquebrantables; y, en definitiva, la ominosa falta de democracia interna en nuestros partidos políticos. Hace ya tiempo que estas reformas vienen siendo necesarias y más vale afrontarlas cuanto antes mejor. Nuestra democracia tiene una necesidad vital de huir del partidismo de bloques, de la lealtad incondicional a las siglas que dan a los políticos de comer, y la única solución que se me ocurre es desbloquear las listas. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 13 10:29:45 CEST 2007]

Al final de un artículo sobre el festival de teatro de Aviñón me encuentro con la descripción de Le silence des communistes, un montaje de Jean-Pierre Vincent inspirado en otro que hiciera un año antes Luca Ronconi y en el que viejos luchadores comunistas reflexionan en voz alta sobre temas tan peliagudos como su relación con la URSS, preguntas sobre si han creído alguna vez en la Revolución o el sentido que puedan tener los ideales colectivos en una sociedad tan individualista como la nuestra. Pero lo que más me llamó la atención fue ésta pregunta que se hacen los militantes de la utopía:

¿Por qué a una sociedad cuyo conjunto de actividades está organizado por la religión la llamamos una teocracia, otra que tiene como único norte la política la definimos como totalitaria pero en cambio cuando es el dinero el que todo lo domina la estimamos una sociedad libre?

La pregunta me parece, desde luego, bastante pertinente. Ésta es, después de todo, una de las funciones más importantes que puede ejercer el arte: la de hacernos preguntas incómodas. Es una pena que esté desapareciendo precisamente en nombre de ese beneficio económico, del arte como mero negocio, como pura industria cultural. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 13 09:28:23 CEST 2007]

El Roto, como casi siempre, nos da una visión algo diferente de la realidad en su viñeta de hoy.

{enlace a esta historia}

[Tue Jul 10 11:05:19 CEST 2007]

No parece haber gustado mucho entre los sectores más progresistas la decisión del Papa Benedicto XVI de facilitar el rito tradicional en latín. Sin ir más lejos, El País publica hoy un editorial donde parece lanzar una crítica moderada contra la medida:

El latín fue prácticamente abandonado como lengua litúrgica tras las reformas modernizadoras aprobadas por el Concilio Vaticano II (1962-1965), iniciadas por Juan XXIII y concluidas por Pablo VI, con las que se pretendía acercar más el oficiante a los fieles. Se ponía así fin al rito establecido por Pío VI en el Concilio de Trento (1545-1563). Desde entonces a hoy, su uso en celebraciones religiosas requería la autorización previa de las autoridades de una diócesis. A partir de ahora, en cambio, y más en concreto a partrir del próximo 14 de septiembre, cualquier católico o católicos podrán satisfacer sus deseos simplemente solicitando la autorización pertinente a su parroquia.

El motu proprio está dirigido a los cismáticos de la Fraternidad San Pío X, el movimiento ultraconservador del fallecido arzobispo francés Marcel Lefebvre, que sólo reconocía como válido el rito tridentino, lo que le valió la excomunión. No es de sorprender que el anuncio de Benedicto XVI haya suscitado perplejidad en sectores de la curia romana y de diversas conferencias episcopales, entre otras la de su país, Alemania. No hay que olvidar el potencial peligro que supondría el retorno a tradiciones ya superadas. Más allá de las querencias del Papa alemán por la lengua de Virgilio, no parece precisamente que esta iniciativa sea una señal de modernidad. Con o sin latín, la Iglesia católica tiene un grave problema de practicantes y seguramente prioridades menos formales y más importantes que la del ite missa est.

Vayamos por partes. El que la decisión del Papa esté o no dirigida a los cismáticos integristas de Lefebvre es algo abierto a la interpretación de cada cual. Es cierto que los sectores más ultramontanos de la Iglesia siempre han estado a favor de un retorno a los ritos tradicionales que fueron abolidos con el Concilio Vaticano II, pero limitar esa reivindicación al mero uso del latín es caer en una fatal simplificación de las diferencias teológicas que separan a unos y a otros. No hay que olvidar, además, que le decisión papal meramente facilita la práctica del ritual en aquellos casos en los que los feligreses así lo soliciten. Es decir, que el ritual no se impone a nadie. Más preocupante me parece (y encuentro ilógico que el editorial de El País ni siquiera lo mencione) que esta recuperación del rito tradicional vaya más allá del mero uso del latín en las ceremonias y recupere también la definición de los judíos como "pérfidos" junto a llamamientos a su conversión al cristianismo. Me parecería, si fuera así —que lo dudo— un tremendo error que marcha en contra del camino ecuménico andado durante estas últimas décadas. Por lo demás, no me parece tan preocupante como señalan algunos, sino más bien un cambio formal que, además, viene a permitir mayor libertad individual a los feligreses. Y si, de paso, se potencia el amor al latín, pues miel sobre hojuelas. {enlace a esta historia}

[Mon Jul 9 09:06:25 CEST 2007]

Tal es el griterío de nuestro gallinero político estos días que no son pocos los ciudadanos (es más, seguramente se trata de la amplia mayoría) que piensan que nuestros representantes se guardan una tirria tal entre sí que serían incapaces de tomarse un café juntos. Sin embargo, y a pesar de todos los ataques que se hacen de cara a la galería, las estadísticas parecen apuntar a otra realidad bien distinta. Por ejemplo, hace unos días leí que el PP ha apoyado el 45% de las leyes impulsadas por el Gobierno de Zapatero, lo cual, seguramente, sorprendería a muchos, a tenor de las acusaciones recientemente vertidas contra el Gobierno durante el debate sobre el estado de la nación. Según el artículo de El País:

La primera vez en esta legislatura que todos los partidos se pusieron de acuerdo en algo fue el 22 de diciembre de 2004. Aquel día se aprobó por unanimidad la Ley contra la Violencia de Género. Hasta el pasado 20 de junio, día del último pleno del Senado en este periodo de sesiones (se interrumpe la actividad hasta septiembre), las cámaras han tramitado 99 leyes a propuesta del Gobierno de Zapatero. De ellas, 17 han sido aprobadas por unanimidad de todos los grupos. El PP ha dado su apoyo a 44 de ese centenar de leyes, según revelan las estadísticas del propio Gobierno. Las cifras sólo se refieren a proyectos impulsados por La Moncloa, no cuentan las leyes propuestas por las Cámaras.

Los números demustran también que los aliados más firmes del Gobierno han sido Coalición Canaria, Izquierda Unida y Esquerra Republicana de Catalunya. Estos partidos han votado a favor del 85% de las ideas de los socialistas.

(...)

Contra lo que pueda parecer, el gran año del consenso ha sido 2007. La actividad legislativa de las Cortes, estadística en mano, ha sido ajena a la bronca antiterrorista del PP y a las tensiones territoriales que suelen poner en delicado equilibrio los apoyos nacionalistas. De las 22 leyes del Gobieno que se han votado este año, 12 han sido aprobadas por unanimidad.

Por cierto, que otro tanto cabe decir del Parlamento andaluz:

Desde que el PSOE recuperó la mayoría absoluta tras las elecciones autonómicas de 2004, una de sus constantes preocupaciones en estos tres años de legislatura ha sido la de no quedar aislado en las votaciones parlamentarias. El diálogo con los grupos ha sido, según opinó Manuel Chaves en el reciente debate de la comunidad, una de las "señas de identidad" de este mandato. De las 38 leyes aprobadas por el Parlamento hasta el 30 de junio, el PSOE votó únicamente en solitario 10 (el 26%). El resto de las normas recibieron apoyos de otros grupos. En 11 ocasiones, las leyes salieron aprobadas por unanimidad.

(...)

El 74% de las leyes ha logrado el apoyo de los socialistas y otro o más grupos. En contra de lo que se pueda creer no ha sido Izquierda Unida el que más veces ha sumados sus votos al PSOE, sino el Partido Andalucista. Socialistas e IU han desterrado, al menos en esta legislatura, las malas relaciones políticas que arrastraban desde hace muchos años, especialmente, desde la etapa de la llamada legislatura de la pinza (1993-1996).

En otras palabras, que el ambiente general de enfrentamiento sin cuartel que se respira en estos momentos, al menos si uno juzga por lo que se publica en los medios de comunicación y las declaraciones oficiales de unos y otros, tiene bien poco que ver con el aire que se respira allí donde más importa, en el Parlamento. ¿A qué puede deberse esto? Supongo que caben varias teorías, pero me da la impresión de que estamos asistiendo a una progresiva americanización de nuestra política, en el sentido de que la imagen se está apoderando cada vez más del escenario central, desbancando irremisiblemente a la información más seria. Lo que los situacionistas llamaban sociedad del espectáculo en los años sesenta (yo prefiero llamarlo sociedad del entretenimiento) ya está aquí, y nuestros políticos son juzgados más por su imagen —por lo que dicen— que por lo que hacen —por su gestión. Se trata de algo que llegó hace ya tiempo a los EEUU, pero que apenas está comenzando ahora en nuestro país. Lo que más me preocupa de todo esto es que el entretenimiento político necesita de divisiones y enfrentamientos para llamar la atención, aunque sean artificiales. Contra lo que afirma Rajoy, mucho me temo que la desaparición del famoso consenso de la transición no tenga nada que ver con la actitud supuestamente radical de Zapatero y sus adláteres, sino más bien con la evolución de nuestra vida política hacia unas coordenadas más parecidas a las que caracterizan a otros países avanzados. {enlace a esta historia}

[Fri Jul 6 10:12:30 CEST 2007]

No soy partidario del concepto de carácter nacional. Me parece una generalización excesiva, un recurso a la respuesta fácil y a la brocha gorda para explicar fenómenos que nos parecen demasiado complejos o, incluso peor, la excusa ideal para justificar prejuicios. Simplemente, hay demasiada diversidad en la naturaleza humana como para poder embutirla en los tres o cuatro trazos que supuestamente vienen a caracterizar a las distintas sociedades nacionales —por cierto, que cabría considerar igualmente la simplificación que a menudo se hace en nombre de clases sociales o religiones, y que en tiempos modernos se remonta al menos a Marx y Weber. En todo caso, sí que creo necesario distinguir entre este concepto, que como digo me parece erróneo, y el punto de vista que cree percibir ciertos rasgos comunes entre los individuos de una misma nacionalidad, clase o religión no por naturaleza sino como consecuencia de la costumbre. ¿Y cuál es la diferencia, se preguntarán algunos? Fundamentalmente, que ésta última interpretación considera el entorno social como un condicionante y no un determinante del comportamiento individual, con lo cual reconoce cierta influencia al libre albedrío, aun negando que la libertad sea nunca absoluta ni mucho menos. Me parece un sabio punto medio.

Pues bien, viene todo esto a cuento de un rasgo general de la vida social española (o, cuando menos, andaluza) que observé anoche poco después de atender a una reunión política. Mientras la discusión transcurrió por los bien determinados cauces de la asamblea formal, todo funcionó más o menos bien. Sin embargo, en cuanto se levantó la sesión y nos dirigimos a la barra para charlar sobre los incidentes de la reunión, la conversación (de hecho, las decenas de conversaciones) se precipitaron al caos más extremo. Y he aquí un elemento diferenciador de las conversaciones en las que suelo tomar parte en España comparado con los EEUU: los participantes no parecen tener el más mínimo interés en escucharse unos a otros, sino tan sólo en largar discursos. El argumento de cara a la galería y la demagogia atroz imperan sin lugar a dudas en la conversación española (si es que de hecho podemos denominarla "conversación", pues se parece más bien a un monólogo simultáneo en el que cada uno de los participantes se esfuerza por "ganar" no se sabe muy bien qué justa en medio del ruido del gallinero). Cuidado, no es que en los EEUU los participantes en una conversación no discutan con pasión, que lo hacen, a pesar de nuestros prejuicios sobre la imposibilidad de culturas nórdicas para ello, sino que al menos se guardan las formas en lo que hace al respeto al prójimo (por cierto, que estoy reifiréndome aquí, por supuesto a las conversaciones informales entre individuos, y no a las peroratas ideológicas que pueden oírse por la radio, tan surreales y dogmáticas allí como aquí). En fin, que no sé si se tratará de una cuestión de nivel educativo, tradición democrática o cualquier otra cosa, pero la diferencia me parece evidente. Tan sólo prueben a expresar una idea (cualquier idea) en una conversación sin ser interrumpidos constantemente con comentarios que intentan llevar el diálogo por otros derroteros. ¡No hay forma! A lo peor va a resultar que la tan afamada tertulia mediterránea no va a ser sino el ruido de fondo del gallinero. {enlace a esta historia}

[Thu Jul 5 17:04:45 CEST 2007]

El ejemplar de El Mundo hoy no tiene desperdicio alguno, la verdad. Abre con un titular a cuatro columnas acerca del debate sobre el estado de la nación:

Zapatero ganó el debate pero Rajoy se consolidó más ante sus votantes.

Continúa con los subtitulares:

El presidente venció por doce puntos de margen, 4 menos que el año anterior, gracias a la opinión de quienes no votan ni PP ni PSOE.

El 48% de los votantes del PP ha mejorado su opinión sobre Rajoy tras el debate y sólo el 42% de los del PSOE la suya sobre Zapatero.

Un 19% de los electores socialistas vio a Zapatero "más demagogo" que Rajoy y sólo un 12% de los del PP admite que lo fue su líder.

Todo esto con una encuesta de Sigma Dos que tiene un margen de error de 3,53 puntos, lo que prácticamente viene a invalidar todas las conclusiones anteriores. Pero, por si todo esto fuera poco, el desmán se cierra con la tradicional cita que incluyen en su cabecera:

Nada tan fútil como vencer; la verdadera gloria está en convencer (Víctor Hugo).

¿A quién había que convencer, a los ciudadanos o a los editores de El Mundo? El descaro no podría ser mayor. {enlace a esta historia}

[Wed Jul 4 15:51:05 CEST 2007]

El País publica hoy un artículo de Savater sobre la campaña de oposición a la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía que culmina con los siguientes comentarios:

Lo que me asombra es la postura del PP en este asunto. La presidente de la Comunidad de Madrid se enorgullece (entrevista en Abc, 1-VII-07) de haber dispuesto de tal modo los asuntos educativos en sus dominios que no se dará Educación para la Ciudadanía. ¡Enhorabuena! Pero ¿qué diríamos si escuchásemos tal muestra de rebelión imbécil a Ibarretxe o Carod Rovira? Si los defensores de la unidad de España —que es la igualdad ante la ley del Estado de Derecho— piensan así, no es raro que prospere el separatismo. Por lo demás. lo de esta asignatura no es más que un síntoma de la complacencia con lo peor del clericalismo y el integrismo antiliberal. Ya he tenido ocasión de leer a César Vidal y a algún otro carca apologías de los gemelos polacos por su firmeza reaccionaria frente al "pensamiento único" progresista. ¿Son realmente éstos los ideólogos de choque del PP? ¿Su proyecto político va a dirigirse hacia la sana y vaticana "polaquización" de España? Pues si es así nada, con su pan se lo coman.

Y en ésas estamos. A tal nivel está llegando ya la crispación que hasta la Iglesia y el principal partido de la oposición se permiten el lujo de hacer llamamientos a favor de la desobediencia civil. Muy mal tiene que estar la cosa para que toda una presidenta de una comunidad autónoma se enorgullezca de usar tal o cual triquiñuela para evitar la puesta en práctica de una legislación democráticamente aprobada en el Parlamento. Entiendo las críticas al Gobierno Zapatero, sobre todo en el tema de la política antiterrorista, pero de ahí a lanzarse a una campaña de desobediencia y falta de respeto generalizada a la autoridad competente media un abismo.

En cualquier caso, estoy plenamente de acuerdo con las palabras de Savater sobre el tema genérico de la religión:

A mi libro La vida eterna algunos le han reprochado un planteamiento demasiado comprensivo de la fe (otros muchos lo han censurado por lo contrario, desde luego) una reseña acaba con gracia lamentando que "a este paso, acabar con la religión nos va a costar Dios y ayuda". La verdad es que no considero tal liquidación un objetivo deseable (además de que lo tengo por imposible). Me parece que la religión es un tipo especial de género literario, como la filosofía, y combatirla como una plaga más sin atender los anhelos que expresa es empobrecedor no sólo para la imaginación, sino hasta para la razón humana. Temo que tan crédulos son quienes utilizan la Biblia para combatir a Darwin como lo que dan por sentado que una dosis adecuada de neurociencia disipará todas las brumas teológicas. Además, he vivido lo suficiente para no pretender privar a nadie de ning&uacaute;n consuelo que pueda hallar frente a la desbandada del tiempo y el dolor, aunque yo no lo comparta. El único consejo adecuado que se me ocurre para los que padecen exceso de celo religioso es el que, inútilmente, ya formuló hace mucho Santayana: "Las doctrinas religiosas harían bien en retirar sus pretensiones a intervenir en cuestiones de hecho. Esta pretensión no es sólo la fuente de los conflictos de la religión con la ciencia y de las vanas y agrias controversias entre sectas; es también la causa de la impunidad y la incoherencia de la religión en el alma, cuando busca sus sanciones en la esfera de la realidad y olvida que su función propia es expresar el ideal".

Ni es posible, creo, acabar con la religión, ni tampoco merece la pena proponérselo. Hay bastante gente que encuentra consuelo en la fe, y junto a los muchísimos crímenes y el odio que generan las creencias religiosas, tampoco es menos cierto que inspiran un comportamiento profundamente ético en otros casos. Lo que hay que combatir es el fanatismo, ya sea religioso o no, pues tanto daño hace el dogmatismo político como el que tiene su raíz en la fe. Que se lo pregunten a las víctimas del nazismo y el comunismo, si no. {enlace a esta historia}

[Tue Jul 3 09:49:20 CEST 2007]

A nadie sorprenden ya las descripciones de François Mitterrand como un político maquiavélico, guiado más por la ambición de poder que por otra cosa. Hay que reconocerle, por supuesto, algunos aciertos: su firme apuesta por el europeísmo y un eje franco-alemán que vino a relanzar el proyecto de integración hacia unas cotas que bien poca gente podía siquiera imaginar hace treinta años, una cierta modernización de Francia en sus aspectos de política social y cultural (prohibición de la pena de muerte, apertura hacia el mundo...) y, sobre todo, hay que agradecerle el aggiornamento de aquél socialismo mediterráneo que parecía que se quería comer el mundo a finales de los setenta con su populismo nacionalista y un antiamericanismo de lo más primario. Sin embargo, y al mismo tiempo, como decía más arriba, no creo que nadie venga a poner en duda hoy en día que Mitterrand también tenía una clara vena maquiavélica. Europa, sin duda, se benefició de su política, pero cabe preguntarse si la puso en práctica con ese objetivo en mente o más bien con la finalidad exclusiva de contribuir al engrandecimiento de Francia y, por supuesto, para asegurarse un buen lugar en los libros de Historia. Digo esto después de leer esta misma mañana en las páginas de The Independent sobre el papel que desempeñó Mitterrand durante la crisis de Ruanda, donde parece que contribuyó al genocidio de los tutsis en nombre de una criminal política de prestigio francesa:

The publications of the [recently declassified] documents in today's Le Monde for the first time confirms long-held suspicions against France. The previously secret diplomatic telegrams and government memos also suggest the late French president was obsessed with the danger of "Anglo-Saxon" influence gripping Rwanda. In three months from April 1994, at least a million Rwandans —mainly Tutsis— were systematically slaughtered in killings engineered by the Hutu regime to exterminate its ethnic rivals and repel the Uganda-trained Rwandan Patriotic Front (RPF). (...) Among the evidence to suggest France was informed of the mounting genocide is a diplomatic telegram from October 1990 in which the French defence attaché in the Rwandan capital Kigali alerts Paris of the "growing number of arbitrary arrests of Tutsis or people close to them". The cable adds: "It is to be feared that [it could] degenerate into an ethnic war".

Como puede verse, no son sólo los estadounidenses quienes esconden esqueletos en el armario. Haríamos bien en recordar noticias como ésta cuando oigamosmos nuevamente los periódicos llamamientos a demostrarse contra el imperialismo americano. Por cierto que, por lo que nos toca a nosotros más directamente, más nos valdría dejar de dar lecciones a los estadounidenses y ocuparnos de una vez por todas del problema del Sáhara. {enlace a esta historia}

[Tue Jul 3 08:35:47 CEST 2007]

Con o sin modernización, con la peseta o con el euro, el costumbrismo español da mucho de sí. Este verano lo estoy pasando en casa de unos amigos en el pueblo sevillano de Espartinas, así que ayer cogí la bicicleta y me acerqué al vecino pueblo de Umbrete para comprar el pan, tomar un café y echarme un paseo. Resulta que, al llegar a la plaza del Ayuntamiento (en otras palabras, el centro centrísimo del pueblo, como en toda España, donde se encuentra no sólo el consistorio sino también, casi siempre, la iglesia local), me topé con el comienzo de una procesión funeral y, comoquiera que este es un pueblo muy tradicional (ya decía algo más arriba que ni siquiera la Unión Europea cambia ciertas cosas en esta tierra), resulta que en cuanto comenzó la caminata hacia el cementerio todas las mujeres que salían de la misa (y que, por supuesto, Dios nos libre, tenían prohibido por la sacrosanta costumbre local sumarse a la marcha) se lanzaron como fieras sobre las pocas sillas y mesas disponibles en la terraza del bar en que me encontraba. Eso sí, la modernización la pude notar en cuanto la masa de féminas, ya entradas en los cuarenta la mayoría, se dispuso a pedir la consumición a la camarera: una tónica por aquí, un vermú por allá, que si un cubata para la otra... en fin, bastante lejos del antiguo café con leche que las modositas amas de casa de antaño hubieran pedido en similares circunstancias. Y me parece muy bien, que conste, pero el contraste entre las consumiciones y la sumisa aceptación del tradicional rol de la mujer durante el funeral me pareció de lo más interesante. En cualquier caso, si saco esto a colación no es tanto por la estampa, que desde luego no tiene desperdicio, sino por una breve conversación que pude medio captar mientras me esforzaba en leer mi libro y disfrutar de la bellísima arquitectura de la iglesia entre el alborozo mujeril, y que en líneas generales fue más o menos así:

— ¿Y cuántos años tenía?
— Hija, era ya muy mayor. Tenía por lo menos noventa años o así. Lo que sí da pena es lo de José Luis.
— Sí que es verdad, que no tenía más de treinta y pocos. Oye, ¿y de qué murió?
— No sé, de algo malo
.

Así pues, ya saben, resulta que el pobre José Luis se murió "de algo malo". Miren que me he llevado años viviendo por esas tierras de Dios, pero me parece que únicamente aquí podría haber oído una conversación como ésta. {enlace a esta historia}