[Mon Apr 30 12:34:26 CEST 2007]

Siempre he sentido admiración por quienes se muestran capaces de nadar en contra de la corriente, sobre todo si lo hacen de forma meditada y serena, y no como reacción automática ante todo lo que pueda parecer constructivo (en este sentido, me parece también que el negativismo heredado de la Escuela de Frankfurt no es sino una de las muchas formas de aparentar que se tienen respuestas sólidas sin siquiera considerar los problemas a fondo). Viene todo esto a cuento de un artículo titulado La queja histórica, escrito por Justo Navarro y publicado en la edición andaluza de El País la semana pasada, en el que el autor pone en duda la coherencia de quienes reivindican desde Andalucía que el Gobierno central cancele la llamada deuda histórica con nuestra comunidad autónoma. Como bien explica Navarro:

Una disposición del antiguo Estatuto, derogado ya, decía que, "dadas las circunstancias socio-económicas de Andalucía, que impiden la prestación de un nivel mínimo en alguno o algunos de los servicios ", el Estado consignará "como fuentes excepcionales de financiación unas asignaciones complementarias". A esto le llaman ahora deuda histórica. En 1981 era difícil ir normalmente al colegio y al médico.

Lo mismo que pedía entonces el Estatuto caducado, lo sigue exigiendo el Estatuto de 2007. El nuevo cita al viejo y recuerda que los Presupuestos Generales del Estado deberán destinar cantidades complementarias "para hacer frente a las circunstancias socio-económicas de Andalucía". No ha pasado el tiempo. Los partidos siguen reclamando lo mismo que en 1981, como si entendieran que Andalucía no alcanza todavía el nivel mínimo en educación, sanidad y vivienda.

Hay regiones de España que, para valer más, reclaman derechos históricos. Andalucía reclama la deuda histórica. El poder de la queja, en el caso andaluz, supongo que se remonta a la situación lamentable de Andalucía a finales de los años setenta del siglo pasado, después del abismamiento social y geográfico en siglos de feudalismo voraz y años de burocrático franquismo persistente. Los reyes de Castilla repartieron las mejores tierras de la zona a sus mejores soldados, frailes y nobles, y la costumbre duró hasta la guerra contra Napoleón, cuando se regalaban fincas a los generales ingleses, y hasta Franco: los jerarcas franquistas estuvieron entre los primeros que adivinaron el futuro turístico del suelo andaluz.

... así como, más al norte, hay quien desentierra derechos históricos para fomentar el espíritu regional-nacional, los partidos andaluces participan en el nacimiento de nuevas nacionalidades exigiendo el pago de la deuda histórica. Pero, si los derechos históricos son particulares de la comunidad que los enarbola, el derecho a recibir fondos complementarios para que la Administración sirva mínimamente y en lo fundamental a los ciudadanos corresponde a todas las regiones de España, según la Constitución, como recordaba Javier Pérez Royo el viernes en estas páginas. No hace falta recurrir a ninguna deuda antigua: basta con, en cada momento, ser financieramente insuficiente.

Parece que Andalucía, en opinión de sus partidos, sigue siendo incapaz. Parece que no ha contado, desde 1981, con los medios para prestar servicio a los ciudadanos al mismo nivel que en otras comunidades autónomas. Si es así, ha fallado el Estado, que no ha distribuido equitativamente sus recursos, y esto puede ser un buen asunto para una política regional hecha de recelos locales, celos interterritoriales y deseos de no ser menos que nadie, una idea espléndida de lo que es España y la política. La pobre Andalucía, según sus partidos, más de 25 años después del primer Estatuto, ni siquiera ha conseguido dotación presupuestaria para que funcionen al nivel mínimo los servicios básicos.

Ni que decir tiene que el cuadro de una Andalucía empobrecida, incapaz siquiera de proveer a sus habitantes de los servicios mínimos, no se corresponde para nada con la realidad de este siglo XXI. Los andaluces vivimos hoy en una comunidad moderna, dinámica y con unas maravillosas infraestructuras construidas durante los últimos veinticinco años gracias, al menos en parte, a los fondos de ayuda de la UE y la solidaridad interterritorial practicada dentro de España. No hay más remedio que reconocer esto, como tampoco queda más remedio que reconocer que quizás haya otras regiones dentro del país (por no hablar en la UE) más necesitadas de esta ayuda que nosotros. Y, sin embargo, en Andalucía preferimos continuar las políticas pedigüeñas de antaño, incapaces de manifestar nuestra identidad en algo más que el agravio comparativo o la protesta facilona. Parece llegado el momento de construir un nuevo andalucismo basado en conceptos positivos que no dependa permanentemente de la queja contra los otros, un andalucismo a la altura de nuestros tiempos y nuestras nuevas realidades. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 26 20:20:50 CEST 2007]

No he podido evitar una sonrisa al leer una carta al director publicada por el diario El País hoy mismo bajo el título En Feria también trabajamos, y que paso a reproducir en su integridad:

Esta semana, Sevilla tiene un color especial. Llegó la feria de abril y con ella el tópico de cada año. Quiero reivindicar que se reconozca el esfuerzo y dedicación de todos los sevillanos a sus trabajos. Cada año, el país se hace a la idea de que durante esta semana los sevillanos no trabajmos y esto es totalmente incierto. ¡Señores, la feria es una ciudad artificial que se combina con el trabajo, pero nunca lo sustituye! Los medios de comunicación no descansan, ni los servicios públicos o los comercios o las Facultades abiertas para atender al alumno que lo desee. Hay gremios que doblan sus turnos de trabajo: taxistas, conductores de autobuses, ambulancias, policías, sanitarios... Es cierto que muchos van directamente de la feria al trabajo sin descansar, pero eso es problema de cada uno. Considero que el trato que se nos da a los sevillanos es indigante. Rompamos con esas habladurías y plantemos cara.

Hombre, de entrada, me parece poco acertado exigir "que se reconozca el esfuerzo y dedicación de todos los sevillanos a sus trabajos", pues digo yo que, como cualquier casa de vecino, entre los sevillanos también habrá un poco de todo. Dejémonos de folklorismos y nacionalismos identitarios, tan empeñados en meter a todos en el mismo cajón y juzgarles por el mismo patrón, como si la autonomía individual fuera lo de menos. Pero es que, en segundo lugar, me parece muy gracioso ese comentario acerca de quienes se dirigen de la feria al trabajo sin siquiera tomarse un descanso con el argumento de que eso es "problema de cada uno". Pues sí, será problema de cada uno, pero lo cierto es que invalida la tesis principal de la autora de la susodicha carta, pues ya me dirá cómo rayos van a poder rendir en el trabajo estos sevillanos que se pasan toda la semana entre el tajo y el real de la feria. La verdad es que, como suele ser el caso, hay un poco de todo: desde los gremios que, como bien se indican en el texto, han de doblar sus turnos de trabajo (por cierto, que también habría que plantearse hasta qué punto eso redunda en una mayor productividad, pero ésa es otra historia) hasta el de aquellos que, por desgracia, no mueven un dedo durante esta semana salvo para tocar las palmas y empinar el codo. En fin que, como era de esperar, ni todos los sevillanos son un prodigio de trabajo esforzado ni tampoco unos holgazanes. En otras palabras, exactamente igual que catalanes, vascos, gallegos, canarios y madrileños. Para este viaje no hacía falta tantas alforjas. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 26 12:02:13 CEST 2007]

No hace mucho escribí sobre la crisis institucional por la que está pasando la Unión Europea, y los intentos que se están haciendo para salir del atolladero aunque sea de mala manera. Pues bien, hace un par de días me encontré en la prensa con una noticia en la que se nos informaba que la Constitución europea está pendiente de lo que suceda en las elecciones presidenciales francesas y en la que, entre otras joyas, se recoge lo siguiente:

La canciller alemana, Angela Merkel, ha diseñado un itinerario rápido que se ajusta a las necesidades de Sarkozy y de Gordon Brown, probable sucesor de Tony Blair en Reino Unido, partidarios de introducir pequeñas reformas en el vigente Tratado de Niza, y así evitar pasar por el trámite del referéndum. El escenario de ritmo rápido y mínimos cambios y de escaso contenido ha causado seria inquietud entre la mayoría de los 18 países que han ratificado la Constitución, que temen una cumbre borrascosa ante la disparidad de las ambiciones. "Estoy empezando a ver signos preocupantes", ha señalado el primer ministro belga, Guy Verhofstadt.

¡Y tan preocupantes! ¡Como que de la noche a la mañana hemos pasado de quejarnos de la falta de democracia y transparencia en las decisiones europeas a promover un acuerdo tras las bambalinas basado en triquiñuelas legales para evitar otra consulta popular! Después se quejarán de que los ciudadanos aprovechen la primera oportunidad para lanzar sopapos... {enlace a esta historia}

[Thu Apr 26 11:49:36 CEST 2007]

Hace unos días leí una entrevista con el académico de la lengua Francisco Rico en la que me llamó la atención, por lo que supone de romper esquemas preestablecidos, lo que afirma sobre Cervantes:

... era así en la época. Cervantes no tenía ortografía alguna, como no la tenían las personas privadas. La ortografía la tenían las imprentas, hasta que la Academia la organizó un poco. Los escritores escribían sin hache, con uve o con be, daba igual. Cervantes no ponía ni puntos ni comas, ni por casualidad. Lo ponían los editores antiguos, por su cuenta, unas veces interpretándolo bien y otras veces haciéndolo mal. Y Cervantes les dejaba absoluta libertad. ¡Él escribió toda su vida Cervantes con be! Él sabía que lo que ocurría antes de la imprenta y durante la imprenta eran cosas distintas.

¡Y todavía hay quien afirma que no hemos avanzado nada en todos estos siglos! Como creo haber escrito en algún otro sitio, no me parece que la cosa esté tan mal como lo pintan algunos. Por lo general, no comparamos la situación presente (al menos cuando se trata de estos temas) con el pasado, sino más bien con nuestra propia idealización del pasado. Esto es, nos gusta quejarnos de la falta de cultura general, y nos comparamos con la Institución Libre de Enseñanza y escritores de la talla de Unamuno y Ortega, sin darnos cuenta de que hace unas décadas solamente una minoría era siquiera capaz de leer y escribir. Hoy en día, mal que bien, son millones los españoles que pueden expresarse decentemente por escrito, así que tampoco deben estar tan mal las cosas. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 19 17:29:05 CEST 2007]

El País publica hoy una entrevista con el escritor José Luis Sampedro, a quien siempre es un placer oír (o, como en este caso, leer) hablar. Y es que a pesar de sus noventa años, no parece haberse convertido en un viejo cascarrabias ni un pesimista redomado. Ciertamente, no ve las cosas de color de rosa, pero no por ello deja de considerar la oportunidad de que seamos capaces de imprimir un cambio de rumbo a los acontecimientos, lo cual siempre se agradece en este mundo tan apabullado por el cinismo. En fin, ahí van algunas de sus reflexiones recogidas en la entrevista:

— ¿Qué le interesa ahora?
— La vida interior. Lo poco que sé de física moderna lo relaciono con puntos de vista taoístas y orientales, y descubro que el mundo es en definitiva vacío y energía. A mí me asombra la cantidad de vacío que hay en un átomo... Eso me interesa.
— ¿Y qué le dice la vida exterior, lo que pasa?
Vivimos en una época de barbarie. Se desintegra la civilización occidental tal como venía del siglo XV. Tiene razón Fukuyama, pero al revés: estamos en el final de la historia, pero no por haber llegado al colmo, sino por haber llegado al desmoronamiento. Y pasa como cuando cayó el Imperio Romano, que viene una época de barbarie. Aquí estamos en plena barbarie.
— Usted ha escrito que el símbolo de esta barbarie es la guerra de Irak.
— Allí fueron vulnerados los valores de la civilización. El ataque preventivo no fue más que el ataque del más fuerte, se aplicó la ley de la selva, y eso va contra todos los principios... Y ahí está lo de Guantánamo, el trato a los prisioneros, que degrada a quienes los guardan... Se degradan los organismos internacionales... Toda una serie de conquistas están destruidas ante la mayor indiferencia. Antes también se hacía, pero había una mayor hipocresía; no digo que haya que ser hipócritas, pero ya dijo Foucault que la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud. Ahora todo se hace con un cinismo total. ¡La señora Rice viene a Europa a hablar con unos señores respetables, ministros de Gobiernos civilizados, y les dice con toda desfachatez lo que hace la CIA en sus territorios, y no pasa nada! Intolerable. Y si de eso pasamos a lo que ocurre aquí, a ciertas manifesteaciones de la lucha política, pues la misma barbarie.
[..]
— ¿A la gente que se encuentra cómo la ve?
La gente en general es mejor que el sistema. El sistema se desmorona.
— Los fracasos que usted deplora se han dado en los dos bandos, el capitalista y el comunista.
El comunismo no era lo contrario del capitalismo. Era un capitalismo de Estado. Ahora estamos en el tiempo de un despilfarro total.
— Usted trabajó en la banca. ¿Le mordió el capitalismo?
— Estuve en un banco muchos años y, gracias a mi talento, por decirlo así, salí de allí sin saber una palabra de operaciones bancarias.
— Y ahora, en este estado del principio de la barbarie, ¿cuál es nuestro porvernir?
Es posible que entremos en un cambio de gran alcance, que empiece otra era, en la era de la transformación del ser humano, algo sin precedentes.
— ¿Seremos más felices?
— La felicidad es una palabra muy difícil de emplear. Yo me planteo el problema de llevarme bien conmigo mismo... La capacidad de adaptación del ser humano es infinita. Se podía ser feliz trabajando como esclavo en una finca romana. El hombre se adaptará.
— Noventa años. ¿Qué le ha enseñado la edad?
— A no tomarme en serio, a reírme de mí todo lo que pueda. Y a aceptar mis errores, mis pequeños éxitos, sin darles importancia. Yo pienso que lo esencial en el mundo es la energía, y hay una energía cósmica que pone todo en movimiento; si quieres llamarlo Dios, llámalo Dios, pero yo no necesito un Dios paternal que me consuele ni nada de eso, pero esa energía es una inmensa hoguera en la que están saltando chispas constantemente. Y yo soy una chispa. De pronto una chispa salta y luego se apaga.

La sabiduría de un anciano venerable. No estoy seguro de que la civilización occidental se encuentre aún en el mismo punto de decadencia que llegó a vivir el Imperio Romano durante los últimos dos o tres siglos, aunque sí que estoy de acuerdo en que, cuando menos, dicho proceso ya se ha iniciado. En otras palabras, es bien posible que estemos en el principio del final, y todo dependerá de las opciones que hagamos ahora y en décadas venideras. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 17 10:11:55 CEST 2007]

Hace ya casi dos años que el proceso de ratificación del Tratado de la Unión Europea fue frenado en seco tras la victoria del no en las consultas francesa y holandesa y, pese a todos los actos de contrición política que se sucedieron en su momento, lo cierto es no hemos avanzado una sola pulgada en la resolución del problema. Para más inri, leo hoy en El País que el Reino Unido y Holanda afirman tajantemente que la UE no necesita una Constitución, sino tan sólo una mera reforma de las reglas existentes. La opinión como tal es, por supuesto, muy respetable. Son muchos quienes, a raíz de los últimos acontecimientos, se han estado convirtiendo a un euroescepticismo más o menos velado que no siempre está directamente relacionado con aquellas posiciones que mantuviera Margaret Thatcher en su momento. En otras palabras, la ola de reticencias al proyecto de integración europea que se ha desatado en los últiumos años tiene dos orígenes bien distintos que no haríamos bien en mezclar en nuestros análisis: tenemos, por un lado, el euroescepticismo soberanista claramente inspirado en la tradicional crítica británica al burocratismo de Bruselas; mientras que, por el otro, se ha ido conformando un movimiento más bien progresista que critica no tanto el proyecto de integración como tal sino más bien la forma en que se está llevando a cabo, desde arriba, sin contar con los ciudadanos y centrando todo el interés en los aspectos puramente económicos y comerciales, abandonando la tradicional política social europea. En este sentido, me parece significativo que en la noticia a la que me refiero leamos un párrafo como el siguiente:

Balkenende [Primer Ministro holandés], al frente de uno de los países cuyos ciudadanos echaron por tierra la recién nacida Constitución europea, fue el encargado de explicar cuál es a su juicio una de las mayores ventajas de prescindir de la iniciativa constitucional. La idea de modificar el tratado ya existente y adecuarlo a la nueva realidad de una Europa hiperampliada, permitiría a Estados como Reino Unido saltarse el siempre arriesgado trámite del referéndum constitucional. Londres decidió suspender sus planes de consulta popular a la luz de los resultados de Francia y Holanda y en previsión de un nuevo batacazo.

En otras palabras, que si hace cerca de un par de años todos coincidían en apuntar al déficit democrático como uno de los culpables del voto negativo en el referéndum, ahora el Primer Ministro holandés se descuelga con retorcidas propuestas para evitar de cualquier modo la participación directa de los ciudadanos, no vaya a ser que les dé por llevarles la contraria a los políticos. Interesante manera de hacer frente al déficit democrático. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 16 10:48:37 CEST 2007]

De tanto como se habla de la cultura del ladrillo estos días, parece increíble que aún haya promotores con la desvergüenza necesaria para afirmar su derecho a construir en cualquier lugar y exigir encima que las administraciones les garanticen el agua, pero el caso es que, aunque cueste trabajo creerlo, sucede. Sin ir más lejos, hoy mismo me he encontrado una noticia en El País en la que se nos informa de que el Ministerio de Medio Ambiente advierte de que no hay agua garantizada para un total de 300.000 viviendas que se están construyendo en estos momentos. Pues bien, Manuel Martí, secretario general de la Asociación de Promotores Constructores de España, tiene el descaro de afirmar que:

"No estamos notando ningún problema ni un freno en la construcción por falta de agua, es un suministro básico que el Gobierno debe garantizar. [...] En España no falta agua, sino que se malgasta y otra se pierde por las tuberías. Sólo con cobrar el precio real ya habría agua de sobra para las urbanizaciones".

¡Y el hombre se queda tan pancho! Parece una caricatura del típico promotor de viviendas pintada por unos ecologistas radicales a brocha gorda; pero no, se trata de un hombre de carne y hueso incapaz de ver más allá de su propio beneficio económico a corto plazo, pase lo que pase con el medio ambiente o con el futuro de su propia comunidad. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 10 13:15:52 CEST 2007]

Aunque se trate de un sitio web claramente virado hacia la izquierda anti-capitalista de carácter principalmente extraparlamentario, ello no quita para que uno le eche un vistazo de cuando en cuando a Rebelión, pues sucede que también publican piezas interesantes ocasionalmente. Hoy, por ejemplo, me he encontrado con una breve reseña del libro de Jordi Gascón y Ernest Cañada, Viajar a todo tren. Turismo, desarrollo y sostenibilidad, recientemente editado por Icaria. El artículo recoge unas cuantas reflexiones interesantes que no suelen aparecer en los medios de comunicación más establecidos:

Gascón y Cañada discuten, por ejemplo, algunos de los mitos asociados al turismo y a sus beneficiosos impactos socioeconómicos (...). Así, partiendo de un estudio de A. Costa, señalan que en un análisis realizado en unos 3.600 municipios españoles de más de 1.000 habitantes se demuestra que en aquellos lugares donde el turismo es un sector económico primordial se incrementa su influencia sobre las entidades públicas y obtiene un neto trato de favor en las políticas de gasto municipal: los gastos sociales por habitante se reducen de media casi 10 euros (y unos 7,5 los generales y los de vivienda) y, en cambio, se aumentaban en más de 3 euros los gastos dedicados a protección civil y a la seguridad ciudadana, y en casi 13,5 los dedicados a bienestar comunitario. En los siguientes apartados, los autores dan cuenta de los impactos en la comunidad y en el grupo doméstico; en la cultura de los países visitados (así, la diversidad regional alimentaria tiende a disminuir en favor de los modelos occidentales tipo basura-rápida-McDonalds) o, destacadamente, en el medio ambiente. Aquí, partiendo de un estudio del Grupo de Trabajo sobre el Clima, la Energía y el Tráfico de la Asociación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza, señalan que "los viajeros en Europa deberían renunciar a volar tanto como fuera posible y movilizarse en tren o en autobús (...) y que, si se hacen viajes largos en avión, la estadía mínima en el país debería ser como mínimo de tres semanas.

Como venía diciendo, merece la pena tener, al menos de cuando en cuando, unos medios de comunicación alternativos que puedan arrojar luz sobre los temas sociales, económicos y políticos que tenemos planteados desde otra perspectiva. De no ser así, corremos el riesgo de oír siempre lo mismo (o variaciones de lo mismo) en los distintos medios de comunicación de masas tradicionales. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 9 13:07:00 CEST 2007]

Hace ya varios días leí en las páginas de El País acerca de una iniciativa que se propone crear una reserva virtual de palabras que garantice la supervivencia de vocablos en extinción. El artículo en cuestión menciona palabras como azogue, chícharo, albérchigo, fililí, morondanga, periclitar, tejeringo, damajuana, zangolotino, prístino o pundonor, todas ellas de sólida tradición literaria e incluso popular en algunos casos pero que están a punto de desaparecer debido a los avances de la ley del mínimo esfuerzo y el retroceso de la cultura escrita. Me parece interesante porque hace ya unos meses me propuse apuntar en un cuadernito todas las palabras que me encontrara que pudieran considerarse poco comunes pero enriquecedoras del lenguaje. De momento llevo unas diez o doce páginas de anotaciones. En fin, tendremos que echarle un vistazo a la Reserva de Palabras en unas cuantas semanas. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 9 11:52:45 CEST 2007]

Debido al viaje a Londres no tuve oportunidad de leer la prensa durante poco más de una semana, así que después de mi regreso he estado ojeando periódicos atrasados durante varios días. De esta forma, me encontré con una entrevista con el siempre polémico filósofo Slavoj Zizek publicada en El País. Ya había leído antes algunos artículos escritos por el esloveno, y la verdad es que no puedo evitar una actitud algo ambivalente hacia sus opiniones: por un lado, parece estar obsesionado con un épater le bourgeois algo pasado de rosca, muy mediático sin duda, pero en última instancia intranscendental y retórico; mientras que, por otro, no por ello deja de poner el dedo en la llaga en muchas ocasiones. A continuación destaco algunas de sus reflexiones entresacadas de la entrevista:

Junto a Hegel y a Lacan, tiene a Marx entre sus referentes, pero el Gobierno comunista de Yugoslavia lo consideró poco ortodoxo para confiarle la formación de los jóvenes y lo apartó de las clases: "Además no creo en el diálogo filosófico. La filosofía siempre ha sido dogmática. En todo cas es un malentendido . Aristóteles malinterpretó a Platón, Marx a Hegel y Hegel a Kant. ¿Platón? Los de Platón son los diálogos más falsos de todos. Consisten en alguien que habla y otro que a cada rato dice: 'Por Zeus, estás en lo cierto' ".

Con un inglés cortado a motosierra pero impaable, Zizek pasó por Madrid para dictar una conferencia en el Círculo de Bellas Artes dentro de un ciclo sobre la inmigración. En la sala no cabía un alma. Había gente de pie y gente sentada en el suelo. ¿El título de la charla? Teme a tu prójimo como a ti mismo. En el taxi matiza: "No es un consejo, es una descripción de la ideología dominante. Hay dos palabras fetiche: tolerancia y agresión. ¿Pero qué significan en realidad? Agresión significa aproximarse demasiado. Por eso Occidente ejerce la tolerancia a distancia, virtualmente. Somos solidarios con los africanos en África, no con los de nuestro barrio".

Para Zizek, el ejemplo máximo de esa ideología es EEUU. Allí, dice, todo puede ser una agresión: "Tocar a alguien, mirarlo demasiado... Igual que queremos pasteles sin azúcar queremos a un prójimo descafeinado. En California la gran moda es un invento llamado Masturbathon: 400 personas se masturban en un lugar público, pero no tienen derecho a tocarse. La entrada cuesta 20 dólares y, por supuesto, el dinero se destina a una obra de caridad. Esa lógica masturbatoria es la que rige hoy las relaciones sociales. Vivimos en un solipsismo colectivo. Eso es también Internet: todos conectados pero todos aislados".

(...)

Cuando se le pregunta por la alianza de civilizaciones, el filósofo, que en 1990 fue candidato a la presidencia de Eslovenia, reconoce que es la primera vez que oye hablar de ella: "Zapatero es hoy el gran representante de la tercera vía. Y más simpático que Blair, pero él también ha levantado un muro en Marruecos. ¿Alianza?Suena a vacío: celebremos nuestras diferencias, subrayemos los valores que nos unen, bla, bla, bla. La política consiste en actuar, no en plantear teorías bienintencionadas. A veces los hechos consumados crean las condiciones que los hacen posibles. Si esperas a que esas condiciones existan, nunca harás nada. Es lo que hizo el propio Zapatero al sacar a las tropas de Irak o al decretar la igualdad entre hombres y mujeres en su Gobierno". Para Zizek, la única alianza posible es una "entre los disidentes del liberalismo y los disidentes del Islam".

Azote de Bush con sus artículos en The New York Times, el filósofo afirma que la gran catástrofe de los países árabes es el declive de la izquierda laica. "El panarabismo de los años cincuenta era un movimiento laico. Hoy prácticamente han desaparecido los laicos del mundo árabe, en buena parte porque EEUU se alió con los islamistas para acabar con los demócratas, en los que veía un nido de comunistas. Los agentes de la CIA de ayer son los terroristas de hoy. Ahora sucede lo contrario. Para la izquierda europea, los laicos árabes antiislamistas son agentes americanos".

Triste estado de la cuestión, sin duda, pero no tiene uno más que echarle un vistazo a los sitios izquierdistas en la red para darse cuenta de que Zizek tiene toda la razón del mundo en este asunto: en lugar de defender el laicismo en el mundo árabe, la izquierda europea prefiere agarrarse a su tradicional antiamericanismo descerebrado y jalear a los islamistas por la única razón de que están atentando contra las tropas de ocupación, sin pararse a pensar en el dogmatismo totalitario que preconizan los insurgentes. Asistimos así a la paradoja de que los EEUU apoyaron a los islamistas hace veinte o treinta años porque éstos abofeteaban la cara de los comunistas, y ahora es la izquierda la que les apoya porque han vuelto su yihadismo enloquecido contra las tropas americanas, pero lo que no hacen ni uno ni otro es prestar atención a los problemas que afrontamos y ofrecer posibles soluciones. El mundo entero parece haber caído presa de un bipartidismo exacerbado, o conmigo o contra mí frontista que no puede sino llevarnos a la catástrofe. ¡La llevamos clara! {enlace a esta historia}

[Sat Apr 7 13:03:34 CEST 2007]

Al final de la reseña que Manuel Cruz hace en el suplemento Babelia de un par de libros del filósofo italiano Giacomo Marramao me encuentro con la siguiente y preocupante anécdota que viene a reflejar muy bien los excesos del nacionalismo:

Hace pocas semanas escuché en un programa de debate de la televisión pública catalana, cómo un sociólogo manifestaba su estupor por el hecho de que una emisora que se publicita como "la radio nacional de Cataluña" hubiera finalizado su boletín horario con la noticia del asesinato de una mujer a manos de su marido ¡en Orusco de Tajuña! (esto es, fuera de los límites del territorio autónomo, lo que, según parece, convertía a la víctima en una víctima "estatal", por decirlo con la jerga al uso). El sociólogo en cuestión interpretaba la anécdota como un claro signo de la creciente falta de conciencia nacional, del "descentramiento" de la comunidad, y proponía medidas. Si esto no implica subordinar el valor de la solidaridad a valores culturales de cohesión, que venga Deu y lo vea.

No seré yo quien alce la voz contra el amor al terruño, que me parece, a decir verdad, perfectamente lógico y saludable. Ahora bien, cuando éste adquiere formas dogmáticas e intolerantes, cuando de amor hacia lo propio pasa a convertirse en odio hacia lo extraño, también cambia mi actitud al respecto, y esto es precisamente lo que suele hacer el nacionalismo. Bien está el localismo, el aprecio hacia el lugar donde uno nació y creció, pero solamente cuando evitamos caer en romanticismos absolutistas que pretenden convertir a nuestra tierra y sus habitantes en regla universal para dilucidar cuestiones morales y políticas. Estoy dispuesto incluso a reconocer y respetar el deseo por alcanzar la independencia política para un determinado territorio, siempre y cuando no se vea acompañado por estas cuasi totalitarias muestras de cerrazón ideológica que, como el pasado claramente nos enseña, no conducen sino hacia el horror. {enlace a esta historia}