[Thu Aug 31 16:39:45 CEST 2006]

Quien me conoce sabe que el populismo venezolano de nueva cuña no es santo de mi devoción, pero es que esto está llegando ya a niveles de esperpento. Hoy leo en El País que Chávez y Asad han firmado en Siria una alianza frente a EEUU. De acuerdo a la descripción de la agencia EFE,

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y su homólogo sirio, Bachar el Asad, coincidieron ayer en que sus respectivos países tienen posturas comunes respecto a los asuntos internacionales, especialmente en la "lucha contra el imperialismo", en alusión a Estados Unidos. Los dos líders expresaron esta postura tras la primera visita oficial de Chávez a Siria, calificada de "histórica" por el anfitrión. El presidente venezolano dijo que los dos Gobiernos firmarán importantes acuerdos de cooperación relacionados con petróleo, cultura e intercambio de información. "Hoy comenzamos una nueva etapa", dijo Chávez y reiteró: "Los dos países tenemos una postura firme contra el imperialismo y los intentos hegemónicos del imperio estadounidense".

Lo de Chávez ya es demasiado. Con tal de llevarle la contraria a su bestia negra, se alía con quien sea, tenga o no sentido, le convenga o no a su país. Se trata de la actitud de los fanáticos seguidores del Betis y el Sevilla aplicada a la política exterior, que ya tiene su cosa. Si mal no recuerdo, el presidente venezolano ha estado ya en China, Vietnam, Irán y Siria, así que tan sólo le queda añ,adir Corea del Norte a la lista de Gobiernos non grata con quien estrecha relaciones en su desesperado intento por tocarle las narices al Presidente Bush. Auténticamente descabellado. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 30 14:09:06 CEST 2006]

El País publica hoy una Apología de la comedia del cineasta Álex de la Iglesia que harían bien en leer muchos intelectuales de pacotilla.

¿Por qué lo bueno tiene que ser difícil? Si leemos a Ortega nos parece un gran filósofo, pero no uno de los grandes, porque le entendemos. Eso quiere decir que no es tan bueno. A los grandes no se les entiende en absoluto. Heidegger es importante porque resulta superjodido descifrar una sola línea de texto. El pensamiento de Hegel era tan denso que necesitaba generar conceptos propios para expresarse plenamente. ¿No es acojonante? Sin embargo, Unamuno era un pensador transparente, y por eso nunca viajará en Business. Para ser uno de los grandes debes intentar, primero, ser ininteligible hermético, a poder ser, enigmático. Yo creo que esta manera de pensar la tenemos grabada a fuego en los genes, o mejor, en los genitales. Lo bueno duele. Para ser bueno, o apreciar lo bueno, hay que sufrir. Si leo a Feuerbach me coño, pero soy la hostia. Si me como una película iraní de tres horas y el muermo me come las entrañas, mejor, porque eso quiere decir que este iraní es flipante, y yo soy un hermeneuta, un ser dotado de una sensibilidad extraordinaria y sobre todo, muy escasa. Lo profundo es lo bueno. Lo superficial es lo malo. (...) Lo que general dolor es lo importante. Lo frívolo es la comedia, es el camino sencillo, conduce a la perdición, es el lado oscuro. Por lo tanto, la comedia no merece la pena, como mucho, sirve para pasar el rato. ¿Cuántas veces habremos oído ese argumento? La película me encantó, me lo pasé bomba, disfruté como un enano, pero ¡bah! Es una tontería. Para pasar el rato. Vamos a ver: si te olo has pasado tan bien, no puede ser una tontería. ¿Disfrutar es una tontería? Ésa es la clave: ser feliz es cosa de tontos. ¿Quién nos ha metido este virus en la cabeza? Yo creo que han sido los curas. Los curas nos han infectado el disco duro.

Por muy rojo que seas, caes en esa trampa dialéctica. Valoramos el sufrimiento en el proceso de conocimiento, y eso no tiene sentido. (...) ¿Qué se oculta detrás de todo esto? Ignorancia y miedo. Disfrutar facilita el pensar, se ven las cosas claras, sin mentiras. Por eso es pecado, y nos da miedo que los demás sepan que disfrutamos. ¿Por qué es más importante Dreyer que Wilder? ¿Quién me ha hecho más feliz? El objetivo del hombre sigue siendo la felicidad, ¿o no? No es porque yo lo diga, la frase es de Aristóteles. A Aristóteles se le entiende a veces... Buen tío, Aristóteles.

A lo mejor se pasa, a lo mejor simplifica y exagera, pero no por ello deja de tener razón. A menudo, demasiado a menudo, equiparamos el conocimiento con el sufrimiento, y lo profundo con lo difícil, lo indescifrable, en fin, lo aburrido. La filosofía española, como casi toda la filosofía mediterránea, ha sido siempre un pensamiento práctico, vitalista, popular, muy humano, lo que sin duda se nos acerca y nos parece, a fin de cuentas, aplicable a nuestra vida cotidiana, a nuestras experiencias. ¿Y cuál es el resultado? Pues que ni siquiera se tiene en cuenta a nuestros Ortegas y Unamunos. Lo que mola es lo pretencioso, lo enrevesado, lo que no entiende ni Dios, para que así podamos parecer más enigmáticos, miembros de un grupo selecto de intérpretes del texto sagrado. En fin, un rollo de tomo y lomo. Tampoco es que el entretenimiento lo sea todo, por supuesto, y ahí es precisamente donde no estoy del todo convencido de que Álex de la Iglesia haya sacado todas las conclusiones de sus propias palabras. Pero dejemos eso para otro día. De momento, lo que queríamos hacer aquí es reivindicar la importancia de lo ligero, lo cómico, lo aparentemente intranscendente. {enlace a esta historia}

[Sun Aug 27 22:16:28 CEST 2006]

Casi sin quererlo me he topado con unas cuantas muestras del ingenio andaluz, tan dado al chascarrillo y a tomarse la vida con buen humor. Siempre me había parecido curioso el nombre artístico que se dieron Las Ketchup pero, acostumbrado a la sorna de mi tierra, tampoco me costó mucho aceptarlo como uno más de los muchos nombres extraños que se oyen en el mundo artístico. Pues bien, hoy me enteré a qué viene eso de Las Ketchup: resulta que el padre de las tres cantantes no es otro que El Tomatito, el guitarrista flamenco. De tal palo tal astilla, y de El Tomatito... Las Ketchup, que es algo así como un derivado del tomate, pero con menos carne y más conservantes.

Me entero, por otra parte, que durante el primer partido de la Liga de este año, el que enfrentó al Betis y al Valencia en el Mestalla, la afició bética no estaba muy contenta con una de las estrellas de su equipo, el internacional Joaquín, quién al parecer está a punto de fichar precisamente por el Valencia, el equipo al que se enfrentaba el Betis ayer. Resulta que a los seguidores les dio por expresar sus sentimientos con una pancarta grande que rezaba: "Joaquín, si quieres títulos, cásate con la duquesa de Alba".

Finalmente, leyendo un artículo sobre la ciudad de Cádiz publicado en El País el domingo pasado, me encuentro con un par de auténticas perlas del humor popular. La primera es una ocurrencia que supuestamente se sacó de la manga el Cojo Peroche, personaje legendario gaditano donde los haya, y que desde luego viene que ni pintado en esta España de la cultura del ladrillo en la que vivimos:

— Mira esta placa: "Aquí nació Pemán". ¿Tú que crees que van a poner en la casa donde naciste?
— Van a poner: "Se vende".

La otra anécdota cuentan que viene de Pericón, el cantaor flamenco. Al parecer, un día disputaba con otro exagerado por las calles de Cádiz sobre el tamaño de un pez del que hablaban. Así que, ni corto ni perezoso, Pericón largó la historia de un faro fenicio que se acababa de encontrar y que, según contaba, estaba hasta encendido. Ante la incredulidad de su amigo, quien dudaba mucho que el faro pudiera estar todavía encendido, Pericón respondió: "Bueno, quítale veinte kilos al rape y yo apago el faro fenicio".

Como decía, el ingenio andaluz es un auténtico pozo sin fondo. {enlace a esta historia}

[Sun Aug 27 11:01:18 CEST 2006]

Leíamos en el periódico de ayer que la UE aportará el grueso de las fuerzas de paz que se desplegarán en el sur del Líbano, y no tuve más remedio que observar cómo la política maximalista y grandilocuente aplicada por la Adminitración Bush durante estos años ha conducido a los EEUU a un callejón sin salida donde, sencillamente, el gigante norteamericano se ve incapacitado para siquiera influir en los acontecimientos de forma constructiva. La afirmación puede sonar extraña, pero permítaseme explicar mis razones. Desde los atentados del 11-S y el triunfo del grupo llamado neoconservador en las disputas internas de la Casa Blanca, el Presidente Bush se lanzó a una campaña dominada por las consideraciones de doctrinarias del maniqueísmo más ramplón: el famoso "quién no está conmigo, está contra mí" que se manifestara en su momento como pieza central de la política exterior estadounidense sin mayor remilgo. De acuerdo con esta política, a los enemigos no hay que darles ni agua. Si a ello añadimos el hecho de que, por definición, quien no siguiera la descabellada política neoconservadora era automáticamente considerado como enemigo, no hay que reflexionar mucho para darse cuenta de que ya tenemos todos los elementos para uno de los fracasos más estrepitosos que a que haya conducido cualquier presidente de los EEUU. No se trata ya de que las tropas estadounidenses se estén desgastando ahora en el avispero de Irak, ni tampoco de que la política de confrontación haya empujado a Corea del Norte a hacerse finalmente con el armamento nuclear que tanto temor infundía en Washington, sino del hecho de que Irán ha ganado terreno e influencia en toda la región gracias al vacío creado por la invasión de su vecino iraquí y, para colmo, con su dogmatismo de la moralina, Washington ha cerrado todas las vías de diálogo (y, por consiguiente, cualquier posibilidad de influir) con casi todos los actores que aún pintan algo tras los grandes conflictos internacionales que tenemos planteados: Irán, Hezbulá, Hamas, Al Fatah... En este sentido, no hemos asistido durante los últimos años sino a la aplicación a escala planetaria por parte de Washington de la misma política maximalista, retórica, inútil e improductiva que se ha aplicado durante décadas a Cuba. Al defender permanentemente la confrontación con La Habana y negarse en redonde a entablar cualquier tipo de relación diplomática con el Gobierno de Fidel Castro, Washington no ha hecho sino aislarse a sí mismo y cortar de raíz cualquier posibilidad, por mínima que fuera, de influir en los acontecimientos que inevitablemente se sucederán en la isla tras la muerte del dictador. La inexistencia de contacto alguno con los miembros más representativos del régimen casi garantiza que los EEUU serán incapaces, llegado el momento, de favorecer un proceso pacífico de transición a la democracia similar al que vimos en Chile o España. En otras palabras, que es precisamente su política maximalista la que hace imposible que los EEUU puedan influir positivamente en los cambios que se avecinan en Cuba, salvo quizás en el peor de los escenarios: un conflicto abierto entre los seguidores del régimen y los opositores, con intervención de por medio del exilio cubano y, por supuesto, las tropas estadounidenses.

¿Y cuál es la conclusión que ha extraído Bush de todo esto? Precisamente la más equivocada: que habría que aplicar la misma política al resto de los conflictos. Ha sido esto, precisamente, y no otra cosa, lo que se encuentra tras la alocada noción de guerra contra el terrorismo que viene promoviendo la Casa Blanca desde el 11-S, y que está abocada al fracaso más completo por pura lógica, pues no hay Estado enemigo que derrotar, no hay tropas regulares que puedan entregar las armas, y no hay armisticio que pueda firmarse. Los EEU están afrontando un problema del siglo XXI (el terrorismo internacional) como si se tratase de la Segunda Guerra Mundial. Es comprensible, pues la tendencia es la que siempre han seguido las grandes potencias imperiales del pasado: cuando surgen problemas nuevos en un contexto también nuevo con el que no estamos familiarizados, aplica las soluciones de siempre, las que nos dieron el poder y el prestigio del que hoy gozamos. Se trata de una política suicida, pero también de un error muy humano, nada nuevo para cualquier individuo medio versado en la Historia de la Humanidad.

Así pues, ¿qué sucede cuando hay que tratar de resolver el problema del enriquecimiento de uranio en Irán? Que hay que echar mano del tan denostrado aliado europeo, precisamente de aquella vieja y cansada Europa tan criticada en los porlegómenos de la invasión de Irak (¿recuerdan los despiadados ataques de Rumsfeld y colegas entonces?). ¿Y qué sucede cuando hay que enviar tropas de paz al sur del Líbano? Pues lo mismo. No se trata ya de que las fuerzas militares estadounidenses no den para más, sino de que no podríamos siquiera asignarles la misión debido precisamente a los tremendos errores de la política exterior de Bush. ¿Pero es que alguien puede imaginarse hoy en día a las tropas estadounidenses desplegadas en el sur del Líbano codo con codo con las fuerzas libanesas y a dos pasos de los milicianos de Hezbulá? Hoy por hoy, Washington, a fuerza de perseguir la pureza moral se ha aislado del resto del mundo (los "impuros") hasta el punto de convertirse casi en un agente sin importancia en la escena internacional si no fuera por su aún enorme capacidad militar. Bush ha tirado por la borda todas las buenas intenciones, la simpatía que el mundo sintió por el pueblo estadounidense tras los ataques del 11-S, y lo ha desperdiciado todo con su altivez de recién converso al fundamentalismo cristiano más rudimentario. Mientras tanto, ésta es la oportunidad de oro para que la UE desarrolle una política exterior no necesariamente enfrentada a la norteamericana pero sí claramente diferenciada, una política sensata y de diálogo, una política que incluya en su arsenal algo más que el mero músculo militar. No la desaprovechemos. {enlace a esta historia}

[Thu Aug 24 12:22:18 CEST 2006]

Babelia publicó hace ya un par de semanas un acertadísimo artículo de Esther Tusquets en el que reflexionaba sobre la desaparición del "usted":

Es una batalla que iniciaron los "progres", que iniciamos los "progres", en los sesenta. Parecía una medida igualitaria, izquierdosa, un modo más de eliminar las diferencias de clase. Pero tenía un fallo irremediable; no existe mayor clasismo que dirigirse de tú a individuos que por su condición se ven forzados a tratarte a ti de usted, no existe peor clasismo que tutear a las criadas, al chófer, al camarero de un buen restaurante. No hay nada que haga tan explícita la diferencia. Mientras no exista, claro, un sistema en que el tuteo sea obligado para todos.

Si no hay una razón ideológica que lo justifique, si no se trata de que sea "políticamente correcto", ¿qué ventajas reporta empobrecer el lenguaje eliminando el usted? ¿No es preferible que haya más alternativas, mayor posibilidad de matices y de juegos? ¿Por qué no marcar en el lenguaje unas diferencias que se dan en la realidad? ¿En qué mejora la relación profesor-alumno que el chaval que ingresa en la Universidad tutee desde el primer día al catedrático? ¿Por qué la dependienta de un supermercado, la empleada de una peluquería, a las que llevo cuarenta años y a las que quizás veo por primera vez, han de tratarme de tú? ¿Es acertado que una compañía aérea —Vueling– muestre lo muy moderna que es y busque granjearse al público más joven mediante el uso generalizado del tuteo, y de tú nos hable el capitán por el altavoz y con el tú se nos dirijan a las ancianas pasajeras las azafatas de veinte años?

Comprendo que es inútil pretender que nadie me trate de vos, como a las princesas de los cuentos y a las damiselas medievales, pero me gustaría que las personas con las que no media confianza ninguna y, sobre todo, si son mucho más jóvenes, me trataran inicialmente de usted, hasta que fuera yo quien les propusiera apear el tratamiento. Porque ésta es otra ventaja de que subsista el usted: la posibilidad de que llegue el momento, a veces de alto valor simbólico, en que la persona de mayor respeto ofrece el paso al tuteo y traslada así la relación a un plano distinto y superior.

Tusquets no lo menciona, pero a mí me parece que esta tendencia a la desaparición del usted va unida estrechamente a otra no menos característica de nuestros días: la pérdida de la estima por la experiencia vital de nuestros mayores. Cuidado, no quiero decir con esto que el igualitarismo ramplón que señala Tusquets no sea un elemento a tener en cuenta, pero sí que me parece obvia la carrera hacia la peterpanización que se ha apoderado de las sociedades occidentales de un tiempo a esta parte. Son muchos los señores y señoras mayores que están la mar de contentos con que los jóvenes no se les dirijan usando el "usted", sobre todo teniendo en cuenta el esfuerzo sobrenatural que ponen en "mantenerse jóvenes". Apena esta tendencia por lo que supone de empobrecimiento de nuestras sociedades, pues al proceder de esta manera nos perdemos la sabiduría de toda una generación, con sus experiencias, sus sueños y sus desengaños. Pero aún más preocupante me parece el hecho de que de un esfuerzo por parecer siempre jóvenes hayamos pasado ya a una nueva etapa en la que casi se ha perdido el poco respeto que hubiera antes por nuestros mayores, sometidos ahora al escarnio público como antiguallas incapaces de entender qué se mueve por el mundo, un mundo demasiado "moderno" para entretenerse en "tonterías de viejos". Pues eso que nos perdemos. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 23 16:05:12 CEST 2006]

Mientras repasaba las páginas de La Coctelera, me encuentro con una simpática anécdota de Gil de Biedma en una reseña de Cónsules de Sodoma, la recopilación de entrevistas a escritores homosexuales:

El título en castellano, Cónsules de Sodoma, se lo puso Gil de Biedma (parece ser que en una reunión de poetas que hubo en Córdoba, alguien discutía acerca de si allí había más poetas andaluces, o castellanos, o catalanes... hasta que Gil de Biedma zanjó la discusión con una frase de este jaez: "Para mí, que aquí la representación más nutrida es la de Sodoma...").
Respuesta ingeniosa a una pregunta que, sin lugar a dudas, era bastante estúpida. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 23 11:02:40 CEST 2006]

Hoy es Forges quién me ha hecho reír con esta viñeta sobre las estadísticas meteorológicas:

Y es que el tema este se las trae. Casi pareciera que, con la omnipresencia de medios técnicos de un tiempo a esta parte, ciertos periodistas se agarraran a las estadísticas como si se tratara de los milagros de la Dolorosa en un desesperado intento por reflotar lo que no tiene solución (esto es, la falta de temas de los que hablar cuando está uno en directo). Es algo que se va más y más al otro lado del Atlántico, sobre todo en las retransmisiones deportivas en las que nos bombardean con números en la pantalla, vengan o no a cuento, como si la interpretación de las estadísticas viniera a añdir algo al disfrute del juego. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 23 9:22:40 CEST 2006]

Esta mañana, nada más bajar a la oficina, entreoí unas palabras de un programa de Minnesota Public Radio que estaba escuchando mi esposa, en el que hacían un repaso a las relaciones EEUU-Méjico desde sus inicios, y lo que más me llamó la atención fueron unos comentarios sobre la política de inmigración y la reciente propuesta de construir un muro que separe a ambos países. Explicando cómo allá a mediados de los ochenta, bajo la presidencia de Ronald Reagan, el Congreso estadounidense ya pasó un paquete legislativo para poner coto a la inmigración ilegal y regularizar la situación de numerosos residentes que se habían saltado las fronteras a la torera, el locutor mencionó cómo en aquél entonces también se pensó que aquello pondría punto y final al problema. Fue entonces cuando ví con enorme claridad algo que, por lo común, no queremos aceptar: el problema de la inmigración, guste o no, como el del crimen, la pobreza o la contaminación, no podrá solucionarse a corto ni medio plazo, sino que habrá de gestionarse de la mejor manera posible. Algunos me considerarán pesimista por afirmar esto de una manera tan clara, pero a mí me parece de un realismo evidente. Es más, no será hasta que nos demos cuenta de ello y empecemos a discutir propuestas pragmáticas para contribuir a la mejora del problema que realmente estemos en vías de alcanzar resolución alguna a largo plazo. En esto, como en tantos otros temas, lo que cuenta es el trabajo duro y constante, y no las declaraciones de cara a la galería o las políticas del blanco y negro de la que tanto gustan algunos. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 21 11:03:21 CEST 2006]

Se me han saltado las lágrimas esta mañana mientras leía el artículo de David Grossman sobre la muerte de su hijo en el frente, publicado por el diario El País. Importa bien poco que Uri, el hijo del escritor, luchara en un bando o en otro. El caso es que el artículo en cuestión nos muestra la otra cara de la guerra, la cara más personal y humana, la que afecta a los seres de carne y hueso, la que que no solemos ver en los medios de comunicación porque no quieren arriesgarse a aburrir al personal con historias complejas y secuencias largas. Y es que, mientras se extiende el imperio de la estadísticas de audiencia y el frío dinero, todos perdemos humanidad. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 16 12:59:45 CEST 2006]

Estamos de vuelta, una vez más, con el caso Günter Grass. No puedo dejar pasar la ocasión de subrayar el sinsentido de declaraciones como las de Lech Walesa sobre el asunto, tal y como quedaban recogidas ayer mismo en El Mundo:

Lech Walesa, ex presidente polaco y Nobel de la Paz, instaba ayer al autor de El tambor de hojalata e hijo honorífico de la ciudad de Gdansk, a que devolviera el Nobel de Literatura. Aquí vio por primera vez Günter Grass la luz del mundo en 1927, cuando todavía era la alemana Danzig. "De haber sabido que integró las SS, no lo hubiera recibido", puede leerse en el Bild este lunes. Y no es el único galardón que pende de un hilo. El PEN Club de la República Checa también se plantea, según el diario Die Welt, retirar el premio al hasta ahora venerado literato.

Como han indicado otros, poco tienen que ver las posiciones políticas de un escritor (por no hablar de los deslices de su obra personal) a la hora de juzgar su obra literaria, así que no acierto a ver porqué haya de retornar Grass su premio Nobel de Literatura. O a lo peor es que hoy en día sí que se conceden premios más por las posiciones políticas de los escritores que por su obra, lo cual debería ser causa de profunda reflexión. En todo caso, la obra de Grass es una cosa y sus ideas otra completamente distinta. Eso lo debería tener bien claro Walesa antes de abrir la boca. Si alguien nos pidiera la opinión sobre el Grass ciudadano, o incluso el Grass persona, sí que podríamos considerar estos asuntos antes de formarnos una idea, pero no veo por qué deban inmiscuirse estos temas en juicios sobre la obra literaria de tal o cual escritor. Subrayo, además, la enorme ignorancia que parece extenderse entre tanta gente en cuanto oyen o ven el término "SS", como si las Waffen SS y los sanguinarios cuerpos encargados de la vigilancia en los campos de exterminio fueran la misma cosa, que no lo son. Y, por último, habría que considerar el hecho histórico e innegable de que fueron muchísimos los jóvenes que fueron llamados a filas y tuvieron que prestar servicio bajo amenaza de fusilamiento, o el que Grass nunca negara que durante sus años mozos sintiera simpatía por el régimen nazi, como tantos otros millones de ciudadanos alemanes, o, finalmente, el que a una persona haya que juzgarla no sólo por lo que hiciera con apenas quince años de edad sino por toda una trayectoria vital que incluye muchos elementos alejados e incluso opuestos a cualquier tentación de apoyo a regímenes totalitarios. En fin, que nada arreglamos con usar moralina para criticar la moralina de Grass. Ya está bien de prédicas morales. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 14 17:14:13 CEST 2006]

Si hace apenas un par de días escribía en estas mismas páginas mi incompresión ante el escándalo que ha causado en Alemania el reconocimiento de su participación en las Waffen SS, hoy no me queda más remedio que reconocer que algunas de las críticas lanzadas contra Günter Grass merecen una seria consideración. Por ejemplo:

Con su silencio perseverante queda desvalorizada la obra moralizadora de Grass, no la de ficción", sentenció el historiador Michael Wolffsohn, en un artículo publicado en el portal de noticias Netzeitung. "Cuando preguntan a Günter Grass si no se le pasó el momento oportuno para hablar de su pertenencia a las SS, responde que no lo sabe. Yo sí que lo sé", sostiene Wolffsohn. Para este historiador nacido en Israel, la ocasión hubiese sido en 1985, cuando el entoncs canciller Helmut Kohl y el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, realizaron juntos una visita al cementerio de Bitburg, donde también estaban enterrados miembros de las SS. "Por lavar la imagen de las SS, y en especial de la Waffen-SS, Reagan y Kohl fueron criticados por muchos, dentro y fuera de Alemania. Entonces, en abril de 1985, Günter Grass tenía que haberse levantado y declarado: 'Yo también estuve ahí'".

Friedbert Pflüger, secretario de Estado de Defensa y candidato democristiano a la alcaldía de Berlín, también hubiese considerado el debate sobre Bitburg un buen momento para esta revelación. "Entonces tenía que haber empleado su notoriedad para explicar al mundo cómo pudo ocurrir que en la Alemania nacionalsocialista personas jóvenes fueran a parar a la Waffen-SS. El coraje civil no consiste sólo en pronunciarse de manera moralizadora cuando no cuesta, sino también cuando uno tene algo que perder", declaró Pflüger al diario berlinés B.Z.

Quede ahí, pues, constancia de mi error, al menos por lo que hace a estas reflexiones que aquí apunto. Todavía me parece una pérdida estúpida de energías el rasgarse las vestiduras sobre la participación de un joven de apenas quince años en las Waffen-SS o las interpretaciones que puedan darse al silencio de Grass al respecto durante todas estas décadas, sobre todo tratándose de un asunto tan personal como éste. Ahora bien, hemos de preguntarnos si un intelectual de la talla de Günter Grass, que tanto ha participado en los debates públicos tanto alemanes como europeos con afirmaciones a menudo cargadas de un fuerte tono moralizador, tal vez no debería haber hecho un esfuerzo en nombre de todos aquellos alemanes que, como él mismo, sirvieron en las filas hitlerianas durante la guerra. {enlace a esta historia}

[Mon Aug 14 09:50:03 CEST 2006]

Ayer, comprando el periódico, me vi sorprendido por la portada de El País Semanal, que incluía un artículo sobre Hezbolá y mostraba una imagen de un grupo de niños enrolados en algún grupo paramilitar cercano a la organización integrista libanesa y saludando brazo en alto en un estilo que no pudo sino recordarme al de los niños de las Juventudes Hitlerianas que vemos de cuando en cuando en los libros sobre la barbarie nazi. Me pareció interesante como ejemplo de aquella máxima según la cual todos los extremos se tocan. Y es que poco después, mientras charlaba con mi esposa sobre el tema, no tuve más remedio que observar cómo las ideologías totalitarias (o aquellas rayanas en el totalitarismo) suelen dejar entrever su siniestra naturaleza precisamente en lo que trata a futuras generaciones y su desmedido afán por manipularlas y moldearlas a su gusto, como si en lugar de seres humanos se tratase de barro para esculpir. De hecho, únicamente conozco de la existencia de grupos infantiles paramilitares en el seno de regímenes o grupúsculos de corte claramente totalitario, ya sea el caso del nazismo, el fascismo o el comunismo. Todos ellos muestran una obsesión enfermiza por garantizar su supervivencia aún a costa de destruir por completo las vidas de millones de individuos desde su más tierna infancia, lennándoles los corazones de conceptos abstractos, odios y sacrificios por tal o cual líder, tal o cual libro sagrado. La única institución similar que conozco en nuestra civilización occidental (aparte, por supuesto, de los grupúsculos neonazis o los integrismos religiosos de variado pelaje (cristiano, judío, o musulmán, tanto monta, monta tanto) es la de los boy scouts aunque, todo hay que decirlo, se trata de algo más ambiguo y menos militarista que estas fuerzas de las que estoy hablando. Se trata, no obstante, de una organización que mantiene la suficiente ambigüedad sobre el tema como para sentir cierto hormigueo mientras les observo en sus reuniones y actividades.

Por cierto que, hablando de similitudes entre las diversas ideologías totalitarias, hoy mismo leo también en El País una noticia sobre la implicación de varios militares marroquíes en un complot islamista para derrocar el régimen monárquico en el que se nos habla de pasada de la creencia en el Mehdi:

Dirigidos por Hassan Khattab, que regentaba un locutorio en Casablanca, los seguidores de este antiguo preso islamista habían fundado el autodenominado Grupo de Apoyo al Mehdi, un mesías que debería aparecer en los últimos días de la humanidad. Su objetivo era "preparar actos terroristas" con vistas a "derrocar el régimen e instaurar un califato islámico [República Ilsámica]", según las autoridades.

Con tal objetivo, habían acumulado al menos 30 kilos de explosivos, detonadores con mando a distancia, material de laboratorio y planeaban atracar varios bancos para obtener recursos con los que adquirir armas. Los cinco militares eran los encargados de adiestrar a los demás miembros del grupo en el manejo de explosivos. Los probaron en el bosque de Marmora antes de utilizarlos para perpetrar atentados en el noreste del país (Nador y Ouezzan).

Como decía, que los extremos, una vez más, se tocan. Bien poco se distingue esta fe en el Mehdi de la que tienen muchos judíos ortodoxos y cristianos ultraconservadores en el regreso de un profeta poco antes del fin del mundo para anunciar el comienzo del Reino de Dios en la Tierra, previa masacre generalizada de todos los infieles, por supuesto. Y es que, cuando se trata, de asesinatos en masa para justificar el Bien Absoluto, el monoteísmo del tipo que sea sabe bien cómo hacer los cosas. {enlace a esta historia}

[Sat Aug 12 18:28:58 CEST 2006]

Mientras los próceres de la patria dirimen sus cuitas a garrotazo limpio y los señores de las ondas se encargan de "discutir" los temas más candentes a base de desgañtarse llamando gilipollas y otras lindezas a quienes no están de acuerdo con ellos, asistimos a la paradoja de que, tanto desde la derecha como desde la izquierda, se critica la decisión del Gobierno de Zapatero de implantar una asignatura de educación cívica en nuestras escuelas. Precisamente hoy escribe Fernado Savater un artículo en El País sobre el tema que resume bien el asunto:

La objeción más inteligible contra esta materia viene a ser que el Estado no debe pretender educar a los neófitos en cuestiones morales porque ésta es una atribución exclusiva de las familias. Como ha dicho monseñor Rouco, la asignatura culpable no formaría a los estudiantes, sino que les transmitiría "una forma de ver la vida", que abarcaría "no sólo el ámbito social, sino también el personal". Francamente, no me resulta fácil imaginar una formación educativa que no incluya una forma de ver la vida, ni una educación de personas que omita mencionar la relación entre la conciencia de cada cual y las normas sociales que comparte con su comunidad. Pero de lo que estoy convencido es de que la enseñanza institucional tiene no sólo el derecho sino la clarísima obligación de instruir en valores morales compartidos, no para acogotar el pluralismo moral, sino precisamente para permitir que éste exista en un marco de convivencia. Los testigos de Jehová tienen derecho a explicar a sus hijos que las transfusiones de sangre son pecado; la escuela pública debe enseñar que son una práctica médica para salvar vidas y que muchas personas escruplosamente éticas no se sienten mancilladas por someterse a ellas. Los padres de cierta ortodoxia pueden enseñar a sus hijos que la homosexulidad es una perversión y que no hay otra familia que la heterosexual; la escuela debe informar alternativamente de que tal "perversión" es perfectamente legal y una opción moral asumible por muchos, con la que deben acostumbrarse a convivir sin hostilidad incluso quienes peor la aceptan.

Los alumnos deben saber que una cosa son los pecados y otra los delitos: los primeros dependen de la conciencia de cada cual; los segundos, de las leyes que compartimos. Y sólo los fanáticos creen que no considerar delito lo que ellos tienen por pecado es corromper moralmente a la juventud. Por otro lado, es rotundamente falso que la moral sea un asunto estrictamente familiar: no puede serlo, porque nadie vive solamente dentro de su familia, sino en la amplia interacción social, y no serán sus parientes quienes tengan que soportar su comportamiento. Hace tiempo escribí que las democracias deben educar en defensa propia, para evitar convertirse en semillero de intransigencias contrapuestas y de ghettos incomunicados de dogmas tribales. Nada veo hoy en España ni en Europa que me incline a cambiar de opinión.

Me preocupa que la derecha española se haya lanzado a la misma carrera alocada hacia el individualismo exacerbado a que se entregó la derecha estadounidense a partir del triunfo del ultraconservadurismo religioso en la década de los ochenta. No parecían ir los tiros por ahí durante el primer mandato de Aznar, pero a raíz de su conversión en cruzado occidental en las Azores los líderes del PP se han entregado a una ortodoxia cristiana de neoconversos que tiene visos de llevarnos a mal puerto si no corrigen el rumbo. La democracia solamente puede construirse desde el nosotros, y no desde la imposición de los caprichos personales del individuo neoliberal, como tampoco desde la orgía identitaria de la izquierda postmoderna. No es casualidad que las raíces de la democracia se encuentren en el ágora ateniense, y no en el gineceo; en el espacio público, y no en de puertas adentro en el hogar. Cierto que esto se aviene bien poco con el discurso cerrado e individualista que nos propone la derecha neoliberal de nuestros días, pero así son las cosas. ¿Que hay que tener cuidado con el contenido de la asignatura de educación cívica? Sin lugar a dudas. Pero que la educación de nuestros futuros ciudadanos es cosa de la sociedad entera y no únicamente de la familia nuclear es algo tan evidente que da hasta vergüenza tener que afirmarlo. Cada cual puede creer en lo que le venga en gana, pero los valores mínimos de la convivencia deben ser promovidos y, si me apuran, hasta impuestos en cualquier sociedad que se precie. Parece mentira que haya que recordarle ahora a los conservadores un principio tan básico que se encuentra, precisamente, detrás de todo orden social, lo cual, después de todo, se supone que debe ser elemento fundamental de todo pensamiento conservador. Son las cosas que pasan cuando uno se deja llevar por el odio al gobierno de turno, en vez de esforzarse en ser consecuente con sus propias ideas. {enlace a esta historia}

[Sat Aug 12 17:39:38 CEST 2006]

Cuesta trabajo de entender este periódico rasgarse las vestiduras a cuentas de la participación de tal o cual personaje público en las fuerzas armadas alemanas durante la Segunda Guerra Mundia cuando, por lo general, el acusado no era más que un inocente barbilampiño con poco conocimiento del mundo que le rodeaba. Ahora le ha tocado el turno a Günter Grass, de quien hoy mismo nos anuncia El País que "sirvió en las SS . Eso sí, a poco de comenzar a leer la noticia se da cuenta uno de que se trata más bien de las Waffen SS, y no de la sanguinaria rama que se encaargara de llevar a cabo los siniestros planes de Himmler en sitios como Auschwitz. En definitiva, que mucho ruido y pocas nueces, como suele suceder en los meses de verano, tradicionalmente de marea baja cuando se trata de noticias relevantes que llevarse a la boca. En todo caso, leyendo la entrevista de Grass publicada en el Frankfurter Allgemeine Zeitung se encuentra uno con unas reflexiones del escritor alemán que deberíamos considerar:

— Ha sido uno de los primeros entre los de su generación que ha hablado de la propia vulnerabilidad a la seducción y siempre ha sido muy franco al tratar de la historia alemana, cosas que con frecuencia se le han echado en cara.
— Sí, a día de hoy tenemos tantos luchadores de la resistencia que a uno le asombra cómo Hitler pudo llegar al poder. Pero querría volver a los años cincuenta, para aclararle cuál era mi punto de partida al escribir El tambor de hojalata. Lo que había ocurrido hacía poco, en 1945, se consideraba un colapso, no era la capitulación incondicional. Quitándole gravedad, se afirmaba: la oscuridad cayón sobre Alemania. Se actuaba como si el probre pueblo alemán hubiera sido seducido por una horda de tenebrosos tipejos. Y eso no era verdad. De niño presencié cómo ocurría todo, a plena luz del día. Y ocurría con entusiasmo y jaleándolo. Naturalmente, también a través de la seducción, también eso, qué duda cabe. En lo que respecta a la juventud, muchos, muchos, estaban entusiasmados. Y yo quería investigar este entusiasmo y sus causas, ya al escribir El tambor de hojalata, y también ahora, medio siglo después, en mi nuevo libro...

Las declaraciones tienen más miga aún si cabe porque recuerda incómodamente a la situación española, en la que también todo el mundo parece que estuvo en la oposición a Franco a pesar de que allí se moviera bien poca gente. Y es que, en el fondo, lo que más nos incomoda de los regímenes dictatoriales es precisamente el hecho de que sus crímenes transcurran a plena luz del día y enmedio de la más absoluta normalidad. Los asesinos de Auschwitz, los torturadores estalinistas y quienes se presentaban voluntarios para participar en los pelotones de fusilamiento franquistas no eran, al fin y al cabo, sino gente normal, vecinos de la puerta de al lado, individuos como cualquier otro. Nos gusta representarnos al fanatismo político como algún tipo de anomalía satánica, pero la cruda realidad es que, más bien al contrario, se trata de algo humano, demasiado humano. Y que conste que digo esto sin caer en un facilón pesimismo apocalíptico cristiano sobre la naturaleza humana. No se trata, creo yo, de que el hombre sea malévolo por naturaleza, sino de que también es malévolo, entre otras muchas cosas. En otras palabras, que la realidad es siempre mucho más compleja de lo que se nos pinta, por más que individuos como el Presidente Bush se empeñen en colorearlo todo en blanco y negro en nombre de una supuesta "claridad moral" que no hace sino empañarlo todo de contradicciones e hipocresía. {enlace a esta historia}

[Thu Aug 10 20:56:44 CEST 2006]

Corren tiempos de revisionismo historiográfico aquí en España estos días, así que no está de más encontrarse con un artículo como el del historiador Josep Fontana para poner los puntos sobre las íes en lo que respecta al significado de la Segunda República y las responsabilidades de la Guerra Civil. Como afirma Fontana, la diferencia entre el bando republicano y el franquista estaba clara: mientras que los primeros se esforzaron por promover la cultura y la educación durante el corto período que duró el régimen, incrementando las dotaciones para las escuelas públicas e invirtiendo an bibliotecas, los segundos se lanzaron de inmediato a la caza y captura de los maestros progresistas, además de organizar quemas de libros aquí y allá.

Una de las primeras medidas de los sublevados fue la de quemar libros de las bibliotecas públicas. El ideal gallego de 19 de agosto de 1936 decía: "A orillas del mar, para que el mar se lleve los restos de tanta podredumbre y de tanta miseria, la Falange está quemando montones de libros y folletos. Las quemas fueron generales y sistemáticas, y contaron con apoyos intelectuales como el del rector de la Universidad de Zaragoza, Gonzalo Calamita, que en el número 3 del Boletín de Educación publicó un artículo con el título de "¡El peor estupefaciente!" que contenía su aportación como científico a la campaña depuradora: "El fuego purificador es la medida radical contra la materialidad del libro".

¿Qué justificación había para este holocausto bibliográfico? ¿Cuáles eran los libros que se quemaban o prohibían para evitar sus efectos corruptores? Una ojeada a las listas de libros "prohibidos terminantemente" en las escuelas de Segovia puede darnos idea de la naturaleza de esta persecución. En la lista figura, para empezar, una gran parte de la literatura española contemporánea: Unamuno, Valle-Inclán, Pérez-Galdós (incluyendo expresamente los Episodios nacionales), Valera, Baroja, Azorín, Palacio Valdés e incluso Concha Espina, junto a nombres de otros siglos, como Rojas Zorrilla, Moreto, algunas obras de Lope, las poeasías de Espronceda, La Alpujarra de Alarcón o el Ideario español de Ganivet.

En materia de literatura universal caen, entre otros muchos, Eurípides, Edgar Allan Poe, Chateaubriand, Goethe, Shakespeare (por lo menos "los tomos 2º y 8º de sus Obras completas), junto a algunas novelas que debían considerarse tan meléficas como para merecer una mención individualizada, tales como Tartarín de Tarascón de Daudet o Quo vadis? de Sienkiewicz. Caen también todos los autores rusos imaginables, sin importar cuál fuera su filiación ideológica, de acuerdo con una norma superior que mandaba eliminar "la mal llamada literatura rusa".

La República cometió, sin lugar a dudas, muchísimos errores de peso, entre los cuales ocupa un primerísimo lugar el hecho de que se promoviera una Constitución divisiva, o que del laicismo modernizador se pasara al anticlericalismo dogmático e intolerante ya en el transcurso de sus primero días de existencia. Ahora bien, la responsabilidad de la guerra ha de asignársele a quien le corresponde, es decir, a los militares sublevados y a una derecha cerrilmente aferrada a sus privilegios seculares y enfrentada siquiera a la más mínima modernización. El reconocimiento de lo uno no quita lo otro. Como concluye Fontana:

Vivimos en tiempos de revisionismo en que se pretende sostener que en la contienda civil española ambos bandos fueron igualmente culpables y que la sublevación militar de julio de 1936 fue una consecuencia inevitable de los errores y abusos del régimen republicano. Pienso, por el contrario, que un análisis de lo realizado por cada uno de los dos bandos muestra que les movían razones muy distintas. Y que es imposible entender lo que significón la Segunda República Española, y los motivos por los que la combatieron los sublevados de 1936, si se pasan por alto diferencias tan fundamentales como ésta: la República construyó escuelas, creó bibliotecas y formó maestros; el "régimen del 18 de julio" se dedicó desde el primer momento a cerrar escuelas, quemar libros y asesinar maestros.

El Movimiento Nacional fue lo que fue: un alzamiento de cariz ultraconservador y fascista para defender los privilegios de los de siempre, y el hecho de que casi desde el principio contara con el apoyo clarísimo de Mussolini y Hitler ya nos dice buena parte de lo que tenemos que saber sobre su naturaleza política. De hecho, no sería hasta bien entrados los sesenta que el régimen se acercaríla poco a poco a unas posiciones más moderadas, abandonando las ejecuciones masivas de los años cuarenta y la represión sistemática de los cincuenta por unos métodos algo más disimulados, que no por ello menos brutales. Bien poco cambiaría, de hecho, hasta la aprobación de nuestra nueva Constitución. {enlace a esta historia}

[Wed Aug 9 17:53:01 CEST 2006]

Echándole un vistazo a u número antiguo de Babelia me encuentro con un exquisito artículo de Alberto Manguel titulado Elogio del punto donde nos cuenta una breve historia de dicho símbolo ortográfico:

La necesidad de indicar el final de una frae escrita es probablemente tan antigua como la escritura misma, pero la solución, breve y maravillosa, no se estableción hasta el Renacimiento. Durante muchísimos años la puntuación había sido una cuestión poco reglamentada. Ya en el primer siglo de nuestra era, Quintiliano (que no había leído a Henry James) sostenía que una oración, además de expresar una idea completa, tenía que poder pronunciarse sin tener que volver a respirar. La forma en que se marcaba el final de esa oración era cuestión de gustos personales y durante mucho tiempo los escribas puntuaron sus textos con toda clase de signos y símbolos, desde un simple espacio en blanco hasta una variedad de puntos y rayas. A principios del siglo V, san Jerónimo desarrolló para su traducción de la Biblia un sistema llamado per cola et commata, en el que cada unidad de sentido se marcaba con una letra que sobresalía del margen, como si se iniciara un nuevo párrafo. Tres siglos más tarde ya se utilizaba el punctus tanto para indicar una pausa dentro de la frase como para señalar su conclusión. Con esas convenciones tan confusas, los autores no podían esperar que el público leyera un texto con el sentido que ellos le habían querido dar.

Por fin, en 1566, las cosas cambiaron. Aldo Manuzio el Joven, nieto del gran imprentero veneciano a quien le debemos la invención del libro de bolsillo, definió el punto en su manual de puntuación, el Interpungendi ratio. En un latín claro e inequívoco, Manuzio describión por primera vez su papel y su aspecto. Pensó que estaba preparando un manual para tipógrafos; no podía saber que estaba otorgándonos a nosotros, futuros lectores, los dones del sentido y de la música. Gracias a Manuzio, hoy tenemos a Hemingway y sus stacattos, a Becket y sus recitativos, a Proust y sus largos sostenidos.

Se trata, sin duda, de una nimiedad, pero de nimiedades está llena la vida. De hecho, casi me atrevería a afirmar que sin nimiedades no hay vida que merezca la pena ser vivida. Nada hay que me atemorice más que las almas dogmáticas siempre dispuestas a imponer sus abstracciones sobre los demás, los seres de carne y hueso que viven el día a día. {enlace a esta historia}

[Sat Aug 5 11:38:03 CEST 2006]

Como voy algo atrasadillo en mi lectura, hasta hoy no tuve la oportunidad de leer la recensión de El perfeccionista en la cocina, de Julian Barnes, publicada en el número de la semana pasada de Babelia. El libro, desde luego, se ve interesante, pero lo que más me llamó la atención fue la siguiente reflexión del novelista británico sobre el arte de la cocina y que, me parece, da en el clavo:

Cocinar es la transformación de una incertidumbre (la receta) en una certeza (el plato) por medio del ajetreo.

Barnes habla, por supuesto, de los temas que uno puede esperar en un libro sobre el tema: tiempos de cocción, utensilios, recetas, platos, ingredientes, preparar cenas para los amigos... pero también se adentra de cuando en cuando por sendas inexploradas que le llevan, por ejemplo, a relacionar la cocina con la escritura, pues si no hay receta perfecta que nos indique cómo cocinar un plato exquisito, ¿quiénes somos nosotros para pensar que las puede haber para escribir una magnífica novela, por más que abunden las escuelas y seminarios de escritura? Suena a libro perfecto para la lectura veraniega en la costa. {enlace a esta historia}

[Sat Aug 5 10:50:52 CEST 2006]

La noticia de estos últimos días, sin lugar a dudas, ha sido la operación a la que se ha tenido que someter Fidel Castro, y que ha permitido un primer ensayo general de sucesión política en la isla caribeña tras cuarenta y siete años de gobierno continuo del dictador. Si a alguien le cabía duda alguna sobre la naturaleza autoritaria y personalista del régimen cubano, no tiene más que echar un vistazo a lo que ha venido aconteciendo por allá estos días, y que bien poco se diferencia de aquellas negras jornadas que vivieran los españoles en 1975. Allá, como aquí, se le roba a todo un pueblo de voz y voto en las discusiones sobre quién haya de suceder al moribundo Jefe de Estado; y también allá, como aquí, se mantiene a la población en la ignorancia completa sobre el estado de salud de su máximo representante político, usando, como de costumbre, la excusa de que "no hay que darle bazas al enemigo". En realidad, se trata más bien de controlar el proceso de sucesión, dejándolo todo atado y bien atado. Es comprensible el temor a un estallido social que pueda llenar las calles de sangre, sobre todo teniendo en cuenta la presencia amenazante de la reaccionaria comunidad cubana en el exilio, siempre dispuesta a lanzarse sobre la isla para restaurar viejos privilegios que ya no vienen a cuento. Aún más irresponsable, si cabe, me parece la actitud de la Administración Bush afirmando que tiene "un plan" para la transición en Cuba y advirtiendo de que "tomará nota" de los dirigentes que se resistan al cambio. Por desgracia, la retórica de Bush no hace sino confirmar las posiciones de Fidel: el gigante del Norte acecha, y no ha cambiado para nada la vieja actitud que ya mantuviera en los años cincuenta y llevó al triunfo de la revolución en primer lugar. Los políticos estadounidenses todavía ven a Cuba como su patio trasero, el lugar donde pueden hacer y deshacer a su gusto, el país donde pueden imponer sus "planes" bajo el engañoso manto de una "democracia" que realmente no están dispuestos a aceptar sino como mero seguidismo de sus políticas. El futuro de Cuba lo tienen que decidir los cubanos, y no el Gobierno de Washington. Pero que ello no sirva, en todo caso, para negar el clarísimo carácter autoritario del régimen castrista. No tenemos más que echar un vistazo a esas fotos de las calles de La Habana que nos muestran las librerías cargadas de volúmenes sobre el Che Guevara, Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y demás mártires de la revolución. La libertad de expresión, el debate de ideas, parece haber sido erradicado del espacio público. {enlace a esta historia}