[Mon Feb 28 13:03:21 CST 2005]

El polémico artista italiano Vittorio Sgarbi dirige una exposición titulada El mal que recientemente abrió sus puertas en Turín. De acuerdo al artículo publicado por El País:

A Vittorio Sgarbi se le ocurrió El mal mirando un Retrato de desconocido, de Antonello da Messina, una pieza del siglo XV que muestra el rostro de un hombre semisonriente: la imagen sugiere astucia, engaño y maldad. Examinando de cerca la tela, Sgarbi comprobó que alguien había infligido arañazos profundos sobre el rostro pintado, como en un ejercicio de exorcismo. A partir de ahí empezó a buscar piezas desasosegantes y comprobó que abundaban.

Entre otras obras, Sgarbi seleccionó El grito, de Edvard Munch, que no se podrá exhibir, pues fue robada en el verano del 2004; Medusa, de Peter Paul Rubens; Tra me e me, de Margherita Manzelli; El entierro de Santa Lucía y Muchacho mordido por un lagarto, de Caravaggio; y Silla eléctrica, de Andy Warhol. En todo caso, lo que me parece más interesante de todo son las palabras de Sgarbi con respecto al nacimiento del concepto moderno del mal, que irrumpe en el arte a mediados del siglo XV:

Hasta entonces el mal era abstracto, simbólico, hecho de monstruos y diablos; a partir de ahí se hace concreto, cercano y reconocible.

Nunca me había detenido a pensar sobre el asunto, pero Sgarbi parece tener razón. Fue precisamente con el nacimiento del mundo moderno, con la llegada del humanismo renacentista y el movimiento secularizador que el Mal dejó de escribirse con mayúsculas y adquirió progresivamente un carácter más y más concreto, cercano e individual. Supongo que a ello debemos precisamente el hecho de que en nuestros días el Mal se identifique más con ciertos individuos como Hitler, Stalin o Pol Pot antes que con arquetipos simbólicos. Por supuesto, no podemos negar que estos personajes históricos se han convertido hasta cierto punto en meros símbolos, más que en auténticos seres de carne y hueso, pero ello no quita para que podamos reconocer un claro alejamiento del mundo de lo sagrado mientras se extienden las fronteras de lo profano, como acertadamente diagnosticara Mircea Eliade hace ya bastante tiempo. No obstante, cabe preguntarse si este abandono del mundo arquetípico ha redundado en beneficio alguno para la humanidad, al menos en lo que hace a nuestro entendimiento del mal. Supongo que podría argüirse que al menos no nos engañamos respecto a su naturaleza, pero ya no me queda tan claro que haya contribuido en nada a erradicarlo, o al menos limitarlo, en nuestras vidas. {enlace a esta historia}

[Sun Feb 27 21:38:44 CST 2005]

Hace poco más de dos semanas falleció el dramaturgo estadounidense Arthur Miller. Será porque acabo de vivir otro episodio más de recorte de plantilla en la empresa para la que trabajo, pero las palabras de Willy Loman, protagonista de Death of a Salesman, me parecen especialmente llenas de significado:

You can't eat the orange and throw the peel away. A man is not a piece of fruit.

Poco tiene de extraño que los macartistas de la caza de brujas le consideraran un rojo peligroso. Para Miller, el teatro tenía no tenía por qué supeditarse a un programa político, pero sí que debía ser socialmente responsable, como queda claro en sus comentarios acerca de otra de sus obras, The Crucible, donde dramatizara la caza de brujas que ocurriera en Salem en el siglo XVII, engarzándola implícitamente con las persecuciones del senador McCarthy:

I can almost tell what the political situation in a country is when the play is suddenly a hit there. It is either a warning of tyranny on the way or a reminder of tyranny just past. (...) The mission of the theater, after all, is to change, to raise the consciousness of people to their human possibilities.

Un concepto sin duda cada vez más extraño en un mundo donde el arte está en vías de extinción ante el imparable avance del entretenimiento más banal. Por cierto, que El Cultural publica un extracto de El descenso del Monte Morgan, obra de Miller inédita en España y que forma parte de su producción tardía (no se publicó hasta 1991 en Londres, aunque no se representó en los escenarios neoyorquinos hasta cinco años después). {enlace a esta historia}

[Sat Feb 26 12:56:03 CST 2005]

Aunque suceda más y más a menudo, uno aún no acierta a acostumbrarse al hecho de que está envejeciendo y las nuevas generaciones vienen empujando con fuerza. Después de todo, no hace mucho todavía nos mirábamos al ombligo con la seguridad de ser de lo más hip al tiempo que no podíamos disimular el desprecio que sentíamos hacia la generación de nuestros padres, que simplemente no se enteraba de lo que estaba pasando. En fin, que ahora nosotros somos los padres y hay toda una nueva y barbilampiña generación ahí fuera que no puede evitar mirar hacia nosotros con la sorna típica de quien se sabe más "al día", con mucho más futuro y poco pasado que les lastre. Digo todo esto porque acabo de regresar de la tienda de música a donde había ido para comprar I'm Your Man, de Leonard Cohen, y mientras echaba un vistazo a los discos de Pet Shop Boys, New Order, Sting y Stone Roses me di cuenta de que estaban todos catalogados en la sección de rock clásico. Así que me acerqué a la sección de rock moderno para ver qué demonios tenían allá, y resulta que fui incapaz de reconocer a ninguna de las bandas. En resumen, que casi sin darnos cuenta nos hemos convertido en clásicos, al menos en lo que a gustos musicales respecta. ¿Qué se le va a hacer?. {enlace a esta historia}

[Thu Feb 24 21:01:18 CST 2005]

El semanario británico New Statesman publica una corta reseña de una deliciosa obrita escrita por Arthur Schopenhauer que, sin lugar a dudas, maravillaría a todos los cínicos de nuestra época, incluyéndome a mí. Y es que con The Art of Always Being Right, el bueno de Schopenhauer no se proponía enseñarnos cómo tomar siempre las decisiones acertadas, sino más bien cómo ganar siempre cualquier debate en que nos viéramos involucrados, tuviéramos o no la razón. Así, con un cinismo casi sin parangón, no se muerde la lengua a la hora de recomendar:

We must regard objective truth as an accidental circumstance, and look only to the defence of our position and the refutation of the opponent's... Dialectic, then, has as little to do with the truth as the fencing master considers who is in the right when a quarrel leads to a duel.

Consejo que, sin lugar a dudas, muchos se han tomado demasiado a pecho, sobre todo en el mundo del comentario radiofónico acá en los EEUU. Ahí van algunas de las perlas del libro:

Persuade the audience, not the opponent.

Put his theory into some odious category.

Become personal, insulting, rude.

Pero, se preguntarán algunos, ¿cuál puede ser el efecto de esta actitud en nuestras democracias? Me temo que la respuesta la tenemos bien clara a la vista acá en los EEUU, donde los comentaristas radiofónicos se han adueñado de las ondas aplicando precisamente este tipo de actitud a cualquier debate político. De hecho, el mundo del entretenimiento político (pues, no nos engañemos, de eso se trata, por más que los fans de la audiencia quieran hacerse pasar por ciudadanos involucrados en el proceso democrático) no puede existir sin la mentalidad de la que nos habla Schopenhauer. Y, como advierte el autor de la reseña:

The flip side of our "healthy scepticism" can be a disinclination to trouble ourselves with rational discussion at all, and a tediously moderate people can be bored by its own sobriety. So it is that, in debate, we prefer to be stirred by passions, or simply amused. Hence the rampant nostalgia for the old political order, dominated by orators such as Michael Foot or Enoch Powell. Each did real damage to the country, Foot with his patrician self-abasement in the face of trade union power, Powell on race, and both with their culpable fantasies about Russia.

De ahí, precisamente, el éxito de los Guerras, Berlusconis, Rumsfelds y Arenas de este mundo, por no hablar del resurgir de los partidos populistas cuyos líderes se atreven a hablar "sin pelos en la lengua". Y así nos van las cosas. A lo peor no estamos asistiendo sino a la fase de decadencia de la democracia que los pensadores griegos clásicos caracterizaban por el dominio excesivo de los sofistas. {enlace a esta historia}

[Thu Feb 24 20:36:51 CST 2005]

Aunque hace ya muchos años leyera su Gaseosa de ácido eléctrico (sí, la leí en castellano; no, no he sido capaz de convencerme de la necesidad de releerla en su inglés original, a pesar de que la disfrutara durante mis locos años de locura hippiosa... ¡cosas de la juventud!), lo cierto es que Tom Wolfe se me ha hecho más y más insoportable con el paso del tiempo. No sólo me enervan sus infantiles delirios de grandeza, sino que ciertos elementos característicos de su estilo me sacan, sencillamente, de quicio. ¿Cómo puede uno comenzar a describir, por ejemplo, la prosa supuestamente chic y original de la que hace gala en su recientemente publicada I am Charlotte Simmons, que desde luego se diferencia bien poco del "revolucionario" estilo que ha venido usando hace ya más de tres décadas? Como muestra, unos cuantos y vergonzosos botones:

Sex! Sex! It was in the air along with the nitrogen and the oxygen! The whole campus was humid with it! tumid with it! lubricated with it! gorged with it! tingling with it! in a state of around-the-clock arousal with it! Rutrutrutrutrutrutrutrut.

[La sonrisa de un personaje es...] so warm, warm, warm, loving, loving, loving, so warm and loving and commanding, all commanding... [que, después, cuando abandona a su novia, ella sólo puede reaccionar con...] sobs sobs sobs sobs sobs sobs racking racking racking racking racking racking convulsive sobs sobs sobs sobs sobs.

[Descripción del comienzo de un partido de baloncesto] Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: Static::::::::::: choked the Buster Bowl.

Y lo más curioso es que el tipo encima se cree de lo más original por recurrir a este tipo de trucos de pirotecnia barata. Imagino que no debe sorprenderse uno, pues después de todo vivimos en una sociedad en la que cualquier imberbe del tres al cuarto capaz de labrarse una imagen de "original" y "rompedor" puede ganarse la vida haciendo juegos de malabares en los medios de comunicación. Hace ya mucho tiempo que dejamos de valorar el trabajo constante y la integridad en la trayectoria vital de nuestros escritores e intelectuales. Son cosas de la moda, y a ello le saca tajada el señor Wolfe. {enlace a esta historia}

[Wed Feb 23 21:29:41 CST 2005]

Echándole un vistazo al suplemento cultural de El País en Valencia me encuentro con un bellísimo artículo de Joan F. Mira sobre el arte de escribir, Escriure:

Els escriptors no solem ser aventurers i, si viatgem una mica pel món (en contra dels consells de Pascal), més que pel pur plaer de viatjar és per poder-ho escriure. De manera que, portant les coses a l'extrem, podem imaginar que viure d'una manera o d'una altra és un accident, però que escriure —de la manera com volem escriure— és una necessitat. Si la vida, llavors, és un pretext per a l'escriptura, i si aquesta, en paraules de Josep Pla, és "una activitat diabòlica i sanguinària", i un "offici prou desgraciat", el resultat pot arribar a ser poc saludable per a l'equilibri i el benestar de l'esperit. Tan poc saludable com l'expressa el mateix Pla en El quadern gris: "És objectivamente desagradable no sentir cap il-lusió —ni la il-lusió de les dones, ni las dels diners, ni la d'arribar a ser alguna cosa en la vida—, només sentir aquesta secreta i diabòlica mania d'escriure (amb tan poc resultat), a la cual ho sacrifico tot, a la qual probablement ho sacrificaré tot en la vida". Els herois d'alguna gran història vivien per al combat inescapable, vivien per a la mort aceptada i necessària, com una mena d'exaltats existencialistes avant la lettre, i molt abans de la teoria de Heidegger o de Sartre. Els herois d'altres històries han viscut per al sacrifici en nom d'alguna cosa o d'algú, per a la recerca del tresor suprem, o sobretot per fer el gran viatge, tornar i descansar. L'heroi d'aquest "offici prou desgraciat", si és heroi de veritat (condició a què arriben molt pocs, gràcies a Dèu, que mira per la nostra salut i salvació), ja diu Pla que li ho sacrifica tot, i en primer lloc, l'experiència de la pròpia vida.

He ahí, me temo, la razón última de esta bitácora que llevo escribiendo hace ya varios años y que nadie lee. No se trata, después de todo, de que nadie la lea, sino de la necesidad de escribir. No escribo para que me lean, sino porque no me queda más remedio. Me sale de dentro, de muy dentro, y no puedo ponerle cotos. {enlace a esta historia}

[Mon Feb 21 20:47:57 CST 2005]

Me acabo de encontrar con un artículo de Santos Juliá sobre el experimento integrador europeo cuyas ideas principales comparto plenamente.

La Unión no se justifica ni se legitima, como su antecesora, por poner fin a un pasado, sino por abrir un futuro: por ser el primer sistema político transnacional, o también: por ser el primer intento de construir un poder político situado donde ya llevan años instalados los poderes económicos y las jóvenes generaciones de europeos, o sea, fuera o más allá del Estado nacional.

De ahí que el no a esta Europa, la del tratado constitucional, proceda de ideologías que exaltan los límites, la homogeneidad, el destino, la comunidad bien identificada; de ahí que el no sea una opción reaccionaria en el sentido más literal del término: reacción ante la pérdida de la famosas señas de identidad del pueblo de cada cual que tantas energías hemos empleado en inventar, exaltar y venerar; reacción porque Europa designa hoy un continente desconocido, nuevo por completo en la historia: unión de Estados que no es un Estado, unión de naciones que no es una nación. Como no tenemos todavía un léxico adecuado para definir el invento hablamos de un sistema transnacional o supraestatal.

He ahí, precisamente, lo radicalmente innovador del proyecto de integración europea: entre todos, estamos construyendo una federación de Estados de carácter supranacional, sin abandonar nuestras respectivas culturas y tradiciones, pero cooperando estrechamente allá donde más sentido tiene en un mundo progresivamente supranacional y globalizado. Y esto, sin lugar a dudas, preocupa pero que muy mucho a los estadounidenses más conservadores. ¿Por qué? Sencillamente, porque deja en evidencia su discurso más rancio y tradicionalista, el que propone el regreso al Estado nación como solución a nuestros problemas. Peor aún, hace ver a los ciudadanos del mundo que el emperador no tiene ropas: el modelo federal estadounidense no es ya modelo alguno en un mundo donde las identidades nacionales están, por lo general, claramente definidas; en este siglo XXI, el proyecto de integración europea aparece como un modelo mucho más atractivo para vastas regiones del planeta que, evidentemente, no podrían poner en práctica jamás un sistema político tan centralizado y homogeneizador como el estadounidense. {enlace a esta historia}

[Mon Feb 21 19:47:45 CST 2005]

Aciago día para la literatura el de hoy. A la muerte del estadounidense Hunter S. Thompson, anunciada esta misma mañana se suma ahora la de Guillermo Cabrera Infante, publicada por la prensa esta tarde-noche. Aún no he leído a ninguno de los dos, pero todo se andará. Por lo que respecta al estadounidense, supongo que habré de leerle tarde o temprano como parte de mi proyecto sobre literatura estadounidense, mientras que al cubano le tendré que leer por lo que representa para la literatura en lengua española. Por cierto, que la negativa del régimen de Franco a regularizar su situación cuando marchó a vivir a Barcelona en su huida de Fidel pasará sin duda a la historia como una más de las estupideces cometidas por el pacato y descerebrado régimen del Generalísimo. Cabrera Infante no tuvo más remedio que trasladar su residencia a Londres, donde falleció hoy. {enlace a esta historia}

[Mon Feb 21 09:58:43 CST 2005]

El sábado Javier Pérez-Royo publicó un mesurado artículo titulado Tropezar en la misma piedra sobre los problemas de introducir mecanismos de democracia directa tales como el referéndum en un sistema representativo, manifestando al mismo tiempo serias dudas sobre la posibilidad de que el referéndum para la ratificación de la Constitución Europea tenga efectos positivos en el sistema político español:

Y es así porque la lógica de la democracia directa y la de la democracia representativa operan en direcciones distintas, que deberían ser direcciones paralelas, que nunca deberían encontrarse y que, por tanto, no deberían interferir la una en la otra, pero que en la práctica se encuentran e interfieren, y acaban operando en direcciones casi contrapuestas. A través de las instituciones de democracia directa los ciudadanos no tomamos decisiones sobre el ejercicio del poder, no decidimos quiénes van a gobernar y quiénes van a ejercer la oposición y en qué términos. Tomamos una decisión sobre un asunto concreto que, en principio, no tiene nada que ver con la mayoría parlamentaria de gobierno. A través de los procesos electorales característicos de la democracia representativa casi lo único que decidimos es quién va a estar en el Gobierno y quién en la oposición. (...) Lo que decidimos en un referéndum y lo que decidimos en unas elecciones es algo completamente distinto. Debería poder deslindarse perfectamente la decisión en un caso y en otro.

Pero no es así. La lucha por el poder que únicamente se desenvuelve a través de los mecanismos representativos acaba contaminando los instrumentos de democracia directa, desnaturalizando el sentido de la consulta que se les hace a los ciudadanos. ¿Cómo se puede explicar desde el ejercicio de la democracia directa que Alianza Popular propugnara la abstención en el referéndum de 1986 o que CiU propugnara el voto en contra? ¿Cómo se puede explicar la esquizofrenia del PP en el referéndum del próximo domingo? Porque ni entonces se decidía ni hoy se decide lo que era y es el objeto de la consulta. Se va a participar en un proceso de democracia directa con una lógica de democracia representativa. No es el resultado de la decisión, si es buena o mala para el país, si coincide o no con mi programa político y electoral, lo decisivo, sino en qué posición va a quedar el Gobierno y, como resultado de ello, en qué posición voy a quedar como oposición. No es esto lo único que cuenta, pero sí lo que acaba contando más que cualquier otra cosa.

Y digo todo esto porque las noticias de hoy han venido a darle la razón a Pérez-Royo. A pesar del aplastante triunfo del en el referéndum de marras (un 76,73% de los votos emitidos a favor, por tan sólo un 17,24% en contra), el alto nivel de abstención (un 57,68%) ha servido para que los dirigentes populares lancen ataques contra el "plebiscito popular" del Presidente del Gobierno, como si alguien dudara de que la abstención sería alta en cualquier consulta que no estuviera combinada con elecciones generales o locales de cualquier otro tipo. Como José Blanco, Secretario de Organización del PSOE, afirmara esta mañana, la participación durante las elecciones europeas del 14 de junio fue similar (un 45% frente al 42% de este referéndum), y no obstante los líderes del PP entonces creyeron oportuno ver los resultados como "muy satisfactorios", ya que su partido no se había hundido tras la derrota electoral del 11-M. Aún peor han sido los ataques de Ángel Acebes hablando del "fracaso" del Gobierno, como si el PP no hubiera hecho campaña en favor del . Y es que, como advirtiera Pérez-Royo, se ha estado usando un mecanismo de democracia directa con estrategias y objetivos de democracia representativa. Sea como fuere, éste es ya el segundo referéndum en el que los señores del PP se andan con jueguitos en lugar de tomarse un referéndum en serio. En la consulta sobre la OTAN de 1986 se sacaron de la manga un sorprendente llamamiento en favor de la abstención, mientras que en esta otra ocasión han hecho campaña a favor del voto afirmativo pero sin muchas ganas y soñando indisimuladamente con una alta abstención, lo cual no es óbice para que en algunas localidades donde el PP suele contar con una sólida mayoría (el caso, por ejemplo, del barrio sevillano de Los Remedios o del pueblo madrileño de La Moraleja) el voto negativo haya sorprendido por su fortaleza. En definitiva, que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valencia, una vez más la oposición conservadora ha intentado castigar a un Gobierno socialista aprovechándose de un referéndum que nada tiene que ver con quién gobierna o qué leyes se aprueban en el Parlamento. La verdad es que, en estas condiciones, es bien difícil tomárselos en serio.

Y, por lo que hace a quienes defendieron el voto negativo durante la campaña, tampoco se están librando del ridículo. Resulta patético ver a Llamazares esforzándose por convencernos de que el voto del no ha sido exclusivamente "progresista, de izquierdas y europeísta crítico", como si nadie se hubiera dado cuenta de que, por poner un ejemplo, los votos de rechazo en la capital casi triplicaban los votos cosechados por Izquierda Unida durante las pasadas elecciones europeas o que algunos barrios madrileños de conocida tradición conservadora vieron un alto número de votos negativos. Y todo ello sin entrar a discutir los argumentos esgrimidos por los defensores del no, quienes decían defender un Tratado europeo "progresista, social, ecológico y pacifista" que, a decir verdad, hubiera sido tan sólo la expresión de una minoría de los europeos. En definitiva, que como viene siendo costumbre, nuestros izquierdistas continúan condenándose a sí mismos a permanecer en los márgenes de la historia, pues de nada sirve empeñarse en defender una Constitución europea que solamente responda a los valores e ideas de un 20% de los ciudadanos. Cuando se trata de elaborar documentos fundacionales, o se hace con un amplio consenso o mejor ni se hace. {enlace a esta historia}

[Sun Feb 20 17:13:42 CST 2005]

Hace un par de semanas saqué de la biblioteca local el primer volumen de las obras completas de Montesquieu. No tenía tiempo para leerlo completo, pero quería echarle un vistazo y releer algunos de sus ensayos. La sorpresa fue mayúscula cuando regresé a casa y me di cuenta de que el libro que tenía entre mis manos parecía bastante antiguo. Sin lugar a dudas, había sido reencuadernado, pero ni la información recogida en las primeras páginas ni la tipografía indicaban que se tratara de un libro ni siquiera del siglo XX. Carecía por completo de las referencias editoriales así como la numeración de la Biblioteca del Congreso que tan comunes fueron en fechas más cercanas. De hecho, lo único que sí que logré discernir fue la fecha en que supuestamente se había imprimido el libro:

London,
Printed for T. EVANS, in the Strand;
AND
W. DAVIS, in Piccadilly,
_________________
MDCXXLXXVII

¡1777! ¡Resulta que tenía una auténtica joya entre mis manos! De hecho, pensé, ¿quién sabe si se trata de un volumen que comprara algunos de los individuos implicados en los debates sobre la independencia de los EEUU? La idea no es tan descabezada cuando se piensa que Montesquieu fue, precisamente, uno de los pensadores que más influyeron en los revolucionarios americanos y en quien se inspirarían posteriormente para poner en práctica la estricta separación de poderes establecida en la Constitución de 1791. Por supuesto, cuando fui a devolver el libro ayer pedí hablar con una de las bibliotecarias para explicarle que quizás tuvieran una auténtica joya bibliográfica sin saberlo. {enlace a esta historia}

[Sun Feb 20 11:28:04 CST 2005]

El suplemento andaluz de El País publica hoy que Andalucía es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de mujeres que sufre problemas de obesidad y sobrepeso. Las cifras para hombres y jóvenes no quedan muy atrás tampoco, y aunque el problema no haya alcanzado aún las peligrosas cotas de los EEUU lo cierto es que la tendencia está ya marcada. Parece evidente que, más allá de diferencias culturales y gastronómicas que sin lugar a dudas también tienen su influencia, el factor determinante con respecto al problema de la obesidad es el mayor desarrollo económico y sus características concomitantes: falta de ejercicio físico, sobrealimentación, recurso excesivo a los alimentos precocinados como consecuencia de un estilo de vida más estresante.... El doctor Fernando Villamil, jefe del servicio de endocrinología del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, comenta con razón:

Estamos perdiendo parte de nuestra cultura tradicional, la culinaria, consistente en platos bien elaborados en casa, con cereales, legumbres, frutas, verduras y aceite de oliva. Por otro lado, estamos favoreciendo el modelo anglosajón de comidas precocinadas y rápidas. Es una pena, pero en Andalucía es donde se ha agudizado más este proceso. Y esto afecta especialmente a los niños, a quienes no estamos educando de una forma sana.

Para ponerle la guinda al pastel, el 38% de los jóvenes españoles afirma que no realiza ninguna actividad física. A no ser que estas tendencias cambien radicalmente, el sobrepeso y la obesidad pueden convertirse en uno de los principales problemas de las sociedades desarrolladas en el siglo XXI. {enlace a esta historia}

[Sat Feb 19 09:44:52 CST 2005]

El País publica una entrevista con el sacerdote Bernardo Estrada, profesor de Nuevo Testamento en la Universidad Pontificia de Santa Cruz, donde se discuten los inicios del cristianismo en la época del Imperio romano. Algunas palabras del sacerdote me parecen interesante para entender el fenómeno:

El cristianismo era en cierto modo una parte del judaísmo que proclamaba a Jesucristo como Mesías. Roma seguía una política religiosa que podríamos llamar sincretista, ya que todos los cultos terminaban siendo asimilados por el imperio. El problema con el judaísmo y el cristianismo consistía en que eran religiones monoteístas y rechazaban las otras divinidades. El problema se acentuó cuando aparecieron emperadores que se hacían venerar como dioses: la negativa cristiana a rendirles culto provocó las grandes persecuciones.

(...)

Los judís se reunían en casas particulares. La sinagoga apareció en los siglos I y II. El sábado, tras la lectura bíblica judía (Antiguo Testamento), los judeo-cristianos se quedaban para una lectura adicional, normalmente una carta de Pablo o "las memorias de los apóstoles", y luego celebraban la eucaristía. Así surgió el culto eucarístico: a la lectura judía se añadió otra y la fracción del pan para conmemorar la pasión y muerte de Cristo.

(...)

Los cristianos, como los judíos, se distinguían por su rectitud moral, y eso atraía a los paganos, cuyas costumbres eran bastante disolutas. Pablo cristianizaba a esos paganos y comenzó a preguntarse por qué tenía que imponerles usos judíos como la circuncisión. (...) El Libro de los Hechos habla de un concilio de los primeros apóstoles, se cree hacia el año 50, donde se discute si es necesario el judaísmo para ser cristiano. Al final se impuso Pablo y se hizo inevitable la escisión entre judaísmo y cristianismo.

Por cierto, que Estrada tambié echa por tierra las interpretaciones más simplistas de la persecución de los cristianos bajo el Imperio romano, así como la oficialización de la fe cristiana bajo Constantino, que pasó a ser una religión legal más, pero no, como se piensa a menudo, la religión oficial del Imperio:

En los siglos II y III, la vida de los cristianos alternó épocas de persecución y de cierta tolerancia. Cuando Constantino, con el Edicto de Milán (314), proclamó el cristianismo como una de las religiones del imperio, los cristianos acababan de sufrir la persecución más fuerte de su historia, la de Dioclesiano. Pero justo antes, entre el 260 y el 290, el cristianismo había gozado de un periodo de paz. Alejandro Severo (222-235) permitió el culto público de los cristianos en iglesias. (...) Constantino no hizo del cristianismo la religión oficial del imperio, eso sucedió 50 años después con Teodosio el Grande. Pienso que le influyó mucho su madre, santa Elena, que según la tradición se había convertido al cristianismo, fue a Jerusalén, encontró restos de la cruz de Cristo y reconstruyó los lugares de culto cristiano perdidos con la destrucción de Jerusalén en 130.

Asimismo, me parecen interesantes sus palabras acerca de las primeras iglesias cristianas:

Al principio, casas reconvertidas. A partir del siglo V se empezó a celebrar la eucaristía sobre las tumbas de los mártires (generalmente en cementerios judíos, las catacumbas) y surgió el altar como tal. Era una lápida. Poco a poco apareció la arquitectura cristiana, que con la pax constantiniana adquirió un gran auge. La basílica, en su concepción original, era simplemente el lugar donde el emperador recibía audiencias públicas. Había una parte un poco más alta reservada al emperador. La basílica resultó ideal para la celebración cristiana, porque bastaba poner un altar en la zona elevada para tener el presbiterio, donde se situaba el celebrante; la parte donde estaba el pueblo se convirtió en la nave de la iglesia.

Preguntado sobre las razones por las que el obispo de Roma se convirtió en Papa, Estrada responde:

Eso es realmente un misterio, porque al inicio del cristianismo existían diversas sedes donde había una cabeza de la Iglesia, un obispo, pero ya se sabía que la sede de Roma era especial. Pedro murió en Roma y los sucesivos obispos del lugar fueron sus sucesores. Clemente Romano e Ignacio de Antioquía hacen ver una afirmación progresiva de la autoridad del sucesor de Pedro. El primer papa (una palabra griega que significa padre) que afirmó su autoridad sin que nadie la discutiera fue san León Magno, casi 300 años más tarde.

{enlace a esta historia}

[Thu Feb 17 21:20:40 CST 2005]

Leo en The New York Times que Israel ha decidido abolir la práctica de demolir los hogares de familiares de los terroristas palestinos. Se trata, me parece, de un claro paso adelante, poniendo fin a una práctica que siempre he considerado injusta y contraria a los derechos humanos. La responsabilidad por las acciones criminales no las tiene sino el individuo que las lleva a cabo, y extender la culpabilidad (y, por tanto, también el castigo) a los familiares más cercanos del acusado es algo más propio de los excesos inquisitoriales que de un moderno Estado democrático. Y que nadie interprete esto, por cierto, como una equiparación moral entre el Gobierno de Israel y los terroristas palestinos, pues nada está más lejos de mi intención, pero la verdad es que no hay que ser demasiado preclaro para reconocer, como hace el comandante general Udi Shani, que la política en cuestión servía más para promover el odio hacia el Estado israelí entre los palestinos que para otra cosa. Ahora, con esta medida, desaparece un argumento más de los que hasta este momento podían usar los esbirros de Hamas. {enlace a esta historia}

[Sun Feb 13 21:16:32 CST 2005]

Javier Cercas escribe en el suplemento dominical de El País sobre el conflicto vasco y los esfuerzos para que Batasuna no se pueda presentar a las elecciones, sacando a colación una larga cita tomada del Juan de Mairena, de Antonio Machado:

En una república cristiana, democrática y liberal conviene otorgar al Demonio carta de naturaleza y de ciudadanía, obligarle a vivir dentro de la ley, prescribirle deberes a cambio de concederle sus derechos, sobre todo el específicamente demoníaco: el derecho a la emisión de pensamiento. Que como tal Demonio nos hable, que ponga cátedra, señores. No os asustéis. El Demonio, a última hora, no tiene razón, pero tiene razones. Hay que escucharlas todas.

Y que quede claro que darle "carta de naturaleza" al Demonio no equivale a estar de acuerdo con él, pero ¿cómo puede uno siquiera pedir a los independentistas que abandonen las armas y adopte el camino democrático al mismo tiempo que uno les niega el derecho a obtener lo que pretenden (es decir, la independencia del País Vasco) a través de las urnas? Cuidado, no digo que tengamos que darles la razón, pero tampoco negarnos en redondo siquiera a considerar la posibilidad de que puedan conseguir lo que se proponen, pues de lo contrario no hacemos más que negar con nuestras acciones la democracia y la tolerancia de las que tanto hablamos. Al fin y al cabo, como afirma Cercas:

No digo que la situación actual del País Vasco sea equiparable a la de la España de entonces [la de la transición], pero sí que tal vez habrá que acabar poniéndole de nuevo una cátedra al Diablo. La idea es sin duda repugnante, además de injusta, tan injusta y tan repugnante como la mera posibilidad de que algún día, por lejano que sea, vayan a cruzarse por la calle un verdugo y su víctima —como se han cruzado víctimas y verdugos en la España de la Transición y de ahora mismo—, pero me pregunto si ésa no es inevitablemente la vía de la solución. No lo afirmo ni lo niego; sólo me lo pregunto. Mientras tanto, sea o no cierto que hay contactos con ETA (o con Batasuna), no creo que sea malo seguir pensando en las palabras del discípulo de Mairena, ni tampoco en que, junto a los cobardes, los cínicos y los equidistantes, ahora mismo también hay que temer a aquellos contra los que nos advertía el maestro cuando escribió: "Te libre Dios de tarascada de bruto cargado de razón".

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[Sat Feb 12 11:00:32 CST 2005]

Hace tiempo que lo vengo diciendo. Son muchos los dirigentes y simpatizantes del PP que aún no han digerido la derrota electoral del 14-M. Al parecer, para entonces ya habían interiorizado un concepto cuasi patrimonialista del poder no muy distinto del que tuvieron los socialistas a principios de los noventa. Sin embargo, ahora se están pasando de castaño oscuro. Hoy mismo me he encontrado con un auténtico diamante en bruto: un artículo de César Alonso publicado en el diario ABC y titulado Yo no creo en el CIS. Si el señor Alonso cree o no cree en el CIS me trae sin cuidado, la verdad. Ahora bien, sus comparaciones de Zapatero y otros correligionarios con nazis y comunistas aplicando unas "técnicas indoloras" para establecer un "totalitarismo de los años treinta" me parecen no ya fuera de lugar sino sencillamente rallanas en la majadería. El argumento principal del dichoso articulito es que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) predice un nivel de participación más bien normal en el referéndum sobre la Constitución europea cuando la "científica" apreciación del autor es que la abstención será alta y habrá un alto porcentaje de "noes". Casi me atrevería a pronosticar con el señor Alonso que la abstención será de hecho bastante alta, pero quién sabe a qué puede referirse con un "alto porcentaje de 'noes'". ¿Se refiere al 30%? ¿El 15% quizás? ¿Qué es, exactamente, un "porcentaje alto" cuando en España sólo hemos realizado un puñado de referéndums desde la llegada de la democracia y no tenemos con qué compararlo? En todo caso, lo más odioso del artículo de marras son las acusaciones sin fundamento alguno de que los socialistas están planeando "la corrupción de la democracia", "manipular la voluntad popular" en pos de una "revolución dulce" como "forma incruenta y civil de tomar el poder". Para colmo de desmanes, Alonso no se ruboriza al afirmar:

Los bolcheviques de hoy hacen la revolución sin sangre al dar apoyos mayoritarios a las decisiones de unas minorías.

Ni que decir tiene que es precisamente el señor Alonso quien se identifica con las posiciones de "la mayoría", aunque después a la hora de votar no se demuestre así en las urnas. Y es que este individuo (no le conozco de nada e ignoro a qué se dedica, aparte de pescar en ríos revueltos) tiene un concepto muy peculiar de lo que son las mayorías y las minorías: si están de mi lado, son mayoría; si del lado del oponente, minorías. En fin, que digo como decía con los socialistas de mediados de los noventa: hasta que no asimilen que han perdido legítimamente en las urnas y se encuentran en la oposición por los errores propios y no las estratagemas del adversario, no van a ser capaces de montar una auténtica alternativa de gobierno y volver a ganar las elecciones. Solamente un dogmático resentido puede considerar el referéndum sobre la Constitución europea, que ha de celebrarse en todos y cada uno de los Estados miembro de la UE, como un "plebiscito" en favor del Gobierno de Zapatero. {enlace a esta historia}

[Sat Feb 12 10:09:54 CST 2005]

El tema del aborto es sumamente complejo, y no voy a pretender yo resolverlo de un plumazo. Tal y como lo veo, la clave no es si la mujer tiene derecho a hacer lo que le plazca con su cuerpo, como suele afirmarse desde los cuarteles del feminismo más militante, sino dilucidar si el feto puede considerarse ya como un ser humano o no, o al menos a partir de qué momento podemos considerarlo como tal. El resto son fuegos de artificio. Pero lo que más me preocupa es el hecho de que nuestras sociedades entiendan el aborto más y más como mera herramienta, como algo no tan distinto de la píldora anticonceptiva o el condón; es decir, como instrumento de planificación familiar. Digo esto porque acabo de leer un editorial de El País sobre un estudio del CSIC que apunta hacia un mayor incremento del aborto entre madres solteras que conviven con su pareja y son laboralmente activas, y el editor, para mi sorpresa, finaliza con las siguientes palabras:

Todo ello indica que el trabajo se ha convertido en un obstáculo para el embarazo y que muchos abortos se producen por la dificultad de compaginar las exigencias de la vida laboral y la maternidad. Algo sobre lo que hay que reflexionar muy seriamente.

Lejos de mí el promover la ilegalización del aborto, cuya regularización siempre he defendido. No obstante, no puedo evitar sentir ciertos escalofríos al leer la facilidad con la que el editor de El País en este caso se olvida de que aquí estamos hablando de fetos humanos, y no de piezas de mobiliario urbano. {enlace a esta historia}

[Sat Feb 12 09:32:23 CST 2005]

Leyendo la prensa del día me encuentro con una deliciosa anécdota sobre Husserl que contaba Zubiri a sus amigos. Al parecer, los alumnos del padre fundador de la fenomenología llegaron a clase un buen día para encontrarse con un letrero que rezaba:

El profesor Husserl comunica a sus alumnos que hoy no podrá dar su clase porque no ha terminado de ver claramente el tema que les habría de explicar.

Sabia actitud la del filósofo, aunque no se ve tan a manudo como debiera quizás porque nuestras universidades se han convertido en meras factorías del conocimiento. En nuestra verborreica sociedad contemporánea (no hay más que leer echarle un vistazo a esta misma bitácora, por ejemplo), los catedráticos sienten una presión constante que les obliga a abrir la boca y hablar, sea necesario o no. Aún más importante, la anécdota nos muestra bien a las claras cómo, lejos de atenerse fielmente a un plan de estudios cuidadosamete elaborado, Husserl parecía entender la educación universitaria como una excusa para adentrarse en territorios desconocidos. {enlace a esta historia}

[Fri Feb 11 22:01:28 CST 2005]

El debate sobre el antisemitismo de Wagner y si ello afecta a su obra o no es uno de esos temas que sale a la palestra de la actualidad cultural de cuando en cuando, y sobre el que ya escribí hace un tiempo aunque fuera de pasada. No obstante, me parece que fue Edward Said quien adelantara en su artículo Barenboim y el tabú Wagner el argumento más sólido para no censurar la obra del compositor por más que le repugne a uno su filosofía:

Para una mente madura debiera ser posible mantener juntos dos hechos contradictorios, que Wagner fuera un gran artista, y que fue un ser humano repugnante. Por desgracia, no se puede tener lo uno sin lo otro. ¿Significa esto que no se debiera escuchar a Wagner? Con seguridad que no. Es obvio que si un individuo sigue obsesionado por la asociación de Wagner con el Holocausto, no hay ninguna necesidad de que se le obligue a escuchar a Wagner. Todo lo que diría, sin embargo, es que se necesita una actitud abierta hacia el arte.

Y ahí nos encontramos todavía, luchando por una actitud abierta hacia el arte e intentando que ciertos individuos no mezclen peras con limones. La obra de un artista, se llame Wagner, Céline o Brecht debe juzgarse independientemente de las decisiones morales que tomara su autor. Podemos estudiar el contexto para mejor entender una obra, por supuesto. Pero de ahí a supeditarlo todo a la militancia política del autor media un abismo. {enlace a esta historia}

[Fri Feb 11 21:19:57 CST 2005]

El País nos recuerda que se cumple el trigésimo aniversario del estreno de Garganta profunda (Deep Throat), la legendaria película que muchos consideran el inicio de la multimillonaria industria porno contemporánea. Desde el punto de vista artístico, el filme protagonizado por la no menos legendaria Linda Lovelace parece bastante mediocre, si no francamente malo. Y digo que parece porque lo cierto es que jamás vi la película, no tanto por puritanismo sino porque no se presentó la ocasión. Garganta profunda narra la historia de una mujer que tiene el clítoris en la garganta, por lo que su capacidad de disfrute sexual depende de hacer felaciones, cuanto más profundas, mejor, de ahí el título. No se trata, como venía diciendo, de un argumento extraordinario. Y, sin embargo, cuando se estrenó a principios de los setenta se convirtió en un auténtico fenómeno social, hasta el punto que, como mencionaba, muchos creen ver en ella el principio del coloso empresarial en que se ha convertido hoy la industria pornográfica. ¿A qué puede deberse, pues, este fenómeno? ¿Cómo puede explicarse que pese a la existencia secular de un arte erótico tan antiguo como el propio concepto de civilización, esto jamás diera pie a la creación de una industria dedicada al tema hasta finales del siglo XX? Me atrevería a decir que la respuesta parece estar en la revolución sexual vivida en Occidente durante los años sesenta. No es casualidad que únicamente los países que estuvieron expuestos a su influencia hayan visto florecer la industria sexual. Otra cosa bien distinta es que la paradójica consecuencia de tal evolución quizá haya sido, como afirma Erica Jong:

El sexo ya no es revolucionario. Todo es capitalismo y protección de las formas de beneficio.

Quizás sólo se trate de una más de las muchas ensoñaciones del espíritu sesentaiochista, pues hace falta bastante fe para pensar que el sexo tiene suficiente carga revolucionaria como para causar la transformación completa de las estructuras políticas y sociales. Introdujo cambios, de ello no cabe la menor duda, aunque estaremos todos de acuerdo en que menos radicales de lo que suponían sus defensores. Pero ésa es historia para otro día. {enlace a esta historia}

[Fri Feb 11 19:36:52 CST 2005]

Hay ocasiones en las que uno tiene que admirar la capacidad humana para resistir campañas publicitarias de distinto tipo. Durante mis años de izquierdismo más o menos rabioso me gustaba pensar en la infinita maleabilidad del espíritu humano, sobre todo cuando se trataba de manipular a las masas. En mi romanticismo anti-consumista, estaba firmemente convencido de que era posible guiar los deseos más íntimos de los individuos y convencer a la gente de que tenían que comprar tal producto o adoptar tal ideología. Después, con el paso de los años, uno aprende a reconocer los aspectos más complejos de la realidad social y dar de lado a los cómodos determinismos de la juventud. Digo todo esto a raíz de una escena que me llamó la atención esta tarde. Había ido a la escuela a recoger a los niños y de ahí nos marchamos directamente a un parque anexo a otra escuela para que puderian entretenerse un rato antes de volver a casa. Pues bien, al llegar allá me sorprendió ver a un grupo de unos diez niños jugando con una pelota de fútbol mientras esperaban a que sus padres vinieran a recogerlos. La escena, desde luego, no es nada del otro mundo, y soy bien consciente de que puede verse por todos lados en los colegios españoles. Sin embargo, lo que en España puede ser algo sin importancia aquí en los EEUU cobra un significado completamente diferente. A estas alturas, no es difícil ver competiciones de fútbol local durante la temporada estival, pero hasta hace bien poco era casi imposible encontrarse con escenas como la que aquí describo donde un grupo de niños se deciden a darle unas pataditas al balón de forma improvisada. ¿Y por qué podemos ver estas imágenes hoy en día, y no hace un par de décadas cuando la liga estadounidense contrató a Pelé y Beckenbauer con la intención de promocionar el deporte entre los consumidores y se invirtió tanto dinero en campañas publicitarias? He ahí, precisamente, la razón de mis reflexiones algo más arriba. Al final, no han sido los presupuestos multimillonarios, las estrellas y la campañas publicitarias las que han convencido a muchos estadounidenses a que jueguen al fútbol, sino más bien los deseos entre tantos padres de encontrar un deporte que sus niños puedan jugar sin correr el riesgo de perder los dientes o dañar sus espaldas de por vida. La realidad, por suerte o por desgracia, es algo más prosaica de lo que me gustaba pensar durante mi juventud. {enlace a esta historia}

[Fri Feb 11 14:06:13 CST 2005]

Ayer saqué de la biblioteca pública local un ejemplar de Illuminations, de Walter Benjamin, más para echarle una ojeada que para otra cosa, pues estoy leyendo otro libro en estos momentos, y esta misma mañana leí uno de sus capítulos, Unpacking My Library: A Talk about Book Collecting del cual he de destacar el siguiente intercambio de palabras entre Anatole France y un invitado a quien le estaba mostrando su biblioteca personal:

— And you have read all these books, Monsieur France?
— Not one-tenth of them. I don't suppose you use your Sèvres china every day?

Por cierto, que éste es precisamente el capítulo donde Benjamin hace la afirmación que tantas veces se repetiría en adelante:

Of all the ways of acquiring books, writing them oneself is regarded as the most praiseworthy method. (...) Writers are really people who write books not because they are poor, but because they are dissatisfied with the books which they could buy but do not like.

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[Thu Feb 10 11:36:35 CST 2005]

A nadie con un mínimo de cultura se le escapa que las civilizaciones clásicas pre-cristianas tenían un concepto del sexo y lo erótico bien distinto del nuestro. La satanización de lo sexual se produjo con la llegada del cristianismo ortodoxo, que puso fin a la actitud mucho más natural y desinhibida que se había dado con anterioridad. Desde entonces, se nos ha enseñado una versión parcial, censurada y debidamente higienizada de las grandes figuras clásicas, empeñada en mostrarnos la belleza de las ideas puras de Platón sin mentar palabra sobre la realidad social en la que filosofara el ateniense. Es decir, como de costumbre se nos ha querido robar parte de los hechos para así poder retratar el pasado en unos colores más puros e idealistas con los que poder moldear el presente. Tienen razón, en este sentido, los pensadores postmodernos cuando hablan de la falta de neutralidad de los metarrelatos, que nos roban pedazos enteros de la realidad para así manipular a su antojo. Digo esto a raíz de la lectura de un corto ensayo sobre la cámara secreta del Museo Arqueológico de Nápoles, donde se exhiben lejos de las miradas de muchos numerosos objetos de arte de contenido erótico obtenidos de las excavaciones de Pompeya y Herculano. Como bien afirma el autor:

The sacred is the way we explain away much of what we can't —or don't want to— understand as erotica or porn. It's a smokescreen at best. Once Greeks and Romans learned how to make cheap, molded oil lamps, the market was flooded with sexual imagery in three dimensions. Call it sacred if you wish. Whatever lights your wick.

Would it be beyond the realm of modern thought to believe that through sexual or even pornographic images, cultures have found a way to mitigate the sexual tensions that limiting access to sex imposes? Is providing a safe context for sexual imaginings as wrong and dangerous as it is universal? You decide...

Mientras tanto, aquí seguimos, empapados en puritanismo judeocristiano hasta el tuétano, negando la realidad del pasado y el presente, por más que se nos muestre delante de nuestros propios ojos. {enlace a esta historia}

[Thu Feb 10 10:19:21 CST 2005]

Me sorprende leer en El País que las editoriales españolas vendieron más libros en el resto de la UE que en Latinoamérica durante el año 2004. Digo esto porque la asunción siempre ha sido que nuestro mercado natural eran los otros países hispanohablantes, pero ése no parece ser el caso en estos momentos. Por supuesto que hay razones puramente coyunturales para explicar las estadísticas, como la crisis argentina. No obstante, creo que debería interpretarse como una prueba más de que la España actual está plenamente inserta en Europa más que en el mundo hispanohablante o el del Magreb, como se había pretendido durante la etapa de Franco. Esto, por descontado, para bien y para mal, y sin que deba entenderse nuestra política internacional en el futuro inmediato al margen de esas regiones a las que tanto nos une. Me parece evidente, no obstante, que debemos distinguir entre nuestra identidad, claramente asociada al proyecto de integración europea, y nuestras relaciones con los países vecinos, donde sí que es verdad que tanto Latinoamérica como el Mediterráneo han de representar un papel esencial. {enlace a esta historia}

[Wed Feb 9 15:43:16 CST 2005]

Parece mentira que después de todo lo que se montó hace apenas unos meses con el debate sobre si la Constitución europea debería haberse traducido al catalán y al valenciano, ahora la Academia de la Lengua Valenciana asegura que su idioma es el mismo que el catalán. De hecho, de acuerdo a la noticia publicada por El País:

La lengua que se habla en la Comunidad Valenciana es la misma que emplean en Cataluña, Islas Baleares y Andorra, pese a que cuenta con "señas de identidad y características culturales propias claramente diferenciadas" de éstas.

Es decir, lo mismo que el dialecto andaluz con respecto a la lengua castellana. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Se trata, me parece a mí, de un ejemplo más de infantilismo nacionalista. {enlace a esta historia}

[Tue Feb 8 15:38:44 CST 2005]

Leo en El Mundo que hoy falleció el historiador Javier Tusell, colaborador de El País y la revista La aventura de la Historia, catedrático de Historia Contemporánea de la UNED y ex-director general del Patrimonio y Bellas Artes. Fue él, precisamente, quien se encargó de las gestiones para que el Guernica regresara a España en 1981. Por supuesto, son muchos quienes le conocen, como señala el historiador Juan Pablo Fusi, como "el gran historiador de la España del siglo XX", autor de "una contribución absolutamente decisiva en la revisión de toda la historia de España". El obituario, también publicado por El Mundo, contiene mucha más información acerca de Tusell. Se trata, sin lugar a dudas, de una gran pérdida para la historiografía de nuestro país. Es una pena que haya fallecido a los cincuenta y nueve años cuando, sin duda, aún le quedaba por delante bastante tiempo de trabajo productivo. {enlace a esta historia}

[Mon Feb 7 12:51:18 CST 2005]

Joaquín Estefanía publica en las páginas de Babelia una reseña de la biografía de Manuel Sacristán, recientemente publicada por la editorial Trotta, donde se nos recuerda, como no podía ser menos, el misterio (o contradicción, según se mire) de que España haya sido uno de los países en el que los movimientos socialistas y anarquistas cobraran mayor importancia y, sin embargo, no haya producido obras teóricas de relevancia alguna. Estefanía también toca, muy de pasada, algunos puntos controvertidos de la biografía de Sacristán: falangista convencido hasta bien mediada la década de los cuarenta, se convierte al comunismo y arriesga su vida desde las filas del PCE durante dos décadas de firme oposición al franquismo (¿qué será con la atracción fatal de los dos grandes totalitarismos del siglo XX que tantos individuos dieron el salto del uno al otro como si se tratara de cruzar un simple charco?); su oposición a la transición democrática y su llamamiento en favor de la abstención durante el referéndum de la Constitución de 1978; la autocensura a la que se sometió con respecto a sus comentarios sobre la Unión Soviética, usando la excusa de que una crítica demasiado acerada del socialismo real podría redundar en una crisis de fe en las filas de las fuerzas antifranquistas... Todos ellos, que conste, puntos no ya polémicos, sino auténticamente escandalosos en un individuo a quienes el mismo Estefanía califica una y otra vez de íntegro. Uno se pregunta si Estefanía (de hecho, la izquierda en general) hubiera sido tan permisivo con los deslices de un intelectual conservador que hubiera mantenido actitudes de ambigüedad calculada frente al fascismo, y digo esto sin menosprecio a lo que Sacristán pueda haber aportado en términos teóricos, o incluso prácticos, a la izquierda española.

En todo caso, si saco a Sacristán a colación es porque parece el más claro exponente, al menos en nuestro país, de una izquierda que cree ver en los nuevos movimientos sociales la salvación de sus contradicciones internas. Como señala el propio Estefanía:

¿Cuál es ese legado? Está en el último Sacristán: el proyecto consiste en construir un puente entre el marxismo y los nuevos movimientos sociales, ecologistas, pacifistas, antisexistas. Ese legado —pacifismo, ecologismo, antisexismo, anticapitalismo y prácticas alternativas— coincide más que intuitivamente con las experiencias altermundistas que se multiplican por todo el mundo en este principio de siglo.

Ahora bien, mi posición, por el contrario, es que es precisamente este acercamiento a los nuevos movimientos sociales (quizás debiera decir, más bien, esta excesiva dependencia de los movimientos sociales) el que está causando la crisis irremisible de la izquierda. Y cuidado, porque allá a finales de los ochenta yo compartía plenamente las tesis de Sacristán en este sentido. En aquél entonces estaba militando en Los Verdes, aunque poco después volví al PSOE sin dejar por ello de reivindicar un acercamiento a los nuevos movimientos sociales como panacea regeneradora, como elixir de la vida capaz de devolver a la izquierda al centro de la Historia que tan claramente le había sido arrebatado por la ofensiva neoconservadora de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Leía entonces las advertencias del sociólogo alemán Claus Offe como meras reacciones acartonadas y temerosas de una clase política socialdemócrata demasiado contenta con su estatus quo como para arriesgar toda la carne en el asador. Por supuesto, eso era entonces y esto es ahora, y hoy día me parece que tengo que reconocer que estaba equivocado, pues me parece más que probable que los nuevos movimientos sociales no sean sino la mera expresión de intereses sectoriales en el seno de la sociedad capitalista avanzada, sin nada que los una y, más importante aún, sin que supongan la afirmación de proyecto alguno. Por el contrario, los nuevos movimientos sociales sólo aciertan a oponer, no proponer, de ahí que tantos comiencen con el prefijo anti. Si se me permitiera usar la fraseología marxiana más marchita, me atrevería a calificarlos incluso de mero pasatiempo de una joven burguesía hastiada. Lo que es peor, la asunción de los valores de los nuevos movimientos sociales por la izquierda no hace sino profundizar su propia crisis de identidad. La izquierda necesaria es la que hunde sus raíces en los valores racionalistas y universalizadores del proyecto ilustrado, y no en el pensamiento débil y el multiculturalismo relativizante. Debe tratarse de un humanismo ilustrado y tolerante, abierto a las aportaciones de otras culturas y consciente de sus limitaciones, pero a nadie le quepa duda de que sin Ilustración no hay progresismo. La razón es bien sencilla: la Ilustración misma inventó el concepto moderno de progreso, y los pensadores postmodernos lo destrozaron. De ahí mis dudas de que sea posible construir un progresismo postmoderno que no comparto para nada. Aclaremos: no propongo una izquierda al margen de los nuevos movimientos sociales, pero tampoco una centrada solamente en ellos, como parece ser el objetivo de Izquierda Unida. El meollo de nuestro discurso tiene que venir de otro sitio. {enlace a esta historia}

[Mon Feb 7 07:00:48 CST 2005]

Leyendo una entrevista con el escritor Pedro Zarraluqui me encuentro con una firme proclama en favor de los personajes más cotidianos, los que nunca aparecen en los libros de historia pero construyen futuros con el sudor de su frente y pagan las guerras con sangre:

Con los años he aprendido que es mucho menos interesante la vida de una persona poderosa que la del cocinero que le sirve la comida. (...) Yo no creo en la bondad natural de la humanidad, más bien lo contrario. Pero sí creo que es la integridad de ciertas personas, más que la bondad, la integridad y lucidez de esas personas, lo que permite que una y otra vez regresemos a una vida normal y razonablemente feliz. ¿No le asombra que las sociedades se repongan con tanta energía de sus desgracias? ¿De dónde sale esa energía? O mejor, ¿de quiénes?

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[Fri Feb 4 12:37:21 CST 2005]

El País publica hoy un artículo de Andreu Claret titulado Zapatero y el Mediterráneo sobre la iniciativa Barcelona+10, es decir, las propuestas de revitalizar el Proceso de Barcelona con motivo de su décimo aniversario. Se trataría, pues, de promover un amplio diálogo euro-mediterráneo como el que ya se iniciara con la Cumbre de Barcelona de 1995, cuando Felipe González, ya en el trecho final de su mandato al frente del Gobierno, acertó a reunir a los representantes de los 15 países miembros de la UE de entonces y 12 países del Magreb y Oriente Medio para debatir nuevas políticas que lograran relanzar la región. Pero el artículo de Claret tiene su importancia porque ahora parece que Zapatero está convencido de la necesidad de promover un nuevo salto adelante en el proceso, después de ocho años de gobierno del PP en los que nuestra política mediterránea (por no hablar también de la política hacia Latinoamérica) brillaba por su ausencia en sus mejores momentos o tuvo efectos simplemente devastadores en los peores (como, por ejemplo, fue el caso de los pueriles enfrntamientos con Marruecos sobre un quítame allá esas pajas). En cualquier caso, los sucesivos gobiernos de Aznar prefirieron mirar hacia el socio al otro lado del Atlántico y olvidarse de nuestros vecinos más cercanos, y eso es precisamente lo que Zapatero trata de arreglar ahora. Como afirma Claret:

El reto es darle un nuevo impulso a este diálogo y adaptarlo a las coordenadas del 2005, muy distintas de las de 1995. Demostrar que sus limitados logros no deben achacarse a su ambiciosa arquitectura sino al deterioro objetivo de la situación. Se trata nada menos que de probar que los europeos son capaces de aportar soluciones propias y eficaces a los retos de hoy. Para Zapatero, el relanzamiento del diálogo euromediterráneo se presenta además como la prueba del nueve de su propuesta de alianza de civilizaciones.

(...)

En el Mediterráneo, la situación es mala, en el Próximo Oriente es incluso malísima, pero también hay quien dice que ya no puede ser peor, y que de la crisis actual pueden surgir las ideas y las energías para una nueva etapa. Ésta parece ser la apuesta de Zapatero. Sólo así se entiende que la agenda euromediterránea haya ocupado un lugar tan destacado, que ha soprendido a sus interlocutores, en sus entrevistas con Chirac, Schröder y Blair y en sus viajes a Marruecos y Argelia.

Pocas opciones nos quedan, pues la política de contención que muchos parecen proponer no hace sino posponer el problema para un futuro que tampoco puede ser tan lejano. Lo que es peor, no olvidemos que un Bush reforzado políticamente durante su segundo mandato (al menos hasta que se produzcan las elecciones legislativas dentro de un par de años, donde las cosas pueden cambiar un poco) continuará su política de enfrentamiento visceral, lo cual no puede hacer sino aumentar las dislocaciones en la región. Ha llegado el momento de que los europeos demostremos con acciones que es posible hacer otra política, que un diálogo auténtico acompañado de medidas en los frentes económico, social y cultural pueden lograr mucho más que la hegemonía militar de la única superpotencia. Aquí nos la jugamos no sólo los europeos, sino todo aquel que sueñe con un mundo en paz donde los distintos pueblos puedan convivir en pie de igualdad, sin la mirada vigilante del Gran Hermano del Norte, por muy bienintencionados que sean sus planes. La política estadounidense de hoy en día se diferencia bien poco del despotismo ilustrado de antaño, y lo cierto es que en esas condiciones no puede haber auténtica igualdad. {enlace a esta historia}

[Thu Feb 3 12:55:44 CST 2005]

Anoche asistí una vez más al bochornoso espectáculo del discurso sobre el estado de la Unión, en el cual el Presidente de los EEUU aparece triunfal en la sala donde se celebra una sesión conjunta de la Cámara de Representates y el Senado, camina por entre dos filas de políticos y altos cargos que le agasajan cual estrella de la canción pop, lanza un discurso repleto de promesas y planes para el año venidero haciendo pausa de cuando en cuando para recibir los aplausos del personal, y se marcha igual que llegó, por la puerta grande. La única diferencia con respecto a otros años es que ayer también lo pudo ver mi padre, que se encuentra de visita durante un mes, y se llevó la misma impresión que yo. La verdad es que mientras más tiempo paso en los EEUU menos me gusta el sistema presidencialista, principalmente debido a la falta de control político del Presidente. En tanto que en el sistema parlamentario el Primer Ministro ha de hacer frente a las sesiones semanales de control, por acá el Presidente se permite el lujo de aparecer triunfal, dar un discurso donde se limita a prometer de todo sin dar detalle alguno ni decir cómo piensa financiarlo, no tiene que debatir con nadie, oye los aplausos y se marcha tan campante. Entiendo perfectamente que no se trata de un problema con el actual Presidente, pues ya tuve ocasión de seguir los discursos de Bill Clinton y eran exactamente iguales. El problema de fondo es, de hecho, el sistema presidencialista que se encuentra en el corazón mismo de la estructura política estadounidense, y que entre otras cosas está contribuyendo al enorme descontrol de las finanzas públicas, pues el cabeza del ejecutivo puede permitirse el lujo de hacer promesas a troche y moche, y dibujar escenarios bucólicos de lo más entrañable sin necesidad alguna de bajar a medirse con la dura realidad. En otras palabras, que casi puede decirse que acá en los EEUU el Presidente en persona realiza las funciones que en otros lugares desempeñan los partidos políticos sin esperanza alguna de alcanzar el poder: promete y promete, que tú no lo tienes que llevar a cabo de todos modos. Tiene poco de extraño que, en estas condiciones, el déficit fiscal y el derroche de dineros públicos sean algo endémico. Ahora, lo que me parece más problemático aún es el hecho de que quepan pocas esperanzas de que el sistema sea reformado algún día, pues el estadounidense medio tiene un respeto cuasi religioso por los padres fundadores y la Constitución. Mucho me temo que no se atreverán a retocar las instituciones hasta que ya sea demasiado tarde. {enlace a esta historia}