[Thu Apr 28 13:37:46 CDT 2005]

Mucho se ha escrito estos días acerca de la elección del cardenal Ratzinger como el nuevo Papa Benedicto XVI, y casi todo advirtiéndonos de su ultraconservadurismo. Sin embargo, como suele suceder con las grandes figuras espirituales de cualquier afiliación, las cosas no son tan fáciles, y podemos concluir que hay de todo un poco en este nuevo Papa. Comencemos, por cierto, por rechazar las críticas de algunos creyentes católicos, representados por ejemplo en algún artículo de Antonio Burgos en las páginas del ABC de Sevilla, en el sentido de que quienes no pertenecemos a la Iglesia no deberíamos siquiera entrar a hablar sobre el tema. Lo siento mucho, pero no se le puede poner una vela a Dios y otra al Diablo al mismo tiempo, y eso es lo que Burgos parece estar haciendo en este caso. Si, como veremos algo más abajo, la Iglesia ciertamente tiene el derecho a tomar posiciones en el debate político y social, tampoco es menos cierto que la sociedad en que esa Iglesia se inserta también tiene derecho a debatir los temas que le preocupan, y aún más algo tan importante como la elección del nuevo Papa.

José Andrés Gallego escribe una reseña de Fe, verdad y tolerancia, de Joseph Ratzinger, contrastando entre otras cosas su firme defensa de la Iglesia Católica y el cristianismo como única fe verdadera con la actitud abierta y tolerante de Raimon Panikkar. Se trata precisamente de uno de los campos donde el nuevo Papa puede tal vez propiciar un serio cambio de rumbo opuesto al ecumenismo universalista de Juan Pablo II. Se trata, pese a todo, de una posición mucho más matizada de lo que nos quisieran hacer creer todos aquellos que muestran su rechazo de Ratzinger.

Ratzinger insiste, primero, en lo dicho: que el problema no está en cómo llegamos mejor a Dios, sino en cómo prefiere Dios que lleguemos a él; segundo (y esto es nuclear en su argumento), que, en la historia de las religiones, el cristianismo es, entre otras cosas, el primer gran intento de conciliar religión y razón y, ese racionalismo —mejor: esa razonabilidad— hace que el indiferentismo sea una regresión (que culmina, viene a decir, con el Islam, que es tan amenazador como teológicamente elemental); tercero, que, además, el cristianismo también se abrió paso porque concilió religión y razón con una propuesta ética cabal, y esa propuesta sigue siendo la más razonable, también a la hora de convivir.

Quizás haya sido el discurso que diera Ratzinger durante la misa previa al cónclave que acabaría eligiéndole como nuevo Papa el que confirmara las sospechas de quienes le consideraban un ultraconservador sin posibilidad de reforma. De acuerdo a la descripción del corresponsal de El Mundo:

Dirigió duras palabras a lo que llamó "dictadura del relativismo" que, según él, se vive en la actualidad, "no reconoce nada como definitivo y que deja solo al propio yo con sus deseos". Por ello, criticó "todos los vientos de doctrina que hemos conocido en estos últimos decenios" e instó a los cardenales a defender, frente a todo ello, la doctrina de la Iglesia Católica.

"Cuántas corrientes ideológicas, cuántas modas del pensamiento. La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido agitada por estas olas, que van de un extremo a otro, desde el marxismo, al liberalismo, pasando por el libertinaje, al colectivismo, al individualismo radical, desde el ateísmo a un vago misticismo religioso", dijo Ratzinger...

Para Ratzinger, "cada día nacen nuevas sectas y sucede lo que dice San pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia para engañarles". "Tener una fe clara, según el credo de la Iglesia, a veces es etiquetado como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse llevar de un lado a otro por cualquier forma de doctrina, aparece la única manera de comportarse en la actualidad", añadió.

Y, sin embargo, tampoco me parece que nada de lo que Ratzinger dijera sea tan escandaloso ni muchísimo menos, y ello a pesar de que yo sea un agnóstico convencido. La sociedad avanzada está de hecho dominada no ya por el relativismo que critica Ratzinger, sino aún más por un indiferentismo paralizador, una apatía casi completa que nos sume en la desorientación más absoluta. El problema, tal y como lo veo yo, no es tanto de falta de fe como de un exceso de individualismo consumista. El individuo contemporáneo prefiere comportarse en materia religiosa igual que si se encontrara frente a las estanterías del supermercado, repletas con una enorme variedad de producto todos ellos con atractivo envoltorio y, más importante aún, que no exigen nada a cambio de disfrutarlos salvo quizás una módica cantidad de dinero. De ahí el éxito de lo que Ratzinger denominao "vago misticismo religioso", la atracción de los exóticos cultos orientales en nuestra sociedad. Cuidado, porque no quiero decir que cultos o filosofías como el budismo o el hinduismo sean menores, o siquiera inferiores al cristianismo, pero lo cierto es que se han estado vendiendo en nuestros países como religiones "de andar por casa", cultos personales que no imponen nada a los individuos y ni siquiera nos exigen un mínimo esfuerzo para seguir sus postulados. En otras palabras, lo que se nos ha vendido no es ni siquiera budismo o hinduismo, sino un producto de consumo más. Ahí, me parece, tiene razón Ratzinger. Asistimos al imperio del relativismo, no tanto porque se haya extendido la tolerancia o porque los individuos que vivimos en las sociedades desarrolladas seamos más inteligentes y respetuosos que quienes nos precedieron, sino más bien debido al hiper-individualismo que nos invade. La única razón por la que se postula el relativismo hoy en día es para que nos dejen en paz y no nos den la lata con dudas metódicas, cuestionamiento de asuntos esenciales o reflexiones metafísicas, y en este sentido no veo por qué un agnóstico como yo no pueda compartir al menos el diagnóstico que hace Ratzinger. Demasiado a menudo, lo que llamamos "tolerancia" (y que los más conservadores prefieren denominar "relativismo") no es sino pura holgazanería y consumismo de lo más ramplón. Y es ahí, precisamente, donde me parece que se equivoca Ratzinger. El problema no es sólo la falta de fe, sino principalmente la expansión incontrolada de la esfera del consumo a todos los aspectos de la vida cotidiana, con toda la superficialidad y desorientación que promueve dicho fenómeno.

En cualquier caso, como indicaba algo más arriba, no me parece correcto caer en simplificaciones cuando se trata de las opiniones de Ratzinger. Esperemos a ver qué pronunciamientos hace ahora que ha sido elegido Papa antes de lanzarnos a la crítica abierta de sus postulados. Hoy mismo El País ha publicado una selección de citas de Ratzinger escogidas por los redactores de La Repubblica de la que podemos entresacar algunas frases interesantes que deberían hacernos reflexionar en lugar de entregarnos al acto reflejo de rechazarlas automáticamente porque provienen de un cardenal supuestamente ultraconservador.

Si el budismo seduce es porque parece una promesa de tocar el infinito, la felicidad, sin tener obligaciones religiosas concretas.

Europa parece haberse vaciado desde el interior, paralizada en cierto sentido por un problema en su sistema circulatorio, una crisis que pone en riesgo su vida, ahora confiada a transplantes que acabarán eliminando su identidad. A este vaciamiento interior corresponde el hecho de que étnicamente, Europa se encamina a su desaparición.

El matrimonio es santo; las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales quitan al acto sexual el don de la vida. No son el fruto de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. De ninguna forma pueden ser aprobados.

Hoy el latín en la misa nos parece casi un pecado. Pero así se impide la comunicación entre distintos grupos lingüísticos, tan importante el los territorios mixtos. Si ni siquiera en las grandes liturgias romanas se puede cantar el Kyrie, entonces se ha verificado un empobrecimiento cultural.

Con la abolición del celibato asistiríamos sólo al nacimiento de una nueva figura: la de los curas divorciados.

El relativismo, es decir, el dejarse llevar aquí y allá por cualquier viento de doctrina, aparece como la única actitud a la altura de los tiempos modernos. Se va construyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sitúa como cuestión última el ego y su voluntad.

En muchas cuestiones, el socialismo democrático era y es cercano a la doctrina social católica, y en cualquier caso ha contribuido considerablemente a la formación de una conciencia social.

Estamos ante una secularización agresiva y a veces hasta intolerante. Empieza a transformarse en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público a la visión católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse en algo puramente privado y, en el fondo, mutilado.

Se trata, como decía de citas muy variadas con las que podemos ciertamente estar en desacuerdo pero que deberían hacernos reflexionar y que en ninguno de los casos podemos considerar simplistas. Algunas de ellas están definitivamente imbuidas de un espíritu claramente ortodoxo, como la concepción del sexo desde un punto de vista casi exclusivamente reproductivo (o, al menos, principalmente reproductivo), que no comparto para nada, y de ahí precisamente mi desacuerdo con su punto de vista sobre la homosexualidad. Más interesante me parece el comentario acerca de la estricta separación de lo político y lo religioso que algunos promueven hoy en día en lo que me parece que es un secularismo mal entendido. Desde luego, sólo los argumentos racionales tienen cabida en el debate público, pues el uso de la razón es lo único que nos une como seres humanos. Sin embargo, hoy se pone el hincapie en remover por completo todo símbolo religioso de la esfera pública, relegándolo al área de lo privado, cuando en realidad no hay forma posible de concebir la espiritualidad sin el ámbito de lo social, de la misma forma que no es posible entender al ser humano tan sólo como individuo. Limitar toda expresión de lo religioso al ámbito privado la cercena, amputándole una parte importante de su misma esencia. No cabe aquí, por cierto, el viejo argumento de que política y religión son ámbitos completamente separados de la existencia, pues no tenemos pega alguna en legislar qué entendemos por culto religioso socialmente aceptable y secta ilegal. Lo cierto es que el Estado, incluso en un sistema democrático moderno, regula de hecho qué consideramos manifestaciones aceptables de culto religioso, por lo que tampoco deberían sorprendernos las "intromisiones" de los líderes religiosos en el debate político. Se trata, por supuesto, de algo muy distinto de la idea del Estado confesional, que en ningún caso me parece aceptable. Solamente estoy haciendo aquí un llamamiento en favor de la concepción de política y religión como esferas autónomas, más que separadas. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 27 13:47:40 CDT 2005]

Alejandro Gándara escribió hace unos días un agudísimo artículo titulado Dos clases de gente en el blog que publica El Mundo:

Cada vez más, uno se encuentra con dos clases de gente: la que tiene convicciones y la que tiene pensamiento. Algunos líderes, amigos, lectores y escritores confunden ambas cosas con frecuencia y creen que tener convicciones es lo mismo que tener pensamiento. (Hay una tercera clase de gente, que es la que no tiene pensamiento ni convicciones, lo que pasa es que con esa no discutimos: elo no quiere decir que no tengamos que aguantarla).

Yo vengo a decir que esos términos son contradictorios. O se tiene lo uno o se tiene lo otro. Tener convicciones es relativamente sencillo y desde el punto de vista del ahorro de energía altamente económico. Vas al supermercado de valores inmutables en el quiosco, la universidad o la parentela y encuentras de todo en los expositores. Por lo general, suele ser mercancía regalada, así que no hay que apurarse por el precio. Además, a poco que te apañes, dura toda la vida. Te proporciona conversación, acota el campo de relaciones y te da valores que transmitir a tus hijos o al que pasa por allí. La única profilaxis es no escuchar demasiado y decir siempre lo mismo. Y sirve para todo. Una especie de termomix que sustituye al neocortex.

El pensamiento, en cambio, es antieconómico. Y no solamente no hay sitio en que adquirirlo, sino que además hay que estarlo adquiriendo siempre, sin conseguirlo nunca por completo. Además sale caro, no solamente por la energía que se derrocha, sino porque en contrapartida se recibe muy poco (aunque lo normal es no recibir nada). Aparte de eso, no puede ser inmutable ("el pensamiento no puede tener asiento", cantaba Aute), no hay posibilidad de trasmitirlo y a veces ni de comunicarlo, y para colmo te obliga a estar escuchando a todo el mundo.

Por cierto, que la nota final me parece de lo más apropiada y necesaria en estos tiempos que corren:

Estos dos tipos de gente no coinciden con determinados partidos, determinados grupos de comunicación o determinadas confesiones religiosas. No hay que hacerse ilusiones.

Y es que, como es lógico, una cosa es la ideología de cada cual (o su filosofía, o su religión), y otra bien distinta es la cuestión de la actitud o el carácter personal. Fanáticos los hay de todos los colores y pelajes, así como también podemos encontrar personas moderadas, tolerantes y sensatas de diversa adscripción política o religiosa. De todo hay en la viña del Señor, así que viene bien aceptar la diversidad ya de entrada. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 27 13:33:33 CDT 2005]

El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos falleció ayer en su casa de Asunción. El autor de Hijo de hombre y Yo, el supremo se había convertido en un símbolo de la lucha de su país (y muchos otros países latinoamericanos) contra las dictaduras militares desde que hubiera de abandonar Paraguay por sus críticas al régimen del general Stroessner. Me gustaron bastantes las palabras que pronunciara Juan Carlos Onetti allá por 1989 alabando Yo, el supremo, considerada la obra cumbre de Roa Bastos, y en la que narra la historia de José Gaspar de Francia, dictador de Paraguay durante 26 años, entre 1814 y 1840:

Y así como un doctor Jekyll por voluntad y sin drogas, Roa Bastos se transformó en José Gaspar de Francia durante meses y años de trabajo prosista admirable. Y es tan bueno el libro que historiadores abundantes en talento y fantasía afirman que Yo, el supremo no pudo ser escrito por Roa Bastos. Aseguran tener pruebas de que cuando el falso autor inició la escritura del libro José Gaspar de Francia lo hizo fusilar frente a un naranjo enano.

Al parecer, Roa Bastos empleó más de veinte mil legajos y documentos para construir la novela. En fin, otro gran escritor que se nos va. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 27 09:40:48 CDT 2005]

Desde que perdiera las más recientes elecciones generales el PP está, como se dice en mi tierra, que no da pie con bolo. En un principio, se lanzaron en una alocada carrera de descalificaciones y acusaciones contra los socialistas que casi llegaban a culparles de haber propiciado el sangriento atentado del 11-M para descabalgar a los populares del poder. Después se sosegaron un tanto, al menos hasta que José María Aznar hizo una visita relámpago desde su retiro estadounidense para revigorizar la moral con su habitual retórica de tierra quemada. Finalmente, llevan ya unos meses en los que no saben bien qué hacer: si criticar al PSOE con dureza, sentarse a negociar al menos las grandes leyes, lanzar dardos contra ministros y políticas concretas o entregarse a la estrategia del apocalipsis según la cual los socialistas de Zapatero no son sino el preludio del juicio del día final. Eso sí, lo que no parecen estar haciendo para nada es presentar una alternativa de gobierno. Viene todo esto a cuento de la reciente oferta de pacto ofrecida por el PP en el País Vasco, y que Alfredo Pérez Rubalcaba acaba de comentar con asombro hoy mismo. La verdad es que no es para menos. Como ha afirmado el portavoz del PSOE en el Congreso:

Lo que no puede ser que es que por la mañana nos digan que hemos ayudado a que ETA se siente en el Parlamento Vasco, que es un disparate, y por la tarde nos ofrezca un pacto. Es incomprensible. O nos mienten por la mañana, o nos mienten por la tarde, o nos mienten por la mañana y por la tarde. (...) Tengo una desconfianza de fondo mucho más si aparecen con imposiciones. Sólo me siento con usted si hace lo que yo digo. Eso no es un pacto. Eso es imponer y exigir. Es un tono difícil de soportar: el insulto permanente, descalaficaciones gravísimas, utilización del terrorismo partidariamente...

Y en ésas estamos, esperando a que Mariano Rajoy finalmente limpie la casa, reflexione un poco y sea capaz de abandonar los continuos zigzagueos que han caracterizado su política en los últimos tiempos. Con suerte, no habrá que esperar mucho tiempo, porque la democracia parlamentaria necesita una oposición constructiva y creíble. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 27 08:31:20 CDT 2005]

La aprobación final por el Congreso de la legislación que permite el matrimonio entre homosexuales ha estado causando cierta división últimamente. Era de esperar, por supuesto. Se sabía de antemano que algún que otro alcalde iba a negarse a celebrar este tipo de matrimonios, como también se sabía que iban a aparecer los consabidos "representantes de la España profunda" haciendo comentarios sobre lo que significa ser un "macho de verdad". Más preocupante me parecen declaraciones como las del cardenal arzobispo emérito de Barcelona. Ricard Maria Carles, comparando la nueva legislación con el holocausto cuando advierte que:

Obedecer la ley antes que la conciencia lleva a Auschwitz.

Nunca me ha gustado el uso y abuso del holocausto para criticar las ideas que no gustan. El tema es demasiado serio como para tomárselo tan a la ligera, y en este caso no hay punto alguno de comparación. Mucho más respetable me parece la posición tomada por el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, haciendo un llamamiento a la serenidad y el diálogo. La Iglesia tiene, sin lugar a dudas, todo el derecho del mundo a pronunciarse sobre temas como éste, por más que duela a los más radicales de entre las conciencias secularistas, pero lo menos que puede pedirse es que se haga un esfuerzo de reflexión seria y no se lancen acusaciones demagógicas como las de Ricard Maria Carles. Aún reconociendo que la nueva ley provoca "un problema serio" entre el Gobierno y la Iglesia, monseñor Amigo ha aprovechado también para afirmar que estos conflictos deben ser una...

...oportunidad de acción para el encuentro, para el diálogo y no levantar muros, no debemos estar en época de muros sino, como decía Juan Pablo II, es tiempo para tender puentes, pero naturalmente con la responsabilidad que a cada uno le corresponde y la fidelidad a los principios de nuestra fe y nuestro evangelio.

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[Fri Apr 22 22:01:07 CDT 2005]

La semana pasada El Cultural publicó una reseña de Fiesta bajo las bombas. Los años ingleses, de Elias Canetti, los manuscritos en los que el autor recreara los años que pasara en Inglaterra. Un párrafo me llamó la atención:

Al evocar la guerra, Canetti elude el dramatismo y los relatos épicos. La contemplación de un combate aéreo no despierta horror, sino excitación. Desde una perspectiva estética, la guerra no está muy lejos de una competición deportiva. Es imposible advertir el espanto de la muerte cuando un avión de combate sólo es una línea blanca en un azul perfecto. El hombre y la máquina se conciertan para describir unos movimientos asombrosos. Son "modernos centauros del cielo". El vértigo que producen sus piruetas borra cualquier consideración moral.

Se trata, precisamente, de las mismas reflexiones que hicieran tanto Ernst Jünger como Martin Heidegger por separado acerca de la sociedad contemporánea y la primacía de lo tecnológico, y de una tendencia que si acaso ha cobrado más y más vigor conforme ha ido pasando el tiempo. De aquí a los comentarios de Baudrillard sobre la Guerra del Golfo y el concepto de simulacro media bien poco. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 18 14:03:23 CDT 2005]

Ayer tuvieron lugar las elecciones autonómicas del País Vasco, y nadie puede decir que los resultados hayan sido sorprendentes. Como de costumbre, se puede apreciar que la sociedad vasca está dividida casi a partes iguales entre quienes apoyan a las fuerzas nacionalistas y los del llamado bando constitucionalista. Cuesta trabajo entender el empeño de Ibarretxe en imponer su proyecto no ya sólo al resto del Estado sino incluso a la mitad de los propios ciudadanos vascos, y estos resultados no hacen sino subrayar la realidad de una sociedad vasca mucho más diversa de lo que quisieran los elementos soberanistas del PNV. En segundo lugar, cabe destacar el retroceso electoral de PNV-EA, sobre todo teniendo en cuenta que sus líderes han querido convertir estas elecciones en una especie de plebiscito de apoyo a sus propuestas soberanistas, derrotadas sin duda alguna en el Congreso de los Diputados. Si Ibarretxe lanzó el órdago soberanista y esperaba recibir un claro apoyo de la ciudadanía en las urnas, queda bien claro que no lo ha obtenido. Ahora toca a los señores del PNV analizar la situación y sacar conclusiones en favor de una posición más posibilista y dialogante. En tercer lugar, el llamado bloque constitucionalista (es decir, PSOE y PP) sube ligeramente en el número de escaños, pero se mantiene o incluso desciende por lo que hace al porcentaje de votos escrutados (un 39,9% frente al 41% de hace cuatro años), al tiempo que experimenta un pequeño cambio de fuerzas interno que casi seguramente refleja los cambios que se han dado en el resto del país recientemente (donde antes el PP tenía más votos y escaños, ahora es el PSOE el que toma el liderazgo). No obstante, me parece que este cambio en el equilibrio de fuerzas entre PP y PSOE no es meramente cosmético, sino que responde más bien a un claro apoyo del electorado a las posiciones más dialogantes de los socialistas frente a la oposición cerril de los populares. Finalmente, y esto me parece de lo más importante, habría que señalar que el Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV) ha obtenido unos resultados bastante decentes: un 12,5% de los votos escrutados y 12 escaños, frente al 10,1% y 7 escaños de EH hace cuatro años. Como afirmaba hace unos días, guste o no guste, el nacionalismo radical cuenta con un apoyo considerable en la sociedad vasca, y una posible solución al conflicto no tiene más remedio que pasar por aceptar esta realidad como punto de partida. En este sentido, las demandas provenientes del PP durante la campaña electoral para que también se ilegalizara la candidatura del PCTV, así como las posteriores acusaciones contra Zapatero y los socialistas, no hacen sino subrayar el dogmatismo de los populares. Sencillamente, no arreglamos nada con mirar para otro lado y hacer como si no vieramos la existencia de un sector importante de la sociedad vasca que se declara a favor de la independencia y está dispuesto a recurrir incluso al asesinato con tal de alcanzarla. La idea puede disgustarnos, pero no queda más remedio que aceptarla como realidad si de verdad queremos llegar algún día a un acuerdo final que solucione el problema. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 18 08:12:57 CDT 2005]

El País publicó ayer una entrevista con el historiador Gonzalo Menéndez-Pidal, hijo del ilustre Ramón Menéndez-Pidal, en la que comparte algunas de sus vivencias durante el azaroso siglo XX, incluyendo recuerdos de la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes, La Barraca y, por supuesto, nuestra Guerra Civil. Pero la anécdota que más me gustó fue la respuesta del poeta, crítico y ensayista Enrique Díez-Canedo a una de las lapidarias (en más de un sentido de la palabra) frases de La Pasionaria:

Fue al principio de la guerra. Pasionaria dijo una de aquellas frases grandilocuentes que buscaban resonancia universal: "¡Más vale ser viuda de héroe que mujer de cobarde!". Y Enrique soltó: "Pues yo prefiero ser soltero de las dos cosas".

Magnífica muestra de ironía socarrona frente al dogmatismo totalitario. Por cierto, que nunca he entendido bien la mitificación de La Pasionaria. Se trata, sin lugar a dudas, de un personaje histórico importante e incluso único, y puedo ver cómo engarza perfectamente con la tradición de mujeres luchadoras que de cuando en cuando aparece en nuestra Historia. Ahora bien, mujeres hay que pudiéramos usar como ejemplo (Victoria Kent es una de las primeras que se me viene a la memoria) sin necesidad de recurrir a casos extremos como el de La Pasionaria, defensora a ultranza de uno de los regímenes más tiránicos y asesinos de la Historia de la humanidad, lo que no quita para que muchos aún la consideren una "luchadora por la libertad". Cosas veredes, amigo Sancho. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 16 11:00:40 CDT 2005]

Juan Palomo hace su habitual repaso semanal a la escena cultural española para las páginas de El Cultural, e incluye una brevísima referencia a Salvador Allende, contra los judíos, los homosexuales y otros "degenerados", de Victor Farías. Este Victor Farías lleva ya tiempo especializándose en sacar a la luz los trapos sucios de personajes famosos (hizo un tanto con el pensador alemán Martin Heidegger hace unos años), lo cual siempre me inspira cierta desconfianza, la verdad. Jamás me he sentido muy atraido hacia la crónica de escándalos, por mucho que nos cuente historias sobre personajes históricos o de nuestra vida intelectual. Poca diferencia hay entre contar los amoríos del último actor de moda o los de un premio Nobel, o al menos así lo entiendo yo. Se trata, en ambos casos, de mera anécdota y chismorreo de lo más bajo. En este caso, no obstante, parece que de verdad hay motivo para echarle en cara a Allende ciertos comentarios de juventud:

Farías ha rescatado para la editorial Áltera la tesis de Allende, Higiene Mental y Delincuencia (1930), en la que, entre otras perlas, el futuro presidente chileno defendía que una de las causas naturales de la delincuencia es "la raza" y que los judíos están genéticamente predeterminados a cierto tipo de delincuencia: "Los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura (...). Estos datos hacen sospechar que la raza influye en la delincuencia".

Claro que, como suele suceder en estos casos, no se sabe hasta qué punto Farías está siendo justo con el personaje que retrata. Una vez más la única forma de responder a esta pregunta sería leer el libro. Sorprende, sin embargo, el hecho de que se saquen a colación unas afirmaciones que Allende hiciera allá por 1930, cuando apenas contaba con 22 años, y casi cuatro décadas antes de que alcanzara la presidencia. Bien está que sepamos ver los claroscuros de cualquier personaje histórico, y bien está también que nos esforcemos en relativizar su grandeza y desmitificar leyendas. Ahora bien, no veo por qué ello haya de hacerse a fuerza de sacar los trapos sucios de juventud como si los individuos no maduraran y cambiaran de opinión durante sus vidas. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 11 19:09:05 CDT 2005]

Babelia publicó el sábado pasado una entrevista con Juan Marsé, quien acaba de publicar su último libro, Canciones de amor en el Lolita's Club, la historia de un policía alcohólico y violento que se redime gracias a su gemelo, un discapacitado mental enamorado de una joven prostituta. La primera línea del libro nos presenta una imagen impactante que me llamó la atención:

El comportamiento de un cadáver en el mar es imprevisible...

{enlace a esta historia}

[Mon Apr 11 15:19:02 CDT 2005]

Soldados veteranos y supervivientes del campo de concentración acaban de celebrar el sexagésimo aniversario de la liberación de Buchenwald, ocasión que ha aprovechado Jorge Semprún, quien sufriera las penurias del campo durante 15 meses en carne propia, para expresar su esperanza de que dentro de diez años sea posible unificar los actos conmemorativos de toda Europa, incluyendo el gulag soviético.

Eso significaría, por una parte, que dejaríamos de sufrir esta parálisis parcial y, por otra, que Rusia habría dado un paso decisivo en el camino hacia la democracia.

Habrá que esperar y ver si el sueño de Semprún se convierte en realidad, pero qué duda cabe que representaría un enorme paso para Europa y la Humanidad. Ya va siendo hora de que asumamos públicamente los crímenes del comunismo como lo que realmente fueron, consecuencia directa de una ideología asesina tan moralmente reprobable como el nazismo, pues bien poca esperanza nos cabe hasta que seamos capaces de rechazar dogmatismos y extremismos criminales provenientes de uno y otro lado del arco político. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 11 14:38:10 CDT 2005]

Hoy leemos en la prensa que Ángel Acebes, Secretario General del PP, hace responsable a Zapatero de la "supervivencia de ETA" en las instituciones, después de que tanto él como Rajoy y otros líderes populares hicieran un llamamiento en favor de la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas, a cuyo favor están ahora pidiendo el voto los miembros de Batasuna. Para más inri, Acebes ha afirmado públicamente que considera a Zapatero "directa y personalmente responsable". Uno se pregunta cuánto tiempo tardarán ciertos elementos del PP en darse cuenta de que el problema último no es la existencia de Batasuna o cualquier otra lista sino el apoyo real que éstos tienen entre los ciudadanos. De bien poco vale mirar hacia otro lado y negarse a ver la realidad tal y como es. Únicamente seremos capaces de solucionar el problema vasco cuando entendamos bien a las claras que de hecho existe un apoyo popular serio y contundente en favor de la independencia, y que un buen número de ciudadanos vascos estarían dispuestos a alcanzar dicha independencia incluso al precio de asesinar a otros seres humanos. Cuidado, porque no estoy diciendo que todo esto justifique el asesinato político, sino tan sólo que se trata de una realidad social que hemos de asumir y entender. Nada conseguimos con ocultarnos a nosotros mismos lo que está sucediendo en las calles y plazas vascas a diario. Claro que esto casi obligaría a los líderes del PP a aceptar lo que no quieren ni siquiera considerar: una salida negociada al conflicto. En cualquier caso, cuesta trabajo entender cómo sería posible en un Estado democrático y de Derecho el prohibir a un determinado partido político (me estoy refiriendo al PCTV) presentar sus candidaturas en elecciones abiertas con el único argumento de que otros individuos están pidiendo el voto a su favor. Ningún tribunal, por lo que yo sé, ha sentenciado en contra del PCTV ni ha encontrado evidencia alguna de que estén relacionados con ETA, por lo que no queda más remedio que aceptar sus candidaturas. Si rompemos la baraja no hay juego que valga, y eso no puede ser por más que pataleen Acebes y sus colegas. Los únicos que podrán ser "directa y personalmente responsables" de la presencia de diputados del PCTV en el Parlamento vasco serán los ciudadanos, que para eso vivimos en democracia. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 11 13:10:48 CDT 2005]

De cuando en cuando salta a los titulares una historia tan chistosa que nos hace mirar el calendario para asegurarnos de que no estamos en el día de los Inocentes. Hoy, por ejemplo, nos encontramos con que la Sociedad para la Administración de los Derechos de Reproducción de Autores, Compositores y Editores francesa ha solicitado el pago de mil euros al actor y director Pierre Merejkowsky por su aparición silbando La Internacional en una de sus películas. Al parecer, la partitura escrita por Pierre Degeyter, con letra de Eugene Pottier, no podrá usarse libremente hasta el 2014. Los líderes de la revolución han sido devorados por el sistema. ¿Qué mayor paradoja? {enlace a esta historia}

[Thu Apr 7 22:01:08 CDT 2005]

Entre tanta loa al fallecido Papa, me encuentro con una buena lista de los libros escritos por Juan Pablo II entre la que destaca, o al menos eso me lo parece a mí, Meditación sobre el sacramento del matrimonio, considerada su más famosa obra teatral, en la que:

... reflexiona sobre el amor fiel a través de la historia de tres matrimonios que experimentan la luz y las sombras del amor.

Muchos se preguntarán qué demonios puede saber un sacerdote católico célibe acerca del matrimonio, y eso es precisamente lo que me parece más interesante. Tendría que leer la pieza teatral para hacerme una idea, pero no veo por qué hemos de asumir a priori que Karol Wojtyla haya de ignorar por completo los problemas, inquietudes y alegrías de la persona casada simplemente porque él nunca contrajo matrimonio. Creo que se trata, precisamente, de uno de los defectos de nuestra era, tan centrada como está en el concepto de identidad, en la experiencia personal e intransferible, en el egotismo tribal en definitiva. Baste pensar que, si entendemos la experiencia directa como única fuente posible de conocimiento, más vale que no perdamos tiempo alguno transmitiendo historias acerca del holocausto nazi o el gulag estalinista. Y, sin embargo, ¿qué sentido puede tener un mundo tan ciego y moralmente desorientado? ¿De qué serviría entonces tanto sufrimiento? ¿Qué habríamos aprendido de tantos críemenes como sucedieron en el siglo XX?

Por cierto, que José Andrés Gallego escribe otro artículo titulado Para entender a Juan Pablo II en el que recopila una buena cantidad de obras sobre el recién fallecido Papa y en el que me encuentro con el siguiente comentario que me parece bastante inteligente:

Se trata de abandonar el normativismo moral en que cayó gran parte del pensamiento cristiano con la Reforma protestante y basar la ética en la dignidad de la persona (concepto clave en [Max] Scheler) y en la relación interersonal: en la paz, la solidaridad y en la amistad como expresiones del amor, que es lo que nos constituye como personas según la filosofía personalista.

Me parece interesante esta reflexión como destructora del mito, tan extendido en la sociedad moderna, de que el catolicismo es tradicionalista y medieval mientras que el protestantismo es mucho más moderno y progresista. De hecho, como indica José Andrés Gallego, no es casualidad que el personalismo, el cristianismo cálido, apareciera en el seno del catolicismo, como tampoco lo es que lo que él denomina "normativismo moral" (y que otros preferirían calificar de dogmatismo moral) sea tan preponderante en las diversas sectas protestantes. A la luz de esta reflexión, nada tiene de extraño pues que la sociedad estadounidense, tan imbuída en protestantismo, se caracterice por un cierto puritanismo cerril en ocasiones. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 7 21:37:29 CDT 2005]

Aprovechando una recensión sobre El porvenir del español, de Juan Ramón Lodares, el crítico Ricardo Senabria se lanza a una elegía del idioma intentando ridiculizar a quienes, como yo, prefieren entender a España como una realidad plurinacional y plurilingüística:

Cualquier persona culta o, simplemente, interesada por el español —español, sí, no esa designación interesada, mixta de cursilería e impropiedad léxica, que es "castellano"—, encontrará aquí la explicación de muchos problemas actuales, más políticos que lingüísticos, creados o alentados por grupos diversos que han acabado por dar la razón a Steiner cuando aseguraba que los principales enemigos del español —caso insólito y estupefaciente, pero cierto— se hallan dentro de España.

Dejemos de lado las afirmaciones que hace en otra parte del artículo contra la tentación a "legislar sobre el idioma" que, indudablemente, tiene poco sentido. El caso es, no obstante, que si bien fueron discusiones políticas las que sacaron a la palestra el tema del carácter plurinacional y plurilingüístico de nuestro país durante los años de la transición, ello no quita para que con ello se apunte a una realidad indiscutible que sólo quien continúa empeñado en negar la evidencia es capaz de mantener. Y que conste, no es necesario ser nacionalista (yo, desde luego, no lo soy) para percatarse de esto. Ya desde sus inicios con los Reyes Católicos España fue un Estado plurinacional que contenía diversas culturas y unidades lingüísticas, y lo que hoy denominamos "español" era la lengua que se hablaba en Castilla y, después los otros territorios que fueron conquistados por dicha Corona, mientras que en otros territorios se hablaban otras lenguas y, debido a la primacía económica, social y política de la Corona castellana, también se llegó a hablar el castellano (por no hablar de lo sucedido después de la Guerra de Sucesión con la llegada al trono de los Borbones y su mentalidad centralista). A mí no me duelen prendas en hablar del "español" cuando lo crea necesario debido al contexto (sobre todo en el extranjero), pero tampoco tengo problema alguno usando el término "castellano" cuando hablo con otros ciudadanos españoles. Para mí, tan español es un vasco como un catalán, un gallego, un extremeño o un andaluz, pero solamente puedo afirmar eso si al mismo tiempo entiendo la naturaleza de lo español como algo abierto y tolerante, capaz de aglutinar tanto a Quevedo como a Maragall, Pío Baroja como Josep Pla. ¡A ver cuándo abandonamos las poses de salón y comenzamos a respetarnos los unos a los otros! {enlace a esta historia}

[Thu Apr 7 21:24:33 CDT 2005]

Leyendo una crítica de la segunda edición en español de la biografía de Hitler escrita por Joachim Fest (la primera la publicó la editorial Noguer allá por 1973), me encuentro con un par de curiosísimas perlas. En primer lugar, se menciona la existencia de una biografía/informe sobre el dictador nazi que encargara Stalin al finalizar la Segunda Guerra Mundial cuyo único ejemplar guardó el tirano soviético en su archivo personal y que no ha vuelto a ver la luz hasta que dos historiadores alemanes, Henrik Eberle y Matthias Uhl, lo encontraron recientemente y decidieron publicarlo con el título El libro Hitler. El segundo dato curioso, y que quizás yo no sea el único en ignorar es que aparte del atentado de julio de 1944 en el cuartel general de Hitler en Prusia Oriental, hubo otro intento contra su vida en 1939 cuando una bomba estalló en la cervecería Burgerbraukeller de Munich, donde Hitler se reunía todos los años con la plana mayor de su partido. Ese año, sin embargo, el Führer abandonó la reunión diez minutos antes de lo previsto. Pero más interesante aún me parece el hecho de que el autor del atentado, un tal Georg Elser, fuese detenido ese mismo día, pero no fuera ejecutado hasta pocos días antes de la capitulación final. No puedo evitar preguntarme qué fue de ese pobre hombre durante todos esos años, estando como estaba en manos de la Gestapo nazi. Ahí hay, sin duda, material suficiente para una buena labor de investigación e incluso tal vez una buena novela. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 7 21:10:28 CDT 2005]

El Cultural publica esta semana una entrevista con el escritor argentino Ricardo Piglia, quizás más conocido por el escándalo de la concesión del premio Planeta Argentina que por otra cosa. En cualquier caso, Piglia, quien acaba de publicar un ensayo sobre la lectura titulado El último lector, hace un interesante comentario acerca de los clásicos:

Siempre leemos en el fondo los mismos libros, leemos todos los libros com si fueran variantes de cinco o seis libros esenciales. Y esos libros serían los clásicos para cada uno.

Y hablando del escándalo sobre la concesión del premio, que muchos consideran amañado y al parecer ha sido incluso aceptado como tal por un juez argentino, la entrevistadora, Nuria Azancot, hace una afirmación que me parece harto discutible:

En El Cultural defendimos que si el Planeta hubiese estado dado de antemano es un premio privado y al ser una editorial privada puede hacer lo que quiera...

No, mire usted, no. Si Planeta Argentina quiere concederle una buena cantidad de dinero a un escritor y promocionar de paso su novela, pues está en su derecho, pero de ahí a montar todo el paripé de lo que se presenta públicamente como un premio que sólo puede ganarse convenciendo a un jurado neutral media un abismo. No olvidemos, entre otras cosas, la enorme cantidad de escritores desconocidos que enviaron sus obras al jurado con toda la ilusión del mundo, pensando honestamente que se trataba de una oportunidad de oro para darse a conocer en el mundo de las letras. Casi da asco ver cómo la desorientación moral y la adoración al becerro de oro del libre mercado puede llegar tan lejos. ¿Acaso no olvidan los señores de El Cultural algo mucho más importante que el carácter público o privado del premio, la mera integridad moral en el tratamiento que damos a los demás?. Pareciera que hemos perdido la brújula por completo. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 6 16:06:08 CDT 2005]

Josep M. Colomer publica un interesantísimo artículo hoy en El País sobre la historia de la elección papal. Al parecer, la Iglesia original elegía a los papas democráticamente en unas elecciones más o menos abiertas donde participaban todos los fieles. Sin embargo, incluso antes de que el cristianismo fuera oficialmente aceptado por el emperador Constantino, esto condujo a numerosas disputas, tumultos y cismas. De hecho, hasta el siglo XII fueron proclamados un total de treinta y un "antipapas". Para empeorar las cosas, durante un solo período de cien años en torno al año 1000, un total de doce papas fueron expulsados, cinco fueron enviados al exilio y otros cinco fueron asesinados. Tal fue el grado de inestabilidad y división interna causado por estas disputas de poder que ya en el siglo XI se ensayó la primera reforma: eliminar el carácter asambleario de las elecciones y ponerlas en manos de los cardenales. En un principio, el Papa debía ser elegido por unanimidad, pero después se introdujeron otras reformas para que bastara con el apoyo de dos tercios del colegio cardenalicio, idea introducida por Alejandro III en 1179. No obstante, ni siquiera esta medida pudo evitar las desavenencias que dieron pie a duraderas vacantes en la Santa Sede de hasta varios años, obligando a Celestino V a imponer en el siglo XIII el encierro bajo llave de los cardenales hasta que fueran capaces de tomar una decisión final (de ahí la denominación de cónclave, del latín cum clavis, bajo llave). En fin, que se trata de un interesante repaso del modo de elección del Papa a través de la Historia. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 4 15:39:02 CDT 2005]

Según anuncia hoy El País, el PSOE se propone defender en el Parlamento la idea de que la asignatura de religión no tenga alternativa. Ni que decir tiene que tanto la jerarquía de la Iglesia como los líderes del PP pondrán el grito en el cielo, pero me parece de lo más sensato. Por lo que se publica,

Según el anteproyecto de la nueva norma, la asignatura de Religión será de elección voluntaria por parte de los alumnos y de oferta obligatoria por los centros escolares. Será evaluable pero su nota no contará para pasar o repetir curso (hoy por hoy sí que se valora). Tampco tendrá efecto alguno a la hora de obtención de becas, ni acceso a la universidad.

No acierto a ver qué puede ser tan revolucionario en la propuesta socialista, sobre todo en el contexto de un Estado aconfesional tal y como se establece en nuestra Constitución. De hecho, cabría pensar que nuestra legislación va mucho más allá de lo aceptable en un Estado democrático y de Derecho al financiar con fondos públicos una educación religiosa de claro carácter confesional que, para colmo, está impartida por personal elegido por la Iglesia católica. Entiendo perfectamente que esto se debe a los acuerdos firmados con la Iglesia, y por tanto ha de cumplirse. No obstante, eso no significa que debamos aceptar una posición como la mantenida por los líderes del PP que ignora por completo el carácter aconfesional del Estado y supedita nuestra política educativa a los intereses de una determinada confesión religiosa, por muy mayoritaria que sea en la sociedad española. Y es que parece que nuestros conservadores no aciertan a entender la raíz del problema: no se trata de que una u otra religión cuenten con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, sino que lo que estamos discutiendo es más bien la naturaleza aconfesional de nuestro Estado. Son dos cosas bien distintas. Bien est&aaque; que se imparta educación religiosa en nuestras escuelas, pero me parece harto discutible que deba estar a cargo de una iglesia determinada, solamente trate otras religiones de forma parcial y encima se tenga en cuenta para la obtención de becas o para el acceso a la universidad. Dicho esto, me mantengo en la opinión que ya mantuve en otras ocasiones: para mí, lo ideal sería sustituir la asignatura de religión con una de Historia de las religiones o, quizás, Investigación del fenómeno religioso. En fin, siempre se puede soñar... {enlace a esta historia}

[Fri Apr 1 16:18:32 CST 2005]

Babelia, el suplemento cultural del diario El País, publicó hace un par de semanas una encendida defensa de la cultura francesa por Mario Vargas Llosa que llama la atención en estos días en los que tan de moda parecen estar los sentimientos anti-galos entre los conservadores, al menos aquí en los EEUU. Entre otras cosas, Vargas Llosa elogia a la intelectualidad francesa por "disipar las legañas que velaban a hombres y mujeres la comprensión de la realidad", lo cual sin lugar a dudas pondría los pelos de punta a muchos neoconservadores estadounidenses. En cualquier caso, el escritor peruano tiene la valentía de reconocer tambiés sus errores de juventud:

La polémica entre Sartre y Camus sobre los campos de concentración en la URSS me produjo un prolongado trauma ideológico, que continuó resonando en mi memoria mucho tiempo, como un fermento activo e inquietante, al punto que, treinta años después de haberle dado la razón a Sartre, terminé dándosela a Camus.

Como suele suceder a menudo en estos casos, fue precisamente su estancia en París la que enseñó a Vargas Llosa lo que tenía en común con otros latinoamericanos:

Cuando conseguí, por fin, realizar mi sueño de vivir aquí, lo primero que me enseñó Francia fue, más bien, a descubrir América Latina y a descubrirme yo mismo como latinoamericano. Lo escribió Octavio Paz, presentando una antología: "París, capital de la cultura latinoamericana". No exageraba: aquí los artistas y escritores de América Latina se conocían, trataban y reconocían como miembros de una misma comunidad histórica y cultural, en tanto que, allá, vivíamos amurallados dentro de nuestros países, atentos a lo que ocurría en París, Londres o Nueva York, sin tener la menor idea de lo que ocurría en los países vecinos, y, a veces, ni en el nuestro.

Pero lo que de verdad me importa aquí es la defensa que hace de la cultura francesa:

Muchas cosas he aprendido de la cultura francesa, pero, la que más. a amar la libertad por encima de todas las cosas y a combatir todo lo que la amenaza y contradice. Y, también, que la literatura, si no es, en todas las circunstancias, una manera de resistir el conformismo, de alborotar el cotarro y subvertir los espíritus, no es nada. Esa tradición insumisa, libertaria, rebelde, y su vocación universal, es para mí, entre los varios afluentes del gran río de la cultura francesa, el más fértil y sigue siendo el más actual. (...) Ninguna otra literatura ha sido, en el curso de su historia, menos nacionalista ni más universal que la francesa, y dudo que haya otra que, en todas sus etapas históricas, haya servido más efectivamente de contrapeso al poder, a todos los poderes, como aquella que ha enriquecido a la humanidad con las plumas de Molière, de Pascal, de Diderot, de Proust, de Michelet, de Céline, de Antonin Artaud y tantos otros. No sólo la belleza de sus formas artísticas o la elegancia de sus ideas le dio irradiación universal; también, su espíritu crítico, su anticonformismo, ese permanente cuestionamiento de lo que Flaubert llamaba "les idées reçues" (las ideas recibidas).

Él mismo nos cuenta, no obstante, cómo esa tradición fue duramente atacada por el postestructuralismo de los años setenta y ochenta, momento en el cual la literatura de calidad se vio sustituida por la pirotecnia crítica. Por cierto, que Vargas Llosa nos cuenta una tierna anécdota de su infancia que bien pudiera haber ocurrido en la España franquista:

Cuando era niño, insistía para que mi abuela viejecita, una excelente contadora de cuentos, me contara una y otra vez la historia de un antepasado al que ella, para decir que se trataba de un hombre de costumbres poco recomendables, llamaba un "liberal". Este caballero, una mañana, a la hora del almuerzo advirtió a su mujer y a sus hijos que salía un momento a la Plaza de Armas de Arequipa a comprar un periódico. La familia nunca volvió a saber de él, hasta que muchos años después, cuando se enteró que el desaparecido había muerto en París. Lo más bonito del cuento era el final. "¿Y a qué se escapó a París ese tío liberal, abuela?". "A qué iba a ser, hijito. ¡A corromperse!" El amor a Francia tiene una antigua tradición en la familia de este escribidor, que les agradece una vez más el inmerecido honor que hoy le confieren.

Claro que por estas buenas tierras de Dios se piensan que únicamente los EEUU han servido de lugar de acogida a las masas de exiliados y harapientos que huían de las dictaduras y la pobreza. Imagino que el atreverse a conocer lo que se mueve más allá de sus fronteras no haría sino destrozar los cómodos mitos sobre los que se ha asentado la sociedad estadounidense durante tanto tiempo. A lo mejor el odio acérrimo hacia lo francés que parece caracterizar a los neoconservadores viene precisamente de ahí.

Y, a propósito de Vargas Llosa, mientras buscaba el artículo que menciono arriba en el sitio web de El País me encontré accidentalmente con otro del director de cine Fernando Trueba rebatiendo las ideas del escritor peruano acerca de la excepcionalidad cultural. Afirma Trueba de forma ciertamente humorística (si bien no menos falto de razón) que podemos estar ante lo que él denomina "el extraño caso del Doctor Vargas y Míster Llosa", pues el novelista no para de defender la primacía del mercado aplicada a prácticamente todo, incluyendo por supuesto los bienes culturales, al tiempo que se esfuerza en defender una cultura diversa y de calidad frente a uniformizaciones consumistas. Y menciono esto aquí porque entronca directamente con el artículo de Vargas Llosa con el que comencé estos párrafos, pues el mismo individuo que elogia a Francia como tierra de libertad y de acogida a extraños también explica en otras ocasiones cómo la política de excepcionalidad cultural no puede llevar sino al ensimismamiento y la intolerancia en nombre de los principios nacionales. Sin embargo, como replica Trueba:

Pero lo cierto es que Francia ha sido tradicionalmente tierra de acogida para artistas e intelectuales de todo el mundo y no hace falta citar nombres, de Picasso a Kundera, de Cioran a Semprún. La lista llenaría este periódico. ¿Cuál es el chovinismo francés al que se refiere Vargas Llosa? ¿El que ha permitido rodar en Francia a Polanski y a Losey, a Kieslowski y Kiorostami, a Bertolucci y Buñuel? ¿La que co-financia películas de David Lynch, Pedro Almodóvar o Woody Allen? Pero es que además si en los años sesenta surgión un incipiente cine africano, hoy una realidad, se debe sobre todo a la denostada política cultural francesa. Probablemente el cine iraní de estos años, uno de los más interesantes y vivos de la actualidad, no sería igual sin la colaboración francesa. Muy lejos del tradicional tópico del "chovinismo" que tanto suele reprochárseles, los franceses han dado una vez más una gran lección de apertura, universalidad y generosidad. Entregar el mercado audiovisual europeo a las compañías americanas no significa sólo la desaparición del cine en Europa, sino también en gran parte del planeta.

He de reconocer que yo mismo no lo tengo claro del todo, moviéndome permanentemente entre la defensa de las políticas de excepcionalidad cultural que proponen los franceses (y que parece contar con el claro beneplácito al menos de la izquierda española) y las posiciones más liberales como la de Vargas Llosa que prefieren dejar decidir a los mercados (esto es, a los individuos) en última instancia. Eso sí, he de reconocer con Fernando Trueba que los furibundos ataques de los neoliberales contra lo que ellos prefieren denominar el burocratismo de administraciones, gobiernos y parlamentos tiene una buena carga de hipocresía, pues se trata de los mismos individuos que no se lo piensan dos veces antes de lanzar proclamas a favor de la Libertad, equiparándola precisamente a la existencia de esas mismas instituciones a las cuales reprochan su "burocratismo" cuando les conviene. {enlace a esta historia}

[Fri Apr 1 13:39:23 CST 2005]

Carlos Díaz, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense, publica hoy en El País un artículo sobre el personalista Mounier que nos debe hacer reflexionar sobre cómo ha cambiado el panorama intelectual cristiano en las últimas décadas, por lo menos aquí en los EEUU. Y es que al menos por estos lares se ha pasado de un cristianismo cálido, humano, abierto, tolerante y solidario a otro de talante justiciero y teocrático, ¿o es que quizás ese cristianismo abierto jamás se dio aquí en los EEUU? No sé, la verdad, pero se echa de menos en estos días de revivales bíblicos y espíritu cruzado una actitud ciertamente más tolerante como la que caracterizó a Emmanuel Mounier y todo el elenco de intelectuales que se aglutinó en torno a la revista Esprit: Aron, Gurvitch, Lévinas, Lévi-Strauss, Marcel, Maritain, Mauriac, Morin, Ricoeur, Teilhard de Chardin... Se trata de los pensadores que, en medio de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, haciendo frente a los rigores de una Guerra Fría que enfrentaba a dos sistemas que les parecían igualmente repudiables (si bien, todo hay que decirlo, nunca fueron tan inocentes como para creer que el comunismo totalitario era moralmente equiparable a la democracia capitalista), tuvieron el valor de afirmar la primacía del ser humano como individuo, como persona, fundando de este modo lo que después se pasaría a llamar personalismo. ¡Queda todo tan lejos del dogmatismo apocalíptico de los conservadores norteamericanos! Como señala Carlos Díaz:

El burgués es capaz de todo con tal de que ego nadie se lo limite; está dispuesto a blindarse, y si hace falta, a partirse en dos, sus cuentas con el diablo, su espiritualidad con Dios, "lo malo —dice Mounier— es que una verdad dividida en dos no hace dos verdades, sino dos errores; y éstos, una vez desgajados del eje viviente, proliferan en todas las confusiones y en todos los engaños".

Tengo que agradecer al profesor de Filosofía que tuve en el instituto (don Vicente, quien también enseñaba Latín y Lengua Española) el haber mencionado a los personalistas en alguna que otra ocasión precisamente en la época en que yo comenzaba a sentirme atraído hacia las figuras del marxismo humanista, como Erich Fromm o Herbert Marcuse. Ni por educación ni por naturaleza creo que hubiera sido capaz de haber caído presa del marxismo más acartonado o el izquierdismo radical, pero sí que me parece que el haberme visto expuesto al pensamiento de individuos con la enorme integridad humana que tenían Mounier o Maritain, por poner tan sólo un par de ejemplos, me ayudó a marcar distancias aún más con el mundillo radical que después me encontraría durante mis primeros años en la Universidad. Así pues, aquí va mi sentida gratitud hacia el bueno de don Vicente, por más que estuviera en desacuerdo con algunas de sus opiniones políticas. {enlace a esta historia}

[Fri Apr 1 13:13:11 CST 2005]

No he podido evitar una pícara sonrisa al leer el siguiente comentario en una entrevista con el dramaturgo Ignacio Amestoy:

En Ridruejo, traté de la conversión de un fascista, efectivamente, en un demócrata. Ridruejo, si no muere en el 75, hubiera estado en la UCD, o en el PSOE. ¡O en los dos, como su seguidor Paco Ordóñez!

¡Hay que ver la sorna que ha tenido que aguantar Paco Ordóñez! Claro está que pasarse de la UCD al PSOE y llegar a ser ministro con ambos partidos se las trae, pero tampoco es menos cierto que la distancia entre uno y otro no era tan exagerada, al menos cuando pensamos en el PSOE moderado y responsable que llegara al poder en 1982. Casos más escandalosos hay, y no parece que se saquen a colación tan a menudo, como el de Jorge Verstringe, que comenzara su andadura política en las filas de la extrema derecha, después llegara ni más ni menos que a Secretario General de Alianza Popular y delfín de Fraga, para pasarse a las filas socialistas unos años después autoclasificándose como "socialdemócrata". ¡Menudo viajecito el de Verstringe! En fin, supongo que cualquier tiene derecho a corregir sus posiciones políticas de antaño, aunque en este caso cueste trabajo justificarlo todo como un simple error de juventud, pues Verstringe ya era mayorcito cuando le dio por zarandearse de un lado a otro del arco político. {enlace a esta historia}

[Fri Apr 1 11:43:34 CST 2005]

El lingüista José Antonio Millán ha presentado una nueva edición de El Quijote de Avellaneda, lo cual no está de más precisamente en el año en que se celebra el centenario de la publicación de la obra de Cervantes. Se trata, no obstante, de una obra casi desconocida y poco leída, por no decir casi desprestigiada, a pesar de todos sus méritos:

"El autor demuestra conocer muy bien el libro y el recuerdo a las aventuras pasadas por Quijote y Sancho en la primera parte es constante. Yo comparo la práctica de coger una obra ajena para continuarla —algo muy habitual en los libros de caballerías y todavía vigente en el siglo XVII— con el fenómeno que se da en Internet y que se conoce como fanfic: la escritura de secuelas por parte de admiradores. Sucede mucho con Harry Potter. No deja de ser una forma de homenaje".

"Se dice que Avellaneda tiene un humor más grueso que Cervantes, pero no creo que mucho más;. Es más verde, eso sí, libidinoso, como decía Menéndez y Pelayo, se demora en las escenas eróticas de los cuentos intercalados en la novela", afirma Millán. "También se inventa el modelo de la acogida de Quijote y Sancho por parte de nobles, que les fabrican aventuras a medida, y que Cervantes utilizará en la aventura de los duques de su segunda parte".

En todo caso, como señala Millán llama la atención que todavía hoy en día no esté nada claro quién pudo haber escrito esta obra y firmarla como Alonso Fernández de Avellaneda. El hecho mismo de que un total de cien nombres hayan sido barajados en un momento u otro como posibles autores del libro, nos da a entender la alta calidad de la prosa de la época. {enlace a esta historia}