Cuaderno de Bitácora

[Fri Apr 30 21:39:04 CDT 2004]

Si ayer alababa la propuesta del nuevo Gobierno de reducir el IVA que grava a libros y discos, hoy no me queda más remedio que criticar con dureza la tremenda irresponsabilidad que supone el hacer un anuncio tal sin siquiera comprobar antes si se tiene la potestad legislativa para ello. Primero fue la Comisión Europea la que tuvo que salir al paso de las declaraciones de la nueva ministra de Cultura para aclarar que es precisamente la legislación comunitaria la que establece el IVA en estos productos, y aunque es posible rebajarlos a un mínimo del 5%, no es posible el ir más allá. Y hoy mismo ha sido la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, la que ha tenido que salir a la palestra para reconocer que se trata solamente de "la expresión de un deseo" y que se va a "tratar de modificar esa legislación europea". En fin, que no hay más remedio que estar de acuerdo con el portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, cuando afirma que "la falta de preparación de algunos miembros del Ejecutivo es bochornosa". Eso sí, me preocupa también el hecho de que los populares no han dado tregua alguna al nuevo Gobierno, ni tan siquiera los cien días de costumbre. Me sigue gustando poco la estrategia de la tensión que parecen estar practicando desde el PP en los últimos años. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 29 20:55:45 CDT 2004]

Estoy escuchando Radio Nacional de España en estos momentos, y uno de los invitados especiales al programa nocturno está hablando sobre el estado general de la informática en nuestro país. No he prestado atención al nombre del individuo, pero sí que me ha parecido enormemente interesante uno de los temas que ha planteado: en nuestras escuelas no se enseña tanto informática como ofimática. En otras palabras, en lugar de enseñar las bases de la ciencia de la informática se está enseñando a los jóvenes cómo usar determinadas aplicaciones ofimáticas (Microsoft Word y Excel, principalmente). Ni que decir tiene que no se trata de esto, sino de proveer a futuras generaciones un conocimiento básico de las teorías que subyacen a estas aplicaciones. Es el equivalente de enseñarles cómo conducir un coche y pretender que con ello les hemos enseñado física y mecánica. Lo que hace falta es un programa serio que trate temas como el diseño de los procesadores y otros dispositivos, el concepto de sistema operativo, elementos principales de la programación, etc. Para ello, no me cabe duda alguna de que nuestras escuelas deberían hacer un mejor uso del software libre, pues se trata de la única forma de que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de practicar con las entrañas de un sistema operativo para ver cómo funciona. [enlace a esta historia]

[Thu Apr 29 20:45:53 CDT 2004]

Si a principios de este mes escribí sobre la iniciativa de El Cultural de preguntar a personajes de la cultura sobre por lo que consideraban como las iniciativas más importante en su campo, hoy ha sido la propia Ministra de Cultura, Carmen Calvo, la que ha hecho pública una de esas medidas que ya mencionaran algunos intelectuales durante aquélla encuesta informal: el abaratamiento de libros y música mediante la reducción del IVA. Habrá que ver, por supuesto, hasta qué punto el nuevo Gobierno es capaz de mostrar también la responsabilidad fiscal de financiar esta disminución en la recaudación con reducciones del gasto público en otras partidas, pero en principio la medida parece bastante atractiva. Por cierto, que la ministra también anunció el llamado 1% cultural, que consiste en dedicar dicho porcentaje de todas las obras públicas del Estado a obras de restauración y conservación del patrimonio cultural. En fin, habrá que esperar un poco a ver los resultados de estas medidas. {enlace a esta historia}

[Wed Apr 28 20:48:45 CDT 2004]

Ayer no tuve más remedio que reírme a mandíbula batiente escuchando las noticias durante el camino de vuelta a casa. Estaban discutiendo la rehabilitación internacional de Libia, y al presentador se le ocurrió preguntarle a un analista si ello también supone el que se le remueva de la lista de países que patrocinan el terrorismo elaborada por la Secretaría de Estado norteamericana. La respuesta fue que es más fácil incluír a un país en la susodicha lista que removerlos, y que hasta el momento sólo había sucedido una vez. Y he aquí que el analista en cuestión contó lo que a él le pareció un mero dato informativo, y que a mi me hizo echar unas cuantas risotadas. Resulta que el país al que se refería era Irak, quien había estado en la lista, fue removida durante los años ochenta cuando lanzó la guerra contra Irán y a los gobernantes estadounidenses de turno les pareció oportuno apoyarles, y después se les incluyó en la lista nuevamente cuando sus tropas invadieron Kuwait. ¡Ahí queda la claridad moral de la que tanto presumen los mandamases de Washington! {enlace a esta historia}

[Tue Apr 27 21:12:58 CDT 2004]

¿Cuántas veces no habremos oído hablar del imperialismo cultural norteamericano y la necesidad de una política de defensa de las culturas nacionales europeas? El tema se ha debatido ya hasta la saciedad, pero no ha sido hasta hoy que me cruzado con un artículo que expone un punto de vista bastante original acerca del asunto. Se trata de A Common Culture (From the U.S.A.) Binds Europeans Ever Closer, de Alan Riding, publicado en las páginas de The New Tork Times. Mientras tanta y tanta gente se preocupa de la presencia aplastante de productos culturales estadounidenses en Europa, sobre todo en el ámbito cinematográfico, Riding se pregunta sobre las razones que puedan explicar el desconocimiento mutuo entre las distintas culturas nacionales europeas. Por poner un ejemplo, en el año 2002, tan bueno para el cine francés, el 50% de la recaudación en el país galo fue a largometrajes estadounidenses, el 35% a franceses, el 4.9% a británicos, el 0.8% a alemanes, y el 0.2% a los italianos. La situación fue si cabe peor este año pasado en España, donde el 67% de la recaudación se marchó a los EEUU, el 15.8% a películas nacionales, el 5.7% a Gran Bretaña, el 2.6% a Francia y el 1.2% a Alemania. Y esta tendencia no se observa solamente en el ámbito cinematográfico, sino que se extiende también a otras esferas, como la música, el teatro o la literatura. En otras palabras, que el proceso político y económico de integración europea brilla por su ausencia en el ámbito cultural. ¿Pero hasta qué punto debe preocuparnos esto? Como afirma Riding,

Perhaps it represents the cultural diversity that Europeans continue to covet. Yet if Europeans remain focused on the riches of the past and ignore one another's contemporary work, there may also be a price. As Europe moves toward "ever closer union," unless it also communicates culturally, popular taste will become ever more American.
No estoy tan seguro de que la progresiva americanización de la cultura europea sea necesariamente la única conclusión. Después de todo, las cifras que mencioná algo más arriba aún incluyen un buen porcentaje de arte nacional. La ausencia de una conciencia cultural europea no ha de conllevar automáticamente la imposición de los valores y creaciones estadounidenses, pero sí que parece apuntar hacia una situación en la que nuestros países podrían acabar con dos identidades culturales: una nacional, localista y enraizada en los valores tradicionales e históricos; y otra, proveniente de la hegemonía estadounidense en la industria cultural, que sirva de único elemento común entre los Estados miembros de la Unión. No estoy tan seguro de que semejante cuadro redunde en beneficio de los intereses europeos. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 27 18:14:55 CDT 2004]

Al parecer las asaduras se han vuelto a poner de moda y comienzan a considerarse una exquisitez de la alta cocina. ¿Quién me lo iba a decir a mi cuando hace tan sólo unos años pedí tripas en una carnicería irlandesa y el tipo que se encontraba detrás del mostrador no pudo contener la risa? Ahora el chef británico Fergus Henderson publica The Whole Beast contándonos las maravillas de lo que tradicionalmente se conocía en España como menudencias: tripas, pies, cola, orejas... Por su parte, Mario Batali sirve un salami hecho con sesos de cerdo en su prestigioso restaurante neoyorquino, Babbo. Mucho más interesante me parece la explicación cultural tras este tipo de cocina y las razones por las que al menos desde finales del siglo XIX no ha gozado de mucho éxito en los EEUU:

Though animal brains, intestines, hearts, and other "variety meats," as they're known in the trade, have generally been assigned to the scrap heap in American butcher shops, in Europe there is a venerable tradition of dining on tripe, sweetbreads, and the like. That tradition sprung out of agrarian necessity, as did the resulting conviction that if you're going to be so indulgent as to slaughter an animal, you'd better make use of all of it, even the nasty bits. Today, Europeans rich and poor dine on offal, but it has retained a certain earthy reputation. The Italians call it la cucina povera, or "poor food," as a reminder of the utilitarian origins of these dishes.

American tastes, however, have been formed by a different history. Jack Ubaldi, founder of the legendary Florence Prime Meat Market in Greenwich Village and author of Meat Book (1987), traces the American aversion to eating the heads, tails, and organs of animals to the late 19th century, when the surplus of cattle raised in the western states caused meat prices to plummet. "[W]e became a nation of muscle-meat eaters and could afford to throw out the innards and other exotica," he writes. (Immigrant communities in American cities continued to consume variety meats through the 20th century, but these items were relegated to the fringes —difficult to find outside of ethnic butcher shops and absent from all but the most adventurous restaurants.)

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[Tue Apr 27 09:51:24 CDT 2004]

Allá a mediados de los años ochenta tuve una época en la que me sentí atraído hacia la música de Franco Battiato, más que nada por su carácter arriesgado e innovador, sobre todo comparada con la música de fórmula a la que tan acostumbrados estamos estos días. No sólo se atrevía Battiato a experimentar con exóticos sonidos mediterráneos de procedencia turca, egipcia o tunecina, sino que también escribía letras con contenido que incluían referencias a distintas propuestas filosóficas, culturales o religiosas. En fin, que para un adolescente inquieto e interesado en aprenderlo todo acerca del mundo ésta música suponía, sin lugar a dudas, una brisa de aire fresco en un auténtico páramo cultural. Pues bien, ahora leo que Franco Battiato acaba de estrenar en España su primera película, y me doy cuenta también de que se trata de un verdadero artista total capaz de crear en ámbitos tan diversos como la música ligera, el cine, la pintura o la ópera. Todo ello, no obstante, manteniéndose fiel a una línea multicultural y mística que ha caracterizado a su obra durante varias décadas de trabajo. Sólo nos queda soñar con que hubiera muchos más artistas como Battiato ahí fuera. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 27 09:16:50 CDT 2004]

Hace ya un par de semanas se hizo público que el Tribunal Constitucional rechazó el recurso del Gobierno de Aznar contra el Plan Ibarretxe con una mayoría de siete magistrados frente a cinco. Hoy, leyendo otra noticia detallando la posición de Jiménez de Parga al respecto me encuentro con el argumento que se usó para tomar esta decisión, y la verdad es que me parece de lo más lógico. Si bien las razones expresadas por el anterior Gobierno pueden ser correctas (el Plan vulnera tanto la Constitución como el Estatuto del País Vasco), ello no es óbice para que se prohíba incluso el debate del mismo. La separación entre el poder legislativo y el judicial debe respetarse, y el segundo no ha de intervenir hasta después de que el proyecto se haya convertido en norma. Como se explica en el auto del Tribunal Constitucional, si pudieran declararse antijurídicos no ya sólo las normas, sino "simples proyectos de normas" o la "sola intención de producir normas", sería imposible acometer reformas. Se trata, me parece, de una lógica contundente, piénsese lo que se piense del Plan Ibarretxe como tal. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 26 21:02:20 CDT 2004]

No me queda duda alguna de que ignorantes los hay en todos los países, pero es que hay cosas que no pueden sino hacerme reir a carcajadas. Acaba de suceder hace unos minutos, cuando leí que en algunos foros, ya hay algún que otro estadounidense haciendo llamamientos a que se dejen de consumir tacos y burritos como represalia por la retirada de tropas españolas de Irak. ¡Vivir para ver! {enlace a esta historia}

[Sun Apr 25 10:23:52 CDT 2004]

Si hace poco más de una semana escribía acerca del autor teatral estadounidense David Mamet, ahora me encuentro un artículo que él mismo escribió para el diario británico The Guardian donde abunda en los argumentos en favor de la libertad de creación. Hablando acerca de Oleanna, recuerda una anécdota que viene a resumir la cuestión.

The play's first audience was a group of undergraduates from Brown University. They came to a dress rehearsal. The play ended and I asked the folks what they thought. "Don't you think it's politically questionable", one said, "to have the girl make a false accusation of rape?" I, in my ignorance, was stunned. I didn't realise it was my job to be politically acceptable. I'd always thought society employed me to be dramatic; further, I wondered what force had so perverted the young that they would think that increasing political enfranchisement of a group rendered a member of that group incapable of error —in effect, rendered her other-than-human. For if the subject of art is not our maculate, fragile and often pathetic humanity, what is the point of the exercise? And if the writer is capable, why enquire, let alone obsess about his sex? No one ever said of a comedy, "I laughed myself sick until I discovered the sex of the writer".
He aquí, precisamente, el talón de aquiles de lo políticamente correcto. Si el arte deja de hacer un esfuerzo por tratar los grandes temas que nos afectan como seres humanos desde un punto de vista universalista, sencillamente deja de ser arte y pasa a convertirse en mero objeto de consumo para tal o cual nicho del mercado. De ahí la excesiva predominancia de las etiquetas artísticas estos días. Parece importar bien poco qué tipo de arte se haga, siempre y cuando refleje, al menos supuestamente, los sentimientos y los problemas de tal o cual subsector de nuestras complejas sociedades. El arte con aspiraciones de transcendencia está desapareciendo, dando lugar a un arte al servicio de las ténicas de mercadeo y las cuentas de resultados de los grandes conglomerados de la nueva industria cultural. Al igual que ya sucediera con otras esferas de la existencia humana, parecemos estar empeñados en desacralizar también este ámbito para supeditarlo a las insaciables necesidades de la razón instrumental de la que hablaran los filósofos de la Escuela de Frankfurt hace ya varias décadas. Se trata, al parecer, de destruir todo lo que esté relacionado con actividades puramente humanas y reducirlas a mero consumo, cuantificable, productivo y, sobre todo, proveedor de beneficios. En este sentido, la izquierda multicultural no está sino haciéndole el juego al sistema, a pesar del abuso de tanta retórica cuasi-revolucionaria y emancipadora. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 24 16:39:02 CDT 2004]

La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi ha publicado un libro de cuentos donde trata el tema del amor, y hay que reconocer que su aproximación al tema es bastante original. Para empezar, estructura el libro en tres partes que, en opinión de la autora, se corresponden a las tres fases del amor mismo: el enamoramiento, la duración y la decadencia. Los relatos de cada parte vienen a su vez precedidos de un corto ensayo sobre ese tipo de amor en concreto. Me llamó la atención que en uno de esos ensayos la autora destacara:

La sabiduría popular dice que nos enamoramos de quien imaginamos y nos separamos cuando lo conocemos. Freud intentó explicarlo: "el amor es la sobrevaloración del objeto en el cual se depositó la libido".
El principal problema que le veo a esta sabiduría popular es que se trata de una verdad de las de perogrullo, y de las que de hecho no pueden ser de otra forma. Me explico: por propia definición, sólo podemos enamorarnos de la persona a la que aún no conocemos del todo, y del mismo modo cuando acaba produciéndose una separación también sucede que ya hemos tenido la ocasión de convivir con la persona amada durante un tiempo. Y, sin embargo, ¿qué es lo que demuestra esto? Pues absolutamente nada, la verdad. Se trata, como digo, de una verdad de perogrullo, de una de esas frases lapidarias que suenan muy bien y parecen contener una sabiduría secular, pero que de hecho, cuando uno se pone manos a la obra y se atreve a deconstruirla e intrepetarla, se quedan en nada. Claro que Cristina Peri Rossi escribe literatura, y no ensayo. A un artista no se le tiene que exigir necesariamente solidez en la argumentación, siempre y cuando las palabras o las ideas sean estéticamente bellas, pues de eso es de lo que se trata. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 24 12:08:14 CDT 2004]

¿Qué niño español no ha oído hablar del infame Tío del Saco, en otros lugares conocido como El Sacamantecas? Pues bien, resulta que el personaje existió realmente, y su historia es casi tan fantástica como la que nos contaban cuando niños. Alfredo Conde acaba de publicar una novela basada en el personaje real tras El Hombre del Saco. Se trata de Manuel Blanco Romasanta, natural del pueblo gallego de Allariz, quien al parecer se aprovechó de la superstición imperante en la España de mediados del siglo XIX para justificar sus fechorías con la excusa de que era verdaderamente un hombre lobo. Como se indica en la reseña, la tesis de Alfredo Conde es que esto no fue sino una estratagema para evitar la ejecución:

Si este amable y seductor señor se dedicaba con toda tranquilidad a despellejar y vaciar a sus víctimas para vender su manteca y sus pertenencias, era sólo por dinero. Y si después dedicaba los restos al gaznate de los lobos del lugar, era porque formaba parte del personaje que fingía ser en aquella sociedad supersticiosa e ignorante de entonces. (...) Al entender de Alfredo Conde, y tras haberse documentado hasta las cejas y haberse puesto en la piel del piscópata, en la cabeza de Romasanta no hubo ni rastro de chaladura, sino más bien el vacío gélido que deja la falta de moral. Era un hombre muy inteligente que organizaba sus asesinatos con el único fin de lucrarse: "tenía que sembrar dudas y lo hizo maravillosamente", dice el autor, así que cuando fue detenido convenció a todo el mundo de su condición de licántropo.
Por cierto, que todos aquellos que se quejan de la excesiva magnanimidad de nuestro sistema penal y comentan cómo en el pasado no era tan fácil el cometer un crimen y salir airoso del trance, deberían ser conscientes de que caso terminó con la revocación de la sentencia después de que la prensa de la época se creyera la historia de Romasanta y presionara a la reina Isabel II para que le concediera el perdón. Nadie sabe cómo ni cuándo murió el auténtico Sacamantecas. {enlace a esta historia}

[Fri Apr 23 14:46:20 CDT 2004]

Se celebra en España estos días el Día del Libro, y El Cultural pubica un excelente artículo de Álvaro Pombo sobre la afición a la lectura. Precisamente ahí leo unos versos de nuestro Francisco Quevedo que me parecen maravillosos:

A solas en la paz de estos desiertos
con pocos, pero doctos libros juntos
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con los ojos a los muertos.
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[Fri Apr 23 13:05:44 CDT 2004]

El nuevo Gobierno socialista español ha comenzado con un imparable ímpetu reformista y cumpliendo las promesas que hiciera durante la campaña electoral, lo cual representa una brisa de aire fresco. El Consejo de Ministros aprobó esta misma mañana un informe sobre la Ley Integral contra la Violencia de Género que pretende poner fin a uno de nuestras mayores lacras sociales. La intención es iniciar un amplio debate sobre el tema que implique a distintas fuerzas políticas así como a numerosos organismos e instituciones para proporcionar a las mujeres maltratadas la cobertura legal y la asistencia social necesarias para protegerlas del abuso. Las cifras son espeluznantes: en los últimos ocho años cerca de seiscientas mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o ex-parejas, casi 100 fueron asesinadas solamente durante el años 2003, y el Instituto de la Mujer estima que alrededor de dos millones de mujeres españolas son maltratadas. Como afirma José Luis Rodríguez Zapatero en el transcurso de una entrevista con el diario El Mundo, "la vergüenza mayor de este país es el número de mujeres maltratadas, por eso esta primera ley va a ser una ley con medidas fuertes y duras". Por cierto, que el Presidente del Gobierno también clarifica otras cuantas cosas en esa interesante entrevista. Basten los siguientes ejemplos:

La Guerra de Irak era para buscar las armas de destrucción masiva de Sadam... Ahora han tenido que ir a la gran falacia del terrorismo.

Carecía de sentido permanecer en Irak en una falsa espera, generando incertidumbre entre nuestras tropas y entre nuestros aliados.

España tiene que tener por sí misma buenas relaciones con Marruecos. No creo que sea una buena carta de presentación recurrir a otra potencia para apaciguar nuestras relaciones.

Se nos dijo hace un año que la intervención en Irak era un paso para normalizar la situación entre Israel y Palestina, y todo eso no sale.

Al lehendakari le voy a ofrecer diálogo, comprensión y hablar de los traspasos pendientes, pero de momento no le voy a ofrecer una reforma del Estatuto de Gernika. (...) O lo que tenga que venir en Euskadi se hace con el acuerdo de los constitucionalistas y de los nacionalistas o no vivirá, nacerá muerto, aunque lo ganen en un parlamento.

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[Wed Apr 21 09:13:51 CDT 2004]

Precisamente el mismo día que SOS Racismo alerta sobre el auge de la islamofobia en España me he encontrado con un artículo en El Cultural acerca de la literatura reciente sobre el terrorismo fundamentalista. Me parece interesante que SOS Racismo haga un llamamiento a evitar el término terrorismo islámico que tanto se ha extendido en los últimos tiempos, y que yo mismo he usado en varias ocasiones. Ellos proponen terrorismo fundamentalista como alternativa. Estoy de acuerdo en que se trata de algo puramente formal, pero lo mismo puede decirse de tantas y tantas otras cosas que, no obstante, hemos cre&iacue;do oportuno adoptar. Hace tan sólo un par de días oí nua tertulia en RNE donde alguien se opopnía a la idea de evitar el uso del término terrorismo islámico usando el argumento de que también se habla de terrorismo etarra. Aparentemente, el individuo en cuestión no se daba cuenta de la diferencia entre ambos términos: mientras que el adjetivo islámico se aplica indiscriminadamente a todos aquellos que creen en la religión musulmana, no puede decirse lo mismo del adjetivo etarra. Un término mucho más similar a efectos comparativos sería el de terrorismo vasco, que nadie utiliza por lo que supone de insulto a la amplia mayoría de vascos que no apoyan a ETA. No veo por qué no habríamos de hacer un esfuerzo por respetar a los musulmanes evitando términos ofensivos como el aquí mencionado. Por cierto, que los medios de comunicación no suelen usar tampoco el término terrorismo cristiano para referirse a la guerrilla sudanesa, por poner un ejemplo, y tampoco recuerdo haber oído hablar de terrorismo católico refiriéndose a los atentados del IRA en el pasado. Así pues, reconozcámoslo, hay un cierto nivel de hipocresía aquí. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 20 15:05:41 CDT 2004]

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, ha hecho público hoy que José María Aznar ha llamado personalmente al Presidente Bush para lamentar la retirada de las tropas españolas de Irak. Parece mentira que ésta sea la misma persona que hace tan sólo unos cuantos años se quejara amargamente de lo que, en su opinión, era un excesivo e impropio intervencionismo del ex-Presidente Felipe González en la vida política del país. De hecho, lo que acaba de hacer Aznar me parece mucho más grave, pues se ha comunicado directamente con el Jefe de Estado de un país extranjero para manifestar su desacuerdo con la decisión tomada por un Gobierno legítimo que acaba de ser elegido e hizo pública su posición respecto al tema durante la sesión parlamentaria de investidura. Si a esto añadimos otros incidentes similares de los que hemos oído en los últimos días, me da la impresión de que bastantes líderes del PP se han tomado a mal su derrota en las urnas. Pensaba que se trataba de algo ya superado hacía mucho tiempo, pero al parecer me equivocaba. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 19 12:07:28 CDT 2004]

Aunque por aquí por los EEUU no guste mucho debido a la recién descubierta claridad moral, la frase aquella de que la Historia la escriben siempre los vencedores es de lo más cierta. Mucho hemos oído hablar de los mártires cristianos, y nuestra cultura está repleta de simbología en torno a aquellos santos que sacrificaron sus vidas en nombre de Jesucristo y Dios. No tuvieron tanta suerte los llamados mártires paganos, cuyo recuerdo casi se ha perdido y desde luego no han ocupado lugar alguno en nuestra panoplia de personajes históricos. Digo esto a raíz de la reciente publicación de una biografía sobre Hipatia de Alejandría, quien fuera acusada de brujería y asesinada allá por el año 415 de nuestra era. Una vez más descubrimos un caso de la antigüedad en el que cristianos, judíos y paganos convivían más o menos en paz hasta que el dogmatismo cristiano hizo su aparición. Mucho se oye hablar estos días del fundamentalismo islámico, pero la cultura occidental aún tiene que reconocer bastantes de sus propias aberraciones. Quizás todo nos fuera mucho mejor si reconociéramos que se trata de actitudes humanas, más que de tal o cual religión, tal o cual ideología. {enlace a esta historia}

[Sun Apr 18 14:46:28 CDT 2004]

Zapatero acaba de anunciar en una rueda de prensa especial que ha ordenado la retirada inmediata de las tropas españolas destacadas en Irak. El regreso del contingente se hará "en el menor tiempo y con la mayor seguridad posible", debido, según ha comunicado, a las pocas expectativas de que las Naciones Unidas se hagan cargo de la situación en el país. Por un lado, no estoy seguro de compartir la rapidez con que el nuevo Gobierno ha decidido retirar las tropas. Se piense lo que se piense acerca de la guerra como tal, lo cierto es que a estas alturas el país está ocupado, el régimen de Sadam ha caído y a todos nos conviene que se instaure un nuevo régimen más o menos basado en un sistema de libertades mínimas. Si todas las naciones deciden ahora retirar sus tropas, Irak caerá en el caos absoluto, lo cual no beneficia a nadie. Sin embargo, también puedo ver claramente cómo se trata de una de las promesas que el PSOE hiciera durante la campaña, una posición que el Partido mantuvo durante meses y meses de oposición al anterior Gobierno y algo que comparte la mayoría de los ciudadanos españoles. Así pues, desde el punto de vista de la legitimidad democrática, poco hay que echar en cara a Zapatero, y mucho al anterior Gobierno de Aznar que envió las tropas sin consultar al Parlamento y ni tan siquiera dignarse comparecer en la Cámara para explicar sus posiciones. En este sentido, hay que reconocer que al menos el nuevo Gobierno está de momento cumpliendo sus promesas de encarar la gestión de gobierno con una nueva actitud. Hoy mismo Zapatero ha dado un comunicado de prensa, y al mismo tiempo anunció que su ministro de Defensa, José Bono, dará las explicaciones necesarias en el Parlamento durante los próximos días y él mismo convocará una sesión plenaria del Congreso para dar cuentas ante los representantes de los ciudadanos. Como venía diciendo, todo esto representa un buen soplo de aire fresco comparado con el secretismo practicado por el Gobierno Aznar durante los últimos cuatro años.

Pero hablemos de la medida como tal. ¿Puede hablarse de una actitud anti-americana en el nuevo Gobierno español, como alguien parece ya apuntar aquí en los EEUU? Lo dudo mucho. Cualquier que haya seguido de cerca el debate sobre la intervención militar en Irak habrá podido enterarse de que la posición de los socialistas españoles ha sido la de oponerse debido principalmente a las formas. El equipo de exteriores del PSOE no se opone a la intervención militar en ciertos casos, y de hecho ha apoyado estas medidas en el pasado, pero siempre y cuando estén legitimadas por la comunidad internacional. Se trata de una política con la que uno puede estar de acuerdo o no, pero bastante consistente y, de hecho, consecuente con las posiciones que el Partido mantiene en otros ámbitos. En este sentido, donde se ha producido un serio cambio de dirección ha sido en la política estadounidense, que hasta hace bien poco subrayaba la importancia del Derecho Internacional como piedra fundamental de la convivencia en paz y ahora, por el contrario, defiende una política de intervención previa basada en los intereses nacionales que poco tiene que ver con sus posiciones del pasado. Así pues, si alguien tiene que dar explicaciones sobre un cambio radical de política, es precisamente el Presidente Bush, quien ha roto de golpe y porrazo con la tradición estadounidense de respeto y promoción de los valores del Derecho Internacional. Y es que, al mismo tiempo que los republicanos estadounidenses han virado drásticamente hacia la derecha en asuntos internos, también se han dispuesto a promover una agenda fuertemente conservadora en su política exterior, rompiendo así con la tradición liberal que la había sustentado desde la Segunda Guerra Mundial. Fueron precisamente Franklin D. Roosevelt y Truman quienes pusieron las bases de una política exterior estadounidense basada en el Derecho Internacional y la consolidación de instituciones como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio. Estas bases fundamentaron la política exterior de Administraciones demócratas y republicanas al menos hasta la llegada de George W. Bush al poder. Ni siquiera Ronald Reagan se había atrevido a tocar estos fundamentos inspirados directamente en la tradición de optimismo y humanismo de la Ilustración, aunque evidentemente su retórica ya parecía apuntar a serios cambios en el futuro inmediato. Sin embargo, no ha sido hasta la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca con su cohorte de neoconservadores que toda esa retórica anti-ONU, anti-internacionalista y en favor de una vuelta a las raíces esencialistas de la política norteamericana ha acabo por imponerse en la política del día a día. La fe en una comunidad internacional basada en el diálogo y el respeto a los derechos humanos se ha tirado por la borda y ha sido sustituida por la firme defensa de los intereses nacionales, habida cuenta que los nuevos inquilinos de la Casa Blanca identifican los intereses estadounidenses con los intereses de la Humanidad misma. Lo que es bueno para los EEUU es bueno sin duda para el resto del orbe. Así pues, no es Zapatero quien tiene que dar explicaciones, sino más bien el Presidente Bush. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 17 21:39:20 CDT 2004]

Leo con tristeza en El Cultural que acaba de cerrar la Librería Machado de Sevilla. Juan Palomo lo menciona como de pasada mientras hace un somero repaso a la actualidad cultural española, pero la verdad es que la librería que fundaran Alfonso Guerra y su esposa hace ya treinta y cinco años era una auténtica institución, una de esas reliquias de los años de la oposición al franquismo. He de reconocer que yo era cliente asiduo de una librería de la competencia, la Librería Padilla, que Dios sabe si aún está en pie. No obstante, me apena leer acerca de la desaparición de un establecimiento comercial tan estrechamente unido a una buena parte de la historia de Sevilla, como me apena aún más el leer sobre la desaparición de otras veinte y dos librerías pequeñas en mi ciudad natal durante los últimos tres años. Nunca me engañé pensando que las grandes superficies no llegarían a Sevilla tarde o temprano, pero ello no quita para que hoy derrame algunas lágrimas por esos últimos reductos de la cultura entendida como herramienta para el mejoramiento humano, y no sólo como negocio y entretenimiento. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 17 21:12:45 CDT 2004]

Felipe Fernández-Armesto acaba de publicar su Historia de la comida. Se trata de un libro muy en la línea de El proceso de la civilización, de Norbet Elias, o Alimentación y categorías de la historia, de Fernand Braudel, donde el autor hace un estudio profundo de una actividad que muchos piensan secundaria pero que no sería difícil concebir como fundamental en la existencia humana, o al menos tan fundamental como el trabajo, la educación o las relaciones sexuales. De hecho, aunque fuera Elias quien inaugurara la tradición de estudiar la interrelación entre historia de la civilización y cocina, cuesta trabajo entender que a nadie se le hubiera ocurrido la idea con anterioridad. Así, remontándose a la prehistoria, Fernández-Armesto nos narra los aconteceres de la cocina como actividad inserta en una sociedad y un tiempo determinados, cubriendo todas y cada unas de las revoluciones que se experimentaron (el descubrimiento del fuego, la ritualización de la comida, el pastoreo y la agricultura, la comida como marca de diferenciación social, el comercio de alimentos y los intercambios con la recién descubierta América...), culminando todo ello en la actual revolución que estamos viviendo como consecuencia de la industrialización de los alimentos, algo que el autor considera extremadamente peligroso por las consecuencias negativas que pueda tener en la salud y los modales de nuestros congéneres. No obstante, Fernández-Armesto tampoco parece dispuesto a tomar la actitud del cruzado anti-comida rápida, como se nos aclara en la reseña:

El triunfo de la cómida rápida multiplica los riesgos de intoxicaciones. Pero no es un fenómeno nuevo: los pisos de Roma raras veces disponían de un espacio para comer, así que la gente compraba las comidas ya preparadas a vendedores ambulantes.
Claro está que ni los antiguos romanos abusaban de las calorías tanto como solemos hacerlo estos días, ni tampoco me parece probable que las comidas rápidas de aquellos tiempos fueran tan insalubres como las de hoy. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 17 20:19:57 CDT 2004]

Se me perdonará una supina ignorancia de la cultura teatral (algo, por otra parte, muy extendido en nuestra sociedad), pero hasta hace unos minutos no había oído hablar del autor teatral estadounidense David Mamet. Y sin embargo, por lo que leo, su obra debiera interesarme bastante tanto por su contenido como por su actitud. Al parecer, cuando se estrenó Oleanna allá por el año 1992 (una obra donde una estudiante universitaria se aprovecha del movimiento de lo políticamente correcto para acusar a su profesor de acoso sexual y escalar posiciones), no fueron pocas las feministas que le acusaron de reaccionario y machista por estrenar una obra así justo en el momento en que se había denunciado al juez Clarence Thomas, candidato al Tribunal Supremo de los EEUU, por acoso sexual a una profesora universitaria. David Mamet, en vez de amedrantarse, respondió de esta guisa:

Como autor dramático, no tengo ninguna responsabilidad política. Soy un artista, escribo obras, no propaganda política. Si buscan soluciones fáciles, enciendan la caja tonta... Estamos viviendo una época de transición, en la que cada uno de nosotros nos sentimos desplazados... Yo no tengo respuestas.
¡Olé por un autor con integridad artística! Una obra de arte no es más que eso, una obra de arte. Cuidado, es algo más que un objeto de consumo, a lo que muchos parecen reducirla hoy en día. Una obra de arte ciertamente puede ayudarnos a conocernos mejor, o al menos a reflexionar sobre nosotros mismos y nuestro entorno. Pero la reducción del arte a mero instrumento de propaganda, como tan a menudo sucede en los ambientes más radicales de derechas e izquierdas, no puede entenderse sino como consecuencia de la cerrazón ideológica de quienes la proponen. El arte es mucho más que un folletín de propaganda partidista de tal o cual bando. Respetémoslo como tal. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 17 19:32:41 CDT 2004]

No soy un gran forofo de extraer grandilocuentes conclusiones sociológicas o políticas de algo tan nimio como los vaivenes de las taquillas cinematográficas. He de reconocer que, por supuesto, sí que pueden usarse para interpretar ciertas tendencias sociales generales, pero a lo que me estoy refiriendo aquí es el uso y abuso de meras casualidades para extraer conclusiones acerca del mundo que nos rodea. Así pues, es posible que Carlos Reviriego esté exagerando las motivaciones tras el resurgir del cine épico al que estamos sin duda asistiendo estos días. No obstante, si lo saco a colación es porque algo puede haber de cierto en sus comentarios. Es bien difícil no ver la aparición de tantas hazañas al viejo estilo en la gran pantalla (Alexander, de Oliver Stone; El reino de los cielos, de Ridley Scott; Troya, de Wolfgang Petersen; Alexander the Great, de Baz Luhrman; Fanfan La Tulipe, de Gérard Krawczyk, por no hablar de El señor de los anillos) como reflejo de una cierta necesidad social. Y es que poco tiene de extraño que en un mundo dominado por la violencia terrorista, la guerra de Irak, la amenaza de las armas de destrucción masiva, la radicalización de los discursos y la falta de modelos claros de sociedad que vengan a darnos más respuestas que preguntas (hay que admitir que si algo no puede hacer la democracia liberal de corte occidental es precisamente el ofrecer un dogma de fe que venga a tranquilizar tanta gente atemorizada), los espectadores se refugien en un pasado que, al menos tal y como nos lo muestran en la pantalla, parecía mucho más claro. Por aquí está el bueno, por allá el malo, y al final las fuerzas del bien se imponen a las del mal. Algo así como los discursos de George W. Bush pero en la oscuridad de la pantalla de un cine y comiendo palomitas. Estamos todos tan necesitados de guía y grandes palabras, que hasta héroes de cartón piedra tienen un gran éxito de cartelera, o al menos eso esperan los productores. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 17 14:14:11 CDT 2004]

Nunca me había parado a pensar en las implicaciones del concepto moderno de lo aburrido, pero un artículo publicado por el San Francisco Chronicle sobre el fenómeno del aburrimiento me ha hecho reflexionar un poco al respecto. Como suele suceder en estos casos, casi parece mentira que la definición moderna de lo aburrido sea tan reciente, habiendo visto la luz hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX. Y digo que sorprende porque, al fin y al cabo, se trata de un estado de ánimo, por lo que cabría pensar que es tan antiguo como el ser humano. Pues bien, aún siendo algo con lo que hemos convivido durante tanto tiempo, lo cierto es que el uso que del término hacemos hoy en día parece consecuencia directa de una sociedad tan entregada a la diversión que casi no tiene concepto de lo que pueda ser el tiempo no estructurado. Nuestros adolescentes suelen protestar que están aburridos cuando lo que de verdad quieren decir es que son incapaces de encontrar actividad alguna con la que entretenerse, que echan de menos la orgía de acción en la que parecen haberse convertido todas y cada unas de las formas artísticas de nuestros días. Como mucho advierten, casi no puede hablarse ya de arte o cultura, sino más bien de entretenimiento y ocio. Ya no nos queda apenas tiempo auténticamente libre, lejos del mundanal ruido que se suele decir, para reflexionar, para rememorar, para sentir. Por el contrario, el tiempo libre también debe estar estructurado, debe ser aprovechado al máximo. De ahí la proliferación de centros de ocio, parques de diversiones, cruceros y viajes organizados... Lo más paradójico de todo esto quizá sea el hecho de que nuestra particular cruzada contra el aburrimiento no haya conducido sino a mayores niveles de estrés y desazón. La compartimentalización de nuestras vidas en esferas estrictamente separadas y sin posibilidad alguna de contacto (trabajo, ocio, descanso...) y la excesiva racionalización e industrialización de las llamadas actividades de tiempo libre no están sino creando mayores niveles de desasosiego en una población acostumbrada a consumir hasta la forma de entretenerse. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 15 21:00:42 CDT 2004]

Leyendo un breve artículo sobre la publicación de El árbol de la vida, de Eugenio Trías, me encuentro con un interesante comentario acerca de la vida cultural en Barcelona durante los años del franquismo.

El tardofranquismo no fue igual en Barcelona que en Madrid, comentó [Eugenio Trías], porque en la ciudad catalana hubo, quizá porque estaba más lejana al centro del poder, un "oasis", un núcleo de actividades culturales —cine, poesía, teatro—, aunque luego vinieron los últimos años marcados por el juicio de Burgos.
Saco esto a colación porque hemos oído tan a menudo los comentarios acerca de la opresión franquista cebándose con el catalanismo cultural, que no dejan de ser parcialmente ciertos, pero que ignoran por completo las circunstancias en las que transcurría la vida cultural en la mismísima capital de España. Supongo que esto también explica, al menos parcialmente, el hecho de que durante los primeros años de la democracia Barcelona fuera un centro cultural tan potente como Madrid, si no más. Como de costumbre, hay demasiados tópicos a los que nos hemos acostumbrado a fuerza de oírlos una y otra vez, representen o no la realidad que pretenden describir. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 15 20:19:03 CDT 2004]

Hacía tiempo que no seguía un debate parlamentario de este calibre en el Congreso de los Diputados. Hoy se ha celebrado la sesión de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero como nuevo Presidente del Gobierno, y me ha sorprendido no sólo en las formas sino también por el contenido. Para comenzar, Zapatero ha expuesto los planes principales de lo que será su gestión de gobierno durante los próximos cuatro años, y si bien es cierto que lo ha hecho de una forma demasiado general, tampoco se puede negar que está plagado de propuestas de reforma y cambio que se extienden desde la política exterior (vuelta a un europeísmo más militante, fortalecimiento de las relaciones con el Magreb y Latinoamérica, promesa de contar con el Parlamento antes de enviar tropas españolas al extranjero...) a las materias de igualdad entre sexos, legalización del matrimonio entre homosexuales, ampliación del Pacto Antiterrorista a todas las fuerzas del arco parlamentario, cambio de talante hacia las nacionalidades históricas y posibles reformas de sus estatutos de autonomía dentro de un marco constitucional que no se entiende como fijo, o intentos de regeneración de la vida política a través del diálogo y reformas en los estatutos de RTVE y EFE para que dejen de ser meros instrumentos de manipulación del Gobierno de turno. Pero aún me ha gustado más el respetuoso toma y daca que se dio entre Zapatero y el nuevo líder de la oposición, Mariano Rajoy Con un discurso ciertamente crítico de las propuestas socialistas pero al mismo tiempo serio, constructivo y tolerante, el Presidente del PP ha echado en cara a Zapatero la falta de concreción en buena parte de sus propuestas así como el hecho de que hablara muy alegremente de reformas constitucionales, cambios a los estatutos de autonomía y ampliación del Pacto Antiterrorista antes incluso de haberse sentado a negociar con nadie o a discutir propuestas concretas. Hay que reconocer, en este sentido, que no le falta razón a Rajoy cuando hace estas críticas. Sin embargo, ello no quita para que se sienta en el aire un ilusionado espíritu de cambio, un refrescante relevo que también conlleva nuevas actitudes y nuevas políticas. Quizás lo más sorprendente haya sido observar el intercambio de opiniones entre el líder del PSOE y los portavoces de los partidos que vienen a representar el nacionalismo catalán y vasco. Cuando tan acostumbrados estábamos a la crispación y el cruce permanente de acusaciones en que se había convertido el diálogo entre el Gobierno de Aznar y los nacionalismos periféricos, la actitud de la que ha hecho gala Rodríguez Zapatero esta mañana viene a llenarme de esperanza en el futuro. Ya era hora de oír a un Presidente del Gobierno (o casi) declarar públicamente su respeto por las lenguas y las culturas de las nacionalidades históricas sin sentir vergüenza alguna. Por supuesto, queda mucho camino por recorrer y hay que andarse con mucho cuidado de que el Plan Ibarretxe y el independentismo radical de ERC no acaben por amargar el viaje, pero al menos se nota un claro cambio de actitud. Como empecé diciendo, hacía tiempo que no seguía un debate de este calibre, y ya me gustaría que intercambios de opiniones de este tipo se dieran más a menudo en los EEUU, donde un presidencialismo cuasi monárquico roba a los ciudadanos de un auténtico contraste de opiniones y reduce el discurso político a los ínfimos niveles del anuncio televisivo para destruir la imagen del oponente y los eslóganes del tres al cuarto. {enlace a esta historia}

[Tue Apr 13 16:30:52 CDT 2004]

Ayer por la mañana estuve escuchando un interesantísimo programa sobre el comercio de esclavos en el África Occidental en el que se ponía el énfasis precisamente en el hecho de que tales actividades no fueron posible sin la colaboración activa de los propios jefes de mucha tribus africanas. No se trata ni mucho menos de una revelación sorprendente, pero sí de algo que va hasta cierto punto contra la corriente de lo políticamente correcto que parece haberse apoderado de nuestras sociedades durante los últimos tiempos. De alguna forma, se ha extendido una concepción de la esclavitud como tiránica opresión de los blancos hacia los negros, casi como si los exploradores desembarcaran en las playas africanas, lanzaran las redes y capturaran a decenas de seres humanos para venderlos en las subastas de esclavos. La realidad, como de costumbre, nos ofrece un cuadro mucho más complejo en el que fueron numerosos los líderes tribales que literalmente vendieron a sus súbditos para beneficio propio. Así pues, mire usted por dónde, resulta que había individuos de raza negra tan moralmente depravados como los blancos que comerciaban con los esclavos. No es que debamos sorprendernos por tal descubrimiento a estas alturas, y sin embargo lo cierto es que sucede. Como explica el doctor Robert Harms,

The kings of Dahomey —located in Abomey, in present-day Benin— aggressively captured and sold neighboring tribespeople to the slavers. The practice was quite developed, and went on for some three centuries. The slave trade could not have endured for four centuries and carried nearly 12 million people out of Africa without the cooperation of a huge network of African rulers and merchants. (...) Most Americans think that ships would come from the United States or from Europe to Africa and the sailors would just get off and run out and grab a shipload of people and stuff them in the ship and bring them back. And I think that is a very condescending view of Africans. That view suggests that Africans were so disorganized that they could let that happen year after year after year after year. I think we need to see African societies as well-organized societies that participated in the slave trade, because the ruling classes often thought they had something to gain from it.
{enlace a esta historia}

[Sun Apr 11 15:06:43 CDT 2004]

De cuando en cuando, mis amigos acá me preguntan acerca de las diferencias entre los conservadores estadounidenses y los del otro lado del Atlántico. Por supuesto que tienen mucho en común, pero casi me atrevería a afirmar que hoy en día, y tal vez con la excepción británica, les separa casi tanto como les une, aunque es bien posible que ni siquiera ellos mismos lo sepan. Cuando ineludiblemente debo hacer un esfuerzo por explicar a qué me refiero siempro echo mano del pensador alemán Carl Schmitt, de quien aprendiera bastante gracias a un catedrático del Pensamiento Político de la Universidad Complutense que me impartiera clases allá por los años ochenta (Dalmacio Negro Pavón, conservador español a la vieja usanza, pero magnífico profesor y gran erudito donde los haya). Pues bien, hace poco me encontré con un artículo de Alan Wolfe donde resaltaba precisamente la conexión entre los conservadores estadounidenses de hoy en día y el que fuera considerado pensador pre-fascista alemán, y por favor que conste que no se trata de acusar a los republicanos de fascismo sino tan sólo de resaltar las comonalidades entre su actitud hacia lo político y aquélla de Schmitt y otros pensadores del período europeo de entreguerras. Tal y como escribe Alan Wolfe,

In The Concept of the Political, Schmitt wrote that every realm of human endeavor is structured by an irreducible duality. Morality is concerned with good and evil, aesthetics with the beautiful and ugly, and economics with the profitable and unprofitable. In politics, the core distinction is between friend and enemy. That is what makes politics different from everything else. Jesus's call to love your enemy is perfectly appropriate for religion, but it is incompatible with the life-or-death stakes politics always involves. Moral philosophers are preoccupied with justice, but politics has nothing to do with making the world fairer. Economic exchange requires only competition; it does not demand annihilation. Not so politics.
Ahora podemos entender mucho mejor los discursos del Presidente Bush y su actitud general hacia cualquier asunto político: no se trata de convencer, y mucho menos de alcanzar acuerdos y llegar a consensos, sino tan sólo de liderar, es decir, de imponer mi verdad a la verdad del oponente o, mejor dicho, enemigo. Ya no caben oposiciones leales, sino tan sólo traiciones y enemistades o, a lo sumo, ingenua colaboración con las fuerzas del Mal. No hay ni puede haber punto medio. O estás conmigo, o contra mí.

Hay quienes aún se preguntan aquí en los EEUU cómo es posible que la radio ultraconservadora sea tan dominante cuando está bien claro que la población estadounidenses está dividida casi a partes iguales entre los conservadores y los progresistas (aquí se les suele llamar liberales, muy al estilo tradicional británico o como en la Restauración española, cuando se contraponían tories y whigs como únicas opciones políticas posibles). Sin embargo, a la luz de Carl Schmitt las cosas deben aparecer mucho más claras:

Schmitt argued that liberals, properly speaking, can never be political. Liberals tend to be optimistic about human nature, whereas "all genuine political theories presuppose man to be evil." Liberals believe in the possibility of neutral rules that can mediate between conflicting positions, but to Schmitt there is no such neutrality, since any rule —even an ostensibly fair one— merely represents the victory of one political faction over another. (If that formulation sounds like Stanley Fish when he persistently argues that there is no such thing as principle, that only testifies to the ways in which Schmitt's ideas pervade the contemporary intellectual zeitgeist.) Liberals insist that there exists something called society independent of the state, but Schmitt believed that pluralism is an illusion because no real state would ever allow other forces, like the family or the church, to contest its power. Liberals, in a word, are uncomfortable around power, and, because they are, they criticize politics more than they engage in it.
Todo esto me recuerda a las recientes palabras de un buen amigo que se define a sí mismo como "conservador fuerte" (es decir, lo que en Europa vendríamos a llamar un "ultraconservador", si bien me consta que mi amigo no tiene veleidad fascista o parafascista alguna, lo cual es de lo más común aquí en los EEUU), y que buscando razones por las cuales no hay ningún comentarista radiofónico tan abiertamente progresista como Rush Limbaugh y muchos otros son abiertamente conservadores no se le ocurrió otra cosa sino reconocer que las opiniones liberales son siempre más matizadas y, por consiguiente, menos dadas a la simplificación partidista que inunda las ondas radiofónicas. Digo que me parece esto curioso porque las palabras provenían, precisamente, de alguien muy dado a seguir el ensordecedor e intolerante griterío de individuos como el mencionado Limbaugh y tantos otros. {enlace a esta historia}

[Sun Apr 11 14:20:22 CDT 2004]

Ante la llegada del nuevo gobierno socialista al poder, El Cultural ha tomado la iniciativa de preguntar a 60 personalidades de distintos campos de la cultura por lo que consideran iniciativas más urgentes a emprender. Como era de esperar, las respuestas han sido de lo más dispares, y bastante a menudo consisten en reivindicaciones limitadas a tal o cual campo de la creación artística. En este sentido, me parece interesante que las propuestas que pudiéramos llamar reivindicativas se den principalmente en el campo musical y cinematográfico. ¿Quizás sean éstos los campos donde más se esté haciendo notar una crisis cultural? Sea como fuere, la mayoría de las propuestas suenan bastante razonables e incluso atractivas, al menos a priori: acabar con las improvisaciones en los planes de estudio y proponer una política consensuada a largo plazo, fundar una inexistente educación cívica que promueva el concepto de ciudadanía cosmopolita, reformar la televisión pública para fomentar la calidad y acabar con la manipulación, despolitizar los museos, acabar con el amiguismo, invertir más en investigación, reformar la estructura pseudodemocrática de los órganos de dirección de nuestras universidades, reducir los impuestos sobre productos relacionados con la cultura, la creación de un Centro Nacional de Cinematografía, concepción de la vivienda no ya sólo como problema económico o social sino también cultural... En fin, que se oyó casi de todo, y la mayor parte bueno, lo que dice mucho a favor de nuestros intelectuales. Por cierto, que merece resaltar un par de comentarios. En primer lugar, me pareció acertadísimo Francisco Umbral cuando afirmaba que hay que "distinguir entre cultura y enseñanza. Dar primacía mental a la cultura. Dar primacía material a la enseñanza". Para ser sincero, nunca había considerado demasiado la diferencia entre ambas, pero es bien cierto que a menudo caemos en la bienintencionada confusión entre ambas esferas cuando hablamos de políticas culturales. Hasta cierto punto, esto debe entroncar con lo que decíamos antes de alcanzar de una vez por todas un amplio consenso sobre nuestra política educativa a largo plazo, en lugar de dejar la materia a los vaivenes electorales. Por otro lado, el filósofo Ángel Gabilondo hace hincapié en que no debemos confundir cultura con ocio, pues no son sinónimos. Se trata, sin embargo, de un error en el que caemos muy a menudo en esta sociedad del entretenimiento en la que no parece ser posible el escribir un libro o filmar un largometraje sin que tengan el suficiente "dinamismo" para mantener la atención del espectador. La cultura puede ser entendida como entretenimiento, sí, pero algo falla cuando se la entiende solamente de esa forma. No se trata de proponer un arte aburrido, pero sí de subrayar que el arte y la cultura van mucho más allá del puro entretenimiento. Se trata de herramientas que podemos usar para conocernos a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Lo que hace falta es promover un concepto apasionado de la cultura que hace ya años que no se da. {enlace a esta historia}

[Thu Apr 8 13:05:11 CDT 2004]

A pesar de los intentos de la Administración Bush por hacernos creer lo contrario, lo cierto es que uno tiene la sensación de que la situación en Irak está empeorando a marchas forzadas. Cuando hasta el Secretario de Defensa ha de reconocer que la ciudad de Nayaf no está bajo control de las tropas de la Coalición, no creo que haya forma de esconder el hecho de que las cosas están fuera de control. No olvidemos que hace casi un año el propio Presidente declaró el final de la guerra, a pesar de que el conflicto sólo se mantuvo a un bajo nivel de intensidad durante meses para finalmente estallarnos en las manos ahora. Sea como fuere, las cosas han empeorado significativamente apenas 90 días antes de que oficialmente se traspase el poder a las autoridades civiles iraquíes, lo cual no hace sino confirmar las dudas que ya tenían muchos de que el plazo pueda incluso cumplirse. Parece claro a estas alturas que la fecha del 30 de junio se fijó pensando más en el calendario electoral estadounidense que en los intereses de los iraquíes. Sencillamente, Bush no podía permitirse el concurrir a la presidenciales de noviembre con las tropas estadounidenses sufriendo constantes ataques en tierras iraquíes y, haciendo cálculos, estimó más probable que un sistema democrático que apenas comenzara a andar en junio aún debería estar en funcionamiento para esa fecha, pasara lo que pasase después. Así pues, establecer finales de junio como el plazo definitivo para el traspaso de poderes y la retirada de tropas parecía una apuesta bien segura hasta no hace mucho. Pero las circunstancias han cambiado sobremanera, especialmente como consecuencia del cambio de actitud de las autoridades estadounidenses ante las milicias chiítas de al Sadr. Nadie va a dudar de que la presencia de estas milicias supone verdaderamente un peligro para la futura estabilidad del país, pero tampoco es menos cierto que lo mismo era verdad hace unos meses y entonces las tropas de ocupación se limitaban a hacer la vista gorda ante los excesos de Moqtada al Sadr. Y éste es precisamente el principal problema que le veo a la política de la Administración Bush: la falta de consistencia y definición. Casi lo único que tenemos claro es que todo lo que provenga de Washington es moralmente bueno, mientras que cualquier tipo de crítica a sus posiciones solamente puede estar inspirada por el nihilismo moral. Aparte de eso, bien poca consistencia podemos observar en una política que no hace sino zigzaguear de aquí para allá: hoy Pakistán es un peligro, mañana es un aliado firme; hoy Libia es un peligro, mañana les dejamos hacer; hoy Core del Norte es el asunto más preocupante encima de la mesa, pero mañana ya ni nos acordamos de ellos a pesar de que situación no se haya solucionado para nada; hoy tenemos que invadir a Irak porque tienen un programa para la construcción de armas de aniquilación masiva, mañana sin embargo decimos que donde dije digo digo diego y realmente la invasión fue necesaria para acabar con una dictadura sangrienta... y todo ello mientras nadie parece saber qué política ha de seguirse con respecto a Irán, China o Rusia. En fin, que como digo todo parece estar empeorando en Irak y la famosa guerra contra el terrorismo no tiene buena pinta. Quizás haya llegado el momento de reconsiderar las estrategias, pero mucho me temo que los actuales inquilinos de la Casa Blanca son completamente incapaces de hacer eso. A un iluminado con ínfulas mesiánicas no se le puede pedir que sea capaz de reconocer errores y rectifique. {enlace a esta historia}

[Mon Apr 5 20:30:23 CDT 2004]

He de reconocer que nunca he sentido mucho respeto por el pensamiento francés. De acuerdo, hay excepciones a la regla, pero por lo general me parece que la filosofía francesa, pese a toda su institucionalización académica (¿o quizás precisamente por ello?) tiene más charlatanes que auténticos pensadores. Digo esto a raíz de la lectura de una reseña sobre Occidente contra Occidente, de André Glucksmann. No he leído el libro, ni creo que lo vaya a hacer, pero a lo que parece no se trata sino de un panfleto más de los que suele escribir Glucksmann. Eso sí, es un panfleto hábilmente oportunista. En otras palabras, que como de costumbre el pensamiento contemporáneo francés más parece periodismo de reportaje que reflexión auténtica. Aunque se trata de algo que inventaran los nuevos filósofos allá a finales de los setenta (el propio Glucksmann, Bernard-Henri Levy, Alain Finkielkraut...), me temo que es un fenómeno que hunde sus raíces en las escenificaciones de cara a la galería de Jean Paul Sartre durante los maravillosos sesenta. De hecho, me temo que igual de nefasta sea la desmovilización general de la intelectualidad norteamericana como el huero compromiso de la intelligentsia parisina, tan atenta siempre a la última moda y el tema más reciente. En fin, que a Glucksmann le ha dado por publicar ahora su panfletito contra el anti-americanismo que cree ver por todas partes en Europa, y para ello recurre a simplificaciones del tres al cuarto, como cuando contrapone los que considera dos modelos principales de hacer política: el del vaquero, solitario, amante de la libertad y dispuesto a asumir riesgos; y el del zar, despótico aunque ilustrado, empeñado en ordenar el todo social de acuerdo a principios universales. Da hasta vergüenza el calificar esto de pensamiento, de puro infantil y simplificador que es, pero supongo que en un mundo tan subordinado a los medios de comunicación y el entretenimiento de masas cualquier cosa que no incluya tetas y explosiones puede pasar por reflexión.

Pero si saco todo esto a colación es por lo peligrosas que me parecen dos tendencias claramente definidas en el libro de Glucksmann que se están extendiendo bastante entre muchos analistas políticos. En primer lugar, se concibe que lo que define a una civilización no es tanto lo que la une como lo que busca destruirla. Es decir, creo ver un serio esfuerzo colectivo en volver a definir al Occidente una vez más en términos negativos, como contraposición a un enemigo externo, que ayer era el bloque soviético (poco importaba que el marxismo como tal hundiera sus raíces en el propio pensamiento occidental) y hoy en el Islam (sí, no tanto el fundamentalismo islámico como el Islam entero). Casi se diría que la civilización occidental es incapaz de subsistir sin dibujar un enemigo externo que la ayude a identificarse a sí misma, lo cual me parece problemático. Aún más, también creo ver un interés desde ciertos cuarteles en achacar el terrorismo islámico al nihilismo de la sociedad contemporánea. Ni que decir tiene que los neoconservadores estadounidenses se han avalanzado sobre esta interpretación como si fuera agua de mayo, sin caer ni tan siquiera en la cuenta de que bin Laden y compaña no es que no pequen de nihilismo, sino que precisamente si de algo cabe acusarles es de todo lo contrario, de mesianismo y cerrazón dogmática. Lo que parece que estos tipos de los think tanks estadounidenses aún no han descubierto es que los extremos se tocan, y que del iluminismo religioso al nihilismo asesino sólo hay un pequeño paso. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 3 18:08:32 CST 2004]

Xabier Bru de Sala publica un interesante sobre los peligros de la derecha en La Vanguardia que me recuerda a aquellas palabras que Daniel Cohn-Bendit le espetara a Richard Perle, consejero de George W. Bush, durante el transcurso de un debate antes del inicio de la guerra en Irak y con las que le acusaba de tomar la actitud de unos bolcheviques democráticos. El término de marras requiere explicación pero la verdad es que acierta de pleno en el corazón de lo que ha significado hasta el momento la política de la Administración Bush como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre. Lo que preocupaba a Cohn-Bendit, me parece que con toda la razón del mundo, era el hecho de que los neoconservadores de Washington se comportasen como mesiánicos iluminados y empeñados en expandir sus evangelios del libre mercado y las elecciones democráticas a cualquier precio y en cualquier sitio, se dieran o no se dieran las condiciones sociales, económicas y políticas objetivas para ello, cayera quien cayera y usando cualquier método que fuera necesario. Aunque muchos analistas estadounidenses aún no lo quieran ver (sobre todo los más conservadores) ha sido precisamente este mesianismo bolchevizante el que ha causado la división entre los EEUU y buena parte de sus aliados europeos. La clave del asunto no es la valentía de los norteamericanos y la cobardía europea, sino las diferencias filosóficas a uno y otro lado del Atlántico, que sin lugar a dudas se deben a muchos elementos: diferentes experiencias históricas, influencia del cristianismo casi fundamentalista en los EEUU, secularización progresiva de las sociedades europeas, interpretación esencialista de la naturaleza de América... Como explica Bru de Sala,

... he aquí que, ya en nuestro tercer milenio, se ha producido un cambio fundamental, capaz de inclinar por sí solo la balanza hacia la izquierda. En toda sociedad avanzada, el curso de los acontecimientos, y el de las ideas a ellos ligadas, se las arregla de un modo u otro —y a menudo de modo sorprendente— para favorecer con novedades o mediante insospechados vericuetos de la ley, natural y consustancial, de la alternancia democrática. ¿Cuál es entonces la novedad o vericueto que en el presente inclina la balanza hacia la izquierda del sistema? El cambio de lado del peligro. De algún modo se daba por seguro, también desde el progresismo, que la izquierda acarreaba con la mayor parte del peligro, o si quieren de los riesgos, cuando no todo, mientras el conservadurismo de la derecha equivalía a mayor seguridad y rechazo de todo lo que oliera a aventura, o inclusive a experimentación. Pues bien, la mayor parte de la ciudadanía, no ya la europea sino también la norteamericana, percibe ahora que el peligro, o el mayor peligro, proviene de la derecha. Por si no bastara con la masacre de Madrid, la orientación del debate de la comisión del 11-S así lo certifica. Hoy, lo menos inseguro son los permanentes pequeños retoques y tanteos posibilistas de la izquierda.

Al liarse la manta al cuello e insistir en la inminencia del peligro de hecatombe masiva, no sin razón pero sí con cierta exageración, salvo en España, a la luz de la limitada capacidad de destrucción que ha demostrado el terrorismo islamista, la derecha, creyendo que juega aun así a su favor, no hace más que incrementar su descrédito a los ojos de la mayoría. El terrorismo existe y mantiene propósitos que resultan peligrosos o muy peligrosos para la estabilidad y la tranquilidad de todo Occidente, no hace falta que nos lo cuenten, pero según la percepción más extendida, las medidas sutiles de la izquierda, que no sólo contemplan el enfrentamiento directo, son mejor receta que la derecha. Y he aquí el cambio fundamental. Para los dirigentes de la izquierda, llámense Maragall a nivel local o Kerry en el global, cuanto menos cambien los modos, las ideas y las estrategias de la derecha, más probabilidades tendrán ellos de alcanzar el poder o mantenerse en él.

Habrá que esperar unos cuantos años para ver si Bru tiene razón en su análisis, pero creo que caben pocas dudas de que el discurso apocalíptico de la derecha estadounidense ya parece estar comenzando a mostrar síntomas de agotamiento y se trata, por otra parte, de un discurso dogmático, cerrado, de buenos y malos, de opciones maniqueas, que se parece demasiado a la vieja retórica bolchevique como para inspirar seguridad alguna entre los ciudadanos de nuestros países. El mesianismo lunático disfrazado de valentía y claridad moral termina por causar hastío en cuanto los ciudadanos observan que no hace sino empeorar la situación. {enlace a esta historia}

[Sat Apr 3 17:37:29 CST 2004]

A escaso medio siglo de las catastróficas experiencias totalitarias del siglo XX, y ya estamos olvidando sus lecciones. Digo esto porque me topé esta mañana con un artículo publicado en ABC sobre el paso del poder del PP al PSOE escrito por Ignacio Sánchez Cámara que recoge, entre otras cosas, las siguientes afirmaciones:

... el de extrema derecha es un concepto del que se suele abusar con fines ideológicos. Ni el fascismo ni el nazismo se declararon ni fueron de derechas. Tampoco pueden concebirse como el resultado de la radicalización de la derecha. No en vano el nazismo se definió como socialista y Mussolini fue un populista devoto del socialismo. La derecha es hoy conservadora o liberal (con algún residuo tradicionalista). Lo demás es geometría política interesada.
Hay que reconocer que Sánchez Cámara escribe estas palabras en un contexto donde defiende al PP de las acusaciones de extrema derecha. Estoy de acuerdo con él en que esas acusaciones no se tienen en pie. El PP, afortunadamente, no es sino una fuerza que combina a conservadores y liberal-conservadores junto a algunos tradicionalistas o reaccionarios que, aunque trasnochados, no pueden ser catalogados como fascistas. Sin embargo, de ahí a afirmar que el fascismo y el nazismo no fueron de derechas media un abismo. El hecho histórico incontrovertible es que el fascismo y el nazismo llegaron al poder en Alemania, Italia, España, Portugal y Grecia, entre otros muchos países, gracias a la connivencia y el apoyo de una derecha atemorizada por los avances de la izquierda más revolucionaria. No hay vuelta de hoja, por más que se empeñe el señor Sánchez Cámara. Que cada cual apeche con su historia y sus responsabilidades. En este sentido, estos intentos de la derecha por sacarse de encima el pasado totalitario y achacar todos los totalitarismos a la izquierda no pueden calificarse sino de mezquinos. De hecho, tan mezquinos como los intentos de la izquierda de hacer otro tanto por el otro lado, arguyendo que todos los autoritarismos son de derechas por definición, y que el comunismo soviético no fue sino un capitalismo de Estado. Se trata solamente de pantomimas y excusas diseñadas para no hacer frente a la cruda realidad: el extremismo es un vicio humano que afecta tanto a izquierda como a derecha, pues no consiste sino en coger unos postulados ideológicos cualquiera y convertirlos en dogma absoluto. Al igual que el fundamentalismo, las posiciones políticas extremas no se adscriben a una única tradición ideológica, ni pueden reducirse a un solo bando del espectro parlamentario. Hasta que nos demos cuenta de esto, no habremos avanzado nada ni en solucionar el problema ni en conocer al ser humano. {enlace a esta historia}

[Fri Apr 2 13:43:19 CST 2004]

Las relaciones entre España y el mundo islámico nunca han sido muy buenas que digamos, pero los acontecimientos más recientes no han venido sino a nublar el horizonte aún más si cabe. A los resquemores que ya se habían despertado como consecuencia de la masiva inmigración de magrebíes a nuestro país, habrá que añadir la torpeza del Gobierno del PP durante su segunda legislatura que casi estuvo a punto de romper las relaciones diplomáticas con Marruecos a cuenta de un quítame allá esas pajas en el islote de Perejil. La verdad, no merecía la pena poner en peligro las relaciones hispano-marroquíes sobre algo tan nimio, pero es que para colmo la política de Aznar ya había causado grandes dudas entre los vecinos del Norte de África. En cualquier caso, el viraje de España hacia la derecha durante los años más recientes parece haber tenido como consecuencia la ruptura de nuestra política tradicional hacia los países del Magreb, y que conste que no sólo hablo aquí de los gobiernos del PSOE, sino también de los de la UCD allá durante los años de la transición. Entre otras cosas, esto ha generado un ambiente en el que parece mucho más aceptable publicar obras como España frente al Islam, del historiador César Vidal. Empecemos por dejar bien claro que el libro postula una interpretación de las relaciones entre España y el Islam que es perfectamente legítima. Por un motivo u otro, a partir de la transición se impuso la interpretación más progresista de nuestra Historia que quiso ver la vieja Al-Andalus como una época de armonía casi perfecta entre las tres culturas. Se trata, tenemos que reconocerlo, de una visión un poco engañosa y utópica del pasado, pero que para nada justifica la reacción de historiadores como César Vidal subrayando que "España estaba en la ruta de expansión musulmana desde el comienzo" o que "la historia de España es verdaderamente incomprensible sin hacer referencia a su enfrentamiento multisecular, a vida o muerte, con el Islam". No se trata tanto de que lo que afirma Vidal sea falso como que lo hace con un tono agrio y belicoso, con la intención de herir, de recuperar una interpretación esencialista y cruzada del significado de España que ya creíamos superada. Afirmaciones como la de que "la guerra santa incluyó para Mahoma la práctica de atentados" no tienen sentido alguno, y parecen más un ejemplo de dogmatismo ideológico que de historiografía seria. Como explica Víctor Morales Lezcano en la reseña que escribe para El Cultural,

La islamofobia, tanto como la fobia hacia la estructura vital sobre la que reside el mundo occidental son consignas —son creencias— a no compartir jamás por el pensamiento y la historiografía críticos. En horas como las que estamos viviendo hemos de evitar convertirnos en pasto fácil de análisis simplistas.
No se solucionan problemas tan serios como los que tenemos planteados recurriendo al viejo esencialismo cristiano y a la fobia anti-islámica, sino que por el contrario no hacemos sino enrarecer el ambiente y dificultar la aplicación de las políticas que pueden venir a mejorar la situación. {enlace a esta historia}